¿Cómo son las mujeres que muestran las revistas? ¿Y las que no muestran? ¿Por qué todo cambia, pero los juguetes para niños y niñas son siempre iguales? Todas estas fueron las preguntas que impulsaron la creación de Mujeres que no fueron tapa, un proyecto de artivismo que busca visibilizar y desnaturalizar los estereotipos reproducidos por los medios masivos de comunicación. “Me interesa hablar de la industria de la moda como disciplinadora de cuerpos y subjetividades”, denuncia su fundadora, Lala Pasquinelli.
Si bien todo comenzó con un pequeño proyecto personal de arte, Pasquinelli siempre tuvo una inquietud respecto de los estándares de belleza y los medios de comunicación. La artista visual, que hoy suma más de 100 mil seguidores en su cuenta de Instagram @mujeresquenofuerontapa, encontró en las revistas una herramienta para analizar cómo la sociedad impone un modelo de mujer. “Las tapas repiten la misma imagen una y otra vez: todas híper jóvenes, delgadas, rubias, blancas y desvitalizadas”, explica. Además, hace hincapié en el papel que esto cumple para el sostenimiento del sistema actual. “Estos casos no pueden pensarse como espasmos aislados; la diferenciación entre los géneros y el binarismo son necesarios para el capitalismo, y la variable económica es fundamental”, agrega.
A partir de la creación de Mujeres que no fueron tapa, se propuso estudiar los mecanismos que se ponen en juego en las formas y los discursos mediáticos. Dentro de ese repertorio, destaca un proceso de “sutilización” y una manipulación que apela a nuestra necesidad de amor y aceptación. “Ya no hace falta que nos quemen en la hoguera; ahora nos bombardean con tratamientos de belleza a los que estamos obligadas a someternos para no ser rechazadas”, esclarece.
Con distintas campañas, charlas y talleres, Pasquinelli busca ir en contra de esas tendencias. Así surgió la #RebeliónDeLasF.E.A.S. (Fuertes en Acción Sorora), un hashtag en Instagram a través del cual lanza preguntas para que las mujeres compartan sus experiencias personales de forma anónima. Estas consignas, que abarcan temas como “¿cuál fue la primera vez que te dijeron que tenías que hacer dieta y quién fue?”, o “¿a qué edad empezaste a sentir vergüenza por tener pelos en alguna parte del cuerpo?”, aspiran a desnaturalizar colectivamente imposiciones sociales. “Yo no tenía idea de que las respuestas iban a ser tan homogéneas. Ahí entendimos qué significa que lo personal es político”, reflexiona.
Más allá de las redes, otro punto fuerte de Mujeres que no fueron tapa es el Festival de Hackeo de Revistas y Estereotipos, una propuesta pedagógica que acerca esta temática a secundarias de toda la Argentina. “Nunca había pensado en algo para niñes y adolescentes, pero se me abrió un mundo hermoso. Es súper emocionante lo que pasa ahí. Ya ir a la escuela a hablar de emociones es disruptivo de por sí”, sostiene. La acción tiene dos partes: primero, propone un análisis de los modelos reproducidos por los medios de comunicación y, luego, intenta ‘hackear’ lo que esto va sembrando en los jóvenes. La pregunta que Pasquinelli encontró como disparador para romper los condicionamientos externos fue: «¿Cuándo a vos te encanta ser vos?»
Todas estas actividades se basan en la convicción que la construcción colectiva es el camino para poder generar nuevas conversaciones. “No creemos en la figura del héroe solitario”, declara la artista. Uno de sus objetivos es justamente fomentar la organización y la politización de todas las prácticas y encuentros. “Los ‘90 dejaron un estigma detrás de la idea de la política que prendió en toda América Latina, y esa descreencia es lo que nos vence”, añade.
A pesar de que su plataforma es fuertemente digital, Pasquinelli tiene una mirada muy crítica respecto de Internet. Como llamamiento a las audiencias, pide que “no tengan más Netflix, por favor”, y admite que las publicidades de multinacionales que cooptan y replican el mensaje feminista la ponen nerviosa. “En cualquier momento me empiezo a reivindicar no-feminista. Porque hoy parece que todo es feminismo, y si todo es feminismo, nada lo es”, opina.
Para la artista, las redes sociales llegaron al mundo para potenciar el disciplinamiento social. “Nunca en la historia de la humanidad un medio pudo llegar a tanta cantidad de personas, tan fácilmente y al mismo tiempo”, remarca. En este sentido, sostiene que los algoritmos nos están llevando hacia un condicionamiento prácticamente total. “El sistema funciona porque nos sigue haciendo creer que lo que deseamos, lo deseamos nosotros. Yo estoy mirando esto todo el día, y lo que veo me da miedo”, cierra.