Imprenteros, una máquina de contar historias

Imprenteros, una máquina de contar historias

La pieza teatral de Lorena Vega, que cuenta la historia familiar de una imprenta del conurbano y reflexiona sobre la importancia de los oficios, es además un libro y una instalación. Y pronto será una película.

El miércoles 19 de abril se realizó un conversatorio sobre la instalación Imprenteros, que propone un recorrido por la historia de la obra de teatro, organizado por la Casa Nacional del Bicentenario y Club Paraíso, un colectivo de artistas que difunden las artes escénicas. Estuvieron presentes Lorena Vega, actriz, directora y creadora de Imprenteros junto a su hermano Sergio Vega. El conversatorio fue moderado por Cynthia Edul, novelista y dramaturga.

Imprenteros es una obra de teatro documental que nació en el 2018 en el marco del ciclo “Proyecto Familia” del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA. Cuenta la historia de Lorena Vega y sus  hermanos  y la imprenta familiar, a la que les fue negado el acceso por una parte de su familia tras la muerte de su padre Alfredo Vega.

La obra comenzó con cuatro funciones, pero su éxito fue tal que siguió sumando semanas en cartelera y se expandió a otros soportes. En la instalación, que se puede visitar en el tercer piso de la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985) hasta el 30 de abril, se exhiben elementos que forman parte de la escenografía de la obra y del archivo familiar.

Al entrar a la sala se presenta una serie de fotografías de la imprenta familiar, ubicada en Lomas del Mirador. “Estas fotos las sacó César Capasso, amigo mío desde los 17 años –cuenta Lorena Vega–. En el año 2006 le pedí que fotografiara cada una de las máquinas del taller así yo podía imprimirlas y regalárselas a mi papá. César es mi cómplice artístico en la recuperación del territorio de infancia. Gracias a sus trucos fotográficos podemos estar de nuevo en la imprenta familiar”.

En otra de las paredes se proyectan escenas de la obra de teatro. Lorena y Sergio están en el escenario, vestidos con mamelucos que fueron donados por  trabajadores de imprentas. “La Imprenta, el territorio que se disputa, no es un lugar cualquiera, tiene el peso de las revoluciones que cambiaron el curso de la historia de la humanidad. Los trabajadores gráficos formaron parte de esa revolución”, se lee en una de las paredes un texto escrito por Gabriela Halac.

Imprenteros llevó también su historia a un libro, publicado en 2022 y editado por Documenta Escénicas. El libro recupera parte del guión de la obra, fotografías del archivo familiar, diálogos entre los hermanos Vega y relatos.

Lorena Vega lee al público un relato sobre su madre y uno acerca de sus trabajos como costurera. La obra reflexiona también sobre la importancia de los oficios y el conocimiento que se transmite de generación en generación.

Imprenteros funciona como una máquina de contar historias, que mediante la memoria busca recuperar un territorio perdido. “En Imprenteros hay recuerdos de la infancia, de las familias, de las  relaciones con los padres, del oficio, que ahora se vuelven nuestros también”, concluyó Cynthia Edul. 

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La violencia a las mujeres en diferentes clases sociales

La violencia a las mujeres en diferentes clases sociales

Felicitas Guerrero, víctima de un femicidio en el siglo XIX, y María, una maltratada que podría ser cualquier mujer de estos tiempos, compartem escena en la ópera «Conmigo o con nadie», de Mailén Ubiedo Myskow.

Conmigo o con nadie, es una ópera realizada por la compositora Mailén Ubiedo Myskow, basada en las vidas de Felicitas Guerrero y María dos mujeres distintas que experimentan sufrimiento y tienen un mismo final. Es presentada los domingos 18 y 25 de septiembre a las 19 en Hasta Trilce, Maza 177, CABA.

“Libertad, libertad” gritan las mujeres, varias veces en el show. El espectáculo es una producción contemporánea lírica, surgida en el 2016. Muestra en escena la violencia de género en Argentina, y se basa en el femicidio de Felicitas Guerrero ocurrido en el siglo XIX.

Felicitas y María

Felicitas nació un 26 de febrero de 1846 en Buenos Aires, en el seno de una familia adinerada. Hija del comerciante naviero español Carlos José Guerrero y Reissing y de Felicitas Cueto y Montes de Oca, se casó a los 18 años con Martín Gregorio de Álzaga y Pérez Llorente. En marzo de 1870, muere su esposo y ella es nombrada heredera de su fortuna. Su belleza y riqueza la transforman en una viuda deseada y los pretendientes se multiplicaban.

En la ópera, las mujeres gritan, lloran y sufren maltrato a manos de hombres insensibles, violentos y poco empáticos con ellas. Las autoridades son indiferentes a los reclamos, “naturalizan los hechos y todo está bien”, explica la compositora Mailen Ubiedo Myskow. “La violencia hacia la mujer se da en diferentes ámbitos de la sociedad, en el trabajo, la calle. He visto amigas que les ha sucedido y personas muy cercanas; por eso me gustó esta propuesta“, menciona Karen Brandan, quien interpreta el papel de María.

Una particularidad de la obra es que, además de los personajes, en el escenario también aparece María, quien también interactúa con el público. Para la compositora, “María es una de todas las mujeres que hasta hoy han sido asesinadas por sus parejas”.

Felicitas, María y las demás mujeres se presentan vestidas con bolsas plásticas, las mismas que se usan para colocar a las víctimas de asesinatos.

Ubiedo Myskow, además de compositora de Conmigo o con nadie‘, dirige el Centro Artístico Solidario Argentino C.A.S.A. y desde esta plataforma organiza el II Festival de Ópera Villera que se llevará a cabo desde el 13 al 23 de octubre en los barrios Padre Ricciardelli 1-1-14, Fátima Villa Soldati y Padre Mugica Villa 31. Desde el C.A.S.A coordina un grupo de docentes que da clases de música de manera gratuita en barrios populares.

“Me encantaría que esta ópera se pudiera presentar en distintos lugares, colegios, universidades, barrios y, si fuera posible, llevarla al exterior del país, y adaptar a ese lugar para concientizar sobre esta problemática”, reflexiona la compositora.

La senilidad puesta en escena

La senilidad puesta en escena

«Mi mamá soy yo»,a obra de teatro de Luciano Cazaux, invita a reflexionar sobre las relaciones humanas, la convivencia y la tolerancia desde el humor.

“El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma” es una de las frases que se encuentran inscriptas en las paredes de El Tinglado. Donde antes funcionaba un viejo taller mecánico hoy hay un espacio dedicado a la cultura, el teatro, a la danza y a las artes plásticas y audiovisuales. A las 17 del sábado la sala se llenó de risas de distintas generaciones: nietos, padres, madres, abuelos y abuelas, que se vieron reflejados en Mi mamá soy yo: la nueva producción de Luciano Cazaux.

Luego del éxito de Bang bang y somos historia, comedia que ganó el premio ACE al mejor espectáculo de humor en 1999, el director presenta esta obra de su autoría que reflexiona sobre los vínculos de tres generaciones de mujeres obligadas a convivir por razones externas más que por decisión propia. Desde el humor se aborda lo difícil de las relaciones humanas, la convivencia, la economía al interior de las familias y las diferentes miradas entre una generación y otra. Abuela, madre y nieta chocan entre sí pero lo que en un principio parece ser una pesadilla se transformará en una salida para años de dolor acumulado.

“Hacer un humor que no sea superficial se logra trabajando en serio. Se desprende del contexto, nunca son chistes aislados o porque un actor se hace el gracioso”, comenta Luciano Cazaux en diálogo con ANCCOM. A principios de este año, empezó a reunirse con las actrices Martina Perret, Ana Praderío y Sofía Maluf en un departamento de General Rodríguez para comenzar los ensayos para la obra que se estrenaría el 13 de agosto. “Fue un proceso muy lindo, con mucha adaptación del texto porque es una obra que Luciano escribió hace ya 12 años. Algunas cosas las fuimos modificando. La construcción del personaje fue un proceso largo, fuimos generando una relación entre las tres actrices. Eso también hizo que mi personaje creciera y creo que sigue creciendo entre función y función”, agrega Sofía Maluf quien interpreta a Emma.

En Mi mamá soy yo, Isabel, la abuela, como consecuencia de la edad, cree ser su propia madre y refleja en su hija su propia memoria. “Me inspiré en historias personales, la de mi mamá, relaciones con mis hermanos, en historias que me fue contando Martina Perret de su abuela. A mí siempre me llamó la atención fundamentalmente el tema de la senilidad, del Alzheimer, cómo cambia la personalidad”, explica el director. 

A las 17 de todos los sábados hasta el 1º de octubre, Mi mamá soy yo espera seguir llenando la sala del teatro porteño El Tinglado (Mario Bravo 948) con risas y reflexiones. Cazaux espera que el público pueda llevarse como mensaje que “seamos más comprensivos. Cuando uno condena, cuando uno sentencia, en realidad, conoce muy poco de la historia del otro, casi nada. Cuando uno conoce esa historia no puede haber más lugar que para el amor”.

No soy de aquí ni soy de allá

No soy de aquí ni soy de allá

Se estrenó «Alicia por el momento», una obra de teatro que explora el problema de la identidad en la piel de una joven que se ve obligada constantemente a emigrar.

Alicia es una chica que se enfrenta, apuntalada por la coyuntura, a la pregunta sobre su identidad. En su pubertad debe exiliarse, junto con su familia, para huir de la dictadura de Augusto Pinochet, en Chile, y pasa sus años de crecimiento en permanente movimiento: cambia de país, de pueblo, de acentos, de amigos y amores. En el medio, el problema de tratar de afincarse en un lugar y de inmediato mudarse, el drama de los migrantes y, en particular, el de los niños migrantes, quienes más sensibles son a las definiciones, a quienes los acontecimientos los marcan tan profundo en la personalidad y en la manera de ser.

En este viaje, Alicia es acompañada -más bien, llevada- por sus padres, que a su vez deben lidiar con los acontecimientos del mundo adulto: dictadura, crisis, hambre, falta de trabajo, la discriminación y la condición de otredad del extranjero. Los padres enseñan a Alicia y ella aprende por sí misma que, en este mundo hostil, y a pesar de todo, uno puede acondicionar cualquier rincón, cualquier lugar extraño del mundo, de suerte que se convierta en un hogar que cobije por las noches. Para este propósito, los personajes eligen llevar sus costumbres, su historia, su acento, y no reniegan de ellos, sino que los utilizan para expresarse donde quiera que vayan, porque de eso se trata la identidad.

Alicia por el momento, presentada en el teatro Timbre 4, es una obra que combina el protagonismo de Victoria Almeida (El Reino, Bichos Raros, Educando a Nina) alrededor de la cual se desarrolla la historia y quien además oficia de narradora, manteniendo los pasajes originales del libro homónima del francés Sylvain Levey, con el humor frenético y absurdo del grupo Bla Bla (Manu Fanego, Pablo Fusco, Julián Lucero y Tincho Lups). ANCCOM tuvo la oportunidad de entrevistar a su directora, Maruja Bustamante (Yegua, Adela está cazando patos, Paraná Porá), quien llevó el texto al teatro.

¿Qué buscás como directora en tus obras?

Cada vez que dirijo pienso en el material que voy a dirigir. Tengo hechas más o menos una veintena de obras y a veces tomo materiales que no son míos, como es el caso de Alicia por el momento. Cuando elijo materiales que yo no escribí, los elijo porque me conmueven o me convocan por algo en particular.

¿Qué viste en la obra de Sylvain Levey?

Emigrar se emigra hasta dentro de la ciudad. Yo por ejemplo me mudé mil veces, mis papás eran migrantes, mi padre uruguayo y mi madre sanjuanina. Mi hermano se fue a vivir a España y en lo personal mi vida fue siempre de viajar mucho, ir de acá para allá. Siempre me conmovió esto de lo nómade, de no poder echar raíces. A la vez, mudarse tiene su lado gracioso, porque cuando te mudás lo sufrís pero también contás historias desopilantes. Yo pensaba que esta obra podía tener humor, ternura, nostalgia y no ser simplemente una obra seria en la que se hablara solo de inmigración y dictadura. Sentí que podíamos crear una especie de dispositivo lúdico.

Los personajes en la obra tropiezan, se caen, pero a pesar de todo encuentran sus momentos para reír…

El terxto original ya viene con momentos humorísticos, aunque muchos menos de los que planteamos nosotros. Por ejemplo, hay una escena de amor entre Alicia y un chico que de por sí es graciosa porque no se sabe ni de lo que hablan. También humorística es la madre de Alicia que siempre la interrumpe y hace el papel de mamá densa y esto viene intacto del texto. Lo que está agregado en la obra es todo lo que no se dice textualmente, cuando actúan los Bla Blá, la mímica, los gestos y la improvisación.

¿Qué viste en Victoria Almeida para que interprete a Alicia?

A Vicky la conozco desde hace muchos años, actué con ella y siempre tuve el deseo de dirigirla. A ella siempre la hacen actuar en el papel de chica linda o la ponen de novia del protagonista y yo en cambio quería que muestre que es graciosa, que canta, que baila, es decir, quería que despliegue toda su batería de magias.

 

Alicia por el momento se exhibe los lunes de septiembre a las 21 en el teatro Timbre 4 (México 3554, CABA).