Una fábrica de sonidos

Una fábrica de sonidos

El portazo de una puerta en miniatura, las palmadas de un abrazo o los pasos apurados del caminar de Doña Mariquita. No importa quién sea el personaje en acción, el fabricante de sonidos está sobre un costado del escenario y se llama Sebastián Pozzi, el actor y dramaturgo que realiza los efectos en sala en todas las obras del ciclo. “Hoy irradiaremos en vivo M’hijo el dotor, de Florencio Sánchez, en versión radial de Silvana Manfredi”, anuncia en los micrófonos de pie Thelma Biral, directora de la obra, mientras los actores –libreto en mano– aguardan sentados, luego de haber recorrido el pequeño pasillo de la sala al calor de los aplausos. Radioteatro en el Cervantes se presenta cada jueves a las 19 en el Teatro Nacional Cervantes (TNC), con dirección general de Víctor Agú y elencos protagonizados por Nora Cárpena. Lo especial del radioteatro es, según Pozzi, “el poder de la imaginación. Este ciclo ayuda a rescatar un género que cuando lo ves, te enamorás”.
La propuesta recrea obras clásicas del teatro argentino y homenajea a un género que, por distintas circunstancias, ha sido relegado. Sobre el escenario de la Sala Trinidad Guevara, Cárpena celebra al radioteatro con una frase de Agú y da comienzo al espectáculo: “El que escucha con su imaginación se convierte en co-autor, co-escenógrafo, co-protagonista”. La mención de los artistas por orden de aparición, el sonido pastoso de las canciones y la entonación de relatos y diálogos transforman la atmósfera y recuerdan a la época de oro del radioteatro, que en las décadas de 1940 y 1950 se impuso como género dramático de masas en la radiofonía argentina. Desde abajo del escenario, Biral indica con su mano el ritmo de los actores y las entradas y salidas de la música durante toda la función.

Los actores de la obra " M' hijo el Dotor" de Florencio Sánche con dirección de Thelma Biral. Actores: Nora Cárpena. Luciana Ulrich. Thelma Demarchi. Claudia Cárpena. Salo Pasik. Héctor Calori. Alvaro Ruiz. Aldo Pastur. Sebastián Pozzi. Sala Trinidad Guevara. Teatro Nacional Cervantes. Buenos Aires. 3 de agosto de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

Los actores de la obra » M’ hijo el Dotor» de Florencio Sánche con dirección de Thelma Biral.
Actores: Nora Cárpena, Luciana Ulrich, Thelma Demarchi, Claudia Cárpena, Salo Pasik, Héctor Calori, Alvaro Ruiz, Aldo Pastur y Sebastián Pozzi.

“El radioteatro conserva algo que es artesanal y genuino, es parte de la magia”, señala Pozzi. Los actores siguen el libreto y se acercan a los micrófonos cuando es el turno de su participación. Mientras tanto, Pozzi efectúa los sonidos que la obra requiere, ya sea con su propio cuerpo o manipulando elementos como una pequeña puerta o una silla para indicar el momento en que un personaje se sienta. “Nora Cárpena muy graciosamente me dice ‘el hombre orquesta’. Estoy con una pata haciendo un efecto, con una mano saludando, metiendo algún bocadillo. Para lo que haga falta, ahí estoy. Necesitás mucha concentración y estar atento a todo lo que va pasando para crearle la fantasía al espectador que puede cerrar los ojos e imaginarse cómo es ese Don Olegario, si es alto, si es bajo, si tiene bigote o sombrero”.
En el caso de un beso, por ejemplo, lo más común es que lo haga el mismo actor sobre su propia mano para no generar distracciones. “Al tratarse de un repertorio de sainetes de principios del siglo XX, los efectos son muy limitados –explica Pozzi–. No hay efectos especiales como timbres o cosas grandilocuentes. Mi humilde trabajo es ir, acompañar al actor cuando va hacia adelante, ver cómo es el caminar de cada uno, si usa tacos, si va en chancletas, si los pasos son en la grava o en el pasto, cómo apoya algo, cómo toman mate”.
Pozzi, que empezó haciendo radioteatro como un juego en su ciudad natal, Curuzú Cuatiá en Corrientes, tuvo “la dicha y el placer” de heredar los efectos radiales de Ernesto Catalán, pionero en hacer sonidos especiales en sala. Desde 2012, Pozzi utiliza dichos elementos en “La radio en el teatro”, un programa que se emite los sábados a las 22 por Radio Provincia y donde el equipo, dirigido por Agú y encabezado por Cárpena, revive la obra de Alberto Migré.

 

Actores: Nora Cárpena. Luciana Ulrich. Thelma Demarchi. Claudia Cárpena. Salo Pasik. Héctor Calori. Alvaro Ruiz. Aldo Pastur. Sebastián Pozzi. Sala Trinidad Guevara. Teatro Nacional Cervantes. Buenos Aires. 3 de agosto de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

“El radioteatro conserva algo que es artesanal y genuino, es parte de la magia”, señala Sebastián Pozzi.

A sala llena

“Estamos hasta las manos”, le dijo el acomodador al responsable del ingreso al Teatro Nacional Cervantes, al tiempo que la Sala Trinidad Guevara se llenaba. Como cada jueves, algunos asistentes eligieron sentarse en la escalera para no perderse el espectáculo, mientras que unas cuarenta personas quedaron afuera por capacidad agotada. “En cualquier momento van a tener que poner a la gente arriba del escenario porque están hasta las escaleras completas, todo lleno –bromeó Pozzi–. La sala se llena desde la primera función, evidentemente a la gente le gusta y lo pasan de boca en boca”.
Las funciones en el Cervantes recrean el hábito del radioescucha. El público de todas las edades reacciona, se ríe y comenta como si estuviera escuchando la radio. “Hay un feedback muy rápido que para nosotros es espectacular”, observa Pozzi.

Radioteatro. Casa de la Provincia de Buenos Aires. 7 de septiembre de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

Radioteatro en la Casa de la Provincia de Buenos Aires.

Aunque no considera apropiado hablar de un resurgimiento del género, Pozzi advierte un interés. “La gente se va animando y quiere entretenerse de otra manera. En cuatro años que llevamos haciendo el programa en Radio Provincia, vemos que hay repercusión. Incluso a principio de este año fuimos con una obra de radioteatro al Astor Piazzola de Mar del Plata, que tiene mil localidades y se llenó, no lo podíamos creer. La gente lo disfruta mucho y tiene que ser una fuente de trabajo para muchos compañeros”.

Hasta diciembre, el público puede elegir entre dos opciones en el Teatro Nacional Cervantes: “ver” los hilos de la magia sonora o cerrar los ojos y entregarse a la imaginación.
M’hijo el dotor dará su cuarta y última presentación el jueves 10 de septiembre con Nora Cárpena en el rol protagónico de Doña Mariquita y Luciana Ulrich en una destacada interpretación de los vaivenes emocionales de Jesusa. Salo Pasik, Héctor Calori, Claudia Cárpena, Aldo Pastur, Álvaro Ruiz, Thelma Demarchi y Sebastián Pozzi completan el prestigioso elenco.
El ciclo continúa con las adaptaciones radiales de Un guapo del 900, El debut de la piba, Los disfrazados y El casamiento de Laucha. Las localidades gratuitas se retiran en la boletería del teatro dos horas antes de cada función.

El jean o la vida

El jean o la vida

Mientras recorre la calle Avellaneda, Florencia que tiene 25 años y busca conjuntos de lencería para re-vender, opina que en los shoppings “inflan muchas veces los precios y uno termina pagando marca y no calidad”. Como Florencia, miles de personas recorren de lunes a sábado los más de 2.000 locales de ropa, galerías y paseos de compra del mayor centro comercial de la Ciudad de Buenos Aires, en busca de precios más accesibles.

Fátima, que hace dos años trabaja como vendedora en la zona, asegura que “en los últimos años se incrementó la cantidad de gente que compra debido a que hay más locales de ventas a minoristas que antes” y que “en la mayoría de los casos las prendas salen un 50 por ciento más económicas, o incluso más, que en otros locales”.

Silvana, que tiene 26 años y viaja desde San Martín para comprar remeras y jeans, sostiene que si bien a veces la ropa no tiene la misma calidad, otras veces la única diferencia es que “se le agrega una etiqueta de marca”, y que la diferencia en los precios radica en las “manos intermediarias por las cuales pasa el producto entre su fabricación y reventa”.

Según datos brindados por la Fundación Pro-Tejer –entidad que promueve “el diálogo entre los distintos actores de la cadena de valor de la indumentaria”–, el costo de producción nacional de una prenda de marca representa tan sólo un 15% de su precio. Este porcentaje da cuenta de la brecha existente entre fabricación y venta: un jean que hoy se paga 1200 pesos, tiene un costo de elaboración de apenas 180.

 Shopping Galerías Pacífico.

«Un jean que hoy se paga 1200 pesos, tiene un costo de elaboración de apenas 180.» Centro comercial Galerías Pacífico.

En su investigación “La formación del precio de la ropa”, publicado en 2012, el economista Mariano Kestelboim afirma que el mercado de indumentaria está dividido entre un sector formal, el 20 por ciento, que tiene elevados precios de venta, mientras que el 80 por ciento restante corresponde a un fragmento informal caracterizado por canales ilegales de importación y producción que ofrece precios más bajos. En algunos casos, la ilegalidad implica delitos intolerables, como la trata de personas y relaciones laborales que lindan la esclavitud en los talleres textiles clandestinos.

En su trabajo -que se centra en el sector formal-, Kestelboim explica que “el crecimiento de la economía derivó en un boom inmobiliario que afectó directamente la formación de precios en algunas cadenas de valor en Argentina y en la región”. Debido a una mayor demanda de inmuebles para uso comercial que no se correspondió con la inversión destinada a la construcción de locales nuevos, se produjo un elevado grado de concentración, principalmente en los shoppings. A raíz del exceso de demanda y la especulación, los espacios comerciales se revalorizaron y esto se trasladó a los productos en venta. Además hay que sumarle los  “mayores costos financieros y elevados gastos de las marcas para posicionarse”, puntualiza Kestelboim.

«A raíz del exceso de demanda y la especulación, los espacios comerciales se revalorizaron y esto se trasladó a los productos en venta.»

En resumen, la estructura del precio de indumentaria se constituye de la siguiente manera:

  • 15% de costo de producción (materias primas más mano de obra);
  • 19% por “desarrollo de la marca”;
  • 39% de costos comerciales (alquiler de locales) y financieros (por el uso de tarjetas de crédito y débito);
  • y 27% de impuestos.

Como una alternativa a este proceso de concentración, hace tres años y bajo el paraguas de Pro-Tejer, se formó la asociación civil Dogma 13, cuyo objetivo es certificar comercios y facilitar la construcción de redes entre vendedores y consumidores más allá de los shoppings. Dogma 13 promete calidad y buen precio a los compradores, y caudal de consumo a los comerciantes para que puedan vender a precios accesibles.

Debido a la incapacidad -o falta de voluntad- de los actores del mercado de la indumentaria para achicar la brecha existente entre los precios de producción y los precios de venta, muchos consumidores han volcado su demanda a un mercado más informal.

La economista Julieta Loustau, integrante de Pro-Tejer, señala que “la idea era ofrecer una herramienta de publicidad a PyMEs que no se encontraran en centros comerciales o grandes avenidas, a través de las redes sociales, para publicitar sus productos, y con la estructura de combos otorgar descuentos”, pero reconoce que hoy “no está en funcionamiento” y que “por el momento desde la Fundación no hay proyectos para reducir los precios al consumidor de la ropa”.

Debido a la incapacidad -o falta de voluntad- de los actores del mercado de la indumentaria para achicar la brecha existente entre los precios de producción y los precios de venta, muchos consumidores han volcado su demanda a un mercado más informal. Este tipo de distribución de la renta no es exclusivo de la producción textil. La cadena de valor de buena parte de los productos de consumo masivo repiten distorisiones semejantes.

“Soy uno que dibuja en la casa y lo sube”

“Soy uno que dibuja en la casa y lo sube”

Tiene 865.000 seguidores en las redes sociales, pero ninguno lo escuchó hablar, ni conoce su cara, ni sabe cuál es su verdadero nombre. Szoka es un humorista gráfico que no publica en diarios ni revistas, que tampoco ha hecho exposiciones, que todavía no ha publicado libros: construyó el camino de la popularidad a través de Y, viste cómo es y el Twitter homónimo, donde a diario sus seguidores comparten, comentan, etiquetan y retwittean los dibujos, las tiras y las historietas que realiza desde hace tres años.

Szoka determinó que la entrevista se hiciera bajo la condición de anonimato. No quiso decir su nombre, ni su edad y descartó la propuesta de una fotografía en su taller. “Prefiero separar mi vida personal de lo que hago con los dibujos –le dice a ANCCOM-. Trato de no mezclar. Incluso cuando me dibujo a mí o a mi familia soy muy cuidadoso, porque la popularidad me pone un poco nervioso. No es que me de miedo, sino que no me gusta. No sólo es algo a lo que no apunto, sino que le escapo ostensiblemente”.

Luego de un mes de contratiempos accede a ser entrevistado en un bar del barrio de Belgrano, en Buenos Aires, para hablar de su proceso creativo, de la repercusión en las redes, y de sus expectativas a futuro.

Sus historietas dan una vuelta de tuerca humorística a la vida cotidiana y a la rutina diaria. Szoka hace foco, entre otras cuestiones, en las relaciones de pareja, en los vínculos con los amigos y los padres, en la soledad, la compañía y las creencias. Otro de sus rasgos es que intenta evitar los temas de “agenda” y elige publicar tiras sobre temas atemporales y amplios que no quedan anclados a un acontecimiento, acaso para que cualquiera se identifique que lo vea. 

«Los trabajos de Szoka me gustaron muchísimo”, dice Daniel Divinsky, fundador de la fenomenal Ediciones De la Flor, editor histórico de Quino y Fontanarrosa entre otros,  toda una voz autorizada en la materia, que para más, agrega: “Y también puedo decir que sus trabajos tienen el aval del juicio positivo de Montt y de Liniers”.

¿Por qué publicás únicamente en redes sociales?

No tengo la exigencia de publicar todos los días. Me gusta dibujar. Y, tengo que confesarlo, le empecé a tomar el gusto a que a otros le guste lo que hago también. Tomo con pinzas los comentarios como: “Me encantó”, porque también veo a qué otras personas se lo dicen. Ponen “me encanta, sos un genio” y no es tan genio a veces aquel al que se lo dicen. No me refiero a otros dibujantes, sino a personajes de los medios, por ejemplo.

No te gusta la obsecuencia…

La obsecuencia hacia mí me da vergüenza. Porque si supieran…

¿Si supieran qué?

Soy uno que dibuja en la casa y lo sube. La gente tiende a poner “por lo que hacés sos un genio”. Genio es Quino, porque es único.

Szoka es un hombre joven que se presenta como un dibujante –y guionista- amateur y autodidacta, porque no se formó específicamente en bellas artes o dibujo. Primero estudió piano en conservatorio y después hizo la carrera de Diseño Gráfico en la Fundación Gutenberg, profesión a la que se dedica actualmente.

Algunas noches después del trabajo revisa la libretita -en la que lleva anotadas algunas ideas que se le ocurren durante el día- y luego se pone a dibujar y guionar. Cuando termina, escanea el dibujo y lo pinta en Photoshop para, finalmente, subirlo a las redes sociales.

¿Tenés horarios para dibujar y subirlos?

Cuando puedo, cuando tengo un rato. Lo hago a la noche, generalmente, porque trabajo. Todo el mundo sube las tiras a la mañana. Bueno, también todo el mundo publica en un diario ¿no? Pero yo las subo a la noche. Las termino y las subo, tipo a las nueve de la noche, no me aguanto. En eso voy a contrapelo del resto, que publica a primera hora de la mañana.

¿Cuál es el rédito, después de trabajar durante el día, de llegar a la noche y sentarte a dibujar y publicar?

A mí me asombra que a la gente le guste. Es agradable. Me dan gracia las tiras y cuando alguien me dice “me causó gracia tal cosa” y después veo que no es lo que yo quise decir me doy cuenta que hubiese sido aún más gracioso de esa manera.

Szoka es un humorista gráfico tan público como anónimo, no le interesa mostrarse, ni alcanzar la popularidad, pero sí desea vivir de lo que más le gusta hacer: dibujar. Supera, en número de seguidores en Facebook, a Liniers y a Tute, dibujantes a los que también admira. “A mí me gusta dibujar y creo que si nadie te paga podés hacerlo igual y cada vez mejor, con actitud profesional –explica-. La parte más divertida no es la impresión del libro sino el momento en el que estás dibujando. Si vos lográs que te paguen por eso, lo que ganás es poder dedicarle más tiempo”.

¿Cómo empezaste a dibujar?

No empecé a dibujar: en realidad no dejé. Dibujo desde chico. También pasó que muchos empezamos a dibujar porque dijimos: “Ah, mirá, Liniers lo hace de esta manera, a ver yo si puedo…”

¿Fue así?

No del todo. En realidad empecé a dibujar las tiras cuando mi viejo se jubiló. No tengo bien claro cómo, pero él estaba aburrido en su casa y yo le había enseñado a usar internet. Le hacía un chiste cuando podía y se lo mandaba por mail. Como no tenía Facebook en ese momento, cuando yo le mandaba un chiste él armaba cadenas de mails y los reenviaba a sus conocidos. Le hacía dibujos muy a mano alzada, después empecé a complejizar un poco y se los mandaba una vez o dos por semana. Al tiempo, hice un blog -hace como tres años- y ahí fui subiendo todo el material. Creo que en 2012 abrí la página en Facebook y linkié el blog y los empecé a subir ahí también. No pasaba nada hasta que a alguno le gustó una tira y se empezó a difundir – si no recuerdo mal era una tira que había hecho del buda donde había un juego de palabras-. Cada tanto hay alguna que por ahí pega y se viraliza, viste como es

¿Por qué ese nombre para el blog?

Tenía que hacer un blog y me pedía un nombre. “Y, viste como es” fue lo primero que se me ocurrió.

¿Y Szoka es un seudónimo?

Es mi apellido.

Tenés 825 mil seguidores en Facebook y casi otros 40.000 en Twitter, ¿cómo fue ese salto?

No tengo ni idea, le gustó a alguien. No creo que se hayan maravillado por mis dibujos, sino porque algunas tiras les hizo acordar a alguien o les cuadró para decirle algo a alguien. O no sé. Es un tema de asociación  libre que hace la gente.

¿Es probable que haya algún libro de Szoka próximamente?

No lo sé.

¿Qué tiras te gustaría publicar en un libro?

No me senté a mirar. No son tantas igual. De tiras debe haber cuatrocientas y no sé cuántas van en un libro. Los editores se toman su tiempo. A veces sale mañana y a veces te tienen un año dando vueltas.

¿Te gustaría que haya merchandising con tus dibujos?

Me gustan los merchandising de otras personas. Pero me da mucha vergüenza que se convierta en un producto de venta. Igual está bien, hay que hacerse menos el humilde.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Se me ocurre una idea y la anoto en una libretita o en el celular porque camino media cuadra y me olvidé. Las tiras las hago partiendo de una idea. Si hablamos sobre el humor, se trata de algo que está a contrapié, está donde no debería, eso es lo que causa gracia. O también puede ser sobre una cosa que se dice de una manera y se interpreta de otra. Chistes hay dos: alguien que dice algo y después lo contradice con la acción o el juego de palabras. Después, hay diferentes formas de contarlos.

¿Cuánto ponés de tu familia en las tiras?

Uno elige hasta dónde pone. Por ejemplo, el tecito de mi vieja en situaciones terribles. El mensaje sería: “Cada uno ayuda con lo que puede”. Yo me anoté eso en algún momento en alguna libretita sin dar demasiadas explicaciones, sin hacer mención de cuál era el problema en ese momento, a título más general, para que sea más fácil de captarlo. Te das cuenta que eso le pasa a todo el mundo, no son genialidades.

¿Plasmás en las tiras historias de amigos o familiares?

Prefiero contar algo que le pueda pasar a cualquiera, y que lo pueda interpretar. Ni hacerlo tan simple que pierda la gracia, ni hacerlo tan complejo, tan oscuro, tan lunar que lo agarre la mitad. Ni darlo masticado, ni hacerlo inentendible, o específico. Si me quiero hacer el capo con algún chiste sobre Borges, primero, ¿ante quién me hago el capo?; segundo, no lo agarra la mayoría. Lo que sí me gusta es cuando la tira de alguien, una película, el humor de alguien, me da la sensación de que lo agarré yo, que yo lo descubrí. Ese recurso del autor, o el director, que tiene ese guiño de que vos te estás dando cuenta de algo me gusta. Por ejemplo Les Luthiers: yo los escuché cuando era chico y me reí, y los entendí. De grande los escuché de nuevo y me reí de diferentes partes del mismo chiste. Porque aprendí cosas en el camino, que ellos pusieron ahí, y no agarraron todos. Lo hacen con una maestría como para que todo el mundo se ría en el momento, pero también dejan un plus: si vos tenés incorporado tal conocimiento vas a entender esto de tal manera. Es como un segundo nivel de humor. Me gusta cuando el humorista pone un valor agregado, estudia, se forma y después lo destila en lo que hace. Y saben que están trabajando mil, para que lo agarren diez. Está bueno, es noble y no es redituable.

¿Con qué recursos contás como para hacer algo “más noble”?

Todo lo que fui aprendiendo me sirve de cantera para sacar material. Y sí, influye lo que aprendiste en los resultados que tenés al final. Vos podés, con un ojo instruido, detectar de qué palo viene una persona al ver su trabajo. A mí no me gustaba la música clásica. Tenía ganas de que me guste pero me costaba. Y me propuse que me guste. Empecé a escuchar. Y me gustó tanto que fui al conservatorio y estudié piano un montón de años. “¿Y para qué estudias eso?”, me decían. “Porque me gusta”, decía yo. Después estudié diseño gráfico. “Ehhh, tanto años desperdiciados ahí, en la carrera de músico”. Literalmente lo que aprendí en el conservatorio me sirvió para cursar diseño gráfico, historia del arte, reconocer estilos. Imaginate la gente que lee un montón de libros y después lo puede usar para lo que hace, ¿esa gente está plagiando, está copiándose de alguien? ¡No! Está agarrando lo que aprendió de otro y lo usa como material.

  ¿Te pasó que alguien, que no sepa que sos el autor, te muestre tus dibujos como una novedad?

Le pasó a mi hermana, una vez fue a una veterinaria y la mujer le dijo: “Te voy a mostrar una tira que está buenísima”. Y ella le contestó que lo hacía su hermano, y en el momento fue gracioso. Una vez mi hermana me dijo: “Viene el invierno, ¿por qué no hacés una ola polar con una ola de osos?” Entonces hice el dibujo para mandárselo a ella. Me causó gracia que se le haya ocurrido a mi hermana y la publiqué en redes sociales también ¿Podés creer que una chica –otra dibujante que yo no conocía- había hecho el mismo dibujo? Me escribió indignada, se enojó, me puteó. Intenté explicarle, y después la agregué en los comentarios del Facebook aclarando que ella lo había publicado antes, pero en serio, yo no lo había visto.

También me pasó algo rarísimo con uno que hacía stand up en Córdoba. Allá es conocido, pero yo no lo conocía a él ni a su rutina, porque no miro stand up y no vivo en Córdoba. Él daba por asumido que yo lo había visto y que le robé el chiste del hombre araña en la pampa y por eso me escribió. También le expliqué que yo no gano nada con robarle, nadie me da plata por esto.

Szoka aprende viendo a los grandes humoristas gráficos: analiza los trazos, los estilos e indaga sobre técnicas y formas de contar las ideas fugaces y graciosas que surgen del día a día, en transportes públicos, en el trabajo, con amigos, con la familia, o deteniendo todos los sentidos en las personas en la calle. A la vez, reconoce sus propios límites. Admite que no le sale “tan bien” dibujar manos o animales, pero dibuja por placer sin esperar nada a cambio más que un mero reconocimiento de “los que saben”. Admira a Quino por su brillantez, a Liniers por la calidad de su producción y constancia, a Tute porque le parece buenísimo, y tuvo la oportunidad de conocer a Montt y Decur, que también lo han deslumbrado.  “Me gustaría poder dejar algo más que las tiras cómicas, me gustaría sentir que estoy haciendo algo noble con eso –concluye-. Que lo vea alguien que entiende y diga Ah, mirá, esto está bueno”.

Diez años de nada

Diez años de nada

La Villa 20 forma parte de la Comuna 8, en el barrio de Villa Lugano. Bordeada por las avenidas Escalada y General Fernández de la Cruz linda, por un lado, con la Escuela Federal de Policía y, por otro, con el recientemente construido Polo Farmacéutico. Delante de la Villa está el estacionamiento de la Policía y al lado un predio vacío, que solía ser un cementerio de autos. Desde hace diez años, los vecinos esperan que se cumpla la Ley de urbanización para acceder al derecho de tener una vivienda digna. “Queremos que realmente se cumpla la urbanización, porque esto causa la desigualdad”, reclama Marisa Llanos, vecina del lugar.

Predio recuperado. Paredón. Vista desde arriba. Por la Urbanización de la Villa 20. Buenos Aires. 31 de agosto de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

Predio recuperado y el paredón, vista desde arriba.

El 11 de agosto de 2005, durante el gobierno de Aníbal Ibarra, la Legislatura Porteña sancionó la ley 1.770 que en su artículo 3º dice: “El Poder Ejecutivo deberá realizar, en el término de noventa días de promulgada la ley, una audiencia pública con los vecinos y vecinas a fin de establecer conjuntamente las obras a realizar en lo relativo a tipología edilicia, emplazamientos, apertura de calles, equipamiento de servicios y toda otra inquietud que consideren importante”, el texto finaliza con la exigencia: “El Poder Ejecutivo debe realizar antes de comenzar las obras mencionadas en el párrafo anterior, el saneamiento del suelo”. Sin embargo, recién hoy, diez años después, y tras la toma del predio y su posterior desalojo forzado, comienzan las tareas de análisis y saneamiento.

Según un informe realizado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad en 2007, el predio vecino a la Villa era utilizado por la Policía Federal “como depósito de vehículos afectados a causas judiciales o abandonados en la vía pública” y esa acumulación y abandono de chatarra tóxica producía “un grave daño ambiental, que pone en riesgo la vida y la salud de los miles de habitantes de la Villa 20”. A fines de ese mismo año, el Gobierno de la Ciudad y el Gobierno Nacional firmaron un convenio para recuperar las tierras con el fin de construir viviendas. Todo se empezó a concretar en 2009, cuando un juez ordenó vaciar el predio para comenzar su limpieza y desinfección. Marta Lado, encargada de la secretaría Ad Hoc para el trámite de los expedientes colectivos en materia de derechos económicos sociales y culturales, bajo la órbita de la jueza Elena Liberatori, contó sobre el problema: “Fue un proceso largo para poder sacar los automóviles de ese predio. Porque el expediente tiene muchos años, y dicen que hace muchos años que no se hace nada, pero primero había que conseguir que esos autos destruidos fueran a alguna parte”. Finalmente, la última etapa del vaciamiento terminó a fines del 2013, cuando debió comenzar el saneamiento del suelo contaminado.

Marcha por la Urbanización de la Villa 20. Buenos Aires. 25 de agosto de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

Marcha por la urbanización de la Villa 20. 25 de agosto de 2015

Barrio Papa Francisco

Luego de retirar la totalidad de los autos abandonados, la tierra contaminada permaneció a la espera del análisis. Pero algunos vecinos, ante la demora, decidieron hacer visible su demanda y se asentaron allí. El 5 de febrero de 2014 se produjo la toma de los terrenos, a los que sus habitantes llamaron Barrio Papa Francisco. “A principios de marzo logramos hacer una audiencia enorme con vecinos y legisladores. Ahí se fijaron líneas muy claras de trabajo, y yo les dije desde el primer momento que no me pidieran baños químicos, ni nada para la toma, porque la toma es un modo inapropiado de reclamar algo legítimo. Lo que podíamos hacer frente a esa situación, y yo para eso me comprometía, era trabajar la desocupación pacífica. Desocupación en función de obtener del Gobierno el compromiso de ver cómo íbamos al tema de fondo, que era el reclamo de la vivienda”, contó la jueza Elena Liberatori, titular del juzgado N° 4 en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad. Liberatori fue quien estuvo presente en el diálogo con los vecinos de Villa 20, y quien luego actuó como mediadora ante el Estado: “Habíamos avanzado bastante, porque para agosto estaba fijada la audiencia pública de la Ley 1.770, en el Parque Roca. Nos costó pero el Gobierno finalmente accedió. Teníamos una agenda, había gente de la Facultad de Arquitectura, con anteproyectos para la tipología urbana del barrio. Fuimos al barrio, nos reunimos en una escuela para hablar con los vecinos y explicarles que íbamos hacer la audiencia y que era una oportunidad”, agregó.

Para Liberatori la toma provocó una “contaminación política” dentro de aquella situación de negociación: “Ese desparramo que hicieron algunos no dejó participar a los vecinos que venían a enterarse de cómo era una audiencia pública. Entonces vino el desalojo, y después todos lloramos, y ahí se terminó todo”. Seis meses después de la negativa de los vecinos a retirarse voluntariamente del predio, el 23 de agosto de 2014, la jueza Gabriela López Iñiguez, titular del juzgado N° 14 en lo Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires, decidió el desalojo que llevaron a cabo la Policía Metropolitana y la Gendarmería. Según Liberatori, el desalojo también era la última medida para la jueza Iñiguez, por eso se realizó en el mes de agosto y no al comienzo de la toma: “Estoy convencida de que el abordaje de los conflictos no tiene que acudir en primera medida a lo punitivo y a lo represivo. Nos hubiera dado muchísima más fuerza, confiar en el camino legal que estábamos haciendo y poniendo en pie. Después de una audiencia, inclusive para los legisladores, hubiéramos llegado de otra forma”, dijo la jueza. Luego del desalojo, Liberatori exigió al Gobierno de la Ciudad el cumplimiento efectivo del plan de urbanización y estableció este año, 2015, como plazo límite.

Predio recuperado. Vista desde arriba. Por la Urbanización de la Villa 20. Buenos Aires. 31 de agosto de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

“Si no se producía la toma, eso no se iba a visibilizar nunca. Iban a pasar los gobiernos, los mandatos, e íbamos a seguir siempre igual. Y la toma se produjo porque hubo muchos años de ausencia, de abandono, entonces los vecinos se cansaron y se asentaron ahí para tener su propia vivienda. Si ya el Gobierno no hace las casas, entonces las hacemos nosotros. Ahí se visibilizó el problema”, Marcelo Urquiza.

Por otro lado, algunos vecinos reivindicaron la medida como un modo de hacer valer sus derechos. Marcelo Urquiza, delegado de la Junta Vecinal de Villa 20, dijo: “Si no se producía la toma, eso no se iba a visibilizar nunca. Iban a pasar los gobiernos, los mandatos, e íbamos a seguir siempre igual. Y la toma se produjo porque hubo muchos años de ausencia, de abandono, entonces los vecinos se cansaron y se asentaron ahí para tener su propia vivienda. Si el Gobierno no hace las casas, entonces las hacemos nosotros. Ahí se visibilizó el problema”. Urquiza tiene 40 años y se crió en el barrio. En la Villa 20 vivieron sus abuelos, sus padres, y ahora sus hijos y nieto. Marisa Llanos también vive en el barrio. Su mamá vino de Bolivia hace 26 años y ella nació y creció en Lugano. Ahora es militante del Frente de Organización en Lucha y estudia para ser maestra de primaria. Llanos comentó: “Yo no estoy en contra, pero creo que había que buscar otra solución. La solución no es tomar un terreno, sino un plan de urbanización. Pienso que deberían hacer departamentos, y que los vecinos, la gente que necesita, que lo pague en cuotas a la medida de sus posibilidades”.

Situación actual

El 25 de agosto pasado, distintas agrupaciones junto con habitantes de la Villa 20, y en compañía de vecinos de otras villas de la Ciudad, se movilizaron desde el Obelisco hasta la Jefatura de Gobierno para recordar los diez años de la sanción de la Ley 1.770, su incumplimiento, y el primer año transcurrido desde el desalojo del predio. El pedido general era de una solución a la crisis habitacional: “Así como nosotros estamos desamparados por el Gobierno de la Ciudad, están también las otras villas, muchos barrios humildes que tienen la misma problemática que nosotros, que les falta urbanización, no tienen luz, no hay agua ni cloacas. Y todo le compete hoy al Gobierno que está conduciendo la Ciudad. ¿A quién le vamos a reclamar?”, se preguntaba Marcelo Urquiza. Mientras que Marisa Llanos hacía hincapié en la igualdad de derechos y obligaciones: “Si se corta la luz, nosotros no podemos reclamar porque no pagamos nada. Pero queremos pagar, queremos tener los mismos derechos que cualquier persona, así podemos reclamar. Pero no, nos tenemos que quedar como estamos y aguantar a que ellos quieran arreglarlo. Esa es la situación de todas las villas, todas sufren lo mismo”, aseguró la militante.

Chicos jugando al lado del paredón que divide el predio de la villa. Por la Urbanización de la Villa 20. Buenos Aires. 31 de agosto de 2015. Foto: Romina Morua. ANCCOM UBA

Chicos jugando al lado del paredón que divide el predio de la villa.

Durante este año, los habitantes de la Villa 20 no vieron que se realizaran mejoras en los terrenos. Urquiza comentó que lo único que se hizo fue “un paredón de dos metros y medio que rodea al barrio y esconde a la Villa del resto de la sociedad. Lamentablemente hay una falta de voluntad política en la Ciudad de Buenos Aires, donde los derechos de los ciudadanos los guardan en un cajón”. Virginia Gutiérrez vive en la Villa desde el 2001 y desde la terraza de su casa se puede ver el muro y el predio. Gutiérrez contó que durante la toma se vivieron momentos tensos de violencia y tiroteos y que aún recuerda a las personas que corrían llorando cuando las topadoras aplastaron sus casas y pertenencias. Ella alojó algunos vecinos en su casa por un tiempo, pero después muchos se fueron del barrio: “Algunos los llevaron a hogares pero se quedaron sin nada. Otros se fueron con familiares, y algunos se volvieron a sus países”. En cuanto a la movilización, opinó: “No sé qué va a pasar pero para mí hay que seguir. Por lo menos conseguir que se construyan las calles, que pongan el agua y la luz. No hay que dejarlo y acordarnos solamente una vez por año”. De la misma manera, la jueza Liberatori subrayó: “Lo que falta es la voluntad política. ¿Dónde está la voluntad política?: En la urna. No sale de mi firma, ni nos compete a los jueces forzar la voluntad política. Por eso las cosas no salen, andan de a tumbos, porque contra eso no podemos. La voluntad política es inexistente para ciertas cosas. Porque donde hay voluntad política las cosas caminan, y salen”. Por último, la jueza confirmó que el proceso de saneamiento ya comenzó, y adelantó que durante el mes de julio recibieron en el juzgado un avance: “Nos llegó un informe en donde se recategorizó el predio de la toma y dice que se van a construir 800 viviendas, que va haber comercios minoristas y distintos núcleos que llaman “nido” en donde darán talleres. Eso fue lo último que hemos recibido, y para nosotros fue una sorpresa. Con lo cual ahora, estaremos trabajando sobre esta segunda parte”, finalizó.

Los atajos jurídicos de un poeta

Los atajos jurídicos de un poeta

Multifacético, Julián Axat fue defensor penal juvenil de La Plata, poeta y militante de HIJOS. El año pasado, en la causa por «La Cacha», el centro clandestino de detención de La Plata en el que fueron desaparecidos sus padres, declaró que «hubiera querido defenderlos, ser esa defensa que ellos no tuvieron. Ahora es el coordinador del Programa de Acceso a la Justicia o «Atajo», del Ministerio Público Fiscal. Lejos de cualquier imaginario que se pueda tener sobre el sistema judicial o sobre los fiscales, las palabras que más resuenan en su boca son territorio, barrio y villa. «El Ministerio Público tiene que aportar herramientas de prevención social, no debe llegar cuando el delito ya se cometió«, dice Axat y amplía: «El programa busca modificar la matriz política del Ministerio Público, está en los lugares donde suceden los conflictos».

En su oficina, Axat recibió a ANCCOM para contar los detalles del programa Atajo, un proyecto con una impronta que rompe con los paradigmas tradicionales de la justicia.

¿Qué es Atajo?

El programa Atajo es un programa de acceso a la justicia del Ministerio Público Fiscal de La Nación que busca recibir todo tipo de conflictividades vinculadas a sectores vulnerables de la población y canalizarlos. Estas conflictividades están vinculadas al bloqueo y al no acceso a la justicia que padecen. El programa busca remover esos obstáculos a través de distintos mecanismos. El más natural que utiliza es la creación de oficinas en los barrios más marginales, periféricos y con mayores índices de pobreza de la Ciudad. Es una manera de remover barreras de distancia y tiempo entre la gente y los estrados.

¿En qué barrios funciona?

Las oficinas y los lugares se eligen estratégicamente en función de indicadores. La pobreza es uno, los índices de conflictividades y delitos son otros. En función de eso, captamos problemas y los tratamos de resolver. Hoy está funcionando en siete barrios. En la villa 1-11-14, en la villa 21-24, en el Barrio Mitre, en la villa 20, en la villa 31, en Constitución y tenemos una oficina móvil, una camioneta que se mueve por los distintos barrios con un abogado y un trabajador social, por la villa Rodrigo Bueno, la villa 15, La Boca… de acuerdo a las necesidades que nosotros diagnosticamos en la semana; atiende problemas en plazas públicas, conventillos, hogares e iglesias.

¿Funciona solo en la Ciudad de Buenos Aires?

No, funciona en Mendoza, en Rosario y en Mar del Plata. Tiene tres sedes en el interior del país. Se planea llegar también a Santiago del Estero y a Córdoba. El programa es federal. La idea es que el Ministerio Público cuente con este mecanismo que establece el programa para poder empezar a generar mejores lazos con la comunidad y remover la mayor cantidad de obstáculos que existan entre la gente y el Ministerio.

¿Por qué se decidió crear este organismo?

Por varias razones. Nunca existió un programa de este tipo en la Procuración. Se creó por una política de la Procuradora, Alejandra Gils Carbó, de mejorar la atención de los sectores vulnerados. La propia Procuradora advirtió algunos obstáculos entre el Ministerio Público y esos sectores que había que remover. Fallas internas del propio Ministerio, burocracias innecesarias, barreras de la propia corporación, de parte de la fiscalía, de algunas reparticiones del Ministerio Público. Era necesario crear una puerta de entrada más a las fiscalías, una más abierta, más permeable, más inteligente.

¿Al comienzo fue difícil cambiar el paradigma del fiscal como acusador, para que pase a ser un actor más del barrio?

No es fácil crear una institución o construir el imaginario de una institución, de una práctica de una institución en un terreno en que el Ministerio nunca estuvo. Donde el Ministerio intenta establecer los Atajos siempre estuvo el sistema policial. Las fiscalías siempre estuvieron ubicadas en zonas urbanas, poco periféricas. En este sentido, ha sido un esfuerzo llevar las oficinas a los territorios, a los barrios, y ha implicado un esfuerzo de recursos humanos y materiales. Sobre todo, convencer y hacer entender a la gente sobre el trabajo que uno va a hacer. Están acostumbrados a que exista un conflicto y se resuelva a los tiros, o no se resuelva o se denuncie a la policía. Uno impacta sobre ese escenario, se busca que las denuncias se canalicen a través de los Atajos, que la pacificación de la comunidad se haga a través de mecanismos de mediación y conciliación y que no haya violencia entre pares. Estamos aprendiendo, estamos hace un año transitando la etapa de adecuarnos a los territorios. Creo que lo estamos haciendo muy bien.

¿En las oficinas trabajan solo actores judiciales?

Son todos actores judiciales porque son empleados de la justicia, pero tienen distintos roles. Hay abogados, trabajadores sociales, psicólogos, sociólogos, politólogos.

¿Actúan también como un espacio de contención?

La primera actuación es la contención, la escucha. Después viene el encuadre legal, la adecuación. Hay muchas formas de intervención del Atajo, no es solo contención. Es también asesoramiento, respuesta judicial, canalización y derivación responsable de problemas. La forma en que interviene el Atajo es múltiple. Es una puerta de entrada a la justicia, que a la vez tiene otras puertas internas. Atajo es la primera puerta y hace el esfuerzo por abrir las demás.

¿Cuáles son las problemáticas más comunes con las que se encuentran?

Violencia de género, violencia sobre niños, abusos, violencia institucional, violencia cometida por las fuerzas de seguridad sobre jóvenes o mujeres, trata de personas con muchos fines, muchas veces de explotación sexual o con fines de explotación laboral. Nos encontramos muchas veces con talleres clandestinos. También hay irregularidades del sistema de prestación del PAMI, lo mismo con ANSES y la seguridad social en general.

En otra entrevista comentaba que más del 70% de la gente que se acerca a los Atajos son mujeres. ¿Reciben muchos casos de violencia de género?

Muchos. Tenemos una tasa alta de violencia de género. Hay una fiscalía especializada en el tema, la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres. Tratamos de que la mujer venga y después de una escucha, tenga una respuesta judicial a su reclamo: si es un hombre que la golpea, que logre un impedimento de contacto, la exclusión del hogar. Tratamos de obtener medidas judiciales lo más rápido posible porque detrás de una consulta de una mujer por violencia de género puede haber un femicidio. Otra de las grandes patas que tiene Atajo es la promoción de derechos con talleres. Nos vinculamos con las escuelas de los barrios, actores sociales y centros comunitarios y damos charlas sobre derecho y distintas temáticas. Hacemos talleres de género por ejemplo, con mujeres víctimas de violencia que le cuentan a otras mujeres qué les pasó y cómo resolver sus problemas, talleres de violencia institucional, sobre seguridad social, muchos sobre cuestiones electorales. La tarea de los Atajos es múltiple y está vinculada al empoderamiento legal de los sectores que más les cuesta conocer los derechos que tienen.

Después de la campaña masiva en medios y en la sociedad del #NiUnaMenos, ¿recibieron más denuncias?

Sí. Es una temática que hace cinco años estaba escondida, no parecía importante para los medios y para la conciencia civil y pública. Hoy en día, la promoción de esas campañas hace que las mujeres tengan menos miedo y se acerquen a denunciar. La campaña del #NiUnaMenos penetró en muchos sectores sociales y llegó a los barrios. Se animan a denunciar más. Hay sectores en los barrios donde todavía vive la cultura del patriarcado, machista, de la violencia fálica. Nosotros pensamos el derecho en contra de esas formas culturales, la resistencia de las mujeres frente a las formas patriarcales es también parte de la liberación de los derechos, el empoderamiento legal de un sector vulnerable, como son las mujeres víctimas de violencia.

¿Recuerda algún caso particular?

Hubo un caso en la villa 31 de una chica que vivía con su nenita en situación de calle, adentro de la villa, y solía dormir en una suerte de galpón con su pareja que, borracho, la golpeaba a ella y a la nenita. A la noche, muchas veces se juntaba con otras personas que tomaban y abusaban de ella. Se acercó al Atajo, le conseguimos un parador donde pudieran dormir fuera de la villa, hicimos la denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica, y tratamos de lograr un impedimento de contacto con esta persona. Eso duró un tiempo, tratamos de mejorar las condiciones de vida de la nenita. Fue difícil porque ellos tenían una relación sentimental, ella quería frecuentarlo de nuevo, volvió y otra vez la volvió a golpear. Se inició el círculo de la violencia. Nosotros tratamos de cortarlo. Todavía estamos con el seguimiento. Casos así hay muchos. Recuerdo una mujer de la villa 20 que también llegó muy golpeada al Atajo, desde la Oficina de Violencia Doméstica se hizo una exclusión del hogar del marido, ella pudo volver a la casa con sus hijos. Esas son las funciones del Atajo. Por lo general, las mujeres se acercaban a la comisaría, y ahí muchas veces era disuadida la temática. No es lo mismo que te atienda un policía a que te atienda una persona del Poder Judicial. La Oficina de Violencia Doméstica está en el centro de la Ciudad, a veces la gente no tiene plata para ir hasta ahí. El Atajo es un punto intermedio.

Teniendo en cuenta su labor como defensor de menores en La Plata, ¿cómo se trabaja con la gran cantidad de jóvenes menores de 18 años que viven en las villas?

En los barrios la violencia institucional es fuerte. Recibimos muchas denuncias de adolescentes que son víctimas de violencia por parte de las fuerzas de seguridad. Hemos recibido muchas denuncias de jóvenes que viven en Barrio Mitre y son víctimas de violencia por parte de la Policía Metropolitana. Recibimos la denuncia de cualquier joven que haya padecido cualquier tortura o vejación por parte de un policía y rápidamente a través de la PROCUVIN, la Procuraduría de Violencia Institucional, se identifica al policía y se inicia una causa. Atajo es un canalizador rápido para que PROCUVIN actúe. A veces los jóvenes no denuncian, no se acercan. Queremos mejorar el control de las fuerzas de seguridad y la relación con los jóvenes de los barrios que son víctimas de estigmatizaciones mediáticas, policiales y judiciales. Trabajamos mucho con jóvenes con causas penales, muchas veces se acercan a preguntar qué pasa con las causas que tienen. Les damos información judicial y, si están declarados rebeldes, nos comunicamos con los fiscales o jueces para sacarles la rebeldía y ponerlos a derecho. A veces los jóvenes tienen causas y lo desconocen. Está librada una captura porque no se presentaron. Tratamos de corregir esa situación. A veces los jueces nos piden que hagamos informes ambientales. Los trabajadores sociales van a las casas de los jóvenes que tienen conflictos con la ley y quizás a través de un informe se cierran las causas, porque el juez lo lee y entiende que no tiene sentido seguir criminalizando a los jóvenes.

Teniendo en cuenta que la violencia institucional parte del Estado y las oficinas de Atajo son parte de ese mismo Estado, ¿sienten alguna reticencia en esa relación con los jóvenes?

Una cosa es la Policía y otra cosa es la Justicia. Los jóvenes identifican, como dicen ellos, al «cobani» que viene con la gorra o a alguien que explica que es de la Justicia, que no es policía. Además, si trabajás en Atajo es porque sos una persona que tiene un perfil más vinculado a lo territorial, no sos solamente un burócrata de la justicia, sino que tenés cierta sensibilidad social. Eso lo perciben los jóvenes. Algunos vienen a los talleres que hacemos sobre allanamientos, violencia institucional, algunos de poesía y expresión artística. A veces vienen a preguntar qué tienen que hacer si los detienen o si los allanan. Tenemos muchos folletos sobre estos temas.

¿Y los temas habitacionales y de urbanización?

Hacemos muchas mediaciones y conciliaciones respecto de vecinos que tienen problemas: música fuerte, ruidos molestos, o problemas concretos como los anticréticos de la villa 1-11-14, que son contratos de locación que se dan en la villa y que no se cumplen. La ley nos faculta a conciliar en conflictos. También tratamos de intervenir y mediar en los desalojos, cuando hay por ejemplo situaciones en que una familia ocupa un lugar y la justicia ordena un desalojo. En este momento estamos interviniendo con una casa muy grande que fue ocupada en el año ’80 en la calle Humberto 1º, un viejo conventillo que en este momento está ocupado por siete familias muy pobres. La justicia nos permitió conciliar con un sindicato, que es el dueño de la casa. Las cuestiones habitacionales son centrales en los sectores vulnerables porque el problema de la vivienda es uno de los grandes problemas porque la Ciudad de Buenos Aires no tiene una capacidad de contención y de alojamiento. Tiene un excedente de propiedades vacías por gente de clase media o alta. Esas son las injusticias de una ciudad con tanta concentración de la riqueza como es Buenos Aires y con tanta gente viviendo en las villas: 250.000 personas de acuerdo al último censo. Seguramente tengamos la misma cantidad de plazas vacías en departamentos de la Ciudad con gente que tiene capacidad ociosa.

¿Cómo surgió la propuesta que Atajo tenga un programa de radio?

Un programa como el que nos planteamos necesita una herramienta de comunicación ágil, fluida y de difusión a los sectores con los que estamos trabajando. Tenemos un micrositio que mantenemos vigente día a día con las actividades que hace el programa, página de Facebook, Twitter… Somos parte de la Procuraduría General de la Nación que tiene un sector propio de comunicación. El programa de radio se emite los días jueves de 12 a 13 en Radio Madres de Plaza de Mayo, y lo conduce Ari Lijalad y dos personas que trabajan en Atajo. El programa recoge las problemáticas de los barrios, hacemos entrevistas… La idea es que se repita en todas las radios comunitarias. Casi todas lo hacen, la Radio de Bajo Flores, en la villa 21 en la radio Caacupe o en la villa 31. Las estrategias de comunicación tienen tres niveles: el primero es lograr que el propio Poder Judicial sepa que este programa existe, para poder usarlo. Tenemos la necesidad de difundir hacia adentro del propio sistema. Esto es una lucha larga. La villa dentro de un ministerio público es todo un tema, ahí se va a criminalizar, no se va a ser amigable. Hemos salteado ese escollo y estamos logrando mucha aceptación. La Procuradora se acerca siempre a abrir e inaugurar los Atajos con nosotros. Eso genera una imagen fuerte hacia adentro de la Procuración, que la Procuradora acompañe el proyecto y vaya a las villas. Invitamos a los jueces y fiscales a dar charlas. Queremos que los funcionarios de primera línea acompañen estos procesos. Y esto es una lucha comunicacional, semiológica. El segundo nivel comunicacional tiene que ver con los medios más hegemónicos, gráficos, televisivos y radiales para la gente en general. La Nación sacó una nota muy elogiosa, el diario El Mundo de España también, Página 12, Tiempo Argentino, Infobae… mirá que a Gils Carbó le pegan, pero Atajo ha sido un programa bien visto por los medios hegemónicos. Y el último nivel son las herramientas de comunicación hacia los propios sectores sobre los que trabajamos.

¿Cómo influyó tu historia como hijo de desaparecidos en este programa?

La Procuradora me dio un margen para construir el programa y lo direccioné escuchando lo que ella quería, respetando el criterio que ella quería establecer. Es un programa que está vinculado con las políticas que esta procuradora lleva a cabo, sobre todo las políticas de empoderamiento legal, de memoria, verdad y justicia, de persecución a la criminalidad organizada. Busca fortalecer a los sectores sociales débiles para perseguir el delito grave. Mi historia está vinculada con la defensa de los sectores más débiles y me guío por eso. Si nosotros estamos trabajando con los sectores vulnerados, me interesa que la Proselac y la Procunar, que son las fiscalías especializadas en lavado de activos, narcotráfico y trata de personas, la otra parte del Ministerio que investiga a los peces gordos, actúen. Esa es la intención, no perseguir perejiles. Cambiar el paradigma y que el Ministerio esté dirigido a la criminalidad grave.