Según Libertate, una empresa social que trabaja por la inclusión económica de las personas con discapacidad, el 80 por ciento de esta población en edad económicamente activa está desempleada, siendo las mujeres, disidencias y personas en situación de vulnerabilidad social las más afectadas. También afirma que el cupo laboral del 4 por ciento para el sector público, establecido por la Ley 22.431, de Protección Integral de los Discapacitados, está muy lejos de ser cumplido a pesar de haber pasado 18 años de su sanción.
“A veces se cataloga a las personas como población inactiva dando a entender que no están buscando trabajo y es algo muy peligroso. No es que no estén buscando trabajo porque no quieran, sino que las barreras son enormes. Veníamos de pensar que la pensión por discapacidad era incompatible con cualquier remuneración laboral, pero aún así muchas personas ante la inseguridad y las barreras que hay en el ámbito laboral preferían quedarse con esa pensión a riesgo de perderla”, afirma Gabriela Ferreiro, co-directora de Libertate.
“Por otro lado, tenemos la ley de cupo para el sector público, que es del 4 por ciento y alcanza a todo el sector público nacional, incluyendo universidades y empresas prestatarias de servicios públicos; pero estamos lejos de alcanzarlo, llegamos a menos de la mitad desde el último informe que recibimos”, continúa Ferreiro.
De acuerdo al Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad, realizado en 2018 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el grupo de edad de 30 a 49 años es el que presenta mayores tasas de actividad y empleo, pero la tasa de inactividad del grupo de 65 años en adelante alcanza al 86,7 por ciento. A nivel regional, Gran Buenos Aires exhibe la tasa de empleo más elevada, con el 35,4 por ciento. Por otro lado, el 17,7 por ciento de la población que no trabaja y no busca trabajo afirma que el principal motivo por el cual no lo hace es porque es jubilado o pensionado, mientras que el 13,6 afirma que no va a conseguirlo a causa de su discapacidad. Un 9,8 por ciento declara que se debe a que se dedica al cuidado del hogar. Este motivo presenta grandes diferencias por sexo, y representa el 15,7 por ciento de las mujeres y el 1,1 por ciento de los varones.
“También es importante que no sólo el sector público sea el que brinde trabajo porque siempre se trata de una oferta muy acotada y muy específica. En general, las búsquedas son para trabajo administrativo y brindan muy pocas oportunidades de crecimiento laboral, entonces pasa que las personas, aunque estén estudiando una carrera universitaria o tengan un título, terminan quedándose con la seguridad de tener el puesto de trabajo”, afirma Celeste Pavez, encargada del área de Contenidos y comunicación inclusiva de Libertate.
“Además, el último informe de (la consultora laboral) Adecco lanza que el 71 por ciento de las empresas no tiene contratación de personas con discapacidad y el 86 por ciento igual estarían interesados en incluir personas con discapacidad. En Argentina tenemos leyes de incentivo para empresas pero creemos que son bastantes ineficientes porque lleva un trabajo burocrático enorme a la empresa para reducir muy pocas cargas sociales”, agrega Gabriela Ferreiro.
Libertate es una organización que nació en 2015 con el desafío de asesorar a las compañías y organizaciones con las que trabaja para vencer las barreras culturales observadas desde el colectivo de discapacidad, abordando la temática desde una perspectiva social y desde los derechos humanos.
“Justamente ese es el gran desafío, correr el foco de las personas con discapacidad vinculado a un modelo rehabilitador”, enfatiza Ferreiro. En la organización trabaja un equipo interdisciplinario en donde también se desempeñan personas con discapacidad, que aportan su mirada desde sus propias experiencias. “Por lo general, en cuanto a la discapacidad lo que se escuchaba eran las voces de los «expertos», de los médicos y otros profesionales, pero nunca de la persona con discapacidad y eso está cambiando”, advierte Pavez.
Desde Libertate afirman la importancia de visibilizar y articular con el “activismo disca”, ya que entienden que es este colectivo el que releva de primera mano y conoce las barreras de forma concreta.
“Si bien me siguen en Instagram personas con discapacidad, siempre apunté a la concientización colectiva, sobretodo a que las personas que no tienen discapacidad puedan acercarse un poco más a la temática y vean cuestiones que vivimos las personas con discapacidad, que quizá no se dan cuenta, no por maldad sino por ignorancia, desconocimiento o por no tener alguien cercano”, sostiene Florencia Cambareri, referente del Activismo Disca Diverso, estudiante de Derecho y técnica en Recursos Humanos.
Desde la cuenta en Instagram @repensar.la.discapacidad, Florencia Cambareri difunde información relevante sobre la temática, incentiva reflexiones, invita a debates y comparte pensamientos. Actualmente, Florencia tiene más de 13 mil seguidores. “La verdad, me esperaba como mucho entre 200 y 500 seguidores pero nunca imaginé todo esto que está pasando. Mi idea era, «yo publico, y con que le sirva a una sola persona, ya soy feliz», pero sin demasiadas expectativas”, asegura.
Muchas de las problemáticas preexistentes a la pandemia por Covid-19 se acentuaron en este contexto de aislamiento obligatorio. La referente del activismo disca afirma que una de ellas tiene que ver con las dificultades administrativas o las trabas burocráticas que tienen que afrontar los pacientes con discapacidad a la hora de realizar tratamientos médicos virtuales. Más allá de esto, remarca que el mayor problema está asociado a la falta de trabajo.
De acuerdo al artículo 27 de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, se reconoce “el derecho de las personas con discapacidad a trabajar, en igualdad de condiciones con las demás; ello incluye el derecho a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un entorno laborales que sean abiertos, inclusivos y accesibles a las personas con discapacidad”.
“Además de la no regulación por parte del Estado, lo que está latente también es la idea de qué cuerpo sí y qué cuerpo no. Se tiende a pensar en términos de «normal, productivo» o «defectuoso, improductivo» y, ante ese prejuicio, no contratan a nadie. Y aunque en el sector privado tengas beneficios en cuanto al no pago de algunos impuestos, todavía la hegemonía de los cuerpos triunfa frente a lo esperable de los cuerpos, lo socialmente normalizado. Persiste la idea de que nuestros cuerpos tienen que ser corregidos para que funcionen bien”, afirma Cambareri.
La importancia del activismo disca radica en la amplificación de los reclamos de las personas con discapacidad. “La visibilización es súper importante y lo primero. Hoy en los medios de comunicación no hay personas con discapacidad, conduciendo un noticiero o actuando en novelas reconocidas”, reflexiona Cambareri, mientras insiste que “hay que educar desde la diversidad. Hace falta una perspectiva en discapacidad o diversidad funcional, que es un término con el cual muchas personas con discapacidad también nos identificamos, los términos correctos serían personas con discapacidad o personas con discapacidad funcional, esto depende de la identificación que la persona elija para sí. Que se entienda a la discapacidad por dentro de la diversidad”.
“Creo que la perspectiva de discapacidad tiene que ser transversal a todo, que todas las políticas públicas tengan un enfoque de discapacidad. Cuestionarse que si voy a un lugar y no hay personas con discapacidad algo está mal, porque somos casi el 13% de la población del país. Dar lugar a esta lógica que trae el nuevo activismo disca sobre la diversidad funcional es algo muy importante. Romper esa barrera cultural y que se contemple a la discapacidad por dentro del paraguas de la diversidad”, complementa Celeste Pavez.
El trabajo colectivo del activismo disca, en conjunto con organizaciones como Libertate, es la clave para el impulso de muchas transformaciones que se experimentan en la sociedad y, principalmente, para la visibilización y exigencia de todas las demandas que aún no son cumplidas, tanto a nivel estatal como a nivel social y cultural. Repensar la discapacidad es parte de este desafío.