“El humor que queda bien con todos tampoco hace reír”

“El humor que queda bien con todos tampoco hace reír”

Su primer dibujo profesional fue en 1984, a los 14 años, en la legendaria revista Canta Rock, donde trabajó hasta los 17. Pasó por las publicaciones de Ediciones de la Urraca de Andrés Cascioli y creó los fanzines ¡Suélteme! y Maldita Garcha. El público infantil puede disfrutar de sus dibujos, juegos e historietas en las revistas Billiken y Genios. Colaboró en el programa ¡Plop! Caete de risa -que todavía se emite por Canal Encuentro- y tiene su espacio en La Nación, a través de su panel “Humor Petiso”, y en las revistas Fierro, de Página 12, y Barcelona. Diego Parés –de él se trata- dialogó con ANCCOM en el estudio de su casa, en el barrio porteño de Flores.  

¿Cómo se dio el pasaje de dibujar para uno mismo, como lo hace cualquier persona en su niñez, a hacerlo para los demás, como todo profesional?

Fue al revés, siempre dibujé para otro; lo que me costó fue dibujar para mí, porque a los 14 yo ya estaba trabajando y a los 12 ya tenía en la mente que quería publicar. Mi viejo, que era arquitecto, me llevó a conocer a Martín García que editaba la revista Feriado Nacional para ver si ya podía publicar. También me hizo conocer a Horacio Altuna, al Viejo Breccia, al Bebe Ciupiak. Yo quería publicar, dibujar y publicar para mí eran lo mismo. A los 20 o 21 años, cuando aparecen en mi vida Robert Crumb, Esteban Podetti, Pablo Payó y mi hermano Pablo me planteé hacer algo más propio. Y me terminó costando mucho más laburar para Maldita Garcha, un fanzine amateur que hacía con mi hermano, que laburar para Sex Humor, donde hacía un laburo profesional. Y creo que esa falencia tenía que ver con la falta de carácter, porque yo me diluía en el otro, entendía los parámetros de lo publicable de una revista profesional, pero no entendía cómo ser mejor más allá de eso. Cuando era pibito pensaba que el que publicaba era bueno y yo cumplía con esa función de ser un trabajador correcto de la industria del dibujo y del humor. Pero más tarde logré hacer cosas que me dieran más satisfacción personal, fue después de sentirme insatisfecho con la vida que tenía, cuando pasé por la etapa del consumo de drogas, en la que estuve internado en neuropsiquiátricos, donde mi viejo me llevaba para dibujar pero no podía porque estaba empastillado.

Tus trabajos transitan por el humor negro, la sexualidad, el grotesco, el absurdo, y de pronto pasás a un registro más inocente. ¿A qué se debe esta versatilidad que se expresa en tu dibujo?

En el Bellas Artes aprendí dibujo académico y, paralelamente, cuando conocí al Bebe Ciupiak me fui hacia el hiperrealismo, un estilo que me resultaba fácil y tentador porque parecía una foto. Lo que no me salía era hacer chistes. Tuve que aprender más el dibujo gráfico y humorístico que el dibujo hiperrealista. Entonces, cuando fui aprendiendo ya partí de una amplitud de estilos, de dos extremos. Por eso, cada vez que quise tener un estilo definido me resultaba una cosa artificial, me duraba poco porque me aburría. De hecho tuve tres firmas: DAP que era Diego Alejandro Parés, luego Franco no sé porqué, y terminé con Diego Parés. Ese proceso duró un tiempo -entre 1999 y 2002-, hasta que me decidí a dibujar de todo. Me sirvió para encontrar laburo: si me pedían tal o cual cosa ya tenía la capacidad de registro como para hacerlo.

¿Cómo comenzaste a trabajar en Barcelona?

Entré en el 2003. Venía dibujando cosas políticas para mí, haciendo catarsis desde la crisis de 2001. No hacía chistes sino que dibujaba grandes titulares, con alguna bajada, pero siempre con una impronta muy gráfica. Y cuando sale Barcelona me doy cuenta de que tenía relación con lo que yo hacía. Hablé con Pablo Sapia y con Dany the O., y él me contactó con Mariano Lucano, uno de los directores. Ya en el Nº 2 me publican y a partir de ahí seguí. Y cada vez que publicaba hacía algo distinto, hasta que me di cuenta que lo que más pegaba era dibujar el mensaje humorístico en estilo hiperrealista. Lo que aprendí fue a ordenar mis estilos según el trabajo. Para Barcelona hago hiperrealismo, para revista Genios algo más infantil, para “El Sr. y la Sra. Rispo” algo más animado, y para Fierro no tengo un parámetro demasiado claro. También me voy dando cuenta qué cosa funciona más que otra. Por más que no tenga una bajada de línea de los directores de Barcelona, sé qué funciona mejor cuando subo el material a Facebook y me doy cuenta qué mensaje le llega a la gente.

¿Cuál es la importancia de ¡Plop! Caete de risa, el programa conducido por Juan Sasturain y Eduardo Maicas que se emite en Canal Encuentro?

¡Plop!… es un lindo programa, ya lleva veinticinco capítulos en dos temporadas. Me convocó la productora para hacer la mano que dibuja; ilustro el off de Juan Sasturain referido a los humoristas argentinos. Me habían dicho que no había mucha guita, pero les dije que lo quería hacer igual porque está Juan y porque me gusta que se vea la historia del humor dibujado argentino. Ya para el segundo ciclo se consiguió un poco más de guita, así que laburamos más cómodos. Además, es muy barata mi participación porque es dibujar sobre una pared y directamente filmarlo con dos o tres luces, después es laburo de edición. Fue algo muy lindo que disfruté mucho. Con la gente con la cual me llevo bien termino muchas veces colaborando de onda para que la cosa salga mejor, aportando por ejemplo parte de mi material. “Necesito que me consigas chistes de tal en la revista tal”, me dicen y yo busco y espero que venga el taxi y se lleve el material de mi biblioteca.

El tema de los límites del humor tiene repercusión cada vez que se sucede un hecho desafortunado, ¿cuál es tu opinión sobre este tema?

Desde mi lugar, es muy difícil opinar. El gran problema es cuando un medio que no es muy masivo o que está orientado para un público muy específico, como la revista Charlie Hebdo o la revista Barcelona, llega a la consideración de gente que no está habituada a consumir ese medio. El tipo que nunca leyó estas revistas y se encuentra con eso que le cae mal no entiende el registro, no comprende cuáles son los parámetros con los que trabaja esa revista. Entonces le choca o se hace el que le choca. Sería parecido a que mañana comprés el diario y adentro del diario te venga la Penthouse (n. del r.: revista erótica). En cambio es distinto si un tipo compra la Penthouse: ya sabe lo que se va a encontrar, listo, se terminó la historieta. El problema es cuando se mezclan dos mundos que, en general, no se cruzan y de ahí surge toda la careteada, toda la tilinguería, el asustarse y toda esa cosa.

¿Pero qué pasa cuando el mismo lector de Barcelona, por ejemplo, envía una carta que les dice: “Con esto se zarparon, no los leo más”?   

Puede ocurrir y es difícil tomar partido. Cada vez que hago humor desde mi ideología me planteo una distancia emocional frente al objeto que estoy tratando. Y cada vez me lo planteo más desde que soy padre. Por ejemplo, podés hacer un chiste de decapitados por la guillotina y sabés que no pasa nada porque fue en Francia hace más de doscientos años y no sabés cómo se llamaban los tipos ni quién tenía hijos y esposa, ni si esos hijos se murieron de hambre, ni tampoco quién sufrió y quién no sufrió. Eso es distancia emocional, que puede ocurrir con un hecho que haya pasado en otro lugar hace mil años o con un hecho que haya pasado acá. ¿Y esa distancia emocional quién tiene derecho a medirla? Medir eso es muy difícil. Yo hago un chiste de Macri y a la hija le molesta, a la mujer le molesta o a la tía le molesta. Y bueno, qué voy a hacer, es parte de la cosa. En general, estamos laburando para un público que ya conoce la cosa. Los límites siempre están, a Dios gracias que están. Yo en Barcelona no publico lo que hago en Billiken y viceversa. Me pasó una vez de mandarle a Hernán Ciriani, que iba a sacar un fanzine tipo under, una página que era para Billiken y me dice: “Boludo, ¿qué te pasó, qué hago con esto?” (risas).

¿Es imposible hacer humor que no hiera alguna susceptibilidad?

Es que el humor que queda bien con todos tampoco hace reír. También hay tipos como Sergio Langer que busca meter el dedo en la llaga y le saltan un montón de tipos diciendo: “Mirá lo que está diciendo este hijo de puta” y, en realidad, es todo lo contrario, él está totalmente en contra de lo que está diciendo. Y lo que precisamente busca hacer es una llamada de atención sobre eso. Nosotros ya sabemos para qué medio laburamos y nos movemos con ese margen. Yo sé qué cosa no voy a hacer para Barcelona y sé qué no voy a hacer para La Nación. Entonces, es un tema del que se puede hablar mucho y que no sé si tiene una solución. Por algún lado la pus, la mugre, la podredumbre siempre va a salir. Entonces es mejor que salga por el lado del dibujo. Un dibujo es un dibujo y la realidad es la realidad. Y el único espacio de libertad que yo tengo es este: el del dibujo, que es un medio de expresión, como si fuera un cuadro, una canción o un libro.

¿Y cómo es tu relación con la crítica?

Estoy convencido de lo que dice Lucas Nine (n. del r.: ilustrador e historietista): “La crítica es un género en sí mismo”. La crítica no valida ni convalida. Tampoco critica la obra ni critica al autor, ni modifica ningún aspecto de la obra. La crítica hace lo suyo. Yo hago historietas, la crítica hace crítica de historietas. Listo, entre esos mundos no hay puntos en común. Por otra parte, no me interesa la racionalización intelectual que se hace de la historieta en la universidad porque la noto alejada del consumo de historieta que se hace por placer. Yo leo y me divierto y trato de disfrutar y chau. Pero hay gente que lee solo crítica, no le gusta la historieta, le gusta lo que dicen sobre la historieta. ¿Cuánta gente habrá que leyó criticas de “El Eternauta” y después habló sobre “El Eternauta” sin haber leído esta historieta de Oesterheld y Solano López? En cambio, a mí me gusta leer historietas y dibujarlas. En todo caso me interesa la información sobre historietas. A veces pienso que la crítica es como un género parasitario de la historieta, pero después me digo: “No, seamos buenos y pensemos como Lucas Nine, que es un genio de la historieta”. La crítica es un género es sí mismo y listo.

 

¿Qué lugar ocupa hoy el humor gráfico en los medios actuales?

El humor gráfico sigue siendo lo más popular que hay porque tiene más público que una revista o que un libro. Eso hace que mi trabajo llegue a más gente que no es necesariamente del palo de la historieta, lo cual está bueno porque el mercado de la historieta es chico. Pero, a la vez, los puestos de trabajo para las tiras diarias son poquísimos. Cuatro o cinco de Clarín, lo mismo para La Nación y un par para Página/12, algún suplemento como Sátira 12, algo de La Prensa y casi que pará de contar. Después están los ilustradores que ahí sí hay varios. Pablo Bernasconi, Sebastián Dufour, Pablo Vigo y otros en La Nación. Y en el caso particular de este diario sé que le tienen cariño. Carlos Guyot, que es el secretario de Redacción, se encarga de la sección de chistes y tiene un cariño por las historietas y sé que le gusta lo que publicamos. Pero sí, en general, son pocos y cada vez menos. Pasa que las revistas cayeron. Antes se podía vivir de ser colaborador de una revista y ahora no se puede más. Grondona White y Ceo vivieron de ser colaboradores de la revista Humor. Pero principalmente lo que cambió es que al no haber más editores el dibujante se transforma en un editor de su propio arte. Y si antes los límites los ponía otro, ahora los límites se los pone uno mismo. Y no sé si eso es peor, porque yo no quiero ponerme límites en una tira digital. Te convertís en tu propio carcelero, siendo que Internet no tiene ningún límite para eso.

¿Qué lugar ocupan hoy la historieta en la “alta cultura”? ¿Qué implica que haya aparecido ahora el término “novela gráfica”?

Espero que ninguno. La alta cultura la asocio al museo y la historieta y el humor gráfico quedan mejor en las revistas, en el papel, y no en el lugar privilegiado donde se exponen los cuadros. Se disfrutan más en el baño que colgadas de las paredes de un museo. Es cuando los músicos de rock quieren tocar en el Teatro Colón. ¿Para qué? ¿Para gustarle a quién? ¿Para sentirte qué? La historieta ya es importante, pero dentro de su dispositivo. Yo disfruto más de esa maravilla que es la historieta cuando la obra es buena y cuando más barata me sale.  El término “novela gráfica” surge hace mucho tiempo, ya en los cincuenta la EC (n. del r.: Entertaining Comic) tuvo problemas de censura en Estados Unidos por el Comics Code Authority, tuvieron que dejar de hacer las historietas de terror y empezaron a sacar otras cosas. Entre ellas, historietas para adultos sobre psicología y debajo de la tapa decía “nueve novelas gráficas”. Así le daban otro tinte, pero no dejaban de ser historietas. Y lo que hizo Art Spiegelman, el autor de “Maus”, en los ochenta, fue tratar de colocarlas en las librerías y para esto necesitaba un nombre nuevo. Entonces, el término novela gráfica es un marketing, una cuestión comercial, y no se sabe bien qué es. ¿El Eternauta es una novela gráfica? Antes era una historieta, ahora le dicen novela gráfica y la obra no cambió.

¿Cómo ves el estado de la historieta local a nivel artístico y a nivel industrial y comercial?  

Lo artístico y lo comercial los pongo juntos. La historieta es un arte popular del siglo XX donde el hecho artístico y el comercial e industrial iban unidos. Vos tenías que entregar una revista cada quince días, de tantas páginas, con tal papel, y tal historia. Los mejores tipos que conocemos laburaron en esas condiciones e hicieron obras maravillosas. Jack Kirby, George Herriman, Charles Schulz, Hugo Pratt, e incluso Robert Crumb, que entró cuando ya se rompía esa industria. Hoy día esa industria no existe y el hecho artístico encuentra mayor libertad, por un lado, pero mayor desamparo, por el otro. Tenés mayor libertad creativa pero quedás solo dentro de tu propia libertad creativa. Y yo creo que un pibe con esa condición no termina haciendo algo de la calidad de Jack Kirby, que tenía más presión pero estaba amparado por esa industria que lo contenía. Pero ahí también tiene que ver con la genialidad del tipo. Y hoy los dibujantes nuevos que son buenísimos no tienen dónde laburar. Los ves creando cosas buenísimas pero no los ves laburando. ¿Y esta creatividad hasta cuándo la tienen? Hasta que el chabón tiene 30 años, se casa y tiene un pibe y ya no pueda dibujar más porque tiene que trabajar. Los chicos del fanzine LULE Le LELE, Gastón Souto y el Polaco Scalerandi, son dos genios que están restaurando monumentos en las plazas para el Gobierno de la Ciudad porque necesitan la guita. Pero en realidad tendrían que estar creando y viviendo de su dibujo. Ser dibujante de historietas era un laburo más para muchos y hoy lo es solo para pocos. Y si lográs hacer un libro es muy difícil que vivas de eso, porque los libros no dan de comer.           

 

Actualizada 14/09/2016

Culpables

Culpables

Excepto los imputados y su defensa, todos en la sala sintieron el impulso de aplaudir con furia y saltar de sus asientos. Pero se contuvieron. El juez Alfredo Ruiz Paz había sido claro al inicio de la jornada: “Esta presidencia no va a permitir ningún tipo de manifestación a favor ni en contra. Ni silbidos ni aplausos ni nada por el estilo. Si no se respeta esta indicación, aunque sea por una sola persona, procederé a desalojar la totalidad sala”. Nadie en el público quería perderse el último capítulo de una historia que comenzó hace treinta y ocho años, el 6 de octubre de 1978, cuando José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisinblit –embarazada de ocho meses- fueron secuestrados y llevados a la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA), en ese entonces a cargo del comodoro Luis Trillo, uno de los imputados. Por esos hechos también estaban acusados Omar Rubens Graffigna –Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea ese año- y Francisco Gómez, quien se apropió del hijo menor de la pareja, nacido en cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada un mes después.

Rosa Tarlovsky –madre de Patricia- secaba sus lágrimas con un pañuelo. Sentados a su lado, sus nietos Guillermo y Mariana contenían su emoción, mientras tomaban de la mano a sus respectivas parejas. Los tres familiares son querellantes en la causa, junto con Abuelas de Plaza de Mayo, y las Secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires.

 

El presidente del Tribunal acababa de afirmar la condena a veinticinco años de prisión e inhabilitación absoluta y perpetua a Graffigna “por resultar co-autor del delito de privación ilegal de la libertad agravado por mediar violencia o amenaza”. El magistrado interrumpió su discurso. “¿Hay un bebé llorando en la sala? –inquirió fastidiado- . Y al saber que era el hijo de un familiar de la familia Pérez Roisinblit le indicó, confundido, a la madre del chico: “No, no se lo lleve. Disculpen, voy a volver a leer esta sentencia”. Así fue como todos pudieron volver a escuchar ese veredicto inédito: por primera vez se condenaba a uno de los jerarcas de las juntas militares que había logrado sortear todas las instancias judiciales en las que había estado involucrado hasta el momento. Más temprano, cuando el imputado tuvo la oportunidad de decir unas palabras finales antes de la sentencia, prefirió discurrir una vez más acerca de la Guerra de Malvinas, homenajeando a oficiales y suboficiales de la fuerza como ex comandante y en nombre de todo el pueblo argentino.

Los otros dos imputados prefirieron no emitir palabra cuando tuvieron su turno para hablar, a las diez de la mañana. Ambos tienen información acerca del destino final de Patricia y José Manuel, que prefirieron no revelar en esta causa. A Trillo, el Tribunal le otorgó la misma pena que a Graffigna, mientras que a Gómez le asignaron doce años de prisión por considerarlo partícipe secundario del crimen.

Por primera vez en todo el proceso, se presentaron decenas de medios nacionales e internacionales para realizar la cobertura periodística. Apenas cabían las cámaras y trípodes en la sala de audiencias. Solo tenían autorización para quedarse algunos minutos previos al comienzo de la jornada, luego debieron esperar afuera. Adentro, el juez enumeraba otros aspectos del veredicto que, además de las penas a los acusados, incluía el pedido de investigación por la posible comisión de delitos de la que habrían resultado víctimas Mariana Eva Pérez –al ser sustraída junto a su madre en el momento del secuestro-, los testigos que declararon haber sido secuestrados en la RIBA y las personas que ellos indicaron que también fueron detenidos en la misma época en la zona Oeste. El tribunal también ordenó que se investigue la posible comisión de delitos por parte del vicecomodoro Raúl Pírez Apolonio, el suboficial Juan Carlos Vázquez Sarmiento –prófugo desde 2002-, el ex miembro de la Fuerza Aérea Jorge Cóceres y los NN apodados “el Oso”, “Patón” y “El gringo”. Al mismo tiempo, la sentencia solicita indagar la posible participación de Graffigna y Trillo en el delito en la sustracción de Guillermo Pérez Roisinblit -por el que oportunamente fuera juzgado y condenado Gómez- y también pide realizar actuaciones para saber quienes fueron los responsables del saqueo del negocio de cotillón perteneciente a José Manuel Pérez Rojo.

Casi cien personas aguardaron durante más de tres horas la lectura del veredicto, que tomó poco más de diez minutos. Entre ellos se encontraban familiares y amigos de los querellantes, representantes de organizaciones sociales y militantes por los derechos humanos. Una de ellas, Marcela Bublik, es la autora de la biografía de Rosa Tarlovsky, publicada en 2013. “Una de las cosas que siempre guió a Rosa como luchadora fue este juicio, además de la lucha por encontrar a todos los nietos, no solo al suyo, a quien pudo recuperar hace quince años“, dijo.

La autora estaba sentada en la puerta del Tribunal, a la espera de que abrieran el acceso al público para presenciar la lectura de la sentencia, anunciada para las dos de la tarde. El reloj todavía no marcaba la una y ya se había armado una fila de veinte metros. El ingreso era por orden de llegada y quienes quedaron afuera debieron seguir los acontecimientos a través de una pantalla ubicada en la sala contigua. La acompañaba Estela Elijis, quien fuera compañera de colegio y de facultad de Patricia: “Durante la dictadura todos estábamos distanciados de todos por el terror que se vivía –explicó-. Yo temía, en el transcurso de todo lo que fue pasando, que Patricia hubiera estado muy comprometida en su integridad. Cuando apareció el primer listado de desaparecidos en el año 83 la busqué y vi su nombre. Después la fui a buscar a su mamá”. Más tarde conocería a Bublik –recomendada por Rosa-, quien la entrevistó para la biografía. Hoy son amigas.

Durante el cuarto intermedio, el bar de la esquina del Tribunal se quedó sin mesas ni asientos libres. Rosa y sus nietos esperaron ansiosos, rodeados de sus abogados, amigos y familiares. Las meseras repartían café y medialunas de acá para allá. Leandro Despouy, abogado defensor de los derechos humanos, ex presidente de la Auditoria General de la Nación, estuvo charlando largo rato con Guillermo y se quedó hasta el final de la jornada. Antes de volver a la sala de audiencias, el hijo menor de Patricia y José Manuel salió a tomar aire a la puerta del bar. “Todavía esperaba que Gómez dijera algo, diera alguna información, pero no lo hizo. El abogado defensor mintió cuando afirmó que yo alguna vez dije que ese hombre era ‘un pan de Dios’. Nunca podría haber dicho eso”, señaló en alusión a la audiencia de alegatos de la semana anterior.

No fue posible conocer los gestos de los imputados cuando conocieron el veredicto. La cantidad de agentes penitenciarios que los rodeaba se había multiplicado para esta ocasión. Guillermo Javier Miari y Sergio Díaz Dalaglio, sus defensores, no hicieron ningún gesto mientras oían la sentencia. Apenas los jueces y las querellas abandonaron la sala, estallaron los abrazos en medio de un aplauso que duró varios minutos. “José Manuel y Patricia, ¡presentes!”, gritaron los asistentes a coro.

 

A la salida, Rosa Tarlovsky se halló circundada de micrófonos, cámaras y grabadores. La vice-presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo aclaró que estaba dispuesta a hablar y sacarse todas las fotos que hiciera falta. Recordó que todavía resta encontrar cuatrocientos nietos, que a su vez hoy probablemente ya tengan hijos que tampoco conocen su identidad. “Todos estos años que viajé al exterior con esta causa, encontré solidaridad, respeto. ¿Qué más puede pedir un ser humano? Estoy muy agradecida”, concluyó. La respaldaban sus nietos a ambos lados, que también respondieron preguntas de los periodistas. “No obtuvimos ninguna respuesta en este juicio acerca de adonde están nuestros padres, pero al menos tres de los responsables recibieron su condena”, afirmó la hija mayor de Patricia y José Manuel. “¿Estás conforme con los doce años para Gómez?”, preguntó alguien. Ella y su hermano intercambiaron miradas y respondieron al unísono: “No, es muy poco”. “No por una cuestión de que se pudra en la cárcel o no –completó ella-. Sino porque la cantidad de años es la medida de la gravedad del delito en el que incurrió. Vamos a apelar”.

 

“Mi hermana y yo coincidimos en que lo correcto sería haberlos juzgado por desaparición forzada de personas, y no por la privación ilegítima de la libertad, porque si solo los hubieran privado de su libertad, tendrían que seguir con vida, lógicamente. Pero la cantidad de años para Trillo y Graffigna en cierto modo puede llegar a reparar el daño que nos hicieron”, expresó Guillermo en su declaración y recordó que Gómez “tiene información precisa no solo de lo que sucedió con mis padres, del calvario que tuvieron que vivir, sino seguramente sobre dónde están sus restos. Y además tiene información de tres o cinco nietos más que están apropiados y no tienen su identidad, y van por la calle viviendo una mentira. Todo esto lo sé por boca de él”.

 

Los amigos y militantes permanecieron en la vereda del Tribunal durante una hora más a la salida de la sala. “Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”, cantaban. Se sacaban fotos con Guillermo, con Mariana, con Rosa. Se abrazaban. Antes de despedirse, la prensa tomó una foto de la familia unida, y luego otra que incluyó a sus abogados y los de la Secretaría de Derechos Humanos de Provincia y Nación, también muy emocionados con el resultado del proceso judicial.

La lectura de fundamentos de la sentencia se llevará a cabo el 6 de octubre, exactamente treinta y ocho años después de la desaparición de José Manuel y Patricia.

Mirá el video que ANCCOM preparó con testimonios exclusivos de Mariana, Guillermo y Rosa:

 

 

 

Actualización 08/09/2016

Causa RIBA: una pobre defensa

Causa RIBA: una pobre defensa

Falta media hora para que comience la penúltima audiencia del juicio por la privación ilegítima de la libertad de José Manuel Pérez y Patricia Roisinblit durante la última dictadura cívico militar. Se prevé que los abogados defensores soliciten la absolución de Omar Rubens Graffigna, Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea; Luis Trillo, a cargo de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA) -donde estuvo secuestrada la pareja-; y Francisco Gómez, quien  trabajaba en la Regional en ese entonces y se apropió de Guillermo, hijo menor de la pareja. En la sala vacía, una sola persona aguarda la extenuante jornada: Mariana Eva Pérez, quien fuera secuestrada junto a su  madre el 6 de octubre de 1978. Recién pasadas las diez y media de la mañana, el juez Alfredo Ruiz Paz da comienzo a la sesión, con la vista cansada.

El primero en alegar es Javier Miari, defensor de Trillo y Graffigna, su escritorio está atestado de carpetas y libros con señaladores. Durante su exposición, invoca a las llamadas leyes del perdón, desestima la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad para tratar el caso y cita, fuera de contexto, a Estela de Carlotto y a Eugenio Zaffaroni para apoyar su argumentación. En medio de su alegato, acusa al kirchnerismo de haber puesto presión sobre los ministros de la Corte en lo que denominó un “insólito vuelco en la jurisprudencia” durante la década anterior en las causas de derechos humanos.

Omar Rubens Graffigna.

Omar Rubens Graffigna.

Alan Iud, Pablo Lachener y Carolina Villella- abogados querellantes por Guillermo, Rosa Tarlovsky y la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo-, escuchan con indiferencia las palabras del abogado, quien a priori cuestiona la validez de todo el proceso. El defensor apela continuamente a distintas causas, juicios, años, nombres de carátulas y leyes para fundamentar el pedido de absolución de ambos acusados.

En cuanto a las pruebas y testimonios presentados por la querella durante el debate “por la supuesta privación de la libertad de Pérez Rojo y Roisinblit” –así lo expresa-, Miari las desestima por completo por resultarle tendenciosas y contradictorias. Se refiere a la testigo sobreviviente de la ex ESMA –Miriam Lewin- como una “profesional de la declaración testimonial” y acto seguido se queja de que “esta causa ha sido novelada” y asegura que ninguno de sus defendidos tuvo nada que ver con la “subversión”. Utiliza todas las artimañas posibles para llevar arena a su costal: que Trillo y Graffigna están demasiado ancianos para ser juzgados, que ambos son hombres pobres que viven sencillamente de su retiro militar, que han demostrado buena conducta, no solo al asistir a todas las audiencias -pese a su edad avanzada-, sino al no haber sido acusados de ningún otro crimen desde 1978 hasta la fecha. Antes de finalizar, se queja de que la defensa solo cuenta con dos abogados, mientras que las querellas está compuesta por trece si se suman los  representantes de Guillermo y Abuelas, Mariana Eva, la Secretaría de Derechos Humanos de Provincia de Buenos Aires y Nación; sumando a la fiscalía, a cargo de Martín Niklison. Acalorado y exhausto, decide permanecer de pie frente a su escritorio durante el cuarto intermedio posterior a su alegato.

Francisco Gómez

Francisco Gómez

Luego es el turno de Sergio Díaz Dalaglio, abogado defensor de Gómez, quien aclara de antemano que adhiere al planteo de prescripción de los delitos de los que se acusa a los imputados, planteado por Miari. Recupera algunas frases que ya se han escuchado en  declaraciones del apropiador de Guillermo: “Gómez sólo sabía usar el pico y la pala”, “Para él criar un hijo ajeno era hacer el bien”, “Es mentira que Guillermo conoció la RIBA”. Repite una y otra vez que considera que la declaración testimonial de Guillermo fue falsa y fantasiosa: “A mí una vez me dijo que pensaba que su padre era un hombre bueno”, asegura y así concluye que su cliente es “absolutamente ajeno a la acusación que se le hace”.

A  las cinco y diez de la tarde, el juez da por finalizada la jornada; recuerda que el próximo lunes tendrá  lugar la audiencia por las réplicas y que la sentencia será el siguiente jueves, 8 de septiembre, a las 10 de la mañana.

La última en abandonar la sala es Mariana, acompañada por su tía. “Cuando yo lo conocí a Guillermo estaba sometido a Gómez, que no era un ‘pan de Dios’ como recién dijo su abogado”, recuerda la querellante, cansada y a la vez contenta de que el juicio esté llegando a su fin. “A mí no me hace mal lo que dicen los abogados. Tienen derecho a tener una defensa y está bien que eso se cumpla, aunque mis viejos no hayan tenido esa oportunidad –afirma-. Dijeron lo que esperábamos, pero  yo la verdad esperaba una defensa más sólida, al menos para Graffigna por ser un jerarca de las Juntas”.

Luis Tomás Trillo.

Luis Tomás Trillo.

Actualizada 02/09/2016

El cuerpo como documento de identidad

El cuerpo como documento de identidad

“¿Qué tienen tatuado?”, se preguntó Martina Matusevich una y otra vez al capturar las imágenes que componen A Flor de Piel, un ensayo fotográfico que investiga la forma en la que los estudiantes y egresados del Centro Educativo Isauro Arancibia hacen de los tatuajes su identidad. “No tenían dibujos. Tenían tatuados nombres, los nombres de sus recuerdos. En general, hablan de personas, de gente que los quiso, que los quiere, que ellos quisieron. Son tatuajes de amor, autorreferenciales. Y ahí estaba parte de su identidad, manifiesta de maneras alternativas al DNI, las preferencias, etnias y demás”, observa Matusevich, que además es docente de la escuela desde hace diez años y coordinadora de La Realidad sin Chamuyo, la revista que publican los estudiantes.

A flor de piel es algo más que una recopilación de retratos. Es un ensayo sobre el cuerpo de los excluidos, las formas de marcarlo a tinta con sus historias personales y la manera en que las ausencias, la crudeza de la calle, y el desprecio social se inscriben como identidades en la piel. “No tienen documentos, no tienen partida de nacimiento, pero sus amores, sus nombres, están tatuados”, reflexiona la docente Lila Wolman. El libro fue presentado el jueves en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, y la muestra de algunas de las imágenes que lo componen puede visitarse en ese espacio de Corrientes 1543 hasta el 31 de agosto.

“La idea de  A flor de piel surgió hace tres años, como una propuesta creativa. Siempre estamos buscando maneras de visibilizar, difundir y contar el proyecto Isauro Arancibia. Darle cara, nombre e identidad a los pibes, darles herramientas para plantarlos en la sociedad y que ellos mismos se sientan dignos de participar. Porque es una población bastante maltratada, que se lo termina creyendo. Entonces, la idea fue crear un libro que mostrara sus retratos, sus tatuajes, sus historias. Era una manera de que dejen de ser los anónimos, las poblaciones en situación de calle. Que sean ellos, y sus nombres”, cuenta Matusevich. Y agrega: “Se probaron retratos en contextos urbanos. Luego intentamos con el estilo publicitario. Fuimos jugando, nada muy armado porque ellos vienen a la escuela un mes sí y otro no, dejan de venir seis meses… No había cita, ni había día. Había un ‘nos vemos y encaramos’. Estábamos armados para hacerlo, cada vez que yo venía a la escuela traía la cámara. Los pibes no tienen dirección, no tienen DNI. Muchos no tienen familia. Pero sus tatuajes son su álbum de recuerdos, ahí están los nombres de sus seres queridos. Y eso se descubrió en el trabajo, lo descubrimos haciéndolo”.

Martina Matusevich, fotógrafa del Isauro Arancibia y del libro.

«La idea fue crear un libro que mostrara sus retratos, sus tatuajes, sus historias. Era una manera de que dejen de ser los anónimos,» explicó Martina Matusevich, fotógrafa del Isauro Arancibia y del libro.

 

A Flor de Piel imprimió una tirada de mil ejemplares que será distribuida en escuelas, bibliotecas populares, y centros culturales. Un porcentaje también estará destinado a la venta. “El que quiere acceder al libro, por lo pronto, puede hacerlo en Paseo Colon 1318 –sede del Isauro Arancibia– o puede escribir al Facebook de La Realidad sin Chamuyo. No tenemos armada ninguna estructura de venta, es muy personalizado. Somos nosotros. Es un espacio abierto, horizontal e inclusivo, y el que quiere acercarse, participar y proponer será bien recibido”, destaca Matusevich.

Ellos

Formar parte de este libro es como me dijo un compañero: ‘El Isauro somos todos, y el libro es del Isauro’. O sea que está bueno que aparezcamos todos juntos: operadores, docentes, y también los estudiantes, que son los que nos hacen crecer día a día. Me gustó la idea de participar de algo junto a quienes me enseñaron a crecer, porque yo fui un alumno de ellos y ahora soy compañero de trabajo”, dice Dante Gómez, egresado de la casa. El Isauro Arancibia es un centro educativo para chicos y chicas en situación de calle, que no solo les permite terminar la primaria y formarse profesionalmente con los cursos que brinda en el contraturno –costura, panadería, serigrafía, peluquería, circo y arte, entre otros–, sino que les ofrece la comprensión y el amor que el frío, el hambre y la hostilidad social les arrebataron. “Me acerqué por mi pareja, porque ella iba antes a la sede que tenían en el edificio que les había prestado la UOCRA. Yo ya había terminado el primario, pero decidí hacer un repaso. Hice la evaluación, empecé tercer ciclo y en el mismo año egresé. El año siguiente me dijeron si yo tenía ganas de darles una mano a los operadores que estaban. Y ahora ya son cuatro años que estoy trabajando con ellos, y me gusta mucho porque de esta forma estoy dando lo que a mí me dieron ellos”, explica emocionado el ex estudiante. En su pecho y en su brazo izquierdo tiene tatuados los nombres de sus hijos, Solange y Tiziano: “Lo que más me importa es tenerlos conmigo, sabiendo que cuando sean grandes ellos van a estar con su pareja, en su casa, y no van a estar al lado mío”, imagina.

Horacio Ortiz, que actualmente también trabaja en el Centro Educativo haciendo fileteado porteño, pudo terminar la primaria en el Isauro. “Me acerqué por unos conocidos que estaban en situación de calle como yo. Estaba con mi nena, que tenía un problema de salud en la columna, y tuve la posibilidad de que ella se escolarice”, cuenta. Además de finalizar sus estudios, asistió a algunos talleres de oficios y fue acompañante del profesor de fileteado porteño José Espinoza durante tres años.   “Aprendí mucho. Pero como este año está el Gobierno de Macri, que nos sacó la beca que nos daba el Estado, no se pudo bancar más a mi profesor. En la escuela me propusieron si estaba dispuesto a emprender un microemprendimiento…Y bueno, como estaba mi otro compañero, que es el mecánico de bicicletas, y no estoy solo, me prendí”, explica.

“Quiero transmitir a los demás qué significa el tatuaje, porque para mí representa muchas cosas”, aclara sobre su participación en el libro. Y mostrando sus tatuajes, continúa: “Acá en la mano tengo un corazón con una M, fue mi primer tatuaje. Falleció mi mamá, y entonces me hice la M como diciendo: ‘Mamá, te llevo en el corazón’. Después me hice mis iniciales, porque mi hermano me dijo: ‘Loco, si algún día a vos se te ocurre no estar en la provincia –porque yo vengo de Formosa– y te pasa algo, tenemos que reconocerte’. Acá pasan muchas cosas, y qué se yo… como hay mucho gatillo fácil, me puse mis iniciales para que mi familia me pueda reconocer a través de los tatuajes”.

 David Bello, alumno del Isauro Arancibia

David Bello, alumno del Isauro Arancibia en la presentación del libro.

Carlos Duarte vive desde los trece años en la calle, y cree que poder estudiar en el Isauro le da las herramientas a las que nunca pudo acceder: “Me hice los tatuajes en un Instituto, hace como un año y ocho meses. Me gustó. Capaz que a mi familia no le gustó, pero a mí sí, porque yo estaba encerrado las 24 horas en un colegio cerrado. Yo no conocía una escuela, nunca estudié y al Isauro me acerqué porque conocí a una chica en la calle que iba. En una escuela como esta hacés mucha tarea. Podés terminar el colegio y tener una carrera. Para mí lo importante es terminar la carrera de trapecista. Soy un payaso, me gusta”, se ríe.

Sin descuidar los contenidos básicos de la escuela primaria, lo que propone el Centro Educativo es reorganizar el programa de enseñanza de manera tal que tenga en cuenta las problemáticas que más sufren estos adolescentes: la vivienda, la salud y la familia. Los docentes consideran que no solo debe educarse para el trabajo, sino para la libertad.

En una de las fotografías publicadas en el libro, sentado sobre un banco de escuela y con mochila al hombro, Juan Carlos Fernández posa mostrando el escudo de San Lorenzo tatuado en su pierna: “Estábamos comiendo algo con un grupo de compañeros en el hotel en el que vivíamos, me sentí conforme, contento, en un lugar cálido, y me lo hice”, comenta. Pero luego de mencionar su identificación con el club de fútbol, se apura a hablar sobre lo que no aparece fotografiado: “Tengo otro en la parte de atrás que dice ‘Adriana’, que es el nombre de mi mamá. No la tengo desde muy chico, y pasaron muchos días de la madre, muchos cumpleaños, muchas navidades, y nunca le hice un regalo. Ni tampoco pude recibir uno de ella. Y creo que el mejor regalo es poder tatuarme su nombre con mucho orgullo, porque me parió, me tuvo en su vientre, y lo único malo es que la vida no me dejó disfrutarla. Pero lo bueno es que por lo menos con este tatuaje la tengo presente”, confiesa.

Con un cariño especial por el Isauro, que le permitió terminar sus estudios y reencontrarse con su familia, Fernández explicó por qué decidió formar parte de A flor de Piel: “Me sumé porque soy compañero de la escuela, y además me pareció algo lindo que yo pueda aparecer en algún lado. Creo que es un orgullo para mi familia sumarme a este proyecto. En la calle mi cara tiene precio. Para la escuela, no. Ellos me dieron una mano muy grande,  porque me consiguieron un hotel para que pueda dormir, me abrieron las puertas y me hicieron vivir algo que pensé que había perdido, que es compartir una mesa en familia”, dice.

Fernández se mudó este año a la vivienda que el Isauro Arancibia consiguió para que los estudiantes y egresados más necesitados puedan estar transitoriamente mientras se piensan a sí mismos y planean su proyecto autónomo. Emocionado, Juan Carlos agrega: “Además, ellos me hicieron reunir otra vez con mis familiares, que los estoy yendo a visitar seguido, pero no tanto porque cuesta soltar un poquito lo tierno de uno. Hay mucha bronca e impotencia en la calle, y la reflejo en mi familia. Me siento mal por eso. La calle me estaba amoldando de una forma que no está buena para ninguna persona”.

Sergio Cairoli, docente de primer ciclo, también quiso formar parte del libro. “Me lo propusieron y me pareció linda la idea de compartir un proyecto con los chicos. Mi tatuaje es una frase de una canción de La Covacha, que se llama Desterrado del cielo, y representa a los pibes que no tienen la oportunidad que otros sí tuvimos y pudimos aprovechar, como tener una familia que te banque para poder hacer lo soñás. Eso es lo lindo de un tatuaje a veces, que te recuerda historias que te hacen ser lo que sos, te dan esa identidad de la que habla el libro”, reflexiona.

La situación del Isauro

La institución, que surgió en 1998 con apenas diez alumnos, no siempre funcionó en el actual edificio. Luego de una lucha de largos años y varias mudanzas, en 2011 consiguió establecerse en Paseo Colón 1318. La Legislatura porteña aprobó ese mismo año, a partir de la venta de terrenos en Catalinas, un presupuesto de 14 millones de pesos para reconstruir el espacio. Sin embargo, recién en 2016 se llevaron a cabo las primeras obras porque, en el medio, quisieron demoler el edificio para que pase el Metrobus.

Con la obra finamente concluida, el Isauro Arancibia se encuentra nuevamente amenazado de demolición por la traza del Metrobus, prevista para 2017. Luego de meses de exigir información al respecto, finalmente recibieron una respuesta del Gobierno de la Ciudad. “Mandamos un mail diciendo que nos parecía horrible que no nos informaran y después de tanto tiempo nos citaron a una reunión. Quieren tirar la parte de adelante del edificio y trasladarla a Brasil y Paseo Colón, donde hoy está la Escuela Taller del Casco Histórico que enseña oficios”, explica Lila Wolman, docente del centro educativo.  “Es terrible lo que está pasando, nos quieren dividir. Te avasallan, uno siente que no puede ni responder. Los pibes están muy mal, están consumiendo como nunca. Estamos atravesando problemas que no tuvimos en estos 18 años. Los meten en cana por cualquier cosa, los matan a palos. Está dificilísimo y estamos muy preocupados. Hay que resistir, y este libro es una manera de hacerlo”, agrega Wolman.

Actualizado 17/08/2016

Destapá y ganá

Destapá y ganá

La empresa de capitales mexicanos FEMSA, distribuidora de los productos de Coca-Cola en Buenos Aires y alrededores, fue intimada por la Justicia a reincorporar a un trabajador que había sido despedido luego de organizar entre sus compañeros la marcha del 24 de marzo, fecha que conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, y de ser señalado por integrar una lista gremial combativa. Esta reincorporación, efectivizada finalmente el viernes pasado, se suma a otras también ordenadas por el Poder Judicial, y ocurridas en las plantas de Pompeya, en la Capital Federal, y de Monte Grande, en la Provincia de Buenos Aires.   

José Agustín Gómez, de 55 años, trabajaba en la compañía desde 2003, en el puesto de operador de movimiento interno. El lunes 28 de marzo –inesperadamente para él- sus superiores le notificaron que lo echaban de la empresa bajo la acusación de integrar una “organización rompeconos” que se dedicaba a la rotura sistemática e intencional de estas guías de señalización.

Gustavo Intrieri, abogado del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDh) que representa a Gómez, afirma que el fallo del Juzgado Laboral N° 30 dejó asentado que las pruebas presentadas por los asesores legales de Coca-Cola-FEMSA no tienen validez alguna. “Se lo terminó acusando de la rotura de más de 15 conos, pero solo presentaron la rotura de uno solo, la cual se sabe que sucedió el 18 de marzo a las 20.00. Pero quedó asentado que en ese momento José se encontraba en otro sector”, explica el abogado. El letrado sostiene que la supuesta rotura de conos fue un montaje de la empresa para tratar de sacarse de encima al trabajador, a causa de su actividad gremial y de su participación en la convocatoria al acto del 24 de marzo.   

El abogado cuenta el último manotazo de ahogado que intentó hacer la empresa de “la gaseosa de la felicidad”: “Pretendió revertir la cautelar del 14 de julio (la cual obliga a la reincorporación del operario despedido) mediante la presentación de documentos y testigos falsos”. Y se explaya en su explicación: “Como pruebas entregó dos fotos en las que quiere demostrar que José está participando del hecho, pero se observa que se trata de otra persona distinta. Incluso las fotos presentan fechas distintas y un cono en lugares distintos, con lo cual no puede tratarse del mismo hecho. Hasta esa torpeza cometieron”.

Traiciones

A los dos días del despido, los compañeros de Gómez organizaron una asamblea de la que participaron unos sesenta trabajadores en horario laboral para que los abogados del sindicato intercedieran a su favor. “Incluso se ofrecían a pagar los conos magullados”, asegurá el trabajador ahora reincorporado.   Bajo esta presión, dos días más tarde, el viernes 1º de abril, intermedió la Federación Argentina de Trabajadores de Aguas Gaseosas y Afines (FATAGA), a través del subsecretario Américo Romero. “El representante gremial –recuerda José- me da la razón y me dice que la acusación resultaba inverosímil. Igual yo le dije que no se quedara con mi testimonio, que investigue a fondo para dar cuenta de la verdad”.     

No obstante, el 6 de abril Romero le presentó a Gómez un telegrama en el que aceptaba formalmente su desvinculación de la empresa. “Yo había ido para que verifiquen que las acusaciones eran falsas y para que luchen por mi reincorporación, y el señor Romero me comunica que no iban a rever mi caso porque -para él- el sindicato no está para interceder en estas cosas. Pero si los sindicatos no están para ayudar al trabajador, ¿entonces para qué están?”, se pregunta con tono de impotencia.

La vuelta de los años 90

Durante el neoliberalismo de los años 90, las grandes empresas fueron favorecidas por una serie de leyes que flexibilizaban el empleo y precarizaron las condiciones de trabajo. Intrieri esclarece la situación en la Coca-Cola de aquellos años: “Los trabajadores carecían de representación sindical de base, ni siquiera había afiliados al sindicato. No se podía criticar nada”.

Y se explaya en cómo se dio el cambio: “Producto de una organización interna, los trabajadores de Amancio Alcorta lograron imponer la representación gremial, que luego se trasladó a la planta de Monte Grande. Pero el sindicato recién nombró a los delegados en 2012, para protegerse antes de que surgieran representantes más de base, y en 2014 los trabajadores presentaron una lista más representativa, la Lista Bordó, que se oponía al accionar de las directivas mafiosas del sindicato de FATAGA, donde no se convoca a asamblea ni se toman decisiones de modo democrático. Cuando gana la Lista Bordó comienza el ataque a los empleados de la comisión interna de la planta Monte Grande”, relata Intrieri.          

Más tarde, según Intrieri, este disciplinamiento fue aplicado por los directivos de Coca-Cola-FEMSA a su central de Pompeya, donde los trabajadores estaban organizados en la Lista Marrón, una agrupación se define como clasista y está integrada mayoritariamente por miembros que tienen afinidad o que militan en el Partido de los Trabajadores Socialistas.

José Gómez, militante de esta lista, no tiene dudas de que los gerentes de Coca-Cola-FEMSA buscan desprenderse de los miembros más activos y organizados en la defensa de derechos. “Nosotros luchamos por derechos que creemos justos, como -por ejemplo- dejar de cobrar el día simple cuando trabajamos en día feriado, o exigir que no nos cambien de serie y de puesto, o que no nos cambien de horario. Siempre le fui fiel al trabajo y nunca le fallé a la empresa, pero parece que luchar por derechos laborales para ellos es ser mala persona”, advierte.

La desvinculación estratégica de trabajadores que están organizados no es nueva en la empresa de la gaseosa más publicitada del país: “Los compañeros de la Agrupación Marrón veníamos sufriendo despidos desde agosto del año pasado, pero despedían con otro método: sin causa y con indemnización”, declara Gómez.

Otros casos

Cristian Durán protagonizó la primera reincorporación de esta serie dictada por la Justicia. Su despido de Coca Cola fue en agosto de 2015 y ocho meses más tarde una cautelar judicial, que aún aguarda sentencia firme, ordenó su vuelta al trabajo en la planta de la calle Amancio Alcorta, en Pompeya.

“Era sabido en la planta que yo soy activista de la agrupación Marrón, la cual busca defender los derechos de los trabajadores que todavía al día de hoy se siguen vulnerando. Nosotros hemos denunciado a la empresa y también al sindicato por no defender al laburante”, declara Durán.  

Otras sentencias que han salido favorables a los trabajadores son las de Sandro Giménez en la planta de Monte Grande y de Jonathan Mendoza, Gabriel Zapata, Walter Lell, Mario Fernández y Gastón Borda en la de Pompeya. A estos se suman dos casos más de empleados que han preferido, por desgaste emocional, no reincorporarse a Coca-Cola-FEMSA.   

Por lo pronto, en el caso de Gómez, el más reciente de esta serie de trabajadores despedidos y reincorporados por orden judicial, pudo reingresar a su trabajo el viernes pasado.

 

Actualizada 16/08/2016