Lucas ‘Fauno’ Gutiérrez es un periodista y escritor porteño, fanático de Sailor Moon, capricorniano y VIH positivo. Aunque dice no ser periodista, sino “haber devenido uno”, Lucas cofundó la Revista Waska, su primer proyecto autogestivo, trabajó en AM Splendid y colaboró en el suplemento Soy de Página/12. Actualmente es colaborador en BuzFeed Latinoamérica y columnista especializado en sexualidades en #TuMuch (Much Music Latinoamérica). En 2008, Lucas se enteró de que era portador de VIH y desde entonces sintió la necesidad de hacer y de trabajar por la visibilización y en contra la estigmatización de las personas en su condición. Fue productor del Ciclo Positivx! en Casa Brandon y gran parte de su activismo se desarrolló a través de la acción poética. Dos veces Campeón del Slam de Poesía Oral en Capital, sus escritos recorren las temáticas de la diversidad sexual desde una perspectiva que ataca la teoría de los géneros binarios y, aunque no esperaba que fuera así, hoy se convirtió en un referente del VIH en Argentina.
¿Cuándo decidiste hacer público tu caso de VIH?
Asumirlo es un proceso de todos los días. Primero salí a hacerlo público en las redes porque yo sentía que si lo exponía en todos lados iba a evitar el momento de mierda de tener que contárselo a alguien. Si alguien venía a coger conmigo, ya lo sabía. Después entendí que nada que ver. Fue todo un recorrido. Durante mucho tiempo prevalecía el virus antes que yo. En algún momento el virus llegó a ser más importante que toda mi personalidad. Yo te encaraba diciéndote ‘soy VIH positivo’. Tardé un montón en entender que soy Lucas, soy de Capricornio, soy fan de Sailor Moon, y además soy VIH positivo.
¿Sentís que esa primera reacción tuvo que ver con la presión de la mirada social?
La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos. Para que no salgas de ahí. A veces te vende el VIH, que tiene carga y estigma negativo, tiene culpas, y otras veces te vende lugares cool, como el under. ‘Sé under, no pactes con el sistema’, te dicen, te venden. ¿Por estar en un espacio de difusión masiva dejo de ser under? El under solo existe para que el mainstream tenga un punto de comparación.
¿Tu activismo empezó cuando te enteraste de que eras VIH positivo?
Nunca me planteé un activismo. Yo hice. Tengo pulsión de hacer. La gente me dice ‘vos sos activista’ y yo me pregunto ‘¿ah, sí?’ Yo hago porque necesito hacer. Jamás quise ser un referente de VIH. Lo que yo necesitaba era no vivirlo en secreto. Siempre me escriben por Facebook para preguntarme o contarme situaciones. El otro día una piba me escribió ‘no sé cómo voy a vivir con este secreto’ y tuve la necesidad de decirle ‘no lo vivas como un secreto, contáselo a quienes valgan la pena, compartíselo como un regalo a alguien, como una ofrenda, que se sientan privilegiados porque estás contando algo tuyo’. Eso no quita que, si vamos a garchar, yo tenga mis cuidados, conmigo, y con vos. Porque pareciera que los que tienen VIH tienen que andar protegiendo al otro. ¿Y yo? ¿Y mi cuerpo? ¿Y mi autoestima? ¿Y mi vida?
Muchas de las temáticas de tus artículos periodísticos tienen que ver con el tema. ¿Sentís que es un modo de generar nuevos canales de información?
En BuzFeed Latinoamérica, mis editoras son muy abiertas. De repente me encontré en un medio latinoamericano hablando de lo que quiero y como quiero, y por eso creo que ellas plantean un nuevo periodismo. Lo divertido no quita lo importante. Cuando llegué a BuzFeed y Conz Preti me preguntó si escribiría una nota sobre VIH, yo lo acepté de inmediato. Temas de los que no se podía hablar, ahora aparecían con lenguaje de amor. Mi activismo ataca no tanto los problemas, sino las pseudosoluciones.
¿Ese devenir periodista está relacionado con el “no quiero vivir en secreto” del que venías hablando?
Tengo un gran problema con las estructuras impuestas. Yo no podría haber estudiado periodismo jamás. No por la carrera, sino por mí. No puedo seguir los pasos de algo impuesto. En ningún aspecto. Creo que la homosexualidad, basada en la heteronormatividad, creó la homonorma. Pareja obligatoriamente binómica, porque también podés elegirlo, todo lo normado es malo, y hay que recordar que lo puto no quita lo facho.
¿Sentís que las cosas cambiaron desde que hiciste público tu caso de VIH?
Lo primero que cambió fui yo. Tardé mucho en aceptar que yo podía elegir a mi pareja. Yo cogía por default, con quien quisiera coger conmigo. Yo había perdido toda autoestima. Estaba a la espera de que alguien me amara. Nunca tuve una gran autoestima, pero potenciada por el VIH, era peor, porque ahora era feo, y además, era sidoso. ¿Quién me iba a amar? Venía cualquier persona y me aferraba, no a la persona, sino al hecho amatorio. Tardé un montón en llegar a establecer un vínculo real con alguien. Con el último pibe del que estuve enamorado, con quien tuve un gran vínculo, me dijo una gran frase. Me dijo: ‘Esperá que me pongo un forro así vos te quedás tranquilo’. No era ‘así yo me cuido de vos’, sino ‘así vos también te relajás y la pasás bien’. Eso me ayudó a crecer un montón como persona. Yo no soy el puto de catálogo, chongo, groso, hermoso, con todos los dientes. Y cuando empecé a salir con pibes y los observaba, sus panzas, sus culos chatos, su torpeza, yo los amé más. Me parecen hermosos. Y ellos me eligen a mí. Es muy loco cómo aprendés a quererte desde la mirada ajena. Que primero a tu belleza la tenga que valorar la otredad me parece un síndrome total de la época. ¿Cuántos likes tiene mi foto de perfil?
¿Cuál sentís que es, de parte de la sociedad, la primera reacción frente a la deconstrucción de la teoría del género binario?
La deconstrucción de todo binarismo se basa primero en la conciencia binaria. Yo no puedo deconstruir si no tengo una conciencia del binarismo. Cuando hablo de ‘nosotres’, lo hago y me copa, pero no quiero que se me confunda con mucho idiota que habla del ‘nosotres’ porque está de moda. Repito, lo puto no quita lo facho. Que compartas una foto de Milagro Sala no te hace activista. Hay un voyeurismo del activismo que no tiene nada que ver con el hacer. Y la gente es una mierda. Empezando por mí. La gente es el gran cáncer de este planeta. Nos creemos indispensables, tenemos religiones e hijos para nunca morir. Perpetuamos nuestra locura y nuestras enfermedades en hijos de nuestra propia sangre. Todos tenemos miedo a morir, y la única muerte es el olvido, entonces creamos obras todo el tiempo, trastornamos hijos para que nuestro legado de locura se mantenga en el tiempo. El amor es efímero, la maldad familiar y la ignorancia de nuestros padres nos expulsa del paraíso.
Tu activismo, o este ‘hacer’ tuyo, tiene mucho que ver con la poesía. ¿Crees que es posible separar el arte de la política?
El gran error del arte es pensar que tiene un espacio propio. Esa libertad encorsetada es funcional al sistema macabro. Yo digo que dejemos de hacer poesía. Somos todos dioses, hermoses, con las luces que nos iluminan en los escenarios de los Slam, siendo los más aplaudidos. ¿Y en casa? ¿Y en la calle? ¿Sos un slam en la calle? No hablo en contra de la poesía ni del circuito poético. Es mi base, es mi raíz. Ese under es como mi casa. Pero después, ¿qué hacemos en la vereda? ¿Qué hacemos en la calle? Si en mi muro pongo que no hay que decir piropos a la gente, ¿eso queda en mi muro o en mi cotidiano? La conquista del capitalismo es volver el arte un producto de manufactura.
¿En qué sentido entendés al arte como un producto de manufactura?
Si querés arte, andá al MALBA. El arte es decirle a tu papá que el piropo está mal, es decirle que no le compre azul al nene y rosa a la nena. El capitalismo, lo que no puede destrozar, lo incorpora. Ahora los homosexuales tenemos matrimonio igualitario. Estoy a favor del matrimonio igualitario urgente, pero estoy en contra del matrimonio, punto. Apoyo muchísimo el matrimonio igualitario, pero también sé que me adormece. Debería haber sido un pie de inicio para una lucha más fuerte, pero fortaleció el flagelo del matrimonio hétero. Hay que desarmar ambos caminos. El amor es una de las mayores víctimas de la modernidad y del capitalismo. El amor está arrasado por los conceptos retrógrados de los cobardes. Lo mismo con la Ley de Identidad de Género. No niego su importancia, ¿pero a cuántas travas ves laburando?
¿Qué puntos cruciales pensás que faltan en la información que recorre sobre el VIH?
No hay trabajo de prevención, hay trabajo de decirle a las personas blancas, heterosexuales, hombres, negativos, cómo no agarrarse el virus de los pobres, presos, travas y sidosos. Hay muy poco de hablarle al cuerpo positivo, de decirle que vale la pena. Denigrar a la otredad requiere dos o tres frases prefabricadas, ‘algo habrán hecho’, ‘por qué no denunciaste’, ‘andá a saber en qué andaba’, ‘mirá cómo está vestida’, ‘para qué fue a la casa’.
¿Cómo pensás que se podría revertir eso?
Lo primero es ser consciente. Soy hijo de un nefasto y paternalista Estado. No hay una visión mundial de las personas con VIH, porque si es por el capitalismo, ojalá nos muramos todos. Porque somos drogones, putos sidosos, presos, somos escoria de la sociedad. No somos eso, pero me refiero a que la gente gusta de pensar eso, porque mi ser escoria los vuelve a ellos buena gente. Mi miseria contra sus acciones. Me encantaría sentir algún tipo de amparo por parte del Estado, pero nunca lo sentí, y pienso que con el presidente que tenemos hoy y con el gabinete nefasto que lo asesora, sería demasiado.
Actualización 15/06/2016