En tiempos en que la actividad económica se contrae, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado creció 5,9 puntos durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, según un informe que presentó el martes último la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. Desde que comenzó la pandemia, los cuidados entraron en la agenda pública como una cuestión prioritaria. Lavarse las manos, desinfectar las compras con lavandina, limpiar el hogar y cuidar a los niños que ya no pueden ir a la escuela se convirtieron en tareas esenciales. Pero, ¿quién se encarga de realizarlas mientras nos quedamos en casa? Las mujeres ejercen el 73 por ciento del total de las tareas domésticas, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC sobre el primer trimestre de este año.
Para Ludmila Fredes, licenciada en Relaciones del Trabajo y docente titular de la materia Trabajo, Género y Economía del Cuidado en la Universidad de Buenos Aires, esta distribución desigual se debe a la división sexual del trabajo: “Se construyen roles de género a partir de la socialización desde la infancia y se espera que cumplamos con ellos si nacemos ‘varón’ o ‘mujer’. Al varón se lo asocia con un rol activo en la esfera pública como jefe proveedor y a la mujer se le asignan condiciones más aptas para desarrollarse en la esfera privada, el hogar. Se asocia a la mujer con que es emocional, altruista, sensible y cuidadora”.
Con el objetivo de promover una distribución más equitativa, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación lanzó la campaña “Cuidar en Igualdad. Necesidad, derecho, trabajo” que se propone como una herramienta horizontal para recorrer todo el país discutiendo los cuidados. Claudia Lazzaro, directora de Políticas para la Equidad Laboral, Formación del Trabajo y Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, expresó que “la pandemia visibilizó la sobrecarga que tenemos las mujeres y las disidencias en lo que respecta a las tareas de cuidado dentro del hogar, pero también en aquellos trabajos de cuidar que están fuera del hogar, como en el ámbito de la salud, la educación y las trabajadoras de casas particulares”. Por eso, remarcó que “estamos en el momento oportuno para blanquear más fuertemente la brecha de género en los cuidados, una brecha que tenemos las mujeres para desarrollarnos”. Y apuntó que el eje de la campaña está en promover la corresponsabilidad de los cuidados: “Es importante plantear que no somos sólo las mujeres y las disidencias las que tenemos que cuidar, sino también los varones. Es necesaria una construcción colectiva de toda la sociedad para cambiar el cómo cuidamos, el cómo criamos e ir hacia un modelo cultural más equitativo. Y a la hora de construir el cambio cultural hay que pensar en cinco R: reconocer, recompensar, redistribuir, reducir y representar”.
Por otro lado, a esta situación de sobrecarga en los cuidados se suma la tensión por compatibilizar las tareas domésticas con el trabajo. Según una encuesta de Unicef Argentina, el 51 por ciento de las mujeres entrevistadas expresó que durante el aislamiento social ha sentido una mayor sobrecarga de las tareas del hogar. En el informe se indica que las causas de la sobrecarga son: la limpieza de la casa (32%); la carga de cuidados (28%); la preparación de la comida (20%) y la ayuda con las tareas escolares (22%). A su vez, 4% de las mujeres reporta una mayor carga laboral.
En materia legislativa, las tareas de cuidado fueron incorporadas a la nueva Ley de Teletrabajo. En el artículo 6º se establece que las personas tendrán derecho a horarios compatibles con las tareas de cuidado a su cargo y/o a interrumpir la jornada. Para Fredes es “sumamente importante que la ley tenga perspectiva de género y que se haya pensado en la doble jornada laboral que llevan a cabo las mujeres”. Y agregó la necesidad de reflexionar sobre tres aspectos para la reglamentación de la ley: “Cómo garantizar el derecho a la desconexión; cómo evitar que el ejercicio de este derecho no sea desarrollado en función de roles de género y, en consecuencia, se feminice; y cómo prevenir que las personas que solicitan teletrabajar no vean interrumpidos sus horizontes laborales. Es decir, evitar las figuras de techo de cristal porque el teletrabajo no solo aísla sino que también puede reducir la cercanía con los puestos de poder”.
Otra cuestión es la representación sindical en las tareas de cuidado. “El problema es que es el único trabajo que no se paga, es un trabajo que no se considera trabajo. Entonces, tenemos que luchar por que se reconozca a nuestro sindicato”, afirmó María Lucila “Pimpi” Colombo, Secretaria General del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA). Con respecto a la pandemia, Colombo aseguró: “Es una oportunidad tremenda para visibilizar este tema, por eso, volvimos a presentar en el Senado un proyecto para incorporar la jubilación del ama de casa y dejar de depender de las moratorias. Otra cosa que estamos tratando, pero no está caminando, es que el Banco Central adopte una disposición para que los bancos puedan considerar a las amas de casa como sujetos posibles de crédito”. En tiempos en que el cuidado y quedarse en casa son las únicas herramientas para prevenir al coronavirus, se vuelve urgente reconocer el valor del trabajo de cuidados para encaminarnos hacia la igualdad y justicia de género.