Por Tamara Micaela Ahumada González
Fotografía: Julián Alvarez / TELAM

La reventa de entradas para ver a artistas nacionales e internacionales trae de la mano estafas, algunas masivas, cuyos perpetradores se aprovechan del fanatismo y la ingenuidad de sus víctimas.

En octubre de 2022, Daddy Yankee se presentó en el estadio de Vélez Sársfield como cierre de una gira que comenzó en los Estados Unidos y continuó en América latina, Chile, Perú y Colombia incluidos, con el anuncio de que se trataba, además, de su despedida de la música.

Organizados por la productora del reguetonero Lauria Entertainment, todos los shows tuvieron problemas en lo referido a la venta de las entradas. Y los errores y demoras de las plataformas de las empresas distribuidoras fueron aprovechados por los revendedores, que en el caso de Argentina compraron boletos a 6 mil pesos y, unos días antes del show, las ofrecían a 40 mil. No sólo eso: se produjeron una gran cantidad de estafas a través de Facebook, revendiendo la misma entrada a diferentes personas.

A nivel nacional, la distribuidora Entrada Uno había cerrado un acuerdo para comercializar la preventa de entradas exclusivamente a clientes de Lemon Card, una tarjeta prepaga que permite comprar y vender criptomonedas, aparte de las funciones habituales como enviar y recibir dinero que tienen las billeteras virtuales.

“Dos días antes de que empiece la venta de entradas, vi en las redes sociales que iba a comenzar la preventa con Lemon Card, ni mis amigas ni yo teníamos esa tarjeta, le preguntamos a todo el mundo y nadie la conocía”, cuenta Brenda Cabrera, una fan de Daddy Yankee.

La preventa logró su cometido y ese mismo día agotó todas las entradas disponibles para clientes de Lemon Card. Al día siguiente, la productora informó que a las 12 comenzaría la venta para todo el público, pero dos horas antes del horario pactado, los fans lograron entrar a la plataforma y hacer una prefila para conseguir sus boletos.

Usuarios que ingresaron a las 12, tal cual lo pautado, llegaron a tener 300.000 personas delante de ellos, pero la capacidad máxima del estadio de Vélez es de 49.540. La última vuelta se agotó en tres horas, dejando a la gente con gusto a poco. “Estaba en el puesto 4.140, pasaron dos horas y seguía estando en el mismo lugar”, se queja Cabrera. Tras el reclamo de los fans argentinos, Lauria Entertainment comunicó que habría una nueva fecha.

Esta vez, recomendaban ingresar con una hora de anticipación para asegurarse el lugar, pero el resultado fue peor. La plataforma no soportó el tráfico de personas navegando en simultáneo, y durante varios minutos permaneció con demoras en el servicio y errores que hacían que los usuarios perdieran su lugar en la fila.

“Cuando los servidores no pueden ejecutar la tarea de tener disponible la página web cuando el usuario lo solicita, se genera un error en el servidor. Esto puede ser por una actualización en la base de datos que ocasiona que se tenga que reiniciar y no puedan acceder en ese momento”, explica el especialista en Seguridad Informática Michel Carlos Ahumada.

La segunda fecha se agotó en unos 30 minutos. Horas más tarde, en Mercado Libre, empezaron a aparecer publicadas entradas con precios de hasta el cuádruple de lo que se vendían originalmente, descolocando a los fans que no sabían si esas entradas eran originales o no.

Esto pese a que Mercado Libre, en sus políticas, establece que se prohíbe la reventa de entradas para cualquier tipo de espectáculo. Sólo están habilitadas las tiendas oficiales de los eventos y, según asegura la plataforma, los anuncios de reventa ilegal serán dados de baja.

También hubo estafas a través de Facebook. Daniela Valdez vive en la provincia de Chubut y compró una entrada a un revendedor que la ofrecía en un grupo llamado “Entradas Daddy Yankee”.

Las entradas eran digitales, esto quiere decir que, una vez realizada la compra, era enviada por Entrada Uno vía correo electrónico. Consistía en un número de ticket, los datos del comprador y un código QR.

Ahumada indica que “el código QR tiene información encriptada y hasta que no sea escaneado en el concierto, las personas no van a saber si fue utilizado o no: puede suceder que el código sea falso o que sea válido, pero que haya sido utilizado por otra persona que ingresó antes”.

Valdez, alertada sobre los cuidados que debía tener para comprar una entrada por un canal no oficial, le pidió al revendedor una captura de pantalla en la que se mostrara el movimiento en homebanking. El revendedor accedió y, luego, le pidió que le transfiriera 30 mil pesos a su cuenta de Ualá –una app móvil de gestión financiera–, con la promesa de que inmediatamente, cuando él recibiera el dinero, le enviaría por correo el boleto, cosa que hizo.

“Lo sigo a Daddy desde que soy chiquita, la última vez lo fui a ver con mi mamá en 2009. No podía perderme su despedida. Apenas recibí la entrada, le envié un mail a mi jefe para decirle que necesitaba tomarme un día para viajar a Buenos Aires, después de que me confirmó, pagué mi vuelo y mi estadía en un hotel de Palermo”, relata.

Cuando llegó a Buenos Aires, el día del recital, dejó sus pertenencias en el hotel y se dirigió al estadio de Vélez. Al llegar vio muchas chicas vestidas de dorado, como ella, ya que era el dress code. “Para nosotras, que somos parte del fan club oficial de Daddy Yankee en Buenos Aires, nos parece súper importante hacer un fan action que consiste en vestirnos de un color específico para darle la bienvenida a Daddy y que su visita a Argentina sea inolvidable. En esta fecha, el fandom decidió que sea todo dorado”, recuerda Romina Osorno.

La emoción de Valdez duró poco. Apenas se acercó a las puertas del estadio, abrió su correo, hizo la fila para el campo general, escaneó la entrada y el molinete encendió una luz roja. “No podés pasar, esa entrada ya está usada”, le dijo el personal de prevención del lugar.

Daniela pidió reiteradas veces que lo verifiquen y en todos los molinetes la respuesta era la misma, su entrada había sido utilizada por otra persona. Cuando buscó la conversación de Facebook con su revendedor, descubrió que la cuenta ya no existía y había caído en una estafa.

Según el último reporte de la Dirección Nacional de Ciberseguridad, en 2021 se registró un aumento de incidentes informáticos del 261%. A su vez, el informe presentado por el Observatorio de Cibercrimen y Evidencia Digital en Investigaciones Criminales de la Universidad Austral (Ocedic), revela cifras impactantes: en Argentina hay en promedio 4.800 fraudes mensuales en sus distintas modalidades (estafas en WhatsApp, phishing, usurpación de identidad y «cuento del tío 2.0»).

Hugo M., revendedor de entradas de recitales masivos, cuenta su experiencia con las plataformas de comercialización: “Yo vendo entradas y pido que me paguen en efectivo, casi nunca uso Mercado Libre porque me cobran comisión y, a veces, me bajan las publicaciones”.

Una práctica usual de los revendedores en Mercado Libre es evadir el control de la plataforma a través de falsos títulos que, una vez adentro de la publicaciones, ofrecen los bienes o servicios que está prohibido comercializar.

Un mes más tarde, otro rapero puertorriqueño, Bad Bunny, también realizó una doble presentación en Vélez y volvieron a aparecer las estafas. Belén Vázquez, una fan del artista, fue una de las perjudicadas. El revendedor llegó a mostrarle una foto de su DNI para darle mayor seguridad y confianza. “Después de enterarme que la entrada ya había sido usada, en la boletería me dijeron que fueron como 10 personas con la misma foto de documento”, se lamenta Belén.

Estafas como las que sufrieron Daniela y Belén también ocurrieron en Perú. Una joven de 18 años, Pamela Cabanillas, vendió siete mil entradas falsas de Daddy Yankee –se estima que llegó a comercializar una sola entrada 377 veces–, y el día previo al concierto se fugó a España. 

“Soy una persona que le gustan mucho las zapatillas, vestirse bien, comprarse ropa cara, salir a comer a lugares caros, tomar buenos tragos, soy de esas personas”, declaró luego, y agregó: “Lamentablemente no van a poder recuperar su dinero porque ya me lo he gastado”. La policía peruana señaló que la joven podría recibir 15 años de prisión, en caso de que se la encontrara culpable de los delitos que la Fiscalía aún está investigando.

En Argentina, las estafas virtuales están contempladas por el artículo 172 del Código Penal: “Será reprimido con prisión de un mes a seis años el que defraudare a otro con nombre supuesto, calidad simulada, falsos títulos, influencia mentida, abuso de confianza o aparentando bienes, crédito, comisión, empresa o negación o valiéndose de cualquier otro ardid o engaño”.

Desde el Ministerio de Seguridad de la Nación recomiendan informarse sobre la reputación de la tienda o el sitio antes de realizar una compra en línea. La experiencia de otro usuario puede servir y mucho. A su vez solicitan que cualquiera puede denunciar este tipo de estafas en comisarías, fiscalías o a través de la línea 137.