Por Pablo Pagano
Fotografía: ARGENITNA.GOB.AR

¿Cómo se vive en una localidad con 42 grados y sin agua. Crónica de la crisis hídrica en Tartagal.

Son las 6 de la tarde y hace 42 grados. No hay agua en Tartagal, Salta. El agua potable no está al alcance de la canilla desde mediados de noviembre. Más de 50 días.

Para llegar a Tartagal hay que hacer 5 horas de ruta desde Salta capital, 355 kilómetros al noreste de la provincia. La verdulería de San Martín y Gorriti vende el mango a 200 pesos el kilo, a la sombra de un árbol de mango repleto de mangos; los que caen en la vereda se barren. La tropicalidad de Tartagal nunca tuvo un verano tan seco.

23 camiones cisterna distribuyen agua para cerca de 125.000 habitantes. También camionetas con tinacos, tanques de agua de 1100 litros. Se reúnen en puntos en la periferia de la ciudad alrededor de un camión de bomberos para cargar y distribuir, cargar y distribuir. En el centro, solo en el centro, se proveen bidones de agua mineral. El agua de red, cuando hay, no es apta para el consumo humano.

“La gente antes no se levantaba porque solo le faltaba el agua a la gente de la orilla, los del centro tenían. Hoy la crisis no tiene sectores, es todo Tartagal. Y no solo Tartagal, Aguaray, Salvador Maza, Cornejo, Mosconi, Embarcación”, le dice Edith Martearena, que forma parte del Comité de Emergencia Hídrica y es integrante de la Radio Indigena, a ANCCOM.

La sequía que atraviesa la región dejó sin agua al Dique Itiyuro, que abastece la red de General Mosconi, Aguaray y Tartagal. A mediados de noviembre de 2022, en los días del tropiezo mundialista con Arabia Saudita, el norte salteño empezó a atravesar una crisis hídrica que, a pesar de algunas lluvias, sigue sin tener soluciones.

Esta situación excepcional destapó una histórica deuda en infraestructura que todos los años deja sin agua a un porcentaje enorme de la población, sin sequía mediante. Y es que para quienes habitan los barrios periféricos de la ciudad de Tartagal, muchos de los cuales son comunidades originarias, esta crisis hídrica no es una novedad. Su reclamo es el mismo año tras año: igualar las condiciones de acceso al servicio.

“Después de un corte de ruta tremendo, en el que casi me judicializan por, me trajeron un tinaco. Hace 20 días lo trajeron”, cuenta Nancy López, cacique del pueblo Wichi Weenhayek, a ANCCOM.  

Nancy López vive en el paraje Ahajuk (mistol), cuatro kilómetros al este de la ciudad de Tartagal, por la ruta provincial 86. El tanque de agua de 1.100 litros que le llevaron 20 días atrás es para 21 familias, más de 70 personas. La provisión le dura entre 3 y 4 días y la recarga puede tardar hasta una semana.  

“Ha habido cortes de ruta en donde se mezclaban los pedidos, por un lado agua y por otro los tinacos. Se niegan a tener un esquema de abastecimiento comunitario, normalmente piden cada uno un tinaco para su domicilio”, le dice Uluncha Saravia, director del Ente Regulador de Servicios Públicos, a ANCCOM.

Sobre la ruta 86, que comienza en el centro de Tartagal y se extiende hacia el nordeste hasta el Río Itiyuro, viven más de 12 comunidades originarias que tienen que lidiar con los históricos conflictos por la tierra y el constante ataque a su identidad, pero también con las dificultades alimentarias y la falta de agua, este año agravada por la crisis que somete a toda la región.