«Se está palermizando todo»

«Se está palermizando todo»

Nuevos edificios de departamentos y oficinas, espacios verdes, restaurantes, cervecerías, boliches y petshops, conviven con las pocas casas coloniales que quedan en el sector conocido como DoHo de Villa Urquiza, donde la transformación, como en toda la ciudad de Buenos Aires, no para.

“Tenemos una polémica con la transformación del barrio: nos encanta que tenga un revival y que de repente vuelva a verse gente joven, pero hay una parte de nuestra identidad que se está perdiendo, se está ‘palermizando’ todo”, afirma Luciana Saraceno (23), integrante de la agrupación Manuela Pedraza en la Comuna 12, respecto al crecimiento del sector denominado “DoHo” de Villa Urquiza. 

Desde la avenida Congreso hasta la calle Carbajal, las 13 manzanas entre Donado y Holmberg conforman esta zona y le dan su nombre publicitario, DoHo. La mayor actividad comercial ocurre a partir de Donado y La Pampa hasta la avenida Álvarez Thomas. Allí se encuentran decenas de locales gastronómicos que visitan miles de personas por día. A la derecha, una gran vereda verde con restaurantes y modernos edificios, de colores y, de noche, muy iluminados, y a la izquierda, enfrente, unas cuantas casas viejas, de estructura colonial, características de Villa Urquiza. El contraste entre lo nuevo y lo viejo causa la sensación de estar en dos barrios diferentes a la vez. 

“Cuando vine había solo una confitería, Pindal, en Monroe y Triunvirato, que todavía existe –recuerda Patricia Alberola (65), que vive en el barrio hace más de 50 años–. También había una whiskería en Olazábal y Triunvirato. Yo venía de Belgrano, vivía en la calle Ciudad de la Paz, y dije ‘de la ciudad me vine al campo’. Aún no habían construido en la cuadra, esto no era así (señalando los nuevos edificios sobre Donado y Echeverría), todo este sector era residencial, de casas bajas, muy bonitas, y terrenos amplios. Era una zona donde se cultivaba. Mi abuelo me contaba que antes las casas eran quintas y las calles no estaban asfaltadas, eran de tierra”.

El barrio de Villa Urquiza nació el 2 de octubre de 1887, inicialmente llamado Villa Catalinas, pero en 1901, por una ordenanza de la Municipalidad, adoptó el nombre con el que lo conocemos hoy en homenaje al centenario del nacimiento del general Justo José de Urquiza. Está delimitado por las avenidas De los Constituyentes, La Pampa, Rómulo Naón y Crisólogo Larralde. Dentro del barrio, en los últimos años se ha popularizado el llamado DoHo o “corredor gastronómico”, como le dice otro vecino, Horacio Baruja, quien ironiza: “No se encareció mucho, sino muchísimo”. Y comenta: “De por sí Villa Urquiza ya era uno de los barrios más caros en cuanto a propiedades, alquileres y costo de vida. Hoy estaba hablando con un amigo de Almagro. Allá un kilo de cebolla cuesta 390 pesos y acá está en 450”.

Carmen Troiano, que vive y trabaja en la zona, también considera que se ha encarecido mucho y particularmente el sector del DoHo, que concentra una mayor cantidad de negocios y esto hace que los precios de verdulerías, carnicerías y alimentos en general sea superior en comparación a los que pueden encontrarse diez cuadras más lejos.

Brian Sánchez, dueño de la inmobiliaria Le Brique Propiedades, explica que hay barrios caros y baratos y que esto se define por la accesibilidad del transporte, al subte, disponibilidad de comercios en la zona, tranquilidad y seguridad, espacios verdes. Sin embargo, remarca que el aspecto principal que modifica el valor de un inmueble es la oferta y demanda.

Mauro Sbarbati, miembro de la organización Basta de Demoler, afirma que este desarrollo urbanístico, con acceso a variedad de comercios, se encuadra en la idea de ciudad que nació a raíz de la pandemia. “La ciudad de 15 minutos”, un concepto propuesto por el director de la cátedra de Territorio e Innovación de la Universidad de la Sorbona, Carlos Moreno. Significa que hay un nuevo modelo de ciudad, donde las personas no deben trasladarse más de 15 minutos para conseguir un servicio o cubrir una necesidad: un mismo lugar se pueda vivir, trabajar, abastecerse, recrearse, educarse, tener salud y descansar.

Sobre la calle Holmberg, se observa un tráfico continuo de peatones, ciclistas, gente consumiendo en bares y cafeterías, paseando en autos o simplemente descansando en una silla de concreto en la vereda. Las edificaciones en proceso de construcción incluyen departamentos para vivir –con exclusivas amenities–, oficinas y locales comerciales. También se ve mucha actividad recreativa en espacios que, en el pasado, según cuentan los vecinos, parecían baldíos. Por ejemplo, la Plaza Zapiola, que ha sido renovada, donde disfrutan familias con hijos, parejas con mascotas, grupos de amigos y adultos mayores.

Al transitar por allí, persiste el contraste entre los colores de los comercios y el tono gastado de las fachadas de las casas tradicionales, y a su vez el gris o blanco de los nuevos edificios de estilo minimalista. Cervecerías, restaurantes de comida extranjera, cafés, tiendas de tatuajes, petshops, y entre medio de ellos una ferretería de barrio que se niega a desaparecer. Quedan unas pocas calles empedradas con sus casonas ornamentadas frente al avance de los nuevos edificios. Varias hoy se encuentran en proceso de demolición. 

Pero no es la primera transformación que experimenta el barrio. La más importante la vivió en la última dictadura, cuando el actual DoHo estuvo a punto de convertirse en la Autopista 3. El Plan de Autopistas preveía la construcción de un corredor rápido aéreo que unificara los conurbanos norte y sur: nueve autopistas atravesarían la ciudad. No obstante, solamente dos fueron terminadas: la 25 de Mayo y la Perito Moreno. La fallida Autopista 3 debía ir desde la General Paz, en el barrio de Saavedra, hasta Puente Alsina, en Nueva Pompeya, pasando por Belgrano, Villa Urquiza, Villa Ortúzar, Colegiales, Coghlan, Chacarita, Palermo, Almagro, Villa Crespo, Balvanera y Parque Patricios.

El brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente de facto por entonces, inició un proceso de expropiación y demolición de viviendas que se encontraban el trazado de la Autopista 3. Pero el proyecto duró poco debido a los desbordantes costos de ejecución. En ese período se llegaron a demoler todas las viviendas de la zona norte, sin embargo, en Villa Urquiza, Villa Ortúzar, Colegiales y Palermo solo se avanzó en la expropiación, cuyo saldo fue un conjunto de inmuebles desocupados y abandonados, que con el tiempo fueron ocupados ilegalmente.

En 2007, con Mauricio Macri como jefe de Gobierno de la ciudad, se intensificó la política de desalojos y en 2009 la Legislatura porteña sancionó la Ley N° 3.396 que dispuso la creación del nuevo barrio Parque Donado-Holmberg. Hoy, al recorrer sus calles, son omnipresentes los letreros de “Se vende” o “Se alquila”, en diferentes construcciones antiguas, algunas abandonadas con puertas y ventanas bloqueadas con ladrillos.

Para Sbarbati, de Basta de Demoler, “la intervención del DoHo está muy bien, porque lo que se está haciendo es recuperar una zona que estaba abandonada e iba a transformarse en una autopista que atravesaría toda la ciudad”. Sbarbati, arquitecto de profesión, compara el proyecto con el caso de la ciudad de Houston, en Estados Unidos: “En algún momento, Houston fue una ciudad antigua como todas las de América, pero no tenía una regulación urbanística fuerte, y esto posibilitó la construcción de grandes autopistas que hicieron que terminara súper destruida por el autómóvil, contaminada y sin zonas verdes”.

En el DoHo, la “puesta en valor” de los espacios verdes es notoria, al igual que la llegada de nuevos habitantes, la mayoría jóvenes. “Esta plaza era horrible, era todo tierra y la calesita no estaba así. Últimamente está toda verdecita, mejor, más disfrutable”, dice Sandra Acosta, otra vecina, acerca de la Plaza Echeverría. Según Sbarbati, la planificación urbanística de este sector establece que debe dejarse una vereda de 12 metros en el frente y dorso de las nuevas edificaciones, ya que debería ser un corredor de zonas verdes comunes, aunque estos espacios se han convertido en una extensión de los locales comerciales que se encuentran en la planta baja de los edificios. Así y todo, para Sbarbati no está del todo mal, ya que lo considera mejor que una autopista de concreto.

Desde su militancia por la preservación del patrimonio histórico de la ciudad de Buenos Aires, Sbarbati cuestiona la casi nula regulación, lo que conduce a que en muchos casos no se realice un relevamiento adecuado de las zonas que están en la mira del negocio inmobiliario y, en consecuencia, se pierde patrimonio e identidad. “La industria constructora antes que restaurar prefiere demoler inmuebles antiguos sin preservar el valor cultural que esto le aporta a la ciudad”, remarca Sbarbati. 

El aumento en la densidad poblacional, tanto residente como visitante, genera problemáticas que antes no existían, una de ellas es los lugares para estacionar. Los vecinos cuentan que los que existían antes se vendieron y ahora mismo son edificios en proceso de construcción. Actualmente hay solo dos estacionamientos cercanos.

Nelson Rodríguez es venezolano y trabaja en uno de ellos, sobre la calle Acha. Comenta que con la apertura de cervecerías y boliches llegan muchos turistas nacionales y extranjeros. “La zona es muy codiciada. Me dejan papeles ofreciendo comprar el terreno del parqueadero”. Hace más de un año trabaja ahí, y durante ese tiempo ya han comprado varias propiedades de la calle. “Esa casa la compraron, lleva seis meses sola –dice señalando las fachadas–. Esta otra también y van a construir un edificio nuevo. El terreno es inmenso, ocupa casi media cuadra. El que vendió tenía 60 años viviendo ahí”. 

Negocio inmobiliario mata organización barrial

Negocio inmobiliario mata organización barrial

Policia evitando el ingreso de los vecinos a la Asamblea barrialEste miércoles, el Gobierno de la Ciudad desalojó a la Asamblea de Vecinos de Villa Urquiza con un operativo en el que participaron la Policía de la Ciudad, la Federal y la Gendarmería. Ubicada  en terrenos estatales de la esquina de Triunvirato y Roosvelt, el Ejecutivo porteño decidió dejar a la intemperie a la asociación comunitaria para subastar el espacio que será destinado a emprendimientos inmobiliarios privados.

Los vecinos se reunían en ese local –donde antiguamente estaba la pizzería La Ideal- desde la crisis de 2001, cuando se organizaron para brindar asistencia a distintos sectores vulnerados. Actualmente funcionaban allí una biblioteca popular,  una videoteca y una docena talleres gratuitos, entre otros servicios.

Desde muy temprano, decenas de policías y gendarmes acordonaron el lugar e impidieron los vecinos acercarse.  A pesar de intentar sostener un diálogo, fueron ignorados por las fuerzas estatales. Incluso, dos asambleístas resultaron detenidos. Los vecinos denunciaron que el operativo fue ilegal, dado que no lo presenció ningún oficial de justicia.

El pasado 2 de octubre, los “viyurqueros” ya habían resistido un desalojo y comenzaron negociaciones para reubicar la asamblea. Sin embargo,  esta mañana y por sorpresa, las autoridades gubernamentales arremetieron con 16 años de historia barrial.