Por Sofía Moure
Fotografía: Camila Godoy

En 2019, en la Argentina hubo 290 femicidios contabilizados hasta el 20 de noviembre, uno cada 26 horas.

Bajo un sol radiante que comenzaba a asomarse luego de la lluvia, las calles se inundaron una vez más de una marea de pañuelos, de colores verdes y violetas, de glitter, de los cantos de aquellas que gritan por las que ya no están, de resistencia. Al “Ni una menos” y al “Vivas y libres nos queremos” que comenzaron en 2015, se le sumaron los reclamos que fueron haciéndose escuchar en los últimos años: educación sexual integral, separación de la Iglesia y el Estado, aborto legal, seguro y gratuito, entre otros; y el más reciente, la inmediata implementación del Protocolo de Interrupción Legal del Embarazo. Pero también se hizo presente la solidaridad con las mujeres y los pueblos chilenos y bolivianos, sobre todo; y de Latinoamérica, en general. Y los pañuelos icónicos del feminismo argentino fueron acompañados por nuevos símbolos de la lucha que crece: wiphalas, polleras, parches en los ojos, máscaras de gas.

El lunes 25 de noviembre, la Plaza de Mayo se vio repleta de mujeres, lesbianas, trans, bisexuales y no binaries que reclamaron por la erradicación de todas las formas de violencia a las que se ven sometidas día a día. La unidad del movimiento se vio reforzada por el carácter internacional que adquirió la movilización, que tuvo un recorrido particular en la coyuntura actual: la embajada de Bolivia, el consulado de Chile y el Cabildo como punto de llegada. Bolivia, Chile y Argentina -pero también Colombia, Ecuador, Brasil y Haití- unidos en la lucha y la resistencia también de las mujeres y disidencias.

La ONU declaró, en 1999, el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en recuerdo y homenaje por el asesinato de las hermanas Mirabal -Patria, Minerva y María Teresa-, activistas políticas que fueron torturadas y asesinadas en 1960 por la dictadura de Rafael Trujillo, en República Dominicana. Este año, como en ocasiones anteriores, las mujeres y disidencias sexuales salieron a la calle a reclamar por sus vidas y sus derechos.

“El gobierno de Macri garantizó solo 11 pesos por mujer en este último año», denunció Luján Rodríguez.

Las estadísticas en Argentina demuestran una realidad que está lejos de mejorar: según el Observatorio Ahora que Sí Nos Ven, en lo que va del 2019 -hasta el 20 de noviembre-, fueron contabilizados 290 femicidios; es decir que cada 26 horas una mujer fue asesinada en el país. La violencia contra las mujeres es una de las violaciones a los derechos humanos más extendidas y persistentes, y es también la que se cobra más vidas año a año en el mundo. En la coyuntura actual que se vive en América Latina, estas violencias han adquirido una dimensión aún mayor debido al involucramiento de los gobiernos y los ejércitos. “Por eso, lo que estamos poniendo a la vista de todo el mundo es que esta violencia la ejercen los Estados, los machos, los patrones. Es una violencia patriarcal, estatal colonial y racista, entonces hoy estamos denunciando esas violencias”, explicó Luján Rodríguez, miembro de la Campaña contra la Violencia hacia las Mujeres, y agregó: “En particularidad, en solidaridad con las compañeras bolivianas y con las compañeras chilenas, y con todo el pueblo de nuestra América.”

Respecto de la actuación del gobierno saliente de Mauricio Macri, sobre todo con el reciente antecedente de la revocación de la actualización del protocolo de ILE, la joven integrante de una de los colectivos organizadores del 25N, dijo: “El gobierno de Macri garantizó solo 11 pesos por mujer en este último año, garantizó despidos, la precarización laboral, la represión, eso es lo único que garantizó.”

Además de las distintas formas de violencia, la marcha visibilizó el aborto clandestino como una de las principales causante de muerte en las mujeres y cuerpos gestantes. “Hoy marchamos en el Día de Lucha por la No Violencia hacia las Mujeres y sostenemos los reclamos de Ni Una Menos, de parar con los femicidios,” contó Violenta Alonso, militante de Las Rojas y el Nuevo MAS. “Pero además, este año levantamos bien alta la bandera del aborto legal porque también es algo que se cobra vidas todos los días en nuestro país, sobre todo de las mujeres en situación de mayor vulnerabilidad. Y hoy más que nunca hay que insistir en que el movimiento de mujeres no va a bajar este reclamo, que queremos la legalización del aborto y el acceso seguro y gratuito en los hospitales, para que puedan evitarse las muertes por abortos clandestinos.”

Respecto del recorrido de la movilización, Alonso resaltó el carácter internacional del movimiento feminista, explicando así el matiz particular de la marcha en la fecha internacional contra la violencia de género: “En Bolivia están resistiendo un golpe xenófobo, totalmente enemigo de la población originaria, que persigue a las mujeres de polleras, y entendemos que es necesario estar acá repudiando ese golpe, repudiando a Añez, que será mujer pero no es nuestra compañera de lucha sino que representa a este sector ultra racista. Así que por eso empezamos por esta embajada. Y después pasaremos por el consulado de Chile, porque allá las compañeras y compañeros están en rebelión contra un gobierno neoliberal y la herencia de lo que es la Constitución de Pinochet, y entendemos necesario expresar nuestra solidaridad con esas peleas.”

El repudio al golpe de Estado en Bolivia se mezcló con las denuncia por las diferentes violencias de género.

La marcha comenzó en la Embajada del Estado Plurinacional de Bolivia, ubicada en Corrientes 545. Desde las 17, diferentes agrupaciones concentraron y realizaron intervenciones y performances artísticas. La más visible fue la de un grupo de mujeres bolivianas, todas vestidas con polleras y flameando las wiphalas con orgullo. Con los restos de una trenza recientemente cortada en su mano y lágrimas en los ojos, una joven procedió a nombrar los asesinados por el gobierno de facto que preside Jeanine Añez, a quien el colectivo repudió y catalogó de representante del fascismo y el racismo.  El “presente” gritado luego de cada nombre expresaba la angustia y la rabia de quienes no sólo son perseguidas por mujeres sino también por cholas.

“Estamos este 25N repudiando el golpe al Estado Plurinacional de Bolivia. No queremos ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, explicó Roxana, una de las integrantes del grupo que se encontraba frente a la embajada. “Las mujeres somos el blanco de ese sistema y de esa maquinaria de violencia estructural patriarcal: somos nosotras, nuestras cuerpas, las que vivimos en carne propia los maltratos, la violencia física, psicológica y económica, y estamos acá en pie de resistencia contra eso. Y sobre todo ahora, con lo que está pasando en toda Abya Yala, en toda Latinoamérica, diciendo ‘la wiphala y la pollera se respetan’, como mujeres indígenas.”

Mientras tanto, esas polleras se extendían sobre el asfalto de la calle para representar a los muertos por la dictadura boliviana. En las manos de las mujeres, un hilo verde unía carteles con los principales datos de las víctimas del país vecino. “Todo momento de resistencia y lucha son espacios de movimiento y transformación, sobre todo las de abajo, las indígenas, las originarias, las villeras, las mujeres que vivimos el día a día, somos las que hacemos la verdadera revolución en nuestra cotidianidad. Y sí, hay un cambio profundo e inevitable”, sostuvo Roxana.

La puesta simbólica se repitió varias veces durante la movilización que comenzó a avanzar pasadas las 18, ya con el sol escondiéndose detrás de las pocas nubes que quedaban. En una marcha lenta pero constante, las organizaciones caminaron por la Avenida Corrientes para luego tomar la Avenida Presidente Roque Sáenz Peña -conocida también como Diagonal Norte- en su recorrido hacia la Plaza de Mayo. Los diferentes cantos se escuchaban en cada columna de cada organización. La más emblemática, repetida como un lema o frase aglutinante de los diferentes sentidos que convocaron la marcha fue: “Ni golpe a las mujeres, ni golpe de Estado”.

Lo primero que se vio al llegar a Sáenz Peña 547 fueron vallas amarillas -debido a una obra- del gobierno de la Ciudad- y policía fuertemente equipada, custodiando una puerta de difícil acceso. Las únicas señales de que allí funcionaba el consulado chileno eran una bandera flameando triste, mustia; y las canciones de las mujeres que hacían referencia al país trasandino y a su situación política y social: “Chilenas, mapuches, no bajen las banderas / que acá estamos dispuestas a cruzar la cordillera”.

Bajo la mirada atenta de unos cinco efectivos de seguridad, la Asamblea de Chilenxs en Buenos Aires realizó una performance de denuncia de las violaciones de los Derechos Humanos en el contexto de la rebelión popular en Chile. Con los rostros tapados y los cuerpos pintados, las mujeres representaron un momento de lucha y represión y exigieron la renuncia del actual presidente, Sebastián Piñera. “En este momento, no solo estamos por Chile sino por todas las mujeres del mundo que están siendo asesinadas, que están desapareciendo y las están violando. Y una vez más salimos a la calle a denunciar todo lo que existe, ya lo hemos hecho otras veces y vamos a seguir saliendo, en contra de la violencia machista y acompañando las distintas luchas de los países latinoamericanos”, explicó antes de la intervención Fabiola, una de las integrantes de la agrupación. Del mismo modo, Suimen expresó la sensación de vivir la situación de su país desde Argentina: “Ha sido un mes complicado, primero con mucha emoción pero después con una preocupación bastante grande. Es mucha ansiedad, rabia e indignación, y por lo mismo nos estamos movilizando, tratando de hacer visible todo lo que en Chile se quiere tapar, para denunciar a Sebastián Piñera y a todo su gobierno asesino.”

Casi una hora después de que se iniciara la movilización, Nora Cortiñas, referente de Madres de Plaza de Mayo, recibió a la primera columna de mujeres. A sus espaldas, la Catedral se alzaba tras de unas vallas policiales celosamente custodiadas por la policía, en total contraste con el avance pacífico de las organizaciones.

Mientras tanto, la plaza se iba llenando poco a poco de mujeres de todas las edades, militantes de diferentes organizaciones y otras que habían marchado por su cuenta. Sofía, argentina, y Luz Marina, colombiana, acompañaron la movilización desde un costado, pero sin dejar de ser parte de ella. “Tenemos que tener conciencia de lo que está pasando en nuestro país y en América Latina. Ahora es muy importante salir a la calle, marchar y dar nuestra opinión para que nos escuche todo el mundo porque es algo que nos involucra a todas”, sostuvo la joven oriunda de CABA. Por su parte, Luz Marina hizo hincapié en la situación de su país y de Latinoamérica: “Una de las cosas que más me movilizó es que América Latina, no solo Colombia, ya se cansó, despertamos, ya dejamos de ser obsecuentes, y más allá de un movimiento de un día creo que es un movimiento que tiene que ser constante y por la igualdad de oportunidades.”

El ajuste y la violencia económica también fueron un eje importante en la movilización, al punto que se mencionó varias veces en el acto llevado adelante por las campañas contra las violencias y por el aborto legal, seguro y gratuito, así como por los colectivos de los diferentes países, con el Cabildo iluminado como telón de fondo. Al respecto, Lichi, integrante de un espacio de acompañamiento pre y post aborto de Lomas de Zamora, aportó con la consigna de su grupo: “El ajuste también es violencia”; y agregó: “Muchas veces, los sectores más vulnerados en ese sentido somos las mujeres, trans, travestis, lesbianas, bisexuales, porque siempre quedamos afuera de ese sistema formal de trabajo por el rol que se nos asigna y también por la discriminación. Estamos también pidiendo porque el cupo laboral trans sea efectivo. No es solamente que en nuestras casas nos golpeen o nos violen, sino que es un sistema que constantemente nos está vulnerando en todo sentido, económicamente también, y eso nos hace estar más expuestas contra la violencia.”

La marcha comenzó su etapa final pasadas las 20 con un “pañuelazo y protocolazo”, en el cual las miles de mujeres alzaron los pañuelos verdes y violetas, así como carteles que daban cuenta del reclamo por la resolución inmediata del protocolo ILE. Y así, la Plaza de Mayo se vio inundada por la marea feminista una vez más.

Las mujeres y disidencias sexuales marcharon contra todas las formas violencia y contra el imperialismo, el capitalismo y el patriarcado. Y en lo que los distintos colectivos llamaron una “jornada continental y plurinacional”, los cantos se escucharon al unísono: “Alerta, / alerta que camina / la lucha feminista por América Latina. / Se cuidan, se cuidan los machistas / América Latina va a ser toda feminista.”