Diez meses de impunidad

Diez meses de impunidad

Familiares y allegados de las víctimas, docentes de la escuela N°49, la Asamblea de Directores de Moreno, el colectivo Familias por la Educación Pública, gremios como SUTEBA, ATE, CTA, y vecinos y vecinas de distintos barrios del municipio se movilizaron ayer  en la Plazoleta Carlos Fuentealba de Moreno, ubicada en la intersección de la Ruta 23 y Acceso Oeste. ¿Los reclamos? Justicia por las muertes de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez y condiciones dignas para el dictado de clases en el distrito.

“Rubén era mi compañero de vida. Un auxiliar y un docente excelente, tenía un compromiso social maravilloso. Siempre estaba preocupándose por el otro, siempre buscando algo nuevo que hacer para que sus alumnos de la Escuela 49 estuviesen bien”,  comenta Mabel Zurita, esposa del auxiliar Rubén Rodríguez. “Es importante destacar que la situación caótica ya venía anunciándose. Veníamos realizando reclamos a las autoridades pertinentes por las difíciles situaciones que estábamos atravesando en cada una de las escuelas y no hubo respuestas a tiempo” agrega Mabel, que también es docente en Moreno.  “Veníamos hace un par de años reclamando ante las carencias de la escuela -dice indignada-, desde los vidrios hasta las dificultades que había con las pérdidas de gas. Quizás venían, miraban y se iban o venían en otra oportunidad a arreglarlo, si es que volvían. A veces dejaban pasar el tiempo o cerraban alguna llave tratando de solucionar de esa manera el problema”.

Mabel Zurita, esposa del auxiliar fallecido Rubén Rodríguez.

Todos los que se acercaron al acto compartían esta lectura. La muerte de Sandra y Rubén no fue un accidente, se podría haber evitado.  “Las obras deben hacerse con responsabilidad, no es solamente ir y tratar de ocultar provisoriamente una falencia. En algunas instituciones las obras que se hicieron ya están otra vez en malas condiciones”, explica Mabel.

Viviana, secretaria de una escuela primaria y ex compañera de Sandra y Rubén, comparte los motivos por los que se movilizó en esta jornada: “Me acerco porque conocí a Sandra y a Rubén, trabajé con ellos en la Escuela 49 y lo que ocurrió realmente es inexplicable. Nunca nos hubiéramos esperado que pasara algo así pero, en realidad, solo es consecuencia de las políticas implementadas por el gobierno”. Agrega que “si las cosas se hubieran hecho como debería ser, si las escuelas hubieran tenido el mantenimiento adecuado o si se hubiera escuchado la voz, el reclamo que diariamente hacía Sandra a cargo de la escuela como vicedirectora, esto no hubiera pasado”.

Pablo Díaz, en tanto, docente y miembro de la comisión directiva de SUTEBA,  recuerda a Rubén “en la puerta de la escuela, donde nos esperaba cuando íbamos con el móvil de salud para atender a los chicos. Siempre hablaba con él de la realidad de Argentina, de la realidad de Moreno, compartiendo visiones del país que queríamos. Hace diez meses él estaba ahí para garantizarles algo calentito a los chicos”.

Respecto al reclamo de justicia, Díaz comenta: “Las responsabilidades que nosotros creemos que existen exceden al interventor del Consejo Escolar. Las responsabilidades son aún mayores, del ministro de Educación, de la misma gobernadora María Eugenia Vidal” y agrega: “La situación edilicia es grave desde hace muchos años y excede a la gestión de Cambiemos. Lo que sucede es que a esa precarización a la que ya nos habíamos acostumbrado, la gestión de Cambiemos vino a empeorarla. Hubo un abandono total, por eso nosotros decimos que se trata de un asesinato por desidia”.

 

La escuela primaria N°49 hoy

La escuela donde murieron Sandra y Rubén se encuentra en el barrio San Carlos II, a sesenta cuadras del centro del Partido de Moreno. Está ubicada en una zona de clase trabajadora, atravesada por la desigualdad de oportunidades y la crisis económica, como tantos otros barrios del conurbano. Dylan, de 9 años, uno de sus alumnos,  comenta que “el año pasado nos dieron algunas clases en el campito del barrio, porque la escuela estuvo cerrada por lo que pasó. Nos enseñaban allá con un pizarrón. Sandra era la directora, Rubén era portero y yo era alumno de la Seño Laura. Con lo que pasó todos se pusieron tristes pero también muy unidos”.

Marcela Corvalán es docente de la escuela desde hace veinte años, y además era amiga personal de las víctimas. “La comunidad educativa se sintió muy afectada con lo que ocurrió. Son personas que pertenecían a la escuela desde hace muchos años. Rubén hace 26 años y Sandra, 17. Gente muy comprometida, por eso se sufrió tanto, nos afectó tanto y lo vivimos con tanto dolor”, explica.

Esta primaria es de doble escolaridad, y desde su inauguración cuenta con un comedor escolar. Tiene una matrícula formada por 400 niños y niñas, que desayunan, almuerzan y meriendan en el establecimiento. Marcela comenta que frente a los problemas de abastecimiento del comedor “somos las personas de la escuela quienes tenemos que estar reclamando. Los maestros hacemos lo que podemos. Los cocineros y auxiliares cocinan con amor, hacen lo que pueden para que los chicos tengan su plato de comida diaria, más hoy en día que estamos pasando muchísimas necesidades”.

Hernán Pustilnik es docente de tercer grado en la Escuela Nº 49. Despide afectuosamente a los niños y niñas que acaban de finalizar su jornada escolar. Respecto a Sandra y Rubén comenta: “Es algo que uno no asume nunca, lo que pasó acá. Se van a cumplir diez meses, todavía es imposible de entender y mientras que no haya justicia nosotros vamos a seguir luchando. Es raro estar en la escuela sin que ellos estén. A veces es más difícil para nosotros que para los chicos”.

Respecto al 2 de agosto del año pasado recuerda: “El impacto fue terrible. Lo que pasó acá podría haber pasado en cualquier otra escuela” y agrega: “luego de la explosión vinieron a revisar, se empezó solo por el gas, se descubrió que la totalidad de las escuelas de Moreno tenían pérdidas de gas con riesgo de explosión”.

Marcela Corvalán y Hernán Pustilnik, docentes de la Escuela 49 de Moreno.

¿Qué pasa en las otras escuelas?

Actualmente hay alrededor de noventa establecimientos escolares sin calefacción en el Municipio de Moreno. Muchos de ellos cuentan con una instalación nueva terminada, pero no tienen servicio; otras aún sufren pérdidas de gas. Esto genera frío invernal en las aulas, salas de maestros y comedores y, por otro lado, una severa dificultad para preparar alimentos o infusiones calientes para los chicos que asisten a clases.

Más de cincuenta escuelas del municipio aún no dictan clases con normalidad, pese a lo avanzado del ciclo lectivo. En la mayoría de ellas se rota la cursada, es decir que asisten ciertas divisiones o grados unos días y las demás, alternan otros. “En la escuela en la que trabajo por la noche solo están habilitadas tres aulas, damos clases salteadas. Hubiéramos preferido otra respuesta, en especial de la Provincia, que es a quien le corresponden las escuelas de Moreno” explica Hernán.

En el último mes hubo varios  episodios de riesgo reportados en escuelas locales. En la Escuela Secundaria N°27 de Cuartel V hubo una explosión causada por una pérdida de gas. El auxiliar, que estaba intentando encender la calefacción, como consecuencia, perdió el 30 por ciento de la audición y tiene daños en la córnea. A diez días del incidente, sigue internado.

Por otro lado, durante la manifestación en la Plazoleta Carlos Fuentealba, varios vecinos denunciaron irregularidades en las escuelas de sus barrios. Ayelén, madre de un estudiante, expresa: “En este momento en la Escuela Secundaria N° 51 de mi barrio, Villa Ángela, están sin clases porque se desmoronó un pozo que había en el patio y a raíz de eso se rajaron los baños”.

Cuando las condiciones edilicias no son aptas, no sólo se interrumpe el acceso a la educación de los niños, sino que también se pone en riesgo a docentes y auxiliares. Daniel Gómez, también presente en la manifestación, afirma:  “Hace poco explotó una estufa en la Escuela Nº 72 del barrio La Esperanza. No fue otra tragedia, no pasó a mayores pero es riesgoso. Estamos exigiendo justicia y que todas las escuelas tengan todo lo que tienen  que tener”.

Infraestructura escolar, a marzo

Infraestructura escolar, a marzo

Con techos que se caen en plena clase, irregularidades en las remodelaciones y nuevas aulas que no alcanzan –de tan pequeñas– para albergar a la matrícula, el escenario de las escuelas bonaerenses se presenta igual de accidentado que el año pasado. A casi ocho meses de la explosión en la Escuela N° 49 de Moreno, que causó la muerte de la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez, la desidia y la falta de respuesta de las autoridades siguen siendo las mismas.

Previo a la tragedia, en junio de 2018, había trascendido un escandaloso audio de WhatsApp del –por entonces– director de Infraestructura Escolar de la Provincia de Buenos Aires, Mateo Nicholson, dirigido a una colaboradora, donde el funcionario hablaba de inventar presupuestos y de inflar valores para las obras en las cocinas escolares, justo antes de una reunión con María Eugenia Vidal. Nicholson debió tomarse licencia y, más tarde, el 24 de agosto, renunció, tras ser denunciado por fraude en perjuicio de la administración pública por la senadora de Unidad Ciudadana María Teresa García. En medio de este bochorno, el  2 de agosto, una garrafa en mal estado terminó con las vidas de Sandra y Rubén. Dos meses después, la fiscal platense María Eugenia Di Lorenzo archivó la denuncia contra Nicholson por “falta de pruebas”.

Frente al abandono estatal, se formó la comisión “Familias por la Escuela Pública de Moreno”. En diálogo con ANCCOM, Gustavo Azas, miembro de la agrupación y  padre de dos alumnos de la Escuela N° 36 del Barrio La Victoria, comenta: “En septiembre ya querían abrir las escuelas como estaban, como las habían cerrado al momento de la explosión. A los días se detectó que en la mayoría de los establecimientos educativos de Moreno había fugas de gas y fallas edilicias así que por eso se suspendieron las clases. Y ahí nos pusimos al tanto de la paritaria docente que se había firmado en 2011, que incluía doce puntos de habitabilidad que empezamos a exigir que se cumplan a rajatabla”.

La escuela N49 de Moreno, un mes después de la explosión de 2018.

Ese mismo mes, la Provincia se comprometió a realizar obras en las escuelas y se creó un comité de emergencia para su seguimiento conformado por representantes de los gremios  ATE, SUTEBA, UDOGBA, padres, directivos y docentes. “Era algo inédito que las familias participen en la mesa de discusión de la educación pública –recuerda Azas–, cada referente exponía la situación de su zona. Seguimos durante  el verano todos los sábados por la tarde haciendo difusión, repartiendo folletos entre los vecinos para mostrar cómo estaba la situación de las escuelas de Moreno por la hermeticidad que había”.

“El año 2018 –prosigue Azas– terminó  sin clases en Moreno, salvo el jardín N° 60 y la secundaria N° 77 de la Perla que habían sido construidos en 2017. Los docentes se manejaron con continuidad pedagógica. Es decir, los chicos iban a buscar a las escuelas fotocopias una vez por semana y las completaban en sus casas. Ya que los chicos necesitaban contacto con los maestros para llevarlas a cabo, se dieron casos de clases en plazas o en los patios de los colegios que estaban en condiciones, ya que otros están en peligro de derrumbe”. La mayoría de los establecimientos morenenses comenzaron este mes el ciclo lectivo, aunque alrededor de 20 primarias permanecen cerradas.

Azas se refiere a la Escuela N° 36, a donde van sus hijos: “Se otorgó la habilitación por mail el domingo 10 de marzo. El lunes a la noche había llovido, entonces el martes cuando fuimos a la reunión para comenzar las clases detectamos filtraciones en el techo y los padres presentes firmamos un acta rechazando la habilitación hasta que se termine la obra. La empresa que estaba trabajando tenía solamente dos obreros, al otro día vinieron dos más, también para la secundaria N° 76 que está al lado, es el mismo edificio”. Hace poco se contrató a otra pero las deficiencias continúan. “Les pedimos que por favor refuercen las trabas en las puertas. El año pasado se instalaron seis ventiladores y se robaron tres. Los que quedaron los sacamos y los pusimos a resguardo. Han sustraído material didáctico, elementos de sonido, lo que encontraban a su paso”, se lamenta Azas.

Escenario repetido

El último 14 de marzo tres niños resultaron heridos en clase por la caída de mampostería en la Escuela Primaria N° 25 que comparte edificio con la Secundaria N° 33, en el barrio Los Cachorros, Del Viso, partido de Pilar. Fabián Domínguez, docente del establecimiento, relata: “Ese salón tenía ya una grieta hace rato, dentro de esa estructura que cayó había ladrillos. Son chicos de 6 años, estuvieron en observación, eran tres. A uno le lastimó el pie y los otros en la cabeza. A uno le dieron un par de puntos. La escuela está cerrada desde entonces. El viernes 15 de marzo hubo un abrazo simbólico con la presencia de dirigentes gremiales de todas las áreas y en todo el distrito se decretó un paro. Nos dijeron a los docentes del secundario que armáramos un plan de contingencia para entregar fotocopias y que los chicos hagan tareas en sus casas, que la escuela iba a permanecer cerrada hasta nuevo aviso”.

Pedazos de mampostería cayeron sobre tres chicos de seis años en una escuela de Pilar. Uno debió recibir puntos de sutura.

Mientras, terminando el mes, aún hay profesores que no conocen a sus alumnos. “Se corre el rumor de que se van a construir algunas aulas nuevas, necesarias ya que la dirección funciona como preceptoría, portería, sala de profesores y recepción. No sé si se van a construir esas aulas. Me llama la atención que aparezca la plata ahora y no durante estos tres años de gestión de este Consejo Escolar. ¿Ahora tienen recursos y antes no? Y si tenían, ¿por qué no los habían usado? ¿A dónde va el dinero?”, se pregunta Domínguez.

Como tantos maestros, Domínguez va de una escuela a la otra para completar su salario. Como docente también de la  Secundaria N° 21 y la Primaria N° 16 “Islas Malvinas” del Barrio La Lonja de Pilar, cuenta que él “daba clase en el laboratorio, un lugar bastante incómodo porque eran muchos chicos”. “A la vez –señala– están construyendo aulas muy pequeñas donde entran veinticinco alumnos cuando hay cuarenta. Tenía un pizarrón nuevo hermoso que no podía usar porque los bancos estaban pegados, no había lugar para caminar”.

Sin obras sustanciales a la vista y con múltiples anomalías en el arranque de las clases en todo el Conurbano, nada parece haber cambiado mucho desde la tragedia de la Escuela N°49 de Moreno, que por otra parte está impune. Para lo que sí es diligente el Gobierno bonaerense es para perseguir a docentes, como Enrique Elías, Marité Arias y Gabriel Castillo, delegados de SUTEBA Moreno que participaron en las asambleas de octubre de 2018 y que todavía hoy tienen sumarios abiertos por reclamar condiciones dignas de trabajo.

Mural homenaje a Sandra y Rubén en la Escuela N49 de Moreno.