Rafael Nahuel: crónica de un asesinato estatal

Rafael Nahuel: crónica de un asesinato estatal

“Cuando los policías vieron que se cayeron heridos, inmediatamente se fueron. Una vez que les habían pegado los tiros no se acercaron para detenerlos: dispararon a matar y se fueron”. Es el relato de María Nahuel, tía de Rafael Nahuel, el joven de 22 años que el sábado fue asesinado con un balazo de plomo, por la espalda, disparado por un prefecto del Grupo Albatros. El sábado pasado, esta fuerza en conjunto con  la Policía Federal, reprimió a integrantes de la comunidad Lafken Winkul Mapu en las cercanías del lago Mascardi. Las mismas fuerzas ya habían protagonizado el jueves un desalojo en el que violentaron y detuvieron a cuatro mujeres y cinco niños, luego del cual unas diez personas lograron escapar y refugiarse en la espesura del bosque. Durante dos días estuvieron internados en la montaña, sin comer y sin dormir, hasta que finalmente el sábado fueron sorprendidos por un grupo de uniformados que, camuflados entre los árboles, les comenzaron a disparar balas de plomo cuando estaban descansando. Una de esas balas fue la que ingresó por el glúteo izquierdo de Rafael Nahuel y terminó con su vida. Fausto Jones Huala y Lautaro González terminaron detenidos cuando bajaron el cuerpo de Nahuel, y recién ayer a la noche fueron liberados. En diálogo con ANCCOM María Nahuel, tía de Rafael; Romina Jones, vocera del Pu Lof Cushamen; la abogada Sonia Ivanoff y el periodista de Bariloche, Santiago Rey, reconstruyeron lo que ocurrió durante la última semana en en esa localidad patagónica.

Jueves

El proceso de recuperación del territorio en las cercanías del Lago Mascardi comenzó hace dos meses y medio. Durante todo ese período, Rafael Nahuel estuvo presente en Lafken Winkul Mapu junto a su prima, a su tía y a otros compañeros y amigos. “Rafael era una persona muy tranquila, buena y con un buen corazón –recuerda María Nahuel, que también forma parte de la comunidad-. Llegó a nosotros porque quería ayudar, quería hacer su casa allá, vivir en el campo, tener animales; quería vivir vida mapuche. Y también quería trabajar, porque era una persona que trabajaba. Cuando nos instalamos en el campo estuvo con nosotros. Sólo que estaba yendo y viniendo porque trabajaba en Bariloche de distintas cosas”.

En este territorio, los mapuches estaban llevando adelante el desarrollo y la formación de una autoridad ancestral que denominan “machi”: Se trata de la principal figura médica, religiosa, consejera y protectora del pueblo mapuche. “Estaban haciendo una recuperación totalmente pacífica”, subrayó por su parte Romina Jones, vocera de la comunidad Pu Lof Cushamen, de Chubut, que se solidarizó con la recuperación del territorio Lafken Winku Mapu. “Después de la Conquista del Desierto y de las diferentes campañas genocidas que sufrió el pueblo mapuche se encargaron de desaparecer principalmente a nuestras autoridades, entre ellas a los machis –agregó-. Hacía muchos años que de este lado de la cordillera no se levantaba una machi”. Para llevar adelante ese proceso, detalló Jones, el territorio es fundamental, ya que no es posible realizar ese tipo de actividad en la ciudad. “Ningún Gobierno se ha ocupado en cumplir lo que dice su propia Constitución: garantizarnos un territorio amplio y suficiente para desarrollarnos”, agregó.

La recuperación de Lafken Winkul Mapu seguía su curso hasta que, alrededor de tres semanas atrás, comenzaron a merodear por el territorio personal de Parques Nacionales, de la Policía Federal y de otros organismos estatales. El jueves de la semana pasada, la zona fue completamente militarizada e ingresaron al territorio decenas de uniformados de la Federal y del Grupo Albatros. En este primer operativo se llevaron detenidas a cuatro mujeres y nueve niños: un bebé de un año, uno de dos, otro de tres y dos chicos de diez años.  El periodista de Bariloche, Santiago Rey, que cubrió los hechos para el diario Página 12, explicó que “lo que hicieron el jueves antes del desalojo fue cortar la ruta bastantes kilómetros antes, de un lado y del otro, para que no haya testigos ni presencia de nadie que no fueran las propias fuerzas de seguridad. Fue imposible pasar esas barreras, con lo cual desde el punto de vista de la cobertura nos vimos muy limitados para contar lo que pasaba”.

Entre las mujeres que fueron detenidas durante esa jornada se encontraba María Nahuel: “Yo trataba de proteger a mi gente y me ponía adelante de las armas –relató-. Me cruzaban las balas por las patas; nos disparaban por ser mapuches. Yo creo que en ese momento los pu newen (energía del territorio sagrado) me estuvieron cuidando. Los lamien me dicen que arriba de la montaña le decían a mi hija: ‘A tu mamá la habrán matado’, porque veían que las balas me cruzaban por todos lados. Yo gritaba: ‘¡Hay niños, hay niños! ¡No disparen!’. Pero no les importó nada. A los niños los agarraban como muñecos, los tenían colgando”.

Sábado

Cuando el jueves se llevó a cabo el desalojo, Rafael Nahuel no se encontraba en el territorio. “Había ido a Bariloche a ayudar a la casa de su mamá y su papá porque él siempre los iba a ayudar a cargar leña, a hacer diferentes cosas –contó su tía-. Sobre todo volvía a Bariloche a trabajar. Por eso iba y venía. Cuando se enteró de lo que había pasado en Winkul Mapu, decidió a la noche volver para acompañar a los lamien que habían quedado en la montaña”. Los compañeros que quedaban en el territorio se resguardaron en un lugar elevado del cerro, y las horas que pasaron hasta el siguiente operativo fueron precarias. Jones describió que “el ataque del sábado se dio después de dos días en los que ellos estaban corriendo y escondiéndose por la montaña, resguardando sus vidas, sin comer, muy cansados y sin dormir. No sé de qué enfrentamiento están hablando los medios de comunicación y el Gobierno”.

Según contaron las dos mujeres, pasadas las 14 del sábado, la decena de personas que había quedado atrapada en la montaña estaba descansando, cuando se comenzaron a escuchar ruidos entre las ramas, gritos, y luego disparos. “Nuestros compañeros venían bajando, entre ellos estaba Rafael, hasta que fueron sorprendidos por efectivos del grupo Albatros que estaban camuflados en el bosque. Empezaron a gritar ‘¡Al piso, al piso!’ y abrieron fuego con balas de plomo”.

Nahuel relató que los uniformados “decían que tenían una orden de Buenos Aires o del juez, pero no tenían nada escrito. Les tiraron a matar y Rafael cayó. Empezó a sentir un dolor muy fuerte, me contaron los lamien. Otras dos personas cayeron al suelo por el impacto de las balas: Johana y otro lamien más. Cuando los policías vieron que se cayeron heridos inmediatamente se fueron. Una vez que les habían pegado los tiros no se acercaron para detenerlos. Dispararon a matar y se fueron”. Asustados, sus compañeros no sabían qué hacer y trataron de reanimar a Rafael, pero no lo conseguían. “Como no querían que pase lo que pasó con Santiago Maldonado decidieron bajarlo. Todos opinaron que había que bajarlo, nadie quería que muera, entonces ellos mismos lo bajaron corriendo el riesgo de que les meta otro balazo algún policía escondido”. Jones completó con el relato de esos minutos y detalló que “Fausto (Jones Huala) y Lautaro (González) bajaron con el cuerpo de Rafael a pedir ayuda, porque todavía aparentemente tenía signos vitales. En ese momento la policía les dijo que lo dejen en el piso y los esposaron”. Estuvieron detenidos hasta ayer por la noche, cuando fueron liberados. “La justicia decía que ellos habían abandonado a Rafa y es mentira –aseguró María Nahuel-. Ellos trataron de ayudarlo porque nosotros a nuestra gente la cuidamos”.

Cuando a María le avisaron que habían matado a su sobrino viajó lo más rápido que pudo al territorio en conflicto. “Llegué y vi que después de muerto a mi sobrino lo siguieron maltratando –denunció-. Los efectivos lo seguían pateando. A mí me volvieron a detener y me cagaron a palos. Vi que les estaban pegando a mis lamien y vi que a mi sobrino lo seguían moviendo de un lugar a otro. Cada vez que lo movían se les caía una prenda o algo y lo pateaban”, añadió.

Rafael murió por el tiro que entró por un glúteo, dañó órganos internos y causó una hemorragia letal. La autopsia realizada el domingo determinó que la bala que lo mató era de 9 mm, el tipo de proyectil que utiliza Prefectura. Pero en su cuerpo, según contó su tía, aparecieron otras lesiones. “Cuando lo bajaron tenía solo un balazo, pero una vez abajo la policía le seguía pegando; no sé con qué le dieron pero le rompieron la parte de atrás de la cabeza. Fue muy duro ver todas esas cosas, ver los golpes que le daban a mi sobrino que ya estaba muerto”.

El accionar de la “justicia”

El lunes, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y el ministro de Justicia, Germán Gararvano, dieron una conferencia de prensa en Casa Rosada donde principalmente defendieron el accionar de la Prefectura: «El juez necesitará elementos probatorios, nosotros no –dijo Bullrich-. El Gobierno ha definido que esto se realizó en el marco de una demanda judicial dada por el juez Villanueva. Nosotros no tenemos que probar lo que hacen las fuerzas en el marco de una tarea con orden judicial». El miércoles, el presidente Mauricio Macri, desde Tucumán, respaldó a la ministra, cuando tras reiterar sus prédicas en torno al “trabajo en equipo”, y al “diálogo”, dijo: “Todo lo contrario de lo que es la violencia, que nuevamente hemos visto cómo grupos minoritarios intentan llevarnos a esa agenda. Eso, por suerte para ustedes, está pasando muy lejos de acá, en el sur de la Argentina”.

Bullrich y Garavano también subrayaron que había sido un “enfrentamiento”, en el que los mapuches tenían «armas de grueso calibre», y terminaron por definirlos como «grupos violentos que han escalado esta situación; grupos que no respetan la ley”. En cuanto a esta conferencia de prensa, el periodista Santiago Rey señaló que le impactó lo dicho por los representantes del gobierno ya que, mientras transcurría esa conferencia, él se encontraba en el velorio de Rafael Nahuel. “Mientras los funcionarios del Gobierno nacional hablaban de la RAM, de enfrentamiento, de grupos tácticamente preparados para una guerra, yo estaba en el velatorio de Rafael, en una casilla muy humilde, en un barrio muy pobre de Bariloche. La distancia que había entre la realidad y lo que se estaba diciendo en esa conferencia de prensa era enorme”. El periodista destacó, además, que mientras en todos los canales transmitían en vivo la conferencia de prensa, en el velorio sólo estaban él y dos periodistas más de medios independientes. “Me parece que había una desmesura enorme en las posibilidades de comunicación”, subrayó.

La causa por el asesinato de Rafael quedó a cargo del juez federal de Bariloche, Gustavo Villanueva. Romina Jones explicó que “es el mismo juez que mantiene ilegalmente detenido a Facundo Jones Huala. También es uno de los responsables de la desaparición de Santiago y el mismo que dio la orden de desalojo, y el que llevó a toda estas fuerzas armadas al territorio de Winkul Mapu. Él es el responsable de la represión que terminó con la vida de Rafael. Pero a la vez es él el que está investigando su muerte. O sea que se está investigando a él mismo”. La vocera opinó que “se están manejando con toda la ilegalidad porque tienen el aval del Gobierno nacional. Nosotros ya no sabemos cómo defendernos; todos los argumentos legales que podamos tener, con cualquier ilegalidad los echan para atrás”.

Por su parte, la abogada de Jones Huala y González, Sonia Ivanoff, señaló: “Ellos se entregaron con el cuerpo de Rafael y quedaron vinculados con la causa por ocupación ilegítima del territorio. Las dudas del juez eran acerca de si ellos habían sido responsables de la muerte de Rafael, por lo cual el expediente fue caratulado en principio como ‘NN muerte por causa dudosa’”. La abogada apuntó que “las personas que terminaron detenidas fueron las que se entregaron espontáneamente para ayudar a bajar a Rafael con una camilla improvisada con palos y algunas de sus prendas de vestir debido a que le habían pegado un tiro”. Sumado a esto, Ivanoff denunció que ambos detenidos fueron víctimas de múltiples hostigamientos: “El primer día, cuando se entregaron, estuvieron esposados cuatro horas al lado del cuerpo de Rafael ya fallecido. Esa es sólo una parte de la tortura que vivieron”.

Ayer a la noche, pasadas las 22, Jones Huala y González fueron liberados. Entre los estudios que se hicieron en el marco de la investigación, los especialistas no encontraron rastros del uso de armas de fuego en las manos de ninguno de los dos detenidos. “Hay una enorme coincidencia del manejo comunicacional del Estado en el caso Maldonado y en el caso de Rafael”, reflexionó Rey. “El silencio por una parte; la intención de desacreditar los testimonios y las fuentes directas de la comunidad por otra, y la instalación de la idea de convertir en victimarios a los propios integrantes de la comunidad donde estaban oportunamente Santiago y, en este, caso donde estaba Rafael”.

Actualizado 30/11/2017

Lechu y vuelve

Lechu y vuelve

El crepúsculo cae sobre las farolas redondas. Las baldosas dispares, levantadas por las raíces de los árboles, parecen continuar las fachadas de las casas de angostos porches. Los bicicleteros, los canastos de basura y los bancos de cemento coloreados con pedazos de azulejos decoran la calle 28, la entrada a la localidad bonaerense de 25 de Mayo.

“Esta es la Plaza Mitre, la principal. Acá tenés la iglesia, el banco y la Municipalidad. Bah, la ex Mitre le decimos ahora”, cuenta un chico de 18 años que no conoció a Santiago pero sí fue a la misma escuela. “Plaza Santiago Maldonado”, “Lechu vive”, “Lo mató Gendarmería”, “Sos semilla, hermano” son algunos de los grafitis en la glorieta central, y la cara de Santiago pegada en cada árbol.

“¿Me vas a ir a buscar?”

El velatorio comenzó el sábado a las 16 en la esquina de 29 y 6. La Municipalidad ordenó cortar las calles linderas para evitar la circulación vehicular y facilitar la llegada de la gente. “No hay razón, todos tenemos derecho a la vida. Me duele que el pueblo no esté”, alza la voz una mujer. Ella no lo conocía a Santiago pero afirma: “No se puede mirar para otro lado”. “Se ve que no se pueden levantar para despedir una muerte injusta”, agrega otra avergonzada por la ausencia de vecinos en la ceremonia.

“Arrastrar una masa inerte de carne y huesos no es vivir, es solamente vegetar”, se lee en uno de los murales de Santiago. La frase de Severino Di Giovanni atrona en la Agropecuaria 25 de Mayo, recordada por ser una de las últimas en levantar la toma de la ruta en 2008.

“Le decían ‘Lechuga’ porque en los asados no comía carne. Lechuga, Vikingo, Ardilla, Brujo. Como sea, él era un tipo diferente. Vivía riéndose, un verdadero canto a la vida”, subraya Carlos, esposo de una prima de Stella, la mamá de Santiago. “Sergio quería que Santiago estudie, por eso había una tensión entre ellos. Santiago fue un par de meses a La Plata a estudiar Bellas Artes pero al poco tiempo dejó. Un día nos reíamos porque una vez le hizo un tatuaje a Sergio y se lo cobró: “Yo necesito cobrárselo a los que pueden pagarlo para hacérselo gratis a los que no”, había argumentado.

Santiago se llevaba bien hasta con el vecino que era pastor, recuerda Carlos, aunque apenas aparecía la Biblia empezaba el debate en la vereda de la casa: “Remarcaba todo el tiempo que para ser persona no tenías que tener plata. ‘La gente piensa que los hippies somos vagos. ¡Nada que ver!’, decía él. Se hizo una amiga en Mendoza y se fueron juntos a El Bolsón. Ahí Santiago ayudó al padre de esta chica a pintar toda la casa”, evoca Carlos y, mate en mano, con los ojos llorosos detrás de los anteojos, el relato se ensombrece.

“Santiago llamó a la mamá y le dijo que ya tenía toda la plata para emprender el regreso. Le pidió que le haga una torta, que él iba a llegar para su cumpleaños. Stella dice que le dijo: ‘Ma, ¿y me vas a ir a buscar a Bragado?’”. A 55 kilómetros, por allí pasa la única ruta que tienen los venticinqueños para ir al sur, y como Santiago viajaba a dedo, quería que su mamá lo fuera a recibir. Carlos cuenta que la familia está acompañando mucho a Stella. “En las marchas intentamos representar la bronca que causa todo esto. Yo creo que Santiago estuvo en el lugar y el momento no indicados”, opina.

 

“Santiago era amor”

– ¿Ustedes de donde son?

– De Mendoza.

– ¿Vinieron por Santiago?

– Somos amigos de él. Lo conocimos allá.

– No hay derecho. Dios decide cuando nos da y nos quita la vida.

– La Policía nos quita la vida.

Un cigarrillo intenta tapar las lágrimas y la angustia en el pecho. Con los ojos enardecidos de tanto llorar, dos chicos se abrazan en compañía de una de sus madres. Otra chica repasa, con una brocha y engrudo, un corazón hecho en el piso con la foto del Lechu que pide justicia. Una mujer sentada en la esquina se ceba un mate y, con una mirada reflexiva, acaricia a un perro callejero que se le posó en los pies junto a su cartel: “Santiago presente. El Estado es responsable”. En la otra esquina, debajo del techo de un negocio, un grupo de jóvenes con los pelos teñidos, piernas tatuadas, rastas y aritos se resguardan bajo una bandera mapuche y otra blanca que dice: “Muerte al Estado y a todxs sus cómplices lacayxs. Resistencia y sabotaje. LHT”.

“Disculpá, no quiero hablar”, dice una chica con el pelo violeta y esconde su rostro entre sus brazos. Otro joven lleno de rastas y partes rapadas levanta la mano con su dedo pulgar hacia arriba indicando que está todo bien, pero recuesta su mejilla derecha entre sus rodillas y mira la pared. Hacen silencio en señal de respeto, dolor y despedida, seguros de que Santiago es semilla de lucha que renace.

“Santiago era amor, eso era”, resume Guillermina, la esposa del Topo, el mejor amigo de Santiago. “Se potencian cuando están juntos. Bueno… qué raro va a ser decir ‘se potenciaban’”, se corrige tomándose fuerte del brazo de Beatriz, vecina de Santiago de toda la vida, y añade: “De chiquito lloraba cuando la mamá le mataba los piojos. Ya ahí te das cuenta que era otra clase de tipo”.

Beatriz escucha, piensa y suma sus palabras: “Era una persona alegre, gritaba, iba y venía. El siempre cruzaba la calle y se ponía a tocar la guitarra. Cantaba y estaba ahí. También sabía tocar la batería y el siku. Nosotras decíamos que era bien de la mamá y la abuela. Todo este tiempo nos estuvimos juntando en la Plaza Mitre. Organizamos marchas todos los viernes hasta que la familia nos pidió tomar otra frecuencia”.

“¿25 de Mayo? ¡25 de Facho!”, decía Santi. Nosotros, en esta ciudad, somos pocos pero el partido es muy grande. Muchos explotan la tierra para cosechar la soja. ¿Y sabés lo que pasa? A nosotros nos han enseñado a amar a nuestro patrón más que a nosotros mismos. Santi toda su vida luchó contra esto”, interviene Guillermina, cuyo marido es artesano y la única manera de contactarse con él es a través del celular de ella. Este sábado le suena seguido, sucede que es el cumpleaños del Topo y Guillermina dice que se lo pasó abrazado a Germán, el hermano del medio de los Maldonado, sentados en la mesa de su cocina.

“Cuántas tardes de charla en casa… la verdad está en el río, en el sol. Esa es la verdad. Nosotros tenemos que cuidar la naturaleza, no arruinarla. Tenemos que potenciar la medicina de Santiago, del Brujito. Eso sí que es un acto de amor. Hay que llevar la simpleza como bandera. Yo creo que ahora su alma evolucionó. Él siempre fue de muy poca foto, lejos de la cámara. La lucha que nos dejó fue muy importante. No será Jesús con 33 años pero Santiago con 28 nos dejó mucho”.

Último adiós

Son las 11 y la gente se agolpa, busca sombra en las esquinas, bajo los árboles y en las puertas de las casas cercanas a la casa velatoria. Otros siguen la escena encandilados a pleno rayo de sol. Mientras una joven amamanta a su hijo, otra se pone de pie al lado de ella con la foto de Santiago en la espalda y le grita a un camarógrafo de la TV Pública: “¿Cuánto más vas a filmar? ¿Por qué no filmás cómo nos están matando?”. El día anterior, en pleno velorio, se había conocido la noticia del asesinato de Rafael Nahuel a manos de las fuerzas de seguridad en una nueva represión en territorio mapuche.

– Nueve meses en la panza. Nosotros estamos de duelo y allá siguen matando.

– Acá somos siempre los mismos. Un grupo minoritario.

– Yo conozco a la madre de toda la vida. Santiago se puso re contento cuando Stella se jubiló. Le decía que ahora iba a poder salir a disfrutar, a divertirse. Qué cosa, che. Pobre familia.

En un micro se observan los pañuelos blancos. Taty Almeyda, Nora Cortiñas y Lita Boitano son rápidamente reconocidas y desatan una abrumadora y eterna cadena de aplausos, de agradecimiento y alivio para todos. A ellas se sumaron personalidades como Victoria Donda, Victoria Montenegro, Horacio Petragalla, Nicolás del Caño, Miriam Bregman, Vilma Ripoll y el periodista Gustavo Sylvestre.

La puerta de la casa velatoria se abre y junto con todos sus amigos y familiares el cuerpo de Santiago es colocado en el coche fúnebre e inicia su recorrido hacia el Cementerio “Parque Paraíso”. Algunos se acercan y tocan los vidrios del vehículo, otros alzan la voz: “¡Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar!”. Unos chicos gritan para que frene la camioneta blanca dispuesta para los que andan a pie. Todos quieren abrazar a Sergio Maldonado, con cara de agotamiento pero firme, quien finalmente se sube al auto que, en procesión, con una gran cola de autos detrás, toma por la calle 27.

Desbordante de vida, enérgico, sencillo, bondadoso, naturista y antisistema, así era Santiago, quien además se autodenominaba como “antipolítico y antirreligioso”, aunque tal vez habría que decir antipartidario porque su filosofía era pura política. Hoy, en 25 de Mayo, sus murales siguen hablando, como ese que dice “11 de octubre: último día de libertad”, o el profético “La dignidad no se transa ni ante el paredón de la muerte”.

 

 

 

Actualizado 27/11/2017

90 días sin Santiago

90 días sin Santiago

“Santiago era un pibe de paz, y en su memoria una vez más, reclamamos saber qué le pasó y quiénes son los responsables de su muerte y de entorpecer, encubrir y desviar la investigación de su desaparición y su muerte”. La frase de Sergio Maldonado retumbó en los oídos de las más de 120 mil  personas que se congregaron ayer en Plaza de Mayo para que el Estado dé respuesta sobre lo sucedido aquel primero de agosto, en la comunidad mapuche de Cushamen, Chubut.

La convocatoria a la movilización había sido realizada por la familia de Santiago y por organismos de derechos humanos bajo el lema “justicia por Santiago Maldonado, el gobierno es responsable”. El punto central de la jornada se vivió frente a la Casa Rosada, donde la foto del joven volvió a copar cada rincón de la Plaza de Mayo, aunque además se realizaron manifestaciones en distintas ciudades del país. Pasadas las cinco, la multitud, con carteles y banderas, cantaba  por la renuncia de la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, mientras esperaba al único orador del acto, Sergio Maldonado, el hermano de Santiago.

A las seis en punto subió al escenario Sergio, junto a su esposa, Andrea Antico. Acompañándolo estaban las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, entre otros organismos de derechos humanos. Sergio sostuvo que “parte de la sociedad, incluyendo medios de comunicación, quieren cerrar el caso de Santiago, olvidándose de todo lo que pasó en estos meses. Y quieren olvidarse del marco donde ocurrieron hechos en que una fuerza de seguridad del Estado, en este caso la Gendarmería, tiene que dar cuentas de su accionar”.

Sergio Maldonado reclamando justicia por Santiago Maldonado.

“Parte de la sociedad, incluyendo medios de comunicación, quieren cerrar el caso de Santiago», dijo Sergio Maldonado.

Pese al dolor que vive tras la muerte de su hermano, tras permanecer desaparecido por 78 días, Maldonado advirtió: “No cuentan conmigo para sembrar odio ni división de la sociedad. Porque desde el comienzo nuestro único reclamo ha sido obtener la verdad y tener justicia sin distinciones partidarias ni especulaciones electorales como quieren instalar”.

Sergio además pidió verdad y justicia por todos los desaparecidos en democracia. Al momento de hablar de Santiago, su voz se quebró. “Santiago era un pibe de paz, y en su memoria una vez más, reclamamos saber qué le pasó y quiénes son los responsables de su muerte y de entorpecer, encubrir y desviar la investigación de su desaparición y su muerte”.

Entre tanta gente, agrupaciones y organizaciones, ANCCOM conversó con representantes de diferentes sectores políticos. El diputado nacional por el Frente para la Victoria Héctor Recalde sostuvo que “la historia continúa hasta que no se indague bien los causales de la muerte de Santiago. Vamos a seguir insistiendo porque queremos verdad y queremos justicia. No hay ninguna duda de la responsabilidad de la Gendarmería. Si no hubiera reprimido hoy Santiago estaría vivo”.

Concentración por la desaparición forzada de Santiago Maldonado en Plaza de Mayo.

“Santiago era un pibe de paz, y en su memoria una vez más, reclamamos saber qué le pasó y quiénes son los responsables de su muerte», expresó Sergio Maldonado.

Por su lado, Nicolás Del Caño, diputado por el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) denunció que lo de Santiago fue un crimen de Estado. “Santiago no estaba allí ni paseando ni pescando sino que estaba resguardándose, huyendo de una represión ilegal por parte de Gendarmería. A tres meses de su asesinato,  venimos a  gritar bien fuerte juicio y castigo a los culpables de su asesinato y también del encubrimiento que se dio durante todo ese tiempo”.

Para Hugo Yasky, actual secretario general de la CTA, Santiago fue víctima de una  desaparición forzosa. “La Gendarmería y el encubrimiento del Gobierno nacional forman parte de la trama que más temprano que tarde va a terminar de explicar qué ocurrió con Santiago Maldonado”.

Néstor Pitrola, del Partido Obrero, coincide en la responsabilidad del Estado ante este hecho. “Pasaron 90 días de un crimen de estado y aún no hay esclarecimiento de los hechos. Santiago es un manifestante que fue muerto en ocasión de una represión de Gendarmería. Vamos a luchar hasta el final para que paguen las cuentas la Gendarmería y el Gabinete nacional”

Mujer sosteniendo un cartel con el rostro de Santiago Maldonado, pidiendo justicia, en Plaza de Mayo.

«Hoy y cada día pedimos justicia por vos Santiago, solo así podrás y podremos descansar en paz”, sostuvo Sergio Maldonado.

ATE, en tanto,  fue unos de los gremios que tuvo una fuerte presencia en la movilización. Su Secretario General de la seccional Capital, Daniel “El Tano” Catalano, manifestó que “la responsabilidad ejecutora es de la Gendarmería y que hay una responsabilidad política que es del Gobierno nacional, así que venimos a la plaza a reclamar justicia”.

Al cierre de su discurso. Sergio Maldonado agradeció a todos los que acompañaron a su familia en estos tres meses y prometió luchar cada día hasta que se sepa la verdad.“Hoy y cada día pedimos justicia por vos Santiago, solo así podrás y podremos descansar en paz” sostuvo. Mientras tanto, se siguen esperando los resultados de la autopsia para continuar con la investigación.

 

Actualizado 02/11/2017

Benetton intervenido

Benetton intervenido

Hoy a las 5 de la tarde, artistas, investigadores y fotógrafos autoconvocados intervinieron una publicidad de perfume de UNITED COLORS OF BENETTON en la línea D de Subterraneos de Buenos Aires. El fundador de la marca, Luciano Benetton, es también propietario de 900.000 héctareas de sur argentino.
Hace tres meses, Santiago Maldonado era visto por última vez con vida en aquellas tierras.

 

Actualizado 1/11/2017

Nada ha cambiado

Nada ha cambiado

El 17 de octubre de 2014 la familia de Luciano Arruga cargaba sobre sus hombros cinco años y ocho meses de su búsqueda desesperada, de tocar puertas, de gritar su nombre y luchar para no ser vencidos por la impunidad cuando llegó la peor certeza: Luciano estaba muerto y enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita.

Ese mismo día, pero en 2017, fue encontrado el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, luego de 78 días de búsqueda.

Ambos casos se encuentran cruzados por varias coincidencias: fuerzas de seguridad  fueron acusadas de las desapariciones por las familias; dichas fuerzas (en el caso de Luciano, la Policía Bonaerense; en el de Santiago, la Gendarmería)  tuvieron a cargo las primeras horas de la investigación. En ambos casos, la lucha de los familiares –hostigados y menospreciados por  funcionarios judiciales y políticos– fue fundamental para develar el encubrimiento.

Los dos casos también comparten el intento, por parte de los medios hegemónicos, de cuestionar a la víctima e instalar el motivo de muerte de los jóvenes como si fuera una foto: Arruga “murió atropellado” y Maldonado “se ahogó”, sin tener en cuenta que ambos huían de una persecución.

Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, es la principal impulsora de la búsqueda de justicia en una causa que, tras casi nueve años de su desaparición, todavía se encuentra en el período de instrucción.

Durante el proceso de búsqueda, ¿fueron recibidos por algún funcionario?

La realidad es que durante la búsqueda nosotros intentamos poder tener algún tipo de llegada con los funcionarios políticos que tuvieran injerencia en decisiones y que pudieran colaborar con herramientas propias del Estado para poder avanzar en la investigación y no pasaba de reuniones con secretarios, y en muchos casos con secretarios de secretarios, que no podían tomar decisiones concretas en lo inmediato. Eso con el tiempo se iba diluyendo.

¿Qué respuestas les daban?

Eran reuniones protocolares en las que nos decían: “Contame la situación de la causa” o “¿Cuáles son las exigencias?” No se avanzaba concretamente en nada. Nosotros no pudimos llegar a altos rangos. Nunca pudimos sentarnos a hablar con la Presidenta. Y llegar al gobernador Daniel Scioli nos llevó casi tres años. Esa reunión tampoco derivó en respuestas concretas que aportaran. Recién pudimos sentar a los funcionarios de Estado con injerencia en la causa judicial cuando presentamos por segunda vez el habeas corpus que fue a los cinco años de desaparecido Luciano. A través de ese recurso presentado en la justicia federal, nosotros obligamos a las diferentes instituciones del Estado a que den respuestas. Entonces se avanzó inmediatamente en lo que se debía hacer que fue, en primer lugar, comparar las huellas dactilares de Luciano con un registro de NN que tenía el Estado.

¿Qué sentiste en el momento en que supieron que uno de esos NN era Luciano?

Por empezar no se me derramó ninguna lágrima. La desconfianza es tal que hasta que uno no tiene la comprobación genética y la voz de un profesional que te dice que hay un 99,9% de exactitud nosotros no íbamos a decir que ese que se había encontrado era él. Así que nos sentamos en una conferencia de prensa y negamos lo que en ese momento se quiso instalar, que era que Luciano había muerto producto de un accidente de tránsito. Nosotros nos encargamos de realizar una conferencia de prensa porque la gente se podía guiar por las versiones de los funcionarios políticos y de los grandes medios de comunicación e iban a tener mala información. Necesitábamos más que nunca que se escuchara la voz de la familia, que seguía denunciando el accionar de la Policía Bonaerense. A las pocas semanas se concretaba lo que nosotros decíamos, con dos testigos: uno de ellos hablaba de un Luciano que corría desesperado obligado a cruzar por la Avenida General Paz y un segundo testigo ubicaba una patrulla de la Bonaerense a un costado de esa misma avenida. Esos dos testimonios, sumados a otros datos que nosotros teníamos -como la declaración de un testigo de identidad reservada que lo ve a Luciano en el destacamento de Lomas del Mirador prácticamente muerto y dos de los testigos que lo ven en la comisaría octava- son los que siguen alimentando nuestra denuncia en contra de la Policía y de los funcionarios políticos y judiciales que son los responsables de poder mantener una desaparición forzada durante cinco años y ocho meses.

¿Qué pensaste cuando encontraron el cuerpo de Santiago Maldonado justo en el aniversario de la fecha en la que identificaron a tu hermano?

No creo en las casualidades. En lo que sí creo es en la lucha y la presión social por lo que una desaparición forzada significa en la historia de nuestro país. Genera conflictos en cualquier gobierno esa gran fuerza que los familiares hemos hecho (y hacemos) para que la gente se concientice. Eso hizo que nos devolvieran lo restos de Luciano.

Vanesa Orieta en una plaza mirando a cámara

«No creo en las casualidades. En lo que sí creo es en la lucha y la presión social por lo que una desaparición forzada significa en la historia de nuestro país», dijo Vanesa Orieta.

¿Por qué creés que es posible una desaparición forzada en democracia?

Evidentemente se ha hecho un laburo de construcción en el cual la memoria solamente identificaba la violación de los Derechos Humanos como algo propio de la última dictadura militar: ese feroz genocidio que sufrieron gran parte de nuestros hermanos y hermanas. Pero no se pudo hacer la relación directa con una metodología que se extendía en períodos democráticos y que atravesaba gobiernos constitucionales. Tarde se llegó a la comprensión de que quienes estaban sufriendo esta vez con el control, la muerte y la desaparición son los pibes y pibas de barrios pobres. Allí lo que ha operado fuertemente es la discriminación y la criminalización hacia estos sectores, generando lo mismo que se ha generado durante el último genocidio: el “algo habrá hecho”.

Los familiares que nos levantamos organizados y luchando estamos dejando una semilla para que sean las futuras generaciones las que continúen este proceso de memoria dinámica, no estática, que sólo mira el pasado y no hace relación con el presente. Nosotros queremos que nuestra sociedad tenga una memoria dinámica que se comprometa con el pasado, que siga exigiendo memoria, verdad y justicia pero que también entienda que hay un correlato con lo que nos sigue pasando. Queremos que exija, con fuerza también, justicia en los casos de desaparición, gatillo fácil y tortura a nuestros pibes y pibas de los barrios pobres y a nuestros pueblos originarios que son criminalizados y discriminados.

¿Qué pensás del tratamiento mediático que se le dio a los casos de Luciano y Santiago?

Fueron similares. Sobre todo en manos de los medios hegemónicos de derecha que recurrieron a criminalizar fuertemente la figura de la víctima. En el caso de Luciano por ser un negro villero que podría haber estado involucrado en drogas y que por eso le pasó lo que le pasó. En el de Santiago, un pibe vinculado a la RAM, a un sector terrorista y cosas que intentan confundir a la sociedad y que se deshumanice y no contemple la gravedad de que sigan desapareciendo personas. Pero también hay diferencias. En el caso de Santiago fueron todos los medios de comunicación los que lo tomaron: por un lado, fueron los de la derecha con todo su aparato discriminador y criminalizante; pero también lo tomaron los medios un tanto progresistas, que fueron la contrabalanza a esa falsa teoría que se insiste en instalar. En cambio, en el caso de Luciano, por una cuestión estratégica, lo tomaron algunos medios de la derecha para poder pegarle al gobierno de aquel entonces; y los medios oficialistas hablaban poco y nada del caso, lo cual considero un error muy serio y grave porque me parece que más todavía lo tenés que tomar para poder seguir avanzando en la construcción de un país respetuoso de los Derechos Humanos.

La sociedad también tiene una responsabilidad, porque no se conmueve con la pérdida de una vida de un pibe o piba de barrio pobre como lo hace con la muerte de uno de clase media. Y esa es una autocrítica muy fuerte que tenemos que hacer.

Mirta Medina, madre de Sebastián Bordón, le escribió una carta a la madre de Santiago Maldonado. ¿Vos tendrías unas palabras para decirle a su familia en este momento?

Le diría lo que le digo siempre: que estamos con ellos, que los abrazamos y acompañamos desinteresadamente y con la mayor solidaridad y afecto. Que entendemos el dolor, porque lo hemos atravesado. Después, es puro sentimiento. A veces no hay palabras que uno pueda hacer llegar al familiar. Los familiares nos fundimos en el abrazo. Ahí todo está corriendo por dentro y la humanidad de cada uno de nosotros se muestra natural.

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El destacamento de Lomas del Mirador fue inaugurado en el año 2007 por un pedido de más seguridad de vecinos. Se instaló estratégicamente entre los barrios Santos Vega y 12 de octubre. A dos años de su inauguración, entre enero y febrero de 2009, es el espacio donde torturan y hacen desaparecer a Luciano Arruga.

Hoy en ese espacio expropiado funciona el Centro Cultural y Social Luciano Arruga: “El lugar está abierto para niños, niñas y adolescentes. Y para cualquier vecino que se quiera acercar para participar. En nuestros barrios se necesitan centros culturales, escuelas y bibliotecas. Y este espacio viene a traer eso: un lugar donde nuestros pibes puedan hacer actividades como las que hace cualquier otro que tiene todos sus derecho garantizados”, cuenta Vanesa, orgullosa.  

Actualizado 25/10/2017