La segunda audiencia del juicio por el travesticidio de Diana Sacayán tuvo su eco de reclamos por fuera de Tribunales, frente al edificio cuya entrada principal había sido totalmente vallada. Artistas como Susi Shock y Sudor Marika, militantes travestis, la radio del colectivo LGTBI, defensores de derechos humanos y diferentes agrupaciones sociales acompañaron a la familia de Sacayán mientras aguardaban el desarrollo de la audiencia.
Con la voz en alto y aplausos, la furia travesti se pronunció: “¡Señor, señora! / No sea indiferente /se mata a las travestis /en la cara de la gente.”
Dentro, comenzaba el segundo día del juicio oral frente al Tribunal Oral 4, integrado por los jueces Adolfo Calvete, Ivana Bloch y Julio César Báez.
Para esta segunda audiencia fueron citados trece testigos; además de Sasha, el hermano de Diana. Su testimonio fue el más extenso, de alrededor de una hora y media. Sasha dio un perfil de Diana como militante, luchadora y figura del movimiento travesti. A una pregunta del juez Báez, Sasha Sacayán subrayó la ausencia de Diana al sostener que era una figura irreemplazable para el movimiento en Argentina y el mundo. Y argumentó sobre la necesidad de que se calificara el delito como “travesticidio y crimen de odio”.
Luciana Sánchez, abogada de la familia, sostuvo que “el Tribunal tiene la voluntad de entender realmente qué estaba pasando, qué pasaba, cómo estaba Diana en ese momento y qué tipo de vínculo se había generado entre Diana y Marino concretamente”.
También declaró, entre otros, el vigilante del edificio de la víctima, Leonardo Gabriel Vázquez, quien contó que vio a Diana, por última vez, el sábado 11 de octubre, cuando bajó a abrirles la puerta a dos hombres, a las 20.30 y a las 22.30, pero que jamás los vio salir. Vázquez señaló que de esos hombres, el último en llegar, fue “el señor”, dijo, y apuntó al acusado sentado a pocos metros, Gabriel David Marino.
Mariano Gabriel Martínez, vecino, conocía a Diana “de los pasillos del edificio. Vivía en el piso de abajo, justo debajo de su departamento”. En la declaración contó que en la madrugada del sábado al domingo, estaba durmiendo cuando “un golpe fuerte y seco lo despertó. Miré la hora en el conversor de la tele: eran las 3”. A la mañana siguiente “le pregunté a Gabi, el vigilador, si él había oído algo, pero me dijo que no”.
La dueña del departamento que Diana alquilaba sobre la calle Rivadavia, donde la mataron, recibió un llamado del encargado del edificio diciéndole que hacía unos días que no veía a Diana y había notado que la puerta del departamento estaba sin cerrar, con el marco apoyado.
La propietaria empujó la puerta de entrada y encontró “muchas cosas rotas”. La puerta del dormitorio estaba cerrada. “Golpeé, abrí, era un caos. Un colchón ocupaba todo y parecía estar tapando algo abajo. Los muebles estaban corridos de lugar, desquiciados. La parrilla de la cama estaba contra la pared. Había manchas de sangre y vidrios rotos por todos lados. Era como que habían hecho una montaña de cosas”. Decidió salir y llamar al 911.
Martín Ariel Maldonado, en el momento del crimen era jefe de Judiciales de la comisaría 38 de Ciudad de Buenos Aires. “El móvil (policial) tomó intervención ante el conocimiento de un hecho de sangre y los jefes dan una mano en el lugar. Así me acerqué al departamento. Observé la escena para poner en conocimiento al juzgado. La puerta del departamento estaba semiabierta. Era un departamento normal, pero la habitación estaba como toda desarmada. No se podía entrar, pero se alcanzaba a ver un colchón, que ocupaba casi toda la habitación, y debajo de él, un cuerpo, aunque no se lo veía entero. Había manchas de sangre en el piso y las paredes”.
Cerca de las cinco de la tarde cerró la audiencia. La próxima será el lunes 26 de marzo, en el que habrá otra tanda de testimonios.
En la sala, además de los testimoniantes y los jueces, estuvieron presentes el representante del Ministerio Público Fiscal, Ariel Yapur; miembros del Instituto Argentino contra la Discriminación y la Xenofobia (INADI), cuya querella encabeza Juan Kassargian; y Luciana Sánchez, abogada de la familia Sacayán.
El INADI, por primera vez en su historia, se convirtió en querellante de una causa judicial a raíz de que Amancay Diana Sacayán, trabajaba en ese organismo.
David Gabriel Marino es el único acusado por “homicidio triplemente agravado por haber sido ejecutado mediando violencia de género, por odio a la identidad de género y con alevosía y robo”. Vestía la misma ropa que el lunes pasado: jeans azules, zapatillas y un saco de lana con cuello alto color crema. La misma mirada entrecerrada y fija, además de la cabeza baja cuando entro a la sala en custodia de dos policías.