“La única que muere pobre y puta es la mujer prostituída”

“La única que muere pobre y puta es la mujer prostituída”

Sonia Sánchez: ojos vidriosos resaltados con un perfecto y agresivo delineado, 53 años, cabello blanco, mitad rapado, sonrisa mordiente, aquella que todavía esconde el dolor y la rabia. Se autodefine como una mujer feminista, abolicionista y anarquista, tres aspectos de su persona, que se retroalimentan entre sí.

Formó parte de dos organizaciones de putas: Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina en Acción por Nuestros Derechos (AMMAR) y Mujeres en Situación de Prostitución y Trata, pero hoy se siente más cómoda con la militancia desde la cultura, donde nada la condiciona.  

Está terminando de escribir su cuarto libro que será presentado el próximo año. Es parte del proceso iniciado con su participación en la película Impuros, dirigida por la cineasta argentina Flor Mujica y el israelí Daniel Najenson. El documental reconstruye la historia de la Tzwi Migdal, una organización de trata de blancas que traía polacas judías a Buenos Aires para ser explotadas sexualmente entre 1880 y los primeros años de la década de 1930, cuando fue desbaratada. Sonia lleva el hilo del relato y establece un puente con las redes proxenetas de hoy. No es la primera vez que Sánchez actúa, también protagonizó la obra de teatro La desobediente, de Silvia Parumbo Jaime, en la que cuentan historias de siete putas de Plaza Flores.

Sonia vive una ferviente militancia contra todo tipo de violencia que sufren las mujeres y niñas, especialmente, contra la prostitución y la trata de personas. Su lema de vida es la rebeldía, contra todos los mandatos, entre los que destaca el patriarcado y la pobreza.

Llegó al barrio de Floresta desde Chaco con 16 años, como empleada doméstica cama adentro. Ante un pedido de aumento de sueldo fue expulsada a la calle. Con lo puesto y su cartera, caminó desde Plaza Flores a Plaza Miserere, en la que tuvo que vender su cuerpo para poder sobrevivir.

En esos días, pasaba el tiempo de prisión en prisión. Salía de una y como no tenía plata para comer, tenía que volver a prostituirse y así sucesivamente. Llegó a estar en libertad tres horas y de vuelta a estar presa por el hecho de cambiar su cuerpo por dinero.

Luego de buscar en muchos avisos clasificados, encontró un pedido de camarera para un bar en Río Gallegos, sin dudarlo aceptó y allí se encontró envuelta en una red de trata, que hoy continúa traficando personas en la provincia de Santa Cruz. Ahí estuvo seis años, los peores años de su vida.

¿Cómo fue la primera vez que te prostituyeron?

No sé qué me hizo el primer varón, no recuerdo su rostro, ni su edad. Recién hace cinco años están empezando a aparecer todos esos recuerdos que adormecí para poder sobrevivir. Solo recuerdo que después de cinco meses de vivir en una plaza, tuve mi primer plato de comida que no saqué de la basura.

¿Cómo fue cuando llegaste a Río Gallegos y te dijeron que no ibas a ser camarera, sino puta?

Fue Marta, la esposa de Tarantino, el principal proxeneta de la provincia. Con un revolver en la cintura y un perro gigante parado a su costado, me dijo que ahí iba a trabajar de puta y no de camarera. Y no tuve salida. Era un prostíbulo “VIP” porque era el único abierto las 24 horas del día, con videocasetera, con películas porno y televisión a color. Teníamos que estar desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana despiertas sin parar. Y luego, cada vez que tocaban el timbre y pedían por vos, tenías que levantarte.

¿Cómo lo vivías en esos momentos?

Te adormecés ante tanta violencia. Cuando te encierran en un prostíbulo tu cuerpo está allí, tu mente dispara. Es un proceso de escisión de mente y cuerpo muy profundo. Cuando me encerraban en un cuarto pensaba en asado. Mi cabeza iba y volvía, para que el varón no me matara o para asegurarme que usara profilácticos. Usaba ese mecanismo para poder seguir. Aunque tu cabeza, y la de todas las mujeres que pasamos por esto, no sale bien física, psíquica, emocional, ni económicamente.

¿Cómo era el trato con las otras mujeres que estaban en el prostíbulo?

No hablábamos entre nosotras. Una tenía miedo de la otra. Además estábamos muy cansadas.

¿Recordás cuántas personas pasaron por tu cuerpo en una noche?

Fueron muchas. Muchas. Existe el “bautismo”, que es una violación masiva a una mujer prostituida nueva, en donde cierran el prostíbulo y todos los hombres te penetran vaginal, anal y bucalmente. Eran 25 y todos pasaron por mi cuerpo tres veces. Terminé internada. Aislada. En el mismo hospital en el que hace cuatro años, convertido en Centro Cultural, me dieron un reconocimiento como Mujer del Año. Yo hubiera preferido que cerraran todos esos prostíbulos.

¿Qué pensás de las mujeres que dicen haber decidido voluntariamente la prostitución?

La identidad de “trabajadora sexual” llegó a Argentina con el Banco Mundial que manejó a la Central de Trabajadores de Argentina (CTA). A esa identidad la sostienen tres patas: el orgullo, la falta de toma de decisiones y la negación al dolor y la tortura. Ellas te dicen que es su trabajo, que ellas deciden y ponen el precio que quieren, cuando, en realidad, eso lo pone el mercado o, a lo sumo, el varón prostituyente. Lo más tremendo es que te dicen que no sufren, que pueden vender su vagina como vos vendes un libro.  

¿Cuáles son los derechos de esas personas que se autodefinen como trabajadoras?

Lo que los sindicatos de trabajadoras sexuales quieren, en realidad, no es luchar por los derechos de esas trabajadoras, porque no tienen derechos, son objetos de uso y abuso. Están luchando por el derecho de los varones a acceder a nuestros cuerpos, a los cuerpos de las mujeres empobrecidas. Algunas de sus representantes están judicializadas y se encontraron en sus prostíbulos carnets de trabajadoras sexuales autónomas y libres pero, en realidad, eran mujeres traficadas. Por eso necesitan que sea un derecho, porque ahí tu fiola ya no es considerada delincuente. Pero si los prostíbulos son legales se necesitan más putas y las putas del futuro son las niñas que estamos criando en nuestras casas y los futuros varones prostiuyentes son también estos niños que estamos educando. Todo esto fomenta la trata de personas. Por eso, para terminar con la trata de personas, hay que abolir la prostitución.

¿Quién sale ganando en todo esto?

Muchos. Esto es una necro-política bajada del neoliberalismo. En este negocio de venta de cuerpos y de vida, salen ganadores los y las proxenetas, los y las traficantes de personas, las agencias internacionales que bajan millones de dólares en el país, lo que es manejado por AMMAR y la CTA. También los laboratorios con todas las enfermedades de VIH/Sida y malaria y, hasta el mismo kiosco donde está la puta parada. Pero la que muere pobre y puta siempre es la mujer prostituida.

¿Por qué un hombre decide ir de putas?

Los varones que van de putas no practican sexo, practican la violencia a través del sexo. Necesitan fortalecer su virilidad, su poder de posesión. Ahí no encuentran placer solo fortalecen su violencia. El 90% de los que van son casados. Por lo tanto, el que va de putas no tiene buen sexo, ni sabe hacer el amor. Solo penetran.

¿Cómo lograste salir de esto?

Siempre busqué la salida, nunca me entregué. El día que dije basta fue el primer día que dije no y un varón prostituyente me golpeó tan fuerte que casi muero. Las putas no pueden decir que no. Ese día me salvó el conserje del albergue transitorio donde estábamos, vino la policía que arregló la coima con el proxeneta y lo dejaron ir. A mí me llevaron a la comisaria 50. Entré en un shock emocional muy fuerte. Fue la noche más larga y más oscura, pero la más liberadora a la vez.

¿Qué crees que pasó en tu mente en ese momento?

Mi cuerpo y mi alma no soportaron más la violencia y la mentira, porque vas maquillando la mentira y llamás “trabajo” a esa violencia que es la prostitución.

¿Te sentís sanada?

No. Todavía hay mucha rabia dentro de mí, pero la trabajo para convertirla en algo positivo. Para que me empuje a pensar y reflexionar. Me voy curando de a poco, me permito llorar y gritar. Y cada vez que aparecen esas fotos, esos rollos de películas en mi memoria, pongo música y escribo ese dolor en papelitos, para sacarlo de adentro mío hasta que toda esa verdad y esos recuerdos queden fuera de mí.  

Tenés un hijo de 21 años, ¿se podría decir que encontraste el amor?  

Si, Axel. Yo vivo desde la pasión. Conocí al padre cuando me estaba construyendo, él me ayudó a seguir pensando y aprendiendo. Él me regaló mi primer libro sobre sexualidad.

¿Tenés fantasmas que te persiguen en la intimidad?

No, porque el camino de construcción lo hice en absoluta soledad. Meses y meses bajo la ducha hasta que entendí que la vergüenza y el dolor no tenían que ser míos, sino de los hombres prostituyentes. Tuve que volver a conocer mi cuerpo, aprender a acariciar y abrazar. Este dolor sale en otros momentos, por suerte, no aparece en la intimidad.

¿Cuál es tu lucha hoy?

Mi lucha es contra esta violencia que es la prostitución, para que a otras niñas y niños no les toque vivir lo que me tocó a mí. Y creo firmemente que si educamos a los varones desde la no violencia, si deconstruimos como sociedad esta masculinidad violenta, vamos a tener varones feministas, que no vayan de putas, que no necesiten golpear a una mujer para sentirse fuertes.

¿Qué te dejó el viaje a España?

Me considero más abolicionista que nunca. Vi a mujeres prácticamente desnudas en la calle, con una bombachita, expuestas al frio del invierno europeo, pegadas al fuego que arman para poder calentarse y destaparse cada vez que pasa un coche. Es tremendo.

Más allá de estas realidades, ¿cómo definirías a la mujer?

Vida. La mujer o ser mujer es una construcción indefinida, sin fin.

Actualizado 05/12/2017

Un festival feminista a pulmón

Un festival feminista a pulmón

“El arte constituye un escenario privilegiado de lucha y de práctica política, desde ahí nos pensamos e invitamos a ser parte de este proyecto”, dijo a ANCCOM Cynthia Judkowski, directora de la séptima edición del Festival Mujeres en Foco. La idea original del evento fue la de construir un espacio de encuentro para visibilizar problemáticas, sensibilizar a la sociedad para el debate y fomentar el diálogo entre géneros a través de la proyección y posterior debate sobre films seleccionados.

Este año, fueron presentados más de 500 films de Argentina y del mundo para participar. Desde el viernes 1 al 6 de diciembre se podrán ver las 25 películas seleccionadas – largos, medios y cortometrajes –, entre las cuales se encuentran las diez que forman parte de las competencias oficiales (cinco en la competencia de largos, y cinco en la de cortos y mediometrajes).

“A partir de la convocatoria es que llegan los materiales, la verdad que es impresionante porque vienen de partes del mundo que no podes creer cómo se enteran que esto existe, pero tiene que ver con una convocatoria que nosotras hacemos”, dijo Judkowski.

Imagen del documental "Wanderlust, cuerpos en tránsito". En una playa, dos mujeres, una sentada y la ota parada (solo seven sus piernas), mirando al mar.

“El arte constituye un escenario privilegiado de lucha y de práctica política”, dijo Cynthia Judkowski.

A partir de esto, la agrupación pone en juego distintos criterios de selección según las temáticas a tratar que son: formas de violencia, salud, migración, prácticas culturales, trabajo, compromiso político, diversidad, infancia y juventud, y vínculos, hasta que finalmente, según la cantidad de horas de proyección que tengan disponibles, eligen las que mejor reflejen los ejes planteados.

“Mujeres en Foco surge en 2009 pero ahora hubo muchos cambios y fue muy difícil la presentación de los proyectos con todos los problemas que pasó el Instituto (INCAA) a partir de la nueva gestión. Hubo muchos cambios en el área de Festivales Internacionales y eso impactó mucho, algunos se cayeron, no existen más, nosotros estuvimos ahí de no hacerlo y hubo un descuido total por los proyectos”, dice Judkowski.

Como se trata de un festival independiente, cada año deben buscar diferentes apoyos  y ahora ya no cuentan con el subsidio del INCAA: “Cambiaban las personas responsables del área, mandabas un mail y no te contestaban, tenías que ir de nuevo y explicar todo y así fue pasando el tiempo, llegó el festival y quedamos sin el subsidio. Muy desprolijo y eso impactó directamente en nosotras”.

Imagen del film "El dominio de las piedras". Ilustración en la que aparece la cara de una mujer y el fondo negro.

Imagen del film «El dominio de las piedras».

El cine Gaumont (avenida Rivadavia 1635) es lo único que el Instituto facilita, cobrando una entrada simbólica. También será sede de las proyecciones el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (avenida Del Libertador 8151) con entrada gratuita. El dinero para costear la prensa y los diseños del Festival fue producto de algunas itinerancias que hacen Mujeres en Foco para llevar las películas por el resto del país. “La idea, parece, es que el festival desaparezca, sino no se entiende. No sé cuánto le sirve a ellos que haya estos proyectos”, se queja Judkowski.

Un refugio para mayor inclusión

La película proyectada y elegida para la apertura de la inauguración fue Refugiado, de Diego Lerman, estrenada en 2014. Fue elegida por parte del programa Sordas sin Violencia, para adaptarla junto a la Productora Access Media Argentina, con un subtitulado específico que incluya, además de los diálogos, la referencia a los sonidos de lo que pasa en el film para que sea accesible a hipoacústicos.

La película, protagonizada por Julieta Díaz y Sebastián Molinaro, trabaja con temáticas de violencia familiar, tiene una trama compleja en la cual los sonidos hablan más que las palabras, es por ello que la inclusión de estos elementos en un subtítulo contribuye a garantizar el derecho a la cultura de tod@s.

Imagen del film "Refugiado". Aparece la actriz Julieta Díaz abrazando a un niño.

La película proyectada y elegida para la apertura de la inauguración fue Refugiado, de Diego Lerman, estrenada en 2014.

Actualizado 30/11/2017

Otra vez las mujeres dijeron “basta”

Otra vez las mujeres dijeron “basta”

Banderas y bombos vistieron el frente del Congreso el viernes último, a partir de las 17, para empezar a marchar, una hora después, hacia la Plaza de Mayo. Desde el #NiUnaMenos la problemática social de la violencia hacia las mujeres se ha puesto en evidencia. Todos los días nos levantamos con la noticia de que una nueva mujer muere, por el solo hecho de serlo: cada 29 horas una mujer es asesinada según el  Registro Nacional de Femicidios presentado por la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá). A partir del análisis de medios gráficos y digitales de todo el país, entre el 1 de enero y el 17 de noviembre de 2017, MuMaLá reveló que en lo que va del año los casos de femicidios fueron 254.

En el marco del Día Internacional de la NoViolencia contra las Mujeres, que se conmemora todos los 25 de noviembre, por la lucha de las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Trujillo en República Dominicana en 1960; organizaciones de mujeres, sindicales, comunitarias y políticas marcharon por las calles de microcentro bajo el cantoVamos mujeres a copar la plaza por el aborto y contra la red de trata, Macri y Cristina son dos clericales, Ni Una Menos el Estado es responsable!” para ponerle fin a los femicidios, golpes, violaciones, acoso, red de trata, discriminación laboral y abortos clandestinos que se viven día a día.

“Queremos ser libres de decidir sobre nuestro cuerpo, libres de expresar nuestra belleza, nuestros pensamientos, nuestra creatividad. Libres de caminar seguras por el mundo y sin miedos, de elegir relaciones que nos hagan bien. Negar la existencia de las mujeres significa negar la existencia de toda la humanidad”, manifiesta el lema del movimiento Círculo de Amigas Feministas.

Otra organización que estuvo presente fue Isadora Mujeres en Lucha que expresó: “Cada vez que nos encontramos en las marchas, somos miles las que gritamos ¡justicia por las mujeres asesinadas! Sin embargo, sabemos que el sistema judicial es machista y patriarcal, donde culpabilizan a las mujeres en situación de violencia y mantiene la impunidad de los violentos, violadores y femicidas, dejándolos en libertad”.

Nora Cortiñas en la marcha ´por el dia internacional de la no violencia contra la mujer, sosteniendo un cartel que dice "Contra la violencia machista... Resistencia feminista!! Ni Una Menos".

En el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, organizaciones de mujeres, sindicales, comunitarias y políticas marcharon para ponerle fin a los femicidios, golpes, violaciones, acoso, red de trata, discriminación laboral y abortos clandestinos.

Mercedes Fozar de la agrupación Venceremos describió: “Yo soy docente, y es casi cotidiano que las estudiantes sufran violencia en la casa como en la misma escuela. Las mujeres somos el sector más golpeado por la lógica de funcionamiento del machismo y prácticas patriarcales, que se expresa en violencia de todo tipo. Estamos acá para repudiar no solo los femicidios y la violencia física, sino cualquier forma de violencia a la mujer, como la psicológica, mediática y callejera”. Y concluyó: “El único cambio que se ve es que las mujeres tienen más posibilidad de decir qué les pasa, pero no se ha traducido a distintas políticas públicas y transformaciones en la sociedad”.

En diálogo con ANCCOM, Micaela Benítez militante de izquierda y feminista afirmó: “Las mujeres vivimos en un toque de queda, volver a la noche a nuestras casas solas es un riesgo que asumimos todos los días. Desde el primer #NiUnaMenos en el 2015 se instaló un debate general de violencia de género gracias a que salimos a las calles y visibilizamos las violencias y desigualdades que vivimos las mujeres. Nuestras consignas son siempre las mismas, pero nunca llegan a oídos, las ignoran o las encajonan los de arriba”.

Micaela padeció la violencia machista en una de las formas más violentas. Ella fue abusada sexualmente. “Yo denuncie a mi abusador este año junto con otra compañera, que es su ex pareja, que lo denunció por violación”, expresó. Además cuenta que cuando su compañera fue a hacer la denuncia, la policía no podía entender cómo dentro de una pareja podía existir una violación. La institución educativa donde estudia su abusador no tomó represalias porque no hay un protocolo, por ende podría ser docente en un futuro. “No tuve miedo al denunciarlo y me hizo bien visibilizar mi caso, pero no es mi lucha concreta, no es una lucha individualista,  todas vivimos violencia machista, no solo violaciones y abusos sino la violencia simbólica, cultural, la que pasa por los medios hegemónicos que se sigue justificando a un victimario y se sigue cuestionando siempre y poniendo bajo la lupa a la víctima que salía de noche o usaba pollera corta, donde parece que buscó que le pasara lo que le pasó”, concluyó la joven.

Los hombres también marchan por la violencia de género y acompañan la causa. Rodrigo Ramos, militante del Partido Obrero expresó: “Hoy marchamos porque no hay respuesta a los reclamos, cada vez más femicidios y el Estado no responde, por eso acompañamos a las compañeras en su lucha”. Rodrigo dice haber reflexionado sobre la conducta cotidiana donde antes se naturalizaban hechos de violencia.

Mujeres manifestándose durante la marcha por el día internacional de la no violencia contra la mujer.

«Negar la existencia de las mujeres significa negar la existencia de toda la humanidad”, manifiesta el lema del movimiento Círculo de Amigas Feministas.

Otro pilar de la marcha fue el reclamo por la legalización del aborto. Trece Rosas, movimiento feminista socialista pide el aborto legal, libre y seguro, ya que asegura que las muertes por abortos clandestinos son también femicidios, y es un crimen social perpetrado por el Estado. Las mujeres que cuentan con los medios económicos lo llevan a cabo en condiciones seguras, las otras se exponen a morir.

Los carteles de “NiUnaMenos”, “Basta de femicidios”, “Mujer bonita es la que lucha”, “Decreto al aborto legal” acompañaron las banderas flameantes de cada agrupación seguido del canto: “Acá todas las mujeres vamos a marchar, por las pibas que no volvieron, porque vivas nos queremos, para desmantelar la red de trata, acabar con el femicidio y tener un aborto legal”, que no cesó al llegar a Plaza de Mayo.

Actualizado 25/11/2017

Con las defensas altas

Con las defensas altas

“En la primera denuncia que hice no tenía idea de cómo se hacía, tenía dos hijos chiquitos, de 4 y 5 años, no tenía con quien dejarlos así que salí y me fui a la comisaría. No sabía ni qué carajos estaba haciendo cuando le comenté al cana lo que quería hacer. Y encima andaba con un miedo terrible de que los chicos contaran donde habíamos estado; tuve que ir con ellos porque no tenía con quien dejarlos”. La que habla es Daniela, 45 años, víctima de violencia de género.  Su historia es solo una entre tantas que existen, y la pregunta que se formuló es la de muchas:  ¿Qué hacer? ANCCOM indagó en un recorrido institucional posible en la zona oeste del Conurbano.

“En el oeste está el agite”, dicen algunas frases pintadas en aerosol que retoman una canción de Divididos. Uno las puede ver desde el Ferrocarril Sarmiento, cuando está a punto de finalizar su recorrido en el  partido de Moreno. En la estación cientos de personas van y vienen, miles de historias que circulan en silencio, tal vez queriendo ser escuchadas, tal vez queriendo ser rescatadas. Como la de Daniela, que cuenta:  “Hubo un tiempo en que como él trabajaba en seguridad, tampoco quería hacer la denuncia pensando en que los chicos eran chiquitos y él podía llegar a perder la fuente de trabajo. Entonces, no hice una denuncia no pero sí una exposición, para que si pasaba algo por lo menos que la gente que después empezara a investigar supiera  lo que en realidad ocurría, si es que llegaban a investigar y si es que pasaba algo”, dice.

El Programa Nacional Ellas Hacen, surgido en el año 2013, fue pensado para incluir a aquellas mujeres que atraviesan una situación de vulnerabilidad dentro de una iniciativa laboral y de formación. El programa  prioriza principalmente a madres de familias numerosas, con hijos con discapacidad o víctimas de violencia de género,  las ayuda a completar sus estudios y les brinda la oportunidad de formarse en algún oficio, como así también en diferentes temáticas como talleres de prevención de la violencia y salud sexual y reproductiva.

El Programa Nacional Ellas Hacen se convierte en una herramienta para el empoderamiento femenino al darles una oportunidad de independencia y realización personal. Foto Archivo ANCCOM.

La psicóloga e integrante del Ellas Hacen, Yanina García López,  explica que “las mujeres que sufren violencia de género muchas veces tardan en hacer las denuncias, a veces hasta años, y por lo general es por miedo. Porque reciben amenazas, muchas veces no tienen dónde ir porque la casa que habitan es la que comparten con el victimario”. Por eso,  el Programa se convierte en una herramienta para el empoderamiento femenino al darles una oportunidad de independencia y realización personal.

Micaela Guaricuyú, estudiante de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Moreno, trabaja hace cuatro años dentro del programa y explica: “Nosotras las acompañamos en todo el proceso; desde lo legal y lo personal, porque hay mujeres que por ahí una vez que denuncian no tienen adónde ir, o no tienen qué comer, o tienen problemas de salud. En esos casos las acompañamos al médico,  como compañeras. Armamos un bolsón solidario de mercadería el cual hacemos rotar para las compañeras más necesitadas. También colaboramos con ropa, remedios y trabajamos con la salita barrial, tramitando los turnos para atender a esas mujeres o chicos que muchas veces también son golpeados.”

A pesar de que el programa esté orientado sobre todo a aquellas mujeres más vulnerables, no realiza un seguimiento de los casos, ni brinda un acompañamiento hacia las víctimas. Por esa razón, muchas de las cooperativistas del Ellas Hacen decidieron organizarse y fundar el  Frente de Compañeras, hace cuatro años. Organizamos reuniones donde no solo nos informamos sobre qué hacer sino también sobre los derechos de cada una, como así también cada vez que tenían que asistir al juzgado que le correspondía. Nosotras íbamos y las acompañábamos”, dice Guaricuyú, quien también comenta que el Frente logró agilizar la realización de los informes forenses de las víctimas, ya que el trámite en Moreno demoraba demasiado o, incluso, debían realizarse en el partido de General Rodríguez.

Daniela, después de intentar suicidarse, finalmente decidió denunciar a su abusador. Horas y horas en comisarías y fiscalías junto a sus hijos pequeños, soportando el destrato por parte de aquellos que debían protegerla. Hasta fue ella misma quien tuvo que notificarle a su golpeador que debía retirarse del domicilio.

Muchas de las cooperativistas del Ellas Hacen decidieron organizarse y fundar el Frente de Compañeras. Foto archivo ANCCOM.

“El programa Ellas Hacen fue el que me ayudó a darme cuenta de lo que estaba pasando, las vivencias, el empezar a relacionarme con otra personas, el empezar a escuchar, ir transitando. Me ayudó a darme cuenta de lo que estaba viviendo, me dio las herramientas  y también me permitió armar el círculo de contención que pude armar. Por eso, también salí de mi casa, porque él no se iba… me fui y alquilé durante tres años”, recuerda.

En Moreno también está presente Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala). Ayelén Kelly, coordinadora zonal, dice: “Hemos sido parte del acompañamiento de varias mujeres en el distrito, hemos acompañado a Ailén y Marina,  que son dos hermanas que estuvieron privadas de su libertad durante dos años por defenderse de un acosador en la calle, luchamos y exigimos su inmediata liberación.”

Las secuelas siempre las acompañan a las Danielas, tal como lo explica García López. “La violencia psicológica tarda mucho en sanarse, muchas veces pasan años y años y siguen teniendo pesadillas o teniendo miedos. Muchas veces tienen periodos buenos y después recaen en los miedos.  Al llevar tanto tiempo se convierte como en una enfermedad crónica y las secuelas siempre están, yo creo que de por vida, solo que algunas por ahí no se ven tanto”, afirma.

Actualizado 24/10/2017

Las miserias del mercado laboral

Las miserias del mercado laboral

En febrero de este año renuncié a mi ex trabajo para conseguir alguno relacionado a la carrera que estudio, Ciencias de la Comunicación. Días y meses llevo enviando CV y llamando a medios. “(Risas) Acá sobra gente. Si querés mandalo para que quede en el registro pero la situación está muy negra”, me dicen en uno de los pocos lugares que me atienden. “No estamos buscando a nadie. Te agendamos para futuras búsquedas”, es la frase habitual. Con tristeza y un poco de bronca, contesto: “Gracias por responder. Saludos. AL”.

Hoy me desperté dos horas antes de que suene la alarma que me pongo para “no pasarme con el sueño”. Me abrigo, me ato el pelo, prendo la radio y me acuerdo de La Guía del Estudiante que me regalaron una vez: “Querida hija: que esta guía te oriente a encontrar tu camino para ejercer y desarrollarte, con el anhelo de mejorar y aportar un bien a la sociedad”. Mientras, escucho las noticias: obreros despedidos, paro docente, cierre planta de PepsiCo, suspenden planes Progresar…

El sindicato al que está afiliado mi papá defendió de nuevo al patrón y sólo recibió un aumento del 20 por ciento. A mi mamá se le redujo un tercio su trabajo. Ni el programa de la radio empieza a horario porque operadores y periodistas reclaman que les paguen su sueldo y sus aportes atrasados. Y cada vez está peor para todos.

Pero ese día, un correo me devolvió algo de autoestima. “Hola Ana Laura. Me paso a presentar. Soy coordinador de una revista, tenemos un programa de radio semanal y una página web. Nos llegó tu CV y actualmente estamos buscando una ´promotora publicitaria´ que nos acompañe en la búsqueda de anunciantes para sostener esos emprendimientos. Tal vez sea una buena oportunidad para vos en la medida que tengas buena voluntad, tesón, constancia y ganas de aprender. Si todo esto forma parte de tus cualidades, podemos encontrarnos. Estamos en contacto”. Después de cuatro meses, conseguía una entrevista.

El día indicado, me levanté temprano, planché la camisa y salí con tiempo. Llegué antes así que una amiga me entretuvo hasta que se hizo la hora y se fue. A las 8.55 toqué el timbre y bajó un hombre de unos 60 años. Antes de que abriera, puse el celular en silencio para que no me interrumpieran durante la entrevista.

Apenas nos sentamos, comenzó: “Vi que fuiste a un liceo. Es buena la educación de ahí, ¿no? Bah, más allá que fue de donde salieron Nito Mestre y Charly García, seguro que la tuya fue mejor… Mientras termino de contestar unos mails, querida, vos hojeate la revista… Como sabrás, nosotros somos una revista que trabaja y se financia por la publicidad, no tenemos ningún plan piquetero ni nada por el estilo”.

– ¿Alguna vez participaste de una revista? –me preguntó al rato.

– No. Mi única experiencia fue en una radio comunitaria en Liniers.

– ¿Pero no vivís en Caballito? ¿Cómo llegaste ahí?

– Por un conocido –dije sin contar que en realidad militaba allí.

– ¿Qué conocido? –insistió.

– Mi novio –dije pensando qué podía importar eso.

–Ah, tenés novio…

Ante mi cara de “no entiendo que tiene que ver mi situación sentimental”, preguntó si me quedaba alguna duda. La revista que editaba era un amasijo de avisos publicitarios, horriblemente diseñada y diagramada. En el margen superior izquierdo de la tapa se veía una chica con síndrome de Down. Pasé las páginas y adentro no se hacía ninguna referencia a ella. Lo más interesante eran unas adivinanzas para “descubrir tu barrio porteño”. Con respeto, planteé la posibilidad de mejorar el contenido y así atraer el interés de lectores y anunciantes.

“Te comento una cosita, nada más. Hace 40 años que me dedico a esto, fui docente  de un terciario en periodismo, soy muy amigo del director, me llamaron específicamente a mí para que dé una materia, participé de la reforma del plan de estudios y podrás ver a todas las personas que entrevisté –señaló un par de retratos en la pared– ¿Sabés la cantidad de chicos que están estudiando periodismo? ¿Y sabés la cantidad de inútiles que se creen que van a iluminar el mercado? Ustedes no van cambiar nada”.

Por un instante, se me ocurrió que la desubicada era yo y que me había comportado de manera soberbia. Entonces me limité a escuchar. El trabajo consistía en visitar todos los locales de Palermo y convencerlos de anunciar en la revista.

– Para vos que sos tan inteligente, esto es muy sencillo. Por ejemplo, tenemos solo dos publicidades de peluquería. Vos le podés decir de poner una oferta para que el tipo se entusiasme. A ver vos, ¿cuánto gastás en el pelo?

– Un corte debe salir 300 pesos –calculé porque al mío me lo corto yo.

– ¿Y cuánto te sale el gimnasio?

– No voy al gimnasio –odio los gimnasios.

– Pero es obvio que alguna vez fuiste –hizo una pausa y preguntó–: ¿Dónde te gustaría trabajar el día de mañana?

– Me gusta la educación y la investigación, pero también escribir, así que no descarto la opción de trabajar en algún medio.

– A ese tipo de trabajos se entra por contacto –dijo y me relató historias de alumnos y conocidos de él que pudieron entrar en alguno y, por un motivo o por otro, no lo hicieron–. A uno, que me salió con que no se sentía a gusto, le dije: “Clavate una pastilla de carbón, pibe”.  Otra vez, cité a cinco chicas, a las más lindas de la oficina. Les comenté que un amigo producto/r buscaba una conductora para un programa de turismo extremo. Tenían que mandar fotos no sólo de la cara sino de cuerpo entero. Obvio que no así con ropita, en mallita… Y me empezaron a decir una sarta de pelotudeces. Que ellas no se van a cosificar, que ellas estudiaron para hacer algo distinto. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Ahí te das cuenta que muchas ganas de laburar no tienen.

– …

– También tenía una alumna que estudiaba periodismo. Era buena, una alumna normal pero amaba la actuación. Y nosotros hacíamos que vayan famosos para que ellos los entrevisten. La cuestión es que esta chica, muy bonita además, me pidió que por favor le haga contacto con el productor invitado ese día. Una noche la chica me llama y me avisa que estaba en un restaurante con este productor, que la había invitado a tomar champagne a la casa y que ella no sabía qué hacer. Y ahí le dije: “Qué querés que haga nena, hacete cargo. ¡Vos sabés a dónde querés llegar!” –otra pausa y, con mirada cómplice, dijo–: Al mercado se entra por contacto, por favores. ¿Por qué pensás que hay mujeres conduciendo en la televisión?

Yo no aguantaba más. Quería irme corriendo. Ahí me di cuenta que por las ganas de conseguir un trabajo me había metido en el dormitorio de un departamento disfrazado de oficina con un desconocido. La situación se volvió tensa y mis respuestas también.

– ¿Tenés alguna duda? –preguntó otra vez.

– No.

– Tu trabajo va a ser de lunes a viernes de 10 a 17. Aparte del sueldo tenés incentivos, estímulos… Acá tenemos auspiciantes de todos los rubros, desde técnicos de electrodomésticos hasta zapatería. Si vos necesitás algo, alguna pilchita, alguna ropita que te guste, vas y le decís que trabajás conmigo. Capaz que te hace algún descuentito…

Cuando salí a la calle, miré mi celular: eran las 10.40 y tenía varias llamadas perdidas. Había pasado una hora y cuarenta minutos. Me llamó mi mamá. Estaba desesperada porque yo no había contestado sus mensajes. Me largué a caminar, a llorar y a contarle por teléfono lo que acababa de vivir. Pero una mujer llorando en la calle también es una buena excusa para que te acosen: “Muñeca. No llorés, vení que te consuelo… Te vengo viendo hace cuadras y no puedo creer las cejas hermosas que tenés. ¡Pará, flaca, no corrás! ¿Qué te pasa? Es un piropo, pelotuda. ¿Quién carajo te creés que sos…?”.

Sólo quiero conseguir un trabajo.

Actualizado 05/09/2017.