Economía social. Economía solidaria. Economía popular. Conceptos que si bien tienen diferencias remiten a la iniciativa de millones de personas afectadas por el capital concentrado y el desarrollo tecnológico que los expulsa de la economía formal y los obliga a recurrir a diversas prácticas laborales para sobrevivir. No obstante, en otros casos, no se trata de una obligación, sino de una decisión, y al parecer los emprendedores que deciden salirse de la lógica mercantil estandarizada del capitalismo, tampoco la tienen fácil. Sin lugar a dudas, el conurbano bonaerense es una de las zonas de nuestro país que concentra a miles de trabajadores populares, siendo los partidos de Merlo y Moreno dos ejemplo principales de esta problemática. Por tal motivo, ANCCOM recorrió dichos distritos para conocer sobre la economía popular de la región y algunos de sus actores.
Hecho en Moreno es una cooperativa de la zona de Moreno dedicada al rubro textil. “Fabricamos y vendemos ropa. Producimos de todo: camperas de polar, vestimenta escolar y en su momento hacíamos prendas para el Estado”, relata Marta Paredes, su tesorera. La entidad creada en el 2011 nuclea a distintos emprendedores y adquiere el mismo nombre que la marca asociativa impulsada por el Municipio, abocada a promover bienes locales. En la actualidad, el emprendimiento atraviesa por serias dificultades. “La cooperativa está medio en stand by, porque se cortó el trabajo que teníamos del Estado. No hay propuestas por parte del gobierno”, señala Marta. Sumado a esto, la coyuntura económica del país obstaculiza las posibilidades de crecimiento para el sector. “No sabemos a quién vamos a venderle. Y todos estamos igual, incluso hay cooperativas que se han desarmado”, describe la productora.
En el partido de Moreno es el Instituto Municipal de Desarrollo Económico Local (IMDEL) el encargado de dar apoyo a los emprendedores y productores del distrito. Al respecto, la administradora general del organismo, Mariel Fernández, habla de la realidad de esta actividad en la región: “En Moreno vas a cualquier barrio popular y ves ferias organizadas por los vecinos. Pero, puntualmente, junto al Banco Social del municipio trabajamos con 5000 emprendedores y productores”. A su vez, al ser consultada por la génesis de este movimiento económico, la funcionaria argumenta: “Con el desarrollo del capitalismo y el avance tecnológico sucede que se necesitan menos trabajadores. Entonces, a medida que esto continúe va a ir creciendo el volumen de una economía popular que queda por fuera del sistema formal y genera sus fuentes laborales”.
Una de las políticas propiciadas por el IMDEL es el Mercado Popular Itinerante (MPI). Dicho espacio, ubicado en el área céntrica del partido, concentra a cien emprendedores morenenses para que puedan comercializar sus productos. Uno de ellos es Walter Ponce, quien junto a su mujer, hace cuatro años, crearon la marca Las Delicias del Oeste dedicada a la fabricación artesanal de mermeladas y conservas. “Nosotros hacemos todo: compramos los productos, los frascos, hacemos las etiquetas, todo”, comenta. Al igual que otros emprendimientos, Las Delicias del Oeste necesita de la compañía del Estado para progresar, así los expresa Walter: “A todo productor le hace falta préstamos, asesoramiento y lugares de ventas, porque hay muchos productores y poco donde vender”.
La economía popular no siempre surge porque “no queda otra”, sino que también puede nacer desde el deseo. Ese es el caso de La feria del fin del mundo. La misma comenzó el 17 de noviembre de 2012, en “El Churqui” un espacio político-cultural perteneciente al partido de Moreno. El fin era tener un lugar donde vender los trabajos realizados por artesanos que no eran aceptados en otras ferias más tradicionales, donde se excluye cierta forma de concebir el trabajo. Es decir, no se acepta la lógica de entender al producto como una obra de arte, sino que se lo entiende simplemente como una mercancía.
A mediados de 2013, la feria comenzó a realizarse en la plaza “De las carretas”, ubicada en la estación de Moreno. A partir de este cambio, la actividad empezó a funcionar a través de asambleas abiertas. Como menciona Sonia, referente del espacio: “Todo se resuelve en ese ámbito salvo cosas urgentes. Se plantean propuestas, se debate y en el último de los casos se vota, pero la idea es llegar siempre a un consenso”. A lo que la organizadora añade: “Las tareas se dividen en comisiones según cada sector. Difusión, bandas, teatro, comisión de exposiciones, pegatinas, etc. Las integran dos o más personas, que luego traspasan los datos a las asambleas”.
El proyecto fue creciendo y en el 2014 llegaron a participar 50 personas en la organización. Este tipo de lógicas de trabajo, requieren de una economía local activada. Y por lo tanto, en el contexto económico actual, lograr que la feria crezca potencialmente, se torna complicado. Como nos relata Sonia: “Se siente bastante que la gente tiene menos plata y por lo tanto vendemos mucho menos. Hay menos gente en la calle, debido a que todos están persiguiendo el mango y eso significa tener menos tiempo libre para ir a la plaza a tomarte un mate, más allá de que no vayas a comprar. A nosotros eso, más la suma de lo represivo, nos genera bastante desgaste. Estar pendiente de que no te saquen del lugar, de tapar parches. Eso corre el foco de lo que tenemos que hacer, que es innovar en la feria. Lo que no crece se estanca y nosotros tratamos de crecer”.
Por último, hay que mencionar al trueque, una de las actividades más reconocidas dentro de la economía popular. En el distrito de Merlo funciona uno de los más concurridos de la zona: el Trueque/canje LULU. Establecido en el Club Unión de Merlo, y con un grupo de Facebook con más de 30.000 miembros, todos los sábados reúne a miles de personas. Silvia “Lulú” Aranda, fundadora del trueque, explica su nacimiento: “Surge hace tres años por la situación económica. Y como en este tiempo alcanza menos la plata, la gente busca esto. Por eso empezamos siendo mil y ahora somos casi 33.000”.
De este modo, por una entrada de $10, los integrantes consiguen la mercadería que necesitan. “Se puede cambiar de todo: comida, ropa, electrodomésticos, muebles, etc. Lo que más se busca es leche en polvo, porque hay muchísimos chicos”, expone la fundadora. Pero no sólo hay variedad de productos, sino de personas, las cuales provienen de todas partes del Gran Buenos Aires y presentan realidades distintas, según cuenta Silvia: “Hay gente que no tiene trabajo, hay chicas que el sueldo del esposo no les alcanza, hay gente que elabora sus productos y otras que intercambia bienes usados o comprados”. Así, mediante distintas estrategias, por convicción o necesidad, los actores de la economía popular resisten en el actual clima social y político.
Actualizado 18/10/17