Abr 23, 2020 | Comunidad, Novedades

Ya pasó más de un mes desde que el Gobierno nacional dictó el aislamiento social preventivo y obligatorio. Y si bien aún no hay fechas confirmadas, es de público conocimiento que la “cuarentena administrada” continuará durante mayo. Frente a esta situación, se empiezan a oír las voces de distintos grupos sociales que reclaman medidas específicas para sus necesidades reales. Uno de ellos es el de las personas con discapacidad.
“Acordamos con la medida excepcional del aislamiento social, preventivo y obligatorio, pues entendemos que es la única manera de evitar que las consecuencias sanitarias y sociales de la pandemia se agraven. En tal contexto, el presente documento busca acercar preocupaciones y propuestas respecto de la situación de las personas con discapacidad en esta emergencia pública en materia sanitaria.”
Así comienza el documento que explicita la situación de las personas con discapacidad frente a la pandemia de Covid-19, firmado por diecisiete organizaciones de todo el país, entre ellas, la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y la Comisión de Inclusión de Personas con Discapacidad (CIPeD) de la Universidad de Salta.
“Nos propusimos hacer el documento para mostrar la situación de las personas con discapacidad, de manera federal”, explica Andrea Grassi, militante de REDI, y comenta que, “en líneas generales, los problemas planteados por organizaciones de las distintas provincias son muy similares”.
El texto pone en el centro de la discusión las problemáticas que enfrentan las personas con discapacidad ante diversas situaciones propias del contexto de aislamiento, haciendo hincapié en la heterogeneidad del colectivo, con diferentes vivencias y necesidades. Y en el respeto del derecho de autonomía; sobre todo a partir de la decisión administrativa 490/20 que permite salidas transitorias para personas con discapacidad, debido a que no todas ellas necesitan acompañantes y los apoyos no deben “ser interpretados como obligatorios”. “Es necesario que exista un lineamiento claro al respecto tanto para las fuerzas de seguridad como para la población en general.”
Al respecto, Grassi agrega: “Enviamos una nota al titular de la Agencia Nacional de Discapacidad para hacerles llegar la confusión que eso generó en el colectivo, y nos respondió al día siguiente. Con respecto a la falta de claridad sobre las salidas breves, nos comentó que se trata de las personas con discapacidad con dificultades conductuales tales que necesitan salir para evitar la sobremedicación en sus domicilios. Pero esa especificación no está plasmada en ninguna publicación oficial, por lo que la decisión sigue resultando confusa.”
La cuestión de la autonomía es un punto sensible para las personas con discapacidad, debido a las dificultades que han tenido por lograr este derecho, y en tanto entienden que las restricciones propias del aislamiento suponen un retroceso en esta conquista. Lucas Romero, miembro de la Fundación Por Igual Más de Córdoba, sostiene que “si bien es comprensible que la emergencia exige del poder público respuestas rápidas y contundentes, la política de los ‘permisos’, si bien puede ayudar a algunos colectivos específicos, opera una objetivación de las personas con discapacidad que responde a lógicas de registro estadístico y a un prejuicio extendido sobre la no autonomía de las personas con discapacidad; y no a un abordaje integral y respetuoso de las diferencias al interior del colectivo”. Romero tiene un diagnóstico de hipertonía muscular que afecta su motricidad fina en los miembros inferior y superior derechos; y recientemente ha retomado su tratamiento de fisioterapia ya que en lo que va del aislamiento, su condición se vio resentida.
Lourdes Siman es directora de la Biblioteca Popular y Parlante Nuevo Ser, de la localidad bonaerense de San Martín y también vio afectada su autonomía y movilidad a partir de la cuarentena, tanto desde lo emocional como de psicológico. Cuenta que, luego de muchos días de confinamiento, salió a realizar un mandado, pero que vivió la situación con angustia y miedo, sin entender por qué. Su teoría es que, con una discapacidad visual severa de base, otros sentidos se vieron limitados: el olfato y el gusto, debido a la utilización del barbijo; y la audición, ya que los sonidos de la calle eran muy distintos a los que estaba acostumbrada. “Me retrotrajo a cuando empecé a perder la vista, que uno no quiere salir afuera, que quiere quedarse adentro, que el afuera te asusta enormemente”, explica, y agrega que varios conocidos también sufrieron episodios similares. E insiste en que, si bien las medidas de seguridad e higiene son necesarias e inevitables, hay que repensar algunas aristas en lo que respecta su modo de implementación para con las personas con discapacidad.
Otros temas que trata el documento son el acceso a tratamientos, prestaciones de apoyo y medicación, advirtiendo sobre irregularidades en la atención por parte de algunas obras sociales y en el pago de salarios para los prestadores y acompañantes terapéuticos.
Por otra parte, el aislamiento y la disminución de la actividad productiva también afecta a las personas con discapacidad igual que al resto de los trabajadores, sobre todo a los informales que ven recortada su fuente de ingreso y que, debido a cobrar un pensión no contributiva, no califican para recibir el Ingreso Familiar de Emergencia. Si bien recibieron un bono de tres mil pesos, la extensión del aislamiento impacta directamente en sus economías.
Sin embargo, un punto comúnmente pasado por alto pero que las organizaciones insisten en traer al centro de la discusión es el acceso a la información, a la educación y a las tecnologías. Cuestiones que, durante la cuarentena, se volvieron aún más fundamentales. “No todas las personas con discapacidad tienen acceso a conectividad, ni a un teléfono celular de alta gama, ni tampoco a una computadora”, explica Andrea Grassi. Por eso, es muy difícil que puedan acceder a las terapias y a los asistentes de apoyo de manera remota.”
Por otro lado, la mayoría de las páginas web, plataformas de comercio e, incluso, plataformas educativas, no cuentan con accesibilidad para personas con discapacidad. Según Grassi, “en cuanto a la educación, también es complejo el acceso a las plataformas que se utilizan y también a los materiales que brinda el Ministerio de Educación. Hay plataformas cuya navegación es inaccesible para personas con discapacidad visual, y lo mismo ocurre con algunos materiales, que tienen imágenes no descriptas.” Los trámites también se dificultan en gran medida para estas personas.
El futuro es incierto para todos y es difícil imaginar el retorno a una “normalidad” que quizás ya no sea tal. Pero para las personas con discapacidad se asoman nuevas preocupaciones ante dificultades existentes: “La pandemia pone a las personas con discapacidad en una particular situación de riesgo”, sostiene Grassi. En el caso de las que poseen discapacidad motriz y las que tienen baja talla, les es difícil higienizarse adecuadamente las manos porque los lavabos son inaccesibles. En el caso de quienes usan elementos de apoyo para desplazarse -bastones, muletas, sillas de ruedas-, éstos están en contacto permanente con el piso, por lo que tienen que desinfectarlos constantemente. “En cuanto a las personas ciegas y las que tienen baja visión, además de que tenemos que tocar el bastón blanco para caminar, debemos usar el tacto para obtener información sobre las cosas (por ejemplo, en un lugar cerrado muchas veces tocamos la pared para usar como referencia para encontrar puertas, ascensores, escaleras, etcétera), y en este sentido, el uso de guantes nos quita sensibilidad para reconocer los objetos, por ejemplo, la botonera del ascensor. Además, las personas ciegas no podemos mantener la distancia social recomendada, porque para cruzar una calle necesitamos tomarnos del codo o del hombro de otra persona,” explica Grassi en primera persona, relatando situaciones que a la mayoría se le escapan.
Mucho queda aún por decirse respecto del aislamiento social preventivo y obligatorio, y las decisiones se toman casi día a día. El documento firmado por las diferentes organizaciones que nuclean personas con discapacidad y tratan cuestiones referidas a sus derechos pone en escena reclamos y necesidades específicas de un colectivo erróneamente homogeneizado. Y da la oportunidad de un debate profundo en torno a ello.
Abr 22, 2020 | Novedades, Trabajo

“La segunda quincena de marzo cobré $4.300 pesos. Es la mitad de lo que suelo cobrar”, explica Nicolás.
#BoicotALosMiserables es el hashtag que usaron las y los trabajadores de las cadenas de comida rápida en las redes para visibilizar su lucha ante suspensiones y rebajas salariales. Para el miércoles 22 organizan un boicot para sus empleadores: Wendy’s, McDonald’s, Burger King, Mostaza, entre otros, y proponen que no se les compre en todo el día, a lo que se le suma un paro de repartidores de apps de delivery.
El decreto 329/2020, del 31 de marzo, prohibió los despidos por 60 días. El contexto de una pandemia, en el que reina una incertidumbre general, no parece ser el mejor momento para quedarse sin trabajo. Ninguna de las dos cosas impidió que hubiesen desvinculaciones en numerosos rubros. Uno de los afectados es el de la gastronomía, que entró en la lista de los exceptuados a la cuarentena a partir del 20 de marzo, únicamente para entregas por delivery. A raíz de esta situación, gran parte de los trabajadores del sector atraviesa dificultades en cuanto al cobro de sus salarios.
Nicolás no se llama Nicolás. Como todos los entrevistados de esta nota, sus identidad fue cambiada por temor a sanciones laborales. Trabaja en la cadena Green Eat de Belgrano, contó a ANCCOM que estas empresas se respaldan en una cláusula que dice que ante una catástrofe o situación extraordinaria, pueden pagar a sus empleados un mínimo de 48 horas mensuales. En promedio, él suele trabajar 70 horas al mes en su puesto de atención al público. “La segunda quincena de marzo cobré $4.300 pesos. Es la mitad de lo que suelo cobrar”, explicó. Tampoco le pagaron el presentismo, que representa casi un 10% de su sueldo. Estas empresas aprovechan las lagunas que deja el decreto del Poder Ejecutivo acerca de las rebajas salariales y de las sanciones para quienes incumplan las medidas. En este caso, los obligaron a tomar una licencia sin goce de sueldo, prometiéndoles que eventualmente podrían trabajar si así lo desearan, ya que el local continúa abierto para el delivery. Pero, cuando lo hicieron, los empleadores les dijeron que preferían no exponerlos. “En realidad, ninguno se quiere arriesgar a contagiarse, pero es una necesidad”, señaló Nicolás.
Ante esta situación, la respuesta que encontraron muchos trabajadores fue organizarse. Una de las acciones que tomaron fue enviar telegramas de forma masiva, aunque no resultó fácil convencer a todos de hacerlo. “Es difícil porque muches tienen miedo a perder su trabajo o a quedar marcados”, afirmó Nicolás y explicó que en Green Eat no son tantos empleados y que mandar telegramas de a uno sería más riesgoso. En otras cadenas, como McDonald’s, esta iniciativa funcionó mejor porque son un colectivo más numeroso. Otra de las estrategias fue crear redes sociales propias para poder mantenerse anónimos y confluir todas las luchas en un solo lugar. En Instagram figuran como @trabajadoresrapidosenlucha y en Twitter como @LuchaRapidosEn.
“A medida que pasan los días la bronca crece, la indignación también, y eso hace que se avance con la organización. Hay gente que nos dice que tenemos que agradecer que no nos están echando. Es una locura”, afirmó Nicolás.

«Es difñicil organizarse, muches tienen miedo a perder su trabajo o a quedar marcados”, afirmó Nicolás
Una situación similar se vive en la pizzería La Continental. “En marzo nos pagaron la mitad del sueldo con la excusa de que no hay plata”, afirmó Javier, empleado de la cadena para realizar el delivery. Estuvo sin trabajar 10 días desde que se decretó la cuarentena obligatoria, hasta que se habilitó su sector. “A la empresa le reclamamos las medidas de higiene y ni siquiera quisieron cumplir con eso. Entonces no fuimos. Tuvieron que comprarnos todas las cosas, barbijo alcohol en gel, guantes”, dijo y aseguró que tuvieron que organizarse entre ellos para que le dieran la licencia a sus compañeros que son parte del grupo de riesgo.
“Hacer el escrache por redes funcionó, porque el sindicato tuvo que actuar y hablar con la patronal, aunque tardaron en hacerlo”, reconoció Javier en relación a la organización a través de Twitter en Trabajadorxs de La Continental. El viernes pasado el Sindicato de Pasteleros pudo llegar a un acuerdo con las empresas de comida rápida. El dictamen prevé que se realice “la reliquidación de las remuneraciones correspondientes a la segunda quincena de marzo, computando como base de cálculo el promedio de horas trabajadas en el semestre previo”. Además, a quienes trabajen durante la cuarentena se les asegura el 100% del sueldo, mientras que a los que no lo hagan, solo el 70%. Al respecto, Nicolás expresó: “Entendemos que esto es un avance que logramos al presionar al sindicato para que actúe. Pero igualmente, exigimos que se nos pague el presentismo y el 100% de nuestro sueldo para abril y mayo. La lucha continúa, nosotros vamos a seguir organizándonos”. Afirmó también que el paro del 22 sigue en pie y que lo acompañarán en las redes e invitan a la población a sumarse a la medida.
Otro caso es el de Diana, camarera fulltime en una cafetería de San Isidro. Su sueldo es proporcional a las horas trabajadas. El jueves 19 de marzo fue la última vez que se presentó en el local, justo antes de que empezara el aislamiento obligatorio. A fin de ese mes, se enteró que no iba a cobrar lo trabajado en marzo y tampoco el tiempo que dure la cuarentena. “Me avisó una compañera, mis jefas no se contactaron conmigo. No hay un mensaje claro ni directo”, contó. El lunes pasado le pidieron que tramitara el permiso de circulación, por si se abre la cafetería para delivery, pero tampoco de eso tuvo mayores certezas. “En algún momento tuve expectativas de que tuvieran otro manejo, pero ahora no espero nada”, reconoció. Por el momento no están pensando en tomar una medida de fuerza porque quieren ver cómo sigue la situación en los próximos días. “Nos da miedo cómo puede quedar la relación laboral y a la vez queremos cobrar. Es un momento de incertidumbre total”, afirmó.

Abr 21, 2020 | Comunidad, Novedades

«Cuando se dice quedate en tu casa, lavate las manos, ¿que hacés cuando no hay casa?”, se pregunta Reyes.
El Centro Educativo Isauro Arancibia, ubicado en el barrio porteño de San Telmo, tiene más de trescientos alumnos, de los cuales un gran porcentaje se encuentra en situación de calle y que, aislamiento de por medio, no puede concurrir a la escuela y se encuentran a la deriva. Con la imposición de la cuarentena obligatoria en la Ciudad de Buenos Aires “El Isauro”, como le dicen sus estudiantes, está cerrado, solo una vez cada 15 días abre sus puertas para entregar bolsones de comida a sus alumnos, a los vecinos del barrio y a todos aquellos que lo necesiten.
Susana Reyes, directora del Isauro y sobreviviente del Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio El Vesubio, es una mujer que de sólo escucharla se puede entrever su carácter fuerte y dedicación infinita por sus alumnos. No deja lugar a dudas de la precariedad de la situación de sus estudiantes. “Hay cuadras y cuadras de cola porque no solo vienen los alumnos, sino que también viene la gente del barrio. El Isauro es una referencia en la zona y la comida no alcanza. La gente acostumbrada a cartonear, a hacer changas, ahora no tiene ninguna de estas posibilidades y no tienen qué comer”, describe Reyes
El Isauro es para sus alumnos en situación de calle una conexión con el barrio, “Ahí es donde se ve el Estado ausente en esta ciudad. Cuando se dice quedate en tu casa, lavate las manos, ¿que hacés cuando no hay casa?”, se pregunta Reyes. Los alumnos del Isauro no pueden mantener las medidas mínimas de higiene debido a que todos los lugares a los que concurrían para hacerlo se encuentran cerrados: la Shell de Independencia y Paseo Colón o el Mcdonald’s que se encuentra a un lado.
Con respecto a los bolsones, Susana indica que no están entregando nada para higienizarse, recién la semana pasada les dieron barbijos para los maestros. “Nosotros tenemos que sostenerlo, usar lavandina”, señala Reyes.

«Los que viven en la calle perdieron todo lazo social, la escuela es la que los liga a otras posibilidades», dice Reyes.
Distintas organizaciones sociales, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Centro de Estudios Metropolitanos (CEM), entre otros, denunciaron ya en marzo como poco efectivas las medidas tomadas por el Gobierno porteño de Rodriguez Larreta, que habilitó polideportivos a disposición de las personas en situación de calle en Parque Chacabuco, Pereira y Avellaneda. Susana agrega: “No sé si es que no dan abasto, pero tampoco levantan a la gente que está en la calle. La persona que vive en esta situación ha perdido todo lazo social, la escuela es la que lo liga a otras posibilidades, es ahí donde se arma el lazo, al no estar la escuela quedan en banda, sin información sin posibilidad. Es una situación de soledad absoluta.”
Reyes denuncia también la situación de los estudiantes del Isauro que viven en hoteles, hacinados y compartiendo un baño entre varias familias. “El hacinamiento evidencia que la falta de vivienda en la Ciudad es algo que se viene arrastrando y que no hay solución porque no tienen sensibilidad ni interés en resolver esta situación. Niegan la cantidad de gente en situación de calle, nosotros con diferentes organizaciones hicimos otro censo con diferentes resultados a los oficiales y lo siguen negando. Cuando se niega una realidad es imposible revertirla.”
El Isauro impulsa, además, distintos emprendimientos que se hacen en el Centro Educativo y emplean a sus mismos alumnos, cuenta con una panadería, un taller de arreglo de bicicletas, un taller de costura y la revista La Realidad Sin Chamuyo, todos actualmente se encuentran cerrados lo que hace que los estudiantes que allí trabajaban se queden sin ese ingreso.

Veinte de los 300 alumnos del Isauro viven en el CIS, una asociación civil creada por docentes del colegio.
Veinte de los trescientos alumnos del Isauro se encuentran viviendo en el CIS (Centro de Integración Social), una asociación civil creada por los maestros y maestras del colegio. Se trata de un hogar de tránsito para mujeres y hombres mayores de edad, con el sueño de acompañar y fortalecer las trayectorias educativas de los estudiantes. “Ellos están bien, tienen talleres, acompañantes pedagógicos y la idea es que ahí puedan pensar un proyecto de vida. La posibilidad de hacer pie, de pibes que antes estaban en la calle, puede estar ahí, donde piensan y hurgan en sus deseos, alago muy difícil para la gente que está en situación de calle, saber no lo que pueden sino lo que desean y a partir de ahí construir un futuro.”
Los posibles riesgos que puede conllevar la expansión de la covid-19 son muy reales para Susana, e indican la imposibilidad para la población que vive en la calle de acudir a los hospitales. “Los pibes están acostumbrados a sufrir fiebre y no ir al médico, no van a ir al hospital porque nunca han ido. Siempre han pasado sus gripes y sus fiebres en la calle. Ese es el peligro para estos pibes que, además, no han sido bien alimentados, que han jalado poxi, que tienen los pulmones ya bastante deteriorados, que siempre tienen enfermedades respiratorias. Hay toda una población que es subterránea en la ciudad, es la población más dañada como siempre, la más castigada”.

“Los pibes se acostumbraron a tener fiebre y no ir al médico, no irán al hospital porque nunca fueron», dice Reyes.
La pandemia ha desnudado la indiferencia estatal hacia los alumnos del Isauro que se encuentran a la intemperie, así como también hacia aquellos en situaciones precarias de vivienda. Según estimaciones oficiales hay poco más de mil personas en situación de calle, en contraposición a los datos obtenidos por los censos de las organizaciones sociales dedicadas a asistir a las personas sin techo, que elevan las cifras a más de siete mil personas.
Reyes subraya: “No creemos que una asociación civil resuelva estas cuestiones, pensamos que es el Estado el que debería encargarse, pero la armamos ante esta carencia. A veces es muy difícil tratar de suplir ese rol, nunca lo vamos a poder hacer, por eso la asociación nuestra se dedica a los pibes del Isauro. Abarcar todo no se puede.”
Abr 17, 2020 | Entrevistas

A Alexandra Kohan le gusta pensar en conjunto y cuestionar lo establecido, pero para llegar a nuevas preguntas. Psicoanalista y docente universitaria, en el 2019 publicó, con gran repercusión, su libro Psicoanálisis: por una erótica contra natura. Entrevistada por ANCCOM pide que, por favor, “no hagamos del amor una pasión triste”, habla de los escraches, de que “cuidado no es vigilancia” y, respecto al contexto de aislamiento social actual, se permite la incertidumbre: “Me parece un momento para soportar no saber”. Por otro lado ella, que se desempeña como docente en la carrera de Psicología de la UBA, considera que este cuatrimestre se debería haber dado por perdido.
¿Por qué decidió dedicarse al psicoanálisis?
No recuerdo un momento en el que lo haya decidido ni tampoco creo que haya sido una decisión tomada tan conscientemente. Nunca lo había pensado. Diría que fue una especie de acontecimiento. El psicoanálisis es un encuentro con algo inédito, sorpresivo. Y sigue apareciendo cada vez que leo, cada vez que me encuentro con un paciente, cada vez que voy a sesión. Me analizo desde siempre y no encuentro otro espacio que se le parezca. Supongo que haber advertido los efectos del psicoanálisis como analizante, el modo en que el psicoanálisis cambió mi vida, la manera en que despertó en mí un constante interés por ciertas maneras de leer, hizo que quisiera seguir habitándolo. Me posibilitó vivir una vida un poco más consecuente con lo que quiero, soportar la fragilidad que implica que no haya garantías; le debo no haber quedado melancolizada en las tragedias de mi vida y, por sobre todo, le debo la posibilidad de seguir queriendo el amor luego de todos los amores que se terminaron.
Es una manera de leer, de pensar, de precisar interrogantes y de las consecuencias que eso tiene. Porque lo que el psicoanálisis hace es que el decir tenga consecuencias. Así que supongo que por todo esto no es que me dediqué al psicoanálisis sino que le dedico mi vida al psicoanálisis, en el sentido de una dedicatoria.
¿Se considera una mujer feminista?
El feminismo es, para mí, una práctica. Y como tal, un ejercicio que está en las antípodas del ser. No se es feminista. Es cierto que hay últimamente una euforia identitaria y todo el mundo dice lo que es como si eso bastara. Está lleno de mujeres que se aferran a esa certeza de ser feministas pero después, en las prácticas, arrasan con lo que eso incluye. Todos tenemos contradicciones, ese no es el problema. Quiero decir: yo prefiero no estar tan segura de que soy feminista y, en cambio, revisar las prácticas, pensar qué hago cuando ocupo posiciones de poder, qué cuestiones se activan ahí, de qué modo pienso ciertas escenas. No me interesa adormecerme en una supuesta identidad que para lo único que sirve es para no revisar nada más. Me interesan las reivindicaciones del feminismo pero no me desvela llamarme feminista. No necesito definirme porque, además, sé que definirse a sí mismo detiene la proliferación de sentidos que pueden tener mucha más potencia que la fijación a uno en particular.
¿Cree que el psicoanálisis le permitió tener una mirada diferente respecto del movimiento feminista?
Mi mirada está hecha de lecturas pero, sobre todo, de interlocuciones con otros que están pensando. Me gusta mucho pensar con otros y es ahí donde encuentro una comunidad que me importa. Pensar, como dice Virginia Cano (n. de. r.: activista y filósofa), se parece bastante al amor porque hace tambalear el Yo y porque nos dejamos conmover por la irrupción de un otro. En ese sentido, diría que no hay ninguna pretensión ni intención de tener una “mirada diferente”. Uno plantea sus ideas y los acuerdos o diferencias vienen como efecto, nunca como intención. Me cuesta pensar al feminismo como un movimiento singular. Citando a (n.de.r: la periodista) Florencia Angilletta, voy a decir: “El feminismo no existe. Referirse a los feminismos en plural no es un simple cliché lingüístico. Ayuda a mostrarlo como un mosaico de múltiples consensos pero también de tensiones, ambigüedades, o deseos a veces contradictorios y luchas por el poder”.
Es muy crítica respecto a las frases hechas o consignas como “Si es amor, no duele”. ¿Cuál es su postura respecto al amor desde una perspectiva feminista?
Soy crítica, en el sentido en que me interesa leer en los pliegues en donde se alojan las contradicciones, los sentidos coagulados, los gérmenes que van a producir los estereotipos. Reconozco que me cuesta decir “desde una perspectiva feminista”. Una cosa es que podamos cuestionar ciertos dispositivos afectivos, ciertos paradigmas del amor que fueron atravesando las distintas épocas y otra es que estipulemos qué amor es feminista y qué amor no lo es. Que creamos que deconstruir el amor implicaría no sufrir. No hay manera de no sufrir en el amor. Luego, podemos revisar todo lo que queramos. Pero lo que me preocupa es la suposición de que el camino hacia la emancipación sería protocolizar las relaciones o hacer una pedagogía de las relaciones sexo-afectivas. El asunto no es el contenido de algunos discursos sino su enunciación prescriptiva. Revisemos, analicemos, visibilicemos, pero no seamos pedagogos del amor porque eso es lo contrario a la liberación. No confundamos cuidado con vigilancia.
El amor no puede adjetivarse, porque en cuanto se lo adjetiva se lo clasifica, se lo encierra en un estereotipo y sería lo mismo, en ese sentido, decir “amor romántico” o “amor libre” o “amor feminista” o “amor sano” o “amor enfermo” o “amor tóxico”. Adjetivar el amor es lo contrario a revisar aquello que puede no gustarnos. Porque adjetivar es detener la inquietud, detener las preguntas y a mí me importa mucho formular preguntas. Hoy en día aparecen una cantidad de respuestas y posiciones asertivas pero faltan las preguntas.
Entonces, ¿qué es el amor?
El amor, tal y como yo lo concibo, es un acontecimiento y lo que el psicoanálisis me enseñó es que no hay saber sobre el amor. El amor agujerea el saber. Como dice Martín Kohan, no está ahí para ser resuelto. Hoy en día se pretende que se está “deconstruyendo” el amor pero lo que se está haciendo, bajo esa lógica, es pretender domesticarlo, civilizarlo; es aplastarlo bajo supuestos de que existiría un amor que no implique dolor. Se están escribiendo manuales del buen amor en nombre de la supuesta deconstrucción, manuales con instrucciones de uso de las relaciones sexo-afectivas. Se pretende eliminar el malestar que suscita el deseo. Si seguimos esos manuales, el amor no nos va a doler más, es cierto, porque vamos a estar entre anestesiados y muertos. Se pretende hacer de las relaciones un contrato lleno de cláusulas creyendo que así se evitaría el dolor o la pasión que implica. No hagamos del amor una pasión triste, por favor.
¿Y cómo cree que sería una forma más efectiva de luchar contra la violencia de género?
Me llama muchísimo la atención que me plantees la cuestión de la violencia de género a continuación que me proponés pensar sobre el amor. Encuentro ahí un síntoma muy actual, un estado de cosas: ya no se puede hablar de amor sin tener la violencia en el horizonte. Parece que ya no se pueden concebir las relaciones amorosas sin tener el cuco de la violencia acechando. Es una pena porque se empastan, se superponen las cosas y amor y violencia pasan a ser casi sinónimos cuando lo que estamos tratando, justamente, es de discriminarlos. Como si la soluciones al grave problema de la violencia pasara por pedagogías, instrucciones y prescripciones. Como si fuese indispensable mitigar el amor para anular la violencia.
¿Qué pasa con el feminismo, las redes sociales y los escraches?
Yo estoy absolutamente en contra de los escraches y lo digo así, explícita y claramente. Me parecen nefastos por las consecuencias que generan. Los escraches producen muchísimo padecimiento en ambas partes: en el escrachado porque es literalmente segregado, silenciado, anulado como sujeto; pasa a ser un objeto de la crueldad de la masa y no tiene ninguna posibilidad de tomar la palabra. Es tratado como resto, como basura y estigmatizado en niveles altísimos de los que, la mayor parte de las veces, no se puede volver. La persona que escracha tampoco la pasa bien: nunca es sin consecuencias ese gesto. Muchas veces, una vez que “baja” ese estado de masividad, queda en una soledad enorme y de algún modo ella también queda coagulada en el lugar de víctima y haciendo de ese lugar casi un destino. No sólo no contribuye a luchar contra los abusadores sino que termina banalizando el abuso. Ya no se distingue abuso de acoso o de violación y, además, se domestica todo: se le dice “violín” al violador, por ejemplo. Y como dice Florencia Angilletta: “Si todo es violencia, nada es violencia”. Por todo esto, de ningún modo pondría la práctica a cuenta del feminismo. Cierto sector del feminismo quedó tomado por un estado general de cosas. Y hace poco pensé lo siguiente: lo otro del escrache no es el silencio, para nada. Si de lo que se trata es de no callarse, hablar no tiene por qué hacerse públicamente bajo la forma del escrache. Hay muchísimas mujeres que no quieren hablar de esa manera. No hay por qué obligarlas. Hay que seguir generando y pensando espacios en donde ese decir pueda alojarse, pero la alternativa al escrache no es el silencio, eso es una falacia.
Esta pandemia y la consecuente cuarentena que estamos llevando a cabo en el país (y en el mundo) es un evento sin precedentes. ¿Cree que va a generar cambios permanentes tanto a nivel individual como social?
Voy a contestar lo que contestó una vez (N.d.r.: el psicoanalista francés) Jean Allouch, cuando le preguntaron sobre las formas “venideras” del síntoma: no siendo ni profeta, ni visionaria, ni socia de pronosticar, heme aquí, sin poder responderte. No sé y me parece un momento para soportar no saber. Y todo lo que se anticipe tiene más que ver con un anhelo personal que con la posibilidad de leer en medio de esta situación. Como dice la psicoanalista Carina Gonzalez Monier, el psicoanálisis sabe hacer con lo nuevo y con lo sorpresivo. Esta pandemia es una situación absolutamente nueva y por eso mismo no sabemos qué puede advenir como síntoma. Lo que sí sabemos es que estamos disponibles y dispuestos a atajar aquellos efectos que puedan suscitarse. En definitiva, tampoco se trata de patologizar esta situación.
En las últimas semanas vimos en la calle un crecimiento de la vigilancia civil, personas gritando desde los balcones o con megáfonos a sus vecinos. ¿A qué se deben estos comportamientos?
Supongo que a una euforia vigilante que está siempre al acecho. Quizás sea un modo de tranquilizarse a sí mismos y a su conciencia de buenos ciudadanos. Qué se yo. A sentir que tienen el poder de determinar moralmente quién está de qué lado. Otra vez podría decir: no confundamos cuidado con vigilancia. Lo que más me llama la atención es que se vigilan los cuerpos de los demás y se pretende que la amenaza siempre es el otro. Los que denuncian no se perciben nunca como posibles portadores de un daño. Los escraches en este momento muestran lo que decía en la pregunta acerca de los escraches: no son del feminismo. Hoy hay un Estado presente que está ocupándose de los que incumplen, no hacen falta voluntarios para vigilar y castigar.
¿Cómo está desarrollando su rol como docente? ¿Está pudiendo realizar cursadas online?
La Facultad de Psicología decidió llevar adelante algo que se llama “Plan de contingencia”. Más allá de mis desacuerdos con ciertas resoluciones de la UBA y de lo que cada facultad está decidiendo, voy a empezar a dictar clases por Zoom que es algo que decidimos en la cátedra en la cual trabajo. Voy a poner lo mejor de mí pero lo que sucede en el aula con los cuerpos presentes es irremplazable y lo voy a extrañar mucho. Mi posición es que habría que haber perdido el cuatrimestre porque es un momento para parar y no para intentar “recuperar” nada. La UBA nos dejó bastante solos a los docentes y no se puede improvisar en medio de la pandemia. Por otra parte, un sector de los estudiantes reclama y presiona en un tono un tanto hostil hacia los docentes. No sé, creo que no se advierte del todo lo que estamos pasando ni se termina de percibir que los docentes también somos trabajadores. De todas maneras, dar clases siempre me entusiasma y voy a tratar de que mi entusiasmo se note “en cámara”.
Abr 16, 2020 | Comunidad, Novedades

Brasil transmite desesperanza. Es el país más grande de la región y también el más afectado. Lula Da Silva manifestó hoy en twitter lo que debería decirse en las calles: “Bolsonaro se parece al capitán del Titanic. El barco se estaba hundiendo y continuó fingiendo que no estaba pasando nada. El país está a la deriva. Un barco sin rumbo”.
Desde que se confirmó el primer caso a fines de febrero, el número de infectados creció exponencialmente. En las últimas 24 horas murieron más de 200 personas. Oficialmente tiene 28.320 contagiados de coronavirus y 1.736 muertes. Mientras tanto, Jair Bolsonaro se tomó muy en serio su slogan electoral de “dios por encima de todo”, porque no asumió ninguna responsabilidad de los efectos de la pandemia en su país.
Aunque el total de víctimas represente número escalofriante, estas cifras podrían ser optimistas. “Hay una discrepancia escandalosa entre los datos oficiales y lo que sería el verdadero número que, acorde a instituciones de investigación de salud y a hospitales de primera línea, sería de quince veces más. De ser así habría alrededor de 400 mil contaminados y más de 24 mil muertos. En la comunidad científica está la certeza de que esto será una catástrofe de dimensiones inéditas.” Esta es parte de la visión de Eric Nepomuceno, autor, periodista y traductor brasileño, que gentilmente habló con ANCCOM.
Estas palabras difieren considerablemente con las del gobierno de turno. “En mi caso particular, en el caso de ser contaminado por el virus, no necesitaría preocuparme. No sentiría nada, o a lo sumo sería una gripecita o un resfriadito”. El presidente brasilero se manifestó públicamente y en repetidas ocasiones en contra de las recomendaciones de la OMS. “El brasileño no se contagia. Se lo puede ver saltar a una alcantarilla, bucear y nunca le pasa nada”, decía. Estas declaraciones muestran su ferviente negacionismo. Rafael Dias, psicólogo, profesor de la Universidad Federal de Fluminense y coordinador del Observatorio de Derechos Humanos del Sur de Fluminense, colaboró con este medio para dar más luz a esta situación. Él considera que el primer mandatario está exponiendo a toda la población. “Sus declaraciones y actos son un enfrentamiento permanente con los derechos humanos y la salud mental de los brasileños. Lo que está sucediendo en Brasil es el proyecto de necropolítica. En este contexto, mantener el aislamiento social es un acto de desobediencia civil”.
La falta de un liderazgo sensato desde Brasilia provocó intensas batallas políticas en el contexto menos indicado, y ahora el poder presidencial pende de un hilo. “Fueron los gobernadores los que llenaron el vacío político. Ellos comenzaron a tomar medidas sanitarias de acuerdo con la situación e incluso coordinaron acciones para tener respiradores y equipos de protección para profesionales de la salud. Gracias a su accionar se logró evitar el colapso de los sistemas de salud”, agregó Dias. Ante la inacción federal, los jefes de cada estado brasilero tuvieron que determinar medidas preventivas y cuarentenas por su cuenta.
La crisis no tardó en llegar al seno del gabinete. La imbecilidad del primer mandatario lo llevó a distanciarse de su propio ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien hasta hace unas horas seguía en el cargo porque así lo quiso la cúpula militar que rodea al presidente, tras varios días de especulaciones sobre su continuidad; el propio Mandetta, según trascendió, consideraba que era imposible trabajar con Bolsonaro, porque acordaban una cosa y luego el presidente hacía otra, opuesta. Al cierre de esta nota, el presidente despidió al ministro. El general del Ejército Walter Braga Netto, Jefe de la Casa Civil, ganó influencia y está poniendo “orden en la casa”. “Los militares tratan de contener las iniciativas absurdas y demenciales de Bolsonaro -explicó Nepomuceno-. Más allá de esto, no debe olvidarse que los generales de los que hablamos son reaccionarios de la peor especie, y temen un giro hacia el autogolpe. Pese a esto, por ahora no hay clima ni espacio para un juicio político”.
En el medio de la politiquería está el pueblo, confundido por los múltiples discursos que plantean la falsa dicotomía entre morir enfermo o morir de hambre. Eloa Lemos, estudiante que vive en Río de Janeiro donde cumple con su cuarentena, sufre en carne propia la locura que se está viviendo y teme por las futuras consecuencias. “Bolsonaro es el mayor responsable de la crisis que estamos atravesando, pero por suerte, mucha gente que antes lo apoyaba dejó de hacerlo”, dijo.
Nepomuceno advirtió que “Bolsonaro camina velozmente rumbo a un aislamiento que lo dejará con el respaldo resumido a sus seguidores más fanáticos. Pero ojo: en este momento, eso significa un 20 a 30 por ciento de la opinión pública”.
Esa porción del electorado parecería ser suficiente como para marchar y generar disturbios, mientras el presidente rompe su cuarentena para sacarse fotos. Del otro lado responden desde las casas, caceroleando.
Mientras tanto, los médicos arriesgan su vida para salvar las de otros. ANCCOM se contactó con un médico residente del Hospital de Pronto Atendimiento Da Gloria, que prefirió no identificarse y denuncia la falta de protección del personal. “A pesar de que se han construido hospitales de campaña, todavía no hay insumos suficientes para la seguridad de los profesionales de la salud. Solo los pacientes hospitalizados y los profesionales de la salud son testeados, debido a la cantidad escasa de pruebas disponibles.”
Sin embargo, los recursos están siendo destinados a la producción de cloroquina e hidroxicloroquina, drogas que no fueron autorizadas por la OMS. Éstas fueron utilizadas para pruebas piloto, que dejaron un saldo de 11 pacientes muertos. “Que el laboratorio del Ejército produzca dos millones de comprimidos de inmediato es algo demencial. Si Bolsonaro antes seguía paso a paso los movimientos de su ídolo Donald Trump, ahora logró superarlo en términos de estupidez suprema”, aclaró Nepomuceno.
El presidente está muy alejado de la realidad. Por más que manifieste que impulsará la economía, los pronósticos no son nada favorables. El FMI prevé una caída de más del 5% para este año. Por más que envíe a la gente a trabajar, el número de desempleados es cada vez mayor. Menos mal que por lo menos el Congreso se preocupó por brindar una ayuda con el bono de 600 reales (115 dólares) a trabajadores informales y autónomos.
Es imposible determinar cuál será el futuro del país, como tampoco el del resto de los países del mundo. Lo que sí es evidente, es que en Brasil el impacto de la pandemia derribó la primera ficha del efecto dominó que poco a poco está volteando todo a su paso. El tiempo dirá si también se voltea el tablero.