Por Marcos Bentancourt
Fotografía: Camila Alonso Suarez

«La gran pregunta es por la gobernabilidad y cómo de Cambiemos pasamos a otro nombre: ‘Lleguemos’”, reflexiona Diego Sehinkman.

Con el 98,8% de mesas escrutadas, las contundentes cifras que tardaron en aparecer el domingo por la noche no se modificaron sustancialmente durante el lunes. Las fuerzas presidenciales que superaron el piso del 1,5% en las PASO fueron El Frente de Todos (47,66%), Juntos por el Cambio (32,08), Consenso Federal (8,23%), Frente de Izquierda (2,86%), Frente Nos (2,63%) y Unite por la Libertad y la Dignidad (2,18%). Esta amplia mayoría del Frente de Todos no fue el único elemento que sorprendió a analistas y consultores. Todas las provincias se tiñeron de celeste a excepción de Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires, ambas sostenidas por Juntos por el Cambio, pero con una diferencia menor a la prevista. “Buenos Aires era el distrito más peleado y Juntos por el Cambio había puesto todas las fichas en Vidal que logró el 29,88%. Sin embargo, el Frente de Todos arrasó con un 50,65%. No sé si se esperaba que Kicillof ganara con tanta diferencia, incluso llegando a sacar más puntos que Fernández”, describe el politólogo Mateo Nielsen Obieta. 

Las razones por las que las terceras fuerzas quedaron desdibujadas se pueden explicar con la polarización buscada entre el oficialismo y el Frente de Todos. Según el politólogo Darío Rubinstein esta última fuerza fue moderada y apuntó hacia el centro, en cambio, Juntos por el Cambio decidió refugiarse en su electorado más duro. “Muchos sectores criticaron esta polarización, pero no me parece que sea un fenómeno criticable en sí, siempre que tengamos en cuenta que no signifique un giro hacia los extremos. Además, los que cuestionan la polarización curiosamente se declaran grandes admiradores de sistemas políticos donde la polarización es una constante desde hace décadas”, cree Rubinstein. Así todos los analistas consultados por ANCCOM piensan que la posibilidad de que la fórmula Fernández-Fernández no sea vencedora en las próximas elecciones generales es remota, por lo que las estrategias electorales ya casi no tienen sentido a esta altura. “Sabemos que, salvo un milagro sumamente improbable, el ciclo de Macri estaría terminado. Ahora la gran pregunta es por la gobernabilidad y cómo de Cambiemos pasamos a otro nombre que es, ni en la peor pesadilla soñada, ‘Lleguemos’”, reflexiona Diego Sehinkman, psicólogo y periodista.     

En este sentido, vaticinan que los números actuales no se moverán demasiado en octubre y que si la transición de un gobierno a otro será tranquila o caótica dependerá de la actitud que tomen las dos fuerzas principales. Por un lado, para Rubinstein Alberto Fernández debe mantener el discurso moderado que esgrimió ayer, más allá de su lógica euforia por semejante triunfo. Por otro,  Sehinkman opina que estos primeros días son críticos para saber la capacidad de resiliencia que tiene Juntos por el Cambio para estabilizar la economía al menos hasta diciembre. “Ahora va a girar todo alrededor del precio del dólar y cuánto se puede llegar a espiralizar la inflación. Estamos en un momento de shock room, una sala de emergencia de terapia intensiva. Hoy el problema primario es que estás en medio de un terremoto y empezás a no tener piso”, advierte Sehinkman.

“El resultado de la encuesta termina siendo sesgado porque los que contestan el teléfono fijo son en general jubilados y amas de casa de clase media o media-alta·, explica Rubinstein.

Una de las principales polémicas que se repitió en estas elecciones fue la baja credibilidad que poseen las encuestadoras debido a su gran distancia con el resultado de los escrutinios. Este último problema se debe a varios factores y uno de ellos es que si bien existe la capacidad técnica de hacer encuestas fidedignas, estas son costosas debido a que requieren una modalidad presencial y bien distribuida. En cambio, suelen predominar encuestas que sólo se realizan a teléfonos fijos y esto resulta en un problema por la disminución de su uso en los hogares. “El resultado de la encuesta termina siendo sesgado porque los que contestan esos teléfonos fijos son en general jubilados y amas de casa de clase media o media-alta. Por último, hay una cuestión de quién contrata la encuesta porque es el que decide lo que se publica”, profundiza Rubinstein.

Otro de los debates que aparecieron se refirió a las PASO como sistema, debido a la gran cantidad de boletas únicas presidenciales que se presentaron. Sin embargo, Néstor Leone, sociólogo y periodista, recuerda que anteriormente le sirvieron a la izquierda para que pueda unirse en 2011 bajo lo que hoy es la coalición consolidada del Frente de Izquierda, pero también valió para que en 2015 Cambiemos pudiera solventar su diferencias en una interna entre las tres fuerzas que la constituyeron. La eficacia de las PASO radica así en su capacidad de ordenar la oferta y permitir que se reduzca la fragmentación del sistema político. Volviendo a las elecciones recientes, Rubinstein rescata que en 17 de 24 distritos hubo candidaturas municipales y listas de legisladores que se resolvieron gracias a esta instancia. Si bien no se resolvieron grandes candidaturas, no se descarta que esto pueda ocurrir en próximas elecciones, aunque más allá de esto, para él existe un significado más importante: “Me parece que votar siempre es bueno. Es un ejercicio que siempre es saludable y discutir una elección por su costo siempre nos pone en el borde de entrar a discutir cosas más profundas y que están en el límite del cuestionamiento de la decisión popular”, finaliza Rubinstein.