Recuerdos de la muerte

Recuerdos de la muerte

“Esta ropa huele a muerte”,  anuncia un esténcil sobre un pequeño fragmento de la pared que aún sobrevive del taller textil clandestino de Páez 2796, en el Bajo Flores. Llama la atención junto al mural, pintado días después del incendio que mató a los hermanos Rodrigo y Rolando Menchaca, de seis y diez años. La humedad del día gris hace sentir aún más ese olor penetrante. Es que ahora el paisaje ha mutado. Cientos de prendas y retazos de diferentes telas se apilan por doquier en la puerta del lugar. La lluvia ha hecho lo suyo. Nadie sabe responder por qué toda esa cantidad de ropa yace apilada sobre la vereda detrás del perímetro policial.  Van llegando integrantes de la Asamblea Textil de Flores, organizadores del acto que recordará a los niños, junto con vecinos y diferentes colectivos sociales. Unos cuantos paraguas hacen comunidad en esa esquina porteña. Debajo de ellos, unas cuantas personas, dispuestas a no olvidar.

“Cuando nos enteramos de la muerte de los dos nenes, varias de las personas que nos juntamos a hacer actividades  sociales y culturales en la Cazona de Flores, dijimos: ´Tenemos que salir a hacer algo´”, explica Juan Vázquez, miembro de Simbiosis Cultural, un colectivo de ex trabajadores de talleres textiles. “Hacer algo” significaba visibilizar la situación del estado general de algunos eslabones de la producción de ropa y empezar a plantear una discusión más amplia.  “Por eso –explica- decidimos llamar ese mismo día a un asamblea en la que se acercaron un montón de vecinos, talleristas, organizaciones sociales, sindicales y demás. Lo primero que evaluamos era la complejidad del tema. Más que nada para salir de una mirada comunicacionalmente útil, pero para nada efectivamente útil”.

Una asamblea que nació como un gesto de indignación, ahora crece como un instrumento de organización para decenas de trabajadores textiles que buscan otro modo de producción. “Desde Simbiosis Cultural -explica Vázquez- nuestro objetivo es empezar a buscar un diálogo con los costureros y los talleristas que es muy necesario para empezar a entablar otras formas de trabajo. La propuesta es generar formas alternativas de producción. Estamos creando un Observatorio de Trabajo Sumergido, así lo llamamos nosotros. Que va a tener como pata fundamental al rubro textil”.

Según el manifiesto leído en el acto que homenajeó a Rolando y Rodrigo, el “trabajo sumergido” es todo ese mundo que se oculta detrás de lo legal. Es decir, aquellas prácticas productivas encuadradas en la informalidad, a costa de la explotación laboral. “Pero, además, ese trabajo sumergido –nutrido del esfuerzo, de las aspiraciones de progreso de los y las migrantes- es un poderoso motor económico, por sus bajos costos de producción y porque abastece el mercado con los productos baratos que los pobres puede pagar”.  Por eso, Lennis Quispe, de la Asamblea Textil, afirma: “Para nosotros es importante organizarnos en otras formas de trabajo, organizarnos también en lo sindical y empezar a pensar por qué este sistema se sostiene así, con la connivencia de qué organismos y cuáles son los actores necesarios para la transformación de esta forma de trabajo”.

Acto en conmemoración a dos meses de la muerte de los Rolando y Rodrigo, los dos nenes muertos en el taller textil de Flores.

Acto en conmemoración a dos meses de la muerte de los Rolando y Rodrigo, los dos nenes muertos en el taller textil de Flores.

La lluvia no cesa, el dolor tampoco. Hace dos meses, Rolando y Rodrigo dormían en el sótano del taller, en donde trabajaban sus padres y sus tíos. Ese 27 de abril, como había un corte de luz exclusivo de esa propiedad, para iluminarse, sus padres habían prendido una vela que luego ocasionó el fuego. Diez días después, se originó otro incendio, en el que la justicia alegó una “falla eléctrica”, aunque Edesur nunca había ido a reponer la electricidad luego del primer incidente.

De espaldas al taller, dos mujeres sostienen la bandera que el policía de custodia del lugar no ha permitido colgar en los árboles. Es una bandera compuesta de retazos de colores infinitos. Hecha de lo que “no entra en el molde”, como define Quispe que acota: “Como nosotros, que quedamos afuera de los moldes”.

Según la ONG La Alameda, en la Ciudad de Buenos Aires existen cerca de 3.000 talleres textiles clandestinos, entre ellos el de la calle Páez que había sido denunciado por ellos siete meses antes del incendio. Uno de los referentes de esa institución, Lucas Manjón asegura que a dos meses del incendio el Gobierno ha levantado levemente el nivel de los controles que llevan sobre los talleres, pero que de todas formas no llega al nivel óptimo. “La Agencia Gubernamental de Control (AGC) ha mantenido su misma modalidad de funcionamiento. Van, golpean la puerta, y en caso de no tener respuesta se van y solamente elevan una nota administrativa, sea por una denuncia directa que reciben, o sea porque una fiscalía le está diciendo que puede haber personas reducidas a la servidumbre o puede haber personas víctimas de trata”. Manjón asegura que recientemente se ha descubierto un taller que operaba de modo ilegal y fabricaba las camperas para la Policía Metropolitana. “El Estado –subraya- pasa a ser responsable, no solo porque no controla los lugares sino porque, además de actuar por negligencia, fomenta estos lugares económicamente, contratándolos directamente”.

Manjón explica que desde La Alameda proponen que con la maquinaria incautada a talleres clandestinos, se puedan formar cooperativas con esos mismos trabajadores, como ocurrió en el Polo Textil de Barracas. “Nosotros pretendemos que el Estado contrate a estas fábricas textiles para seguir fomentado la producción. Y por otro lado, estamos exigiendo que no puedan contratar a proveedores que no tengan toda la cadena de producción certificada que está libre de trabajo esclavo”.

Según Vázquez, de la Cazona de Flores, este discurso de “taller clandestino” se funda después de 2006 con la muerte de seis personas en un incendio de otro taller ilegal, en la calle Luis Viale. “El hecho de que hayan sucedido nuevamente más muertes en un taller textil, significa que no se ha modificado nada. Solo se modificaron los lugares donde están los talleres. Se armaron mapas que sirven políticamente, comunicacionalmente”.

Afirma Manjón, el de La Alameda: “De ninguna manera nosotros queremos que los talleres clandestinos se legalicen. De ese modo, lo único que se estaría haciendo sería que los costureros que puedan llegar a tener un mayor crecimiento económico dentro de esa situación de explotación, repliquen este sistema. Porque muchas veces algunos talleristas ponen a los costureros a cargo otros talleres, entonces se siguen reproduciendo cada vez más las condiciones de explotación”.

Sintonizá tu compu

Sintonizá tu compu

Sin cortes comerciales, cada uno de estos nuevos espacios de audio digital profundiza un micromundo particular, explorando según su propia lógica los terrenos de su objeto de estudio, que pueden ir desde el análisis de cómics hasta discusiones sobre relaciones amorosas, o bien los misterios del cosmos. En series de capítulos que -si se quiere- pueden ser infinitas, los podcasts se agrupan y dejan huellas a las que siempre se puede volver.

Pero… ¿qué es el podcast? Según su definición oficial, los podcasts son archivos de audio digital gratuitos que pueden ser oídos y descargados por los oyentes, en cualquier momento, lugar y en diferentes dispositivos. Aunque, prescindiendo de tecnicismos, se puede establecer que surgen producto de la adrede intromisión de un micrófono en una conversación de amigos que discuten sobre cosas que los apasionan y sirve a oyentes inquietos que gustan de matar tiempos muertos con información original y puntual de su interés. Camino al trabajo, andando en bicicleta o acostados en sus camas, los usuarios eligen qué escuchar y cuándo. O al menos así funciona en Argentina, donde la inclinación por este formato -que ya contaba con algunos exponentes- creció sustancialmente en los últimos años.

Con el fin agrupar los productos realizados en el país, gran parte de los podcast suscriben a Argentina Podcastera, un sitio web creado por adeptos al formato. “Creemos en el ‪podcast‬ -se presenta el sitio- como herramienta cultural, de comunicación y transformación. Y somos la herramienta, para difundir la palabra”. La página -que incluye ya más de cien integrantes de todas partes del país-, cuenta con una vasta categorización que sectoriza los podcasts según su tema. Los ejemplos van desde cine hasta movimiento LGBT. Pero los impulsores del movimiento se proponen más: quebrar los límites regionales e integrar más trabajos de otros países en sus cartas de elecciones: “Buscamos romper la barrera cultural, y hermanar proyectos latinoamericanos con los cuales compartimos más que fronteras. Problemáticas culturales, geopolíticas, históricas, costumbres y lazos que van más allá de los acentos que nos distinguen”, explican quienes -además- planean el PodFest, una actividad con charlas informativas y técnicas, mesas nacionales e internacionales tanto para podcasters como oyentes que ayuden a solidificar lo que falta para que la cultura podcastera siga creciendo.

Posta.fm, la emisora de Luciano Banchero.

Una de las caras visibles de este fenómeno es Luciano Banchero, locutor de radio Metro y creador de la emisora Posta.Fm, quien cuenta a ANCCOM su experiencia: “La idea nunca fue hacer resurgir el formato, simplemente me pareció atractivo y práctico para comunicar cosas que en la radio no podía. Si bien el podcast hizo pie en Argentina al toque que surgió afuera y hay gente haciendo lo suyo hace mucho, nunca fui un gran consumidor hasta hace un par de años, cuando la tecnología para consumirlos se volvió más accesible”.

El podcast se ajusta perfecto a los nuevos dispositivos. Los celulares, ipods e ipads -por ejemplo- son aliados estratégicos en la expansión de este formato que -más allá de algunas similitudes- no busca oponerse ni reemplazar a la radio tradicional: “Supongo que es un momento de crisis para todo lo que sea tradicional pero eso no significa que estos medios vayan a desaparecer. Algunos tendrán que mutar, otros tal vez puedan subsistir con una base más chica pero fiel de consumidores. A mí la radio me encanta y no quiero que desaparezca. Para mí no hay nada más satisfactorio y emocionante que estar al aire en vivo”, comenta Banchero y sobre el eslogan de su emisora, aclara: “Nos gusta decir que Posta es la radio del futuro, no porque vaya a reemplazarla sino porque presenta una nueva manera de producir y consumir contenidos de audio”.

Estas nuevas formas presentan ventajas. Entre ellas, el locutor destaca: “Su portabilidad y versatilidad. Tenés diferentes maneras de consumirlo, ya sea en tu teléfono o en tu computadora, online o desconectado, lo podés bajar y escucharlo donde sea que estés y en cualquier momento, no está atado a una grilla de programación o a exigencias de la radio como las tandas, los temas musicales y los horarios. De la misma manera, permite una mayor amplitud temática: hay podcasts de lo que se te ocurra, desde Batman hasta biromes”, explaya. Con estas libertades, los oyentes descargan y escuchan en connivencia con sus intereses.

Otra de sus facilidades es la producción con bajos recursos. Al no ser condición sine qua non el uso de estudios de grabación, -muchos graban en sus hogares- los fanáticos de la filosofía de vida “hágalo usted mismo” apuestan por este formato: “Sin dudas, es una opción interesante. Si bien está bueno sentir que estás en el aire en tiempo real, aunque sea a través de Internet, me parece que, aunque sea grabado, el podcast es una alternativa mucho más democrática, abierta y flexible. Todo puede coexistir tranquilamente”, agrega.

La buena recepción y la evolución del proyecto con la creación de nuevas series y nuevos podcasters, llevó al conductor a fundar su propia emisora: “Armé Posta porque, una vez que desarrollé un número interesante de formatos, me pareció razonable que el siguiente paso lógico era agruparlos bajo una marca que permitiera a los oyentes saber que atrás de eso había un proyecto con una impronta, un estilo y una ideología muy concretas”, explica.

En la actualidad, su página web presenta a sus oyentes más de 20 programas. Entre ellos, Banchero destaca Psiqué y Cupido, el cual toma figuras de la cultura pop, ya sean reales como Nicolás Cabré o Moria Casán, o de ficción como Jesse Pinkman y Walter White de la serie Breaking Bad, y las analiza desde una perspectiva psicológica. “Quiero rescatar su originalidad y profundidad. Nunca escuché algo así”, fundamenta. “De afuera del universo Posta.Fm mi favorito es 99% Invisible, de Radiotopia, que cuenta las historias detrás de objetos y lugares de la cotidianeidad que damos por sentados sin saber que esconden unos secretos increíbles. No importan los formatos, importan las historias. Ese es el futuro de la radio”, cierra.

Como se puede escuchar, el podcast llegó para quedarse.

Sindicato sobre ruedas

Sindicato sobre ruedas

ASiMM es la Asociación Sindical de Motociclistas, Mensajeros y Servicios. Su partida de nacimiento data del año 2008, pero los inicios de la actividad se remontan a los primeros motoqueros que llevaban las latas de películas de un cine a cine en el siglo pasado. Hacia 1980 aparecieron las primeras mensajerías y, una década más tarde, los chicos del delivery. Hubo varios intentos por organizarse a partir de tragedias que los involucraron: en 1999 Diego Stierli, motociclista de 26 años, murió en un accidente de tránsito y sus compañeros autoconvocaron por primera vez y cortaron el Puente Pueyrredón.

Más tarde llegaron las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, donde los motoqueros tuvieron una activa participación en el levantamiento popular que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa. El costo fue alto: la vida a Gastón Riva, asesinado en la esquina de Tacuarí y Avenida de Mayo por un guardia de seguridad del banco HSBC.

ASiMM reúne unos 5000 afiliados que cuentan con un convenio colectivo de trabajo desde 2010 que los define como trabajadores de mensajería y reparto con o sin vehículo propio (bicicleta o moto). En las paritarias de julio en 2014 obtuvieron un aumento de 37 % llevando el sueldo básico a 10 mil pesos. No tienen obra social propia pero integran una mutual donde los afiliados  consiguen repuestos y accesorios para las motos a menor precio, además de descuentos en lugares para turismo. En 2013, inauguraron un Centro de Formación Profesional en la zona del Parque de la Ciudad (Avenida Escalada 4502). Allí ofrecen cursos de conducción segura y responsable con el fin de contribuir a la disminución de los accidentes de tránsito, que con frecuencia tienen a motoqueros entre los protagonistas.

La lucha no es sólo por defender los puestos de trabajo frente a los patrones: también deben lidiar en el día a día con el tránsito, las inclemencias del clima y un sistema de creencias que los estigmatiza. Maximiliano Arranz, secretario adjunto de ASiMM, con casi veinte años sobre la moto, señala: “Históricamente nos han pegado desde los medios y desde diferentes sectores políticos, asimilándonos con los motochorros.”

La sede de ASiMM está ubicada en un petit hotel de San Telmo (Carlos Calvo y Tacuarí). El espacio propio les permite seguir construyendo una identidad fuerte y sin medias tintas. “Cada gremio tiene sus particularidades y éstas les dan marco al perfil individual del propio trabajador. Por ejemplo, un compañero trabaja en una mensajería en el Centro y tiene un viaje a Saavedra. En el camino, se pelea con un taxista, con un colectivero, con alguien que cruzó mal. La calle te embrutece mucho y te hace muy combativo. Eso se termina volcando en el sindicato. Nosotros somos disciplinados y ordenados pero en nuestra esencia somos tribu, somos una jauría”, dice el secretario adjunto vestido de negro y con un chaleco de motoquero que luce las insignias de la CGT y de las 62 Organizaciones Peronistas.

Los frentes de conflicto directo son las agencias y el Gobierno de la Ciudad. Con las primeras, la pugna se centra en los retrasos en el pago de los sueldos y en el maltrato a los trabajadores. Con la gestión de Macri, la relación es poco armoniosa a partir del intento de obligarlos a bajarse de la moto en el microcentro cuando, en realidad, están autorizados a andar a 10 km/h. Otra tensión nació a partir de la pretensión, también sin éxito, del patentamiento humano con  cascos y chalecos identificatorios, que es ley en Provincia de Buenos Aires.

Como contrapartida, la organización sigue ganando espacios. Ahora, ASSIM forma parte de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) junto con colectiveros, taxistas y portuarios. El año pasado tuvo a su cargo la organización de  la Noche de los Museos en la sede de la CGT, que abrió sus puertas para que los porteños conozcan los salones y los libros de la Biblioteca para Obreros, con fondo musical de Almafuerte.

El sindicato tiene un pie en la realidad del siglo XXI que los vio nacer y el otro en los años felices de Perón. En efecto, reivindican la doctrina justicialista mientras rechazan a los dirigentes gremiales del menemismo que avalaron las privatizaciones y se convirtieron en empresarios. «El ser humano tiene una tendencia natural e irreversible a aburguesarse. La decisión más sabia que puede tomar un dirigente sindical es retirarse cuando ya no tiene nada que aportar.», destaca Arranz.

La impronta del sindicato se hace visible en el edificio a través de fotos de Perón, Evita, San Martín y Rosas. También a través de la formación política que reciben los delegados. Arranz  entiende que sindicalismo y peronismo son inescindibles. “La izquierda se queja de que Perón les robó los sindicatos. Nosotros podremos ser muy anarcos, pero no dejamos de ser trabajadores. En Argentina, el trabajador es, por naturaleza, peronista. Muchos lo somos casi de la cuna  y otros que no saben nada de política, entran y se peronizan en minutos. El movimiento obrero es muy sabio en ese sentido”.

Los delegados de ASSIM participan también de debates sobre revisionismo sobre la Batalla de Caseros, los Tratados de Madrid  o la deuda externa, entre otros temas. “El pensamiento crítico es clave a la hora de defender a los compañeros no solo por una hora extra, sino por un proyecto de país propio, que no sea el de los patrones”, señala Arranz.

La organización ha ganado visibilidad institucional a través del tiempo. En mayo, ASiMM fue incorporada al Comité Consultivo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, dependiente del Ministerio del Interior. Además, en la Comisión Nacional de Comunicaciones, logró ser incluida en un Subregistro de Prestadores  de Servicios de Mensajería que a las pequeñas agencias que se inscriban les permite contar con los mismos beneficios que cualquier correo privado.

«Estamos pensando más allá de las paritarias, estamos pensando de acá a diez años -advierte Arranz-. Tenemos que dar un salto de calidad en todo. Por ejemplo, ya no hacemos más AFIP o bancos como antes porque ahora todo eso se hace por Internet. Hay un desarrollo tecnológico que hace descender este tipo de trabajo pero sube desde otro lado. Por ejemplo, en el comercio electrónico.  Hay una sociedad que tiende a estar más cómoda en casa. Compra productos por Internet y los recibe en su casa en menos de 24 horas. En esto nos tenemos que hacer más fuertes. Hay muchachos que no usan Handy, usan teléfonos inteligentes para confirmar la entrega por firma digital.”

Los motoqueros de ASiMM esperan ansiosos a tener su primer afiliado jubilado, hecho que sucederá en tres años. Tiempo atrás hubiera sido imposible llegar a los 60 años y seguir todo el día arriba de la moto. La calle -dicen en el sindicato- tiene sus efectos en la cabeza y en el cuerpo. Pero la posibilidad de contar con una obra social -aunque sea prestada-, una ART y vacaciones les permite cuidar su salud y mejorar su calidad de vida.

“Este museo representa una manera de cerrar un ciclo importante en mi vida”

“Este museo representa una manera de cerrar un ciclo importante en mi vida”

Lo que fue el Casino de Oficiales de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), lugar de tortura y exterminio durante el terrorismo de Estado ocurrido entre 1976 y 1983, es hoy el recientemente inaugurado Sitio Memoria: “Lo único tangible que tenemos que es evidencia material de lo que fue el Centro Clandestino”, expresa Alejandra Naftal, sobreviviente y museóloga responsable de la puesta en marcha de este proyecto que empezó hace casi tres años y que es hoy una realidad.

El edificio totalmente blanco y abrazado por un gran ventanal con los rostros de los desaparecidos, está situado en el predio de la ex ESMA, hoy denominado Espacio Memoria y Derechos Humanos. Dentro, dispositivos museográficos como paneles, pasarelas y pantallas led, cuentan, a través de los testimonios de familiares y sobrevivientes, el cómo y el por qué de las atrocidades ocurridas en ese lugar, todo bajo el desafío de mantener intactas las pruebas judiciales que persisten en él a pesar del tiempo y su casi total destrucción por parte de quienes lo tuvieron a su cargo desde 1983 a 2007.

Naftal, secuestrada a los 17 años durante seis meses en el centro de detención conocido como «El Vesubio», museóloga de profesión con una vasta experiencia en la función pública y militante de derechos humanos, cuenta cómo se llevó a cabo este proyecto multidisciplinario.

– ¿Cómo nace este proyecto de hacer un museo en un lugar de memoria?

Para mí esto empieza en 1983. Desde que empezamos a militar en los organismos de derechos humanos, las consignas y las demandas fueron cambiando, en 1983 lo que nosotros exigíamos, era aparición con vida. Puedo decir que Memoria surge desde el día en que empieza la historia, memoria e historia van juntas siempre. Esto lo empezamos hace casi tres años. En noviembre de 2012, me convocan desde los organismos de derechos humanos para participar en una propuesta de hacer algo aquí con Presidencia de la Nación.

Me convocan para armar un proyecto museográfico y yo convoco a un compañero: Hernán Bisman, y somos los dos los co-curadores de la puesta museográfica que se hizo en este sitio. A partir de eso, presentamos un primer bosquejo de propuesta y desde ahí, durante dos años, empezamos a hacer reuniones de conciencia con distintos grupos que participan de lo que es la memoria. Con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S, los organismos de derechos humanos, la gente que trabajaba acá en la ex ESMA y entre idas y vueltas, armamos un proyecto que después consensuamos y es el que ahora pudimos llevar adelante.

De todas maneras te digo, que discusiones sobre qué hacer sobre los sitios de memoria, sobre qué hacer en la ESMA, tanto en el predio como en este lugar, se podría decir que hace veinte años que lo venimos discutiendo. A lo mejor esto culminó con una voluntad política de la Presidenta de la Nación. Primero en 2003, la voluntad política del presidente Néstor Kirchner de decir “recuperemos la ESMA”, y después en los diez años, la formación del Espacio Memoria, donde se fueron haciendo distintas cosas en el predio, y finalmente la voluntad de Cristina de decir “hagamos algo en el Casino de Oficiales”.

– ¿Cuál es el espíritu que tiene el museo, ya que es un lugar que se constituye como prueba judicial?

Justamente es la discusión del museo. Para mí en lo personal, esto es técnicamente un museo de sitio. Si yo tengo que buscar en las definiciones del International Consultants of Museums, es un museo de sitio. ¿Qué quiere decir? se conserva el lugar en el que transcurren los hechos o las historias que uno narra con dispositivos de información/comunicación que pueden ser gráficos, audiovisuales, etcétera. Pero, consensuando acá, somos un sitio de memoria.

Lo que nosotros hicimos es una muestra en el sitio de Memoria con dos dispositivos museográficos, los que llamamos tradicionales, que dan cuenta a través de sistemas tradicionales -como la gráfica y los paneles- de los hechos que aquí sucedieron. Y sistemas y dispositivos museográficos contemporáneos, a través de técnicas más modernas y tecnológicas, como el mapping o lo audiovisual que apelan más a lo emocional, a las sensaciones, a las experiencias. Entonces, teniendo en cuenta estos dos dispositivos y teniendo en cuenta que este edificio es prueba judicial -si querés es lo único tangible que tenemos que es evidencia material de lo que fue como Centro Clandestino y es Monumento Histórico. Esta muestra no altera para nada ediliciamente lo que es este edificio, no altera las estructuras, no cambiamos nada, no alteramos absolutamente nada y todos estos dispositivos que te comenté anteriormente están apoyados. Es decir, que si mañana nosotros tenemos que levantar todo lo que ves, se levanta, se desenchufa y el edificio queda exactamente igual a cómo lo recibimos en 2004.

Lo que quiero aclarar, es que este edificio funcionó como Centro Clandestino de 1976 a 1983. Entre 1983 y 2004 estuvo en manos de los marinos, es más, desde 1983 a 2007 los marinos siguieron estando acá. Hicieron cantidad de alteraciones, es decir, el edificio que nosotros encontramos no es el de cuando fue Centro Clandestino, de hecho, cuando lo era, los sobrevivientes cuentan que estaba impecable, un marino no aguanta una rotura en la pared. Y también cuando lo devolvieron, lo devolvieron destruido, roto, se robaron hasta los picaportes de las puertas, en un estado de deterioro absoluto.

Lo que hay que tener en cuenta, es que a veces hay un conservacionismo extremo que no contempla que las pruebas del Centro Clandestino fueron borradas por los propios marinos, no es que nosotros encontramos un edificio en el que podemos encontrar marcas y pruebas que den cuenta del funcionamiento del Centro Clandestino.

-Con respecto a esa situación, ¿Ustedes han realizado un trabajo de reconstrucción a través de fotografías u otras pruebas documentales?

Mirá, fotografías de la existencia de un Centro Clandestino no hay, los represores borraron todo. Lo que tenemos -que es para mí y para todo el equipo de investigación, lo más relevante- es el patrimonio intangible que es el testimonio de los sobrevivientes. Esa es la prueba más importante y de hecho toda la muestra toma como eje fundamental el testimonio de los sobrevivientes, que los vas a ver en toda la muestra.
Finalmente después de investigar muchísimo decidimos solamente exhibir los testimonios de los sobrevivientes dados por la justicia, es decir, el testimonio del juicio a las juntas de 1985 y los testimonios de los juicios actuales que se pueden exhibir, porque los que están sin sentencia todavía no se pueden hacer públicos. Todo el resto de los testimonios, justamente del periodismo, de la literatura o del cine, decidimos no exhibirlos en este momento porque nosotros al ser un museo o un sitio, somos una autoridad, una institución pública del Estado argentino. Para el imaginario colectivo, para toda la gente, el museo, o este tipo de instituciones es donde está la verdad, por lo tanto nosotros nos debemos a esa verdad y en nuestra investigación, solamente damos cuenta de lo que tenemos respaldo documental, todo lo que es una interpretación, nosotros no la exhibimos.

-¿Qué es lo que encuentra el visitante cuando viene al museo? ¿Qué se lleva?

Nosotros tuvimos una discusión. Este lugar, estuvo con visitas guiadas, vacío, es decir, sin ningún tipo de dispositivos. Entonces, solamente la visita se hacía a través de una guía que hablaba y que decía, “acá pasó tal cosa, acá pasó tal otra” y también iba interpretando, iba narrando desde su perspectiva histórica e ideológica. Por supuesto, si vos hacías la visita con un guía, era de una manera y si lo hacías con otra era de otra, por la subjetividad propia del guía. Acá lo que va a encontrar el visitante es una muestra con dispositivos museográficos de primer nivel, con los estándares internacionales más conocidos de la museología moderna. Va a encontrar una investigación muy profunda de lo que sucedió en este lugar, por qué sucedieron las cosas que sucedieron, es decir, la herramienta de la represión de la dictadura cívico militar que fue el Centro Clandestino. Lo va a poder hacer con la compañía de un guía, pero también va a tener la posibilidad de hacerlo solo. Se va a encontrar con una investigación muy profunda con distintos niveles, es decir, pensada para un público que sabe y para un público que no sabe. Yo siempre digo, que lo que pretendemos de este lugar es que sea para que el cómodo se sienta incómodo y el incómodo se sienta cómodo. ¿Qué quiero decir? que aquellas personas que son indiferentes con el tema o que no les interesa, pueden encontrar acá información y también un poco de “sacudida”, de cómo fue posible que todo esto pasara en el medio de la Ciudad de Buenos Aires.

Por la experiencia de todos desde que abrimos, también es un lugar cómodo para los afectados, para aquellos que buscan una contención. En este lugar también encuentran una reparación porque al hacerse cargo de un lugar y utilizar herramientas de transmisión, de comunicación a presentes y futuras generaciones, es una manera de reparar tanto al que no está, al detenido / desaparecido, de homenajearlo de alguna forma, de darle un lugar, de que se pueda narrar por qué pasó lo que pasó desde las perspectivas políticas, económicas, sociales y culturales.

-Y en este sentido, ¿Qué representa para usted como sobreviviente, la puesta en práctica de este museo?

Cada persona que pasó por alguna situación dramática o dolorosa, luego hace de eso lo que puede, lo que quiere. Yo siento que en este proyecto específicamente, ser sobreviviente me ayudó para ser una herramienta de comunicación entre lo político y lo técnico. ¿Qué quiero decir? Acá, en este equipo multidisciplinario, trabajaron como cuarenta personas: museógrafos, arquitectos, diseñadores, diseñadores audiovisuales, historiadores, pedagogos, semiólogos y sigue la lista. Pero también, todo este equipo tenía que escuchar las demandas de los afectados, no necesariamente un sobreviviente o una víctima es la persona que puede traducir eso materialmente en un resultado.

Yo siento que como sobreviviente en este proyecto específico, por haber pasado la experiencia del secuestro, de la detención ilegal, por haber salido y por ser militante de derechos humanos y ser museóloga que es mi profesión, pude ser ese nexo entre lo político -entre lo que queremos decir, qué es lo que queremos comunicar- y lo técnico, en cómo traducir todos esos contenidos en este lenguaje tridimensional. Porque el museo o estos lugares, son un lenguaje, es como hacer un documental o un libro pero en el espacio. El continente es nuestro medio y especialmente éste que es la evidencia.

Yo siento que me preparé toda la vida para esto. Me preparé transitando distintas cosas en mi vida porque tuve muchos trabajos en el Estado, trabajé en el Ministerio de Defensa, trabajé en Télam, hice un archivo oral de Memoria Abierta que es uno de los archivos de testimonios orales más importantes que hay sobre terrorismo de Estado, trabajé en agencias de publicidad. Desde distintos lugares siempre milité en organismos de derechos humanos y en política.

Este museo, representó y representa también, una manera de cerrar un ciclo importante en mi vida, ahora empieza otro, pero sí de cerrar un ciclo.

Retrato durante la entrevista a Alejandra Naftal.

Retrato durante la entrevista a Alejandra Naftal.

Padre Sol, Madre Tierra

Padre Sol, Madre Tierra

Una mujer sonriente recibe a los visitantes con un “buen día”, al ingresar al Paseo de los Inmigrantes ubicado en Donato Álvarez y Bacacay, en el barrio porteño de Caballito. El camino por el antiguo empedrado es acompañado por el tren de la línea Sarmiento que pasa al costado de una vieja estación de tren reciclada. Familias y grupos de amigos peruanos y bolivianos arman los puestos de comida, el sonido y todo lo necesario para la fiesta. Un niño de unos 7 años ayuda a su padre y martilla unas varillas para ponerle techo al mostrador.

Mientras los argentinos celebran el Día del Padre, ellos festejan un nuevo año Inca, rindiendo homenaje al Padre Sol. Dos padres, uno en la tierra y otro en el cielo, son homenajeados un mismo día en la Ciudad de Buenos Aires. El invierno llegó, acompañado de música, gastronomía variada y mucho color. Ollas gigantes anuncian un abundante almuerzo con platos calientes; el vapor de la sopa asoma por un recipiente de telgopor. Como hacían sus antepasados miles de años antes de Cristo, los organizadores hacen arder una fogata para agradecerle a la Pachamama por tanta abundancia y pedirle prosperidad para la cosecha de invierno.

El solsticio de la fría estación llegó a la Ciudad de Buenos Aires y a todo el territorio incaico. A las 12 del mediodía del domingo, con un sol a media asta, le rinden homenaje al Inti Raymi (el padre sol) y a la Pachamama (la madre tierra). “Queremos recuperar el equilibrio entre el hombre y la Pachamama. Porque, desde 1492, los invasores están destruyendo nuestra existencia. Por eso, pedimos al Dios del Universo por más fuerza y más energía para recuperar nuestra identidad cultural”, dice con mucha convicción Jaime Galicia, el presidente de Hattun Aylu, “la gran comunidad”, una organización peruana en Buenos Aires.

Manteles coloridos, banderas del Perú y el olorcito a comida casera dan la sensación de estar en Cuzco, en Nazca o en alguna región andina. “¿Pero qué clase de rumba? ¡Cha,cha,chá!, no recuerdo lo que sucedió”, dice un reggaetón que suena muy fuerte por la calle. “La rumba andina, la de los orígenes de los incas, la tradicional, la que los europeos pensaron que era subdesarrollada, pero es más desarrollada que la de ellos”, exclama enseguida una oradora al pie del micrófono.

Y cuando ya el sol está en su mayor altura, comienza la celebración: manteles de aguayo, vasijas de barro, maíz, coca y chicha vistieron la ofrenda al Inti Raymi.  Luego, el representante del cacique y una mujer  presiden la ceremonia en un intenso diálogo con los dioses Wiracocha e Inti, y también con la Pachamama. Mientras tanto, Naruto, Violetta y Dragon Ball zeta juegan la guerra de los dioses entre las uvas caramelizadas, las empanadas de cayote y la sopa de papalisa que comen los hijos de la comunidad.

Un montón de palabras incaicas se hacen presentes en la mañana del domingo y así toda la comunidad desliza sus tradiciones por el viejo empedrado de Caballito. El punto central es la acción de gracias al Dios del Universo, por todos los beneficios recibidos: “Por el aire, por el agua, por la tierra y por los animales, por la salud del hombre y de nuestros seres vivos”. Esta acción de gracias se expresa a través del ofrecimiento de tres hojas de coca, también la chicha que viene del maíz y de la tierra. Todos productos de la Pachamama. ¿Por qué tres hojas de coca? “Porque representa los tres niveles de la vida del hombre: Hanaq Pacha ( Dios y los espíritus), Kay Pacha ( la vida en la tierra) y Ukru Pacha (los antepasados)”, dice Mario Galicia Panica, miembro del Parlamento Mundial por la Paz y la Seguridad y padre de Jaime.

El ritual está por comenzar. Grupos de baile folclórico representan los cuatro puntos cardinales de la región andina: los suyus (que en runasimi significa “regiones”) van acercándose paso a paso hacia el centro del altar. Y luego, quien representa al cacique recita sus oraciones al gran Inti Raymi. En su rostro se nota su emoción y un fuerte espíritu que defiende la naturaleza y las tierras de sus antepasados. Con gran alegría, un miembro de cada suyu recita algunas oraciones en castellano. “Que los gobernantes consulten al pueblo antes de extraer sus productos, nosotros somos los dueños de estas tierras, por eso permítanme elevar una oración”, dice un hombre mientras una porteña vestida con animal print sostiene una bolsa que exhibe la palabra “comunidad” impresa en ella. Y los dos más adultos se acercan para bendecir a todos los presentes: “Abundancia y prosperidad”, recitan ambos oradores, entregando, cual ostia católica, tres hojas de coca a cada persona que se acerca. “¿Qué tengo que hacer con esto?”, pregunta una señora y una peruana le responde: “Guárdelo, que le va a traer abundancia”. “Ya me diste antes, gracias”, dice una chica; “entonces, doble augurio para vos”, le contesta la muchacha.

“Heroicas legiones, de la selva a los andes, de los andes al mar, fue gastando las flechas que tenía en su aljaba, y cansado de levantar sólo la cabeza, levantó el corazón”, retumba un audio, silenciando cualquier ruido callejero.

En un clima de fiesta, Cuzco, Nazca, Lima, Sucre, Tarija, Cochabamba se unen en un solo escenario para luchar por el equilibrio de la vida en un viejo andén porteño que vio migrar a tantos de ellos que pisan fuerte con sandalias.