Por Agustina Ramos
Fotografía: Noelia Guevara

Feldman define el gobierno de Macri como una «cinicracia».

Luego de tres años del gobierno en funcionamiento de Mauricio Macri y sin resistencias que pusieran en jaque el abanico de medidas económicas, políticas y sociales regresivas llevadas adelante por el equipo del mandatario surgió el libro La conquista del sentido común. Cómo planificó el macrismo el “cambio cultural”, publicado por Ediciones Continente. En él, su autor, Saúl Feldman, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires con Posgrado en Comunicaciones Sociales en Hebrew University of Jerusalem se pregunta por qué el mandato del actual Presidente de la Nación se desenvolvió sin grandes obstáculos, al tiempo que causó una cadena de perjuicios para la sociedad argentina. En diálogo con ANCCOM, en el contexto pos-PASO y con Macri de gira preelectoral por distintas ciudades, Feldman hizo un recorrido por los conceptos clave que permiten dilucidar una respuesta a tal pregunta, logrando deconstruir los mecanismos comunicacionales implementados por Cambiemos desde sus inicios.

¿Qué te llevó a escribir el libro?

La pregunta central que yo me hice es por qué en medio de un descalabro económico-social no se producía un estallido como se pensaba que iba a suceder, especialmente teniendo en cuenta a la experiencia social argentina. Este es un libro político-comunicacional, por lo tanto, me remito a buscar una respuesta en este terreno. Lo que trato de explicar es el trabajo sobre el sentido común de parte del pueblo argentino que permitió que en el 2015 ganara las elecciones Mauricio Macri. Hay varios contextos para esto: en el libro analizo cuál es el marco de expectativas que podría explicar la no-explosión del pueblo argentino. En este sentido tomo una frase de Frederic Jameson, a veces alabada y a veces criticada: “[Es] más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.” El tema de que el capitalismo se vea hoy como un sistema que, a pesar de funcionar desastrosamente, dominado por el capital financiero, no tiene un final hace que la gente tenga un determinado horizonte de expectativas dentro de su propia conducta. Eso podría estar explicando las no-explosiones. Lo que yo creo que está pasando en los demás países y dentro de Argentina es que se ha creado la idea de que no hay alternativa para el capitalismo y que lo que aparece como hegemónico dentro de lo ideológico es el neoliberalismo. Cuando vos vas a explotar lo hacés porque considerás que es posible otra situación.

Como decís en tu libro, en el neoliberalismo actual es fundamental el trabajo sobre el sentido común…

Efectivamente. A partir de este contexto de no-explosión me propongo analizar el sentido común y por qué este se convierte hoy en el campo de batalla cultural. El sentido común es una serie de ideas, de creencias, que no están armadas dentro de un sistema sino que están disgregadas, aparecen autónomamente y de forma caótica. Son ideas simples, comunes a una comunidad, tienen facilidad para traspasar fronteras de clase social, de cultura, de edad y la capacidad de constituir parte de nuestra vida cotidiana. Entonces tienen una enorme potencial porque estas creencias están articuladas a emociones humanas como el odio, el amor, el deseo de poder, el miedo, la envidia. Esto las hace potencialmente peligrosas en su manejo. El macrismo logró desarrollar un sentido común muy articulado en lo que llamo en el libro una cosmovisión. No una ideología, sino una idea de mundo.

Para la instalación de este nuevo sistema común hablás de un necesario trabajo sobre el alma de los argentinos ¿a qué te referís?

Lo primero que hace el macrismo es que en forma explícita no se propone un proyecto económico social. Lo que ellos dijeron es que vienen a cambiar el alma de los argentinos, es decir, que los argentinos tienen una manera de pensar y de sentir nefasta para el desarrollo del país que se quiere desde el gobierno. Entonces, para un país “en serio” lo que buscaron cambiar es el alma de los argentinos. En este sentido planteo que lo que trabajó el macrismo fue el cincelamiento del alma -que viene del arte: tallar el alma- para realizar un cambio cultural y plantar así un nueva cosmovisión afín a los intereses del neoliberalismo.

«En el neoliberalismo actual la industria cultural pesa enormemente», advierte Feldman.

Otro concepto clave que planteás para entender el funcionamiento del gobierno de Cambiemos es el de cinicracia ¿qué significa?

Antes de definir cinicracia vamos a una breve diferenciación entre cinismo y mentira. Cuando vos mentís lo que intentás es obtener una ventaja, obviamente ocultando que estás haciendo eso. Entonces se produce un hecho llamativo y paradójico: en esa acción de mentir estás respetando una ley. Un ejemplo concreto: dicen que el macrismo se parece al menemismo pero esto es incorrecto. Menem tiene que ver con la mentira y Macri, con el cinismo. Esto es diferente por las consecuencias que traen con respecto al otro. Menem dijo “Si yo hubiera dicho lo que pensaba hacer, no me votaba nadie.” En este acto está reconociendo que mintió para obtener una ventaja que son los votos. Además está reconociendo que mentir no está bien y, por lo tanto, que existe una ley que él había violado. Lo de Macri es absolutamente distinto. Él dijo: “Si yo hubiera dicho todo lo que iba a hacer, votaban por encerrarme en el manicomio.” Si vos le decís “usted prometió pobreza cero”, no va a contestar que te mintió. Posiblemente, lo que va a decir es que la pobreza cero es un ideal que tenemos que alcanzar y que va a llevar unos años lograrlo. Así, está diciéndote en la cara que te está mintiendo. En el diccionario, “cinismo” significa, en línea con lo anterior, mentir descaradamente. Esta diferencia es enorme: en un caso se reconoce la ley y en el otro se dice que la ley no importa. El cinismo se basa, entonces, en hacer un uso desvergonzado del poder frente al otro: yo te miento, te muestro que te miento y no me importa. El desprecio por el otro se puso de manifiesto en distintas ocasiones antes, durante y después de las PASO. Se dijo que eran modalidades distintas, que iba y venía. No es así. Hay una estructura profunda que tiene que ver con el cinismo y el desprecio del otro que actúa en forma constante.

¿Esta forma de gobierno tuvo antecedentes?

No. Si hay una diferencia entre el neoliberalismo que desarrolla Macri y el de los 90 o del 76 del régimen militar es que por más que tuvieron una dimensión cultural y comunicacional, estas fueron un aspecto subordinado. En el neoliberalismo actual en el mundo -lo que se llama hoy capitalismo cultural- la industria cultural pesa enormemente, no solamente dentro de la economía sino además domina su sistema de funcionamiento y lo regula. Lo que tiene de nuevo el neoliberalismo a nivel global es que lo cultural constituye un elemento que define su esencia. Esto es nuevo y el macrismo es la expresión de ese neoliberalismo en Argentina. Por eso, cuando nosotros en la vida cotidiana acostumbramos a decir “esto yo ya lo viví” y hacemos referencia al neoliberalismo de Menem o al de 76 en realidad existe un error porque da a entender que el régimen neoliberal tiene que ver fundamentalmente con lo económico y en realidad en la actualidad funciona bajo reglas diferentes. Esto, sumado a que el neoliberalismo tiene una apoyatura fundamental en el sentido común hace que aquel que se plantee la superación de este sistema también tenga que tomar en cuenta este aspecto, es decir, el sentido común como campo de batalla.

¿Qué elementos tiene que tener en cuenta una resistencia que se posicione contra el neoliberalismo actual?

Hoy, la reflexión a la que se llegó es que que no se puede dejar el trabajo del sentido común al enemigo: se tiene que pensar. ¿Cómo se hace para no volver, para no repetir siempre la misma historia? Bueno, tenemos que pensar un sentido común de forma colectiva lo suficientemente articulado, fuerte emocionalmente, que no sea manipulable tan fácilmente con mentiras y actitudes cínicas. Entonces existe la obligación de pensarlo; nunca antes se habían propuesto eso. De esta manera se vuelve necesario considerar que la política necesita de la antropología, de las comunicaciones. Ese momento de reflexión sobre el sentido común tiene que ser una parte constitutiva de cualquier medida política social y económica que se tome porque de cualquier manera eso se comunica y de esta manera pasa a formar parte de aquel.