«Tuvimos 2.500 incendios diarios»

«Tuvimos 2.500 incendios diarios»

Sofocados los incendios en Corrientes, Bruno Lovinson, subdirector de Defensa Civil, explica por qué el fuego arrasó con el 11 por ciento de la provincia. Entrevista publicada el 16 de marzo de 2022.

Bruno Lovinson, se desempeña desde 2009 como jefe de cuerpo activo de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Paso de la Patria. Al año siguiente asumió como subdirector de Defensa Civil de Corrientes. De camino al interior de la provincia, en diálogo con ANCCOM, afirmó que el pasado jueves 3 de marzo se reiniciaron algunos focos que, estiman, son rezagos de los incendios anteriores. Sin embargo, asegura que ya están controlados. Ya quedan quedan pocos brigadistas y se está pactando la desmovilización de la totalidad.

 

 

¿Cuáles fueron las zonas más afectadas?

Comprenden los departamentos de Ituzaingó, Santo Tomé, Alvear, San Miguel, San Luis del Palmar, Santa Rosa y Concepción. Son más de 680.000 hectáreas, el 11% de la superficie total de la Provincia.

 

Entre las causas se habla de una sequía que lleva más de tres años pero también se sospecha de incendios intencionales. ¿Qué pasó realmente?

La verdad es que hay una falta acumulativa de lluvias de mucho más que tres años. Nosotros tenemos, por ejemplo, entre 1.800 y 2.000 milímetros de lluvia anuales, pero en los últimos años no superaban los 400 o 500 milímetros. Aparte de eso, tenemos todas las cuencas del Río Uruguay y del Paraná muy por debajo de los niveles normales. Eso obviamente contribuye al estado de sequía, pero los incendios no arrancan solos. Hay algunos que son accidentales como se ha detectado, por ejemplo, en un cortocircuito en una línea. Ahí se generaron los primeros incendios que afectaron a Ituzaingó. Pero después en general, tuvimos 2.500 incendios diarios y esos no se dieron de casualidad.

 

¿Se sabe el motivo de los incendios intencionales?

Más que nada, hablando un poco con la gente del campo, esta no es época de quema de pastura porque si queman en este momento los animales se quedan sin alimento hasta prácticamente noviembre. Generalmente, la fecha de quema está comprendida entre agosto y septiembre, más o menos de cada año. Sí entendemos que se produjeron algunas negligencias por quema de basura o de otro tipo de desperdicio que hicieron tener este tipo de incendio. Estamos hablando de la minoría y tenemos aproximadamente unas 90 causas abiertas y 100 personas detenidas. Todavía la justicia está investigando cuál es el origen de todo este desastre.

 

 

¿En caso de haberse sancionado la Ley de Humedales -de la cual la Legislatura de Corrientes se declaró en contra – podría haber ayudado a evitar los incendios?

Estimo que sí. Si decimos que la mayor cantidad de incendios se dieron en la zona de la reserva, en la zona de los Esteros del Iberá, por supuesto que eso a lo mejor hubiera prevenido algo de esta catástrofe pero estamos hablando de una situación muy amplia.

 

¿Quiénes se ofrecieron a asistirlos?

Buenos Aires, CABA, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, Chaco y Neuquén. Esas son las provincias que más participación tuvieron enviando brigadistas. Brasil estuvo con un cuartel que está en San Borja, limítrofe con Santo Tomé. Ellos estuvieron colaborando varios días. Hubo acuerdos de ingreso con Francia, por ejemplo, que iban a movilizar equipos y algunos países de la Unión Europea que también se pusieron a disposición de la emergencia, de la misma forma que lo hizo Estados Unidos. A su vez, se presentó una brigada de 80 personas de Bolivia que partieron de regreso a su país el lunes pasado.

 

¿En este caso en qué influye la bajante del Río Paraná?

Mucho, pero también puede ser el Río Uruguay. Todos los ríos internos que nacen en los afluentes importantes como el Paraná están bajos. Si el Río Paraná está bajo, también los ríos internos. Por lo cual si estos últimos tienen muy poca agua, todos los campos a través de sus humedales, lagunas, esteros y bañados también van a estar bajos, lo que va a hacer que la capa freática se vaya mucho más abajo y no haya traslado de agua en el campo.

 

¿Cuánto tiempo estiman que van  a tardar en recuperarse las pérdidas de producción y el ambiente natural?

Todo lo que es pastura para alimento de animales se estaría recuperando en menos de un año. Lo relacionado a bosques nativos y plantados va a demandar aproximadamente entre diez y quince años, por lo menos. Ahora en lo que es la fauna tendríamos que hablar que por lo menos va a demandar unos diez años para restablecer la población de animales. La mayoría son animales autóctonos. El ganado en pie va a demandar mucho más tiempo, hay reproducción continúa, es decir que en tres o cuatro años habría nuevamente en la zona donde se ha perdido.

 

¿Se determinó cuánto es la pérdida que sufrieron las diversas industrias?

No, creo que todavía estamos lejos de hacer un estimativo. Primero, porque la emergencia finalizó hace pocos días. Hay que hacer una evaluación de daños mucho más amplia de la que se está haciendo hoy, de daños sobre poblaciones, sobre redes de agua. Estimo que después de eso va a venir la parte productiva, se van a ir pasando etapas para saber o estimar un daño total general que dejó esta catástrofe.

 

¿En qué zonas todavía permanecen los brigadistas?

Hay una estación, una base que se convocó en San Miguel, en la escuela rural agrotécnica EFA. Ahí está concentrado todo el grupo mayoritario de los brigadistas y es hoy la única base operativa en donde todavía están los pertenecientes al Plan Nacional del manejo del Fuego, algunos de las fuerzas de seguridad y fuerzas armadas como Ejército y Policía Federal.

Marcha en defensa del río Paraná

Marcha en defensa del río Paraná

Organizaciones gremiales, políticas y sociales se movilizaron este miércoles hacia el Ministerio de Transporte para exigir una política soberana hacia el río Paraná y la construcción del Canal Magdalena. Se trata de la principal vía de salida de las exportaciones y contrabando de granos.

«Tuvimos 2.500 incendios diarios»

«Tuvimos 2.500 incendios diarios»

Sofocados los incendios en Corrientes, Bruno Lovinson, subdirector de Defensa Civil, explica por qué el fuego arrasó con el 11 por ciento de la provincia.

Bruno Lovinson, se desempeña desde 2009 como jefe de cuerpo activo de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Paso de la Patria. Al año siguiente asumió como subdirector de Defensa Civil de Corrientes. De camino al interior de la provincia, en diálogo con ANCCOM, afirmó que el pasado jueves 3 de marzo se reiniciaron algunos focos que, estiman, son rezagos de los incendios anteriores. Sin embargo, asegura que ya están controlados. Ya quedan quedan pocos brigadistas y se está pactando la desmovilización de la totalidad.

 

 

¿Cuáles fueron las zonas más afectadas?

Comprenden los departamentos de Ituzaingó, Santo Tomé, Alvear, San Miguel, San Luis del Palmar, Santa Rosa y Concepción. Son más de 680.000 hectáreas, el 11% de la superficie total de la Provincia.

 

Entre las causas se habla de una sequía que lleva más de tres años pero también se sospecha de incendios intencionales. ¿Qué pasó realmente?

La verdad es que hay una falta acumulativa de lluvias de mucho más que tres años. Nosotros tenemos, por ejemplo, entre 1.800 y 2.000 milímetros de lluvia anuales, pero en los últimos años no superaban los 400 o 500 milímetros. Aparte de eso, tenemos todas las cuencas del Río Uruguay y del Paraná muy por debajo de los niveles normales. Eso obviamente contribuye al estado de sequía, pero los incendios no arrancan solos. Hay algunos que son accidentales como se ha detectado, por ejemplo, en un cortocircuito en una línea. Ahí se generaron los primeros incendios que afectaron a Ituzaingó. Pero después en general, tuvimos 2.500 incendios diarios y esos no se dieron de casualidad.

 

¿Se sabe el motivo de los incendios intencionales?

Más que nada, hablando un poco con la gente del campo, esta no es época de quema de pastura porque si queman en este momento los animales se quedan sin alimento hasta prácticamente noviembre. Generalmente, la fecha de quema está comprendida entre agosto y septiembre, más o menos de cada año. Sí entendemos que se produjeron algunas negligencias por quema de basura o de otro tipo de desperdicio que hicieron tener este tipo de incendio. Estamos hablando de la minoría y tenemos aproximadamente unas 90 causas abiertas y 100 personas detenidas. Todavía la justicia está investigando cuál es el origen de todo este desastre.

 

 

¿En caso de haberse sancionado la Ley de Humedales -de la cual la Legislatura de Corrientes se declaró en contra – podría haber ayudado a evitar los incendios?

Estimo que sí. Si decimos que la mayor cantidad de incendios se dieron en la zona de la reserva, en la zona de los Esteros del Iberá, por supuesto que eso a lo mejor hubiera prevenido algo de esta catástrofe pero estamos hablando de una situación muy amplia.

 

¿Quiénes se ofrecieron a asistirlos?

Buenos Aires, CABA, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero, Chaco y Neuquén. Esas son las provincias que más participación tuvieron enviando brigadistas. Brasil estuvo con un cuartel que está en San Borja, limítrofe con Santo Tomé. Ellos estuvieron colaborando varios días. Hubo acuerdos de ingreso con Francia, por ejemplo, que iban a movilizar equipos y algunos países de la Unión Europea que también se pusieron a disposición de la emergencia, de la misma forma que lo hizo Estados Unidos. A su vez, se presentó una brigada de 80 personas de Bolivia que partieron de regreso a su país el lunes pasado.

 

¿En este caso en qué influye la bajante del Río Paraná?

Mucho, pero también puede ser el Río Uruguay. Todos los ríos internos que nacen en los afluentes importantes como el Paraná están bajos. Si el Río Paraná está bajo, también los ríos internos. Por lo cual si estos últimos tienen muy poca agua, todos los campos a través de sus humedales, lagunas, esteros y bañados también van a estar bajos, lo que va a hacer que la capa freática se vaya mucho más abajo y no haya traslado de agua en el campo.

 

¿Cuánto tiempo estiman que van  a tardar en recuperarse las pérdidas de producción y el ambiente natural?

Todo lo que es pastura para alimento de animales se estaría recuperando en menos de un año. Lo relacionado a bosques nativos y plantados va a demandar aproximadamente entre diez y quince años, por lo menos. Ahora en lo que es la fauna tendríamos que hablar que por lo menos va a demandar unos diez años para restablecer la población de animales. La mayoría son animales autóctonos. El ganado en pie va a demandar mucho más tiempo, hay reproducción continúa, es decir que en tres o cuatro años habría nuevamente en la zona donde se ha perdido.

 

¿Se determinó cuánto es la pérdida que sufrieron las diversas industrias?

No, creo que todavía estamos lejos de hacer un estimativo. Primero, porque la emergencia finalizó hace pocos días. Hay que hacer una evaluación de daños mucho más amplia de la que se está haciendo hoy, de daños sobre poblaciones, sobre redes de agua. Estimo que después de eso va a venir la parte productiva, se van a ir pasando etapas para saber o estimar un daño total general que dejó esta catástrofe.

 

¿En qué zonas todavía permanecen los brigadistas?

Hay una estación, una base que se convocó en San Miguel, en la escuela rural agrotécnica EFA. Ahí está concentrado todo el grupo mayoritario de los brigadistas y es hoy la única base operativa en donde todavía están los pertenecientes al Plan Nacional del manejo del Fuego, algunos de las fuerzas de seguridad y fuerzas armadas como Ejército y Policía Federal.

El Paraná, cada vez con menos agua

El Paraná, cada vez con menos agua

La bajante del Río Paraná se acentúa, y el agua brilla por su ausencia. Desde la cobertura de ANCCOM del año pasado, el problema no ha hecho más que agudizarse. En ese momento se hablaba de la peor bajante desde 1971, y ahora el arco se corrió a la de 1944, con miras a ser aún peor que aquella que marcó un hito hace 77 años. Los pronósticos no son alentadores, las causas aún son fuente de estudio y debate, las consecuencias pueden empeorar. Una cosa es segura, la bajante es histórica y no hay soluciones sencillas para un río, que pese a ser de los más caudalosos del mundo, es noticia porque se queda sin agua.

El Instituto Nacional del Agua afirma que la tendencia descendente a lo largo de todo el Paraná en territorio argentino continuará al menos en los próximos tres meses. La bajante es sumamente preocupante por su dimensión y también por su duración. El investigador de la Subgerencia de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA, Leandro Giordano, señaló a ANCCOM que no hay recarga hídrica en el Paraná (así como en el Iguazú, que es uno de sus afluentes) desde 2017, tendencia que se agudizó en 2019. En el río Paraguay, otro de los afluentes, la problemática data de mucho antes. El problema es la falta de lluvias. Actualmente estamos en estación seca, el excedente hídrico que alimenta al Paraná se genera en verano, pero lo que llueve en esa estación en los últimos años, no es suficiente. ¿Qué ocurrió el último verano? “Nuevamente predominó el déficit. Si bien hubo algunos eventos concentrados que dieron lugar a algunos repuntes, estos se acoplaron a la tendencia recesiva. No es la recarga que se debería tener para que se recupere el flujo de base, entonces se sigue agotando la reserva”, explicó Giordano.

Para que el caudal se normalice debería llover más de lo normal durante toda una estación. Sin embargo, para el verano se espera una “previsión de normal a debajo de lo normal”, según Giordano. Para el investigador: “Los dos años más semejantes fueron 1944 y 1934: en esos años los mínimos se dieron entre septiembre y noviembre, por lo que una hipótesis es que el mínimo podría darse en esa ventana de tiempo”. Es decir, se espera que la situación pueda empeorar. Lo que ocurrió en aquellos años críticos para que el río se recuperara fue que luego llovió más de lo usual. Algo que ahora no se espera en el corto plazo. Mientras, el agua en los reservorios subterráneos y en los embalses, se consume.

Las consecuencias de la bajante se ven en la captación de agua para consumo urbano, la navegabilidad, por lo tanto también en el comercio, en el ámbito productivo, en la fauna íctica, la estabilidad de márgenes. Julián Monkes, licenciado en Ciencias Ambientales de la UBA, señaló que “si persiste mucho tiempo la bajante puede afectar a la biodiversidad, a fauna que vive de los regímenes del agua que hay en los humedales. Al no tener los campos inundados, va a cambiar la estructura del suelo y la micro y mesofauna. Va a parecerse menos a un humedal y más a un pastizal”. Monkes puso paños fríos a la discusión que se viene dando en torno a las causas de la problemática: “Es muy apresurado decir que esto es a causa del cambio climático, cuando en 1944 hubo una bajante similar”, afirmó.

Las causas de la falta de lluvias que afecta la bajante siguen siendo motivo de debate. Además del cambio climático, se pone la lupa en la deforestación (sobre todo por el Amazonas, de donde proviene la cuenca), lo que para Monkes no tiene una relación directa, ya que el efecto sería mucho más a largo plazo. Sin embargo, explicó que “la deforestación continuada en el tiempo, más habiéndose incrementando exponencialmente en el últimos años en el Amazonas, puede afectar los regímenes de precipitaciones”. La relación está en que “los ríos aéreos conectan el Amazonas de Brasil con nuestra cordillera, el agua evaporada viaja y al chocar con la cordillera precipita. Estamos en un periodo de sequía natural y eso está afectando toda la cuenca amazónica”. En ese sentido, también se pone el foco en el periodo climático de La Niña, caracterizado por ser más seco, del cual estamos saliendo y entrando en un periodo intermedio (ENOS). A nivel más general, el ambientólogo consideró que “uno de los desafíos del nuevo siglo es empezar a tenerle más respeto a la naturaleza y planificar urbana y productivamente en función de los ciclos del ecosistema”.

Por otro lado, en la cobertura del año pasado de ANCCOM se daba cuenta de un proyecto presentado en el Parlasur, dado que es una problemática regional, de declaración de emergencia hídrica y ambiental. “El proyecto lamentablemente no se pudo tratar”, consignó Julia Perié, una de las autoras, parlamentaria del Mercosur y vicepresidenta nacional del Partido Solidario. “De todos modos se mantuvieron las gestiones que permitieron que Brasil abriera las compuertas de las represas para que larguen más agua”, agregó. En los últimos días sin embargo, el gobierno nacional decretó el Estado de Emergencia Hídrica por 180 días en la región de la cuenca del río Paraná. “Me parece importante porque la situación sigue siendo muy grave”, opinó Perié, “seguimos viviendo una situación de emergencia ambiental que nos preocupa mucho”.

Así las cosas, poca agua sigue corriendo por el río, y su ausencia deja a su paso postales dramáticas, consecuencias inversamente proporcionales a su altura e incertidumbre de cuando finalmente se revertirá la situación, y llegará el alivio a sus costas.

Ríos en emergencia: la histórica bajante del Paraná

Ríos en emergencia: la histórica bajante del Paraná

La bajante extraordinaria impacta en la navegabilidad, en el comercio, en la toma de agua y en la presencia de peces.

Bancos de arena que se asemejan a un desierto; botes encallados; barro; muelles de madera que lucen absurdos, pues se levantan sobre la nada y hacia la nada se adentran. En el Paraná falta el agua, y las postales de la cuenca semivacía son impactantes.  Un río caracterizado por su gran caudal que empezó a replegarse sobre sí mismo. Quedan al descubierto en el lecho diferentes objetos que estaban ocultos bajo el agua; el más llamativo sea tal vez un barco –el Parténope- que naufragó en Corrientes hace más de cien años y fue localizado hace seis, a cinco metros de profundidad, y quedó ahora a la vista. Hay tramos en los que incluso se puede atravesar el río caminando. Es la peor bajante en varias décadas.

La problemática afecta a toda la Cuenca del Plata, la segunda más extensa de Sudamérica, pero en el Paraná -el río más importante de esta cuenca-, la bajante alcanza dimensiones extraordinarias. Según los informes del Instituto Nacional del Agua, los niveles del río en territorio argentino están en el mínimo de los últimos 50 años: desde diciembre de 1971 no se observaba una situación similar. Pero más alarmante aún es que, teniendo en cuenta únicamente el mes de abril, una bajante como la actual no se registra desde 1884, hace más de 130 años. La bajante es también extraordinaria en el Río Iguazú, donde el caudal es el menor en por lo menos 40 años; para marzo el río ocupaba una séptima parte de su caudal normal.

Sin lluvia no hay agua

“El escenario que tenemos por ahora es que en el Río Paraná va a persistir en la condición de estiaje (nivel de caudal mínimo), tal vez con oscilaciones poco significativas -señaló Leandro Giordano, investigador de la Subgerencia de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA-. Suponemos que esto se extenderá también durante la primavera”. La respuesta a la falta de agua en los ríos está en la falta de lluvias. Para que el caudal se recupere, debería llover por encima del promedio durante algunos meses consecutivos, es decir, todo lo contrario a lo que viene ocurriendo hace tiempo. Para colmo el invierno, que está por empezar, es época seca.

Las consecuencias de esta escasez abundan de manera inversamente proporcional al agua. La bajante extraordinaria impacta en la navegabilidad, y por ende también en el comercio, así como en la toma de agua, en la fauna ictícola (los peces) y en el nivel de agua del acuífero. “Nuestra población urbana ha ido creciendo, así como la actividad económica agroexportadora, y por ese desarrollo del sistema territorial es que esto representa un mayor riesgo”, observa Giordano. El agua para consumo humano se ve afectada en cantidad pero también calidad, lo cual pasa por una cuestión de concentración: a menor volumen de agua, mayor concentración de nutrientes, algas, sedimentos. 

El caudal promedio anual del Paraná, en Corrientes, es de 16.000 metros cúbicos por segundo. Este mayo fue de la mitad.

Para tener un mapa de situación más completo, Giordano, hidrólogo dedicado a investigar sistemas fluviales, explica qué sucede aguas arriba. El flujo del tramo argentino del Paraná responde al del Alto Paraná –que nace en Brasil-, al río Paraguay, cuyo principal aporte a su vez es el Pantanal, y al Iguazú, también desde Brasil. ¿Qué está ocurriendo en esos ríos? Que tienen también mucha menos agua de la que deberían.

Para ponerlo en números: el caudal promedio anual del Paraná en Corrientes es de 16.000 metros cúbicos por segundo, promedio que en mayo es mayor, de 18.000, pero que en mayo de 2020 fue de apenas 9.900: casi la mitad. “Es muy poca agua para lo que es el Paraná, uno de los ríos más caudalosos del mundo”, sostiene Giordano. En cuanto al Paraguay, continúa, en Puerto Pilcomayo la tasa media anual es de 3.600 metros cúbicos sobre segundo, elevándose a 4.500 en promedio durante el mes de mayo, pero que en mayo 2020 fue de tan sólo 1.900; aquí también, cerca de la mitad de lo habitual. Finalmente, para el río Iguazú, la tasa anual medida en Andresito es de 1.700 metros cúbicos por segundo, promedio que en mayo es de 1.500, y en mayo 2020 fue de 373, ¡la cuarta parte!

En el Iguazú hay déficit de precipitaciones desde junio de 2019, pese a ser una zona que generalmente recibe lluvias todo el año (es, de hecho, el área más lluviosa del país, con alrededor de 2.000 mm por año). En tanto, en el Alto Paraná y en el Paraguay, el invierno corresponde a la estación seca. Es decir que el excedente hídrico que alimenta al Paraná se suele generar en verano, pero en os últimos tres, la lluvia escaseó. “La última crecida fuerte fue en el 2016, y a partir de ahí las precipitaciones se empezaron a situar por debajo de lo normal”, afirmó Giordano, que es también doctor en Ciencias Aplicadas, docente de la UNGS y geógrafo. El déficit de lluvia fue especialmente fuerte a principios de 2019, y volvió a sentirse en marzo de este año.

El agua para consumo humano está afectada en cantidad pero también en calidad: hay más nutrientes, algas y sedimentos.

Proyecto regional

Se trata de una problemática que excede únicamente a la Argentina, los ríos no conocen de fronteras (si bien muchas veces las delimitan), y fue en el Parlasur que se presentó un proyecto de emergencia hídrica y ambiental. “Nuestros ríos están en una situación casi desesperante. La bajante es terrible, donde antes había un río muy profundo hoy la gente lo atraviesa tranquilamente”, señala Julia Perié, una de las autoras del proyecto, que atiende a Anccom desde su Posadas natal. “Hay que tomar medidas urgentes para que esto no acarree males mayores”, sostiene.

El proyecto, que lleva la firma de los argentinos Perié, Cecilia Britto y Nelson Nicoletti, insta a los Legislativos de los Estados parte del Mercosur a declarar la emergencia hídrica y ambiental en los ríos Paraná, Iguazú, Uruguay y Paraguay. También insta a Brasil a cesar con la deforestación del Amazonas. Por otro lado, solicita la creación de un Instituto Internacional del Medioambiente, el Agua y el Desarrollo Urbano, para trazar un plan estratégico ante esta crisis. “La preservación de un recurso natural esencial como el agua es un deber irrenunciable de los estados y de la sociedad en pleno”, considera el proyecto.

Perié, que además de parlamentaria del Mercosur es vicepresidenta nacional del Partido Solidario, apunta que “el agua debe ser considerada un derecho humano y esencial”, y por lo tanto “los gobiernos deben tomar las determinaciones que hacen falta”. Desde su bloque celebraron las negociaciones que lograron que en mayo el embalse Itaipú, en Brasil, erogue temporalmente una mayor cantidad de agua al Paraná, “tras varias reuniones y promesas”, comenta. También presentaron otro proyecto para recomendar la veda de pesca en Entre Ríos y Santa Fe (que rige en otras provincias, como Misiones, Corrientes y Chaco), y proteger así la fauna ictícola. 

Al proyecto de emergencia esperan tratarlo virtualmente. En caso de aprobarse, debería ser tratado en los legislativos de cada Estado parte. “Podemos proponer cosas pero después las tienen que llevar adelante los ejecutivos, y ahí a veces hay trabas, pero no perdemos las esperanzas de que estas cosas se modifiquen, hay que poner estos temas en debate”, señala la parlamentaria.

Tal vez el punto más ambicioso del proyecto sea el concerniente a la deforestación del Amazonas, que pese a los incendios de 2019, pese a la pandemia, no ha hecho más que aumentar, registrándose un 50% más de tala en los primeros cuatro meses del año, en comparación a 2019. “Hace años venimos pidiendo el cese de la deforestación, esa es una de las causas de este problema (en alusión a la bajante de los ríos)”.  La relación está en el denominado proceso de evapotranspiración, por el cual la vegetación emite vapor de agua a la atmósfera. “En algunos casos los intereses políticos que hay detrás de todo esto son más poderosos que las necesidades de los ciudadanos”, expone Perié, al tiempo que apunta contra la “actitud de desidia del gobierno de Brasil”. “El tiempo pasa, la deforestación sigue, la sequía también, y los pueblos son los que tienen estos problemas y necesidades”, añade.

En el Parlasur que se presentó un proyecto de emergencia hídrica y ambiental.

Mirada ambiental

Las problemáticas ambientales, pese a su complejidad e importancia, no suelen recibir la atención necesaria hasta que su impacto es ya ineludible. Anccom consultó a dos ambientólogas que participaron el año pasado del proyecto de extensión del Núcleo de Estudios Amazónicos de la Universidad de Brasilia, experiencia que las llevó a vivir varios meses en la región amazónica. Al llegar, les sorprendió que allí donde suponían que habría selva, había en realidad campos de soja y pastura para ganado. Catalina Fixman y Karin Pereira Jakobowicz señalan que “las nacientes de varios ríos del litoral argentino están en territorio brasileño. Las aguas del Paraná y el Paraguay nacen en la región biogeográfica del Cerrado, ubicado en el centro de Brasil. Entonces, los cambios ambientales en esa región podrían afectar los cursos de agua conectados a la red hidrográfica. Como la sequía se dio en toda la región, abarcando ambos países, la bajante se agrava. Por esto es muy necesario dejar de lado las fronteras políticas a la hora de gestionar los recursos naturales”.

Ahora bien, la raíz de la cuestión, los motivos de la falta de lluvias y la sequía no son aún del todo claras: “Suele llevar varios años de investigación entender el proceso en su complejidad”, observan Fixman y Pereira. “La naturaleza es dinámica y presenta ciclos con fluctuaciones, independientemente de la actividad humana”, aclaran, pero advierten que “el aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos es una consecuencia clara y conocida del cambio climático motorizado por las actividades humanas”.

En ese sentido, las ambientólogas de la UBA apuntan que “la devastación de la Amazonía Brasileña aumentó de forma muy alarmante el último año, siendo promovida por las políticas del gobierno electo en 2018. Esto está trayendo indudablemente consecuencias gravísimas y en muchos casos irreversibles”. Y señalan que “las consecuencias globales, en su mayoría ligadas al cambio climático, aún están siendo estudiadas, por lo que actualmente es difícil definir hasta dónde pueden llegar. Esta incertidumbre debería alarmarnos aún más, porque significa que puede tener un montón de impactos socioambientales que aún no conocemos”.

Lo cierto es que mientras se investigan las causas de fondo de estas problemáticas o la posible incidencia de unas sobre otras, la sequía continúa y los ríos siguen discurriendo cada vez más exiguos en su cauce. Hasta cuando se extenderá y con qué consecuencias, aún se desconoce.