Por Nélida Medina Durán
Fotografía: TELAM

Según Alberto Rodríguez, secretario general de la Asociación de Taxistas de Capital (ATC) UBER gana unos $158 millones de dólares al año que se van del país. La cifra no es precisa, pero faltan fuentes transparentes que garanticen la rigurosidad del cálculo.

 

“Anualmente UBER ganaría 158 millones de dólares en la Argentina. Como no realizan inversión de ningún tipo, porque no gastan en autos (a lo sumo, no sé, arreglaran sus computadoras), ese dinero se fuga del país”, afirma Alberto Rodríguez, secretario general de la Asociación de Taxistas de Capital (ATC).

La cifra, que Rodríguez reconoce como estimativa, surge  de los reportes de ganancias que hacen las empresas que cotizan en bolsa. A esta información se suman las constantes filtraciones sobre presiones, amenazas y estrategias agresivas hacia los gobiernos de los países en donde operan y una rentabilidad que no deja de ser ni clara ni transparente.

El 12 de abril de 2016, UBER se instaló en Argentina sin cumplir requerimientos legales, sin pagar impuestos y sin CUIT habilitante. ¿Cómo lo logró? Sobre todo por medio de presiones al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y gestiones ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) para evitar el pago de impuestos. Estas maniobras se conocieron por la filtración de documentos, correos electrónicos y mensajes de texto del período  2013- 1017, obtenidos por The Guardian y luego publicados y compartidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ)

En febrero del 2018, una resolución de la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Penal, Contravencional y de Faltas, hizo lugar al pedido de clausura del fiscal de Cámara, Claudio Lapadú. Esto llevó al bloqueo de UBER por organizar actividades lucrativas no autorizadas en el espacio público; los pasajeros ya no pudieron pagar sus viajes con tarjeta e inhabilitó a su CEO local, Xavier Otero, por dos años. Sólo cuatro meses después, el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires revocó la resolución alegando que ”está  permitido que cualquier conductor transite con su vehículo particular o el que le ha sido encomendado por las calles y avenidas libradas al uso automotor con o sin pasajeros”. Nuevamente en 2020, el mismo Tribunal rechazó la apelación del fiscal Claudio Lapadú, quien reclamaba la inconstitucionalidad del fallo anterior. Se determinó así que Uber no cometía ninguna contravención, con lo que su actividad quedó legalizada.

“En nuestro país Uber se considera a sí misma como una plataforma, no como una empresa de transportes. En abril de 2019, la AFIP determina que Uber tiene una deuda con el fisco, en materia de tributos y cargas sociales, por $358.700.000 de los períodos 2016-2107”, explica Juan Manuel Ottaviano, abogado laboralista especialista en derecho de trabajo y seguridad social y asesor de la Asociación de Personal de Plataformas (APP), primer sindicato de trabajadores de plataformas en América Latina. Para Ottaviano, la AFIP partió de “una presunción de deuda que estimó según un análisis de la ruta del dinero que cobran los choferes y que es recaudada por UBER de manera continua y periódica en concepto de comisión, pero a la vez, de cobro de servicio de movilidad de transporte; y también de otra presunción de que los choferes están trabajando para una empresa de plataforma y en relación de dependencia”.

Para el abogado “el asunto pendiente es la clasificación de la actividad económica de UBER o su debate, por lo menos administrativo, para que la AFIP pueda encuadrar adecuadamente el servicio que UBER presta”. Al no estar dirimida la cuestión de la clasificación económica, tampoco lo está el encuadre del trabajo de los choferes, si son empleados en relación de dependencia o contratistas que hacen uso de la aplicación.

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Uberización o independencia

Alberto Rodríguez asegura que UBER elude cargas sociales de los trabajadores mediante el uso de lo que considera “un eufemismo”: “Decir que sus empleados son socios es de una irracionalidad absoluta. No asumen que son una empresa de transporte al fijar recorridos, viajes y el valor de los mismos”. Rodríguez aclara que acompañarán el juicio de la AFIP pero se lamenta porque de mometo “no conseguimos absolutamente nada. No hay decisión política. Una política que suponga soberanía nacional e independencia económica”.

“Los cálculos que se hacen sobre facturación de choferes de UBER, por cobro de viajes, y de ahí derivar cuál es la ganancia anual o mensual y la presunción de que UBER fuga el dinero a casa matriz, son todas estimaciones”, asegura Ottaviano, en diálogo con ANCCOM. “No es una empresa que se caracteriza por mostrar balances positivos, desde que existe a la fecha. Tal como está diseñado el modelo de negocios a nivel global o local, presenta grandes pérdidas”. La razón para continuar invirtiendo es que se espera “un crecimiento exponencial en los mercados con expectativas, de cara a los inversores de riesgo, de que estas compañías se van a convertir en monopolios más temprano que tarde. Van a hegemonizar mercados y dar ganancias extraordinarias”

Sofía Scasserra, economista y especialista en economía digital, advierte que, si bien las ganancias de UBER se publican, saber si son verosímiles los números estimados por la Asociación de Taxistas de Capital, “requiere una investigación compleja que no se puede resolver a priori”. Para obtenerlos, habría que entrar en la página de UBER y ver sus últimos  reportes de ganancias. “Hay que mirar el estado de resultados, el estado financiero y fijarse si están los números desagregados por país, cosa que dudo”.

 Al hacer el procedimiento que sugiere Scasserra, se constata que las cifras son por regiones, no por países. Para sacar conclusiones más precisas, sostiene Scasserra, también habría que saber “quiénes son sus competidores, cuánto dinero ganan, cuánto se gana en el sector, cuál es la tasa de rentabilidad del sector. Es un trabajo que lleva mucho tiempo”. 

Al no haber más transparencia en los números dados a conocer por la empresa, es muy difícil constatar la cantidad de dólares que se van al exterior y, sobre todo, entender cómo este modelo de negocios sigue vigente a pesar de las pérdidas económicas anunciadas por UBER.