Pañuelos verdes a la derecha, a la izquierda, por doquier. Desde Plaza de Mayo hacia el Congreso el verde avanza a paso lento, entre brillos violetas, pancartas, caras pintadas y bombos, las mujeres cantan, bailan y vitorean: “¡Abajo el patriarcado que va a caer, arriba el feminismo que va a vencer!”.
Jóvenes, viejas, altas, rubias, trans, lesbianas, afrodescendientes, madres e hijas, cientos de miles unidas para pedir por sus derechos y marchar por las que no están. Una mamá le saca una foto a su hija de 11 años con el pañuelo por la legalización del aborto y dialoga con ANCCOM: “Es importante que ellas aprendan a decidir, y que cuando se dice no, es no, que sobre el cuerpo de una decide una, que nadie le puede decir qué tiene que hacer”.
Entre la multitud, una mujer con anteojos de marco grueso, risueña y de la mano de una de sus dos hijos, relata: “Vinimos porque como familia es algo que militamos desde la primera marcha del #NiUnaMenos, vinimos juntos y me parece que es un lindo valor para transmitirles a mi hijos, el respeto hacia el cuerpo, hacia la voluntad, hacia el derecho de las mujeres”.
Hay narices rojas y capuchas húmedas. Sofía, emocionada, también llegó con su hija: “Vine por ella y porque es un momento histórico en que se está debatiendo la ley de la legalización del aborto. A ella (por su hija) le explico qué es el aborto y qué es Ni Una Menos. Falta mucho para que algo cambie profundamente, pero el día de mañana puede ser la revolución de las hijas”.
Al invierno se lo combate bailando y con abrazos. Los aplausos calientan las manos y los gritos de “vivas nos queremos” la garganta. Una nena sonriente con un globo y unas garrapiñadas camina y, al lado, su mamá comenta: “Marchar es algo que le debo a ella. Luchar no sólo por mis derechos sino por los que le quedan a ella, a sus compañeras y amigas”. Y entre risas agrega: “Hoy le dije que veníamos por los derechos de las mujeres y me preguntó ´por qué no de los hombres´. Ahora se puede hablar más con los hijos pero hay muchas resistencias dentro del sistema escolar, hay un ida y vuelta con lo que se habla en casa y con lo que después pasa en el jardín, donde no todas las docentes tienen perspectiva de género”.
De a poco la noche envuelve la Plaza del Congreso y desde el escenario principal se exige la correcta aplicación de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas. Iris, acompañada de sus tres hijas, cuenta: “No se cumple con la ESI en el colegio, estamos luchando por eso, ellas también reclaman que se implemente. Hubo una propuesta que presentaron ellas mismas el año pasado pero fue frenada por la directora”. Iris opina que “todo está muy reducido a lo genital”. “Así –sostiene– se pierde lo integral de la ESI, lo relacionado con la identidad, con lo vincular, con la diversidad no sólo sexual sino también cultural. Es necesario que las escuelas brinden un espacio para canalizar estas problemáticas”.
Vanesa, acompañada de sus hijos Fidel y Victoria, de 2 y 6 años respectivamente, dice que su nena “va al Colegio Mariano Acosta y la ESI es un tema súper presente”. “En la primaria trabajan todo lo relativo a la educación sexual y a la cuestión de género, incluso con los más chiquitos”, subraya.
El cielo está negro y el barro salpica los pies. La periodista Liliana Dawnes lee el documento de cierre junto con la referente trans Paula Arraigada: “En 2015 la fuerza de nuestros pasos y nuestra voz corrió la tierra de su eje. Pusimos en marcha una revolución. En Argentina fuimos un millón de personas las que soltamos un solo grito: ¡basta de matarnos, ni una menos, vivas nos queremos!”.