Por Vera Lauckner
Fotografía: Gentileza Prensa Kapanga

Miguel de Luna Campos, mejor conocido como Maikel, es el guitarrista de Kapanga, la banda argentina que cumple 25 años de éxitos. Un poco de rock, ska y cuarteto; varios son los géneros que pueden atribuírseles al grupo pero hay una palabra que sin duda los identifica: fiesta. La fusión de géneros, sus letras y la energía de sus shows son características que los distinguen en el gran mundo de la industria musical nacional. Aunque la cuarentena los obligó a ponerle pausa a la producción del nuevo álbum, ya van por su segundo recital por streaming, llamado Kapanga Night Show, una experiencia multiperformática con invitados y sorpresas. Maikel habló con ANCCOM y comentó algunos adelantos sobre la presentación que van a realizar el 24 de octubre junto a Pity Fernandez. Además, reflexiona sobre las nuevas movidas musicales, el feminismo en el rock y la situación económica de los músicos durante el aislamiento.

¿En qué consiste el Kapanga Night Show y cómo se diferencia de otros shows por streaming?

Los diferentes colegas o músiques tratan de aggionarse a la personalidad de cada uno. En nuestros shows participa mucho la gente y hay un feedback muy grande. Entonces, pensamos cómo quebrar la barrera entre la tele, la computadora, la pantalla del celular y la banda. Nosotros le pusimos de nombre Kapanga Night Show por la música que hacemos y por cómo son nuestros shows, que sencillamente un streaming no iba a ser efectivo. Lo que planteamos es como un programa de televisión donde hay un conductor, que es el Pollo Cerviño, un periodista amigo de la casa. Y nosotros somos la banda esclava, que musicaliza los remates, los chistes y todo eso. Después, en un momento nos convertimos en Kapanga y hacemos el show propiamente dicho. Son dos situaciones diferentes: cuando interactúa el periodista con la banda es una iluminación de estudio muy de televisión y cuando tocamos como banda cambia drásticamente a un show de rock.

Ya es la segunda fecha que hacen. ¿Qué la diferencia de la primera?

Lo primero que se renueva es el playlist, la lista de canciones es completamente diferente. En el primer show tuvimos un invitado, que es algo que queremos respetar, porque hay como ciertos bloques y juegos. En el primero fue Walter Meza, de Horcas, que no solamente vino a cantar con nosotros una canción que ya había grabado, sino que también se dedicó a hacer otro tipo de cosas, contar un poco lo que hacía con otras bandas y entonces podemos ver otras facetas artísticas. En este Kapanga Night Show el formato va a ser el mismo. El invitado va a ser Pity Fernández, de Las Pastillas del Abuelo, que va a hacer un par de canciones con nosotros y también se va a someter a ciertas trivias. Son dos puestas completamente diferentes desde la locación, el contenido, el playlist y la iluminación.

Y basándote en esta primera experiencia que tuvieron, ¿qué diferencias encontrás con lo presencial?

En realidad me pasó algo bastante simpático. Primero tuvimos dos meses de ensayo y nos acostumbramos a eso. Veníamos de meses sin ver gente y, cuando se empezaron a  aprobar los protocolos que se podía ir a ensayar, nos encontramos para el primer show que fue en el Estadio Malvinas. Cuando llegamos fue raro ver el estadio vacío pero como nosotros veníamos acostumbrados y veníamos ensayando eso, la verdad que no fue tan significativo. Si fue más raro en el Luna Park cuando hicimos Cosquín Rock. En un par de notas me preguntaron si me resultaba raro tocar en el Luna Park sin gente. La verdad, me hubiera parecido raro si hubiera gente. Hace seis o siete meses que no hay espectáculos. Así que estamos ensayando de esa manera y tratamos de concentrarnos en que el show es eso y el público está en la casa, como un ejercicio mental, porque si no es bastante extraño.

¿Cómo es el protocolo de ensayos?

Hicimos un par de Zooms, definimos las playlists. Tenemos como varios grupos de WhatsApp: en uno está lo que es producción, en otro más que nada la logística respecto a qué equipamiento se iba a utilizar, la iluminación. Y cada uno iba ensayando en su casa. Cuando se aprobaron los protocolos sencillamente fue juntarnos, mirarnos, contar hasta cuatro y empezar a ensayar.

¿Cómo fue ese reencuentro? ¿Cuánto tiempo estuvieron sin verse en persona?

Cuatro meses, o un poco más. Igual nunca perdimos el contacto. Las primeras llamadas ni siquiera tenían que ver con qué íbamos a hacer con la banda, era más que nada porque nos extrañábamos. Somos una banda que estamos cumpliendo 25 años y por suerte recuerdo pocos fines de semana en mi casa. Entonces, esa situación era bastante extraña: estar en tu casa de una manera forzada, no porque estabas de vacaciones con tu familia o porque era tu tiempo libre, sino por una situación externa como es la pandemia. El contacto lo teníamos igual, nos juntábamos virtualmente a tomar algo, como si estuviéramos en un bar pero por teléfono.

 ¿Alguna vez habían estado tanto tiempo sin verse?

No, jamás. De hecho nosotros, las vacaciones siempre paramos rigurosamente del 23 de diciembre, que es la última fecha hábil que puede haber show, hasta el 15 de enero. Ahí tomamos vacaciones y no puede haber contacto entre nosotros, es para dedicarnos a la familia puntualmente y porque es sano después de estar todo el año mucho tiempo juntos. Y aparte también para dar la oportunidad de extrañarnos. Siempre sucede así pero de esta manera no porque además es forzado, es muy extraño.

La banda ya tiene 25 años, ¿cómo es el recorrido? ¿Qué fueron cambiando en cuanto a letras y estética de la banda?

Un montón, porque son más de nueve discos de estudio, tres discos en vivo, filmamos una película. Fuimos cambiando con el tiempo, como cualquier banda que sea inquieta. Empezamos jovencitos y hoy en día todos tenemos hijos, pasaron muchas cosas que te hacen sí o sí cambiar, no es algo que uno se propone. Generalmente trabajamos de a tres discos, buscamos un contenido y una forma, y después de eso hacemos algo drásticamente diferente, dentro de nuestro mundo. Por ejemplo, decimos: “En este disco vamos a cambiar drásticamente la mirada desde las letras, quizás en vez de ser mas irónicas son mas introspectivas”. O la música, apostar en otros estilos o en sonidos más contemporáneos.

¿Y ahora están trabajando en algo nuevo?

Sí, de hecho estábamos por comenzar los ensayos para grabar lo que iba a ser el sucesor de Motor Música. Lo único que pudimos hacer fue un adelanto que se llama “Todavía”, que salió el año pasado con la participación de Nahuel Pennisi. Ahora estamos preparando lo del Night Show y después nos vamos a meter de lleno a ver si podemos aprovechar y empezar a grabar el disco. Si bien seguimos trabajando en eso cada uno desde su casa, mandando material por mail; para grabar discos, para terminar de componer y en especial para pre-producir, tiene que ser presencial.

Desde el 2015 surgió una oleada feminista muy fuerte en el país, ¿creés que eso les repercutió a la hora de componer y crear?

Hasta ahora no me sucedió de tener la necesidad de escribirlo. En el momento que me surja seguramente lo voy a utilizar. Desde hace años, cuando escribo trato que no tenga género, porque me gusta que interpele a cualquiera. Siempre intenté hacerlo. Por ejemplo, a mi me llaman de radios para musicalizar segmentos de programas. Si me piden 14 temas, lo primero que pienso es que tiene que haber contenido de género. La mitad tiene que ser de chicas y la otra mitad de chicos, para hacerme cargo de eso pero también para que culturalmente sea mucho más rico lo que se está mostrando.

¿Creés que el rock en Argentina es un ambiente machista?

Sí, totalmente. El rock, el futbol, la política. El mundo es machista. Lo que pasa es que ahora está más en boga el hablarlo y ponerlo sobre el tapete. Internacionalmente hubo más artistas femeninas y me parece que en el rock argentino eso costó muchísimo porque no había solistas. En el rock nacional al principio estaban Fabiana Cantilo o Hilda Lizarazu, pero siempre eran coristas y recién después podían hacer su carrera solista. Gracias a Dios eso está cambiando pero falta un trecho por caminar. Hay un paradigma que aparentemente se quebró: yo no creo que sea así, me parece que todavía falta muchísimo más para trabajar. Los femicidios siguen existiendo, la violencia de género sigue existiendo. Incluso con la diversidad sexual. Es algo que está muy institucionalizado en la sociedad y va a pasar un tiempo bastante largo hasta que se pueda quebrar ese paradigma. Mientras tanto hay que seguir trabajando y hacerse cargo.

¿Cómo ves el panorama musical en Argentina en los últimos años y las nuevas movidas como el trap?

Lo veo bárbaro. De todas las músicas nuevas y contemporáneas soy celebrador. De hecho, generalmente nos caracterizamos por eso. Siempre tratamos de generar complicidad con las nuevas generaciones. Es súper copada esa fusión de culturas. Después entiendo que hay una parte más dinosaurio de rock que terminan siendo como jueces: dicen qué es y qué no es rock, cuando el rock teóricamente es libertad. Dentro de la nueva movida del trap hay un montón de cosas que me gustan y un montón de cosas que me aburren, pero no por el género sino porque, al estar en boga y muy en los medios, hay una sobreinformación de artistas que están haciendo todos exactamente lo mismo. Entonces comienzan a repetirse las estructuras, las armonías, como le pasó también en su momento al rock and roll y al punk rock. Aparecieron millones de bandas que sonaban como Los Ramones y eso no quiere decir que el punk rock no estaban bueno.

¿Cómo ves la situación económica de los músicos en este periodo de cuarentena?

Es bastante caótica la situación en general, en todo lo que corresponde a nuestra profesión. No solamente los músicos: los managers, los técnicos de sonido, los iluminadores, el staff, los armadores de escenarios. Nosotros trabajamos mucho en fiestas privadas y en eventos: pienso también en mozos, DJ’s, seguridad. Es desalentador el panorama mirando hacia el futuro, porque fuimos los primeros que paramos y somos los últimos que vamos a comenzar a trabajar. Si bien están los streamings y empezaron los auto-conciertos, no dejan de ser paliativos. No podés hacer ni uno por mes porque también es generar contenido constantemente nuevo con tiempo que no hay. Es bastante difícil la situación, tengo un montón de amigos músicos que están haciendo repartos. También están los que tienen suerte, tienen ahorros y pueden vivir esperando a la nueva normalidad. Pero el panorama es bastante desolador. Y también el poder adquisitivo de la gente es mucho menor. Siempre es un problema pero en medio de una pandemia, la economía mundial está deprimida y se resiente mucho más en cosas que no son esenciales como comer o pagar la cuota del colegio.