Huesos que fueron cuerpos. Cuerpos que fueron padres, hermanos, hijos. “El Estado los hizo desaparecer y encima no te deja el cuerpo. Atrás de eso hay familiares que llevan muchos años buscando la verdad. Buscan saber dónde cojones los enterraron, dónde están y qué les pasó. Es tan sencillo y tan bestial como eso”. Con esas palabras, tan directas y concisas como las imágenes de su ópera prima, Facundo Beraudi refiere a La memoria de los huesos, un documental que sigue el trabajo de los científicos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) quienes, como cazadores del horror, buscan huellas de aquellas historias para que las familias puedan, finalmente, hacer su duelo. El trabajo fue seleccionado para participar en la Competencia Oficial de Derechos Humanos del 18° Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI) y la premiere mundial será el próximo domingo 17 de abril.
“El día que nos dieron los restos hicimos como una ceremonia, un entierro en Tandil: ése día fue como que murió para mí, el duelo fue ahí”, se emociona un hijo mientras pinta un mural colaborativo junto a otros familiares en la ex Esma. La memoria de los huesos indaga en la necesidad de encontrar e identificar el cuerpo de un desaparecido y, de esa manera, intenta hacer un aporte diferencial en el amplio mapa de películas sobre la temática. “Quería contar historias desde el estómago, no desde la cabeza. Es una película que habla de sensaciones”, comentó el director y destacó su intención de “escapar” de un enfoque que considera repetido. Para eso, Beraudi pensó que era importante evitar las voces más conocidas y buscar otros testimonios: “Nos llevó más tiempo porque no hicimos el camino que se suele hacer, no fuimos a asociaciones que nuclean familiares de desaparecidos –explicó-. Por ejemplo, a David lo conocimos en un acto que fuimos a filmar y nos dijo que esa misma semana lo habían llamado para identificar al padre”.
Beraudi se define como “un hijo del exilio”: nació en Argentina pero creció en España porque sus padres emigraron en 1974 de manera forzosa. “Voy y vengo”, explicó. Mientras investigaba a pedido de una productora conoció el trabajo del EAAF, a partir del caso del primer español identificado: Manuel Coley Robles, obrero de la fábrica de vidrios Rigolleau. El EAAF se formó en 1984 -bajo la supervisión y entrenamiento del norteamericano Clyde Snow, quien supo ser uno de los mayores expertos en antropología forense para investigar los casos de personas desaparecidas por el terrorismo de Estado durante la última dictadura argentina (1976-1983). Hoy el Equipo lleva más de 30 años de un trabajo paciente y esperanzador, que recupera e identifica los restos de víctimas de violaciones a los derechos humanos en todo el mundo. Aunque el proyecto para la televisión catalana no prosperó, Beraudi se quedó “con la sensación de que ahí había algo muy interesante” para contar.
“Para un familiar de desaparecidos, la problemática es la misma en el Congo, en El Salvador o en Argentina”, señaló Beraudi. Por ese motivo, la película no se centra únicamente en el genocidio argentino sino que incluye, también, el caso de Rosa, cuya madre murió en un bombardeo del ejército durante la Guerra Civil salvadaoreña (1980-1992). «Ya no la recuerdo como ella era –dice Rosa en el filme-. Soñé que estaba muerta en una cama y quería que la fuéramos a enterrar. A veces los sueños son avisos». En La memoria de los huesos las historias y las búsquedas se reconstruyen a partir de los testimonios directos de familiares de desaparecidos. Los procedimientos del EAAF, por su parte, están a la vista. El proceso de trabajo se desprende de situaciones reales documentadas por Beraudi; no hay entrevistas explicativas, en sintonía con el bajo perfil que han conservado los especialistas del EAAF a pesar del renombre internacional de su labor científica.
El proceso total de realización del film tomó dos años; durante ese período, el proyecto fue cambiando. “Se fue despojando de contenido gratuito de información pero se fue cargando de contenido visual y de contenido emotivo –explicó Beraudi-. La película se fue haciendo más sencilla pero más fuerte por otro lado”. Además, al llevar adelante el proyecto durante tantos meses, el equipo de producción pudo establecer una relación de confianza con los familiares. “Es un trabajo muy de hormiga, y eso era algo que requería la película, no se podía hacer de otra manera”, reflexionó el director y confesó que, de otro modo, no se hubiera atrevido a registrar la secuencia donde David se reencuentra con los restos de su padre desaparecido por la última dictadura argentina: “Si yo no hubiera tenido todo ese bagaje, no hubiera sabido cómo hacerlo ni cómo enfrentarme a eso. Porque cuando fui a ver esa escena, yo ya había visto esqueletos, ya había visto cómo el Equipo los ponía, ya conocía ese ámbito”. Es un momento íntimo que Beraudi “espió” con su cámara procurando intervenir lo menos posible: “Ese día fui yo solo con una cámara pequeña y casi no hablé con David. No hubo sonidistas, no hubo plaqueta ni nada que distrajera. Le puse el micrófono a él y a Pato (Patricia Bernardi, de EAAF) que lo recibió de parte del Equipo y la cosa sucedió”.
A lo largo de la entrevista con ANCCOM, Beraudi valoró el hecho de no perder de vista la delicadeza del tema y la honestidad con que fue realizada La memoria de los huesos. Y, aunque aclaró que la política él la hace desde otro lado, fue tajante respecto de las polémicas declaraciones del ministro de cultura porteño Darío Lopérfido acerca del número de desaparecidos: “¿Qué cambia si son treinta, si son veinte o si son diez? ¿Qué es lo que cambia? He visto a tipos excavando, he visto la forma de una rueda de neumático calcinada a un metro bajo tierra con huesos alrededor, calcinados, ni huesos, eran fragmentos, ¿qué importa si fueron 30 mil o 20 mil? Si hicieron eso con 15 mil, con 10 mil, con 5 mil ya es una salvajada. No entiendo eso de la cifra. Pero me da igual Lopérfido, que se vaya él a dormir con esas frases”.
Los huesos son el último bastión de la memoria. Sucede que, como decía el prestigioso antropólogo forense Clyde Snow, “los huesos no olvidan”. Y no desaparecen. Los huesos están. Y están esperando ser encontrados para contar su historia y descansar identificados. La ópera prima de Facundo Beraudi permite entender la necesidad de esos reencuentros, que son posibles gracias a la incansable labor de los científicos del Equipo Argentino de Antropología Forense. Sin embargo, tal como se escucha en el acto por el 30° aniversario del EAAF, recuperar los restos parece ser “un privilegio” para los familiares de desaparecidos. Pero el horror dejó sus huellas y el amor, tarde o temprano, las encuentra.
Actualización 14/04/2016