Cruces, cortadas, voleas y ni una reja

Cruces, cortadas, voleas y ni una reja

En el centro del anfiteatro del Parque Lezama, bajo el resplandor opaco de los faroles, el cielo cada vez más negro y la mirada relajada de varios grupos de vecinos que cada tanto sueltan el mate y aplauden, cinco parejas bailan alegremente un tango. Cinco parejas que por momentos se convierten en seis, en siete, dan vueltas en la pista improvisada, ríen ante un paso mal dado, detienen el baile, conversan, se abrazan, retoman los pasos. La música acompaña; es evidente que no importan los tropiezos, las descoordinaciones coreográficas. Hay un clima de fiesta que lo justifica todo. Una voluntad celebratoria que sólo las nubes parecen dispuestas a empañar.

Tras once meses de obras, unos 28 millones de pesos invertidos, y una larga lucha de los vecinos de San Telmo para que sus demandas fueran escuchadas, el Parque Lezama, emblema y monumento histórico del barrio, reabrió al público, y lo hizo sin rejas, un logro que hoy, sábado 13 de junio, se festeja a todo trapo.

La jornada comenzó a las tres de la tarde, con una radio abierta, en donde los integrantes de la Asamblea del Parque Lezama recordaron las actividades que llevaron a cabo para manifestar su oposición al enrejado. Desde el 2013, año de formación de la Asamblea, los vecinos juntaron firmas, realizaron distintos cortes de calles y un abrazo al parque que reunió a más de mil cuatrocientas personas. El gobierno de la Ciudad, mientras tanto, avanzaba con su proyecto de restauración del parque, que incluía obras de iluminación nueva, senderos renovados, bebederos, el enrejado de todo el perímetro y el reemplazo del anfiteatro por un espejo de agua.

Vamos que esto es tango bajo la lluvia!, alienta un hombre ante la caída de las primeras gotas, que no logran espantar a nadie. Algunos se refugian bajo las copas de las tipas. Los equipos de sonido son cubiertos con un nailon. Una chica seca la pista con un trapo cuya consigna hoy no podrá leerse. De a poco, las parejas vuelven al baile y la milonga enciende nuevamente los motores. Suena el bandoneón. Más tarde será el momento de los profesionales. Una pareja de bailarines –él correctamente trajeado, ella con un tajo provocativo en su pollera larga- lucirán una ejecución soberbia frente al público.

“Creemos que este espacio lo ganamos con el compromiso y la lucha de los vecinos. Acá, el gobierno de la Ciudad quería hacer un espejo de agua y hoy están bailando. Se trata de defender este lugar como un espacio de encuentro, en donde se organizan actividades, presentaciones, asambleas. Es fundamental ocupar el espacio público para que la gente se lo apropie, para que el barrio lo hago suyo”, dice Mauricio García, referente de la Asamblea.

Las rejas suponían un elemento de control social, dice García, mediante el cual se limitaba el uso público de un lugar de esparcimiento y de reunión entre los vecinos. Eran además un ejemplo del tipo de política de espacio público que promueve el PRO, sostiene el referente. “Con las rejas querían controlar la utilización del parque y solucionar el problema del vandalismo. Nosotros creemos que esa no es la manera de resolverlo, y propusimos a los guardianes de parque, para que haya alguien permanentemente recorriendo el lugar”.

Además García recuerda el estado de abandono en el que se encontraba el parque hace unos años. “Había falta de mantenimiento en todos lados, no se regaba el pasto, estaba todo muy descuidado. A la noche el parque quedaba a oscuras, los juegos estaban destruidos, los monumentos venidos abajo”. Hoy el parque luce sin rejas, con senderos nuevos, bancos pintados, monumentos iluminados. Y un anfiteatro en donde el baile sigue, y una chica, micrófono en mano, lee la lista interminable de adhesiones, que van desde la FM Riachuelo y la asamblea permanente de afro descendientes hasta los legisladores Pablo Ferreyra y Aníbal Ibarra, entre otros.

El Parque Lezama fue diseñado a fines de 1900, por el urbanista francés Charles Thays, cuya mayor obra fue realizada en Argentina. Además del anfiteatro y las arboledas de tipas, olmos y palmeras, en las casi ocho hectáreas del parque se encuentra el Museo Histórico Nacional. En junio de 2013, un proyecto de ley declaró al Parque Lezama como Monumento Histórico Nacional, poniéndolo bajo la custodia de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.

“Es necesario que los vecinos participen de las decisiones que se toman sobre su barrio. Reclamamos que se escuchen las voces de los vecinos, que son los que usan el parque. Estamos comprometidos hace 2 años defendiéndolo y lo vamos a seguir haciendo”, anticipa García. 

Alimentos orgánicos para pocos

Alimentos orgánicos para pocos

Los dueños de la verdulería ubicada en Ramón Falcón y Culpina, barrio de Flores, miran atónitos cómo un joven descarga cajones con verduras y frutas a unos metros del local. Y Pablo Bobadilla interrumpe su labor para aclarar la situación: “No vengo a competir. Vendo orgánico con precios más altos”. “Eso ya lo veremos”, le lanza desafiante uno de sus interlocutores.

Desde ese día todos los viernes, sábados y domingos Bobadilla se instala en la entrada del Mercado Recuperado de Flores, donde vende en promedio 200 kilos de mercadería cultivada sin agrotóxicos. Su pequeño puesto forma parte de Ital Orgánico, una cooperativa de diez personas que llega a 200 familias mensualmente. Los lunes y martes Bobadilla reparte en bicicleta 50 de los 600 kilos que la red distribuye por semana.

Taller de huerta orgánica para chicos

Taller de huerta orgánica para chicos.

Sus precios superan los de los alimentos transgénicos pero son menores a los de otros deliverys o puntos de venta de comida orgánica. Para dar un ejemplo, 1 kilo de cebolla cuesta 27 pesos en el Rincón Orgánico (una de las mayores distribuidoras), 15 en Ital y 8 en una verdulería del barrio de La Paternal. Un kilo de papa se consigue por 37, 22 y 10 en los tres lugares mencionados, respectivamente. “En Ital remarcamos apenas un diez por ciento el valor al que le compramos a los pequeños productores. Hoy este tipo de comida en Argentina es un consumo de lujo y nuestro objetivo es romper esa barrera para lograr que más gente cambie su dieta diaria”, indica Bobadilla.

A pesar del brote de deliverys y restoranes orgánicos, las estadísticas corroboran el diagnóstico. De acuerdo al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), en 2014 Argentina produjo 170 mil toneladas de alimentos sin agrotóxicos, de los cuales menos del 1 por ciento se destinó al mercado interno: 865 toneladas. De hecho, el número es menor respecto 1.200 toneladas que se verificaron en 2012. Todo el resto se exporta, principalmente a Estados Unidos y Europa.

Mercado Recuperado de Flores

Mercado Recuperado de Flores.

Para colmo, la cantidad de tierras dedicadas a este tipo de producción viene en caída en el último lustro. En 2014 fueron 3,1 millones de hectáreas: un 28 por ciento menos en relación a las 4,3 millones de 2008. A pesar de ello, el país continúa siendo el segundo a nivel mundial en ese indicador según el informe The world of organic agriculture. Sólo lo supera Australia con 17,1 millones.

A pesar de su posición de privilegio, Argentina parece ir en contra de la tendencia mundial. El mercado global de comida orgánica se quintuplicó en los últimos catorce años. Las ventas en 2013 alcanzaron los 72 mil millones de dólares contra los 15,2 mil millones de 1999, según la consultora Organic Monitor. Esto representa el 1 por ciento de la torta alimenticia total, por lo que el margen de crecimiento es inmenso.

Taller a cargo de Pablo Bobadilla del puesto "Buen Corazón"

Taller a cargo de Pablo Bobadilla del puesto «Buen Corazón».

Bajo este cuadro, Bobadilla concibe su labor como una forma de activismo popular. El sábado 23 de mayo inauguró una huerta comunitaria para que los vecinos aprendan a cultivar verduras orgánicas. Para eso utilizó los bebederos y canteros de la calle empedrada que rodea lo que alguna vez fue el Mercado de Flores, que cerrado tras las crisis de 2001, fue ocupado por algunos de sus puesteros que conformaron la Cooperativa Libertadores de América. En la entrada abrieron una parrilla, luego un paseo de comidas y en el interior del predio de 1800 metros cuadrados realizan actividades educativas y de recreación: desde un taller de carpintería hasta clases de acrobacia en tela. Actualmente están refaccionando el edificio para reestrenarlo como el mercado que supo ser. En ese marco, allí el 28 de junio Ital organizará la primera feria mensual de comida orgánica.

Un repaso por los datos mundiales evidencia que el consumo orgánico está estrechamente ligado al poder adquisitivo de la población. Los diez países líderes son Suiza, Dinamarca, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Noruega, Luxemburgo, Liechtenstein, Austria, Suecia. Los seis primeros están, a su vez, entre los diez países con mayor Índice de Desarrollo Humano, mientras que los otros no bajan de la posición 21. Las estadísticas parecen augurar que la difusión de la comida orgánica en la Argentina dependerá de otros factores además de la suma de pequeñas voluntades. Mientras tanto, el viernes 29 de mayo Bobadilla cierra su puesto al anochecer sin haber podido vender ningún producto por la tarde.

Alpargatas sí, libros también

Alpargatas sí, libros también

No solo que los trabajadores del restaurante autogestionado Los Chanchitos lograron adquirir en forma definitiva los muebles de su local –que estaban amenazados por la Liga de Rematadores- sino que incorporaron una nueva página a su menú. No corresponde ni a las entradas, ni a las minuta, ni a las bebidas. Se trata de una “biblioteca a la carta”: un catálogo de los libros de la Biblioteca de Economía de los Trabajadores que los clientes del restaurante pueden comprar como nutritivo postre. Entre otros títulos, aparecen ¿Qué son las empresas recuperadas?, de Andrés Ruggieri, y Nuevas empresas recuperadas (2010-2013), del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas.

Los libros aparecen exhibidos entre los vinos, en la barra y sorprenden a los comensales en cualquier rincón del local. El impulsor de esta iniciativa es Jorge Gurbanov, editor de Ediciones Continente y Peña Lillo: “La característica de nuestra editorial y el vínculo con las empresas recuperadas nace en el 2002, cuando comenzamos a trabajar y a producir gráficamente con cooperativas autogestionadas. Toda nuestra producción gráfica se hace con este tipo de empresas. Tratamos de colaborar preguntándoles qué necesitan, además de darles trabajo para que ellos puedan poner en producción toda la maquinaria”.

Según Jorge, el objetivo de la Biblioteca consiste en recuperar la producción intelectual y experiencias de empresas recuperadas, tanto en Argentina como en el resto del mundo. Ya cuentan con seis libros publicados y otros tres por editarse: “Es una experiencia única en el mundo, no conocemos otra, donde desde la economía de los trabajadores se produzca editorial y gráficamente una colección genuina generada al calor del trabajo, de la lucha, de la creación de esta nueva alternativa a la economía”.

Restaurante Cooperativa Los Chanchitos, Biblioteca Popular de los Trabajadores

Restaurante Cooperativa Los Chanchitos, Biblioteca Popular de los Trabajadores.

Los Chanchitos es la primera cooperativa en la que se pone a disposición la producción de la Biblioteca Economía de los Trabajadores. De a poco se irán incorporando otras empresas recuperadas. De este modo, se generan nuevos puntos de venta para este tipo de literatura, que hoy no tiene suficiente espacio en las librerías comerciales. “En las librerías tradicionales esto libro son un título más, y como no se venden masivamente, no les interesa tenerlos porque les ocupan espacio. Nos dimos cuenta de que había que tener lugares de venta complementarios. El concepto del mercado es que el pueblo tiene que ir a donde está el libro, y nosotros pensamos que el libro tiene que ir donde está el pueblo. Los Chanchitos es un lugar adonde vienen los sectores populares. Creo que es muy apropiado tenerlo acá. Recién empieza la experiencia y los compañeros están muy entusiasmados, muy contentos, son grandes promotores: dentro de poco van a ser ‘libreros gastronómicos’”, explica Gurbanov.

Uno de los libros de la Biblioteca, ¿Qué son las empresas recuperadas?, fue escrito  por Andrés Ruggieri, el director del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas de Facultad Abierta, que funciona en la imprenta recuperada Chilavert. La obra ya ha sido traducido a tres idiomas: francés, italiano y griego. “En Atenas, para la campaña de Syriza, decidieron traducir ese texto para mostrar que otra economía es posible”, cuenta el editor, haciendo hincapié en que el fenómeno de las cooperativas y empresas recuperadas se está propagando lentamente en el mundo. El año pasado, en Marsella se organizó el Primer Encuentro Europeo de Empresas Recuperadas y Economía de los Trabajadores, al que fue invitado Ruggeri en calidad de referente a nivel internacional: “Así como Argentina es un referente a nivel mundial con el tema de derechos humanos y en la cuestión de la economía de los trabajadores, es también el movimiento de autogestión más grande a nivel global, con 350 empresas recuperadas. Esto está invisibilizado, lamentablemente.”

Jorge Gurbanov

Jorge Gurbanov

En el marco de esta internacionalización del fenómeno de empresas gestionadas por sus propios trabajadores, en julio se realizará el 5to Encuentro Internacional de Economía de los Trabajadores en Venezuela. Anteriormente se realizó en Brasil, México y Argentina. Tanto Gurbanov como los miembros de Los Chanchitos estarán presentes, entre una nutrida delegación argentina.

“Se considera que la economía debe estar en manos del capital o en manos del Estado, lo que no deja de ser un capitalismo de estado. Nosotros estamos tratando de demostrar que la economía también puede estar en manos de los trabajadores”, afirma Gurbanov.

La cocina del Restaurante Cooperativa "Los Chanchitos"

La cocina del Restaurante Cooperativa «Los Chanchitos»

Los mozos y cocineros de Los Chanchitos vienen demostrando que esta economía es posible desde hace dos años, cuando los dueños de la cadena de restaurantes que también integraban Battaglia y Alé Ale se hicieron humo y llevaron a la empresa a la quiebra. A partir de entonces, lo trabajadores la autogestionan exitosamente. El camino, de todas formas no resultó sencillo. Uno de los momentos más críticos resultó el pasado 5 de junio, cuando por disposición judicial se llevó a cabo el remate de los bienes muebles del restaurante. Esa tarde, se presentaron seis representantes de la Liga de Rematadores con la intención de llevarse todo lo que saliera a remate. Pero por el otro lado acudieron los 35 trabajadores que conforman la cooperativa, acompañados de sus familias y de representantes de otras empresas autogestionadas como el Hotel Bauen y la cooperativa de trabajo 19 de Diciembre. También concurrió a apoyar a los trabajadores Alberto Gandulfo, subsecretario del Ministerio de Desarrollo Social. Finalmente, todos los bienes quedaron en manos de los cooperativistas, quienes los compraron a cambio de sus créditos laborales. Unas horas después, los comensales ya podían pedir chorizos y … libros.

“La historia del sable es una excusa para hablar de los otros sesenta”

“La historia del sable es una excusa para hablar de los otros sesenta”

– ¿Cómo surgió la idea del documental sobre el secuestro del sable corvo?

Surgió mientras terminábamos de hacer Rawson, mi anterior documental. Hubo un momento en el que pensé “¿y ahora, qué?”, y entonces recordé esta historia, que yo no conocía y me la contó un amigo. En su momento no le presté atención pero después, cuando tenía la cabeza más liberada, me pareció fascinante. La gente generalmente no tiene ni idea de que el sable está ni de la historia que tiene, cobró un poco de relevancia ahora esta vez que se lo trasladó pero no era un tema muy instalado y tiene una gran historia.

– ¿Qué pasó desde el traslado del sable?

El proyecto del documental data de febrero de 2014, cambió un poco las cosas porque el lugar donde habíamos filmado, el regimiento, no es más la casa del sable. De todas formas gran parte del filme lo hicimos en el museo. Sin embargo el tema apareció en la escena pública, eso es algo positivo, ahora se sabe que el sable está por lo menos.

– ¿Y qué lo hace una gran historia?

Es un tema que tiene todos los condimentos, política, Peronismo, los años sesenta, San Martín, historia… todo indicaba que podía hacerse un buen trabajo. Entonces me puse a buscar a los protagonistas y encontré a dos. El ideólogo de todo, Osvaldo Agosto, y Manuel Gallardo que participó del robo con él. A mí me pareció interesante no quedarme solo con el episodio del robo en sí, sino pensar que fue de estos protagonistas que compartieron esa histórica experiencia y después terminaron en caminos tan distantes. En las antípodas el uno del otro.

– ¿Cómo pasó eso? ¿Se pelearon durante el robo?

Poco después. El Sable fue robado en el 63 y el 65. El del `63 duró entre el 12 de agosto y el 29, que se entregó. Fue un robo planificado y buscaba enviar el mensaje de que el peronismo seguía vivo. El segundo fue un episodio más bardo, duró 9 meses y fue muy desprolijo. La película es eso, mucho de qué les pasa a ellos ahora. Qué piensan de los tiempos que corren, qué perro, qué auto, qué barrio o qué adornos tienen. Entre ellos no se quieren, no se hablan y vivieron juntos un episodio increíble.

Nahuel Machesich

Nahuel Machesich

– ¿Cómo fue el robo?

Año ’63, el Peronismo está proscripto. Un equipo de la Juventud Peronista compuesto entre muchos otros por Osvaldo y Manuel propone varias acciones para reavivar el movimiento. Entre las propuestas surgen tres ideas centrales: ir a las Malvinas, robar las banderas de la vuelta de obligado en París o robar el sable del General don José de San Martín. La más realizable parece ser esta última. La idea era encontrar un objeto que uniera a San Martín, Rosas y Perón. El sable debía entonces, con toda su carga simbólica, salir del museo y llegar a manos de Aníbal Demarco (otro integrante de la Juventud Peronista) para que lo trasladara a una estancia en Maipú y luego llevárselo a Perón. Luego de varias reuniones para planificarlo, se elige el 12 de agosto por el día de la recuperación de Buenos Aires de manos de los ingleses. Ese día, cinco personas (que no se conocían entre sí porque venían de unidades básicas diferentes) fueron en un auto hasta el museo en el Parque Lezama y alegando ser estudiantes tucumanos pudieron conseguir que el guardia abriera la puerta.

– ¿Y lo robaron, así nomás?

No fue difícil robar el sable porque el hombre estaba solo y desprevenido. Se dejaron dos comunicados. Uno el día del robo explicando que el movimiento seguía vivo y pidiendo el regreso del peronismo. El otro se dejó el 17 de agosto. El plan era tomar la Radio El Mundo para leerlo,  pero es allí donde los agarran y sufren torturas.

– ¿Qué les pasó después?

A partir de este momento, con todo lo que implica la tortura, el relato difiere. Osvaldo sostendrá que fue delatado por Gallardo, mientras que este dice que nunca habló. En la película se siente que el ambiente se complejiza. Por eso tomé la decisión de no ir por ver quién tiene la razón o que pasó de verdad porque la tortura es un tema muy complejo. Osvaldo es publicista, tiene 76 años, fue jefe de prensa de Rucci, segundo de la SIDE en tiempos de Menem, diseñó por ejemplo los carteles del Papa “argentino y peronista”. Manuel por otro lado es un militante de 80 años, de barrio, en Quilmes Oeste, muy cercano al FPV. De hecho hay un local que lleva su nombre. Pero la idea no es quedarse con el robo ni tomar un bando.

– ¿Entonces cuál es el eje del documental?

La historia del sable es una excusa para hablar de los otros sesenta. Lo histórico, lo político y lo policial se combinan y hablar de otra cara de los sesenta. De hecho el robo en sí es  un episodio breve, relatado en una animación. La película habla de los 60 pero también sobre estos años sin ser panfletaria. Habla de la tensión, busca sutilezas. Creo que con este trabajo logramos demostrar que no es fundamental hacer discursos políticos para hablar de política. La idea es mantener el equilibrio y la diferencia entre dos de los cinco protagonistas del robo. Son dos tipos que se conocen hace 50 años pero después de la tortura hay un quiebre y caminos opuestos.

El nombre como acto de identidad

El nombre como acto de identidad

El padre de Julio Cortázar se llamaba Julio Cortázar y abandonó a su familia cuando el niño tenía seis años. El tiempo pasó y el escritor fue creciendo en la casa de Banfield. Con el tiempo, Cortázar se hizo conocido y adoptó Paris como segunda ciudad en el mundo. Su nombre cobró más fuerza entre los escritores, y el público comenzó a reconocerlo, a buscarlo, a interesarse por él. Un día, el padre de Julio le envió una carta donde pedía que se le devolviera una sola cosa: el nombre. Julio Cortázar (padre) le exigía a su hijo que usara otro seudónimo para firmar los libros y las notas. Porque cuando él daba su nombre en alguna dependencia o negocio del barrio, todos le preguntaban lo mismo: ¿usted es el famoso escritor? Y Julio Cortázar (padre) tenía que responder una y otra vez: yo no soy Julio Cortázar.

En 1949 el escritor respondió aquella carta con amabilidad, pero jamás hizo caso al pedido de su padre. Siguió firmando los libros y las notas con su nombre real. Y fue tan grande que lo hizo más propio de lo que era. Porque hoy, tantísimos años después, nadie podría afirmar que en el mundo alguna vez haya existido otro Julio Cortázar.

Nombrar es un acto de la cultura. Un gesto ancestral y necesario. Un hecho que funda la identidad, y enmarca a cada persona en un contexto de pertenencia. No hay nadie que no tenga al menos eso, una respuesta a la pregunta simple: cuál es su nombre.

Apenas nace un bebé, la cultura se introduce en su vida a través del nombre y el apellido. Esa primera huella en la historia personal tendrá la carga de la familia, los rasgos de la herencia cultural, y el misterio del destino no escrito.

Poder nombrar a alguien -o nombrarse uno mismo- también es un gesto de libertad. Implica la posibilidad de pertenecer a un lugar,  y de incluir a un nuevo miembro en un entorno conocido. Cada vez que nace un individuo, los adultos eligen su nombre, y ese gesto dice algo del nacido pero, a su vez, dice mucho de ellos.

El 1° de Agosto entrará en vigencia el nuevo Código Civil, resultado de la modificación de los códigos Civil y Comercial, vigentes hace 144 años. Uno de los cambios más significativos se relaciona con la elección –e incluso con la modificación- de los nombres y apellidos de las personas. En el nuevo Código, se extiende la nómina oficial de nombres permitidos, incorporando nombres aborígenes, latinos e ingleses. Incluso se podrán anotar nombres que hasta ahora se conocían como apodos, por ejemplo Juanse o Nacha. A partir de ahora, tampoco será necesario que el nombre sea en castellano ni que denote el sexo. La única exigencia es que no dañe el honor del individuo ni resulte ofensivo.

La psicóloga Andrea García (M.N. 16279) es experta en temas de adopción, donde el nombre cobra un sentido fundamental. “El nombre de un niño da cuenta de su historia. En muchos casos es la marca de alguien que posó su mirada amorosa para nombrarlo. Esta mirada es un otro presente en el proceso de integración familiar, es una señal de que el niño es un sujeto que anhela ser ahijado tal como es, sin restricciones (…) El trabajo con las familias que se ofrecen para adoptar tiene como eje lograr la disponibilidad que permita integrar al niño con su identidad, con su historia para construir, desde el primer encuentro”.

Por otro lado, hay cambios del nuevo Código vinculados con los apellidos. Hasta ahora, la inscripción de los nombres se rige por la “ley del nombre” (ley número 18.248), sancionada en 1969, en plena dictadura. El artículo 4 de dicha ley plantea que “los hijos matrimoniales llevarán el primer apellido del padre. A pedido de los progenitores podrá inscribirse el apellido compuesto del padre o agregarse el de la madre”.

El nuevo Código viene a cambiar esta norma ya que permite que los hijos de una pareja lleven uno o los dos apellidos, y en cualquier orden. El cambio más rotundo es que ya no es obligatorio por ley llevar el apellido del padre. Será un desafío cultural acompañar estas modificaciones legales, que amplían las posibilidades reales para inscribir a un individuo y asignarle un rasgo fundamental de su identidad.

En relación a que los hijos puedan llevar primero el apellido de la madre, la psicóloga Andrea García dijo: “esta legislación da cuenta de un cambio social que no contaba con su correlato legal. Históricamente, la portación del apellido materno era un estigma social que ubicaba al niño (y más tarde al adulto) en el lugar del ‘indeseado. Esta reforma da cuenta de un cambio de la posición de la mujer en la sociedad que se dará lentamente ya que lo cultural lleva tiempo hasta que logra arraigarse”.

El abogado y escribano Sebastián Reynolds (M.N. 4296) analizó para ANCCOM el lugar del nombre en la sociedad a partir de la perspectiva jurídica. “Una de las fuentes principales del derecho es la costumbre, y la reforma del código civil refleja una necesidad social vinculada con la identidad. Por un lado está el deseo de los padres de individualizar a sus hijos, y por otro, la libertad de los hijos de incorporar el apellido, por ejemplo, de la madre”.

En el caso de los matrimonios, la ley de 1969 estableció como obligación que las mujeres casadas antepusieran el “de” antes del apellido de sus maridos. Después de varios años, aquella obligación pasó a ser optativa. A partir del nuevo Código, el cambio se profundiza, porque plantea que cuando una pareja contrae matrimonio, cualquiera de los dos cónyuges tiene libertad para utilizar el apellido de su pareja, anteponiendo la preposición “de” o no.

Sin embargo, tanto el abogado Reynolds como la psicóloga García concuerdan en que este cambio es el que se dará más lento. García comentó que “aún está muy asociada la idea del hombre como proveedor y sostén de la familia (aunque actualmente sea un rol compartido con las mujeres) por lo que cambiar el hábito de que las familias sean identificadas por el apellido paterno llevará más tiempo”.

Marcelino tiene 58 años, es músico y forma parte de la comunidad quom. Fue padre por primera vez en 1982 y junto con su esposa, decidieron que el bebé se llamaría Mbareté, que quiere decir “fuerza espiritual”. La empleada del Registro Civil se negó a anotar al chico con ese nombre y derivó a Marcelino con uno de los jefes que le dijo: “¿qué problema tenés con el nombre de tu hijo?” Y Marcelino fue franco: “No tengo ningún problema, el nombre es Mbareté”. Entonces el jefe –la mano en la espalda de Marcelino- retrucó: “¿Por qué no le ponés un nombre como la gente y te dejás de joder?” Lo que vino después es todo cuerpo: Marcelino empujando al hombre, el hombre cayendo al piso, estirando la mano hasta un botón antipánico, un policía que llega corriendo. La mañana sigue en la comisaría, donde le recomiendan a Marcelino que “piense mejor” el nombre de su hijo.

Un día después, el hombre volvió al registro, esperó su turno, y cuando la mujer de la ventanilla le preguntó ¿cómo se va a llamar la criatura?, Marcelino le dijo: Mauro Matías. Cinco años más tarde, hubo que bordar el nombre en el corbatín de preescolar. Los padres le preguntaron al chico qué nombre quería para su corbatín. El niño tenía cinco años, y la seguridad de un adulto. Miró fijo a sus padres y dijo: “quiero que me escriban Mbareté”. Marcelino respiró tranquilo.

Las leyes y las costumbres se relacionan dialécticamente. A veces las tradiciones cambian primero, y atrás va la ley aggiornando las reglas y adaptándose a una nueva época. En otras ocasiones, la ley da el primer paso, y las personas van detrás, acomodando sus costumbres a las nuevas normas. En el caso del nuevo Código, la relación es mutua y plantea cambios públicos para desafíos privados.

El filósofo Ludwig Wittgenstein sostenía que solo se puede pensar aquello que puede ser nombrado. Quizás las libertades que el Código incorpora sean el primer paso en ese sentido. La posibilidad de nombrar relaciones sociales distintas y actualizadas. Una vez que tengan un nombre, quizás sea más fácil romper el tabú.