Rechazo a la privatización del ex zoológico porteño

Rechazo a la privatización del ex zoológico porteño

Imagen de una publicidad del zoológico vista tras las rejas.

La Legislatura porteña realizó la Audiencia Pública por el proyecto de Ley de Concesiones que permite la explotación de los edificios históricos ubicados dentro del Ecoparque, el 29 de agosto último. Hubo más de 90 oradores, entre ellos representantes del gobierno, ambientalistas, vecinos y activistas por el derecho de los animales y el patrimonio cultural.

La jornada dejó visible el fuerte rechazo que tiene el proyecto y el incumplimiento de la Ley 5752, conocida como “Ley Ecoparque”. Se cuestionó la voluntad del Gobierno de entregar tierras públicas para negocios privados, su falta de interés por proteger el patrimonio, la no evaluación del impacto ambiental antes de comenzar las obras, y una profunda preocupación por la situación de los animales que continúan dentro del establecimiento.

Un proyecto de ley que dice poco

La audiencia se basó en el expediente número 3086, que ya fue aprobado en primera lectura el pasado 28 de junio con 42 votos positivos, y que autoriza al Poder Ejecutivo a concesionar el uso y explotación de los edificios en el predio del Jardín Zoológico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “Eduardo Ladislao Holmberg”, por un plazo de hasta treinta años. La transformación del ex zoológico, dictada por la Ley 5752, será financiada a través de la participación privada.

Según indica el proyecto, las actividades que se realicen tendrán por objeto propuestas educativas, recreativas y de concientización en materia de conservación y preservación del ambiente, y otras que mejoren la experiencia del visitante para posicionar al predio como paseo familiar.

Un ave detrás de un alambrado.

«Mantener animales tras las rejas toda su vida con el único propósito de exhibirlos es crueldad y genera muertes», dijo Andrei Chtcherbine, partícipe de la organización SinZoo.

Adrián Camps, ex legislador de la Ciudad de Buenos Aires, presentó en el año 2015 la Ley de Creación de Jardín Ecológico, que contemplaba aspectos patrimoniales, ecologistas y los derechos de los animales: “No estoy de acuerdo con ningún negocio privado con bienes públicos. No sabemos quiénes son los concesionarios, nadie los conoce. No sabemos qué actividades van a realizar. No sabemos qué obligaciones van a asumir”, sostuvo. “Lo que sí sabemos es que los concesionarios pueden mantener animales en cautiverio para su exhibición. Muchos funcionarios me cuestionaron diciendo que la ley no lo permite, porque van a entregar los recintos libres de animales, pero no dice que en el futuro no puedan tenerlos. Va haber un acuario, y los peces son animales. Cuando nos hablan del recinto de los ciervos y bisontes, dicen que ahí va haber un reptilario, y ese recinto está en la lista a ser concesionado. Nada le impediría, porque no está en la ley, a un concesionario que no pueda tener y explotar animales de 10 a 20 años”, advirtió Camps.

Gabriel Fucks, de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad planteó: “Aparece un error semántico en la redacción del proyecto cuando se habla de edificios, porque lo que se va a concesionar es el inmueble, más el predio que lo rodea. Lo graficó con la casita Bagley que es de 49 metros cuadrados, sin embargo, el área de concesión es el edificio y su entorno, otorgando 400 metros cuadrados. No hay una protección del predio como conjunto edilicio, paisajístico, ambiental y artístico ornamental. La riqueza patrimonial entra en una zona gris. Se entregarían 3.5 hectáreas a privados. La gran incógnita que se nos presenta es quiénes son los posibles interesados en las concesiones, qué uso le darán a sus edificios, qué obras está realizando el Gobierno  de la Ciudad y con qué fondos públicos”, interrogó.

Centenar de críticas

Pese a que la Coalición de Especialistas en Conservación de la Biodiversidad y el grupo de proteccionistas tienen opiniones desencontradas, en lo que respecta al proceso de transformación ambas concuerdan en que el Gobierno no apela por el bienestar animal y solo quiere realizar un negocio con privados, por el alto costo que implicó los traslados y la misma reconversión.

Excavadora en una obra de construcción.

Las obras de reconversión comenzaron con más de mil animales dentro, produciendo la muerte de muchos de ellos.

Andrei Chtcherbine, quien fue guardaparque y partícipe del Proyecto Jardín Ecológico de la organización SinZoo, comentó: “Propusimos un proyecto de ley que en cierta forma fue tomado por la ciudad, y se aprobó uno que tiene muchas similitudes, pero hoy vemos que gran parte de las cosas que se han hecho en el Ecoparque se hicieron al revés. Hay gente que quiere ir hacia atrás, a un zoológico que siga exhibiendo fauna y reproduciéndolos. Mantener animales tras las rejas toda su vida, con el único propósito de exhibirlos, eso es crueldad, y genera muertes. Queremos que la transformación del zoológico más antiguo del país sea un modelo a seguir y se pueda replicar en las diferentes provincias, hacer de ellos lugares para la educación ambiental”, concluyó Andrei.

Nahuel Alejo Cáceres, integrante de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), advirtió que las autoridades porteñas priorizan la privatización del espacio público para un negocio inmobiliario en una de las tierras más valiosas del país. “Creemos que el zoológico debe transformarse en un centro de rescate y rehabilitación de fauna, de conservación de especies amenazadas, generando conocimientos e impartiendo educación ambiental. La conservación de la flora, fauna y patrimonio han sido deficientes en los últimos años dejando el, mal llamado, Ecoparque en situación de abandono. Destaco, como comentaron otros oradores en la audiencia, que hace falta una evaluación de impacto ambiental”.

Desde la fundación piden que se desestime el proyecto y que las autoridades se enfoquen en cumplir con los objetivos de la Ley 5752, es decir, con los estándares de bienestar animal, respetar los procesos de las derivaciones basándose en las prioridades del animal, de los cuales Fucks también hizo hincapié.

Animal oliendo bajo un basurero con el logo del zoológico.

«La conservación de la flora, fauna y patrimonio han sido deficientes en los últimos años, dejando el Ecoparque en situación de abandono» dijo Nahuel Alejo Cáceres, integrante de FARN.

La muerte de los animales no cesa

Mientras en el Salón San Martín se llevaban a cabo las exposiciones, afuera activistas por los derechos de los animales desplegaban carteles y banderas, repudiando el proyecto que nunca contempló el bienestar animal. Según Gonzalo Pascual, titular de la Unidad de Proyectos Especiales del Ecoparque, en los últimos seis años murieron mil animales, pero desde que se hicieron cargo del predio, la tasa de mortalidad disminuyó significativamente. A su vez negó las acusaciones de transformar el parque en un patio de comidas, o “Ecoshopping” como lo llaman las proteccionistas.

Lo cierto es que las obras de reconversión comenzaron con más de mil animales dentro; esto les causó estrés, y llevó a la muerte de muchos de ellos, como el caso de la rinoceronte blanca Ruth. Hoy preocupa el estado de salud de Telma, una loba marina que fue operada unas semanas atrás de un tumor, y que a su crítico estado de salud se le suma convivir con las topadoras. Hay que recordar que el estado de abandono de los recintos, la pésima higiene y la mala alimentación también cargaron con la vida de la jirafa Shaki.

Malala Fontan, activista de SinZoo, encabeza desde hace un tiempo la oposición al proyecto de transformación: “Expresamos nuestro repudio a todo lo que el Gobierno está llevando a cabo en lo que ellos denominaron Ecoparque. Nuestro movimiento nace de ver a un animal deprimido tras las rejas. Un animal que mendiga comida o camina desesperadamente de un lado al otro en la jaula. El cautiverio en una palabra, los vuelve locos. Denunciamos lo que nos hacían llegar los cuidadores, que los animales comían un día cada tres, denunciamos el circo con animales prohibido por ley, que se terminó luego de que Anita, la loba marina, muriera por estrés después de realizar 15 shows seguidos”, describió.  

“Son animales silvestres que deben vivir en libertad. En una maniobra de marketing político, el Gobierno de la Ciudad apareció ante los vecinos como defensor de los animales, cuando en realidad vinieron a repetir las viejas recetas del antiguo concesionario privado. Las intenciones son de índole comercial e inmobiliaria”, aseveró Fontan. Y fue concreta con la actual situación: “Los animales están muriéndose, uno detrás de otro, y eso es un indicador de que algo está mal. El proceso de aceleración de las obras causándoles estrés, y de trasladar como sea a los animales, sin ningún protocolo, se debe al plan maestro del Gobierno. Tampoco se han realizado estudios de impacto ambiental previo a las obras. Desplazaron a los cuidadores más experimentados. El apuro por sacar un provecho económico del predio, está matando animales. Hay mal manejo y negligencias”, concluyó.

Máquinas de construcción alrededor de un árbol.

Las organizaciones en defensa de los animales piden que las autoridades respeten los procesos de las derivaciones basándose en las prioridades del animal.

 

La ley de la selva

La ley de la selva

Las nuevas tecnologías permiten formas de aprendizaje sobre la naturaleza que no requieren del cautiverio y de la exhibición de animales; un chimpancé y una orangutana han sido reconocidas por el Poder Judicial argentino como sujetos de derechos y el zoo porteño se encuentra en proceso de reconvertirse en ecoparque. Esos tres elementos caracterizan una época en donde los zoológicos tradicionales se encuentran fuertemente cuestionados. El que está ubicado en Luján, en tanto, soporta críticas por permitir la interacción de los visitantes con distintas especies y algunas personas exigen su cierre.

El zoo lujanense se encuentra ubicado en el kilómetro 58 del Acceso Oeste. La transparencia del alambrado que lo rodea establece una especie de dualismo entre lo urbano y lo campestre. Al ingresar, enseguida se observan los leones, en dos jaulas ubicadas en la entrada. Luego, en el lugar del control de tickets, ya se puede comprar alimentos para los animales. Un museo de más de 350 ejemplares de máquinas agrícolas, vehículos militares y autos antiguos ambienta el predio de manera rústica. No hay caminos de cemento, solo calles de tierra en las que deambulan libremente patos de diferentes tamaños, mientras los autos que ingresan intentan estacionar con la precaución de no pisarlos.

Algunos guardaparques dan vueltas en bicicleta. Delante de un pony hay un cartel que indica que se puede dar un paseo gratis. El lugar posee un restaurante, áreas de parrillas, mesas amplias, plaza de juegos para niños y una calesita. Con cierta frecuencia, por los parlantes se anuncia una visita guiada por algún sector, en español y en portugués. Una música con ritmo a safari africano acompaña este momento aunque el sonido más fuerte es, sin dudas, el rugido de los leones.

Dos personas posan para una foto con un león recostado mientras un tercero los retrata.

A pesar de estar prohibido, los visitantes del zoológico se sacan fotos con los animales y los alimentan.

Los visitantes forman una fila para sacarse fotos acariciando el lomo de una leona y de un león que permanecen tranquilos. Al costado, separados por un alambrado, hay más leonas durmiendo junto a un perro. Hay otra fila para darle leche a un tigre, otra para alimentar a un oso y una más para brindarle comida a los cachorros de león. Un cuidador mantiene tirante una corta soga del cuello de un dromedario para que las personas puedan fotografiarse apoyándose contra su joroba. Por su parte, la elefanta Sharima está encadenada y debe levantar su trompa para las fotos mientras le dan de comer. Los visitantes parecen más deseosos de sacarse fotografías que por conocer las características particulares de cada animal.

Para Malala Fontán, integrante de la ONG #SinZoo, los zoológicos como el de Luján tienen fecha de vencimiento. “Me parece que la gente ha dejado de ir a zoológicos y que ya es pública la reprobación de usar a los animales en ese tipo de entretenimiento. Estamos asistiendo a un cambio de paradigma en relación a los derechos de los animales, por lo menos en cuanto a zoológicos se refieren. Creo que se está abriendo bastante la conciencia animal en la conciencia de los seres humanos”, expresa.

En su artículo 8, la Ley Provincial 12.238 de Parques Zoológicos prohíbe “la alimentación y el contacto directo de los animales con el público, a excepción de animales domésticos que no revistan peligrosidad”.  En el Zoo de Luján hay carteles que indican esta prohibición que, sin embargo, no se cumple.

Una petición en la página Change.org pide el cierre de este Zoo y solicita a las autoridades que hagan cumplir las leyes. Un portavoz de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal informa que enviaron a uno de sus integrantes al zoológico y que luego le escribió al Municipio de Luján para reclamar por lo observado. Por su parte,  la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia de Buenos Aires afirmó que llevó el tema a una instancia judicial. “Hemos hecho las actuaciones correspondientes y el caso lo tiene el juzgado a cargo del tema”, indica Florencia Burgos del Área de Prensa del organismo.

La ONG #SinZoo busca el cierre del zoológico de Luján mediante una petición en Change.org.

Por su parte, Jorge Alberto Semino, director del Zoo de Luján sostiene que la peligrosidad de los grandes felinos es manejada con “educación, amor y respeto”. “Compartimos su vida desde su nacimiento, pasan a ser como nuestros hijos, ellos nos respetan como si fuéramos sus padres. Esto nos da la oportunidad de educarlos. Les enseñamos a compartir la leche y tomarla de nuestra mano, le damos la carne en la boca, compartimos momentos de juegos y paseos con ellos desde bebés, así les enseñamos a ser suaves y por naturaleza son cariñosos. Aprenden a convivir con perros, los cuales nos ayudan en su educación, les enseñan a jugar de manera suave. Hace casi treinta años que criamos a tigres y leones de forma integrada a nuestras vidas, lo que nos permite tener una relación segura y formar lazos muy fuertes con ellos», expresa Semino.

El amansamiento de los animales es otro blanco de las críticas que recibe el zoológico. Muchos felinos permanecen durmiendo serenamente mientras los visitantes los observan y les sacan fotos, haciendo todo tipo de ruidos. La petición en Change.org indica que “es un secreto a voces que los animales están dopados”. Ante esa versión, Semino asegura: “Acusan de que nuestros animales estarían sedados para que se comporten mansos y tranquilos, cosa que es imposible de realizar. Si todos los animales se comportan de manera tranquila, amable y pacífica es porque se los crió desde chicos con amor y respeto”.

Otra petición en Change.org, más general, solicita que se deje de fomentar la visita a zoológicos y acuarios por parte de las instituciones educativas. Ana María Aboglio, abogada especializada en Filosofía del Derecho y Ética para los Derechos Animales, sostiene que los animales tienen intereses básicos como disfrutar y disponer de sus propias vidas, no sufrir y seguir viviendo. “Cobrar por la exhibición de un ser apresado –y es lo mismo si proviene de un rescate– bajo la excusa de la educación, es vender una realidad intolerable a espectadores que son llevados a insensibilizarse ante la desgracia ajena”, afirma la especialista.

Una foca tras las rejas de su jaula en el zoológico de Luján.

Otra petición en Change.org busca que se deje de visitar al zoológico desde instituciones educativas.

En ese sentido, la iniciativa de transformar el Zoo de Palermo en Ecoparque interactivo y educativo  apunta a mejorar la calidad de vida a los animales. Por otra parte, ya se cerraron zoológicos en Yastay, La Rioja, Mendoza, Santiago del Estero y Colón, en la provincia de Buenos Aires. Para Andrei Chtcherbine, guardaparque y también integrante de #SinZoo, convertir los zoológicos en centros de rehabilitación, en lugares para la educación ambiental, en espacios para la ciencia, la investigación, la conservación, lleva riesgos y puede tomar rumbos inciertos, pero es mejor que cerrarlos. “El Ecoparque porteño es un claro ejemplo de cómo las cosas pueden salir mal, sin embargo yo creo que es mejor intentarlo, seguir intentándolo, porque cerrar los zoos sólo empeorará muchos problemas que tenemos de falta de espacios para ayudar a la fauna silvestre”, reflexiona. En ese contexto…¿qué sucederá con el Zoo de Luján?

Actualizado 1/11/2017

El Ecoparque avanza a paso de tortuga

El Ecoparque avanza a paso de tortuga

El 23 de junio del año pasado el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, anunció que la Ciudad de Buenos Aires interrumpía la concesión privada del zoológico de Palermo y que iba a reemplazarlo por un ecoparque interactivo. Después de más de un año y tres meses de la estatización, el oficialismo afirma que el proyecto avanza, pero las ONG y los activistas por los derechos de los animales reclaman que no hay mejoras notorias en las condiciones de vida de los animales y que existen demoras en sus traslados.

El Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología encabezado por Andy Freire reactivó el año pasado la Comisión para la Transformación del Zoológico de Buenos Aires, que había sido convocada en 2014 para delinear lo que sería el proyecto a futuro y había quedado paralizada. Sus miembros eran de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad, de la Fundación Banco de Bosques, de la Fundación Naturaleza para el Futuro y del Instituto Jane Goodall. “El proyecto todavía está en un proceso de transición, quizás tarda más de lo que se esperaba”, dijo Javier Goldstein, miembro de la Comisión y de la ONG Banco de Bosques.

Goldstein también expresó: “Se debe notar más el trabajo real. Hay que mejorar la calidad de vida de los animales que viven en el Ecoparque” y agregó: “Hay incertidumbre porque no se llevan adelante los planes de trabajo”. Federico Ricciardi, responsable de prensa del Ecoparque, señaló que durante el primer año sí hubo obras para optimizar las condiciones de vida de los animales y destacó: “Se les mejoró la dieta y les dieron rutinas de ejercicios para que desarrollen su naturaleza y estén sanos. Además de las obras hechas, hace un mes se presentó un proyecto de modificaciones en el predio, la idea es que haya menos animales y más lugar para la gente”.

Imagen del Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires

“El Ecoparque es un ecofraude, no hay educación ambiental, no hay educación sobre los derechos de los animales. Es todo un verso”, denunció Fontán.

El Ecoparque apunta a convertirse en un predio que siga el movimiento de reconversión que hacen los zoológicos europeos y, en esa línea, Ricciardi dijo: “El proyecto involucra un centro de rescate a fauna autóctona de Argentina. La idea es que disminuya la cantidad de animales exhibidos, no creemos que sea malo, pero priorizamos preservarlos”.

El proyecto del oficialismo no fue el único que se presentó, ya que el legislador Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico (PSA), había propuesto que se remplazara al Zoológico de Palermo por un Jardín Ecológico, aunque finalmente su idea no prosperó.

Camps relató que la concesión a manos privadas, que duró 20 años, fue un desastre y que no está de acuerdo con los zoológicos en general. El legislador socialista diferenció su proyecto al del Gobierno porteño y subrayó: “Las diferencias básicas son que nosotros proponíamos terminar con la exhibición animal, con la reproducción adentro del zoológico y que se haga un centro educativo. Se debe reconvertir el zoológico;  el bienestar animal está en la naturaleza, no en una jaula”. También planteó que el Ecoparque actual es lo mismo que antes, pero con menos animales y que está igual o peor que hace un año.

Los activistas por los derechos de los animales reclaman que no hay mejoras notorias en las condiciones de vida de los animales y que existen demoras en sus traslados.

Malala Fontán, referente de Sin Zoo, una organización de activistas por los derechos de los animales, apoyó el proyecto de Camps y criticó con dureza al Gobierno de la Ciudad. “El Ecoparque es un ecofraude, no hay educación ambiental, no hay educación sobre los derechos de los animales. Es todo un verso”, denunció. Fontán afirmó que la concepción de zoológico es anacrónica:  “Estamos en el 2017, no podés tener un oso polar a 20 metros de la parada del 60”, enfatizó. Una de las principales quejas de la activista es sobre los traslados y las derivaciones que se prometieron. “Los animales que han sacado de Palermo son solo de fauna nacional”, reclamó.

Ricciardi afirmó que se han trasladado 350 animales y uno de los primeros destinos de algunos de ellos fue el refugio GüiráOga, en Misiones. El director de este establecimiento, Jorge Anfuso, dijo: “Recibimos cerca de 40 animales. Todos llegaron al refugio en pésimas condiciones, el peor problema fue la alimentación. Aunque el traslado fue espectacular, en un camión especialmente preparado”. Además, Anfuso expresó que no aprueba el Ecoparque y recomendó que el camino a seguir deben ser los centros de rescate. “Hay que cambiar la idea de que los animales en cautiverio educan”, expresó.

Si bien la interrupción efectiva se dio en junio, el Gobierno porteño ya se planteaba desde principios de 2016 quitarle la concesión a Zoológico de Buenos Aires S.A., cuyo contrato duraba hasta finales de este año. El no pago del canon mensual, las denuncias sobre el mal estado en el que tenían a los animales y las dudas sobre la capacidad de la empresa de llevar a cabo los cambios que tenía en mente la administración de Rodríguez Larreta hicieron que el gobierno tomara control del predio de 18 hectáreas, que tenía en ese momento casi 200 empleados (los cuales pasaron al Estado), más de 1.500 animales y 52 edificios declarados Patrimonio de la Ciudad y Monumento Histórico Nacional.

Con presiones de ONG y activistas, con obras que marchan lentamente y en medio de cambios culturales que parecen ir acentuando el rechazo a los animales en exhibición, el Ecoparque porteño se reconvierte muy despacio, demasiado . “La transformación -destacó Ricciardi- viene desde hace años, pero los cambios se hacen de a poco”. Mientras tanto, desde septiembre está cerrado al público.

Actualizado 10/10/2017

¿Animales sueltos?

¿Animales sueltos?

Este año se abrió con la incertidumbre por el futuro del Zoológico de Buenos Aires. A los recurrentes problemas gremiales se les suman las constantes denuncias por parte de  ONGs defensoras de los derechos del animal sobre las condiciones en las malas condiciones en que viven distintas especies. ANCCOM relevó el estado de situación del parque y las críticas que afronta la empresa concesionaria por presuntos incumplimientos contractuales..

Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires  S.A. es la firma que  consiguió la renovación de la concesión en el año 2012 por un decreto firmado por el entonces Jefe de Gobierno Mauricio Macri, ofreciendo un canon de 1.010.000 pesos, el cual hoy en día debería ser una suma superior, según denuncia Laura Torres, veterinaria y delegada  del Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (SUTECBA). Pero a ese cuestionamiento se le suman las denuncias sobre las condiciones en las que tienen vivir algunas de las especies alojadas en el lugar.

La institución actualmente cuenta con más de 2500 animales entre los que se encuentran mamíferos, reptiles, aves y peces. El último acontecimiento  que puso sobre el tapete a los derechos de los animales  fue la muerte de dos lobos marinos en el mes de julio. Debido a la mayor cantidad de visitas por las vacaciones de invierno, estas criaturas habían sido obligadas a realizar quince espectáculos, cuando cotidianamente no pasan los tres shows por día. Según especifica la ONG Sin Zoo, una loba se descompuso esa noche pero no fue socorrida por ningún veterinario del recinto, mientras que el otro ejemplar murió de sobrealimentación. A esto se suma la violación de la ley 1446, sancionada en el 2006 por la Legislatura porteña, que declara la prohibición de espectáculos en los que participen animales, sin importar su especie.

Torres denuncia irregularidades tales como “falta de inversión en recintos y ambientes acordes con las características de cada animal, falta de comederos y bebederos, ausencia de  construcciones para que los trabajadores puedan estar cerca de los animales sin correr riesgos, falta de personal, de medidas de seguridad y de protocolos de emergencia”. También explica que muchas veces son los trabajadores los encargados de llevar lo necesario para enriquecer los ambientes de los animales o arreglar lo dañado, ya que la empresa se niega a invertir para tareas de mantenimiento. “La concesión, al ser por cinco años, deja en claro que la empresa que la toma se va a dedicar solo a recuperar ese dinero, nunca en mejorar las condiciones de los animales que aquí habitan. No se le puede dar el manejo de la institución a un grupo que desconoce las  mínimas condiciones de bienestar animal”, agrega Torres.

Los trabajadores del zoológico realizaron un paro en octubre, luego de que la empresa incumpliera varios acuerdos con los empleados. “Si bien nuestra lucha está más documentada desde el punto de vista laboral, por las numerosas reuniones en la Subsecretaría de Trabajo y Relaciones Laborales del Gobierno de la Ciudad, es una realidad que la falta de inversión por parte de esta empresa que quiere llevarse la mayor cantidad de dinero a costa de los animales y los trabajadores es el punto central del malestar. No invierten para mantener mínimas condiciones para ninguno”, manifiesta Torres.

Los veterinarios, cuidadores y biólogos tienen un tipo de trabajo considerado insalubre y riesgoso,  por los animales con los que establecen contacto y debido a esto tienen una jornada de 36 horas semanales. Desde el 2011 se encuentran negociando con la empresa para mejorar las condiciones laborales. “Hoy si se escapa un animal peligroso de su jaula, porque las puertas funcionan mal o porque hay solo un cuidador en la sección, nadie sabe cómo proceder. El público visitante depende de que los trabajadores nos pongamos entre ellos y el animal. Así de riesgoso es nuestro trabajo. Somos tan indispensables como los animales, y por eso nos quedamos, por eso luchamos”, remarca la delegada.

Los trabajadores del Jardín Zoológico han podido conseguir reivindicaciones aisladas, como ropa de trabajo y paritarias. Estas últimas, según la delegada, no se reflejan en su bolsillo ya que hace años no hay una recomposición de su salario. Torres denuncia que el Gobierno de la Ciudad hace oídos sordos a sus reclamos en defensa a la empresa concesionaria: “A pesar de que en los pliegos de concesión dice que el concesionario debería mantener todo en perfectas condiciones,  está claro que esta empresa devolverá una ruina en lugar del parque que ganó en la subasta”, dice. Y agrega que la Dirección General de Concesiones, encargada de controlar el accionar de la empresa, mira para otro lado y aguarda pasivamente hasta el 2017, año en que se termina la concesión.

Por otra parte, el Legislador porteño por el partido Bien Común y titular de la Fundación “La Alameda”, Gustavo Vera,  afirma que “las condiciones en que están los animales son desastrosas sin perjuicio que la concepción de zoológico no solo sirve para una entrada cara y elitista, sino también para un eventual lavado de dinero. El señor  (Jorge) Aguado, director de la concesión del Zoo, conoce del tráfico de chimpancés porque tuvo una causa, en 1991. No es extraño que esta cárcel medieval pueda ser un mecanismo de lavado, con la excusa que están comprando animales, que los arrancan de su ecosistema generándoles una tortura». Los trabajadores del Zoo frente a su situación se han acercado a varios diputados como Adrián Camps (PSA), Hernán Rossi (ECO), Paula Penacca (FpV) y Marcelo Ramal (FIT), a los que se sumó Vera con el objeto de resolver el conflicto.

Otras voces que se oponen con fuerza a la existencia del Zoológico son las organizaciones defensoras de los derechos del animal; una de ellas es Sin Zoo, que se formó en el año 2012 con el objetivo de  liberar a los animales y acabar con el lucro basado en el cautiverio y su explotación. Los activistas del  grupo realizaron varios abrazos al predio y denunciaron el estado en el que se encuentran actualmente los ejemplares, algunos en situación patológica y que padecen lo que se llama estereotipias o zoocosis, tal como se conoce a los movimientos repetitivos, como ir de un lado a otro o sacudir la cabeza..

Andrei Chtcherbine, integrante de Sin Zoo, explica: “Un animal encerrado en un pequeño recinto, rodeado por gente donde hay a veces miles de personas que lo visitan diariamente, necesita aislarse del mundo de alguna manera, y los síntomas que tienen en la zoocosis son bastante parecidos a los que tienen las personas autistas, que también están aislados del mundo porque evidentemente hay estímulos que le provocan malestar”. Andrei, junto con sus compañeros de la organización, formuló un proyecto de ley para reformar el Zoo. La idea general es que el lugar se transforme y deje de exhibir animales. Su función sería rehabilitar a aquellos provenientes del tráfico ilegal de especies. “La idea es que no deje de ser un paseo público, pero ¿cómo puede ser que las personas vayan al lugar y al mismo tiempo no vean animales? No es que no va a haber animales, sino que las personas van a ir y se van a llevar otro mensaje. Vamos a recuperar los edificios históricos, vamos a recuperar un paseo típico de lo que es la Ciudad de Buenos Aires, porque el Zoo es un icono de la ciudad”, cuenta. Además, señala que  el Zoo fue arrebatado por una empresa privada, y que el público  tiene que pagar 180 pesos para entrar a conocer edificios históricos que son patrimonio de su ciudad. Además,  afirma que ningún museo de la Argentina cobra ese precio, ni siquiera el Parque Nacional Iguazú que es uno de los más caros y turísticos del país, el cual su entrada tiene un valor de  160 pesos.

Como el predio tiene más de quince hectáreas, el proyecto propone tener un sector de rehabilitación donde también ubicarían a aquellos ejemplares que no puedan colocar en otro lugar, sobre todo los que padecen patologías severas debido a su permanencia en el zoo. La iniciativa también contempla la conservación de los puestos laborales. El resto del espacio se destinaría al paseo público donde, además de conocer los edificios históricos, las personas podrán interactuar con los empleados, quienes serían capacitados para visitas guiadas y para dar a conocer los procedimientos de conservación. También se incluirían puestos  de asociaciones ambientalistas  para que informen a los visitantes, y un museo en los recintos antiguos, donde se mostrarían fotos de cómo eran exhibidos los animales ahí , con el propósito de que las personas comprendan que un recinto con esas características no puede ser apto para ningún ser vivo.

En cuanto al contacto con los animales, Andrei comenta: “La idea, además, es mostrarle a las personas cómo rehabilitamos y cómo los liberamos luego en sus ambientes naturales, pero no pueden ser mostrados de manera directa al público porque el proceso de rehabilitación se va a ver truncado; los animales se acostumbran a la gente, se estresan por el ruido. Entonces la idea original fue introducir algunas cámaras en los recintos para que las personas puedan ver cómo se está comportando el animal y que haya una persona que relate cómo fue decomisado del tráfico ilegal, por qué los animales silvestres no son mascotas; y luego organizar tours en los cuales podrán ser partícipes de la liberación después del proceso de rehabilitación”.

Respecto a estas tentativas de  ONGs de cerrar el Zoológico, la delegada Torres afirma: “Nadie aquí cree que estos animales deben estar cautivos, el Zoológico existe y es por eso que debemos darles las mejores condiciones a los animales que viven en él”. Y afirma que han tenido contacto con aquellos que promueven estos proyectos de liberación y modificación del parque, y opina que es necesario que los trabajadores que se encuentran efectuando sus tareas sigan haciéndolo por varios años. Si bien no temen por sus puestos de trabajo, intentan evitar que, con la continuidad de la concesión, no quede nada que pueda ser reconvertido en un parque ecológico y ambiental para los porteños. “Apoyamos los proyectos de reconversión y esperamos que se puedan desarrollar de manera que sirvan para concientizar sobre la vida, el respeto y la educación. Y porque los animales autóctonos tengan un lugar para rehabilitarse de las ofensas humanas y una oportunidad para volver a la naturaleza”, agrega. Por su parte,  Vera propone “iniciar un debate con todos los sectores; ONGs por los animales, los trabajadores, funcionarios, legisladores y vecinos para que piensen en una reconversión del Zoo en un espacio educativo, de investigación y rehabilitación de especies autóctonas”

Desde Sin Zoo creen que su proyecto va a ser aceptado y que la gente se va a llevar una mejor imagen. Andrei agrega: “Este es uno de los primeros por el que vamos pero este no va a ser el último; vamos a ir a cada zoológico de la Argentina a tratar de implementar el proyecto, seguramente las personas no solamente van a salir más contentas sino que van a querer apoyarlo porque se van a dar cuenta de que esa es la forma de tratar a los animales y de contribuir con la conservación”.