Por Federico Rueda
Fotografía: Gentileza Marcos Prati

Renata Prati presenta su libro “Esta es tu pena” , en el que explora cómo la sociedad se relaciona con el dolor y censura la depresión. La cuestión de género acá también está presente.

La música que escuchamos y las series que vemos hoy hablan, en gran parte, de lo mismo: un malestar palpable, incómodo, doloroso. Tanto “Envidiosa” de Netflix, como el último disco de la cantante Rosalía, Lux, son narrativas mainstream que muestran un paisaje donde el dolor surge a flor de piel. En el libro Esta es tu pena (Siglo XXI), Renata Prati, doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, explora las formas en las que como sociedad nos relacionamos con el dolor; recorre la historia de esta relación; y se pregunta: ¿qué pasaría si, en vez de censurar la depresión, nos atrevemos a escuchar lo que tiene para decir?

 

La idea que atraviesa el libro es que las formas con las que nos representamos al dolor no son estáticas sino que son históricas. ¿Qué idiomas o guiones predominan hoy?

En nuestras conversaciones más cotidianas se puede reconocer la expansión del lenguaje psiquiátrico, con un vocabulario que suena más científico y especializado, no solo con los dolores, sino también con las diferencias, con las mañas que tenemos. Incluso en los chistes, decimos que tenemos TOC, trastorno obsesivo-compulsivo, para simplemente decir que somos obsesivos con algo. En este sentido, el desplazamiento entre melancolía y depresión, de pasar a pensar en nuestros dolores y malestares con este vocabulario más especializado, y que viene en concreto de estas derivas que tienen lugar en el fin del siglo pasado en los Estados Unidos, es una cuestión que se puede rastrear de forma muy concreta. Después obviamente con la globalización se difunde por todo el mundo, pero no nos damos cuenta que viene de ahí.

 

El libro surgió a partir de tu tesis doctoral, ¿Qué te llevó a querer estudiar el tema?

Por un lado, algo bastante obvio, fue un interés y una experiencia personal. Pero, por otro lado, hubo una motivación que me dio la frustración de sentir que no era un tema filosófico. ¿Por qué habiendo tantas reflexiones filosóficas sobre la melancolía no siento que está habilitada la pregunta por la depresión, que es la categoría que se utiliza ahora en el siglo XXI? La idea original de la tesis fue justamente este contraste entre melancolía y depresión. ¿Por qué cuando decimos melancolía no suena tan malo? Suena como que estás teniendo pensamientos profundos y que sos una persona inteligente e interesante. No pasa lo mismo cuando decimos “estoy deprimido», suena mucho más negativo.

¿Por qué cuando decimos melancolía no suena tan malo? Suena como que estás teniendo pensamientos profundos y que sos una persona inteligente e interesante. No pasa lo mismo cuando decimos “estoy deprimido», suena mucho más negativo.

Renata Prati

Entre terapias enfocadas en la conducta y una cultura de la medicalización que enfatiza el rol de la serotonina, parece haber una reducción de la complejidad y los matices del dolor ¿Qué se nos escapa cuando pensamos así?

El campo de la salud mental es un campo que se polariza mucho. Lo que trata de argumentar el libro es que perdemos siempre que tratamos de reducir estas cosas a una sola cosa. Los malestares, al estar hechos de sentimientos, van a ser siempre una entidad completamente abierta a lo social, a lo vincular, a las normas de cómo tenemos que sentir, cómo no, a lo que está pasando. Tratar de reducirlo todo a un desequilibrio en tu cerebro, o a un duelo que no pudiste resolver, de las dos maneras, hay una reducción que se pierde de analizar o de poder incorporar todas esas diversidades de factores y esa cuestión más pública que tiene el hecho del sentimiento. Estos están en contacto con el mundo, están diciéndole algo del mundo. El dolor siempre se va a sentir mal, lo que pasa con la depresión y su devaluación—el argumento central del libro— es la negatividad extra que se le agrega, que nos deja más solos en ese dolor. Si vos te sentís mal y además no podés compartirlo con nadie, no podés entender que ese malestar tiene una comunicación con el mundo, es un malestar puramente negativo.

 

En el libro mencionás que en el reparto de lo público y lo privado, el malestar de las mujeres queda atado al interior de ellas; imposibilitando, entre otras cosas, que sus enojos sean vistos como asuntos públicos. ¿Qué consecuencias tiene esto?

Una de las cosas clave para entender la conformación de la categoría depresión, y su contraste de valor con la melancolía, fue justamente su carácter generizado. El hecho de que la depresión está mucho más asociada a mujeres y la melancolía, al menos en la representación, pensamos en grandes hombres, en Hamlet, en Van Gogh, en artistas varones que tienen esta profundidad de pensamiento y de creatividad. El hecho de que el malestar quede feminizado con la depresión permite entender cómo se lo va devaluando y cómo va quedando interiorizado, en el sentido de hacérselo como algo que es un tema de mujeres, que es un tema de lo doméstico. Pero por otro lado, me parece que también al asociarse a las mujeres y al asociarse a un sujeto político que en los últimos siglos dio lugar a tanta rebelión, también permite esta cuestión de discusión. Ahí yo retomo un concepto bastante más reciente de un par de filósofas estadounidenses que es el de injusticia afectiva. El hecho de que no te dejan sentir lo que tenés derecho a sentir, y no te dejan sentir porque no te lo reconocen como sentimiento. Te dicen “te está por venir”, o “estás muy histérica»; y no porque tu sentimiento esté respondiendo a algo que está pasando en el mundo.

En el panorama político actual, hay un recrudecimiento de la crueldad: ¿qué relación le cabe a ese fenómeno con la forma en la que nos relacionamos con el dolor?

Yo defendí la tesis el viernes antes de que gane Milei, nunca me lo voy a olvidar. Pero la escritura de la tesis fue previa a su surgimiento, no me lo imaginaba posible. Después en el libro sí incluí un pasaje, esta cuestión de la desorientación, la desazón, ese malestar, ese dolor país de: ¿Y ahora qué? Por ahí dos cosas. Una, la discusión sobre la locura de Milei, la salud mental, que de repente se volvía muy fea, como muy estigmatizante para las personas que de verdad tienen condiciones: “Está loco, entonces no tiene que opinar”. Esta arma discursiva de patologizarte, de psiquiatrizarte para desvalorizar tu palabra. Y por otro lado, la otra cosa que sí entró un poco más en el libro, es el malestar que nos genera esta situación política actual. Tenemos que poder abordarlo. No podemos seguir desvalorizándolo o tratar de hacerlo chiquito y ponerlo debajo de la alfombra. Hay un montón de cosas, una escalada de la crueldad, una escalada de ciertas maneras más hostiles de vincularnos, de ciertos acuerdos que parecen rotos. Y eso nos genera cosas y tenemos que poder mirar esas cosas que nos generan. No podemos darle tanto rechazo a eso que nos pone mal.

 

Este miércoles 3 de diciembre se realizará la presentación oficial del libro en Velazco Disquería & Bar (Juan Ramirez de Velasco 492, CABA) a las 19hs. La entrada es libre y gratuita.