La apertura indiscriminada de las importaciones, el aumento en las tarifas de los servicios y la caída del consumo interno son componentes de una tormenta perfecta que cae sobre la industria textil argentina desde los primeros días de 2016. El crecimiento constante que tuvo el sector en el período 2003-2015 quedó tapado bajo el discurso del “sinceramiento”. Desde diferentes sectores del gobierno apelan a la falta de competitividad para explicar la situación que preocupa fuertemente a todos los que componen la actividad. ANCCOM, por su parte, se metió dentro del tejido del sector para conocerlo en profundidad y poder entender esta problemática.
La Fundación Pro Tejer es una organización sin fines de lucro, creada en el año 2003, como respuesta a la necesidad de reunir a todos los sectores de la cadena de valor de la industria textil y de indumentaria de Argentina con el objetivo de profundizar el protagonismo productivo. Ariel Schale, licenciado en Economía y director ejecutivo de la Fundación, manifiesta que la industria textil está atravesando un momento complicado en toda la cadena de valor: “El nivel de actividad no termina de recuperarse. Si bien estamos en un segundo semestre donde vamos a ralentizar la caída que estábamos teniendo, nos seguimos moviendo en variaciones negativas respecto al año anterior”.
Al identificar las causas de esta situación, Schale reconoce que la actividad está impactada por el deterioro del poder adquisitivo de la población: “Lo que queda disponible de los ingresos en los hogares es mínimo por el encarecimiento de los alimentos, de los medicamentos y de los servicios públicos. Eso hace que lo disponible para gastos en indumentaria sea menor”. Se estima que entre el 2015 y el 2017 la caída del mercado estaría rondando entre el 25 y el 30 %. A la caída del consumo se le suma el problema de la presión importadora.La industria queda situada como un proveedor en un mercado más chico y con menor participación de la que tenía, terminando con niveles que están por debajo de los valores de equilibrio para la industria.
Alejandro Robba, economista, docente de la Universidad Nacional de Moreno y de la Universidad General de San Martín explica que “el sector textil está perdiendo rentabilidad desde fines del 2015 por la devaluación y el aumento de los costos importados, la apertura y el aumento de tarifas”. Reconoce también la caída del poder adquisitivo de los argentinos y el reemplazo de productos nacionales por importados como una de las principales causas del problema: “El gobierno ha experimentado un cambio de modelo económico por el cual los salarios dejan de ser el motor de la economía para ser un costo más. A partir de una reforma laboral, que es lo que intenta ahora, se busca bajar los costos, lo que sería la contracara de aumentar tasa de ganancia empresarial. Esto significa también bajar el nivel de poder de compra de esos salarios que son en definitiva el poder de demanda que tiene la argentina”.
Scalters Sociedad Anónima es una fábrica textil con más de 67 años de antigüedad. Hace 12 años instalaron una de sus plantas en la localidad de Paso del Rey, Moreno. Raúl Hutin, director general de la empresa, vive en carne propia la situación que está atravesando la industria. Para describirla, primero hace un recorrido de los últimos años: “En plena crisis del 2002 teníamos doce empleados y no llegábamos a fabricar diez toneladas mensuales. Desde el 2003 empezamos a crecer y llegamos hasta 450 toneladas. Crecimos un 2.300%. En cuanto a personal, pasamos de 12 a 106 contratados. En la actualidad, con la situación que está viviendo el país, hemos bajado la línea de cien empleados, debemos estar en 95 o 96, según el día” explica Raúl.
Luego de 12 años de crecimiento ininterrumpidos, Raúl Hutin ve con preocupación el nuevo escenario que tiene la industria. Según su mirada cambió el paradigma de país y el proyecto nacional: “Lo que se plantea es un país para pocos, donde la pequeña y mediana industria no tiene cabida. Ellos sostienen que nosotros somos los que generamos la inflación y los que generamos los altos precios, entonces mejor traer todo de afuera y que argentina se dedique al agro. Ese es un grave error, Argentina necesita ser un mix entre el agro y el consumo industrial, si no tendrá, como tiene hoy, déficit comercial récord, déficit fiscal récord, endeudamiento récord. Cada día estamos un poco peor”.
Cuando se le pregunta por la falta de competitividad Raúl Hutin sostiene que la industria cuenta hoy con la mejor tecnología del mundo: “Fabricamos exactamente igual que cualquier otro país. Es absolutamente falso el argumento de que debido a la falta de competitividad, la industria textil esté en crisis. Es alevoso echarles la culpa a los obreros y pensar que con la flexibilización laboral lo van a resolver”.
Scalters S.A. también fue fuertemente golpeada por los tarifazos en los servicios. Hace menos de un año, la fábrica pagaba menos de trescientos mil pesos de factura de luz; hoy, paga un millón doscientos mil. “Dicen que se viene el ajuste real. Estamos preparando el cajón para ver cómo nos terminan de enterrar” sentencia su director.
El panorama de lo que ocurre con la industria en Luján es aún más desolador. Aquí, la crisis ya suma 700 desempleados. La caída en la productividad arroja que “hoy se trabaja con un 55% de la capacidad instalada”, según indicó Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján. Esto significa la reducción de la jornada laboral y la eliminación de las horas extras, lo que genera que los empleados cobren menos dinero debido a la situación.
Esta situación que atraviesa la industria textil no es ajena a los comerciantes. Esteban, dueño de una tienda de ropa de Moreno, reconoce que las ventas disminuyeron casi un 30 % del 2015 al 2016, e incluso en este año más: “La industria textil cayó mucho debido al poder adquisitivo de la gente. No es prioridad de gasto la ropa, sino al morfi, cosa que antes era distinto,” explica. Además, cuenta que los gastos fijos del local se fueron “al cielo”: “Hoy a los empleados no les alcanza para vivir. La economía nacional está en descenso tanto para mí, como empleador, como para los chicos que trabajan en el local”. Ahora se trata de vivir el día a día según cuenta Esteban, quien reconoce que desde la llegada del nuevo gobierno no hubo una buena medida para los comerciantes ni para los empleados.
Actualizado 05/12/2017