Por Guadalupe Diomede (Universidad Nacional de Moreno)
Fotografía: ANCCOM

Andrea Ortigoza, 51 años, de Ituzaingó, artesana desde hace 17 años, utiliza la técnica pasta piedra, un material que se trabaja en forma similar a la cerámica, una combinación de cemento y arcilla o enduido. Con ella crea platos, relojes, objetos de decoración o macetas. Siempre trabajó en feria estable, estuvo varios años en la de Ituzaingó y hace cuatro que comenzó a vender en la Feria de Morón los viernes, sábados y domingos. Ortigoza tiene cuatro hijos, al igual que muchos otros feriantes vive de sus creaciones, ese es su único ingreso. Con la pandemia, publicó su producto en Facebook, trabaja a pedido y mucho mejor. Señala: “Amplié el público, antes me encasillaba en estar en la feria y siempre es el mismo público, en cambio ahora estoy trabajando con un montón de gente en el barrio, publicando en grupos de vecinos y al tener vehículo puedo hacer entregas a domicilio”. ¿Pero qué sucede con otras artesanas y artesanos?

Para Débora Ledesma, 43 años, de Hurlingham, la situación es distinta. Realiza duendes artesanales, forma parte de la Feria de la Plaza de su localidad y comenta: “En nuestro partido la feria sigue suspendida, hay una página que nos permite publicar nuestros trabajos y compartir para que la publicación llegue a más personas. La verdad es que para nosotros es muy difícil la venta ya que lo nuestro no es un artículo de primera necesidad, dada la situación que se vive las ventas bajaron de forma abismal, sumado a que se redujo en mi caso el área de entrega, ya que solo me puedo mover dentro de mi partido. No puedo viajar a otras zonas como Morón, Palomar e Ituzaingó.”

Martín Acevedo, 31 años, de Morón y artesano desde hace 8 años, dice que es su principal fuente de ingreso, aunque también se dedica ocasionalmente al sonido en vivo de bandas. Un trabajo menor pero complementario que hoy en día se ve interrumpido por el aislamiento. Martín y su compañera reciben el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y con esta ayuda pueden solventar el alquiler y otros gastos. Otros no corrieron con la misma suerte de recibir este beneficio, ya sea porque tienen un pequeño ingreso o son extranjeros.

“Fue un golpe muy duro, yo me dedico a lo que es la encuadernación y pintura, nos tuvimos que reinventar mucho, empezar a trabajar con las redes, con la imagen, la fotografía, un montón de cosas que las tenía en mente o veía pero que no habíamos profundizado. No podemos adquirir una cámara profesional así que por medio de tutoriales buscamos cómo mejorar las fotografía, cómo encarar a los clientes, manejar Instagram”, señala Acevedo.

El panorama en el Conurbano aún sigue muy difícil, pero los artesanos y feriantes planean la vuelta presentando protocolos a los municipios correspondientes. En Morón se presentó un modelo  para reiniciar la actividad, basado en el realizado  por los artesanos de San Fernando, quienes fueron habilitados para reabrir las ferias a partir del 4 de septiembre. Lo que se propone es utilización de tapabocas, distancia entre cada puesto, colocación de nylon en cada frente para no estar en contacto directo con la gente, alcohol en gel para los clientes y feriantes y que no puede haber más de una persona por puesto, y si hay dos tienen que ser de la misma familia.
En San Fernando se aprobó la apertura de la feria pero sin artesanos invitados y en Morón se hizo un listado de la gente que posiblemente armaría puesto si se habilita la feria;  ya son más de 60 artesanos con la idea de participar. “Hay mucha gente que quiere volver a trabajar”, resalta Ortigoza.

Ledesma y Ortigoza destacan que extrañan de la feria lo social, el compañerismo. Para ellas es un espacio de trabajo pero también una comunidad, donde uno comparte muchas cosas.  

Los feriantes vienen de una coyuntura muy hostil por la recesión económica de  los últimos años. La caída del consumo cultural fue alta, remarca Martín Acevedo. Y tal como destacan muchos, la artesanía no es un producto esencial y es lo primero que queda afuera de la adquisición de la gente. Mientras que los artesanos, feriantes y emprendedores siguen a la espera de una respuesta, tratan de visibilizar sus trabajos de manera online, para unos cuantos esto los favoreció, a otros no tanto por lo que optaron saliendo a “parchar”, como le dicen ellos, que significa tirar una tela o lona en el piso y tratar de vender lo que producen.