Por Jessica Safranchik
Fotografía: Sofía Barrios

La semana próxima se conocerá el índice inflacionario de marzo y marcará un nuevo récord. Los aumentos por expectativas, por la guerra de ucrania y por la concentración económica.

El pasado 18 de marzo explotaron las redes sociales tras un novedoso anuncio de Alberto Fernández: la declaración de la guerra a la inflación. La semana próxima, el INDEC anunciará el índice inflacionario del mes pasado y todo indica que el presidente perdió la primera batalla: las consultoras económicas, en su mayoría, pronostican un piso del 6%. El gobierno estará obligado a tomar medidos para controlarla, en un contexto nacional e internacional cada vez más complejo.

“Los costos más importantes del país son los que dirigen la inflación. Si suben esos costos, suben los precios en general”, explica el economista de la Universidad Nacional de Moreno, Alejandro Fiorito, sobre las causas de estos incrementos. Menciona cuatro factores que se hallan en todo producto final y que hacen al traslado de precios en la cadena: los elementos importados que se utilizan en el proceso de producción; los salarios; las tarifas y, lo que más repercute en la actualidad, la inflación internacional,  que ya venía en alza debido a la pandemia y ahora se agravó con la guerra entre Rusia y Ucrania-.

Y si hablamos de precios internacionales, es inevitable mencionar una de las medidas más resistidas por el establishment econonómico al momento de tratar la inflación: las retenciones a las exportaciones. Para Lorena Putero, economista e integrante del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, este es uno de los principales problemas actuales. “Tiene que ver con a quién le querés vender lo que producís. Si tenés que elegir entre comercializarlo en Argentina en pesos o afuera en dólares, ¿qué vas a hacer?”, dice. 

Pero, aunque esta sea una de las herramientas ideales para controlar la inflación, hoy las retenciones encuentran obstáculos para ser aplicadas por el Poder Ejecutivo. Cualquier otra de las medidas que se estén tomando en el entretanto, según el economista jefe en el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, Nicolás Pertierra, apunta a amortiguar parcialmente el shock internacional.

“Otros instrumentos pueden llegar a ser los fideicomisos -que algo se implementaron-, o medidas de tipo de cambio diferencial. Después queda la tarea de trabajar sobre la inercia, más asociada a acuerdos y congelamientos de precios en varios sectores en simultáneo. Desarmar tasas de interés, alquileres que se ajustan por inflación y demás, para poder ir eliminando esa inercia. Pero en este contexto es más difícil”, declara el economista.

En este sentido, Putero declara que “todos pensamos que va a haber inflación, entonces vamos aplicando márgenes, y eso va a hacer muy difícil controlarla porque el conjunto de la sociedad ya está con la expectativa de que va a haber inflación y además, con el tema más problemático, – la suba de precios de los alimentos- que a mi entender es lo que más nos preocupa a todos, está muy concentrada su producción, distribución y comercialización”.

Pocas empresas que conforman la industria alimentaria controlan toda la estructura de costos.

Esto implica que las pocas empresas que conforman la industria alimentaria controlan toda la estructura de costos. Desde la economía social, según la economista, una posible solución a largo plazo sería trabajar en la desconcentración de la producción, distribución y comercialización de los alimentos y el acompañamiento a los pequeños productores; todas medidas de las que hay experiencias referentes en diversos municipios como el de Santa Rosa o el de Trenque Lauquen.

“Si podemos fomentar productores con cadenas más cortas – o sea, que el alimento este más cerca, que no haya que traerlo desde tan lejos y que no pase por tantas manos- ahí empezás a poder reducir y controlás los insumos, con todas las limitantes que tiene. Porque muchos de los productores no son propietarios, entonces habría que acompañar en el control del precio de la tierra también”, afirma Putero. Ya distintos sectores, como la Vía Campesina, la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT) o El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE), vienen reclamando por esto hace mucho tiempo,

Fortalecer pequeñas y diversas cadenas de comercialización, distribución y consumo es una verdadera forma de pensar en cómo solucionar estos problemas en el largo plazo. Además, esto permitiría luchar contra otro de los grandes agentes de la concentración en esta industria: los supermercados. En este sentido, para Putero es necesario reforzar los controles de precios, especialmente en políticas públicas como Precios Cuidados. Pero por sobre todo, para ganarle la guerra a la inflación no se necesita una sola medida sino un conjunto de políticas orientadas a dicho fortalecimiento de los controles, al incentivo de la competencia para diversificar los tipos de comercialización, y también al enfrentamiento de problemáticas como la de los alquileres, que hoy no se tratan adecuadamente y repercuten, como un efecto dominó, en la cadena de precios.