“Un compendio de cosas que forman parte mi adolescencia y que estaban acá, en el cajón de los recuerdos. Los sacamos hoy para volver a escuchar”. Zeta Bosio eligió cuarenta discos entre los 50 mil vinilos que están resguardados en la Audioteca Gustavo Cuchi Leguizamón de la Biblioteca Nacional para contar -en una entrevista pública que protagonizó el lunes pasado en el Auditorio Jorge Luis Borges- por qué marcaron su vida y su trayectoria, un viaje al pasado musicalizado por Sui Generis, Bread, Electric Light Orchestra, Sumo y, por supuesto, Soda Stereo.
A partir de una vinculación inédita entre la Biblioteca y radio Vorterix, una vez al mes una personalidad destacada del mundo de la música es invitada para que seleccione la música clave en su historia: se trata de Vinílico, un ciclo de entrevistas a cargo de Maxi Martina que comenzó el mes pasado con Fernando Ruiz Díaz, cantante y guitarrista de Catupecu Machu. En este segundo episodio, el ex bajista de Soda Stereo recordó los momentos compartidos en el living de la casa de Gustavo Cerati y reflexionó sobre los cambios en las formas de escuchar música: “Esto que estamos haciendo ahora era muy frecuente. Íbamos con una pilita transportable de seis, siete discos abajo del brazo o en una bolsa de nylon a la casa de alguno que tuviera un muy buen equipo para escucharlos bien. Se escuchaban de otra forma, nos juntábamos. En el living de Gustavo estaba el equipo, lo copábamos nosotros para escuchar música”.
La bandeja sobre el escenario de Vinílico actuó como una especie de fogón que concentró miradas cada vez que se puso a girar un disco. El primer tema que sonó fue “Amigo vuelve a casa pronto”, del álbum Vida de Sui Generis. “Cuando compré mi primer tocadiscos, el vendedor me hizo escuchar el aparato con un disco de Los Beatles y me cambió la vida –contó Bosio-. Hasta que no terminé con la colección, no paré. Cuando compré todos, tuve necesidad de ir un poco más allá y empezar a escuchar otra música. En la adolescencia, empecé a tocar la guitarra y Sui Generis fue una cosa muy fuerte, sus temas eran una salvación porque eran muy tocables”.
Al enterarse de la existencia del archivo de discos, Maxi Martina ideó Vinílico junto a Sebastián Meschengieser, guionista y productor de medios. Ambos coinciden en que el interés de Vorterix radica en sacar la radio a otros espacios y en apostar a nuevos contenidos. Destacan, también, el criterio de apertura de la dirección de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno: una propuesta de estas características, además, acerca un público diferente a sus instalaciones.
“El vinilo es el formato más generoso y el que tiene mejor audio –explicó Martina a Anccom-. Logra que cuando estamos escuchando música lleguemos lo más cerca posible de un artista que ya no está. Es generoso también en el arte, porque lo mostrás desde el escenario y el que está en la última fila lo ve. Es obsceno el vinilo. Se puede hacer lo que se te cante. Spinetta quiso hacer Artaud, ese disco deforme, y lo hizo. Led Zeppelin quiso calar el disco para que se muevan las ventanitas y lo hicieron. Es un formato generoso en todo lo que involucra una obra de música. Te permite volar, te permite crear”. Meschengieser, por su parte, señaló que el hecho de que el ciclo sea presencial se vincula con el espíritu del soporte: “El vinilo tiene una historia de compartir la música, no de compartir virtual sino de compartir juntándose en serio. Nosotros podríamos filmar, subir a la web y listo. Pero la idea es que acá haya gente, que sea cálido, que estén escuchando, que se escuchen las reacciones de la gente frente a determinada canción”.
El ciclo, además, funciona como una excusa para compartir y hacer público el patrimonio que está resguardado en la Audioteca. Como sucede con los libros, cada vez que una compañía discográfica editaba un vinilo, debía enviar por ley una copia al archivo de la Biblioteca Nacional. Vinílico resalta el valor de la música editada en Argentina y el trabajo realizado para cuidar el patrimonio. Estela Escalada es la responsable de la División Audioteca y Mediateca de la Biblioteca Nacional y quien realizó un trabajo de catalogación durante cinco años. Ese capital está disponible para la consulta pública. Hay 50 mil discos de vinilo, archivados desde 1940 hasta principios de 1990. Se trata, en palabras de Meschengieser, del “tesoro escondido de los amantes del vinilo”. Además hay otras colecciones: grabaciones sonoras analógicas y digitales (5 mil casetes de audio, 14 mil CDs), la colección de música impresa (270 mil partituras), y soportes audiovisuales (144 películas, 1700 VHS y 1500 DVDs).
El formato de Vinílico apela a destacar que a través de la música se puede conocer mejor a los artistas. Con ese objetivo, Martina indagó en las imágenes que le disparó al entrevistado cada tema compartido con el público. Zeta Bosio confesó haber tocado la guitarra en las misas del colegio: “Era una forma de tener un público cautivo, era seguro y a todo el mundo le gustaba. Hacíamos nuestras versiones. A veces se nos permitía meter versiones de La Bilbia de Vox Dei en la misa, entonces empezamos a buscar temas de ese tipo que pudieran ser un poco más revolucionarios y no cantar las típicas canciones. Pero el hitazo era el Padre Nuestro, esa la sabían todos”.
A partir de los discos, el músico recorrió todas las etapas de su trayectoria. Un año entero a bordo de la Fragata Libertad, en la banda de música que tocaba cada vez que entraban a un puerto. También recordó su trabajo en una banda de casamientos y los idiomas que inventaban con Cerati: “Con Gustavo nos divertíamos mucho y jugábamos como chicos, jugábamos mucho con la música”. Enseguida mencionó la primera vez que fue al mítico Café Einstein y vio en vivo a Sumo: “El pelado estaba colgado del techo, boca abajo tocando la trompeta”. Llegó el momento de evocar el regreso de Soda Stéreo y los abrazos al final de los shows. La primera vez que fue a un boliche la recordó por “Turn to stone”, del disco Out of the Blue de Electric Light Orchestra (ELO): “Fue en San Clemente, A Go Go, un clásico de los años ’70. Y tomé mi primer trago, Séptimo Regimiento. Una combinación de cosas rarísimas. Discoteca, luces negras, era todo un cambio”.
La conversación también permitió descubrir influencias musicales impensadas: “El de Bread era un disco que se lo saqué a mi primo. Me llamó la atención este grupo, después lo escuché bastante y al final me pareció una porquería. Es una banda intrascendente pero que hizo un aporte, el cantante David Gates tenía algo especial. Marcó mucho una etapa de mi vida, los acordes de Bread me hicieron tocar de otra forma. El tema “Daughter” no me lo podía sacar de la cabeza, era de esos temas que se te pegan mal y ahora no me lo acuerdo para nada, pero tengo ganas de escucharlo de vuelta…”.
Con respecto al presente de Soda Stereo, Bosio señaló que es imposible hacer temas nuevos. Pero cree que el show que está preparando Cirque du Soleil, inspirado en la obra la banda, es una buena oportunidad para mantener vivo su concepto: “Si logramos un efecto parecido, estamos en el camino de preservar la sensación de lo que era Soda cuando tocaba en vivo, que es algo que no se puede encontrar en los discos”.
La Audioteca como espacio y Vinílico como vivencia resultan movilizadores para los músicos invitados. Mientras se escuchaban las canciones que él mismo había seleccionado, Zeta Bosio tocó el bajo imaginario y marcó incansablemente el ritmo con sus pies: “El vinilo te conecta mucho con el pasado. Es el formato en que se escuchaba música cuando yo era chiquito y cuando fui creciendo, en mi juventud y adolescencia. La música tiene el poder de revivir situaciones, creo que es más fuerte que una foto porque la foto se decolora. En tu cabeza, la música mantiene la fuerza que creés que tenía en ese momento”.
Todos los encuentros son grabados en audio y video y quedan a disposición de los netvidentes en la web de Vorterix. El próximo episodio de Vinílico se realizará los primeros días de septiembre con Ricardo Mollo. La entrada es libre y gratuita.
Actualización 05/08/2015