Solidaridad en tiempos de coronavirus

Solidaridad en tiempos de coronavirus

Cuerdas solidarias ya donó 200 mascarillas.

Ningún sistema de salud está preparado para que se enfermen tantas personas al mismo tiempo. Debido a la pandemia Covid-19 han surgido innumerables iniciativas de personas que comenzaron a utilizar su tiempo y esfuerzo para crear insumos que ayuden al personal de la salud a trabajar más protegidos.  Proyecto Respirar, Cuerdas Solidarias y unas vecinas de Mones Cazón, son botones de muestra de estas acciones ejemplares.

Proyecto Respirar es una iniciativa que tiene la misión de reunir a todos los que quieran aportar conocimientos, capacidad de fabricación, recursos e insumos para dar apoyo a los trabajadores de la salud, aprovechando la tecnología y las oportunidades del trabajo colaborativo entre médicos, ingenieros, diseñadores, makers de impresoras 3D y otras disciplinas.

Sus creadores Jeanette Acosta y Sebastián Chuffer, en conversación con ANCCOM, contaron que la idea surgió una noche de insomnio luego de leer un paper del Imperial College of Science, Technology and Medicine, un día antes de que empezara la primera fase de la cuarentena en Argentina.

“A la mañana siguiente, llamamos a Lucas Vassarotto, un amigo que es técnico mecatrónico y le preguntamos qué tan difícil era hacer respiradores. Nos dijo que bastante,  pero que se podían hacer”, señaló Chuffer.

Lo que empezó como una charla normal de dos personas que les encanta investigar y compartirse artículos,  terminó creciendo sin siquiera saberlo. Armaron un grupo de Whatsapp  con especialistas de distintas áreas: medicina, legales, ingeniería y comunicación, que, a los dos días, ya contaba con 300 integrantes.

El Proyecto Respirar reúne el trabajo colaborativo de médicos, ingenieros, diseñadores y, makers de impresoras 3D.

Como la comunidad interdisciplinaria comenzó a crecer mucho, organizaron por un lado el proyecto Respirar y, por otro, el resto de la comunidad, que participa de otras iniciativas. Respirar se centra en CARE, un ciclador automático de resucitación manual. La comunidad, además, se ocupa de conectar a personas que desean ayudar o recibir algo. Esto incluye proyectos de creación de máscaras faciales y barbijos, entre otros.

“CARE es el principal proyecto que estamos encarando, el más urgente y directo. Es importante destacar que no es un respirador, sino que está pensado para usar en una situación de colapso para apoyar al personal de la salud”, explica Sebastián Chuffer.

Durante el diseño y desarrollo enviaban constantemente los avances a varias autoridades médicas para que les hicieran devoluciones. “Hablamos con autoridades de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (ANMAT) para que nos guíen a hacer el protocolo y hacer todo en base a lo que establece y se pueda validar lo más rápido posible. La parte de ANMAT no sólo valida el dispositivo sino que también valida el lugar donde se van a producir”, cuenta Sebastián. Jeanette destaca que, desde el afán de querer ayudar, hay personas que dejan de lado la seguridad.

El próximo paso es utilizarlo con un simulador de paciente, lo cual va a permitir que se pruebe exactamente con las condiciones concretas que tendría una persona con coronavirus. “Las personas con Covid-19 tienen el pulmón muy duro. La cantidad de presión que necesitan es más grande que la normal. Realizando esta prueba tendremos la data concreta para poder avanzar”, detallaron.

El CARE tiene un costo aproximado de 350 a 500 dólares. Fue pensado para ser fabricado con el menor costo posible y con insumos que se encuentren en el país. Su realización requiere una o dos horas, dependiendo de la cantidad que haya que producir.

Con respecto a sus expectativas, los organizadores sostienen que ahora están haciendo foco que se valide en ANMAT. Y luego, dicen, se preocuparán por que pueda ser distribuido de forma libre y gratuita a la mayor cantidad de personas que lo necesiten.

“Vamos bien. Estamos asesorados por muchos profesionales. También contamos con el apoyo de varias instituciones políticas que nos están ayudando para que se dé prioridad al proyecto”, agregan Acosta y Chuffer.

En relación a qué puede hacer la comunidad por el proyecto, sostienen que es esencial la difusión para contar con todas las validaciones. “Todo el tiempo están surgiendo necesidades, la situación es bastante dinámica. Siempre buscamos el mayor apoyo posible”, finalizaron.

“Nos piden mascarillas del Hospital Güemes, del Larcade, del Duhau, del Mercante, del Rivadavia», dice Lederhos.

Mientras tanto, a 37  kilómetros de distancia, en la localidad de Los Polvorines, German Lederhos, profesor de música y estudiante de la Licenciatura en Artes Musicales de la Universidad Nacional de las Artes, también trabaja en un proyecto solidario para enfrentar la pandemia. Además, integra una orquesta juvenil en Garín y da clases de música de forma gratuita en un merendero de José C. Paz, donde  enseña con instrumentos que él mismo construye. “Cada alumno tiene su xilofón de canitos de cortina, su bombos de tachos y sus campanas de lata. También hay un pachetofono y un chancletofono. Mi sueño es armar una orquesta reciclada”, explica German.

El músico cuenta que Cuerdas Solidarias nació como un proyecto individual. En las vacaciones de invierno de 2016, a falta de fechas, Germán decidió salir a tocar a la gorra. Lo hizo en espacios públicos como el subte y la plaza hasta que le llegó una invitación para tocar la guitarra en Hogar Dinad de San Miguel. “Lo que viví en ese momento fue único, me sentí realmente bien haciéndoles pasar un buen rato a quienes estaban allí”, expresó. A partir de ese momento, lo quiso repetir.

En la búsqueda de nuevos hogares para compartir su arte, le llegó una invitación del Hogar Geriátrico Solares de José C. Paz. Para esa ocasión, le propuso a Rocío, una compañera de la orquesta juvenil, que lo acompañara con el charango, a “improvisar algo”. Dado que fueron y tocaron “más o menos”, decidieron juntarse a ensayar. A partir de ahí, se formó un gran dúo que empezó a girar por distintos hogares y merenderos.

Con el paso del tiempo, los hogares comenzaron a pedirles donaciones. Consiguieron ropa, pero lo que más necesitaban era comida. Como Germán había acumulado una gran cantidad de instrumentos que construía para sus alumnos, se le ocurrió  intercambiarlos por alimentos. “Hago instrumentos, como por ejemplo, zicus o tambores. Desde que empecé, no paré. Estoy constantemente buscando qué construir”, explicó.

El dúo juntó alimentos que fueron donados a merenderos, a personas en situación de calle y a limpiavidrios, entre otros. En paralelo, empezaron a dar talleres de construcción de instrumentos a chicos, aficionados y profesores de música. De hecho, iban a dar uno en un conservatorio de la ciudad de Chivilcoy en estos días, pero se suspendió por la pandemia.

Lejos de quedarse de brazos cruzados y sin actividad, Cuerdas Solidarias siguió ayudando con la elaboración de otro tipo de instrumentos. Germán vio en Internet que varias personas estaban construyendo mascarillas con impresoras 3D para donárselas a los trabajadores de la salud. Él no tenía impresora, pero empezó a ver cómo podía construir mascarillas con lo que tenía a mano. Con latas, planchas pet y cinta armó el primer modelo. Contó que el Concejal de Malvinas Argentinas se enteró y le aporto el material.

Roberto Debbag, médico infectólogo, pediatra y Vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica,evaluó las máscaras y Cuerdas Solidarias hizo algunos cambios y siguieron sus recomendaciones: “Ahora no incluyen el folio superior, ni ningún tipo de cinta, hilo, elástico o material que junte humedad. Las máscaras serán solo de plástico para poder desinfectar de manera efectiva, y el hilo deberá ser colocado y cambiado en cada uso”, detalló Germán.

Ya realizaron más de 200 mascarillas y les llegan pedidos constantemente. “Nos piden de todos lados, del Hospital Güemes, del Hospital Larcade, del Hospital Duhau, del Hospital Mercante, del Hospital Rivadavia. Hasta nos llegaron mensajes de Costa Rica. Los médicos y enfermeros están muy agradecidos porque nos cuentan que solo les dan un paquete que no les alcanza, no les dan la protección necesaria”, explicó.

Cuerdas Solidarias necesita difusión para comunicarse con más médicos infectólogos que les digan si estos últimos cambios sirven para que el modelo pueda ser copiado (con la prohibición de comercializarse). Solo se necesita acetato, cuchillo, remache. Además, piden acetato o algún plástico  transparente de las mismas características para poder seguir ayudando.

Ana María Romera vive en Mones Cazón, provincia de Buenos Aires. Se dedica a la costura hace 45 años y lo que más disfruta es confeccionar trajes para fiestas. Dice que la solidaridad siempre estuvo presente en su vida.  “En esta oportunidad una amiga me propuso hacer camisolines y cofias descartables para la unidad sanitaria que no cuenta con suficientes insumos y no dudé en hacerlo. Hasta el momento hicimos 120 equipos que el director de la Unidad Sanitaria, recibió con mucho agrado y satisfacción de que el pueblo lo apoye en estas circunstancias”.

Estufas solidarias

Estufas solidarias

Cuatro jóvenes armando la estufa.

Los estudiantes de séptimo año del Instituto Industrial Pablo Tavelli reparten estufas solidarias realizadas por ellos en uno de los talleres curriculares.

Detrás de un cálido tweet los estudiantes de séptimo año del Instituto Industrial Pablo Tavelli reparten estufas solidarias realizadas por ellos en uno de los talleres curriculares con el objetivo de acercar un manto de calor a la población del sur de Mar del Plata.

El colegio pertenece a la Obra Don Orione que desde sus comienzos está comprometida con las comunidades más vulnerables de la zona y hace de la solidaridad un valor de aprendizaje en acción.  Esta vez propuso construir estufas solidarias para familias del barrio El Basural.

El proyecto surgió a partir de un problema eléctrico que necesitaba solucionar la población local con un horno de cerámica que usan en sus microemprendimientos.

“Cuando volvimos (del barrio) quedamos conmovidos por la forma en que están viviendo y sentimos la necesidad de hacer algo por ellos”, cuenta a ANCCOM el profesor Fabio Braghette.

Pocos días después, el docente y arquitecto Marcos Teijeiro propuso al cuerpo de profesores la idea de construir una estufa con masa térmica, que, en dialogo con los alumnos del séptimo año, se ejecutó a lo largo de las clases.

Distintas etapas de las estufas. Desde el inicio de su construcción hasta ya terminadas.

Los alumnos fabrican estufas sencillas, eficaces, económicas y de fácil replicación.

Los destinatarios de la iniciativa son familias puntuales de las comunidades de El Basural que se encuentran en una situación de vulnerabilidad. El colegio, a través de la obra Don Orione, se hace presente en dichas comunidades con actividades que van desde la donación de alimentos o vestimenta hasta las instalaciones eléctricas en casas. “Esta vez propuso algo diferente para combatir este frio”, contó a ANCCOM un alumno del colegio.

El desafío de los alumnos constaba en encontrar una manera de hacer una estufa sencilla, eficaz y económica y de fácil replicación para que esos planos se solidaricen en las redes y puedan ser realizados por otras personas e incluso mejorados.

El alcance y visibilidad que alcanzó en las redes demuestra cómo el trabajo de todos puede ayudar a muchos. “Subimos planos e instructivos de armado para que cualquier persona que necesite hacer una copia pueda replicarla con un costo muy bajo y con pocos conocimientos”, comentó el profesor.

Además de permitir que los prototipos de las estufas fuera mejorando, esta propuesta interpela a los estudiantes a trabajar con la realidad del otro. Y en este caso en particular, llevando a muchos hogares un manto de calor entre tanta frialdad.

El Arca de los niños

El Arca de los niños

Una nueva forma de lucha por los derechos de los niños. Esa es la premisa que lleva adelante la Asociación Civil El Arca, en Moreno. ¿Cómo? Con un proceso gradual de cierre de los hogares de la entidad a cambio de introducir  la novedosa modalidad de apadrinamiento solidario y así evitar que los chicos pierdan su escuela, su barrio, su familia.

Un poco de historia

Betina Perona, directora y fundadora del Arca, cuenta: «Yo pertenecía a un grupo de parroquia con el que íbamos a la estación de Constitución. Estábamos con los chicos que vivían ahí y que no dormían por el miedo. Así surgió el deseo de tener una casa para ellos». En 1986 se inauguró el primer Hogar en Parque Patricios. Tres años después, se mudaron a un lugar más amplio, en Moreno. «Estuvimos 25 años con los hogares. Funcionamos todos los días y no había vacaciones. Fue una experiencia intensa. Pero esto sirvió para mostrarles a los chicos otros modos de vida posible y que había adultos en los que podían confiar», expresa. El Arca mantuvo en pie un hogar para niñas, otro para niños y otro para los que cumplían la mayoría de edad.

En el año 2000, la asociación sintió que no hacía lo suficiente. Por eso, comenzó con actividades en la zona de Cuartel V. «Nos propusimos evitar que los chicos salieran del barrio, terminaran en la calle y después en un hogar», dice Betina. Años después, cerraron la etapa de hogares. «La decisión fue económica y por cansancio. Fueron muchos años de poner el cuerpo. Pero también por una nueva perspectiva, nuestra tarea iba a seguir, pero de un modo distinto», explica.  

Una nueva forma de lucha por los derechos de los niños. Esa es la premisa que lleva adelante la Asociación Civil El Arca, en Moreno.

Cambio de rumbo

Una nueva perspectiva surgió, basada en dos ejes: inclusión educativa y participación. Se trata de prevenir en vez de curar y la modalidad es el apadrinamiento solidario. Apadrinar a un niño es una colaboración mensual económica (que parte de 150 pesos), pero además es establecer un vínculo personal. Evangelina Paolucci, del área de apadrinamiento, explica: «La parte fuerte es el vínculo, donde el padrino acompaña el crecimiento de su ahijado». El Arca se encarga de mediar entre ambas partes. Al respecto, Paolucci agrega: «Se comunican a través de cartas, fotos y dentro de lo posible, visitas. Se genera un sostén tanto para los chicos como para sus familias. Tienen una figura que los escucha e incentiva». Por otra parte, el dinero de los padrinos no va directamente al ahijado o a su familia, sino que se utiliza para llevar a cabo las actividades de las cuales participa, generando un beneficio expansivo hacia su entorno.

Llevar a cabo un proyecto de esta envergadura no es sencillo. Mirta Quinteros, secretaria y co-fundadora de El Arca, explica: «Mi tarea es la gestión y administración. El fin último es que a los chicos y al equipo les lleguen los insumos y el capital necesario. El financiamiento es  clave, pero este es más efectivo cuando hay identificación. Por esto, tratamos de ser un colectivo con un mismo objetivo: hacer efectivos los derechos humanos en la niñez». En este aspecto, el área de comunicación lleva a cabo una labor de vital importancia. Su encargada, Ayelén Ramayo,  cuenta: «Nuestro objetivo es difundir, pero trabajamos en especial manera en la recaudación de fondos. La página web y las redes sociales son hoy los mejores canales que tenemos». Desde su área, Ayelén también agradece la difusión externa que reciben. «Todos los medios de comunicación que se acercan y nos dan voz, hacen que podamos ser vistos, lo cual se traduce en más colaboraciones».

Una nueva perspectiva surgió, basada en dos ejes: inclusión educativa y participación. Se trata de prevenir en vez de curar y la modalidad es el apadrinamiento solidario.

Las experiencias

El Arca realiza sus actividades en Cuartel V. Lucas Jaime, del equipo de inclusión, explica: «Somos la parte que se inserta en el territorio. Actualmente llevamos a cabo una juegoteca, apoyo escolar y actividades en las escuelas». Además, cuenta que la experiencia de ir a los barrios y trabajar en el territorio es lo que más motiva. «Cuando llegás por primera vez y decís que sos de El Arca, los pibes se acercan y te abrazan, eso es increíble». Pero trabajar en Cuartel V tiene sus dificultades. «Hay que tener en cuenta el contexto de los niños. Son barrios en continuo crecimiento. Las calles se inundan, no hay servicio de la basura, problemas de luz, gas o cloacas, y realmente hay un déficit de escuelas. Entonces nos adaptamos a sus realidades. Armamos todo en base a ellos, a sus necesidades, inquietudes y miedos», expresa.  

Por otra parte, algo que destaca a este proyecto es su sistema de voluntariado internacional. De todas partes del mundo llegan voluntarios a participar. Clara Helberg, de Alemania, relata su experiencia: «Hay un programa del gobierno alemán que te conecta con ONGs de todo el mundo. Elegí El Arca porque vi lo que hacían y me gustó». El gobierno de aquel país le pagó el viaje y le da dinero por mes para sustentarse. Clara está hace diez meses en Argentina y es parte del equipo de inclusión. Esto la ha marcado, según cuenta: «La primera vez fue muy bueno. Era muy distinto a todo lo que conocía porque no hay lugares así en Alemania. Por más que haya problemas de infraestructura, acá la gente es muy amigable y los chicos son muy cariñosos».

El Arca tiene historia, presente y un gran futuro. Un digno deseo la impulsa: respetar los derechos de los niños. Hoy, con un modelo innovador y eficaz, que genera vínculos de por vida, han marcado un camino. «Mucho nos ha dado El Arca -reflexiona Perona-. Pero cuando veo los resultados, los chicos que hoy han crecido y han podido cambiar las historias de sus vidas, siento mi satisfacción más grande».

Actualizado 22/08/2017

 

Comedores populares, versión 2016

Comedores populares, versión 2016

“Lo que falta no es trabajo, es plata. No se consume nada y te pagan menos por las changas”, se queja Federico, de 45 años, que desde hace un año asiste al comedor de la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé, en el barrio de Caballito. Mariano, Alejandro y Leonardo, sus compañeros de mesa, asienten y coinciden en que “la calle está peor que nunca”. Federico se encuentra en situación de calle. Cuenta que una pieza en una pensión, para una sola persona, cuesta 4200 pesos por mes, con baño y cocina compartidos. Con estos precios y sin un empleo fijo, es muy difícil acceder a un techo.

De los 50 asistentes, en promedio, que concurren al comedor de Caacupé, entre cinco y diez están en situación de calle, el resto son jubilados o trabajadores. El comedor existe desde la crisis de 2001 y de manera ininterrumpida brinda el almuerzo de lunes a viernes. En 2015 fijaron un límite de 50 personas por día –antes recibían hasta 160–, por las dificultades que les generaba, al momento de preparar la comida, no saber cuántos comensales iba a haber. Mientras explica esto, Alfredo Quirós, cocinero desde los inicios, recuerda que entre 2002 y 2003 le daban de comer a 210 por día, algunas que incluso llegaban desde el Conurbano para recibir un plato de sopa y fideos con estofado.

En la Basílica Sagrado Corazón de Jesús funciona un comedor y, desde marzo, un servicio de duchas para personas carenciadas, abierto los martes y los sábados.

La solidaridad de la comunidad es fundamental para el Caacupé, hay vecinos que dona carne, otra verduras, y “la providencia siempre ayuda para nunca falte nada”, asegura Alfredo, aunque reconoce que la ayuda se ha visto reducida en el último tiempo. Uno de los donantes, por ejemplo, pasó de enviar 100 kilos de carne por mes a 50, exactamente la mitad. Con el ingenio de los voluntarios organizan actividades para recaudar fondos, como venta de choripanes o de pollos que hoy generan el grueso de los ingresos del comedor.

Otra voluntaria de Caacupé, Fernanda Alcalá,  presenta a Alan, de 25 años, quien junto con su hermano mellizo concurre de manera esporádica. Alan se acerca con una olla en una bolsa que trae de su casa. Vive con su hermano y su papá a cinco cuadras. Es estudiante de segundo año del profesorado de Historia en el Joaquín V. González, y allí también estudia su hermano, que está en segundo de Letras. Su padre es taxista y ellos buscan trabajo constantemente. Pero “está muy jodido –dice-: te tienen tres meses y te rajan”. Alan y su hermano concurren desde 2008 al comedor. Cuando tienen trabajo dejan de ir. Hace dos meses tuvieron que volver porque no les alcanza con lo que gana su papá. “De 2008 a 2015 la situación estaba mejor, ahora no. La inflación y la desocupación es mucha”, señala Alan.

El Observatorio de Derecho Social de la CTA, que periódicamente releva la situación del empleo en el país, le da la razón a Alan. Entre octubre de 2015 y enero de 2016 se registraron 57.868 empleos perdidos en el sector privado. En el público, en tanto, se estiman 41.000 trabajadores menos desde diciembre 2015 hasta marzo 2016. Frente a esta realidad, la gente recurre a diferentes estrategias para subsistir, y una de ellas es, sin dudas, los comedores populares.

De los 50 asistentes, en promedio, que concurren al comedor de Caacupé, entre cinco y diez están en situación de calle, el resto son jubilados o trabajadores. El comedor existe desde la crisis de 2001 y de manera ininterrumpida brinda el almuerzo de lunes a viernes.

En la Avenida Vélez Sársfield 1351, en Barracas, se ubica la Basílica Sagrado Corazón de Jesús. Allí funciona un comedor y, desde marzo, un servicio de duchas para personas carenciadas, abierto los martes y los sábados. Aquí se brinda asistencia a unas 30 personas por día aunque están anotadas alrededor de 200. José D´Onofrio, de 42 años, es licenciado y magíster en Administración de empresas y voluntario en el Sagrado Corazón: “Treinta es un límite que ponemos porque tenemos que elegir entre caridad y calidad; así logramos desarrollar el vínculo que queremos para ayudarlo en otros aspectos. Sin la restricción han venido 60 o 70 personas –explica–, muchas para sociabilizar, tienen trabajo y siguen viniendo para continuar el vínculo”. Para José, el alimento y la ducha son claves, pero destaca que también se ofrece ayuda para trámites legales, asesoramiento laboral, y hay atención de psicólogos, trabajadores sociales y hasta peluquero, algo muy importante según José porque “hace a la dignidad de la persona”.

En un salón de 20 metros por 6, el párroco de la iglesia, Sebastián García, organiza a 15 voluntarios. Con un tono de arenga, los pone al día de los avances del proyecto de asistencia, que incluye a otras dos entidades católicas, la Cátedra del Diálogo y la Cultura del Encuentro y la Asociación Miserando, encargadas de llevar adelante la logística del servicio. El cura comenta las donaciones que se van consiguiendo y las instituciones que prometen ayuda. Divididos en tres equipos (cocina, duchas y ropería), los “servidores” brindan el desayuno (mate cocido con tostadas), el almuerzo, la posibilidad de higienizarse y ropa limpia. Pero, sobre todo, como destacan ellos, tratan de conocer las vidas de los asistentes para ayudarlos mejor.

La mayoría se entera del lugar a través del “boca a boca” en los hospedajes donde viven y dan fe del vínculo “humano” que se crea con los voluntarios. “Te dan de comer y te tratan bien”, subrayan.

 

Actualizada 12/12/2016

Una jugada colectiva

Una jugada colectiva

Si bien el fútbol es el deporte que más popularidad despierta en la Sociedad argentina, una serie de vicios y “malas costumbres” lo han hecho acreedor de un número cada vez mayor de críticas. La corrupción instalada en  muchos de sus dirigentes, las complicidades con el sector político, policial y judicial, y el accionar de los violentos “barras bravas” han ido privando a muchas familias de disfrutar de un deporte que cada vez más teñido de negocio y espectáculo.  Pero el  fútbol  también tiene un “lado B”: los departamentos solidarios o de “Responsabilidad Social” que algunos clubes del fútbol argentino habilitaron para aportar y generar campañas de ayuda a los sectores más necesitados.  ANCCOM dialogó con los responsables de tres clubes de Primera División para conocer como trabajan y se preocupan por los que menos tienen.

Una Academia de solidaridad

Cuando Racing Club volvió a ser manejado por sus socios, a fines de 2008, sus dirigentes determinaron la creación de un departamento de Responsabilidad Social y se lo llamó “Racing Solidario”.  Inicialmente estaba a cargo del Padre Juan Gabriel Arias y en las primeras acciones, el club de Avellaneda era sede de recepción y distribución de donaciones para distintas ONGs. Miguel Guidardini es, desde 2012, gerente Racing Solidario y explica: “Se trata de un departamento autónomo pero que cuenta con el apoyo del resto de las áreas del club. Según la campaña que llevemos a cabo, nos ayuda la gente de Marketing, de Socios, de Fútbol y, sobre todo, de Prensa para ayudarnos a difundirlas”.

En los comienzos del Departamento, el club tenía la política de unirse a campañas de distintas fundaciones y ONG´S, pero con el correr del tiempo y aprovechando el gran caudal de hinchas y socios con el que cuenta la institución, empezó a realizar acciones propias en las que se vieron muy buenos resultados. En estos últimos años, Racing ha participado de distintas campañas solidarias, como por ejemplo las realizadas por Red Solidaria en “Frío Cero” y “Un techo para mi país (hoy “Techo”). También colabora asiduamente con el Hospital Garrahan para conseguir donantes de sangre  y con Cáritas. “Hace un tiempo también que estamos en un programa llamado ´Fútbol para el cambio social´, donde tratamos de sacar a pibes de la calle para brindarles herramientas educativas y deportivas”, comenta Guidardini.

El jugador Lautaro Acosta en la visita de integrantes de TGD Padres Tea, organización de los padres y madres de nenes con autismo.

El jugador Lautaro Acosta en la visita de integrantes de TGD Padres Tea, organización de los padres y madres de nenes con autismo.

Los jugadores del primer equipo participan activamente en la difusión de todas las campañas y eso ayuda a que socios y simpatizantes se sumen a las iniciativas. Sin ir muy lejos, en las fuertes inundaciones que sufrió el litoral argentino en los primeros días del año, Racing Solidario armó de urgencia una campaña que contó con un extraordinario apoyo de todos los hinchas y socios del club. Se enviaron  ocho camiones de productos no perecederos, colchones y juguetes a Concordia, uno de los lugares más afectados. El propio goleador del equipo, el entrerriano Gustavo Bou, recibió todas las donaciones y se encargó de repartirlas personalmente con la ayuda de familiares, amigos y gente de Racing que viajó especialmente hasta la zona afectada.

El fortín comprometido

Vélez Sársfield es un club considerado modelo a imitar entre las muchas instituciones que conforman el fútbol argentino. Tomando el legado de su legendario ex presidente José “Pepe” Amalfitani (a quien también se debe el nombre del estadio), la institución de Liniers siempre se mostró preocupada por darle un marco social y cultural a las actividades que realiza.  “Vélez es principalmente un club deportivo, pero también cultural y social. Sentimos que tenemos un compromiso con la sociedad por cómo creció la entidad en las últimas décadas. No seríamos lo que somos hoy sin la ayuda de la gente”, dice a ANCCOM Ayelén Merchak, quien preside el Departamento de Acción Solidaria y además integra la comisión directiva de la institución.

A diferencia de otras instituciones, Vélez es un club que prefiere manejarse de manera independiente en la gestión de la solidaridad. “Todas las acciones las generamos y administramos nosotros mismos. Trabaja toda gente de Vélez y los recursos los gestionamos nosotros también. Tampoco nos gusta hacer mucha difusión en los medios de lo que hacemos”, agrega Ayelén.

En su propio barrio, el club colabora con un hogar de chicos que agrupa a más de 250 familias. También lo hace en organizaciones villeras y, además, apadrina una escuela rural en Salta, donde asiduamente lleva útiles escolares y juguetes.

Una campaña muy original y exitosa que realizó en el último tiempo fue sobre la concientización para  la donación de sangre y órganos: “Junto al Departamento Médico del club armamos el registro de donantes de sangre velezana. Es decir, cuando algún socio necesita dadores de sangre, nosotros consultamos en el padrón y los ponemos en contacto, pero no hacemos las extracciones en el club. Buscamos, más que nada, concientizar a la gente sobre la importancia de donar sangre y también órganos”, comenta al respecto Merchak.

En Vélez, la solidaridad y el fútbol tienen vínculos muy estrechos. Por ejemplo, el ex jugador del club Lucas Castromán, oriundo de Luján, utilizó su casa como centro de recepción de donaciones “velezanas” durante las inundaciones del año pasado. Junto a su familia distribuyó las donaciones entre quienes más las necesitaban. Otras figuras del equipo -señala Merchak-, siempre están “al pie del cañón” para participar en la difusión de las campañas solidarias que realiza el club.

Contando con el apoyo de los Reyes Magos de los bomberos voluntarios de Sarandí, jugadores de Racing Club y Santiago Quintana (Miembro de la CD) Racing Solidario hizo entrega de juguetes a niños de distintos hospitales.

Contando con el apoyo de los Reyes Magos de los bomberos voluntarios de Sarandí, jugadores de Racing Club y Santiago Quintana (Miembro de la CD), «Racing Solidario» hizo entrega de juguetes a niños de distintos hospitales.

El sur también ayuda

Lanús es otra institución del fútbol argentino que en las últimas décadas ha tenido el merecido reconocimiento de sus pares por mantener administraciones ordenadas, haciendo crecer al club a pasos agigantados, traspasando las fronteras de lo meramente deportivo. En cuanto a la política social, todo comenzó con “Granate Solidario” pero con el correr del tiempo el espacio y la organización les quedó chico y en 2015 el club inauguró la fundación FUNDACAL, con la intención de incluir a los sectores más vulnerables a través del deporte y las acciones solidarias. En este caso, el club adopta el modelo mixto de promover acciones solidarias propias y, además, colaborar y acoplarse a otras acciones de importantes ONGs y otras instituciones.

Stella Maris Vedia es encargada de la difusión por redes sociales de la Fundación y, además, coordina varias actividades del organismo. “Desde el año pasado estamos presentes en la campaña Frío Cero de Red Solidaria. También colaboramos con el Hospital Garrahan en lo que respecta a la donación de sangre; en algunas ocasiones han venido en días de partido y la gente podía donar sangre para el hospital voluntariamente. Además, este año vamos a participar junto a otras tantas instituciones de la campaña “Movete Argentina”, que es en contra del sedentarismo infantil”.

Como acciones propias, este año iniciaron la campaña de donación de útiles destinados a las escuelas necesitadas del partido de Lanús. El relevamiento lo realizan en base a la información que les brinda las autoridades municipales. “Además de poner canastos en los accesos a la cancha para que la gente colabore con lo que puedan,  los colocamos también en los distintos comercios de la zona. Luego nuestros voluntarios se encargan de pasar a buscar las donaciones. Todo lo que recibimos lo recopilamos luego en una de las sedes y lo clasificamos. También, luego hay que cargarlo en los camiones y repartirlo, por lo que se necesita la ayuda de muchas personas y por suerte las tenemos”, agrega con entusiasmo Vedia

Si hay algo en lo que los socios de todos los clubes coincide es en la importancia de la utilización del fútbol para obtener mayor impacto en las campañas solidarias. La participación de los jugadores, de los DT, hace que “mágicamente” la gente se solidarice de inmediato y se sume a las campañas. Algo que sería difícil de lograr con otro deporte o si, por ejemplo, la campaña la iniciara alguien con menor trascendencia. “La gente se concientiza más cuando un jugador de tu club te pide que colabores, lo vivimos en carne propia. Cuando hacemos campañas con ellos los resultados son muy buenos y distintos a cuando hacemos campañas sin ellos.”, concluye Vedia,  desde Lanús.

Actualizado 29/03/2016

En enero, Racing Solidario, junto con la Biblioteca La Pancha, realizó el evento de Reyes como todos los años. La cita fue en el Polideportivo Delfo Cabrera (ubicado enfrente al Predio Tita) y hubo muchas sorpresas preparadas para los más chiquitos.

En enero, Racing Solidario, junto con la Biblioteca La Pancha, realizó el evento de Reyes como todos los años. La cita fue en el Polideportivo Delfo Cabrera (ubicado enfrente al Predio Tita) y hubo muchas sorpresas preparadas para los más chiquitos.