Por Magalí Antonelli Laffitte
Fotografía: Deborah Valado

El jardín “Amanecer de los pibes” funciona, según sus educadoras, como un jardín a contramano.  Desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche, las maestras reciben a los hijos de los cartoneros agrupados en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (M.T.E). Si bien el primer objetivo fue que los chicos permanecieran en guardería durante el tiempo que sus padres iban a trabajar, para no tener que acompañarlos en el cartoneo o quedarse solos en sus casas, las maestras propusieron que no sea “un lugar de depósito” e incluir actividades pedagógicas, talleres, y contenidos propios de un jardín.

“Es un jardín en el turno noche”, explica Natalia Zarza a ANCCOM, quien fue maestra en la sala de 4 años nocturna y ahora ocupa el rol de coordinadora de todo el turno noche. “Ellos vinieron con esta idea de tener una guardería y nosotros le propusimos darles el lugar donde dejar a sus niños pero, además, actividades de crianza. Al principio los niños hasta se bañaban acá. Cuando ellos llegan meriendan, después tienen algunas actividades y más tarde cenamos”, cuenta la educadora.

El jardín, que ya lleva seis años, comenzó a funcionar en septiembre de 2009, luego de que los trabajadores del M.T.E, organizados a través de la Cooperativa Amanecer de los Cartoneros, lograran un subsidio por parte del Gobierno de la Ciudad para la compra de alimentos y el pago a las educadoras. Además, la Cooperativa realizó un convenio con la Fundación Ayuda a la Niñez y Juventud Che Pibe para utilizar las instalaciones, y que en ese lugar funcione la guardería. Las maestras comentaron que, al principio, muchos padres no se animaban a dejar a sus nenes más chiquitos. “Antes, los nenes del maternal eran muy poquitos, porque la mayoría no quería dejarlos. A los de tres, cuatro y cinco años los dejaban, pero los más bebés no. Y ahora la sala maternal rebalsa, tiene una lista de espera de 50 chicos, se anotan cuando nacen y recién al año pueden entrar, hay mucha demanda”, dice Zarza. Actualmente, el turno noche recibe a 200 chicos, todos hijos de cartoneros del M.T.E.

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El trabajo colectivo

La Fundación “Che Pibe” funciona desde hace 28 años en Villa Fiorito, en el Partido de Lomas de Zamora. En el barrio, Che Pibe se parece a una segunda casa para muchos chicos y adolescentes. “La Fundación recibe dinero para becas, mediante las Unidades de Desarrollo Infantil (UDI) que destina el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires”, dice Zarza y cuenta que los miembros de la Cooperativa eligieron a la Fundación como espacio para la guardería, justamente por su reconocimiento en el barrio, y por su trayectoria en el trabajo con los chicos.

Entre las cinco y las seis de la tarde, los colectivos de las diferentes rutas que llevan a los adultos a cartonear a Capital Federal pasan primero por Che Pibe para que los padres puedan dejar a los chicos en el jardín. Más tarde, cuando los cartoneros terminan su jornada de trabajo, vuelven cerca de la medianoche a buscar a sus hijos.

El sistema de trabajo que creó el M.T.E  cuenta en total con 26 rutas. Cada una con un grupo de hasta 60 cartoneros que recorren un camino específico por la Ciudad de Buenos Aires. Cada ruta elige mediante votos a su delegado. “Durante la crisis del 2000, salir a cartonear fue una manera de subsistir. En ese momento, no teníamos para dar de comer a nuestra familia. La única manera que encontramos para sobrevivir fue salir toda la familia a la calle, a juntar basura y reciclarla. Era algo que no sabíamos cómo era, lo empezamos hacer como medio de supervivencia”, cuenta Paola Caviedes, delegada de la ruta 24. Luego, con la organización del Movimiento, pudieron terminar de darle forma a su trabajo: “Fuimos aprendiendo que era bueno para el ambiente reciclar la basura. Pero  llegó un momento en que no dio más la situación con el Gobierno de la Ciudad, que nos perseguía porque decía que robábamos la basura, y nos organizamos para poder defender nuestra fuente de trabajo, lo que nosotros habíamos creado. Así que en ese momento nos organizamos, fuimos a una discusión con el Gobierno hasta que pudimos ponernos de acuerdo en que lo que hacíamos era brindar un servicio a la sociedad”, explica la referente.

Con respecto a la guardería, Caviedes comenta: “Fue una manera de contener a nuestros chicos. Los teníamos que hacer retroceder a la normalidad, después de haber vivido la crisis a la par nuestra. Ahora los nenes van a poder comer, no van a tener frío, van a estar contenidos y van a jugar. Y cuando  las mamás se lo llevan, se van comidos y limpitos. Esa situación, que es maravillosa para cualquier padre, se pudo conseguir por la contención. Todo eso es mucho mejor a estar con tu hijo trabajando en la calle con lluvia o con frío”.

004 che pibe_VALADO_1523El primer desafío para las maestras fue construir un espacio de confianza para los chicos: “Al principio, como educadora, era muy duro, porque anochecía y empezaban a llorar por la angustia de que se hacía de noche y no estaban en sus casas. Entonces, empezamos a poner cortinas oscuras en cierto horario, para que no se dieran cuenta que anochecía, y así de a poquito. Ahora es una maravilla como vienen y se quedan”, cuenta Natalia Zarza y siguió: “Los que vienen a la noche no tienen la posibilidad de elegir. Es esto, ir a cartonear con sus padres, o quedarse solos en la casa, a veces cuidando a sus hermanos. Entonces ahí tuvo un lugar nuestra estrategia de enamorarlos del jardín”. Además, al compartir muchas más actividades que las que pueden darse en un jardín tradicional, las educadoras proponen que el ambiente sea “más familiar”. Muchas veces después de la cena, miran películas o charlan hasta que algunos chicos se duermen.

“Tenemos, no sé si la suerte, de que no estamos enmarcados en un programa del Estado, entonces podemos poner nuestras propias ideas de trabajo en la enseñanza. Por ejemplo, retomamos las ideas de los pueblos originarios, celebramos el Día de la Pachamama y enseñamos el respeto de la tierra, que quizás eso no está en otros jardines”, cuenta Zarza. También el comedor es una de las prioridades y las encargadas de la cocina son trabajadoras del M.T.E : “El alimento es variado y nutritivo. Las compañeras que cocinan se juntan una vez a la semana a planificar el menú, y también hacen capacitaciones con nutricionistas”, concluye la maestra.

“No tenemos la capacidad para contenerlos a todos, pero con los chicos que podemos ir incorporando, logramos que el niño vuelva a ser niño y el papá vuelva a ser papá. La contención está un poquito más. Hoy podemos tener nuestra obra social, nuestro colectivo que nos lleva y trae, nuestra guardería, y todo lo que logramos es a partir de la solidaridad entre compañeros”, asegura Caviedes.

 

 

Actualizado 30/03/2016