«Acá también pasan cosas buenas»

«Acá también pasan cosas buenas»

Percy Big Bang obtuvo el premio Discos Cardinales por su obra «Quid a Me» y cantará esta semana en la Usina del Arte. Cómo es y qué significa ser un artista villero. Entrevista publicada el 20 de septiembre de 2022.

Percy Big Bang (Mauro Ponce) es un artista de rap nacido y criado en la Villa 21-24. Con 19 años, lanzó su primer álbum conceptual en Youtube titulado QUID A ME, donde retrata en primera persona sus vivencias en el barrio durante la pandemia. El álbum ganó el concurso “Discos Cardinales» y este 25 de septiembre va a  presentarlo en la Usina del Arte. Sus palabras sincronizadas entre barras son un altavoz frente a la injusticia que atraviesan los sectores vulnerables.

Desde la esquina de Iriarte y Luna comenzamos una caminata a través de pasillos zigzagueantes hasta llegar al pasaje Lavardén, en el centro de la villa. Un mural con la imagen de su mejor amigo Nahuel indica que ya estamos en su casa. Mauro terminó la secundaria el año pasado. Vive junto a su madre, dos hermanas, una hermanastra con discapacidad y su padrastro. El apoyo de su familia, dice, fue fundamental para iniciar su camino como artista.

¿Cómo fue tu inicio en la música?

A los siete años empecé con poesías cortas, me gustaba escribir sobre lo que sentía. Dos años después me subí por primera vez a un escenario y me sentí muy cómodo. Mi hermana me hizo escuchar “La bella y la bestia” del rapero español Porta, me llamó mucho la atención como rapeaba, tenía mucha letra y siempre rescataba algo nuevo. Eso me motivó a escribir canciones y a los 14 años saqué mi primer tema. Me representa mucho el concepto de hermandad, unión y la idea de transmitir un mensaje que tiene el hip hop. Hay que aprovechar el arte como herramienta de transformación y creo que el rap es eso. Si sabes rapear, llamas la atención y si además decís algo con letra llegas más todavía.

 

¿ Hay espacios para la creación musical dentro del barrio?

Mis  primeros pasos fueron en Orilleres, ahí me motivaron a subir a los escenarios y a perder la vergüenza. Ese fue mi primer contacto con la música. Hacia el año 2016 vi un cartel en Casa Cambalache que decía taller de rap y ahí encontré pibes a los que les gustaba lo mismo. Empecé a compartir con gente que curtía la misma y formamos Villeros Criú. Hoy somos cinco integrantes junto con El Cáceres, BaccoLoco, BeatBlunt y Ezel. También conocimos a Danger Crew, que era otro taller oculto en el barrio. Nos unimos en el colectivo BajoMundo Family, una crew grande de artistas de Villa 21-24 y Zavaleta. Estamos todos pateando para la misma, siempre fuimos sapo de otro pozo en el barrio y con el tiempo terminamos formando una gran familia. 

¿Cómo es ser un artista villero?

Te lleva a ser la voz del barrio, a contar que acá pasan cosas buenas también. Desde afuera sólo te dicen que está lleno de delincuentes pero no es así. Somos una verdadera vecindad, nos ayudamos entre todos. Yo camino por Palermo y veo que los vecinos ni se conocen, acá nos conocemos todos. Hay movimientos culturales, artistas y gente que hace mucho por el barrio pero eso no es noticia. También implica demostrar que no es que vas a la villa y apenas entras te comés un tiro. Hay muchos pibes y pibas con ganas de buscar otros caminos. Busco que el arte sea una puerta a cosas nuevas, que cambie mentes. Que los guachos sepan que tienen el hombro de artistas que están en la misma y que todo es en grupo. La onda es siempre expandir horizontalmente y no subirse solo.

Mauro pasó rápidamente de tirar freestyle y organizar batallas con amigos en plazas a componer canciones con un fuerte contenido social. Las problemáticas que aborda en su álbum  tiene puntos de contacto con el artista boquense Trueno, quien ocupa un lugar destacado en el “mainstream” de la música urbana. Sus letras hablan sobre la desigualdad social, las injusticias y la violencia policial que viven los jóvenes de barrios vulnerables.

 En los últimos años ocurrieron casos significativos de gatillo fácil en el barrio como los casos de Cristian Toledo (25), Nahuel Acosta (18), el asesinato de Kevin (9) y del jugador de Barracas Central Lucas Gonzáles (17).

En poco tiempo su música traspasó, primero a través de redes sociales y luego en plataformas como Youtube y Spotify, las barreras del barrio. Tuvo presentaciones en el festival Ciudad Emergente, Centro Cultural Recoleta, Niceto Bar y en la Casa de la Cultura de Barracas. 

 ¿Qué experiencias te marcaron en lo personal?

En el 2019 la policía mató de un tiro a mi mejor amigo, Nahuel Acosta. Fue un caso de gatillo fácil. Veo que muchos pibes se acostumbran y eso no tiene que pasar, es algo fuera de lo normal que estamos normalizando. Esa secuencia me marcó mucho y me dió mucha fuerza para seguir adelante. Sé que desde arriba él está haciendo todo para que yo salga, saque canciones y se me den oportunidades. Por eso, junto a otro artista del barrio, El Big Punta de Zavaleta, hicimos “Anti giles”, trata sobre Kevin que era un pibito menor de edad que quedó en medio de un tiroteo entre transas, donde la policía dejó la zona liberada. Una bala pérdida lo mató y eso nos dio mucha bronca. El tema también está dedicado a todos los pibes del barrio víctimas del gatillo fácil.

  ¿Cómo ve la gente del barrio a las fuerzas de seguridad?

Hay muchas situaciones que se viven por culpa de la policía, por la represión o porque hacen abuso de poder. A veces agarran a un pibe que no tiene nada que ver, sólo por cómo está vestido o terminan cometiendo errores muy graves como con el pibe de Barracas Central. Es violento que se paren ahí en la esquina con un arma como diciendo acá estoy yo y tengo más poder que ustedes. A veces están ubicados en lugares donde no pasa nada y te rompen las pelotas por fumar un porro en la plaza. Eso genera bronca, por eso hacemos temas para que nos escuchen y decirles que está todo mal con los pibes.

 ¿Sentiste discriminación por ser un artista villero?

Te subestiman diciendo que sos un pibe de barrio y que vas a venir a cantar cumbia. Al final terminan escuchando sobre una realidad que ellos no ven ni escuchan y terminan sorprendidos. Al ser uno genuino e ir como villero siempre terminan bajando un cambio al escuchar nuestra música. Con LWLO, qué es artista y mi manager, hicimos el tema “Wacho pistola” que habla de la discriminación y de las etiquetas que te pone la gente. Cuando vamos como Villeros Criú te miran raro como diciendo qué harán estos. Mostramos la identidad de lo que somos, de cómo vivimos y sentimos. Ser villero en nuestra forma de vivir, nacimos acá y eso no nos hace ser más ni menos que nadie.

 ¿Cómo surgió la idea de hacer un álbum conceptual?

Cuándo empezó la pandemia me puse a escribir más intenso, pasaron los meses y armé todo el proyecto del disco. Ahí conocí a LWLO y juntos hicimos un tema mientras yo seguía trabajando en mi proyecto. Ella me ayudó a conseguir todo lo necesario para producir y grabar. Juntos creamos QUID A ME, un álbum de 16 canciones con todos los videos conectados entre sí. El concepto trata de lo que fue empezar de cero en la pandemia, de conocer el interior profundo de uno. El titulo es un juego de palabras que se refiere a cuidar lo que uno tiene, es la idea de un agujero negro en el pecho que absorbe todo lo que la gente y la vida te transmite. Así nació Percy, que es un apodo de pibe, todo eso que fui absorbiendo en mi pecho y que explotó en un Big Bang se convirtió en mi apellido artístico.

 

Una de las frases que más resuena en el álbum dice “si lo que quiero es comida, mantener a la familia, vivir de esta vida de una manera digna”, una declaración de principios del artista como portavoz del día a día de los sectores vulnerables. El debut musical de Percy Big Bang generó ruido en el ambiente de la música emergente y lo llevó a ganar el concurso “Discos Cardinales». Gracias a este premio, este domingo 25 de septiembre a las 18.30 hs va a estar presentando el álbum junto a su banda en la Usina del Arte, en Agustín R. Caffarena 1, La Boca. Será el primer artista de rap de la Villa 21-24 en presentarse en ese escenario.

La voz (y la imagen) del rioba

La voz (y la imagen) del rioba

Berretines Audiovisual es una productora conformada por jóvenes de la Villa 21-24 que filman cortos y videoclips con la actuación de los vecinos. “La idea es encontrar una identidad que represente al barrio”, dice Alan, uno de sus integrantes, que reivindica la creatividad y la solidaridad para romper prejuicios y ampliar vínculos.

A pocas cuadras de la Villa 21-24, cinco jóvenes posan frente a una cámara fotográfica. Dos de ellos sostienen una claqueta, a todos se los ve pacientes y distendidos mientras bromean entre sí y cada tanto hacen algún gesto para la foto: son algunos de los integrantes de Berretines Audiovisual, una productora de contenidos creada y sostenida por jóvenes de la villa con el cometido de “contar historias del barrio, que sean sinceras, que sean lo más genuinas posible y no tan alejadas de la realidad”, en palabras de Alan Gómez.

Alan es uno de los fundadores de Berretines y se dedica más especialmente al cine, al guión y a la producción. También están presentes el Jona, Toche y Big Punta -tres jóvenes que, entre otras cosas, se dedican a rapear- y Guido, que es productor y también se encarga de las redes sociales. La propuesta de crear Berretines surgió mientras Alan y algunos de sus compañeros trabajaban en la Casa de la Cultura del barrio, donde actualmente lo siguen haciendo. “La idea era independizarse un poco de lo que te demanda un Ministerio, los cambios de gestión y todo eso, que siempre estás pendiente, como a ver qué pasa, si sigue el laburo, si no…”, explica Alan. Las ganas de formar algo propio e independiente que contara historias sinceras sobre el barrio y desde el barrio tuvo su primera expresión en un videoclip para un tema del Jona: “Vida Rapera”. También en sus inicios, el grupo participó en la producción del video de la canción “21-24”, una colaboración entre la artista Sara Hebe y El Flaco, cantante del barrio.

“Nosotros tenemos como berretines el tomar la cámara y filmar, por eso surgió el nombre Berretines Audiovisual”, explica Alan. La idea era “encontrar una identidad que represente al barrio” y mostrar que “no tenemos berretines de picante ni de pistolero, tenemos berretines de filmar y contar historias y querer aportar con algo piola”.

Una de las tareas clave de Berretines es hacer frente a los prejuicios transmitidos por los medios de comunicación. “El que consume eso y no conoce lo que es una villa, lo que es el sistema carcelario, se imagina y cree que están todo el día violándose, cagándose a puñaladas, o que en la villa la gente es bruta, o bueno, también hay como un prejuicio ya instalado de que en los barrios se vive de planes, o de que la gente de las villas no quiere laburar”. Frente a estas nociones, detalla Alan, “la idea es contar historias contando que hay arte, que hay cultura, que hay gente trabajadora, que es el 90, 95 por ciento del barrio, y bueno, que también ese trabajo de la gente de la villa ayuda mucho a la economía de la ciudad, del país”. Y ejemplifica: “La gente de la villa es la que construye los edificios en Puerto Madero”.

Alan habla con tranquilidad, como en confianza, desde uno de los ambientes de la casa de Barracas donde funciona Berretines. Sobre la pared azul turquesa reluce el logo de la productora: una claqueta que contiene en su interior edificios de alturas y colores diferentes, en alusión a las casas de la villa.

 Sus compañeros lo ayudan a explicar las repercusiones del prejuicio. “Mismo la apariencia, por la apariencia ya también te dejan de lado, o directamente ni te dan chance al diálogo», acota “el Punta”, como lo llaman sus amigos, desde su silla al lado de la puerta. “Yo, ponele, voy a trabajar y no cuento que soy de la villa”, agrega Toche, que mientras habla se dedica a pintar intentando reproducir las tonalidades de una foto en blanco y negro, para ayudar a un amigo con un trabajo práctico. “Capaz estoy en Recoleta y me preguntan de dónde soy, y respondo que de Parque Patricios, pero para no tener complicaciones, ¿me entendés? Capaz una vez en confianza te cuento, pero después siempre hay complicaciones más que nada por la zona, porque piensan que vas a robar o vas a tocar algo”.

Para Alan la explicación tiene que ver con cuestiones de clase. “La gente que intenta representar la pobreza viene de una clase más bien media alta”, y al mismo tiempo estas personas “representan la marginalidad de una manera también comercial” porque mostrar pobres “matándose entre pobres” es algo que “siempre vende”. Pero como también creen que esto puede cambiar en la medida en que “aparezcan artistas de los barrios que vengan y rompan ese prejuicio”, Alan y sus compañeros no se quedan quietos y salen a filmar, a rapear, y a contar desde su lugar y su experiencia.

Las producciones de Berretines se diferencian de las de las productoras industriales no sólo por el mensaje que buscan compartir sino por los protagonistas que se paran frente a las cámaras de Alan y sus compañeros: los propios vecinos del barrio. Cada rodaje es un punto de encuentro en el que resalta la voluntad de colaborar y de encontrarse. “Lo que pasa muchas veces es que ya nos conocemos del barrio, y es como: ‘eh, compa, ¿te gusta hacer ésto? ¿Te querés sumar?’. O si no mismo se ofrecen, como ven que estamos en esta ya se ofrecen”, explica Toche.

En 2019 filmaron Domingo 21-24, un cortometraje documental en el que entrevistan a distintos vecinos de la Villa 21-24 de Barracas. “En el barrio hay una banda de gente que se anima a actuar y que tiene mucho talento”, afirma Alan, y añade que al contar con cierta trayectoria de trabajo cultural en el barrio fueron construyendo vínculos con otros colectivos: “Hay otros pibes que también están más metidos en lo que es la actuación, se llaman Actores de Villa, que lo coordina Fabián Benítez, es un pibe acá de Zavaleta. Él ya tiene también su grupo de actores, ahora van a participar varios para el video del domingo”. Con “el video del domingo” se refiere a un videoclip para un nuevo tema de Big Punta llamado “Locura”, cuya filmación tendría lugar el domingo siguiente.

Cuando el equipo iba afianzándose tras un año de trabajo, la pandemia llegó para detener al mundo, pero Berretines pudo seguir filmando y comunicando. “En pandemia hicimos un corto llamado Quedate en casa, filmado por celu y al que por suerte le fue bien… hace poquito ganó un premio en Rosario”, cuenta Alan. El cortometraje, protagonizado por dos niños, refleja la cuarentena dentro de la villa pero también la situación de los más chicos en el barrio. “Un nene de ocho a diez años ya tiene responsabilidades de adulto; ya saben lo que es cocinar, están súper independientes, ya están repillos y ya tienen esa chispa”, añade Alan. Además, agrega que fuera de lo que es Berretines él y sus compañeros también se dedicaron al trabajo social haciendo ollas populares, todo a pulmón y gracias a donaciones de los propios vecinos. “En la pandemia se ayudó mucho. Mucha solidaridad, eso estuvo bueno. Eso creo que es lo que más rescato”, reflexiona. Otros cortos producidos por Berretines fueron “Domingo 21-24”, un documental filmado en la feria de la calle Iriarte, y “El Rengo”, que cuenta la historia de un entrenador de fútbol de la villa que busca resolver los enfrentamientos entre bandas que asolan al barrio.

Si le preguntan qué es lo que más le gusta de lo que hace, Alan responde “que la gente esté haciendo, y que la gente se sume, y que los pibes también se sumen”. Él y sus compañeros resaltan, por sobre todo, la posibilidad de aprender: “Hacer algo creativo, ir viendo la mirada del otro también e ir aprendiendo entre todos y todas”. Su visión a futuro consiste en seguir adelante con su proyecto. “La idea es que se siga sumando gente e intentar romper ese prejuicio tanto de adentro hacia afuera como viceversa”, para lo cual se proponen “mezclar a la gente de la industria, gente que no es de la villa y hacer esa integración urbana que es la que rompe la grieta”, una grieta que para ellos es de índole política y social. ¿Cuál es el siguiente paso para Berretines? “Seguir creciendo, intentar romper esas grietas sociales y políticas”, responde Alan, y concluye que “lo más importante son los vínculos y que los pibes en vez de que estén en una, estén en esta”.

«Acá también pasan cosas buenas»

«Acá también pasan cosas buenas»

Percy Big Bang obtuvo el premio Discos Cardinales por su obra «Quid a Me» y cantará esta semana en la Usina del Arte. Cómo es y qué significa ser un artista villero.

Percy Big Bang (Mauro Ponce) es un artista de rap nacido y criado en la Villa 21-24. Con 19 años, lanzó su primer álbum conceptual en Youtube titulado QUID A ME, donde retrata en primera persona sus vivencias en el barrio durante la pandemia. El álbum ganó el concurso “Discos Cardinales» y este 25 de septiembre va a  presentarlo en la Usina del Arte. Sus palabras sincronizadas entre barras son un altavoz frente a la injusticia que atraviesan los sectores vulnerables.

Desde la esquina de Iriarte y Luna comenzamos una caminata a través de pasillos zigzagueantes hasta llegar al pasaje Lavardén, en el centro de la villa. Un mural con la imagen de su mejor amigo Nahuel indica que ya estamos en su casa. Mauro terminó la secundaria el año pasado. Vive junto a su madre, dos hermanas, una hermanastra con discapacidad y su padrastro. El apoyo de su familia, dice, fue fundamental para iniciar su camino como artista.

¿Cómo fue tu inicio en la música?

A los siete años empecé con poesías cortas, me gustaba escribir sobre lo que sentía. Dos años después me subí por primera vez a un escenario y me sentí muy cómodo. Mi hermana me hizo escuchar “La bella y la bestia” del rapero español Porta, me llamó mucho la atención como rapeaba, tenía mucha letra y siempre rescataba algo nuevo. Eso me motivó a escribir canciones y a los 14 años saqué mi primer tema. Me representa mucho el concepto de hermandad, unión y la idea de transmitir un mensaje que tiene el hip hop. Hay que aprovechar el arte como herramienta de transformación y creo que el rap es eso. Si sabes rapear, llamas la atención y si además decís algo con letra llegas más todavía.

 

¿ Hay espacios para la creación musical dentro del barrio?

Mis  primeros pasos fueron en Orilleres, ahí me motivaron a subir a los escenarios y a perder la vergüenza. Ese fue mi primer contacto con la música. Hacia el año 2016 vi un cartel en Casa Cambalache que decía taller de rap y ahí encontré pibes a los que les gustaba lo mismo. Empecé a compartir con gente que curtía la misma y formamos Villeros Criú. Hoy somos cinco integrantes junto con El Cáceres, BaccoLoco, BeatBlunt y Ezel. También conocimos a Danger Crew, que era otro taller oculto en el barrio. Nos unimos en el colectivo BajoMundo Family, una crew grande de artistas de Villa 21-24 y Zavaleta. Estamos todos pateando para la misma, siempre fuimos sapo de otro pozo en el barrio y con el tiempo terminamos formando una gran familia. 

¿Cómo es ser un artista villero?

Te lleva a ser la voz del barrio, a contar que acá pasan cosas buenas también. Desde afuera sólo te dicen que está lleno de delincuentes pero no es así. Somos una verdadera vecindad, nos ayudamos entre todos. Yo camino por Palermo y veo que los vecinos ni se conocen, acá nos conocemos todos. Hay movimientos culturales, artistas y gente que hace mucho por el barrio pero eso no es noticia. También implica demostrar que no es que vas a la villa y apenas entras te comés un tiro. Hay muchos pibes y pibas con ganas de buscar otros caminos. Busco que el arte sea una puerta a cosas nuevas, que cambie mentes. Que los guachos sepan que tienen el hombro de artistas que están en la misma y que todo es en grupo. La onda es siempre expandir horizontalmente y no subirse solo.

Mauro pasó rápidamente de tirar freestyle y organizar batallas con amigos en plazas a componer canciones con un fuerte contenido social. Las problemáticas que aborda en su álbum  tiene puntos de contacto con el artista boquense Trueno, quien ocupa un lugar destacado en el “mainstream” de la música urbana. Sus letras hablan sobre la desigualdad social, las injusticias y la violencia policial que viven los jóvenes de barrios vulnerables.

 En los últimos años ocurrieron casos significativos de gatillo fácil en el barrio como los casos de Cristian Toledo (25), Nahuel Acosta (18), el asesinato de Kevin (9) y del jugador de Barracas Central Lucas Gonzáles (17).

En poco tiempo su música traspasó, primero a través de redes sociales y luego en plataformas como Youtube y Spotify, las barreras del barrio. Tuvo presentaciones en el festival Ciudad Emergente, Centro Cultural Recoleta, Niceto Bar y en la Casa de la Cultura de Barracas. 

 ¿Qué experiencias te marcaron en lo personal?

En el 2019 la policía mató de un tiro a mi mejor amigo, Nahuel Acosta. Fue un caso de gatillo fácil. Veo que muchos pibes se acostumbran y eso no tiene que pasar, es algo fuera de lo normal que estamos normalizando. Esa secuencia me marcó mucho y me dió mucha fuerza para seguir adelante. Sé que desde arriba él está haciendo todo para que yo salga, saque canciones y se me den oportunidades. Por eso, junto a otro artista del barrio, El Big Punta de Zavaleta, hicimos “Anti giles”, trata sobre Kevin que era un pibito menor de edad que quedó en medio de un tiroteo entre transas, donde la policía dejó la zona liberada. Una bala pérdida lo mató y eso nos dio mucha bronca. El tema también está dedicado a todos los pibes del barrio víctimas del gatillo fácil.

  ¿Cómo ve la gente del barrio a las fuerzas de seguridad?

Hay muchas situaciones que se viven por culpa de la policía, por la represión o porque hacen abuso de poder. A veces agarran a un pibe que no tiene nada que ver, sólo por cómo está vestido o terminan cometiendo errores muy graves como con el pibe de Barracas Central. Es violento que se paren ahí en la esquina con un arma como diciendo acá estoy yo y tengo más poder que ustedes. A veces están ubicados en lugares donde no pasa nada y te rompen las pelotas por fumar un porro en la plaza. Eso genera bronca, por eso hacemos temas para que nos escuchen y decirles que está todo mal con los pibes.

 ¿Sentiste discriminación por ser un artista villero?

Te subestiman diciendo que sos un pibe de barrio y que vas a venir a cantar cumbia. Al final terminan escuchando sobre una realidad que ellos no ven ni escuchan y terminan sorprendidos. Al ser uno genuino e ir como villero siempre terminan bajando un cambio al escuchar nuestra música. Con LWLO, qué es artista y mi manager, hicimos el tema “Wacho pistola” que habla de la discriminación y de las etiquetas que te pone la gente. Cuando vamos como Villeros Criú te miran raro como diciendo qué harán estos. Mostramos la identidad de lo que somos, de cómo vivimos y sentimos. Ser villero en nuestra forma de vivir, nacimos acá y eso no nos hace ser más ni menos que nadie.

 ¿Cómo surgió la idea de hacer un álbum conceptual?

Cuándo empezó la pandemia me puse a escribir más intenso, pasaron los meses y armé todo el proyecto del disco. Ahí conocí a LWLO y juntos hicimos un tema mientras yo seguía trabajando en mi proyecto. Ella me ayudó a conseguir todo lo necesario para producir y grabar. Juntos creamos QUID A ME, un álbum de 16 canciones con todos los videos conectados entre sí. El concepto trata de lo que fue empezar de cero en la pandemia, de conocer el interior profundo de uno. El titulo es un juego de palabras que se refiere a cuidar lo que uno tiene, es la idea de un agujero negro en el pecho que absorbe todo lo que la gente y la vida te transmite. Así nació Percy, que es un apodo de pibe, todo eso que fui absorbiendo en mi pecho y que explotó en un Big Bang se convirtió en mi apellido artístico.

 

Una de las frases que más resuena en el álbum dice “si lo que quiero es comida, mantener a la familia, vivir de esta vida de una manera digna”, una declaración de principios del artista como portavoz del día a día de los sectores vulnerables. El debut musical de Percy Big Bang generó ruido en el ambiente de la música emergente y lo llevó a ganar el concurso “Discos Cardinales». Gracias a este premio, este domingo 25 de septiembre a las 18.30 hs va a estar presentando el álbum junto a su banda en la Usina del Arte, en Agustín R. Caffarena 1, La Boca. Será el primer artista de rap de la Villa 21-24 en presentarse en ese escenario.

Los vecinos de la Villa 21-24 levantaron la toma

Los vecinos de la Villa 21-24 levantaron la toma

Luego de 14 días de ocupación, los vecinos y vecinas de la villa 21-24 levantaron la toma de los terrenos ferroviarios, en el barrio de Barracas, luego de un acuerdo, tras participar de una mesa de negociación con representantes de los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación.

“Tras una hostil oferta que proponía solamente el desalojo y algunos pocos materiales de construcción, pudimos negociar y plantear las necesidades que tenemos en el barrio. Conseguimos 135 subsidios habitacionales de parte de Ciudad y 135 subsidios de ayuda urgente de parte de Nación, ambos de $50.000 y por única vez”, detalló Nahuel Arrieta uno de los vecinos autoconvocados que participó de la mesa de diálogo convocada por el juez que interviene en la causa por la ocupación de los terrenos, Daniel Rafecas, que terminó con la toma.

De la mesa participaron además de Rafecas, representantes del Ministerio de Desarrollo de la Nación y del Ministerio de Desarrollo Humano de la Ciudad de Buenos Aires; y por de los vecinos autoconvocados, tres delegados de la toma, Héctor y Nahuel Arrieta y Eliana Gramajo, acompañados por el cura Lorenzo “Toto” de Vedia, de la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé. 

Luego de recibida la propuesta, los referentes debatieron en asamblea con todas las familias autoconvocadas y resolvieron aceptar el ofrecimiento, a cambio de desalojar el predio de forma pacífica. “Esto no resuelve el verdadero problema, ni siquiera resuelve los problemas de alquiler, porque terminás gastando todo muy rápido -agregó Arrieta-. Lo que mejor pudimos conseguir, que para mí es lo verdaderamente importante, es una segunda mesa de diálogo, pero con los verdaderos actores que pueden llegar a solucionar el problema de fondo que tenemos: el déficit habitacional”.

El martes 14 de septiembre, los delegados mantendrán una reunión con el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación y el Instituto de Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires. “Vamos a plantear nuestras necesidades, pero también vamos a ampliar el reclamo para poder llegar a pelear la urgente urbanización e integración urbana de la villa 21-24 y Zabaleta”, sentenció el referente. 

Razones para una toma

Razones para una toma

Luego de varios días de protestas, las soluciones a los problemas habitacionales de los y las vecinos y vecinas parecen esfumarse como muchas otras promesas de campaña. El predio ocupado en los terrenos lindantes a las calles Luna y Lavardén es propiedad nacional a cargo de la Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado (ADIF S.E), y esta semana se transformó en el escenario que permitió visibilizar el reclamo por un derecho largamente postergado: el acceso a una vivienda digna. Según el Gobierno porteño, la zona iba a ser utilizada por el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) para realizar una obra de agua potable en convenio con Aysa. No obstante, los vecinos aseguran que esa obra nunca se anunció y que el terreno hace varios años que está abandonado. 

En carpas y refugios, ciento sesenta familias resisten a las embestidas policiales y denuncian el abandono del Estado. “Fuimos los vecinos -explica Nahuel Arrieta, uno de los referentes de la toma- quienes trajimos las escuelas, los comedores y nos organizamos siempre de forma autogestiva. En las exigencias diarias de la 21-24 no aparece ningún ente estatal. Sufrimos constantes cortes de luz y hostigación permanente por parte de las fuerzas armadas. La realidad de esta toma no se diferencia mucho con lo que pasa en la Villa todos los días”. 

A orillas del Riachuelo, la Villa 21-24 se encuentra emplazada en los barrios de Barracas y Nueva Pompeya al sur de la Ciudad de Buenos Aires y oficia de frontera con el partido de Avellaneda. Es una de las primeras villas y con 65 hectáreas es la más extensa en términos territoriales. Su historia está ligada al crecimiento del AMBA y su origen se relaciona con la proximidad de los barrios fabriles que, prontamente, impactaron en la contaminación del Riachuelo. Para 2010, según los datos oficiales del Censo de ese año, la población de la Villa ascendía a 31.018 habitantes, 7.455 viviendas habitadas y 9.127 hogares. Y para 2013, la fotogrametría realizada por el Ministerio de Desarrollo Urbano señaló un crecimiento cuantitativo: 48.315 habitantes, siendo así una de las villas más densamente pobladas de la Ciudad.

En todo estás vos (según donde vivas)

El abandono estatal que denuncia Arrieta se traduce en una profundización de la actual crisis habitacional que se vive en la Ciudad de Buenos Aires, y que repercute especialmente en los barrios más vulnerables. La emergencia sanitaria producida por el covid-19 generó una desaceleración económica que no sólo visibilizó, sino que profundizó los déficits socioeconómicos estructurales previos. 

La falta de una vivienda digna es uno de los tantos rostros que muestra hoy la prolongada exclusión y marginalidad padecida por las familias de la 21-24. “Esta Villa no está urbanizada. Hace 40 años que luchamos por un Plan de Urbanización”, reclama Arrieta. 

En efecto, no sólo el presente, sino también el futuro está lejos de ser promisorio. Según el informe de ACIJ, el presupuesto 2021 destinado a villas incluye programas de infraestructura y vivienda, atención de emergencia e integración social y económica que responden principalmente a los procesos de reurbanización de los barrios Carlos Mugica (Villa 31), Barrio 20 (Villa 20), Playón de Chacarita (Villa Fraga) y Rodrigo Bueno, así como los conjuntos de vivienda nucleados por la afección a las relocalizaciones de la cuenca Matanza Riachuelo.

El monto presupuestario es de $8.302 millones, número similar al del 2020 ajustado por inflación y 67.9% menor en relación al presupuesto devengado en 2019. Para la ACIJ este panorama resulta grave si se considera que las intervenciones implican no sólo la finalización de obras pertinentes, sino también el inicio de mejoramientos e infraestructura necesarios para la formalización y adecuación de viviendas existentes.

Hasta ahora, los procesos de reurbanización en las cuatro villas han estado centrados en la construcción de viviendas nuevas, pero aún están pendientes obras de infraestructura y de provisión de servicios básicos. 

Por otro lado, se advierte que el desarrollo de nuevos procesos de reurbanización, comprometidos legalmente en alguna de las villas de la ciudad, se tornan inviables con los montos asignados. En este sentido, para la Villa 21-24, en la cual el Gobierno de la Ciudad tiene a partir de la causa judicial Riesgo Eléctrico del año 2010 la obligación de establecer una provisión eléctrica adecuada a todo el barrio, no se observa una afectación presupuestaria para tal objetivo. Asimismo, “en el plan plurianual de inversiones para la villa 21-24 sólo se verifican montos asignados a obras de mejoramiento y para la red peatonal e infraestructura del Eje Iguazú, pero que presumiblemente sirvan para dar respuesta a lo dispuesto en la Causa Mendoza de 2008. Mientras tanto, la obligación de garantizar electricidad segura en la Villa 21-24 no está presente dentro del presupuesto para 2021”, concluye el informe. 

Una urgente necesidad

Desde atrás de un muro que separa a la 21-24 de las tierras del ferrocarril, Tito Arrieta, familiar de Nahuel y uno de los encargados de dar a conocer las exigencias de los y las vecinas y vecinos, indica: “A partir de la pandemia la situación está mucho peor en los barrios populares como Retiro, la Villa 21 y Bajo Flores. Cada vez la emergencia habitacional va creciendo, los sueldos van bajando, y al tener un sueldo de $30.000 es imposible que podamos alquilar cuando los alquileres aumentan progresivamente.” 

Para generar soluciones, reclama una intervención activa por parte del Estado. Como respuesta, en cambio, reciben amenazas de desalojo impulsadas por el juez Daniel Rafecas, a cargo del Juzgado en lo Correccional y Criminal N°3. Al ser un predio nacional, la causa judicial por la ocupación quedó finalmente en sus manos. 

La falta de acción por parte de las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires para hacer frente a las problemáticas de los barrios populares no sólo se ve reflejada en su pasividad para resolver las exigencias de esta toma de tierras, sino que se hace sentir hace años por la falta de planes integrales de urbanización. 

Tito, vecino con 20 años de antigüedad en el barrio y autoconvocado a la toma, afirma que: “La falsa promesa de la urbanización se ve, tal vez, en los edificios del PROCREAR que están atrás de la cancha de Huracán y los que están en la Estación Saenz. Cuando te querés anotar para acceder a la vivienda, piden tener un sueldo de 60.000 pesos o 70.000 para arriba, y eso es imposible, ni siquiera sumando los sueldos con mi cónyuge llegamos, y eso imposibilita poder acceder a la primera vivienda que todos queremos”.

Por su parte, Eliana Gramajo, encargada de las tareas operativas dentro del predio, extiende una de las exigencias de los y las vecinas: “Nosotros pedimos que nos reubiquen, hay familias con siete u ocho hijos a los que no les alcanza para comer porque tienen sueldos muy bajos y se les va la mayor parte en el pago del alquiler. Las casas de PROCREAR supuestamente iban a ser para los que vivimos acá, iban a sacar metros del terreno del ferrocarril para poder construir, pero están sin ocupar hace varios meses. Exigimos que nos escuchen, queremos una mesa de diálogo con la Ciudad, el IVC y Nación”. 

Como consecuencia de la falta de urbanización e integración, la semana pasada falleció Luján Sofía Caballero López, de 15 años, tras ser atropellada por el tren de cargas de la empresa Ferrosur, que pasa a menos de medio metro de las casas del barrio. Sin embargo, a pesar de haberse difundido que este era un causante del inicio de la toma de tierras, Tito Arrieta confirma que no lo fue: “Lamentamos mucho la muerte de Luján. Los trenes pasan por acá hace muchísimo tiempo y el Estado nunca se hizo cargo. Igualmente, la toma de este predio fue autogestionada por los vecinos y fue una coincidencia con lo de Luján. Decir que hubo un aprovechamiento de esa muerte, como hacen algunos medios, me parece lo más nefasto que hay.”. 

Como epítome de la nula intención de cooperación por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para con el vecindario, se presentó una situación absurda al quinto día de la toma. Jorge Gonzalez, empleado del IVC – Instituto que está a cargo del Gobierno porteño- y vecino de la 21-24, fue despedido de su puesto de trabajo por haber llevado alimentos a sus familiares dentro del predio. Arrieta expresa al respecto: “Exigimos la reincorporación inmediata a su puesto laboral ya que su única participación fue la asistencia con comida y bebida a vecinos, no es un referente de la toma como lo acusan en su trabajo y lo único que hizo fue solidarizarse”. 

A nueve días del comienzo de la toma de las tierras, no se vislumbran soluciones reales a una problemática que impacta directamente sobre los proyectos de vida y las trayectorias de las personas que los atraviesan. Los problemas de vivienda condicionan la vida cotidiana y tienen implicaciones tanto económicas como sociales, e incluso sobre la salud física, mental y emocional. La situación habitacional está en crisis y no se puede mirar hacia otro lado.