Por Aylén Fuente
Fotografía: Laura Miconi y Guadalupe García/Archivo ANCCOM

Los emprendimientos independientes, muchos de ellos unipersonales, se multiplicaron en los últimos años, sobre todo promocionados en las redes sociales. Hombres y mujeres de diferentes generaciones comenzaron a vender sus propios productos o servicios, muchos de ellos porque no consiguen trabajo o fueron despedidos.

Eduardo Donza sociólogo e investigador del Observatorio de la deuda social Argentina, considera que estos emprendimientos son “trabajos refugio” ante no tener un trabajo asalariado. “Esto es común en el neoliberalismo. Son actividades por cuenta propia que en realidad no son genuinas, no existen porque las personas tienen una habilidad especial o porque tienen un espíritu de emprendedores, sino por necesidad, por no conseguir un trabajo en relación de dependencia”, explica.

Martina Martínez tiene 22 años, es estudiante y cuenta con dos emprendimientos, una feria americana online y un servicio de extensión de pestañas. Afirma que cada vez hay más emprendedores: “Vi gente conocida que está haciendo lo mismo porque no hay trabajo, necesitan un ingreso extra. Creo que tiene que ver más con una necesidad que con una actitud de emprendedor”, dice.

Eduardo Donza, por su parte, explica que en los países como el nuestro, los emprendimientos son la ilusión a una salida que puede llegar a terminar en una autoexplotación: “Si pensamos, por ejemplo, que una salida pueden ser los nuevos sistemas de delivery, como Rappi y Glovo, los chicos que uno ve en bicicleta o en moto, en realidad es porque no consiguen trabajo en relación de dependencia. Desde algunas políticas, a los emprendimientos se los trata de presentar como una salida, pero no le van a servir a la totalidad de la población, hay que tener un perfil específico, poseer una idea para eso, una fortaleza  para llevarlo adelante y contar con un capital. Porque si no llegamos a una uberizacón de las actividades: un trabajo para ratos libres”.

Adriana Lui, periodista del diario El Sol, entrevistó a un grupo de mujeres emprendedoras que se lanzaron en la feria de artesanos en Maipú. Ella dice que los microemprendimientos son una consecuencia de las políticas económicas actuales: “Detrás de estos emprendimientos hay desempleo,  trabajo en negro, evasión fiscal, precarización laboral y por sobre todo, un Gobierno que no da oportunidades por lo que cada ciudadano se ve obligado a generar su propia fuente laboral. Las políticas económicas y la falta de políticas sociales los azota por completo. El impacto de la inflación y la suba de precios de las materias primas hacen que cada vez tengan más obstáculos para la elaboración de sus productos, sumado a la caída del poder adquisitivo. Hay que evaluar, además, que muchos de estos negocios son visibles gracias a Internet y las oportunidades que brindan espacios como Facebook o Instagram donde cualquier sujeto  puede promocionar sus creaciones. Lo cierto es que el país debería crear trabajo genuino y estímulos reales a microemprendedores con línea de créditos a baja tasa para poder regularizar su comercio”.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el desempleo alcanzó al 10,6% en el segundo trimestre del 2019 frente al 9,6% del período anterior. Por otro lado, también aumentó el empleo informal, ya que la tasa de subocupación pasó del 11,8 % al 13,1% del trimestre pasado. Martina se incluye en ese índice. Considera que como a las pymes les está yendo mal y los trabajadores piden un aumento, “lo primero que se hace es reducir personal, las empresas no piensan mucho en la parte social, priorizan lo económico. Ante el primer problema con los números,  echan gente”, dice. Y sabe por qué lo dice: “En febrero del año pasado conseguí un trabajo en un consultorio de kinesiología y estuve trabajando ahí seis meses. El primero de agosto me dicen que iba a ser mi último mes de trabajo, estaba muy angustiada, realmente no me lo esperaba. Supuestamente fue reducción de costos. Desde ahí empecé a buscar trabajo pero estaba difícil, me llamaron a dos o tres entrevistas pero no quedaba. Pasaron seis meses hasta que en enero de este año conseguí uno y me echaron hace un mes, así que estuve dos meses y medio trabajando en tareas administrativas. Por un tema de reducción de costos y porque había poco trabajo, decidieron terminar la relación laboral. Me dijeron que me echaban en este momento para no tener que pagarme indemnización en un futuro”, declara.

En un barrio de Quilmes Oeste viven Osvaldo y Rosa, un matrimonio que abrió un almacén en su casa y que hoy se convirtió en el único sustento económico de la familia. Rosa tiene 43 y trabajó como operaria en una metalúrgica durante doce años. “Me quedé sin trabajo porque recortaron personal –cuenta-, yo fui una de las cien personas que echaron, me sentí decepcionada porque no creí que me iban a despedir por mi antigüedad”. Rosa dice que a pesar de tener el almacén, sigue buscando trabajo porque su emprendimiento no sirve para solventar todos los gastos. Su pareja Osvaldo, de 43 años, fue marinero de cubierta y también lo despidieron: “Me quedé sin trabajo porque la empresa en donde trabajaba ejerció muchos años con permisos provisorios y presentó quiebra, me sentí indignado. Como vi que me estaba por quedar sin trabajo, me anticipé y fui pensando en crear el negocio que tengo”, dice.

Eduardo Donza comparó la situación de los emprendimientos actuales con los años noventa: “Ya en esa década, cuando aparecieron los problemas del mercado de trabajo, se dieron muchos casos de este tipo. En ese tiempo era muy común que se pongan lavaderos,  canchas de paddle o remiserías.  La gente recibía indemnización después de un empleo de muchos años y como no tenía posibilidades de insertarse en el mercado de trabajo, generaba estas actividades propias. Lo malo es cuando hay personas que no tienen el perfil de emprendedores se ven forzadas a serlo porque no hay un trabajo asalariado ni una estructura productiva que genere una cantidad importante necesaria de puestos de trabajo”.

Martina dice que a pesar de tener dos emprendimientos, no podría vivir de lo que hace ya que la plata no le alcanza y aún no llegó a recuperar el dinero que invirtió. Además agrega que a la gente le está yendo mal y a pesar de que la despidieron dos veces, intenta rebuscársela y estudia en la universidad. “Lamentablemente –señala- no creo que cualquiera pueda salir adelante económicamente llevando a cabo su emprendimiento, estaría buenísimo pero la situación del país está muy complicada, en mi opinión no va a mejorar. Si a mí me está pasando esto, no quiero imaginar otra gente que no tiene la posibilidad de hacerlo”.