Condenaron a Donda Tigel por la apropiación de su sobrina Victoria

Condenaron a Donda Tigel por la apropiación de su sobrina Victoria

El tribunal lo consideró culpable de apropiación y ocultación de la identidad y le dictó quince años de prisión.

El Tribunal Oral Federal en lo Criminal Nº 6 condenó a quince años de prisión a Adolfo Donda Tigel por la apropiación y ocultación de la identidad de su sobrina Victoria Donda Perez.

El lunes 4 de marzo pasadas las 15 horas, el Tribunal Oral Federal Nº 6 -integrado por Ricardo Basilico, Daniel Horacio Obligado y Gabriela López Iñíguez- dictó la sentencia al imputado quien siguió el juicio de manera virtual desde el penal de Ezeiza, donde cumple condena perpetua por las causas ESMA II y ESMA Unificada.

En una jornada llena de expectativa e incertidumbre, periodistas, representantes de organismos de derechos humanos y personas que quisieron acompañar a Victoria Donda se hicieron presentes en la audiencia pública. 

Victoria nació en la clandestinidad de la ESMA y fue apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic. El 28 de marzo de 1977 María Hilda Pérez había sido secuestrada, embarazada de 5 meses, en la zona oeste del conurbano bonaerense y en agosto de 1977 fue trasladada a la ESMA. En el 2004 Victoria Analía Donda Perez, hija de María Hilda Pérez y José Laureano Donda, quienes continúan desaparecidos, recuperó su identidad.

En noviembre del año pasado Emanuel Lovelli y Carolina Vilella, los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, dejaron en claro la posición de la querella en este juicio y solicitaron que Adolfo Donda Tigel, el único imputado, sea condenado a la pena de quince años de prisión por la sustracción, retención y ocultamiento de su sobrina Victoria Donda, el máximo de la pena prevista para estos delitos.

Carolina Vilella quedó conforme al respecto de la sentencia: “Estamos muy satisfechos y muy conformes, celebramos la sentencia que se dictó más que nada por este caso que tiene una gravedad especial, que involucra a un tío y que en desmedro de los vínculos de sangre, de lo que él se jactaba, de hacer honor a la institución de la familia, en esta ocasión se demostró que era todo una farsa y que muy tristemente no tuvo reparos en atacar a su propia familia. Es una sentencia importante porque se reconoció su participación, que no tuvo límites al momento de mostrar su compromiso con la lucha contra la subversión como lo denominaban” le declaró a ANCCOM.

“ No sé si la palabra es contenta pero sí me siento como satisfecha de haber cumplido con una deuda que sentía que tenía con mis padres y para mí esta etapa terminó. Siento que ahora empiezo a cicatrizar”, declaró Victoria Donda.

El Tribunal le dio lugar a Adolfo Donda para decir unas palabras y negó haber estado en la ESMA durante 1977 y conocer tanto él como sus padres de que su cuñada estaba embarazada. Luego de conocerse el veredicto, su abogado defensor Guillermo Fanego, abandonó el lugar y cerró la puerta de un portazo. Victoria respondió inmediatamente gritando “¡Cobarde!” y los letrados pidieron silencio en la sala mientras el público presente celebraba con aplausos. Todos los presentes presenciaron el abrazo prolongado y sentido de Victoria con Vilella.

“Creo que el abrazo es algo sentido y que habla un poco de la lucha que nos transmitieron siempre las Abuelas y de cómo estos procesos buscan justicia y reparar tanto daño que se ha hecho. Fue un abrazo de alegría, de cierre y de paz, tantos años para que la justicia reconozca la participación y la responsabilidad de Donda en estos hechos. La justicia llega y es importante porque tiene un sentido de la reparación muy profunda, Victoria también lo dijo, esta sentencia le trae paz y creo que tiene que ver con eso” decía Vilella.

ANCCOM también dialogó con Victoria Donda y al respecto del veredicto declaró : “ No sé si la palabra es contenta pero sí me siento como satisfecha de haber cumplido con una deuda que sentía que tenía con mis padres y para mí esta etapa terminó. Siento que ahora empiezo a cicatrizar”.

“Aunque nos quieran borrar la memoria para poder llevar adelante los planes que tienen para esta patria les digo que el pueblo sigue teniendo memoria”, cerraba Victoria.

“La importancia de estos juicios se vienen dado por múltiples aspectos, la más conocida tiene que ver con el cumplimiento de las obligaciones del Estado de investigar, juzgar y sancionar a los responsables por estos delitos. Por otro lado, la reparación integral de las víctimas y en este sentido es algo muy difícil de considerar porque si no hay reparación no hay juzgamiento. Otra arista es el valor de estos juicios para la reconstrucción de la memoria colectiva, para el conocimiento de la verdad y de lo que pasó en nuestro país, y esto es muy importante porque nos encontramos con un resurgimiento del negacionismo”, declaró Victoria Donda.

“Es importante que se pueda conocer y difundir. El terrorismo de Estado es esto, es la violencia sin límite y desmedida, cuando hablamos de terrorismo de estado hablamos de lo más oscuro de las cosas.” concluía la defensa de Abuelas.

La Fiscalía pidió 15 años de prisión para Donda Tigel

La Fiscalía pidió 15 años de prisión para Donda Tigel

El Ministerio Público Fiscal acusó al militar de haber sido partícipe y coautor de la apropiación de su sobrina, Victoria Donda. Durante cuatro audiencias desplegó las pruebas que dan cuenta del conocimiento, participación y ocultamiento del delito.

El Ministerio Público Fiscal pidió, ante el Tribunal Oral Federal N° 6, quince años de prisión para Adolfo Donda Tigel, la pena máxima prevista por el delito de sustracción y ocultamiento de una menor. En este caso, de su sobrina Victoria Donda, restituida en 2004.

“Por todo lo expuesto Adolfo Donda deberá responder como partícipe necesario en la sustracción de una menor del poder de sus padres y como coautor en su retención y ocultación de una menor. Teniendo en cuenta todos los argumentos expuestos hasta este momento y por la gravedad de los hechos solicitamos que se lo condene a quince años de prisión”, fueron las palabras del Fiscal General Pablo Parenti; quien junto al doctor Iván Polaco, finalizaron de exponer su alegato el miércoles último, luego de cuatro audiencias destinadas a tal fin. Semanas antes, la querella de Abuelas había pedido la misma pena luego de un alegato de tres audiencias.

“Solicitamos al Tribunal que se declare expresamente, que los hechos constituyen por un lado un crimen de lesa humanidad, y por otro, que implicaron una forma específica de violencia contra la mujer por su condición de tal, es decir, que se trató de una conducta constitutiva de violencia de género”, agregó Pablo Parenti.

Durante las cuatro audiencias que duró el alegato, los representantes del Ministerio Público Fiscal hicieron un recorrido con testimonios de sobrevivientes y pruebas que sostienen que Donda Tigel prestaba servicios en la ESMA en agosto de 1977, fecha en la que se presume el nacimiento de Victoria. “Vamos a formular nuestra acusación contra Adolfo Donda, dado que a la luz de la prueba producida en este juicio quedó demostrado que fue partícipe necesario de la sustracción de Victoria y coautor de su posterior retención y ocultación”, comenzó en su alegato el doctor Pablo Parenti. 

“Vamos a referirnos a lo que dijo Donda en las indagatorias. Donda se coloca prácticamente en situación de víctima de la Armada. Según él acusado, y así lo dijo textualmente, todos sabían menos él”, subrayó el fiscal. “El sería una víctima de la Armada porque le ocultaron que su cuñada estuvo meses secuestrada en la ESMA, que tuvo a su hija en el lugar y que la beba fue entregada a un integrante del grupo de tareas de la ESMA. Donda, según su versión, sería una de las víctimas de la ocultación y prácticamente podría ser querellante y no acusado en este juicio. La verdadera historia es que no se le ocultó nada, la Armada decidió hacerlo parte de los hechos y él dio claras muestras de fidelidad y compromiso”, sentenció Parenti.

“Las familias estaban desesperadas. Presentaban habeas corpus y hacían mención de que María Hilda “Cori” tenía un embarazo avanzado, obviamente no podían denunciar que estaba secuestrada porque no lo sabían. Sí lo sabía Donda, pero su compromiso era con la Armada y con el plan represivo antes que con su propia familia. Su silencio garantizó que efectivamente el parto, la sustracción y la desaparición de Victoria se produjeran en condiciones de clandestinidad”, explicó en otros pasajes del alegato el Fiscal General. “Donda callaba, pero Leontina, la madre de María Hilda Pérez, se ponía en riesgo y salía a la calle mientras fundaba “Abuelas de Plaza de Mayo” en 1977 en plena dictadura. Muchas de estas mujeres eran vigiladas y desaparecidas nada menos que por integrantes del grupo de tareas de la ESMA”, señaló Parenti.

El fiscal Iván Polaco se refirió a cuando el imputado declaró anteriormente no haber visto a María Hilda en la ESMA y negó cualquier conocimiento acerca de lo que sucedió luego: “Cuando esta fiscalía le preguntó si durante 1976 había desempeñado alguna función en la llamada lucha contra la subversión, dijo que en esa época no podía haber ningún miembro de la Armada que no estuviera afectado a la lucha contra el terrorismo. Frente al tono evasivo de sus respuestas, el presidente del tribunal le preguntó concretamente si cumplió funciones en la ESMA en 1976 y Donda lo negó”. 

El imputado también sostuvo que sus padres tampoco supieron sobre el embarazo de su cuñada. Al respecto, explicó que su hermano había enviado dos cartas a su madre, y que en ninguna de las dos había dicho que María Hilda estuviera embarazada y tampoco lo manifestó en ninguna otra oportunidad. Por lo demás, Donda negó haber visto mujeres embarazadas en la ESMA, así como la existencia de un sector especial para los partos.  

La fiscalía recordó a la testigo María Iris Pérez, tía de Victoria, cuando en este juicio declaró que desde el primer momento se buscó recurrir a Adolfo Donda para que los ayudara. La testigo contó, en este sentido, que “Cuqui”, madre del imputado, recibió un llamado de su hijo José María, avisándole que habían secuestrado a “Cori”, y le dijo específicamente que hablen con el “Doctor Donda”. el pedido de ayuda no podría ser más explícito. Por lo tanto, la versión presentada por el imputado acerca del desconocimiento de sus padres sobre el embarazo se encuentra claramente refutada.

“Cada una de estas afirmaciones dirigidas a evadir su responsabilidad son refutadas por toda la prueba documental y testimonial producida durante este juicio. Además, existe una prueba documental de Donda en la ESMA en 1976, cumpliendo tareas represivas por las que fue calificado elogiosamente y a estas pruebas se le suman testimonios”, concluyó el fiscal Polaco. 

El doctor Pablo Parenti se refirió a la relación entre el acusado y dos protagonistas claves de la apropiación, Héctor Febres (miembro de los grupos de tareas de la ESMA) y Antonio Azic (apropiador de Victoria): “Es claro que Adolfo Donda durante años cumplió funciones en la ESMA. Secuestraba, torturaba y también sustraía a los bebés de otras detenidas que, como su cuñada, tuvieron que pasar por la pieza de las embarazadas, parir allí a sus bebés y después ver cómo se las sacaban de sus brazos para no volver a verlos nunca más. Compartía sus días con Febres, el encargado de las embarazadas. Febres era el que, como el propio Donda hizo con “Cori”, le prometía a las detenidas que sus bebés iban a estar bien y que los iban a llevar con sus familias”.

“Febres era uno de sus compañeros, mejor dicho, uno de sus subordinados durante años, el padrino de su sobrina. Otro de sus compañeros de la ESMA por años, con el que secuestraba, torturaba y también se apropiaba de los bienes de los secuestrados, era Azic, el apropiador de su sobrina Victoria. En este juicio quedó acreditada la relación y vínculo personal que unía a Donda con Azic”, describió Parenti. 

El fiscal general mencionó la declaración del testigo Carlos Muñoz, secuestrado en la ESMA desde noviembre de 1978 hasta febrero de 1980: “La alta valoración que hacían el resto de los oficiales sobre Donda, reafirmaba que evidentemente, algo había, como un plus en el reconocimiento de Donda. Evidentemente estaba asociado al caso de “Cori” que constituye una excepción a la regla en dos sentidos”.

El caso de Victoria presentó dos elementos distintivos. Su madre María Hilda “Cori” Pérez fue trasladada a la ESMA desde otro centro clandestino a cargo de la Fuerza Aérea, varios meses antes de la fecha del parto. La segunda circunstancia distintiva es que se rompió una especie de “regla general” según la cual los bebés nacidos en la ESMA provenientes de secuestros realizados por otras fuerzas regresaban al dominio de esas fuerzas, una regla que parecía inquebrantable, pero aparentemente no fue así, y el caso de Victoria lo demuestra. El incumplimiento de esta regla puede explicarse por el parentesco de Adolfo Donda con la niña y su intervención directa en el caso. “Debe valorarse especialmente el parentesco del acusado con las víctimas ya dijimos que se trata de un caso atroz dentro de lo atroz en el que el acusado mantuvo una lealtad absoluta a los planes criminales de la Armada a pesar de que afectaban gravísimamente a su familia. Estamos hablando de una conducta que implicó callar, ocultar a su familia que su cuñada iba a ser obligada a parir en la ESMA y de que su cuñada iba a parir allí en esas condiciones, mientras su hermano desaparecido enviaba mensajes a su familia implorando su ayuda. Le dijo a su cuñada que se quedara tranquila, que su bebe iba a ser llevado con sus abuelos. Pero luego de que se la arrancaron de sus brazos, se la entregaron a un integrante del grupo de tareas, a quien (Donda) veía cotidianamente por años. Él siguió ocultando los hechos frente a su papá, su mamá y frente a Eva Daniela, esto también debe reflejarse en la pena a aplicar”, finalizó Pablo Parenti.

Con toda la prueba desplegada, el Ministerio Público Fiscal pidió quince años de prisión para el acusado, la misma pena que solicitó la querella de Abuelas de Plaza de Mayo. El juicio continuará el miércoles 20 de diciembre con el alegato de la defensa del acusado. 

Un alegato pronunciado en una fecha simbólica

Un alegato pronunciado en una fecha simbólica

El mismo día en que se cumplían 40 años del retorno de las urnas al país, comenzó el alegato de la querella en el juicio por la apropiación de Victoria Donda Pérez.

En el Tribunal Oral Federal N° 6 comenzó el alegato de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo en el juicio por la apropiación de Victoria Donda Pérez, el lunes 30 de noviembre último.

El 28 de marzo de 1977 María Hilda Pérez fue secuestrada embarazada de cinco meses en la zona oeste del conurbano bonaerense y en agosto de 1977 fue trasladada al Centro Clandestino de Detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En la clandestinidad dio a luz a una beba a la que llamó Victoria, apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic. En 2004 Victoria Donda Pérez, hija de María Hilda Pérez y José Laureano Donda, quienes continúan desaparecidos, recuperó su identidad. El que está imputado como coautor del hecho es Adolfo Miguel Donda, tío de Victoria, quien formó parte de la patota de la ESMA.

El TOF 6 integrado por Ricardo Basílisco, Daniel Horacio Obligado y Gabriela López Iñíguez llevó a cabo una audiencia mixta, en la que se imputa a Adolfo Donda quien asistió de manera virtual mientras que su abogado defensor Guillermo Fanego presenció el alegato.

El abogado de Abuelas Emanuel Lovelli, comenzó su exposición recordando lo significativo del día: “Como integrante de un organismo de Derechos Humanos pronunciar este alegato en un día como hoy, que se cumplen 40 años de la puesta en funcionamiento de las urnas, dejando atrás la dictadura más terrible que conoció nuestro país, es muy significativo para nosotros ejercer esta oportunidad procesal. Estamos aquí buscando justicia por uno de los tantos crímenes de lesa humanidad cometidos en la dictadura de la cual el imputado fue parte”.

Lovelli también señaló dos cuestiones que estuvieron presentes a lo largo de este juicio oral. Primero, las ofensas provenientes del abogado defensor y el imputado a los testigos y víctimas, “figuras imprescindibles en este juicio y en la historia de la democracia”. Por otro lado, también se refirió a lo que fue y es el proceso de justicia en nuestro país. El representante de las Abuelas de Plaza de Mayo reiteró en varias oportunidades que este proceso de justicia no es un  “juicio de venganza”.

Lovelli hizo un repaso por la historia de la causa de Victoria Donda Pérez. Señaló que Juan Antonio Azic fue un subordinado de Donda, hizo mención de las violaciones de derechos humanos y las desapariciones forzadas durante la última dictadura militar. También recordó las palabras de Adolfo Donda que, en una de las tantas indagatorias, dijo que el 90 por ciento de las fuerzas armadas estuvo comprometida con la denominada “lucha contra la subversión”.

Según las estadísticas de la Secretaria de Derechos Humanos,, hubo 332 juicios desde el año 1985, 1.194 personas condenadas y más de 800 centros clandestinos de detención quedaron al descubierto.

El abogado defensor de Abuelas retomó las palabras de Victoria en su declaración: “Estamos orgullosos de este proceso de justicia, estamos conforme con las garantías constitucionales, aun para los que lo enfrentan en carácter de imputados”, también agregó: “Son quienes están privados de su libertad, por órdenes judiciales, en las mejores condiciones del servicio penitenciario federal”. 

“Adolfo Donda está alojado en la Unidad 31, el informe público de la Secretaría de los Derechos Humanos mostró las condiciones de esa unidad. Para ellos, el Articulo 18 que establece cárceles sanas y limpias es plenamente operativo, en la pandemia hubo un cuidado especial para que fueran los primeros en recibir las vacunas contra el covid ¿Eso es venganza?2”, apuntó Lovelli en respuesta a quienes denominan este tipo de juicio como “juicio de venganza”.

Cerrando el apartado repitió que no se t rata de venganza sino de un proceso de memoria, verdad y justicia en reparación para los familiares y sobre todos para los 30.000 desaparecidos. “Reiteramos que son 30.000”, subrayó.

La audiencia pasó a cuarto intermedio y continuará el 6 de noviembre a las 14, donde la querella continuará con la exposición de su alegato, en el que le resta exponer todas las pruebas obtenidas a lo largo del juicio y realizar el pedido de pena para el acusado.

Las audiencias pueden seguirse vía YouTube a través del canal de La Retaguardia y el canal del Consejo de la Magistratura de la Nación.

«El cinismo de Donda Tigel era incomparable»

«El cinismo de Donda Tigel era incomparable»

Carlos “Kike “Muñoz, sobreviviente de la torturas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura, declaró en el juicio contra el represor Adolfo Donda Tigel. Confirmó la vinculación del exmarino, acusado de facilitar la sustracción de identidad de su sobrina Victoria Donda Pérez, con el prefecto apropiador Juan Antonio Azic.

José María “Pato” Donda y María Hilda Pérez, padres de Victoria Donda, aún continúan desparecidos. 

En una jornada cargada de tensión por la potencia del relato de Carlos “KiKe” Muñoz —de los más completos que se han escuchado en las dieciséis audiencias llevadas adelante en este juicio— y por el intercambio que mantuvo con Guillermo Fanego, el abogado defensor del acusado Adolfo Donda Tigel, el testigo expuso frente a los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 6 de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por los jueces Ricardo Basilico, Daniel Obligado, Gabriela López Iñíguez y Sabrina Namer.  

Donda Tigel presenció virtualmente este testimonio, desde la Unidad 31 de Ezeiza donde permanece detenido por haber sido condenado dos veces a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad en la ESMA. 

Muñoz estuvo detenido, por primera vez, entre el 3 y el 15 de junio de 1976 en la Superintendencia de Seguridad Federal, en la calle Moreno, en pleno centro porteño. Fue subido a un auto por parte de un grupo militar cuando estaba con su compañero y amigo Carlos Fidale, y los trasladaron encapuchados a la Comisaria Nº 20, en la calle Cochabamba. Al testigo lo golpearon, mientras que a Fidale lo torturaron con picana eléctrica en un baño. 

Desde allí fueron llevados a su destino final: la Superintendencia. En esos doce días de cautiverio ambos sufrieron “picanazos” y castigos “feroces” y “atroces”, según relató. “A Fidale le pegaron un tiro en la cabeza, al lado mío, donde estábamos presos”, aseguró con dolor.

Muñoz asegura que se salvó porque el primo de su papá era comisario mayor y tanto él como su padre realizaron gestiones rápidas para poder sacarlo. “No era menor eso”, aseguró, en relación a su contacto directo con la policía. 

Donde manda marino, está el prefecto

Pero la pesadilla no terminó allí. Su segunda detención, su cautiverio en la ESMA, ocurrió entre el 21 de noviembre de 1978 y el 15 de febrero de 1980. Muñoz dormía en su casa del barrio de Once con su esposa y compañera Ana María Malharro y su hijo de tres meses y medio. 

Un grupo armado vestido de civil, conducido por el entonces Teniente de Fragata Alfredo Astiz, tiró la puerta de su domicilio en plena medianoche y además de llevarse a la pareja les robaron sus pertenencias de valor, entre ellas un proyector que luego el mismo Muñoz utilizó en su reclusión para pasar películas en formato Súper-8 en la Escuela de Mecánica. El nene fue entregado al mayor del Ejército César Smirnoff que vivía enfrente de su departamento en el mismo edificio

Detalló cómo fue que llegaron a la ESMA: “Nos subieron a dos autos diferentes. A mí me habían golpeado mucho en casa. Me bajaron a un sótano, atravesé una puerta verde de metal. Me arrastraron a un cuartito en el fondo. Me hicieron desnudar, me ataron los brazos y las piernas a los extremos de una cama metálica. Febres (Héctor Antonio, oficial de la Prefectura Naval) me empezó a aplicar picana eléctrica”, relató sin parpadear. A él se le sumaban otros oficiales que torturaban en esa área del cuarto 13 durante sus primeras doce horas de cautiverio.    

Luego de esa carta de “presentación” para Muñoz en la ESMA, que lo dejó en un estado deplorable, se produjo su primer contacto con el marino Donda Tigel, que en ese momento ya estaba al frente del Grupo de Tareas 3.3.2. Lo trasladaron a otra habitación y le pidieron que con un lápiz y papel escribiera la historia de su vida: “Me habían sentado en un pupitre de escuela viejo, con un gancho para pasar un candado. Intenté abrir las esposas con ese candado. Estaba en eso cuando de repente, irrumpió una persona que después reconocí como Adolfo Donda. Y me dijo, con un cinismo extremo: ‘Ah, te querés fugar’. Me pegó una paliza fenomenal, tan grande que me desmayé y no me acordaba de nada”. 

Ahí comenzó su reclusión de casi un año y medio, tirado en una colchoneta entre dos maderas en la zona de “Capucha” de la ESMA —el principal lugar de detención de las y los prisioneros, que permanecían esposadas de pies y de manos, con una capucha o antifaz de tela en la cara—. Con su compañera Malharro, estuvo a sus espaldas por tres meses, separados por un pasillo en ese lugar, ambos encapuchados, engrillados y esposados. Llegaron a besarse en uno de sus cruces, destacó orgulloso, aunque eso le hubiera significado que “lo molieran a golpes”. El 13 de febrero de 1979, ella recuperó su libertad. 

Indicó que el tío biológico de Victoria Donda era “una presencia permanente, casi diaria” en ese sótano. Expresó que también lo vio cuando fueron trasladados a la isla “El Silencio”— anexo de la ESMA en la tercera sección del Delta, San Fernando— durante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en septiembre de 1979. 

De esa tarea de ocultamiento de los detenidos, Muñoz recordó dos detalles precisos de la actuación de Donda Tigel: “Estaba de guardia y nos hizo acercar a todos a una mesa. Nos hizo brindar porque ese día (el 19 de septiembre de 1979) habían matado a Mendizábal —Horacio, abogado y comandante de Montoneros-”. Su segundo recuerdo fue cuando participó de una excursión de pesca junto con un oficial y un suboficial, y su compañero de militancia y de detención Carlos “Sueco” Lordkipanidse. Luego de fracasar en la tarea, señaló que todos, incluidos los militares, fueron humillados por Donda. 

La relación del marino con el prefecto Azic fue precisada por Muñoz, y es una estocada insalvable para las expectativas del acusado de quedar despegado de la figura de Azic por la apropiación de la bebé Victoria Donda Pérez, hija de su hermano, José María Laureano “Pato” Donda y de María Hilda Pérez, que aún hoy continúan desparecidos. 

Una vez que el militante recuperó su libertad en febrero de 1980, cuando salía de la agencia de publicidad donde trabajaba en la avenida Corrientes y Pasteur, fue llevado por Donda y Azic al bar La Ópera, en Callao y Corrientes. “Me apretaron en ese bar diciendo si había sido yo el que había dado información sobre ellos y los genocidas. Yo se los negué. Me amenazaron que iban a seguir averiguando. Llegué a mi casa en Castelar y me escondí por un tiempo”. 

Su último contacto con el represor fue en 1985. Muñoz planteó que tanto él como Azic— “torturador silencioso” señalado por el testigo como parte integrante de ese mismo grupo de operaciones que encabezaba el marino— lo habían seguido cuando comía unas empanadas en una casa de comidas. 

“Desde un auto, acompañado por Azic, en un Falcon, se paró allí, bajó y me dijo: ‘Tenemos que hablar’. Le dije que no tenía nada que hablar con ellos, y con la intervención de la gente se terminaron yendo”, recordó. 

Afirmó que había “una relación” entre ambos, que Donda y Azic “siempre” estaban juntos, y que no era “casual” que tanto en 1980 como en 1985 se los encontró a los dos. “Había una relación de absoluta cercanía entre ellos”, aseguró Muñoz, que recordó verlos frecuentemente en la Oficina de Operaciones de la ESMA, en el momento en el que, como parte del grupo de “esclavos en recuperación”, como el recordaba que los llamaban, proyectaba películas para los oficiales y suboficiales. 

“Donda tenía esa gentiliza que cuando el proyector se iba de foco, con una escopeta, me la ponía en la cabeza y me decía: ‘Kike, el foco’”, señaló con ironía apuntando con sus dedos en forma de pistola mientras reforzaba que el represor era del “ala dura” del Grupo de Tareas. De hecho, según el testimonio, el propio “Gerónimo”, como era conocido en el sótano, acusaba al primo de su padre, comisario mayor, de “traidor” por intentar encontrar a Muñoz en las comisarías: “Si sigue jodiendo va a terminar en ֥ ‘Capucha’ al lado tuyo”, recordó sobre las palabras de Donda. 

“Era vox populi en ese micromundo que era la ESMA, que Donda Tigel tuvo un hermano montonero y que lo entregó. Eso le daba una alta valoración en el Grupo de Tareas. Y a nosotros nos daba mucho miedo saber que estabas enfrente de semejante tipo», recordó Muñoz.

En ese momento, Muñoz tuvo su pasaje de mayor contundencia sobre la responsabilidad de Donda Tigel en su accionar en la ESMA: “Era vox populi en ese micromundo que era la ESMA, que Donda Tigel tuvo un hermano montonero y que lo entregó. Eso le daba una alta valoración en el Grupo de Tareas. Y a nosotros nos daba mucho miedo saber que estabas enfrente de semejante tipo. Donda quería que nos mataran a todos, y decía que no nos íbamos a ‘recuperar’ nunca”. 

Un punto más de la relación de Donda y Azic quedó expuesto cuando Kike Muñoz reveló que se apropiaron de la casa de la madre de Víctor Basterra, compañero de cautiverio y amigo. Destacó: “Donda fue a ‘apretar’ a la madre para que firmara una falsa escritura de venta, y después Azic llevó a la madre, que ya estaba viejita, a una escribanía en el centro. Le exigieron que no se lo podía contar a nadie, que lo mantuviera en secreto, y así Donda y Azic se quedaron con la casa”. 

“El cinismo de Donda era incomparable”, disparó Muñoz. Justo contra él. El hombre que, según lo que le tocó ver y vivir en ese infierno llamado ESMA, supo disparar contra muchos. En todos los sentidos en los que se puede disparar a una persona. 

Un Palito que era un garrote

Un Palito que era un garrote

En el juicio por sustracción de identidad y apropiación de bebés que se le sigue a Adolfo Donda, tío de Victoria, Miguel Ángel Lauletta, sobreviviente del genocidio en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), reconstruyó su paso por el centro de detención de la última dictadura militar y aseveró haber tenido contacto directo con el tío biológico de Victoria Donda dentro de los sótanos de tortura.

Se realizó la decimocuarta audiencia en los tribunales de Comodoro Py por la causa en la que se investiga la responsabilidad del militar Adolfo Donda Tigel, quien formó parte del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA. Se intenta determinar su participación en la sustracción de identidad y apropiación y entrega de su sobrina, Victoria Donda Pérez, al prefecto Juan Antonio Azic.

Lauletta formó parte del Servicio de Documentación del área federal de la organización Montoneros. Su alocución, de menos de una hora frente a los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 6 de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por Ricardo Basilico, Daniel Obligado y Gabriela López Iñíguez, fue seguida por Donda Tigel desde la Unidad 31 de Ezeiza. En ese lugar, el represor está detenido por ser condenado dos veces a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad en la ESMA.

El testigo señaló que fue secuestrado el 14 de octubre de 1976, y llevado directamente a la escuela de mecánica. Permaneció detenido hasta el 30 de abril de 1979, aunque debió volver luego de que lo llamaran y fue liberado “quince, veinte días” después. Su salida se dio con un régimen de libertad “vigilada”, en el que los militares pasaban a buscarlo por la casa, le dejaban notas o, directamente, se apersonaban para verlo. “Sentí que había zafado un poco en octubre de 1984, cuando me mudé y no hice el cambio de domicilio”, aseguró.

Ante los detalles requeridos por el auxiliar fiscal Daniel Polaco, Lauletta destacó que fue raptado por un Grupo de Tareas que respondía a los militares, cuando estaba en una reunión del equipo de documentación, en la casa de su compañero Gerónimo Da Costa. “Me llevaron a la ESMA directamente, con todo lo que encontraron ahí: documentos en blanco, pasaportes en blanco”.  

Los oficiales hallaron los encuentros que tenía agendados para ese día, que incluían una reunión familiar. Lauletta dio cuenta de la perversión del sistema represivo al señalar, con “vergüenza” que, para evitar que los comandos de tareas averiguasen la ubicación de su esposa y su hija de tres meses, tuvo que mencionar una cita que tendría con otros cinco compañeros de militancia. Cuatro de ellos hoy continúan detenidos desparecidos. 

Planteó que todas sus noches de cautiverio las pasó en “La Capucha” de la ESMA— el principal lugar de reclusión de las y los prisioneros, que permanecían esposadas de pies y de manos, con una capucha o antifaz de tela en la cara— y “en una pieza de material” en un sótano que ahora ya no existe, en el área del Casino de oficiales. En su estadía, aseguró haber visto a muchos detenidos, traídos por los Grupos de Tareas.

Lauletta destacó que desde enero de 1977 los mandos castrenses definieron montar “todo lo necesario para falsificar documentos”, que incluía un laboratorio de fotomecánica donde se hacían las películas para la alteración y la impresión de papeles. 

El declarante expresó que, a partir de 1978 Horacio Luis Ferrari, alias “Pantera” o “Diego”, contraalmirante retirado de la Armada, le dejó su lugar en la cabeza del Grupo de Tareas a un marino que se había presentado en el sótano por primera vez en 1977, vestido de traje azul oscuro, con saco y corbata: era Adolfo “Palito” Donda Tigel.

Luego de detallar la caída de las estructuras más importantes de las columnas de Montoneros, Lauletta observó que había menor movimiento en la ESMA, y en particular en el sótano donde él estaba detenido.

“Íbamos los que trabajábamos ahí y era raro que entrara alguien. Por eso me quedó como una presencia insólita (en alusión a Donda Tigel). Al año siguiente (mediados de 1977), lo reconozco como esa persona que ahora estaba al frente de la parte de Operaciones del Grupo de Tareas”, destacó Lauletta, que afirmó que se producían “charlas anodinas” y cotidianas con los represores. “Quizás me vieron cara de cura, o sentían que podía hablar”, señaló con ironía.

Reconoció escuchar el apodo de “Palito” o “Gerónimo” asignado al tío biológico de Victoria Donda, y afirmó que una vez afuera de la ESMA se pudo dar cuenta que se trataba del mismísimo Donda Tigel. “Lo que me acuerdo de él, es la versión de los detenidos en “La Pecera”— un lugar con unas pequeñas oficinas, unidas por un pasillo central, donde los reclusos hacían trabajo forzado— que decían que él había ‘cantado’ al hermano y a la cuñada”, resaltó.

“Lo vi entrar y se dirigió hacia las salas de tortura. Me lo debo haber cruzado pasando del laboratorio de fotomecánica a la oficina donde se falsificaban los documentos», señaló Lauletta ante las preguntas del abogado defensor Guillermo Fanego. Volvió a afirmar que a mediados de 1978, Donda Tigel, ya en rol de jefe de operaciones del Grupo de Tareas, se presentaba no con traje sino vestido de sport.

La próxima audiencia será el próximo lunes 24 de abril a las 11.30, y le seguirán las del 8 de mayo y la del 22 de mayo, con cuatro testigos.