Por Nahir Del Buey
Fotografía: Guadalupe García, Magalí Druscovich, Nicolás Parodi

Este jueves la Legislatura porteña tratará el proyecto para modificar la Ley 1854, más conocida como Ley Basura Cero. Los cambios apuntan a permitir la instalación de plantas de incineración de residuos, algo no contemplado en la normativa vigente.

La ley sancionada en el año 2005 buscaba reducir la producción de residuos, reciclar y revalorizar la mayor cantidad posible de materiales. Dentro de sus objetivos se encontraba disminuir la cantidad de desechos depositados en los rellenos sanitarios a un 75 por ciento para el 2017 pero apenas se llegó a 30 por ciento. No habiendo podido cumplir con la meta, y frente al inminente colapso de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), se busca instalar plantas de termovaloración eléctrica para transformar la basura en energía eléctrica, tal como se usa en algunas partes de Europa.

Basura y trabajadores de la Cooperativa Bella Flor en el CEAMSE

El CEAMSE se encuentra al borde del colapso.

El proyecto de incinerar los residuos provocó el rechazo de organizaciones ambientalistas como la Coalición Ciudadana Anti.Incineración, Greenpeace, Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), entre otras, que no ven ningún punto positivo en la propuesta.

En diálogo con ANCCOM, Diego Salas, director de Desarrollo de Greenpeace, dijo: “La Ley de Basura Cero se propone reducir los residuos que se entierran en el conurbano bonaerense hasta llegar a un punto cero. Una reducción paulatina a través del sistema integral que vaya permitiendo esta reducción año tras año. Este sistema está basado en la separación desde el origen: una fuerte industria del reciclado, un tratamiento serio de la basura orgánica y políticas de responsabilidad extendida al productor. Es decir,  los que producen aparatos eléctricos tienen que hacerse cargo de ellos una vez terminada su vida útil, debido a su toxicidad”. Salas plantea que todos estos pasos llevarían, en un futuro, a dejar de enterrar en el conurbano: “Pero lamentablemente ninguno de estos pasos se fue cumpliendo por parte del Gobierno. El problema de la basura es serio”, alertó.

Salas explicó también que el proyecto de incineración que intentan vender bajo el concepto de termovalorización no hace más que sepultar la ley Basura Cero, ya que es la misma ley la que prohíbe la incineración de residuos en la Ciudad de Buenos Aires hasta tanto sea reducido en un 75 por ciento la basura que se genera. “Lo cierto es que quemar basura atenta contra este proyecto integral, atenta contra 150 mil familias que se sustentan gracias a la recuperación de residuos urbanos. Atenta contra el reciclado”, denunció Salas y agregó: “Quemar basura es contaminar más el  aire de la ciudad porque las chimeneas y los filtros que se aplicarían a las fábricas no evitarían la emanación de sustancias cancerígenas en la atmósfera. Significa generar cenizas tóxicas y hoy no hay tratamiento para este tipo de sustancias peligrosas en la ciudad”. Para Salas la termovalorización es un engaño del Gobierno: “Nos venden que es la última tecnología que se lleva adelante en países de Europa, pero cada planta que se pretende instalar tiene un costo de 500 millones de dólares, que son 10 años de presupuesto de reciclado en la ciudad. Es una tecnología que demanda controles que hoy son difíciles de llevar a cabo en la Argentina. Es un tema ambiental y social complicado. Hay mucho silencio, no se sabe ni dónde se van a construir las plantas”.

Gran cantidad de basura en el CEAMSE

«Quemar basura es atentar contra el reciclado», dice Diego Salas, de Greenpeace.

Yanina Rullo, integrante del FARN, habló del proyecto: “La incineración con recuperación de energía va a contramano de un manejo sustentable de los recursos. No es una tecnología renovable ni limpia, ya que la basura domiciliaria no es un recurso renovable, y su combustión genera emisiones de gases de efecto invernadero, sustancias peligrosas para la salud y el ambiente”. Rullo describe que si bien los países europeos han incorporado plantas de termovalorizacion cada vez más sofisticadas, que tienden a bajar el nivel de sus emisiones; no ocurre lo mismo en países en vías de desarrollo donde se ha comprobado que los sistemas de monitoreo y control de estas plantas no pueden costearse ni operarse. “Argentina, a diferencia de Europa, es un país que tiene  una escasa normativa respecto a residuos sólidos urbanos”, explicó. Rullo afirma también que quieren instalar las plantas con la excusa de la crisis energética: “La generación de energía con incineración es la forma más cara, incluso que la energía solar, fotovoltaica o eólica Además, destruye fuentes de trabajo. Mientras que la industria del reciclado emplea 93 personas cada 10 mil toneladas tratadas, en una planta de incineración se emplea solo a una persona”, recalca la ambientalista.

Reciclador urbano sobre un montón de basura

La incineración generaría contaminación y pérdida de trabajo para los recicladores urbanos.

 Por otro lado, Natalia Cruz integrante del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)  y del proyecto valoración energética de los residuos sólidos urbanos (VERSU) cuestiona la desinformación provocada por el Gobierno: “La Ciudad de Buenos Aires tuvo una experiencia muy mala con la quema de residuos, se hacía en edificios y no se controlaba, de ahí que haya mucho miedo a quemar basura. La incineración no necesariamente sea mala, sino los intereses, la desinformación, y cómo el negocio de unos pocos nos puede afectar a todos”, explica y reclama: “Nos tiene que decir cómo lo van hacer, qué impacto ambiental va a tener, dar datos. Ahí es donde se tiene que enfocar el debate. Las tecnologías tienen ventajas y desventajas, eso dependerá del contexto en el cual se apliquen, quemar residuos para obtener energía es una tecnología más. En Noruega, Suecia y Dinamarca está socialmente aceptado, ellos valorizan energéticamente su basura y hasta importan residuos de otros países para sacar energía eléctrica. Pero lo acompañan con una legislación muy estricta, que sabemos que en Argentina no ocurre. Si esta tecnología se hace bien puede incluso ser beneficiosa, porque disminuimos el volumen de  los residuos que es el principal problema del CEAMSE y de paso sacamos electricidad”.

Natalia Cruz, de INTI, sostiene un cartel sobre una charla que se dará acerca de la incineración de residuos

Natalia Cruz, de INTI, cree que falta información acerca de la incineración de residuos

El problema está, afirma Cruz, en lo que no nos está diciendo el Gobierno de la Ciudad, cómo se va a llevar a cabo el proyecto. “Deberían mostrar estudios de impacto ambiental, cómo van a medir los gases que se emiten, quién va a participar del asesoramiento técnico para implementar esta tecnología. Hay que enfocarse en cómo se va a implementar más que atacar a la tecnología en sí, porque ya es una tecnología que está probada. La experiencia europea indica que es factible, pero la realidad argentina no es la realidad europea. Ésta debe estar acompañada con una muy fuerte campaña de lo que es la reducción en la generación de residuos, en la reutilización de los residuos, en el reciclado, pero en nuestro contexto no se da. Hay que ver políticas previas antes de quemar residuos”, concluyó.