Vuelve el Club del Cibercirujeo

Vuelve el Club del Cibercirujeo

Este 20 de mayo se llevará a cabo una nueva edición en el Polo Cultural Emergente Tacheles. El encuentro contará con shows musicales en vivo, olla popular de hardware, retroconsolas, videojuegos y la presentación de un nuevo proyecto denominado “Dibujo abierto”. Como siempre, se recibirán computadoras en desuso para ponerlas en valor y entregarlas a personas sin acceso a las teconologías.

El 20 de mayo entre hardware, música e ingenio se llevará a cabo el “Club del Cibercirujeo” en el Polo Cultural Emergente Tacheles, en Adolfo Alsina 1475, barrio de Congreso, una nueva oportunidad para donar computadoras en desuso que serán recicladas y puestas en valor para entregar a personas sin acceso a las tecnologías.

Entre las dinámicas de los distintos encuentros de Cybercirujas este evento tiene la función de difundir la actividad del club desde un espacio distendido y convocante a través de shows musicales y actividades para toda la familia. Este año contarán con la participación de Cinematronics y Cokeandaspirin, que realizarán música en vivo utilizando sus gameboys (consolas de mano de 1989); además pasarán música CoMu y Mambos Rivas.

La actividad contará con un espacio de retroconsolas, retrocomputadoras y un cyber compuesto por seis computadoras del programa Conectar Igualdad que fueron reacondicionadas con Linux y juegos open source y, como es habitual, habrá distintos feriantes que participarán del encuentro. En esta ocasión, dado al mayor espacio disponible, el colectivo «Dibujo abierto» estará presentando una herramienta creada con arduino desarrollada para realizar dibujos en vivo. Luego de la presentación la herramienta podrá ser utilizada por el público.

Como el resto de ocasiones, el evento se piensa como un espacio de interacción, aprendizaje y debate a partir de una mirada crítica de la percepción social sobre la tecnología.

En contra de la lógica del «úselo y tírelo”, la idea es que tanto entendidos y desconocidos del hardware y software logren reunirse con el fin de achicar esa brecha de conocimiento y se logre una desnaturalización de algunos de nuestros consumos instalados. “Queremos experimentar con mostrar talleres en vivo o que la gente traiga cosas que hace y pueda mostrar socialmente”, cuentan desde la organización. La entrada consiste en un bono contribución de $500 o más (aunque no es excluyente), que le sirve al club para pagarle a los músicos y músicas, como también para comprar componentes necesarios para las computadoras que recirculan.

 

De Cybercirujas y obsolescencia programada

De Cybercirujas y obsolescencia programada

Un club de «empoderamiento computacional» lucha contra la cultura del «úselo y tírelo». Sus miembros recuperan viejo hardware y lo ponen en circulación. La mirada política sobre la tecnología.

Este sábado tuvo lugar un encuentro cyberciruja en la sede de RLab, un espacio de aprendizaje y debate sobre tecnología entendida como un fenómeno social, histórico, político y económico. Entre placas, cables, teclados y destornilladores, ANCCOM habló con dos miembros del club. 

Uctumi, además de hacer cybercirujeo, hace música electrónica con computadoras obsoletas y chiptune. Soldán es profesor de educación primaria, editor de la Revista REPLAY, “karateka de la patria” y cyberciruja.

El Cybercirujas Club tuvo sus inicios en las movidas culturales de videojuegos independientes. “Se nos ocurrió reparar computadoras viejas e instalarles algunos juegos viejos, demostrar que se pueden seguir usando y ampliar un poco los eventos”, cuenta Soldán. 

La pandemia puso sobre la mesa la problemática sobre la conectividad. Nicolás Wolovick, desde Córdoba, y Soldán, en Buenos Aires, aportaron su tiempo y conocimientos a disposición para ayudar a aquellos que necesitaran una computadora o tuvieran alguna en desuso que, con un mantenimiento, pudiera ser recuperada. 

De a poco se fue sumando gente interesada en ayudar, consolidando, así, el club.  Dentro de Cybercirujas hay personas de ámbitos variados que tienen en común, por un lado, la manera alternativa de relacionarse con la electrónica y, por otro, una mirada política sobre el uso de la tecnología, entendiéndola en sentido amplio.

Los encuentros

Hay diferentes dinámicas de encuentros cybercirujas. Los eventos más masivos y festivos tienen la función de difundir la actividad del club. Generalmente, se nuclean distintas agrupaciones en estas fechas y, por lo tanto, se llega a más cantidad de personas. Asimismo, se arman actividades para recibir y dar equipos; y hay reuniones organizadas propiamente para reparar. 

“Tratamos de armar pequeñas células donde cada uno pueda colaborar de la manera que sea. Que el que quiera participar, lo haga desde donde pueda. Te podés acercar a ayudar a reparar equipos. ¿No sabes? Lo que buscamos es intentar desarticular un poco los nichos cerrados, socializar la información y los debates que se generan en estos círculos y no salen de ahí. Lo interesante es cuando se mezclan todas esas individualidades y se va formando un caldero cyberciruja donde, entre todos, vamos armando la gran olla popular”, asegura Soldán. 

“Úselo y tírelo”

Gran parte de la militancia de cybercirujas tiene que ver con una preocupación por el impacto ambiental de la industria tecnológica, que es muy contaminante. “La lógica del mercado es producir, consumir y tirar. Creemos que no es necesario producir tanta cantidad de dispositivos que se van a desechar al poco tiempo para comprar un modelo más nuevo” explica Uctumi y agrega: “A medida que avanza el hardware, los desarrolladores de software le van agregando capas que lo hacen más complejo innecesariamente, lo hacen más pesado y, por ende, deja de correr en las máquinas más viejas. Es una retroalimentación: necesitás hardware nuevo para que corran las nuevas actualizaciones de software para seguir haciendo lo mismo”. 

Empresas como Apple imponen ciertas tendencias que luego son adoptadas por todo el mercado. Por ejemplo, placas que vienen ya cerradas, a las cuales no se les puede agregar ni sacar nada. Esto es más evidente con los teléfonos celulares que,  además de ser más difíciles de reparar, están pensados tanto desde el software como el hardware para ser descartados en dos años. 

Otro ejemplo es el de los autos eléctricos. Al tener más componentes informáticos, hay partes que no pueden ser reparadas, o únicamente lo podrá hacer el fabricante. Por más que se alimenten con energía verde ¿qué propósito tiene si todos los años tienes que fabricar los mismos dispositivos?

«Mistisismo tecnológico»

“Algo muy propio de nuestra forma de ser latinoamericana es que acá no ves gente que tire, por ejemplo, un monitor plano en buenas condiciones” reflexiona Soldán. “La gente los usa hasta que se rompen. Lo que sí se tiran son los monitores viejos de tubo. El consumo masivo de bienes electrónicos está pensado para el mercado primermundista, donde se tiran muchas cosas en perfecto estado porque ya no se usan. En Latinoamérica existe una lógica de reparación bastante fuerte. Lo atamos con alambre, como se dice popularmente, pero los bienes informáticos tienen un aura de misticismo que no tienen otros objetos. Si se rompen, se tiran”.

En relación a esto, Uctumi continúa diciendo: “Y se hace por desconocimiento, a veces se descartan aparatos que, si se le agrega más memoria, si se reemplaza el disco rígido o el procesador, o mismo si se cambia el sistema operativo, pueden seguir funcionando bien. Estamos en contra de la idea de que la tecnología no se puede reparar, que los usuarios no puedan desarmar y mantener sus propios equipos”. 

Con respecto a lo anterior, añade: “El conocimiento práctico, alternativo, es fundamental en lo que hacemos nosotros. A veces el conocimiento académico no es útil, muchas veces hay que salir de los manuales. Hay que tener interés y ganas de aprender, más que nada. Una actitud distinta: investigar, preguntar, acercarse a algún lugar y perder el miedo”. “No todo tiene que ser desarmar una computadora, podés probar usando otras aplicaciones o sistema operativo. No hace falta ser un hacker loco», concluye Soldán.

Software libre

Desde cybercirujas, se le da mucha importancia a la promoción del uso de software libre. Además del convencimiento ideológico, esta militancia tiene un anclaje práctico. Este tipo de software tiene un modelo de desarrollo distinto al de los sistemas comerciales. Cuentan con lo que se llama código abierto: cualquier usuario tiene acceso a ver cómo está hecho. 

Esto, por un lado, permite a los usuarios desarrollar solamente lo que se necesite, es mucho más optimizado. Se le saca todo lo accesorio que hace al sistema tan pesado. Esta flexibilidad adaptable los vuelve ideales para utilizar en los equipos “viejos”. 

Por otra parte, es una alternativa a los softwares privativos de código cerrado que, al no tener el código fuente disponible para cualquier usuario, no hay forma de analizar qué hace o deja de hacer el programa. En relación a esto, surgen muchos problemas de privacidad y seguridad. 

Compromiso político

Ambos integrantes de Cybercirujas insisten en empoderarse y hacer un uso político de la tecnología, no naturalizarla. “Tiene que haber un cuestionamiento de lo que usamos. Se dice ‘no entiendo nada de tecnología’ con mucha liviandad, como si fuera algo meritorio, cuando gran parte de nuestra vida pasa por ahí. Queremos concientizar sobre el uso de la tecnología porque creemos que hay un gran costado político que se ignora”, cuestiona Soldán. “Nada es neutral. Cada decisión que una empresa toma, impacta en nuestras vidas. Existen otras formas de comunicarnos, de relacionarnos, que no tienen porqué estar mediados por las tres empresas que dominan el mercado y se aprovechan del desconocimiento”.

“Se dice ‘este es el futuro, esto es el progreso, hay que adoptar todas las tecnologías ya’. Si no aceptás eso, estás afuera. Bueno, no es tan así. Hay que parar un poco, analizar qué nos sirve, las implicancias que tienen antes de adoptarlas, parcial o totalmente” concluye Uctumi.

¿Dónde donar?

Aquellos interesados en donar hardware que no utilizan pueden comunicarse con Cybercirujas a través del correo electrónicol cybercirujas@nodocongreso.cloudAhora mismo necesitan monitores planos y placas de wifi para PC.

Además, cuentan con un instagram Cybercirujas Club (@cybercirujas.club) • Instagram photos and videos y un foro con información y espacios de consulta. 

Piden que Conectar Igualdad no distribuya software comercial

Piden que Conectar Igualdad no distribuya software comercial

Docentes, activistas e investigadores cuestionaron la decisión del Ministerio de Educación de incluir el sistema operativo Windows en las máquinas del programa.

El jefe de Gabinete, Juan Manzur, junto al ministro de Educación, Jaime Perczyk; entregan netbooks en 2021.

En el marco del regreso del Programa Conectar Igualdad, que tendrá como beneficiarios estudiantes y docentes de escuelas secundarias, investigadores universitarios, especialistas en educación y organizaciones sin fines de lucro ponen en tela de juicio la decisión del Ministerio de Educación de convocar a una licitación para que los dispositivos distribuidos dispongan de un sistema operativo privativo, el Windows, además de uno libre, el Huayra.

Estos especialistas consideran que esta medida es perjudicial para el desarrollo de los estudiantes, mientras que ponderan el rol del software libre para la educación: “Lo que hace el software privativo es cerrar puertas y establecer condiciones para su uso, mientras que el software libre es el único que ofrece las oportunidades pedagógicas para un real acceso para el desarrollo de tecnología”, afirma Beatriz Busaniche, docente, investigadora e integrante de la Fundación Vía Libre, organización que promueve, entre otras cosas, al uso software libre para fines educativos y culturales.

Los cuestionamientos comenzaron el 13 de enero, cuando se publicó en el Boletín Oficial la Licitación 137/2021. Allí, el Ministerio de Educación de la Nación incluyó el requisito de que las nuevas máquinas del plan tuvieran, además de Huayra, el sistema operativo de Microsoft. La respuesta del colectivo de activistas, docentes y organizaciones, que apoya el retorno del programa “Conectar igualdad”, se tradujo en una carta crítica a esta decisión en particular en la que solicitó que se revierta la medida. La misiva señala que esta decisión es un “despropósito” y destaca la función del Software  Libre que “ha probado y demostrado con creces su capacidad de ofrecer sistemas apropiados, funcionales, respetuosos de derechos y libres para todas las tareas educativas”.

En este sentido, la solicitud señala que la relación entre el Microsoft y el Estado Argentino no es algo nuevo, sino que se retrotrae al acuerdo firmado entre la cartera y la compañía norteamericana en el 2004 y afirma que “la inclusión arbitraria de un sistema operativo y un paquete de oficina privativo que solo servirá para promover el marketing de una empresa con larga trayectoria de abuso de posición dominante en el mercado”. 

“Es necesario que desde la educación se promueva el software libre porque hay diferentes motivos que más allá de la brecha tecnológica, tienen que ver con la inclusión”, afirma Maria Teresa Lugo, directora del Centro en Políticas Públicas, Tecnologías y Comunicación de la Universidad Nacional de Quilmes, y destaca el “rol” del software libre para el desarrollo de una comunidad para “aprender en conjunto”.

En tanto, Busaniche señala que entre las múltiples dificultades que conlleva el uso de software privativo se encuentran la “prohibición de estudiar el programa” y “establecer modificaciones o mejoras en los programas” y afirma que “esto desincentiva la investigación y genera un tipo de relación de mero usuario o consumidor”.

Otro de los planteos generados por este debate es el tema de la obsolescencia programada en varios dispositivos que son descartados al no poder “actualizarse” por motivos de capacidad de almacenamiento o porque el sistema operativo deja de funcionar.

“Normalmente, un parque informático que tiene dificultades con el sistema operativo Windows puede ser rescatado con distintas distribuciones de software libre”, aclara Busaniche, y añade que “las máquinas que usan ese sistema operativo en el mayor de los casos terminan llenas de virus o con actualizaciones pendientes por la poca capacidad de los dispositivos y eso redunda en que en muchas ocasiones se descarte equipo que puede ser reutilizado”.

Otro de los ejes del debate gira en torno a los perjuicios económicos que provoca esta medida en virtud del giro de dividendos al exterior por el pago de propiedad intelectual. En este sentido, Valeria Odetti, especialista en Educación y Nuevas Tecnologías, plantea que en un contexto de crisis económica, la decisión de adquirir los servicios de software comercial para fines educativos “no es necesario” y que generaría una pérdida económica para el Estado a causa del pago de “propiedad intelectual”, que según la especialista, es uno de los hechos que más divisas hace perder al país. “El software libre cumple perfectamente el rol para el uso educativo, además posibilita un mejor desarrollo de los estudiantes, quienes podrán investigar más y hasta tener un pensamiento más crítico sobre el uso de los sistemas”, afirma la especialista.

En tanto, Lugo plantea que otro de los temas a tener en cuenta se relaciona con el empleo de los datos personales y afirma que “es importante saber quiénes son los dueños de los datos de los estudiantes con esta medida”.

ANCCOM intentó establecer comunicación con funcionarios y colaboradores del Ministerio de Educación de la Nación al respecto de esta medida, pero no obtuvo respuesta oficial.

 “El funcionamiento del software libre para la educación es valioso porque permite dar a conocer otras opciones. El software libre permite que los estudiantes se transformen en protagonistas y no en meros espectadores”, afirmó un funcionario del Ministerio de Ciencias y Técnica de la Nación consultado por ANCCOM que prefirió no revelar su identidad, y agregó que “el software libre también posee programas más livianos, y esto es fundamental, porque posibilita que los recursos rindan más”.

Huayra

Las computadoras entregadas por el programa Conectar Igualdad disponen de un sistema operativo de software libre denominado Huayra Linux, que fue diseñado por el Estado Argentino. En tanto, los especialistas destacan el papel del software libre para generar innovación tecnológica y el rol del programa “Conectar Igualdad” para recortar la brecha digital. “El costo del sistema operativo Huayra tiene que ver con la inversión, el desarrollo , en formar capacidades, en actualizar, ofrecer soporte y generar trabajo genuino en el país”, aclara Busaniche y afirma que este software “plantea una serie de libertades que permite estudiarlo, de compartirlo libre y legalmente, de establecer una serie de proceso y tener una mirada pedagógica mucho más integral y basada en el derecho de las personas”.

Por último, los investigadores y especialistas en materia educativa esperan que el Ministerio de Educación retroceda con la licitación y que las computadoras dispongan solo de software libre. “El software libre tiene una dinámica y una capacidad de tener múltiples distribuciones, usos y además es un sistema que se adapta a  las capacidades de las personas, de la región, Estado o proyecto pedagógico” señala Busaniche. Mientras que Lugo plantea que “el debate que se está generando en este momento es muy oportuno porque apunta a que es una decisión que va más allá de lo técnico, sino que implica una reflexión colectiva acerca de que queremos que los chicos aprendas, como hacerlo y, por otra parte, vincularla con el desarrollo y la innovación del país”.

El software libre y la brecha digital

El software libre y la brecha digital

El gobierno nacional anunció la distribución de computadoras a alumnos secundarios dentro del Plan Federal Juana Manso a partir de julio. Las máquinas tendrán Huayra 5.0, un sistema operativo libre que no requiere pago de licencias y permite adaptar el software a las necesidades de la comunidad educativa. El plan federal educativo desarrollado por el Ministerio de Educación de la Nación, lanzado en agosto de 2020, se complementa con los ministerios de educación de las provincias y Educ.ar, sociedad del Estado. 

El desarrollo de este plan estará bajo la órbita del Ministerio de Educación de la Nación y tendrá como meta distribuir dispositivos tanto a alumnos secundarios como a docentes. El Plan Federal Juana Manso también incluye recursos y herramientas educativas, desde videos a bibliografía, así como aulas virtuales de Moodle (también de software libre) donde se podrán encontrar virtualmente docentes y estudiantes.

“Nos parece importante instalar la idea de soberanía tecnológica y educativa, donde es el Ministerio de Educación, quien decide qué es lo mejor para las y los estudiantes”, explica Laura Mares Serra, responsable del portal Educ.ar. Fuentes del Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires explicaron a ANCCOM que aún no saben cuántos dispositivos serán entregados a esta sección y de momento continúan distribuyendo elementos tecnológicos que estaban almacenados y que fueron puestos a disposición para alumnos, alumnas y docentes.

Las empresas que resultaron adjudicatarias en la producción de estos dispositivos fueron EXO, BGH, Pc Arts, Coradir, Air Computers, Grupo Núcleo y Newsan. Según fuentes del Ministerio de Educación, el plan logra así un tercer objetivo: generar nuevas fuentes de trabajo en los polos en donde se producirán y se desarrollarán estas máquinas. Según informó la cartera de Educación, se distribuirán 600 mil computadoras, que serán entregadas a lo largo y ancho del país.

Desde el Ministerio de Educación destacan la importancia del uso de software libre en el marco de los usos educativos ya que “la tecnología no es un espacio neutral”, como explica Serra. “Usar software libre en educación tiene múltiples aristas, entre ellas soberanía tecnológica y pedagógica. En este marco, es importante que sea el Estado quien decida qué herramientas usas y no las corporaciones”, indicó Javier Castrillo, coordinador del equipo que desarrolla Huayra: “Permite que el Estado, junto a otras políticas de desarrollo, oriente la capacitación y participación de la comunidad educativa”.

Con Huayra 5.0 el usuario puede compartir, editar y compartir sin la necesidad de pagar y sin restricciones. Para el desarrollo de este sistema operativo trabajan en complemento programadores, artistas gráficos, sociólogos, pedagogos y comunicadores de distintas partes del país. “El software se actualizó luego de cuatro años de abandono y se adoptó de acuerdo a los nuevos dispositivos”, destacó Castrillo. En este plan, los dispositivos contarán con más de cien programas y mil recursos educativos abiertos desarrollados por el Ministerio de Educación para docentes y estudiantes. El programador indicó que fue el ministerio y sus especialistas los que hicieron la selección de los elementos de software se iban a encontrar y señaló que la aparición de aplicaciones de diseño multimedial o programación, son cosas que se están fomentando desde el gobierno. Mientras que la titular de Educar Laura Mares Serra agrega: “En lugar de estar sujetos a pago de licencia a un proveedor, se invierte ese presupuesto en investigación y desarrollo propio”.

            El plan Juana Manso dispone además un repositorio federal de recursos educativos abiertos en donde se hallan materiales audiovisuales y bibliográficos abiertos y gratuitos para que docentes y estudiantes puedan trabajar y consultar. “Los libros son libres de derechos. Además contamos con juegos, simuladores y secuencias didácticas”, señala Mares Serra. El contenido se renovará quincenalmente y se actualizará en la nube, mientras el contenido digital  multimedia y bibliográfico son descargables y no consumen datos de los usuarios.

Tanto Castrillo como Serra relacionan el uso de software libre con la soberanía tecnológica y sus usos en el marco de lo educativo. “El software libre permite aprender como está programado, podes hacerle reformas, localizaciones, traducirlos y hacer duplicaciones de la duplicación”, explicó Castrillo.

Otra forma de desarrollo tecnológico es posible

Otra forma de desarrollo tecnológico es posible

La tecnología nos atraviesa en casi todos los aspectos de nuestra vida: es transversal a nuestros momentos de ocio y de trabajo en partes iguales. El debate se centra, desde hace tiempo, en cómo la tecnología puede afectar nuestra calidad de vida -para bien o para mal-, y si vamos a ser, según qué lado de la discusión se tome, controladores o controlados. El desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) avanza a pasos agigantados, y no es ajeno a las formas y a las herramientas laborales actuales que requieren actualizaciones constantes, pero que por otro lado han logrado acrecentar aún más las desigualdades existentes en la sociedad.

En el sector de informática y sistemas, esta problemática se ve especialmente exacerbada. Los gigantes tecnológicos, a pesar de la crisis mundial proporcionada por la pandemia, no dejaron en ningún momento de recibir ingresos, sino más bien todo lo contrario: Amazon, Apple, Alphabet (la multinacional cuya principal filial es Google), Microsoft, Facebook, Tesla y Netflix lograron crecimientos récord en los últimos meses. Durante el primer trimestre de 2021, sólo Amazon ganó cerca de 840.000 dólares por minuto y Apple, 690.000 dólares cada sesenta segundos. ¿Cómo se traducen estos números en una realidad donde la crisis, la pobreza y la desocupación azotan a un gran porcentaje de la población mundial? ¿Qué relaciones de trabajo y formas de configuración de nuestras vidas, que están en contacto constante con la tecnología, se esconden detrás de los éxitos financieros de estas grandes empresas?

Un grupo de argentinos y argentinas brinda, desde hace más de diez años, una respuesta alternativa a las formas de trabajo tradicionales en este sector, ligado a sus esfuerzos por proporcionar soberanía tecnológica y libre acceso a la información. La Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC) es un espacio fundado en 2011 por un conjunto de cooperativas de trabajo del sector tecnológico, que se encarga de intercambiar información y conocimiento, como así también de construir soluciones colectivas en forma colaborativa. Cada uno de sus proyectos está pensado para desarrollar tecnología que den cuenta de las necesidades sociales, políticas, culturales y económicas en nuestro país. Actualmente FACTTIC está conformado por 30 cooperativas que aglutinan a más de 400 profesionales abocados a desarrollar proyectos vinculados al Estado, a otras cooperativas y a empresas privadas. 

“Nuestra cooperativa en particular, arrancó con un grupo de personas que íbamos a la UTN, éramos todos estudiantes de ingeniería en sistemas y estábamos un poco cansados de las formas de producción tradicionales que tienen las agencias de desarrollo de software o las consultoras tradicionales en las que siempre estábamos corriendo para trabajar, no te daban mucha explicación, trabajabas en proyectos que no te interesaban o no te gustaban, sabías que estabas generando mucha diferencia para tu jefe, y que básicamente esa diferencia tampoco la veías retribuida en calidad de trabajo”, explica Nicolás Dimarco, socio fundador de una de las cooperativas que forman parte de FACTTIC, Fiqus. “Terminás trabajando bajo un esquema más tradicional sobre el cual no tenés injerencias sobre un montón de cosas -agrega-. Por ejemplo, quien vende el proyecto no es el mismo que el que lo va a desarrollar, entonces ahí el foco está puesto en cuánto se cobra, o si está bien vendido, más que si el proyecto está bueno, si tiene un buen impacto, si está alineado con los valores tuyos y de la organización a la que pertenecés. Entonces de alguna manera queríamos un cambio”. 

Dimarco cuenta que el proceso hasta la conformación de Fiqus estuvo basado en las decisiones personales de sus miembros fundadores de renunciar a sus trabajos y descubrir nuevas formas organizativas en el mundo laboral: ”Lo primero que pensábamos hacer era una SRL, porque era lo que nos habían enseñado. Nunca nadie nos habló de cooperativismo, mucho menos en la UTN que te formaba para ser gerente de una empresa tradicional. Entonces encontramos esta forma asociativa que al principio nos encantó, nos rompió la cabeza. Buscábamos cooperativas de desarrollo de software y fuimos a una reunión donde nos atendió Gcoop (otra cooperativa de la Federación), y no podíamos creerlo porque fue un cambio de paradigma en nuestro cerebro”, explica, y sigue: “Llegamos ahí, éramos cuatro pibes que querían arrancar una empresita, y lejos de vernos como una competencia, nos abrieron la puerta, nos sentaron en la sala de reuniones y nos mostraron los números, las formas de organizarse, los clientes y cómo hacer para conseguirlos. Es otro paradigma realmente”.

Facttic está integrado por 30 cooperativas.

Otra de las cooperativas que forman parte de FACTTIC es Gcoop, que trabaja desde hace 14 años en el desarrollo de software libre, brindando soluciones alternativas al Estado y a distintas empresas y organizaciones: “Hay algunos autores que plantean que hay una doble explotación en nuestro sector. Porque cuando hacés un software o una aplicación, el valor de ese software en general se realiza en la comercialización”, explica Pablo Vannini, sociólogo y Master en Economía Social, quien también es socio fundador de Gcoop. “Es como una vacuna: te cuesta hacerla la primera vez, pero ya después el costo de reproducción marginal es muy bajo, y los precios de los sistemas y las aplicaciones son muy altos. En general, el trabajador participa sólo de la creación, y las empresas no sólo lucran de su trabajo, sino que después lucran infinitamente cada vez que revenden ese mismo producto en el cual no lo están haciendo parte a ese trabajador”. Tanto Gcoop como Fiqus y el resto de las cooperativas de FACTTIC trabajan en proyectos que abogan por el software libre, entendiéndolo como parte fundamental dentro del cooperativismo. “En general las empresas de tecnología son lugares de pleno empleo, con muy buenos salarios, pero también lugares de mucha rotación porque la gente nunca está conforme. Entonces, nuestra propuesta es siempre que el cooperativismo sea la solución”, sigue Pablo. “Y que en general, nosotros venimos del mundo del software libre y decidimos que lo mejor para crear una sociedad mejor es compartir el conocimiento, porque de hecho ahora en la pandemia lo estamos viendo. La discusión sobre las patentes es esa. El conocimiento circula más rápido si es libre, entonces si nosotros proponemos compartir el conocimiento, compartamos también las decisiones, compartamos la plata que eso da, compartamos todo. Para nuestra visión, la mejor forma de organización en una empresa tecnológica es con una cooperativa”.

Entre algunos de los proyectos llevados a cabo por la Federación, se encuentra el llamado IA², un software de código abierto que integra un conjunto de herramientas desarrolladas para facilitar la transparencia en instituciones y fortalecer la vinculación con la ciudadanía. Se trata de la aplicación de técnicas de Inteligencia Artificial para la anonimización de datos personales contenidos en documentos públicos, reduciendo el tiempo dedicado a la tarea y el margen de error. “Aplicamos inteligencia artificial en procesos de instituciones públicas o privadas, por ejemplo, ahora estamos apuntando mucho a la justicia”, explica el socio fundador de Fiqus. “Estamos anonimizando sentencias judiciales para contribuir a los datos abiertos para que después esas sentencias anonimizadas con inteligencia artificial se puedan publicar y que los datos sean accesibles para toda la población. También trabajamos con un observatorio de datos de la mujer para las sentencias judiciales relativas a casos de violencia de género. Es un proyecto intercooperativo donde participan cinco cooperativas distintas de la Federación. Venimos trabajando en eso hace ya casi un año”. 

Por otra parte, la Federación impulsa un proyecto que surgió en Francia sobre cooperativas de plataformas de reparto, llamado CoopCylce. “En el mundo de las plataformas, sobre todo lo que tiene que ver con Rappi, Glovo, y todo lo que es plataformas de reparto, hay proyectos cooperativos para que no se precarice el trabajo”, cuenta el sociólogo y fundador de Gcoop. “En un proyecto de Francia hicieron un sistema libre que se llama CoopCycle, y lo estamos trayendo para Argentina, localizándolo en el país e intentando que surjan cooperativas de repartidores que trabajen con plataformas que puedan brindar ese servicio. Son sistemas que nos interesan, porque políticamente son importantes para la sociedad de tecnologías en la que vivimos”. 

FACTTIC también fue parte de la marcha virtual que se realizó el pasado 24 de marzo en Argentina por el Día de la Memoria: “Hicimos un pequeño desarrollo para llevar a cabo la marcha virtual. Ese tipo de proyectos los hacemos con software libre”, explica Pablo. “Eso quiere decir que lo liberamos, y a los dos meses se usó ese mismo sistema en Uruguay para la Marcha del Silencio. El software libre lo que permite básicamente es que entre muchos mejoremos algo. Eso le da independencia al cliente porque no depende de un sólo proveedor que sabe cómo hacerlo. A nivel tecnológico genera mejores sistemas porque todos pueden ver cómo está hecho, mejorarlo, y en este caso adaptarlo”, finaliza. 

Facttic fue parte de la marcha virtual que se realizó el pasado 24 de marzo en Argentina por el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

El cooperativismo es una forma de configuración horizontal, democrática y con instancia de consenso entre todos los miembros participantes. Esto, para Dimarco, es una gran ventaja organizativa al interior de cada cooperación, pero que requiere un balance constante con las formas de trabajo capitalistas y sus consecuentes diferencias: “En una cooperativa tenés la posibilidad y la libertad de crear tus propios modos de organizarte, así como tener tu propio reglamento interno. Nosotros lo tenemos. Nuestro reglamento interno explica de qué manera repartimos la plata que entra, y si una persona nueva entra, qué puede esperar del colectivo. Tenemos una instancia de deliberación en la cooperativa que es la Asamblea”, explica. “En estas instancias de deliberación democrática, una persona de la cooperativa tiene un voto, y todas las personas de la cooperativa tienen la misma cantidad: uno. Y su voz vale lo mismo. No es que un voto mío, que soy socio fundador y estoy hace tantos años, vale más que el de una persona que recién entra. Cada persona puede proponer, debatir”. Esta forma organizativa entra en directa relación con cada proyecto llevado a cabo por estas cooperativas, sosteniendo la idea del libre acceso a la información: “Uno puede ponerse muy estricto con eso y que después te sea muy complicado conseguir proyectos, entonces tenés que estar jugando constantemente: definir una base ideológica y a partir de eso construir acuerdos básicos”, continúa Dimarco. “Por ejemplo, no utilizamos herramientas privativas ni pagamos licencias para desarrollar en Fiqus. Cada vez que hacemos un desarrollo tratamos de abrirlo, de liberarlo, para que sea software libre. Desde ese lugar, aportamos al software libre, utilizamos herramientas de trabajo y tecnologías libres para trabajar, porque entendemos que es la manera. Que la manera no es ofuscar el conocimiento, cerrarlo, ponerle un candado y vender las licencias para maximizar las ganancias, sino al revés. Es muy transportable, muy parecido al concepto de cooperativismo. Porque hay mucha colaboración, colaboración de distintas personas para llegar a un objetivo en común. No existe la competencia entre ellas”, finaliza.

El sector de las tecnologías es con frecuencia uno de los que detenta el mayor margen de ganancias, de la mano de transnacionales concentradas en Silicon Valley. Esto muchas veces genera grandes desigualdades con respecto a empresas de América Latina y el resto del mundo. La aplicación del cooperativismo en empresas de tecnología, ayuda a achicar de algún modo esta brecha: “Si bien tratamos de capacitarnos, de vender el valor hora lo que más podamos venderlo, tratamos también de mantener un balance con la exportación que hacemos de los servicios (trabajamos mucho para Estados Unidos y Canadá) y en dejar algo de valor local acá, tener una pata territorial”, cuenta Dimarco. “Porque entendemos que las cooperativas también tienen esa obligación de percibirse como actores sociales que son transformadores del espacio que les toca ocupar”. El equilibrio entre el impacto social de los proyectos que realizan y su sustentabilidad económica, es constante: “muchas veces es difícil encontrar grandes desafíos técnicos en organizaciones sociales. Porque en los proyectos con impacto social, lo prioritario no es cómo están hechas las cosas, la solución técnica que estás brindando, sino que más bien es ir a solucionar el problema que hay que solucionar lo antes posible. Entonces, ahí hay como una disyuntiva que a veces surge dentro de la cooperativa: nos gusta mucho capacitarnos, probar tecnologías nuevas y tratar de volcarlos hacia el ámbito de la economía social, pero muchas veces para mantener ese equilibrio, y por ahí vender esas horas también en proyectos donde se paguen bien o te ayuden a mantener la estructura de la cooperativa, tenés que estar todo el tiempo manteniendo un balance. Es complicado a veces estar todo el tiempo tratando de encontrar ese equilibrio para que las cosas funcionen de una manera tal que vos digas ‘estoy orgulloso u orgullosa de estar trabajando en esto’. Es pura militancia”, finaliza Dimarco.

Sin embargo, los esfuerzos aunados por la Federación y la militancia de sus cooperativas desde que comenzaron este trayecto, tienen un impacto significativo a nivel internacional. A pesar de que el cooperativismo aplicado al sector de tecnologías está presente en otras partes del mundo, Argentina es uno de los países mejor posicionados en la cuestión: “En el año 2019 viajamos a Reino Unido para dar una charla en una asamblea que tiene una red de cooperativas de tecnología que se llama Cotech. Si bien acá tenemos un poco una cultura de pensar que Europa siempre está mejor, en ese viaje nos dimos cuenta que estábamos súper bien acá. Que técnicamente la rompemos, organizativamente estamos muy adelante. Y a nosotros nos sorprendió muchísimo”, continúa Nicolás Dimarco. “Empezamos a hablar de estrategias comunes, fuimos a plantearles que acá tenemos un modelo que funciona, funciona localmente hace ocho años: si llega una oportunidad de trabajo lo hacemos en conjunto, evitamos la competencia, tenemos estas formas de organizarnos para repartirnos el trabajo de forma equitativa y crecer todas las cooperativas en conjunto, articular valores en conjunto. Les encantó, pero todavía no estaban en un nivel organizativo como para poder sumarse porque estaban recién organizándose internamente”. Hoy, FACTTIC forma parte de un foro internacional donde 42 cooperativas de 13 países diferentes están trabajando en conjunto, preguntándose cuáles son las problemáticas en común, y cómo hacer para mejorar el intercambio de proyectos entre ellas. “En lugares como Estados Unidos o Reino Unido, hay muchas organizaciones sin fines de lucro que trabajan con muchos proyectos de gran impacto social e impacto ambiental, que están muy bien pagos y que desde acá no podemos acceder. Acá podemos, tenemos la potencia o la capacidad de tener una sede en cualquier lado donde estemos en contacto, porque al cooperar, es así de fácil. Creo que lo que falta mucho es trabajar en consensos, en acuerdos y en pulir estos mecanismos para hacer que esto crezca, y yo ahí le veo muchísima potencialidad a todo esto”.

Más de 400 profesionales integran Facttic.

Si volvemos al debate del inicio, la respuesta que estos profesionales de la tecnología nos brindan, es que las TICs pueden, en la medida que se siga trabajando para ello, mejorar nuestra calidad de vida. Para estas cooperativas, los proyectos llevados a cabo en la educación y la justicia, son sólo el comienzo de muchas otras problemáticas pendientes de resolución. “Somos una sociedad con mucha tecnología, pero con muchos problemas tecnológicos no resueltos. Y nos sumamos nuevos problemas”, finaliza Pablo Vannini. “Los que hacemos tecnología tenemos que intentar pensar algunas tecnologías que solucionen problemas sociales. En general la tecnología no está pensada para eso, está pensada para obtener datos y buscar nuevos productos y comercializar más, no para resolver problemas”. 

Hoy en día Argentina se encuentra, al igual que muchos países de Latinoamérica, con índices de pobreza y desocupación sobresalientes, y nada parecería más alejado para este contexto que plantear qué tipo de trabajo parece ideal, cuando lo que urge es tenerlo. Sin embargo, este grupo de programadores, ingenieros, economistas, contadores, nos demuestran que la base de la democracia también se encuentra en las acciones cotidianas que llevamos a cabo todos los días, y que podemos lograr desde nuestros lugares de trabajo. Aprender a organizarse, a escucharse, llegar a consensos, compartir y colaborar para seguir creciendo: el cooperativismo se muestra, así como una alternativa para sortear estas dificultades. También, lograr hacer uso del conocimiento de forma libre, compartida, para todos y para todas, como una herramienta de cambio y desarrollo genuino de nuestra sociedad. “Si realmente nos tomamos en serio esto de predicar que existe el cooperativismo, que las universidades cuenten que es una forma organizativa más, que nosotros desde el ejemplo mostremos que es posible, se puede lograr”, sigue Nicolás. “Si yo no tengo a un dueño de una empresa que se está llevando una parte de lo que yo produzco o lo que producimos como grupo, nosotros tenemos que ganar más. Entonces, cuando empecemos a mostrar que realmente funciona, que nos podemos organizar y que funciona, y que además trabajamos con estas metodologías de la horizontalidad y la democracia, yo le veo una muy buena perspectiva. El tema es que tenemos que mostrar con el ejemplo que se puede, y tenemos que salir a contar que existe esta modalidad. Y después que la gente elija”, finaliza Dimarco.