De carne ya no somos

De carne ya no somos

El consumo de carne per cápita em 2019 fue el más bajo desde 2011.

Los altos índices de pobreza, la inflación (que el año pasado superó el 50% y durante el mandato de Macri acumuló más del 200%), la pérdida del poder adquisitivo y las tasas de desempleo generan más que problemas económicos y sociales. La necesidad de llegar a fin de mes obligó a gran parte de la población a modificar sus hábitos de consumo y, más allá de algunos pequeños lujos, los recortes en el gasto familiar alcanzaron a los alimentos.  Los productos que más se vieron afectados por los incrementos  (aparte de medicamentos y pañales) son también aquellos más indispensables: los lácteos, los aceites y el producto que ahora nos interesa, las carnes. De hecho, según un informe de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), en 2019 el consumo por habitante se ubicó en 51,2 kilos, una baja del 9,5% en relación con 2018 y la cifra más baja desde 2011.

Los aumentos en los precios de alimentos impactan no sólo en la economía familiar, sino también en la salud de las personas: reducir el consumo de lácteos y carnes puede provocarnos falta de proteínas, vitaminas y minerales. Sin embargo, este es un caso completamente diferente al de aquellas personas que optan por ser veganas o vegetarianas, ya que éstas eligen a conciencia sus cambios alimenticios y tienen en cuenta sus nuevas necesidades nutricionales.

Según CICCRA, el consumo per cápita de carne vacuna viene en caída desde 2015, con una pequeña recuperación durante 2017 .  El consumo interno de carne vacuna (es decir, la cantidad consumida dentro del país) durante 2019 fue el más bajo desde 2011 , mientras que la exportación durante este mismo año fue la más alta de los últimos quince años, teniendo como referencia las toneladas de carne producidas en el país. Ulises Forte, presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) declaró  que “tenemos un mundo totalmente demandante de carne, pero el mercado interno dejó de comer carne no porque el pollo sea más rico, sino porque no alcanza la billetera”.

«Antes vendíamos una tonelada y media por semana, ahora 600 kilos», dice Matías, carnicero del conurbano.

Esta caída en el consumo interno es pronunciada, y no solo los productores dan cuenta de ello, sino también los comerciantes y los consumidores. Matías trabaja para una carnicería de zona oeste del Conurbano, y aunque el local es reconocido entre sus clientes por tener precios accesibles, también siente la baja en las ventas: “Bajó la venta, como en todos lados. Antes vendíamos una tonelada y media por semana, ahora seiscientos kilos con suerte, menos de la mitad”.

Los consumidores también son conscientes de estos cambios en el consumo: “Ya no hago compras semanales, mucho menos mensuales. Ahora compro para el día a día para mantener un mejor control de lo que gasto. Y carne de vaca estoy comprando muy poco”, dice Brenda, clienta de la carnicería donde trabaja Matías, quien además asegura consumir más pollo que carne vacuna.

Pero no sólo es una cuestión de alimentación, sino también de tradiciones. El asado de los domingos es casi un ritual para gran parte de los argentinos, y la excusa ideal para reunirse con la familia o los amigos, aunque los últimos años la tradición se convirtió en casi un lujo inalcanzable. Claudio es carnicero en Ituzaingó y describe con precisión la caída de las reuniones en las que el asado es el plato principal: “El que antes comía asado dos veces por mes, ahora come una sola vez al mes o cada dos meses”.

En época de vacas flacas los consumidores se las ingenian para llegar a fin de mes, y las estrategias para seguir consumiendo carne sin vaciarse los bolsillos son variadas. Hernán, otro vecino de la zona oeste,  es amante del asado y se rehúsa a perderlo: “Los asados ahora son más choripanes que otra cosa, y también hay más pollos a la parrilla que antes”.

“El mundo es demandante de carne, pero el mercado interno dejó de serlo: no alcanza la billetera”, dice Forte.

Aunque en algunos casos se trasladó el consumo hacia otros cortes de menor precio o por otros tipos de carne, como la de pollo, algunas familias optan por inclinarse al vegetarianismo. Este es el caso de la familia González, que vive en el barrio porteño de Núñez, que ya no puede permitirse hacer dos comidas como lo hacía antes: “Mis hijos son vegetarianos, pero mi esposo y yo no. Antes hacíamos dos comidas, una para ellos y otra para nosotros, con carne. Ahora ya no podemos darnos ese lujo, y con mi marido comemos carne para acompañar una o dos veces por semana”. La carne en este caso dejó de ser el plato principal para convertirse en el acompañamiento.

Cualquier estrategia o truco es válido para ahorrarse un par de pesos y así llegar a fin de mes, y tanto comerciantes como consumidores concuerdan en que el abrupto aumento de los precios, sobre todo en la carne vacuna, produjo la caída del consumo. Algunos decidieron comprar en menores cantidades, para el día a día o con menor frecuencia. Quienes tuvieron la oportunidad, consumen la misma cantidad de carne, pero de cortes más económicos.

Otros reemplazaron en gran medida la carne de vaca por la de pollo, que es mucho más accesible. Mientras tanto, muchos otros disminuyeron considerablemente el consumo de carne en general, en favor de otros alimentos como verduras, legumbres o harinas. Por otra parte, los productores están produciendo muy por debajo de sus capacidades y, aunque las exportaciones subieron, el daño en el mercado interno es muy fuerte.

El nuevo gobierno tiene muchos desafíos por afrontar, y los más urgentes son, en primer lugar, la crisis económica y, después, la social, causada por la primera. Para ello se deberán recuperar puestos de trabajo y poder adquisitivo, para mejorar el mercado interno y reactivar el consumo. Resta esperar cuánto tiempo le llevará a la población  volver a darse el gusto de una reunión familiar o con amigos los domingos, acompañados por el asado característico de los argentinos. En todo caso, si los argentinos dejan de consumir carne que sea por decisión propia, en base a sus gustos y creencias, pero no lo hagan porque no pueden acceder a su derecho a alimentarse.

El plato vacío

El plato vacío

Más gente que van a comer y menos recursos para cocinar, una combinación que estrangula a los comedores populares.

En el conurbano bonaerense la crisis se hace sentir, y mucho. Los índices de pobreza, desempleo e indigencia crecen sin pausa. Un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) resalta que uno de cada cuatro chicos bonaerenses tiene que asistir a comedores para garantizarse comida y que un 14 por ciento del total de los niños pasa hambre.

Eva Rojas, cofundadora del Comedor Ángel Guardián, ubicado en Mariano Acosta, partido de Merlo, cuenta: “La cantidad de gente aumentó enormemente. Cuando comenzamos con el comedor, hace unos cinco años, asistían 35 chicos, hoy ya son más de 100 los que vienen a comer. Lo más impactante es que no son solo chicos, sino familias enteras. Esto llevó a que tengamos que abrir dos merenderos más, no damos abasto con la situación.”

La cantidad de bocas para alimentar se incrementa, pero los ingresos de los comedores no. En este caso, las redes sociales se vuelven un nexo fundamental para las donaciones de particulares. Pamela Gómez, fundadora del Comedor Tata 88, en Moreno, explica cómo salen adelante: “Conseguimos alimentos a través de donaciones que recibimos por las redes sociales. Tenemos la página, y por ahí solicitamos. Hemos hecho peñas, tocan algunas bandas, siempre nos las rebuscamos para conseguir mercadería. Pero ingresos fijos por mes o por semana, no tenemos. Hacemos rifas también en ocasiones.”

Algunos centros reciben aportes de empresas. Ese es el caso de Manos a la Olla, también en Moreno. La presidenta interina de la entidad, Iara Luján, comenta que “hemos recibido donaciones de empresas, hemos recibido pastas y grandes donaciones de sindicatos, pero tratamos de no nombrar a ninguna de estas organizaciones, por una cuestión de que no queremos involucrarnos con la política, ni que nadie de la política nos obligue a tener que nombrarlo porque nos done.”

El problema reside en que la crisis económica también afecta a aquellos que antes aportaban su ayuda al comedor. Pamela recuerda que “teníamos la donaciones de alguna carnicería o verdulería de barrio que nos ayudaba en algo y ahora ya no. Hace un tiempo venimos cocinando siempre lo mismo. Nosotros teníamos desayuno y almuerzo, y ahora el desayuno es té o mate cocido. Antes teníamos leche y una variedad bastante amplia con respecto a las comidas. Ahora  ya no. Hace más o menos medio año que venimos con alitas de pollo. La calidad nutritiva bajó un montón.”

El cambio en el menú es una de las formas de recortar gastos. Las consecuencias en este caso se verán reflejadas en la salud. Juan Carlos Sancheta, referente nacional de la Mesa por la Economía Social y Popular (MESyP), revela algunos datos sobre los problemas nutritivos que reflejó un estudio realizado en Moreno. En este sentido señala : “Hicimos un censo, y de 200 pibes había 175 que estaban malnutridos. Nosotros relevamos mil familias, y de estas mil, 30 desayunan con leche, solo 105 comen dos veces al día, y solo 50 comieron carne la última semana.”

En tanto, Emanuel Alvarez, médico perteneciente a la agrupación “La Dignidad”, realiza trabajos de salud en distintos comedores comunitarios en Zona Oeste. Álvarez comenta el efecto y los riegos de sobrevivir a base de  harinas debido a la crisis. Al respecto, dice: “Algunas familias dependen básicamente del merendero y del comedor para sobrevivir. Tal vez sea su única comida diaria. Hay una cuestión de malnutrición, es decir, que hay niños que se alimentan dos o tres veces al día, pero viven de azúcares y de harina, no tienen accesos ni a frutas, ni verduras, ni a carne, es decir a proteínas. Lo que vimos en Moreno son niños que comen una vez por día y mal, no llegaban a cubrir la cuota alimentaria necesaria como para poder crecer y entonces comienzan con bajo peso.”

Una dieta equilibrada que contemple frutas, verduras y carne, es un factor crucial en el desarrollo de los niños. No se puede culpabilizar al comedor, cuando hay ausencia de otros sectores. El acceso a una sola comida por día refleja que hay familias enteras que no podrían subsistir sin la presencia de esas instituciones. Álvarez opina: “Estamos viendo que hay falta de acceso a los alimentos, no se accede a la leche, no se accede a la carne, porque el aumento de los precios es tremendo. Ya estamos hablando de otro nivel. Esto sumado a que en la mayor parte de las escuelas no están dando el almuerzo. No hay acceso a la comida.”

Desde el Ministerio de Desarrollo Social provincial comentan que más de un millón 700 mil alumnos almuerzan y meriendan en las escuelas. Además, mencionan al programa alimentario “Más vida”, al que acceden 300 mil familias, y la iniciativa “Un vaso de leche”, donde se les otorga leche a 434 mil embarazadas y niños. En cuanto a financiamiento a los comedores, también se creó en 2018 el Programa de Fortalecimiento a la Red de Espacios Comunitarios, mediante el cual otorgan un monto mensual de 5 mil pesos para la compra de alimentos, equipos de cocina, y pago de servicios.

Sin embargo, esa ayuda no parece suficiente. La mayoría de los comedores, o merenderos, sólo abren sus puertas tres veces por semana, o sábados y domingos, con el objetivo de reemplazar la ausencia del comedor escolar. Llegado el invierno, los comedores también llevan adelante otro tipo de asistencia: la donación de elementos de calefacción, y ropa o zapatos.

Natalia Alegría es la fundadora del Comedor “Organización Popular Alondra”, y del merendero “Semillas del Futuro”, en Moreno. Consultada, señaló los tipos de ayuda que se brinda en ambos espacios: “Consigo vestimenta y calzado, todo el año trabajamos con eso. El nombre que le pusimos fue ‘Ropero Comunitario Social y Móvil’, porque una vez que en nuestro barrio se solucionó esta cuestión (nuestros vecinos se visten, tanto chicos como grandes), se traslada a otro lugar. No hay una edad para decirle ‘a este le damos, a este no’, es para todos. Hay barrios en los que tenés una cantidad de abuelos, pero por ahí en otro barrio no, entonces se va trasladando, y así hemos ayudado a un montón de barrios. A veces me donan una tele, una cama, una heladera, y alguien la necesita, entonces yo se la doy. En lo que es colegio también trabajamos un montón, con los profes y directivos hicimos muchas conexiones. Por ejemplo, me traen ropa, calzado, útiles, y se los alcanzamos.”

María Nichea, coordinadora de Comedores Comunitarios en la Municipalidad de Moreno, define el panorama como complejo y comenta: “En comunicación con Desarrollo Social, sabemos que existen alrededor de 400 y 500 comedores, más o menos. Pero es probable que dentro de los barrios haya más de los que se estiman oficialmente.” La presencia del Estado no alcanza para la alta demanda que se sufre en los comedores. Nichea añade: “Provincia entrega mercadería cada 45 días y son solamente productos secos, nada de frescos, nada de verduras.”

Los reclamos no han tenido buenos resultados. En un distrito donde hay muchas carencias, donde la emergencia alimentaria está declarada desde 2017, una solución se ve lejana. Níchea sostiene: “Nosotros seguimos con la emergencia alimentaria y tratamos de que se implemente. No tuvimos muchas respuestas, más allá de decir ‘les doy un par de kilos más de mercadería’ y nada más. La verdad que eso no nos sirve de nada. Nos han dado merenderos reforzados, es decir, te dan mercadería para nada más que cincuenta niños. Esta alimentación viene con cereales, azúcar, cacao, frutas, una vez a la semana, y se supone que eso les tiene que durar a los niños toda la semana. El tema es que solamente son para cincuenta, en esos merenderos en donde nosotros tenemos más de cien pibes.”

 

 

 

 

Hay más localidades

Hay más localidades

A pesar de que la oferta teatral aumentó un 12% respecto al año pasado, el público disminuyó de manera notoria.

La crisis se siente en todos los rubros, pero hay algo que es sabido: la gente reduce primero el entretenimiento. La calle Corrientes fue renovada en todo su esplendor, sin embargo la realidad que se vive día a día es diferente. La Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET) asegura que  en el periodo de enero a marzo de este año bajó un 19% la venta de entradas, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Sin embargo, la cantidad de producciones ofertadas aumentó en un 12 %. Lo que varía es que los elencos son mucho más reducidos y las apuestas son a caras exitosas que el público ya conoce de antemano, como instagramers o artistas del momento. En paralelo, los negocios de otros rubros de la zona también acusan recibo de la recesión.

Las obras pegan saltos dependiendo de su fama y repercusión. Por ejemplo Petróleo, una obra que empezó en el Teatro Sarmiento a 80 pesos «y después de ganar el premio ACE, dio un salto a los circuitos más comerciales», dice Sebastián, que trabaja en la cartelera. Esto implica también un aumento en el precio de las entradas, por lo que los amantes del buen teatro prefieren aprovecharlas mientras se encuentran en el círculo under y apuestan a autores y directores que ya saben cómo trabajan.

Corrientes ofrece alternativas destinadas a todo tipo de público y de bolsillo. Desde shows de stand up que rondan entre los 150 y 300 pesos hasta los teatros más comerciales que pueden cobrar, en promedio,  1.600 cada entrada.

Tanto los productores de espectáculos como el público apuestan a lo seguro. No hay recursos para la experimentación.

“Meter gente cuesta más que antes. Antes, tal vez andaban bien jueves, viernes y sábados y ahora es solamente los sábados. Hay mucha oferta y menos demanda”, sostiene Paula,  una de las tantas volanteras que luchan en la puerta del Paseo La Plaza contra la vasta competencia que tiene enfrente. Una de sus armas es ofrecer descuentos 2X1. Las promociones se volvieron grandes aliadas del teatro, mucha más gente opta por comprar en las famosas “carteleras” o boleterías alternativas que ofrecen descuentos de entre un 20% y un 50%.

“El público se vuelca mucho más a comprarnos a nosotros, con la situación de crisis ve el cartel de descuentos y se tienta más. Aunque hay obras que cuestan 800 pesos, incluso con descuento, no se pueden pagar”, cuenta Sebastián, el chico que trabaja en la cartelera. “Tiene mucho que ver la prensa, los teatros que tienen los mejores equipos son los que llenan. O teatros más chicos que se llevan los mejores premios”, afirma.

Lo más rentable en cuanto a producción y precios de entradas parece ser el stand up, pero sin embargo las salas que los albergan no pasan por su mejor momento. Agustín Parravicini,  dueño de “La Casa de la Comedia”, cuenta que no es tan fácil  mantenerlo. “Bajó muchísimo pero no creo que sea por la situación, es porque en cualquier lado ahora podes ver stand up. Antes la gente venía de todos lados, ahora puede ver stand up en el bar de la esquina de la casa, están tratando de imponerlo”, explica. Incluso productores grandes hoy en día apuestan al género por su bajo costo de producción, lo que agrava la situación.

Aunque parezca paradójico, los shows a la gorra, el fuerte de este teatro.  son un arma de doble filo porque el público desconfía de la calidad de los espectáculos de esta modalidad. “Nosotros no cobramos entrada ni servicio de sala, los chicos tienen el gasto inicial de los volantes para traer a la gente hasta acá y el costo de producción es mínimo. Pero lo importante es invertir en publicidad. Hay menos espectadores,  eso es una realidad y la gente ya no se arriesga a ver algo que no sabe si le va a gustar”, concluye.

Proliferan los shows de stand up, por un lado porque se expande el género y, por el otro, porque son de bajo costo.

Los teatros no son los únicos afectados por la crisis. Con la merma de público en los teatros, se resiente también la actividad en restaurantes o pizzerías. Los días de semana son los más bajos y se condice con las  jornadas en los que la concurrencia al teatro afloja. No obstante, algunos entrevistados coinciden es que la peatonal los ayudó. Desde la inauguración las ventas subieron entre un 10 y un 15% en los locales de comida, lo que resultó en un soplo de aire fresco para estos trabajadores.

“Los teatros no meten gente, excepto  (Pablo) Bossi que siempre le va bien;  en el resto no se ve a nadie” cuenta Jorge, trabajador del café y negocio de condimentos “El Gato Negro” desde hace varios años. Con respecto a la peatonal, él es más escéptico. “Con esto de la peatonal quieren tapar el sol con la mano. A nosotros nos va bien porque estamos dentro de la Guía de Cafés Notables, pero no se ve gente. La peatonal ayudó, pero estamos peor que el año pasado”, indica.

A pesar  de esa situación,  se pueden encontrar algunas apuestas al rubro que están siendo exitosas: el teatro “La Casona” fue reabierto hace cuatro meses con una única producción y entradas a precios accesibles y hasta ahora no se han tenido que suspender funciones, moneda común en este momento en el  que el público falta.  Si se tiene en cuenta el precio de las entradas y a eso se le agrega los entre 500 y 700 pesos por persona que sale la cena, 200 pesos el café con un postre y los 80 de la hora de estacionamiento de ser necesario, una salida al teatro puede costar entre 1.200 y  2.500 por persona. Así,  la Avenida Corrientes se vacía de espectadores y clientes, aunque ahora podamos caminar por ella como si fuera una peatonal europea.

La persistencia del libro

La persistencia del libro

Cada año, la Feria de Editores Independientes debe mudarse a un lugar más grande. Esta vez, llegó al Konex.

La Ciudad Cultural Konex abre sus puertas a la octava edición de la Feria de Editores Independientes (FED) que comienza el viernes 2 de agosto y se extenderá hasta el domingo 4 de 14 a 21. A pesar de la crisis que golpea al sector editorial, la FED continúa de pie y apuesta a la comunión entre lectores, periodistas, escritores, libreros y editores de varios países abocados a un estilo de publicaciones distintas a las convencionales. De entrada libre y gratuita, la feria contará con invitados que brindarán diversos talleres y charlas aptas para todo público.

Un mercado golpeado por la recesión

De acuerdo al informe publicado por el Observatorio de la Universidad de Buenos Aires (OUBA), dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras, en los primeros meses del año la industria editorial argentina sufrió la peor crisis de su historia, vinculada al presente de inflación, devaluación y retracción del consumo. «En lo que va de 2019 se generaron 22,6 millones de ejemplares. Esto muestra una pérdida de un cuarto de tirada promedio para la edición general argentina», señaló en ese informe Adrián Vila,  especialista en Políticas Editoriales de la Universidad de Buenos Aires.

En el mismo informe, Américo Cristófalo, vicedecano de la Facultad de Filosofía, traductor, y editor de Paradiso, había indicado: “El libro es un objeto suntuario y en toda situación económicamente recesiva es una de las primeras materias que cae en el mercado y una de las últimas en recuperarse”.

Víctor Malumian, director editorial de Ediciones Godot, uno de los sellos que participará de la FED y que ha publicado autores como Michel Onfray y Walter Benjamin, sostiene que “el mercado del libro se viene reduciendo continuamente desde que llegó este gobierno. En el 2013 la lectura promedio era de 3 libros por persona y hoy es de 1.3”. Y agrega: “Las políticas económicas que ha tomado Mauricio Macri han reducido el salario real de los ciudadanos, lo que provoca que haya mucha menos inversión en actividades culturales”.

El promedio de lectura en el país bajó, en el último año, a 1,3 libros por habitante. En 2013 era de 3 por persona.

La Cámara Argentina del Libro (CAL) contabilizó, desde 2016, el cierre de 35 pequeñas librerías y otras 30 que han liquidado sucursales, fueron absorbidas por cadenas o achicaron sus espacios y nómina de empleados por el aumento de alquileres y servicios. “Afortunadamente contamos con un ecosistema de librerías y editoriales muy diverso y arraigado culturalmente que permite que la debacle no sea aún mayor”, asegura Ezequiel Fanego, director editorial de Caja Negra, otro de los sellos de lujo presentes en la FED y que ha publicado, entre otros, a Eric Sadin, Mark Fischer y “Bifo” Berardi.

Dentro de ese lote de editoriales figura Leteo. Para uno de sus editores, el poeta Christian Kupchik, el mercado del libro se encuentra en un estado paradojal: “Si nos atenemos a los límites que sugiere el significante ‘mercado’, el paisaje aparece como catastrófico. Pero, al dar tres pasos a un costado, el panorama llama a sorpresa. El libro sigue encontrando signos de una insólita vitalidad a partir del impulso y la energía creadora de una enorme cantidad de agentes que renuevan el interés y reinventan el sentido de la palabra escrita”, declara.

Los países limítrofes presentan una realidad diferente. En Uruguay, el mundo editorial es seguro y estable: “Nosotros no hacemos libros explosivos ni coyunturales, así que el tipo de literatura que ofrecemos tiene un público lector constante, que no sufre los vaivenes de la economía ni de las modas. El problema histórico es el techo bajo por ser un mercado reducido”, explica Julia Ortíz, editora de Criatura, que presentará sus novedades en la FED.

Desde 2016, cerraron 35 pequeñas librerías.

Del otro lado de la Cordillera de los Andes, la explosión editorial ha beneficiado al mercado del libro chileno. “El aumento de la bibliodiversidad, sobre todo en el mundo de la edición autónoma e independiente, ha generado un interés masivo por los libros y por la generación de ferias alternativas gratuitas”, describe Guido Arroyo, editor de Alquimia, otra casa editorial que le dará el toque internacional al evento en el Konex. “En Chile lo que falta es democratizar los accesos al libro porque existen muy pocos puntos de venta. Es un país que tiene escasas librerías que tienden a fracasar económicamente y, a su vez, están concentradas en determinadas comunas”, afirma.

Simón Érgas, escritor y editor chileno de La Pollera Ediciones y uno de los invitados al evento, manifiesta que en su país se vio “una transformación que partió a principio de esta década con las editoriales independientes y principalmente con La Furia del Libro, que las reunió y las hizo ser conscientes de su existencia y sus posibilidades. Esa reunión luego formó un gremio que se relaciona con el Estado al mismo nivel que las trasnacionales”.

Políticas públicas para sobrevivir

“Las políticas públicas son fundamentales en función a la cultura de un país. No sólo se trata de que los editores podamos sobrevivir sino de que a los adultos y niños les llegue literatura de calidad, que les amplíe horizontes y los enriquezca. Es esencial que sigan las compras públicas para que los libros arriben a todos los rincones del país”, ratifica Luciana Kirschenbaum, directora de Limonero, editorial de libros ilustrados, premiada como la mejor de América del Sur y Central en el rubro literatura infantil, durante la última Feria del Libro de Bologna, Italia.

Ezequiel Fanego analiza que “en este momento de extrema fragilidad, lo más necesario es tomar medidas que atenúen los efectos negativos que la economía nacional está teniendo sobre las industrias. Puntualmente, todo lo que contribuya a bajar costos y contrarrestar la caída en las ventas como medidas impositivas”. “Estaría muy bueno que brinden una serie de créditos, tanto para las imprentas, para actualizar su maquinaria, como para los editores así podrían comprar papel o derechos”, asegura Víctor Malumian.

Por su parte, Kupchik considera que “el libro y el trabajo cultural deben ser considerados parte de una política pública. Para ello habría que comenzar por un Estado que asuma su rol de pensar en el bien público y actúe en consecuencia”.

 El rol democratizador de la FED

La Feria de Editores ofrece un espacio para los pequeños y medianos sellos con una producción más artesanal y tirada acotada, como un lugar de intercambio para relacionarse dentro del rubro. “Esta feria posibilita la condensación de los libros publicados por editoriales independientes que no se encuentran en todas las librerías. Es una oportunidad de descubrir nuevos títulos, nuevos perfiles editoriales o de adquirir algún inhallable”, enuncia Lucía Tennina, profesora de Literatura brasileña en la UBA e investigadora de CONICET. Y complementa: “Es clave que se le dé importancia al libro desde un punto de vista cultural y no marketinero”.

Coincide con lo dicho Simón Érgas, de La Pollera Ediciones: “Es una especie de encuentro entre la curiosidad del lector que busca en lo desconocido, y nosotros que estamos aquí, en otro país, con autores que no tienen un nombre a este lado, pero por lo mismo son una novedad. Además de encontrar una literatura no comercial, experimental o más atrevida en algunos aspectos, el lector puede conversar con la gente que hace los libros”, finaliza. Entre los invitados a la Feria que participarán de paneles y charlas se encuentran la ensayista Beatriz Sarlo, el lingüista Santiago Kalinowski, la escritora colombiana Margarita García Robayo y el escritor brasileño Ferrez, referente del Movimiento de Literatura Marginal de ese país.

Para Luciana Kirschenbaum, de Limonero: “Las ferias grandes, por el costo, las características y la duración hacen realmente muy compleja la participación”. La FED permite una comunicación amplia y fluida. Bajo esta misma óptica, Kupchik de Leteo sintetiza: “Es una respuesta auténtica y valiosa a las necesidades editoriales ante una actividad que es asimilada como un valor depreciado y superfluo por las leyes del mercado”.

Una vez más, la Feria de Editores independientes viene a acortar la distancia entre el libro, como producto, y el lector, como consumidor pasivo, para unirlos en un escenario donde la interacción constante es leitmotiv. Toda la programación se encuentra en el sitio feriadeeditores.com.ar

 

 

 

Ventas en picada

Ventas en picada

El cambio de gobierno en diciembre de 2015 y la consecuente modificación de la política económica han profundizado el proceso recesivo durante todo este año, según las estimaciones de la mayoría de las consultoras privadas, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Este fenómeno influye directamente en los comercios minoristas, que sufren la crisis económica, los aumentos en las tarifas y la creciente inflación. En los distritos de Moreno y Merlo, ubicados en el segundo cordón del conurbano bonaerense, estas problemáticas impactan de lleno en los negocios de distintos rubros y se traducen principalmente en una fuerte caída de las ventas. ANCCOM relevó la zona y recogió testimonios de primera mano de los efectos del ajuste.

Una recesión es la categoría técnica que se traduce en la disminución de la actividad económica a través de la baja en el Producto Bruto Interno (PBI) de un país durante un periodo determinado. «Los datos de la realidad son muy contundentes, más allá de las posiciones ideológicas que uno tenga», señaló Esteban Sánchez, licenciado en Economía Política e integrante del Departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno. En el mismo sentido, subrayó que, con las medidas económicas que tomó la gestión del presidente Mauricio Macri, la profundización de la recesión es una consecuencia lógica. Así también lo ven el FMI y la CEPAL, que estiman una caída del 1,8% del PBI para este año.

Pero, ¿cómo afecta este retroceso de la economía a los comercios minoristas de la zona oeste del conurbano? El economista Esteban Sánchez participó de la multisectorial de Moreno que pidió, mediante medida cautelar, la suspensión del tarifazo en los servicios de luz y gas. Allí tuvo la oportunidad de conocer la problemática de los comerciantes. «A partir del aumento de tarifas hay menos ingresos para la compra y los niveles de inflación hacen caer el poder adquisitivo, por lo que la demanda disminuye», explicó Sánchez.

«Las ventas bajaron un montón, un 60% o 70% comparado con el año pasado», afirmó Andrea Ayala, encargada de Play Maxikiosco, ubicado en la intersección de las calles Martínez Melo y Av. Piovano, frente a la estación de trenes de Moreno. Además, agregó que, si el año que viene no mejoraba la situación, el dueño podría cerrar el kiosco. Porcentajes más bajos, pero no menos preocupantes, se obtuvieron en otros rubros. «Este año las ventas bajaron un 40%”, señaló Guillermo Saavedra, dueño de la ferretería EbenEzer de Merlo Norte.

Yael Agüero, empleada de un local de Movistar que se encuentra sobre la Av. Libertador de la ciudad de Moreno, contó en qué medida las ventas disminuyeron: «Por ejemplo, en octubre del año pasado, se hicieron casi 600 ventas y ahora no llegamos a las 200». Así mismo, Franco Trangoni, empleado y yerno del dueño de Ciervo Sport, un local de indumentaria masculina con cuarenta años en Paso del Rey, explicó que el consumo de ropa bajó profundamente: «Ya casi la gente no compra ni carne, así que no pretendamos que compren una remera de primera marca que vale 700 pesos».

“Ha caído la venta un 30% a comparación del año pasado. Bajó la relojería y se venden más artículos de joyería y platería, que son más económicos”, explicó Damián Ezequiel Palazzo, dueño de la joyería y relojería Horeb, local ubicado sobre la avenida principal de Merlo. “Las ventas bajaron un poco, pero trabajamos más horas para compensar”, declaró Juan Carlos Arriaga, dueño de la pescadería “Santa Ana”, quien dijo acomodarse a la situación con ofertas aunque haya menos ganancias.

Los comerciantes aprovecharon las fechas festivas para remediar las pérdidas. Sin embargo, no consiguieron los resultados que se esperaban. «El peor mes de este año fue mayo y ahora octubre está igual o peor que mayo. El Día de la Madre pasó sin pena ni gloria por el local», lamentó Silvia Queiruga, dueña de la Óptica Paso del Rey. Según publicó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas por el Día de la Madre no tuvieron su mejor año en 2016 y las cantidades vendidas por los negocios minoristas cayeron 4,8% frente a la misma fecha del 2015. Este año se eligieron obsequios discretos, lo que le dio más relevancia a rubros de menor magnitud como flores y plantas, bijouterie o regalerías.

«En el caso de municipios como Moreno o Merlo, que son Estados locales con una problemática social importante y bajos niveles de empleo, la recesión repercute aún más y las familias no tienen mucho margen para consumir más allá de sus necesidades básicas», explicó el economista Esteban Sánchez. «Las ventas durante este año bajaron un poco. Nosotros somos un supermercado que nos dedicamos básicamente a la comida, y la gente se volcó a la compra de alimentos y bebidas», relató Guillermo Fernández, gerente de El Tío de Paso del Rey, una cadena de supermercados que tiene también sucursales en Merlo y Moreno. Además, agregó que las ventas cayeron alrededor de un 7% con respecto al año pasado.

Frente a esta crisis, los comerciantes tienen que recurrir a distintas estrategias para poder aumentar sus ventas. «Estamos implementando doce pagos sin interés todos los días, además del plan de 12 cuotas del gobierno», comentó Alejandro Candellon, gerente de Casa del Audio de Merlo, tienda de electrodomésticos que cuenta con quince sucursales en diferentes partes de la zona oeste de la provincia y Capital Federal. «Tratamos de ajustar el margen de ganancia lo máximo posible, mucho no se puede porque los impuestos son altos», contó Manuel Nieva, dueño de un maxikiosco ubicado en el centro de Moreno, quien también agregó que cuidan que no falte ningún producto. «La idea es que si entran diez clientes, tenemos que venderle a once», enfatizó.

«Para aumentar las ventas bajamos los precios, pusimos promociones y colocamos en el local torres de ofertas», declaró Alejandra Roldán, encargada de Star Deportes, local de calzado e indumentaria deportiva, ubicado frente a la plaza de la estación de trenes de Paso del Rey. Las torres de ofertas son cajas apiladas ubicadas en el centro del salón que se utilizan para exponer zapatillas más baratas que el resto. Según las declaraciones de la encargada, le da otra imagen al local, ya que brinda un aspecto de zapatería común y no de calzado de primera marca.

«Si no se toman medidas para el consumo, esto va a seguir igual. Porque es como que a un árbol seco le quieras sacar frutos. Si al árbol no lo cuidás para que se recupere, no vas a tener frutos. No existen los milagros para lo que es el comercio», concluyó Fernando Cáceres, empleado en una zapatería femenina de Moreno, con respecto a sus expectativas para fin de año y el 2017. «No hay ningún futuro, si no cambia todo esto nos vamos a la lona. Cumplí 76 años y hace 50 años que tengo la pescadería. Nunca viví una crisis similar a ésta», declaró un tanto enojada Carmen Delso, dueña de la pescadería El Calamar ubicada en Merlo.

Si bien las estimaciones realizadas por el FMI para este año son más pesimistas que en el mes de abril (cuando había pronosticado una caída del 1% del PBI), el organismo internacional prevé un crecimiento del 2,7% para el año 2017. En su informe Perspectivas Económicas Mundiales, presentado a principios de octubre, el Fondo sostuvo que el crecimiento vendrá dado «gracias a la moderación de la inflación y la adopción de una postura monetaria y fiscal más propicia». La estimación es más cautelosa que la que tiene el Gobierno Nacional en el proyecto del presupuesto 2017, donde se prevé un crecimiento del 3,5%.

En contraposición a estas posturas, el economista Esteban Sánchez declaró que el crecimiento es un dato, no habla de la distribución de la riqueza ni de los niveles de empleo. «El proceso de endeudamiento externo que se está desarrollando actualmente crea veranitos económicos y ficciones de consumo, es decir, te da la posibilidad de patear para adelante los efectos de una política neoliberal», subrayó.

La situación económica afectó de distintas maneras a los argentinos. Desde los aumentos de tarifas, pasando por la incesante inflación y, en muchos casos, llegar a casa y contarle a la familia que se quedaron sin trabajo. En la zona oeste del conurbano, el proceso recesivo impactó directamente en las ventas de los comercios minoristas. El mes de diciembre y el comienzo de un nuevo año son las últimas esperanzas que tienen los pequeños negocios para remontar un año que se transformó para más de uno en un dolor de cabeza.

 

Actualizado 06/12/2016