Por Katherine Berrutti
Fotografía: Laxmi Asnani

Las calles de la Villa 31 se llenaron de glitter y banderas multicolor para reivindicar el derecho a la identidad travesti-trans.

El último sábado se llevó a cabo la IV Marcha del Orgullo Transvillera, impulsada por Marea Feminismo Popular, una organización que enarbola la libertad como el valor principal bajo el lema “la identidad es un derecho y debemos llevarlo como bandera”. 

El punto de encuentro era el Banco Santander de Retiro, a las dos y media. Cerquita estaba la Peluquería “Sophie”, donde una banda tocaba cumbia de antes, reversionada con temas de la actualidad. Todxs cantaban y reían al compás de la música.

Globos de muchos colores decoraban la escena, los balcones de las casas aledañas lucían adornados con las banderas del orgullo LGBTQI+. Se vivía un ambiente de festejo y se respiraba felicidad. El calor era sofocante, se vendían bebidas y cerveza bien helada.

La caravana partió desde la calle Tres de Diciembre, ubicada en la Manzana 12 de la Villa 31, hacia Ulla Ulla. Comenzaron el viaje organizaciones como Barrios de pie, MTL villa 31 y AHF Argentina (la organización más grande a nivel global que trabaja en prevención, detección y tratamiento de VIH y sida para todas las personas sin importar su capacidad de pago). 

El incipiente verano invitaba a todos a moverse al ritmo de las cumbias que escuchaban de fondo, llegó una carroza ornamental que dio inicio a la marcha. Ninxs, adultxs y ancianxs acompañaron el recorrido por el Barrio Mujica. 

Las miradas de lxs vecinos dejaban entrever respuestas positivas y negativas del reclamo. Caras de asco, indignación, sorpresa; otras de alegría, orgullo, satisfacción; incertidumbre, vergüenza. 

Las chicas flameaban su bandera con orgullo y pasión, como diciendo «acá estamos, y no vamos a callarnos más». La pelea continua día a día, los prejuicios siguen latentes en cada esquina, solo queda mirar para delante y seguir. “Nadie puede decirte cómo vestirte o como ser, ya no estamos para calabozos ni castraciones. Vinimos a vivir y disfrutar cada aspecto que tiene la vida”, dice una de las manifestantes. 

Se reclamaban derechos, se exigía libertad: de expresarse libremente, de vivir como cada unx quiera. Pedían reconocimiento, no ser invisibles para la sociedad. A medida que iba sumando kilómetros, el clima se tornaba más emocionante, se transmitía esperanza, amor por la camiseta de cada agrupación. La carroza llevaba el brillo que merecía ese día, el glitter en el rostro de cada una de las compañeras alumbraba las calles. Ya no había miedo, jamás lo hubo, se taparon los prejuicios y se cantaba cada vez más fuerte las canciones que sonaban en los parlantes. 

Un día para el recuerdo.