Por Eva Coronel Gorojod
Fotografía: Sofía Barrios

El cineasta, actor y cantante popular, Leonardo Favio fue recordado y homenajeado en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con una retrospectiva y una conferencia que analizó su obra.     

“Pasión. Poesía. Memoria”, fueron las palabras que recorrieron la conmemoración a Leonardo Favio. A diez años de su partida, la ciudad de Mar del Plata estuvo repleta de homenajes al ‘trabajador de la cultura’ -como prefería ser nombrado-, en el marco de la 37ª edición del Festival de Cine Internacional donde se proyectaron Juan Moreira, El Dependiente y Nazareno Cruz y el lobo, además de realizarse un panel con ensayistas y críticos para reconstruir su imagen. En el transcurso del festival, el ilustrador Gustavo Sala realizará un mural en homenaje al reconocido director en el foyer del Teatro Auditorium.

“Una tarde como todas las que iba al cine El Dependiente, de Recoleta (nota de la r: se llamaba como una película de Favio), abrí la cabina y saludé al proyectorista, cuando me encontré a Leonardo Favio, que rompió el hielo y me dijo: ‘Pibe, ¿por qué no va a probar como suena la sala?’”, recordó el director y autor, José Ludovico. “Era el hombre más sencillo del mundo. Tenía en su casa sillones de roble para los invitados, pero él se sentaba en un sillón de caña. No había premios exhibidos, las únicas fotos que tenía eran con Maradona y su madre”, agrega.

Fuad Jorge Jury Olivera nació el 7 de junio de 1938 en Mendoza, donde transitó sus primeros años. Leonardo por Da Vinci, le sugirió su madre al pensar su nombre artístico, de quién él robaría su apellido de fantasía, “Favio”. Su figura al día de hoy es irrepetible tanto en la actuación, la música y el cine. “Fue un autodidacta- mencionó el periodista y editor Pablo Scholz-. Aprendió a tocar la guitarra cuando tenía ocho años, con un zapatero chileno que le enseñaba las canciones de Atahualpa Yupanqui a cambio de trabajo”. Sus orígenes atravesados de privaciones, marcaron la retrospectiva de su obra y dejaron una huella para la posteridad.

“El desajuste de Favio es su potencia política. Más allá de las temáticas o sus películas más históricas, tiene que ver con poner en crisis todas las categorías con las cuales nosotros queremos pensar el cine y pensar nuestras categorías sociales”, comentó la académica, Yamila Volnovich. Favio, su mirada personal, llegaba al corazón y rompía el lenguaje del arte convirtiéndolo en oro para el público. Es ese compromiso con el público que lo llevó también a pensar su rol como realizador: “Quien nace cineasta viene con una urgencia: testimoniar el llanto, testimoniar la historia, cantarle a la poesía, ser memoria”, agrega Volnovich.

“En Latinoamérica fue más conocido como músico que como cineasta. Sus películas no pasaron la frontera argentina porque a él no le gustaban los festivales”, comentó Scholz. Sin embargo, revisó su obra fílmica: “Se puede dividir en tres: su trilogía en blanco y negro con Crónica de un niño solo, Este es el romance del Aniceto y Francisca y El dependiente. Juan Moreira inaugaría su trilogía de cine color, con Nazareno Cruz y el lobo y Soñar, soñar. Sus últimas tres fueron, al regresar del exilio, Gatica, Perón, sinfonía del sentimiento y Aniceto”.

“Retomar su última película, Aniceto, sintetiza algunos de los tópicos que se despliegan en toda su obra: la infancia, la vida rural, la feria, el circo y la historia política, en especial la historia del peronismo”, mencionó Volnovich, quien se detiene en la reflexión respecto a la dirección de Favio a los animales: “En Aniceto, la verdadera danza es la de los gallos. Una muestra periférica del erotismo, la violencia y las tensiones”.

Cientos de personas de todas las edades asistieron este sábado a sus obras, que continuarán proyectándose durante la semana del festival. A diez años de su partida, su figura continúa inabarcable.