Comicios legislativos, elecciones de medio término, validación ciudadana para la gestión ejecutiva. Los argentinos irán a las urnas el domingo para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, pero, al mismo tiempo, para configurar un mensaje decisivo en la definición del rumbo del gobierno de Cambiemos.
Horas antes del abrupto final de campaña derivado de las novedades en el caso Maldonado, ANCCOM dialogó con dos investigadores que dedicaron sus últimos trabajos y publicaciones a analizar la construcción política del PRO y su clivaje en el sello de Cambiemos. “Para el gobierno, las elecciones del 22 de octubre revalidan los resultados de 2015”, subraya Gabriel Vommaro, autor de “Mundo PRO”, junto con Sergio Morresi y Alejandro Bellotti. “El macrismo marcha a estas elecciones después de haber confirmado que es una versión mucho más cristalina de los sectores dominantes de la Argentina”, advierte Andrés Tzeiman, autor de “Radiografía política del macrismo”.
Politólogo, investigador en el Centro Cultural de la Cooperación, Tzeiman describe dos etapas o momentos para entender la construcción del macrismo: lo que marcó el fin de una y el comienzo de la otra fueron las movilizaciones populares y sociales en términos de conflicto educativo (bloqueo de paritaria nacionales), de conflicto laboral (despidos), la movilización de mujeres del 8 de marzo y la marcha del 24 de Marzo. “Si bien en el 2016 el oficialismo había apostado a ciertas instancias de diálogo con movimientos sociales y con el sindicalismo, las movilizaciones ascendentes del mes de marzo generaron un quiebre en la estrategia del gobierno”, explica. La consecuencia fue la marcha del 1A en “defensa de la democracia” y del gobierno.
Tzeiman advierte que, si bien el macrismo tiene como proyecto realizar un cambio cultural siguiendo los lineamientos de “Bases para una Argentina Moderna” de José Martínez de Hoz, “las movilizaciones de marzo generaron un cambio en las formas de relacionarse con los sectores populares”.
“El nivel de resistencia social que se produzca de acá en adelante marcará una elevada conflictividad”, subraya. A toda costa, define, el objetivo del oficialismo es “no retornar al pasado”.
Con otro foco de análisis, Vommaro, sociólogo e investigador del Conicet, plantea que el macrismo en el gobierno, también tiene dos momentos: el primero es la salida del modelo anterior; el segundo es la implementación de las bases para un modelo pro-mercado y de desregulación económica. “Lo más probable es que en la segunda fase se intente avanzar en algunas áreas que tienen que ver con la desregulación de protecciones sociales y en el ordenamiento de algunas cuestiones institucionales”, agrega. Sin embargo, el autor no cree que el gobierno abandone el juego de ´tire y afloje´ entre ser muy duro en términos simbólicos y muy dúctil en términos de materia de acuerdo de sectores sociales. “Me parece que ese uso del shock político, cultural y simbólico, disponiendo de todos los resortes del Poder Judicial y los medios masivos de comunicación, se opone al uso más gradualista de su política en términos económicos”, subraya.
Oposición y medios
El diagnóstico sobre la posición de las fuerzas opositoras también resulta complejo de abordar. “La oposición está fragmentada y parece muy complicado, al menos en el corto plazo, unirla”, advierte Vommaro. Y agrega: “Es una primavera macrista en donde todos los sectores parecen creerle que las cosas son como el gobierno dice. Hay una suerte de euforia y optimismo en los actores de las élites económicas”.
Para Tzeiman, hay sectores de la oposición que tienen matices y son camaleónicos. Se muestran de una manera, pero su modus operandi es otro. “La única fuerza de oposición que establece diferencias claras y contundentes, y las hace públicas es el espacio que lidera Cristina Fernández de Kirchner”, razona.
Ambos especialistas sostienen que el gobierno y ciertos medios masivos de comunicación mantienen relaciones cercanas, casi carnales. Tzeiman incluye a los multimedios comunicacionales dentro de un tridente junto al ´partido judicial´ y el establishment político o el consenso conservador en el sistema político. Esas tres bases configuran el “partido del orden”.
Por su parte, Vommaro advierte que “hay un periodismo fuertemente oficialista en este último tiempo, con una enorme debilidad a las voces críticas”. Y concluye: “Vivimos una época de tono monocorde en cuanto al discurso mediático”.
Actualizado 18/10/2017