#TélamSeDefiende

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Las y los trabajadores de @somostelam continuan su lucha frente a la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo para exigir que la justicia ratifique la ilegalidad de los 357 despidos. Mariano Suárez, delegado de @cgitelam le cuenta a ANCCOM Noticias sobre la situación actual del conflicto #TelamSeDefiende

El Bauen, otra vez en peligro

El Bauen, otra vez en peligro

El pasado sábado 22 de junio, un hito histórico podría haber tenido lugar: tras 16 años, el Hotel Bauen tenía previsto reabrir las puertas de su sala de teatro con la presentación de la obra Yo, Feuerbarch, protagonizada por Manuel Callau y Francisco González Gil. Sin embargo, a horas del estreno, volvió a ser acorralado por la amenaza de desalojo. Este viernes vencerá el plazo que el Juzgado Nacional Comercial N° 9 le otorgó para llegar a un acuerdo con la empresa Mercoteles, que reclama la propiedad del inmueble. “Es una situación muy compleja e incierta”, revela Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa de trabajadores que gestiona el hotel.

Desde hace 15 años, el Bauen atraviesa una conflictiva situación. Luego de la quiebra declarada en el 2001, el emblemático edificio ubicado en la Avenida Callao fue recuperado por sus trabajadores, pero el litigio con los anteriores dueños nunca logró resolverse. Hasta el día de hoy, el espacio funciona de manera autogestiva como una coordinación de cooperativas: allí se albergan la redacción de las revistas Cítrica y La Garganta Poderosa, el colectivo teatral El Descubridor y un almacén del Movimiento Popular La Dignidad. Junto con la del hotel, estas cinco organizaciones suman 200 personas a cargo de distintas tareas.

Luego de reiterados pasos por la Cámara de Apelaciones y por la Corte Suprema, en el 2016 se logró sancionar la ley 27.344, la cual establecía la expropiación del establecimiento a favor de la cooperativa. La medida podría haber solucionado la situación, pero a fines de ese año el presidente Mauricio Macri decidió vetarla mediante el Decreto 1302/2016. “Eso retrotrajo la causa judicial nuevamente a foja cero, y nos volvió a dejar en situación de desalojo”, recuerda Tonarelli.

Si bien hubo nuevos intentos para revertir este panorama, la Corte rechazó el último recurso extraordinario que se presentó en diciembre del año pasado, por lo cual la propiedad y el empleo de los trabajadores están en peligro. La semana pasada, la jueza María Paula Hualde los convocó a una audiencia para comunicarle que, en el lapso de siete días hábiles, debían intentar llegar a un acuerdo con la vieja patronal. Esto implicaría que la cooperativa abandone el edificio a cambio de un resarcimiento económico. “Ellos tendrían que pagarnos una suma millonaria que no están dispuestos a ofrecer, por lo cual va a ser prácticamente imposible”, aclara el vicepresidente.

Una vez finalizado el plazo, que vence las primeras dos horas de este viernes 5, se podrá proceder al desalojo mediante una notificación previa, pero no está claro cuál será el camino a seguir: “A ciencia cierta, nadie sabe qué haría la jueza una vez que se venza este plazo; si nos daría 48 horas, si esperaría a que pasen las elecciones para ver el panorama general –dice Tonarelli-. Veremos cómo reacciona el juzgado”.

Por lo pronto, desde la gestión actual del Bauen se presentó una petición en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, explicando que el veto de Macri cercena el derecho al trabajo de quienes ponen el cuerpo e invierten en el hotel hace más de una década. Además, presentaron un nuevo proyecto de ley en el Congreso, “un calco de aquél que se aprobó en 2016”, señala Tonarelli, pero al ser este un año electoral, la coyuntura nacional no los favorece.

Frente a la tensión y la incertidumbre, los trabajadores también lanzaron una campaña en sus redes sociales, “Todxs por el BAUEN”, que busca visibilizar la situación actual para masificar el apoyo. En uno de los videos institucionales publicados, la presidenta Eva Lossada arenga a sus compañeros y al resto de la población a seguir defendiendo la propiedad del inmueble: “Es una gran familia esto de las cooperativas. Si nosotros no nos sostenemos, no nos sostiene nada, entonces tenemos que seguir adelante y luchar por esto que es algo digno. Como se dice, ‘lucha, cultura y trabajo’”.

Luján baja las persianas

Luján baja las persianas

En lo que va del año, en Luján se perdieron 1.800 puestos de trabajo industriales.

Luján concentra uno de los polos textiles más importantes del país. Sin embargo, en 2019 ya cerraron Sportech y Tecnosport, dos empresas tercerizadas. La primera trabajaba para Adidas y Puma, y la segunda para Nike. En tanto, la suba del dólar, las tarifas impagables y las consecuentes suspensión de la producción y cese de la actividad laboral son los principales problemas en Algoselán Flandria. Por su parte, en la planta de Estampados Rotativos los despidos son masivos: la baja del mercado interno y prácticas empresariales autoritarias encuadran el conflicto. ANCCOM recorrió la zona y habló con los diferentes actores involucrados: la Asociación Obrera Textil (AOT), los empresarios y los trabajadores, todo en el marco de una crisis que ya dejó sin empleo a 1.800 personas en el distrito.

En Sportech, un grupo de trabajadores está en juicio, mientras la Justicia habilitó a que una cooperativa de ex empleados pueda reabrir la otra planta que tenía la firma en Villa Lynch. Otros se reinsertaron laboralmente. De todos modos, coinciden que la situación es  desesperante. En estos meses, la inflación agudizó la crisis económica y los más golpeados son los nuevos desocupados. Un ex trabajador, que reservó su identidad, comentó su experiencia: “A principios de 2017 empezó la reducción de producción y por ende de personal, al punto de cerrar uno de los dos galpones del taller. A principios de 2018 empezaron a pagarnos con atrasos, en cuotas, y estuvimos prácticamente un año así. A mediados de 2018 empezamos a parar, a hacer reclamos, porque no se sostenía más. El 2 de enero de este año fuimos a trabajar y nos encontramos con un cartel de quiebra. Obviamente trucho porque estaban en plena feria judicial. A partir de esa fecha quedamos todos en la calle”.

En 2019, cerraron las textiles Sportech y Tecnosport, ubicadas en el Polo Industrial de Jáuregui, en las afueras de Luján.

Tecnosport era una empresa radicada dentro del Parque Industrial Villa Flandria, localidad cercana a Luján. Carlos Di Forti, empresario y presidente del parque, manifestó: “Es una empresa que sufrió mucho el tema gremial porque tuvo unos empleados bastantes belicosos, a pesar de ser una de las que mejor pagaba dentro del rubro textil, teniendo en cuenta que la industria del calzado y la nuestra no pagan mucho. Esta empresa era sumamente cumplidora, tenía todo en orden y ese fue el primer golpe que tuvimos dentro del parque”.

Sin embargo, el hombre de negocios reconoció: “También se dio una gran caída de la demanda porque los precios que tiene este tipo de mercadería son prohibitivos para el común de la gente, porque una zapatilla de marca Nike es cara. Antes se podía vender en doce cuotas y ahora eso se terminó”. Y agregó: “También hay que decir que era una empresa brasileña, de mucha calidad empresaria, muy profesional e invirtió mucho dinero. Se fue poniendo mucha plata y perdió bastante. Pregunto ¿van a venir las inversiones cuando este señor dueño de la fábrica, la cierra por medidas económicas y presión sindical?”

Jonatan Salvarezza comenzó a trabajar en la fábrica en 2018, y luego de dos entrevistas quedó seleccionado para el puesto de operario de producción. Los horarios laborales eran de 7 de la mañana hasta las cuatro de la tarde, de lunes a viernes. En la línea de producción hacían zapatillas y botines para la marca Nike. Recordó: “No podías parar un segundo, si querías ir al baño tenías que pedir permiso a los encargados. La línea no paraba de producir. Solamente parábamos cinco minutos cada cuatro horas para dar una vuelta a la línea y hacer unos ejercicios innecesarios. El tiempo para almorzar era de media hora, de 12 a 12:30, pero desde que salíamos de la línea y volvíamos, eran veinte minutos en total. El trato con los jefes siempre fue un saludo y nada más. Como en cualquier empresa, solamente éramos un número”.

En cuanto a su salario mientras trabajó en esa fábrica, dijo: “No me alcanzaba para nada, el sindicato del calzado no acompañó nuestros reclamos y pedidos. Hoy en día aumenta todo, menos el salario, y el de Tecnosport, menos todavía”.

De los 400 empleados que tenía Algoselán Flandria, quedan solo 250.

El conflicto también llegó a Estampados Rotativos, cuyos propietarios evitaron dar comentarios a los medios de comunicación. Los trabajadores sufren la inestabilidad laboral y exponen su realidad. “Hace dos años que nuestro salario viene corriendo atrás a los precios. En el rubro textil, el salario es bajo. Por suerte, pude terminar mi casa hace unos años. Ahora no llego a fin de mes”, expresó un trabajador, quién prefirió resguardar su nombre, que trabaja en Estampados.

Ignacio Lopolito, secretario gremial de la AOT, fue partícipe en la pelea por los despidos masivos en la fábrica. “La conflictividad aquí se da por las prácticas empresariales -explica-, son empresarios que no aceptan y no quieren la presencia del sindicato porque nos oponemos a algunas cosas que ellos hacen que no corresponden. El último conflicto se dio porque querían pagarles a través del artículo 247 (implica pagar la mitad de la indemnización a  los 19 despedidos) cuando no estaba aprobado el recurso de crisis preventivo. Hubo una baja de producción con relación al mercado interno, capacidad ociosa, máquinas paradas, propio de la crisis del sector textil”.

Por otro lado, Algoselán Flandria tenía 400 empleados y ahora solo 250. Se eliminaron 150 puestos de trabajo a partir de marzo de 2018.  Di Forti, dueño de la fábrica y presidente del Parque Industrial Villa Flandria reconoció que “nosotros arrancamos el año pasado de una manera durísima, dónde se hicieron todos los ajustes gruesos de tarifas y un salto muy grande del dólar. Eso implicó que en poco tiempo los costos se trasladen a las materias primas, eso a los precios al público, y paralelamente los aumentos de salarios quedaron retrasados. Entonces el poder adquisitivo bajó muchísimo y el mercado prácticamente desapareció”.

“Desde la Cámara Textil y el sindicato entendimos que tenemos que ir de la mano en este contexto de crisis», dijo Bianchi.

La relación entre empresarios y trabajadores es por naturaleza conflictiva porque se reparten inequitativamente las ganancias y las pérdidas. Para el dueño de Algoselán, los reclamos tienen su parte de razón. “¿A dónde se van a quejar? A la gente que lo emplea. Por otro lado, las empresas estamos con mucha inflación y vendemos muy poco. En nuestro caso, competimos con empresas grandes y multinacionales, que están en el interior. El caso de Alpargatas, por ejemplo, despidió a mil trabajadores y así ni se animan a preguntar por el aumento salarial.”

Sobre los números recientes, el empresario aseguró que “en marzo se vendió más o menos, porque de noviembre en adelante fue lamentable, fueron muy pocas las ventas, a un nivel que si no repuntaba, todo el mundo pensaba lo peor. En marzo, se levantó un poco, pero cubrimos los costos con febrero. Y el dólar después se disparó, las tarifas de servicios subieron… y lo de marzo lo cobramos recién entre mayo y junio. Cuando repusimos, fue menos de lo que vendimos. Lo mismo pasó con lo que facturamos en abril. Lo vamos a hacer durante julio y no tenemos con qué comprar”.

Por su parte, Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján, comentó el vínculo con los sindicatos y expuso su apreciación: “Desde la cámara textil y el sindicato entendimos que tenemos que ir de la mano juntos en este contexto de crisis, junto con una parte de la política que hoy es la oposición. La crisis unifica, todos nos colgamos del barco porque sentimos el peligro de desaparecer”.

Nadie puede negar la crisis textil. Pero el problema principal son los nuevos desocupados que todos los días son noticia. A los que están adentro de la fábrica les cuesta pagar la olla, los que están afuera se cuelgan la máquina de cortar el pasto o prenden la parrilla al costado de la calle para vender un chori o una bondiola. Así es la estética de la recesión en modo 2019.

¿Expo Empleo o expochamuyo?

¿Expo Empleo o expochamuyo?

El 20 por ciento de los jóvenes se encuentra desocupado y otro 50 por ciento tiene trabajo precario.

Mientras los colectivos comenzaban a llenarse hasta los estribos, y a pesar de que el cielo aún no clareaba en esa mañana nublada, miles de jóvenes hacían fila sobre la avenida Sarmiento. Esperaban que las puertas de La Rural se abrieran y diera comienzo a una nueva edición de la Expo Empleo Joven. A lo largo de dos jornadas, el flujo no cesó: la esperanza de conseguir un trabajo fue más fuerte que el frío húmedo de Buenos Aires.

Por cuarto año consecutivo, el Gobierno de la Ciudad organizó la Expo Empleo Joven. El evento se realizó el 28 y el 29 de junio y estuvo destinada a jóvenes de entre 15 y 35 años deseosos de una oportunidad laboral o de capacitación profesional. Las jornadas supusieron también ventajas para las 300 empresas nacionales e internacionales que ofrecieron puestos de trabajo: según los encargados de Recursos Humanos, para las compañías es un método efectivo ya que facilita el proceso de selección al tener un contacto directo con personas interesadas y capacitadas para las tareas. Sin embargo, desde la oposición se hizo mención a la Expo Empleo como una acción de marketing, además de facilitar el recorte de gastos para las grandes empresas.

Caían las primeras gotas cuando, a las 8:30, la fila de jóvenes comenzó a avanzar de manera fluida. El proceso de inscripción, a diferencia de años anteriores, fue completamente online y a través de la página web Potenciate. El nuevo mecanisno hizo que la cola fuera menor a las que se habían formado en las ediciones previas, si bien hubo gente desde varias horas antes de la apertura. Tampoco se aceptaron currículums en papel, sino que los aspirantes debieron cargarlos online; luego se les daba un código QR que podía ser escaneado en cada stand. La mejor organización fue un comentario recurrente entre los asistentes, aunque también hubo algunas quejas: “Lo del código QR está bueno, lástima que tenías que ir hasta Parque Patricios hasta retirarlo cuando lo podríamos haber retirado acá tranquilamente”, explicó Joaquín, un joven de 22 años que acudió a la exposición en busca de un mejor trabajo.

Desde la oposición se hizo mención a la Expo Empleo como una mera acción de marketing.

Hacia el final del primer día ya se habían inscripto más de 66 mil personas. Esta situación se dio en un contexto socioeconómico complejo, en el que el desempleo alcanzó el 10,1%, la cifra más alta desde 2006. No solo eso: el 20% de los jóvenes se encuentra desocupado y más del 50% en situación de empleo informal, según dio a conocer Atenea Centro de Estudios para el Desarrollo Nacional. Esta situación quedó en evidencia en las largas filas que se formaron en los stands de cadenas internacionales y algunas empresas que, aparentemente, ofrecían mejores condiciones y salarios.

“La realidad es que es urgente un trabajo, porque no alcanza para vivir. Así que estamos buscando lo que sea”, contaba Rodrigo, de 28 años, estudiante y desempleado reciente. El sistema de organización también resultó conveniente para cubrir mayores ofertas, ya que el escaneo del código QR personalizado acortó los tiempos que los jóvenes destinaban a cada stand y les permitió postularse a más trabajos. Esto fue algo beneficioso para Analía, de 40 años, una de las tantas personas mayores de 35 que acudieron a la exposición en busca de empleo, a pesar de que el evento no estuviera destinado para ellas.

Con predominancia de ofertas laborales relacionadas con lo técnico, la exposición giró en torno a los “empleos del futuro”. Este eje se vio reflejado en las novedades que se ofrecieron, basadas en nuevas tendencias y herramientas: pitch de empleo en los que los aplicantes tenían 60 segundos para explicarle a un empleador el porqué deberían contratarlo; pruebas de habilidades blandas y salas de escape, destinadas a evaluar el trabajo en equipo y las características de liderazgo, entre otras. Estas actividades se sumaron a los espacios de formación y asesoría de las anteriores ediciones. Para Juan Manuel, de 19 años, la incorporación de la tecnología fue un acierto: “Además de buscar una oportunidad laboral, también nos podemos divertir y pasarla bien.” De igual manera, varios coincidieron en la importancia de adecuarse a las nuevas exigencias del mercado laboral.

Según las autoridades porteñas, este año se ofrecieron 5.000 becas y 10.000 puestos de trabajo.

Según las autoridades, este año se ofrecieron 5.000 becas de formación y 10 mil puestos de trabajo. Sin embargo, las posibilidades de contratación no coinciden con las esperanzas de los asistentes: los perfiles buscados por las empresas requerían un rango etario muy acotado y vasta experiencia laboral, además de estar orientados a ámbitos distintos, primando los sectores de programación y gastronomía. “Yo tengo 22 y me preguntan qué experiencia tengo y todavía no la tengo, entonces qué tipo de empleo del futuro querés si yo recién estoy empezando”, decía Marisel quien, como estudiante de diseño de interiores, tampoco encontró demasiadas oportunidades relacionadas con su carrera. En el 2018, de 175 mil asistentes a la exposición, y con 20 mil oportunidades promocionadas, solo 1813 jóvenes consiguieron un empleo. Muchos quedaron fuera, y se espera que los números no varíen en esta ocasión, debido a un mercado laboral que año tras año expulsa a más trabajadores.

Otro punto que llamó la atención en la exposición fue el tipo de empleo ofrecido: abundaban las cadenas de comida rápida, ofertas de empleos administrativos, bancos y hasta se pudieron ver las famosas mochilas de delivery. En las redes sociales rápidamente se hicieron lugar las quejas y críticas a esta modalidad de la “Expochamuyo”, denunciándola como la profundización de la precarización y la flexibilización de los jóvenes. Con el hashtag #DesempleoJoven, incluso Ofelia Fernández, precandidata a legisladora por el Frente de Todos, escribió al respecto en su cuenta de Twitter: “¿Cuál es el flash de hacer un mega evento carísimo que asuma que las tasas de desempleo juvenil son escandalosas y solo proponga un paseo por las grandes empresas? No somos idiotas, un día en La Rural no va a resolver cuatro años de miseria.”

La Expo Empleo Joven terminó a las 20 del sábado, dejando expectativas pero también frustraciones en muchos jóvenes -y otros no tanto- que, como Joaquín, fueron con el objetivo de “crecer y encontrar un trabajo mejor”; o que, como Laura, buscaban su primer empleo. Mientras tanto, las cifras sobre desempleo continúan creciendo. Y Argentina, a pesar de ser sede de una de las exposiciones de mayor empleabilidad del mundo -como la promociona el gobierno-, encabeza el índice de desempleo joven de la región.

A capella

A capella

Nicolás, vendedor un, local de música de la calle Talcahuano en la Ciudad de Buenos Aires.

La calle Talcahuano condensa, en apenas cuatro cuadras, el epicentro de la industria de instrumentos musicales en la Ciudad de Buenos Aires. Con más de 30 locales distribuidos entre Rivadavia y Corrientes, las vidrieras que exhiben guitarras, teclados, saxos y violines -entre otros- se siguen casi consecutivamente, interrumpidas, a veces, por persianas bajas que no volverán a abrirse. El sector es otro de los tantos golpeados por una política económica centrada en el libre mercado y las finanzas, las importaciones, la desregulación y el ajuste. En esas pocas calles, la situación complicada también queda en evidencia: escasos clientes, negocios vacíos, y gran disposición a hablar por parte de los empleados, los primeros afectados.

Frente a la pregunta sobre las ventas, las respuestas no varían demasiado. Hay quienes reflejan la situación con gestos preocupados y de resignación; hay quienes responden directamente: “Mal”, “en baja”, “pésimo”. Y hay, incluso, quien lanza un “¡ayuda!” dramático, intentando ocultar tras el humor una preocupación que no deja de ser real. “Siempre las ventas, por meses, son irregulares: hay épocas del año que se vende más y hay épocas en que se vende menos. Pero lo que se mantiene del año pasado, del primer sacudón del dólar, a este,  es que va en descenso: no sube ningún mes, siempre se va vendiendo menos que el mes anterior”, explica Marcelo, empleado de Baires Music.

En Antigua Casa Núñez, en tanto, “se vende en pesos lo mismo que se vendía dos años atrás, cuando comenzó a caer el negocio”, cuenta Juan, quien trabaja hace años en la conocida casa de guitarras. El diagnóstico se replica en la mayoría de los negocios de la calle: en promedio, las ventas cayeron entre un 30% y un 50%, según relatan los vendedores. También coinciden en que la demanda de servicios de luthería -arreglo de instrumentos-, si bien acompaña el descenso general de la actividad, es lo que se mantiene más estable: según Marcelo, mucha gente prefiere arreglar los instrumentos antes que comprar uno nuevo, tratando de extender la vida útil de los instrumentos al máximo.

La otra cara del descenso en las ventas es que, en un contexto económico complejo, la gente no sólo deja de comprar instrumentos, un producto que no es de primera necesidad; sino que también comienza a tratar de vender los que ya tiene, en busca de algún ingreso extra. “Hay muchísima oferta de instrumentos usados: de diez personas que vienen al local, cinco están vendiendo”, cuenta Victoria, de Sunset Music. Pero la escena se repite: en los locales tampoco hay dinero para comprar instrumentos, todo lo ganado en las pocas ventas va destinado a pagar los servicios, el alquiler y los sueldos. Y cuando no alcanza, comienzan los despidos.

La situación cambiaria es otra de las circunstancias que afectan a la industria: para un sector en el que el 90% de los productos son importados, la devaluación impacta directamente en los precios de los instrumentos y otros insumos, desde cuerdas y elementos de audio, hasta materiales para fabricación. “Con el incremento del dólar se tuvieron que aumentar las listas. En lo que va del año esta es la tercera vez, y esto afecta en las ventas porque los aumentos son de un 8%, un 13%, y es mucha la diferencia”, dice Victoria, empleada de un local que abrió hace seis meses y que desde un principio sintió la caída del negocio. La mayoría de los trabajadores observan que los clientes priorizan precio sobre otras variables, pero Martín, de Guitar Center,  especifica que es el amateur o quien recién se inicia en la música el que tiene esta conducta, mientras que el músico profesional sigue invirtiendo y elige calidad por sobre el precio. “Yo dejaré de pagar algo, puedo dejar de comer, si esa plata es para el instrumento”, agrega, como un músico más.

La inestabilidad de la moneda impacta también en la fabricación nacional debido a que, junto con la apertura de importaciones, imposibilita competir con precios como los de los productos chinos, que tienen un menor coste de producción. “Se necesita cerrar las importaciones para que la industria tenga alguna oportunidad, sacarle el IVA a los insumos necesarios para la fabricación”, sostiene Juan, de Antigua Casa Núñez. Pero desde el gobierno no hay recepción a los pedidos, y tampoco se advierte algún interés por el estado del sector: pareciera que los negocios de música, su situación y sus empleados son invisibles. Tal vez por eso los trabajadores responden de buena gana, expresando la incertidumbre del día a día cuando alguien está dispuesto a escuchar.

 

“Hace 20 años que trabajo en Talcahuano, y nunca vi algo así. Cada vez cierran más locales. Acá entra una persona cada 15 horas, y a preguntar o a vender, no a comprar instrumentos. Es todo los días lo mismo, un déjà vu.” Las palabras de Juan, empleado de Monk, resumen un panorama que se extiende por aquellas cuadras en las que la industria funciona como la selva: sobrevive el más fuerte. Mientras tanto, y sin indicios de cambio, el futuro parece ser a capella: sin ayuda, sin respuestas y sin instrumentos.