A finales del 2018, Laura Azcurra acompañó a Thelma Fardin con la denuncia por abuso que realizó contra el actor Juan Darthés y a partir de ahí subió a la escena pública ya no solo por el trabajo actoral sino también por el activismo feminista. Integrante del colectivo Actrices Argentinas, madre de un hijo que le despertó un montón de preguntas, este año la encuentra de nuevo en la marea verde afirmando: “Nosotras estamos luchando acá porque junto al patriarcado hay que derribar todo un sistema de vida.”
Desde la conferencia que dieron junto a Thelma Fardin, ¿cómo evaluás el camino que recorrieron?
Fue un montón de aprendizaje, muchísimo, porque muchas de nosotras no teníamos experiencia en militar una causa tan contundente. Fue tocar un tema tabú que estaba estigmatizado, un tema del que todas habíamos tenido una experiencia cercana pero no se hablaba abiertamente y lo poco que se compartía era muy sottovoce.
¿Porque es el tiempo de hablar?
Ahora ya no nos bancamos cosas que sucedían en otros tiempos. Es lo que me parece interesante de un momento como este, donde podemos hacer una videollamada a cualquier lado, está todo globalizado, más entramado. Ahora las noticias llegan, como todo lo que pasó el año pasado en América Latina, la marea verde. Bienvenido sea el momento de despertar conciencia como este. Tenemos que conectar con la autenticidad y con quienes somos en la profundidad.
¿Cómo repercutió este cambio de época en tus situaciones más cotidianas?
Cuando nació Marco, hace ya doce años, los velos se fueron cayendo. Fui encontrándome con una persona de otro género que iba creciendo, que quizás había cosas que eran ´de varón´ que a él no le interesaban, no le gustaban. Y ahí me pasó que tuve que hacer el ejercicio de rever eso, de cómo también las mujeres en nuestro rol educamos, cuáles son los valores con los que lo hacemos. Y eso fue un trabajo de todos los días. Porque para mí, mi hijo es quien me pone en espejo las 24 horas del día, es mi maestro. Que no te permiten que se te pase una y te ponen esa cuestión que una trae de “Ay, pero tiene que ser así”, y te dicen: “¿Por qué tiene que ser así?” Y no lo sé. Y así estoy deconstruyendo y reconstruyendome todo el tiempo.
¿Son las enseñanzas que traen las nuevas generaciones?
Sí, puede ser. Hay otra realidad, hay otro tiempo, otro proceso de concentración de información. A veces siento que le llevo algo antiguo para proponerle y que él me lo está renovando. Es una revisión mía de la educación, de mi identidad, de mi singularidad, porque todos somos distintos. Y eso es en el día a día.
Replicamos o reflexionamos, de eso se trata.
Seguro, eran cuestiones que no las analizábamos; eran porque sí: ´Porque mi abuela´, ´porque mi mamá´, ´porque mi tía´. Era determinar algo cuando sin que pasara por el filtro de nuestras sensaciones, de nuestra contemporaneidad, de nuestra profesión y de nuestra propio experiencia. Por eso hablo de que este es un momento incómodo, porque no hay certezas y el modelo, el programa con el que muchos han crecido, está cambiando. Gente de cuarenta, de cincuenta, sesenta y setenta años, tenían una única foto. Tenías que ser heterosexual, casarte por la Iglesia, ´como Dios manda´, tener hijos, biológicos exclusivamente, porque si adoptabas decían: “Ay pobre, adoptaron”. Y, además, condicionandonos a que después de que toda esa forma suceda, íbamos a ser felices.
Recién ahí, encima...
Sí, recién ahí. Cuánta gente, cuántas personas en este mundo han ido detrás de querer encasillarse y entrar en esa única forma. Cuántas personas sufrieron porque le gustaba alguien de su mismo género, cuántos sufrieron por dedicarse a lo que realmente les apasionaba y no a lo impuesto, cuánta gente no tuvo hijos, cuánta gente tuvo hijos porque había que tenerlos pero no los deseaba. Cuánto se hizo para que el vecino no se entere, ´no qué va a pensar mi mamá´, ´no, yo no le pude hacer esto a mi papá´. Y en eso vamos rifando nuestra propia vida, que es una sola y es nuestra existencia. Entonces, alabado sea este momento en el que vamos detrás de la autenticidad y de la singularidad de cada uno. Porque eso también es otra cosa, la singularidad no es amiga del sistema capitalista, y por ende el sistema está emparentado con el patriarcado. Por eso, si nos ponemos a pensar en una visión un poco más amplia, también decimos “Che, nosotras estamos luchando acá, pero con el patriarcado hay que derribar todo un sistema económico, que ya no va”.
Pero que sigue generando ganancias…
Es que sigue existiendo porque está la desesperación de no saber cuál tiene que ser el nuevo sistema, cómo se puede reorganizar todo el caos que ha generado, no solamente en lo económico… en lo social, en lo político, en el ecosistema. Ya es hora de empezar a hablar seriamente de esos temas. Ya no es “I´m a dreamer” (yo soy un sonador). Hay que hablar ya de eso. Decimos que los políticos no hacen, ¿pero vos sabes qué es lo que consumis? ¿Sabes que compras plástico para tenerlo cinco minutos en la mano y que quede en el planeta doscientos años? ¿Cuán conscientes somos verdaderamente de lo que adquirimos, no solamente en materia intelectual, sino en cuestión material?. Es un momento de replantearnos todo esto y la verdad que cansa, agota.
¿No te asusta eso también?
Me asusta, pero me asustaría más que sigamos en estado pasivo, viendo cómo las cosas suceden, cómo las injusticias acontecen, cómo matan a niños y nadie se hace cargo, cómo las niñas tiene que estar obligadas a parir cuando no deberían, por eso el aborto tiene que salir. Hay mucha gente que no es consciente. En la medida en que una pueda hablar y entenderlo, que una pueda empatizar con la situación del otro, ahí podemos realmente generar un cambio.