Ni pan duro

Ni pan duro

En l os últimos doce meses el pan aumentó un 251 por ciento. Los panaderos se quejan de que no pueden evitar los incrementos y cuentan que la clientela ya no compra como antes.

El consumo de pan se ha convertido en una tradición en la mesa de los argentinos. La profesión de panadero se vio fortalecida con las inmigraciones europeas que se asentaron en el país y brindaron sus recetas. Mignones, figazas, milongas, tortugas, rosetas, baguettes y focaccias son algunas de las variedades que se consiguen en casi cualquier panadería tradicional, sin mencionar la inmensa variedad que conlleva la pastelería nacional. ¿Pero qué sucede con la venta de pan en este contexto de inflación descontrolada y licuación de los salarios? El INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), publicó un informe que indica que en los últimos 12 meses el precio del pan aumentó un 251,2%.

Carlos Vázquez tiene 40 años, es el dueño de la panadería Lyon ubicada en Chile y Entre Ríos, en el barrio porteño de Congreso: “Hoy a nosotros nos aumenta todo lo que es materia prima, eso nos incide mucho en los precios. La manteca, la margarina, la harina, los huevos; todo incrementa, por eso tenemos que subir todo el tiempo los precios. El momento en el que más se sintió fue no bien asumió Milei, esa semana todo aumentó casi el doble, aumentamos los precios de golpe y no se vendía nada”. Además dice: “Nosotros vendemos comida también, nos aumentaron los elementos que utilizamos para cocinar y hoy la gente lleva menos, antes venían por un sandwich de milanesa o la tarta y hoy esa misma gente viene con el tupper para comprar solamente el pan, se llevan solo lo justo y necesario. Antes era común que se lleven un kilo de pan y hoy se llevan cuatro o cinco pancitos nada más”.

Las ventas en las panaderías han disminuido en el último tiempo. Esta es una de las consecuencias que trae consigo la pérdida del poder adquisitivo por la inflación que asfixia a los trabajadores

Nélida Guzmán, de 56 años, es cajera en la panadería llamada La Familia del barrio de Pompeya, a pocos metros del puente Ezequiel Demonty ( exPuente Alsina). En diálogo con ANCCOM asegura: “Yo creo que hay clientes que hoy deciden amasar algunas cosas y hacerlas por su cuenta, como las prepizzas por ejemplo. Ya no tengo recuerdos de cuál era el precio del pan hace unos meses y me cuesta aprenderme los valores nuevos porque todo el tiempo tenemos que remarcar de nuevo.”

La trabajadora agrega: “Las masas finas y las tortas hoy son un lujo que se da la gente, sobre todo los sábados y domingos que son los días donde más productos se venden por fuera de lo que es pan. Las docenas de facturas salen esos días, durante la semana llevan en menor cantidad, solo lo justo y necesario”.

En la panadería Caris, ubicada en Microcentro, Carabelas y Presidente Perón, un empleado, que llamaremos Enzo para preservar su identidad real, comenta: “Esto de la inflación viene hace rato. La diferencia con otros años es que ahora el porcentaje subió muchísimo en poco tiempo, llegamos a aumentar un 30% en un solo mes. Ya de por sí esta zona viene en decadencia hace mucho tiempo. Este era un lugar donde antes había muchas oficinas y hoy quedaron pocas; la cantidad de masitas finas o facturas que antes se llevaban para un evento o reunión cayó muchísimo, además de la comida que vendemos en el sector de confitería”. Enzo finaliza con la siguiente reflexión: “Las cargas sociales y de impuestos que afrontan los locales de panaderías son muy altas, tener a los empleados en regla y como corresponde cada vez es más difícil con una situación así. Y los ingredientes para los panificados aumentan un montón y los gastos por fuera de eso también, todo lo contrario de lo que pasa con las ventas

Once días que conmovieron al comercio

Once días que conmovieron al comercio

El impacto de la devaluación desestabilizó a los comercios de barrio. Deben pagar aumentos desmedidos o no pueden abastecerse porque los proveedores especulan con los precios. Los clientes dejan de consumir y, encima, el temor a los saqueos.

Luego del triunfo de Javier Milei en las elecciones de  las PASO, el peso sufrió una devaluación del 21,6% . El dólar blue cerró en el mismo día a 720 pesos para la compra y a 730  para la venta,  un 101.89% por ciento arriba del oficial. El ministro de Economía, Sergio Massa, declaró: “El FMI pedía 100 por ciento de devaluación, después bajó al 60 por ciento y finalmente logramos acordar en el 20 por ciento”. Y para colmo, en la noche del martes hubo saqueos en distintos puntos del país. ¿Pero qué pasó con los precios en la economía cotidiana? ¿Cómo se traducen estos números en el día a día? De qué manera afectan a los comerciantes y consumidores?

El primer testimonio es de un distribuidor que trabaja para Pepsico, su  nombre es Claudio Gracián; su trabajo consta de recorrer negocios y ser el nexo entre los comerciantes y la empresa. Se maneja por distintos barrios de Avellaneda y Lanús y comenta lo siguiente: “Desde la empresa se dio un aumento del 25 por ciento en general, hoy unas papas de 95 gramos te salen 1000 pesos, al no ser un producto de primera necesidad noto que la venta está bajando un montón. Los comerciantes dejaron de comprar bastante estas semanas, antes te compraban de más para stockearse pensado en futuras subas, hoy prefieren esperar a que todo se normalice”.

Por último, cuenta una anécdota que refleja la acelerada suba de precios: “Me pasó de ir a venderle a un cliente y notar que el arroz que estaba en la góndola era más barato que el que yo le ofrecía; subió en una sola semana de 165 pesos el paquete de medio kilo a 310 pesos”.

La dueña de ese local se llama Claudia Nuzzi, atiende con su familia el almacén Cefe, que se encuentra en Villa Jardín, Lanus Oeste. Lo primero que ella destaca es la importante suba en los precios de los fideos y el arroz; fue tal el aumento que el distribuidor encargado de traer esos productos suspendió la visita semanal que tenía pactada debido a que no sabía cuánto debía cobrarle

“Es terrible la suba de precios, se notó mucho más en la semana después de las elecciones, el consumo bajó muchísimo, a  veces el cliente intenta suplantar algún producto que consumía seguido por uno de menor calidad. Además prefieren llevar menos, antes por ejemplo vendía muchísimo pollo hoy compran lo justo y necesario”.

El rubro alimenticio no fue el único afectado. En varias farmacias del Gran Buenos Aires se ven carteles con este tipo de inscripciones: «Estimados clientes: Las farmacias bonaerenses estamos sufriendo problemas de reposición diaria de medicamentos por causas ajenas a nosotros. Estamos atendiendo en emergencia con el stock disponible de la farmacia», firmado por el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires».

Micaela Colombo es empleada de la farmacia Gran, a que se encuentra en Valentín Alsina, y dice: “Nos manejamos por el momento como indica el cartel por el tema de la suba de precios. Hay muchos productos que en este momento no se consiguen y la gente se ve obligada a utilizar la marca disponible venga o no de una obra social o por parte de PAMI Más allá de que nos manejamos con un stock que ya teníamos previamente a la suba no podemos mantener los precios y nos vemos obligados a venderlos con esa misma suba. La gente  no para de quejarse”,

Ella agrega: “La gente no ha dejado de consumir los medicamentos pero sí ha disminuido su cantidad. Quizás antes se llevaban una caja y hoy se llevan una tira, lo que sí se ha dejado de consumir bastante es todo lo relacionado a higiene y perfumería.”

Por último, ya mudándose de barrio, de distrito y de rubro, en la librería Orfeo, del Bajo Flores, dice Tiago Páez: “Ni bien se dieron los resultados de las PASO, recibimos mensaje de la mayoría de los proveedores advirtiéndonos que calculemos todo con una suba del 20 al 25 por ciento aproximadamente. Para ese momento no teníamos un precio fijo de las cosas pero era lo que se estimaba. Nos vimos obligados a realizar los cálculos y modificarlos de inmediato porque la situación no nos permite congelarlo, hay que pensar que uno pone el cuerpo y además gasta en luz, impuestos y todo lo que conlleva abrir un negocios día a día”.

Tiago, que es integrante de la familia que fundó el negocio, cuenta: “Las pautas de consumo fueron cambiando no solo desde las PASO sino desde mucho antes. La inflación este año fue constante, antes la marca de hojas de carpeta más vendida era la Rivadavia, ahora se utiliza mucho la marca Éxito. Lo mismo con los cuadernos, los que más se vendían antes eran los Éxito o Rivadavia, hoy son los Gloria, Asamblea y Ledesma. Uno de los productos que más subió este año son las hojas de resma Ledesma. Hasta el momento tuvimos un incremento del 40 por ciento en su precio en lo que va del año”.  

Blanco y negro sobre la inflación

Blanco y negro sobre la inflación

El índice de inflación de mayo marcó un 7,8%. Si bien hubo una desaceleración respecto al mes anterior, la situación sigue siendo crítica. Un economista cercano al peronismo y otro liberal analizan el problema de los constantes aumentos de precios. Uno habla de multicausalidad y el otro de déficit fiscal. En lo único que coinciden es en que la dolarización no es la solución.

 

Pasó el quinto mes del 2023 y el índice de precios de los bienes y servicios sigue en alza; con un 42,2% de inflación en los primeros cinco meses del año, los ciudadanos se encuentran con cada vez más dificultades para llegar a fin de mes, porque los salarios de los trabajadores no acompañan estos rápidos movimientos de la economía.

Problemas económicos que no tienen freno, que parecieran cada vez empeorar más; con una génesis que no está clara y una sumatoria de percances a la rastra, entre los que están un déficit fiscal que viene desde hace una década, el achique del presupuesto estatal, la deuda con el Fondo Monetario Internacional tomada durante el macrismo, una pandemia, y una sequía que obligaron a una amplia emisión monetaria, más una serie de intentos de políticas económicas que no dieron resultado durante el gobierno de Alberto Fernández.

Es evidente que no hay una única mirada a la situación actual, porque los economistas tienen perspectivas distintas en cuanto al origen de los altos índices de inflación en el país. Sergio Chouza, economista y columnista, aliado a las ideas del peronismo, sostiene: “La inflación es un tema con una multicausalidad de componentes donde la base es la de los desajustes macroeconómicos”. Mientras que Christian Buteler, empresario y analista financiero con mirada liberal, afirma: “La causa de la inflación es exclusivamente la emisión de pesos, después uno debe analizar el detrás y la justificación del por qué se hace”.

Ahora bien, la crisis existe, pero ¿cómo salimos de ella? Claramente no hay receta ni una fórmula que asegure un mayor bienestar económico, pero sí debe haber determinadas políticas que sea cual sea el color político, se deberían tomar. “Se debería ir a un programa de estabilización macro integral donde obviamente el centro tiene que ser una política antiinflacionaria consistente”, afirma Chouza.

Por su parte, Buteler comenta: “Al haber tantos desequilibrios macroeconómicos desde hace más de dos décadas, tiene que realizarse un plan integral, que considere a la economía como un todo, viendo la parte monetaria, lo fiscal, lo cambiario, al tema subsidios o asistencia social, y todo basándose en buscar un equilibrio fiscal, a los efectos de no depender de esa financiación que termina siendo emisión pura y que afecta a la inflación”.

Por lo tanto, ambas miradas coinciden en que cualquier plan de estabilización económica, debe tener en cuenta cada uno de los compartimientos, para que cuando se intente llevar a cabo la estabilización, no se termine perjudicando a algún sector más que otro.

Pero un plan de estabilización económica en cuanto a la inflación, ¿necesariamente conlleva a reducir el gasto público? Como es sabido, muchos economistas, políticos y especialistas en el tema sostienen que la inflación se da por la emisión monetaria, y que eso está dado para solventar al alto gasto público que lleva a cabo el gobierno nacional.

Acorde a esta mirada, Buteler asegura: “Parte fundamental del problema de la Argentina es tener un Estado que gasta más de lo que produce, el nivel del mismo debe ser acorde a sus recursos. El Estado no se puede hacer cargo de todo si no se tiene una organización y financiación que pueda solventar esos gastos. Entonces, en el caso de Argentina, sí es necesario ajustar, pero no vas a empezar por los planes sociales en un país que tiene casi un 50% de pobres, se tendrán que buscar otro tipo de recortes como en el área política conformada por la Cámara de Senadores, diputados nacionales y provinciales, concejos deliberantes”.

Pero, ¿realmente tan solo reduciendo ese gasto público se solucionaría el problema del aumento de precios constantes que padece el país? Vale destacar que durante el gobierno de Mauricio Macri no solo se redujo la emisión de billetes casi a cero sino que también los índices inflacionarios duplicaron a los que había dejado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. “Lo monetario es un factor muy determinante pero yo creo que no es el único, no podés solamente enfocarte en eso -sostiene Chouza-. Sin dudas hay que ordenarlo, pero sin descuidar el resto de los factores. La prueba está en el 2018, que se aplicó un programa bastante restrictivo en materias fiscales monetarias, pero la situación externa estaba mal con una situación de déficit muy pronunciado de la balanza de pagos, por los dólares que se iban de las reservas ya por el acuerdo con el FMI, entonces no alcanzó solamente tener una reducción del gasto y por ende menores necesidades de impresión de billetes”.

El gobierno actual también duplicó, a su vez, los preocupantes números de aumento de precios que había dejado el macrismo. La presidencia de Alberto Fernández realizó ciertos recortes estatales, como la disminución de subsidios y aumentos tarifarios, por el acuerdo con el FMI, y además, se incrementó la emisión monetaria, probablemente motivados para financiar los gastos durante la pandemia. La preocupación ante el ininterrumpido ascenso generalizado del valor de los bienes, hizo que en noviembre del año pasado, el Ministerio de Economía bajo el cargo de Sergio Massa, implementara una vieja fórmula ya utilizada por gobiernos anteriores para intervenir en los precios, pero esta vez con el nombre de “Precios Justos”. Chouza asegura que “son medidas que sirven para recomponer un poco las referencias de precios, que se suelen romper cuando la inflación supera determinado umbral, que yo prefiero que esté, pero no es un programa antiinflacionario que pueda solucionar problemas estructurales”.

Que el gobierno intervenga en los precios siempre despertó polémica, principalmente para el ala derecha de los economistas. “El Estado generalmente no debe intervenir en los precios porque lo suele hacer mal. Si hay problema con los precios, el Estado debería limitarse a incentivar la competencia, abriendo las importaciones de ese rubro en específico para que de forma natural los precios caigan”, opina Buteler. 

Ahora bien, reducir más o menos el gasto público, intervenir en mayor o menor medida en el mercado, en las políticas cambiarias y sociales, están dentro del debate habitual desde hace años en cuanto a la manera correcta de administración económica de un país.

De todas formas, en el último periodo se ha comenzado a evaluar como alternativa, como medida monetaria, en un grupo reducido de dirigentes vinculados a la Libertad Avanza, liderado por el economista y diputado nacional Javier Milei: la dolarización. Bajo la mirada de estos, los precios se manejan tras los movimientos del dólar y cambiarse a la moneda norteamericana ayudaría a detener la inflación definitivamente porque no se podría acudir a la emisión de billetes.

“No me parece factible porque tiene poco consenso, y además le encuentro un problema técnico en el sentido de que la dolarización requeriría cumplir con ciertos prerrequisitos, para que no sea muy traumática en términos sociales, los cuales se podría reducir al orden fiscal, monetario y acumulación de reservas –argumenta Chouza–. Pero si uno pudiera cumplir con esos puntos, ya de forma natural habría un descenso en la inflación sin necesidad de ceder soberanía monetaria, ni descuidando la cuestión social que esta medida cristaliza a través de una distribución del ingreso mucho más estática”.

Buteler ofrece una mirada similar: “Te puede hacer bajar rápidamente la inflación, pero hay muchos otros problemas económicos de distribución de ingresos o el equilibrio fiscal que no te los resuelve dolarizar. Para sostenerla se deberían hacer ciertos cambios estructurales que en caso de que pudieran mantenerse, tampoco vas a tener inflación. El problema no radica en el nombre que tenga la moneda que tengo en el bolsillo, sino el plan económico y la organización que hay detrás”.

Por lo pronto, la situación económica se encuentra en una situación gravísima, según lo que publicó el Banco Central con el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), que calcula que el aumento de precios esperado para el sexto mes del año rondará el 8%, al mismo tiempo que se estima un 148,9% de inflación anual. Números que preocupan ya que empeoran las previsiones anteriormente publicadas.

El gobierno actual no puede hacer mucho en el corto plazo más que poner un dique de contención para tabicar la crisis. Y esperar, así como sostuvieron los economistas, a un plan integral en manos del próximo gobierno, que pueda traer mayor bienestar al pueblo argentino.

El karma de la inflación

El karma de la inflación

El INDEC anunció que la inflación de octubre fue del 6,3% y nada hace pensar que ceda en el corto plazo. Tres economistas analizan la causa y ofrecen sus propuestas.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó este martes que la variación que registró el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en octubre fue de 6,3 por ciento. El IPC acumula una suma total del 76,6 por ciento en los diez meses del año que corre.

El economista Horacio Rovelli explicó las causas de la inflación y cómo esto repercute en el bolsillo del ciudadano de a pie: “La inflación argentina aumenta por el dólar. Nosotros tenemos la economía mucho más internacionalizada de lo que comúnmente se cree”. Además, ejemplificó con un producto: “La botella de aceite de girasol de Cocinero de litro y medio, se vende en Europa a 2,48 euros. Este valor multiplicado por 170 pesos -el equivalente al euro- da un total de 400 pesos. Acá según el Indec la venden a 720 pesos. El girasol se siembra, se cosecha, se produce acá y viaja 10.000 kilómetros y sale más caro en Argentina que en Europa, ¿para qué lo exportan? Porque tienen doble contabilidad y se quedan con dólares afuera, no toman el dólar a 170 pesos, toman un dólar más cercano a esa paridad que da dividir la botella de 720 pesos por euro”.

Rovelli dijo que esto lleva a que la inflación del país obedezca a dos causas: la primera, que se evalúa todo de acuerdo al valor del dólar, no se miden los costos en pesos, y lo segundo, es que es una renta. El precio es igual a costo más beneficio, pero la renta es una ganancia extraordinaria que no tiene nada que ver con el costo y si con un margen de beneficio altísimo. “El costo puede ser mínimo, pero no lo toman en cuenta y fijan el precio de acuerdo al precio internacional. La misma dinámica sucede con el precio del combustible”, señaló.

En ese marco, el economista indicó que dentro de las estrategias que se deberían adoptar para bajar la inflación, es primordial frenar el aumento del dólar. “En el caso de la carne son 16 frigoríficos los que determinan el precio. Si el Estado no fija un solo precio del dólar, ellos seguirán asumiendo este rol, por eso tiene que haber un solo tipo de cambio.”, puntualizó.

Como segunda medida, dijo que hay que poner un cupo a la exportación. “Es necesario priorizar el mercado interno, si no se pone un límite al número de botellas de aceite o a la carne que se quiera vender, sin ningún tipo de control, van a fijar el precio en el país igual al precio del exterior”, dijo Rovelli. Como tercera medida, señaló la necesidad de subir los derechos de exportación.

Según Nicolás Pertierra, también economista, perteneciente al Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), el aumento de la inflación hay que verlo en cada periodo en particular, ya que no es lo mismo el incremento actual que el que hubo a principio de año. Éxplicó que en marzo y abril el impacto de la guerra y la suba de precios internacionales de los alimentos repercutieron en los precios de la economía local. “No hubo ninguna medida de desacople de precios internacionales de los precios locales. Esa suba de los bienes alimentarios que exportamos impactó directamente en los precios domésticos. Como medida de desacople hubiesen sido ideal las retenciones, que cumplen esa función de amortiguar los impactos de los precios internacionales en los precios locales”, dijo.

Pertierra indicó que, en cambio, las causas más recientes de inflación responden a factores macroeconómicos. “Esa situación empezó con una corrida financiera, con una caída de los títulos en el mercado financiero de los títulos de deuda en pesos del gobierno, de los que  el sector financiero quería desprenderse, en el medio también de rumores por parte de ex ministros del gobierno de Juntos por el Cambio y actuales diputados, que declararon que se deberían reestructurar. Es decir, incumplir el pago de esos bonos, que vencen algunos en el próximo gobierno”, señaló.

 Esto trajo como consecuencia, de acuerdo a Pertierra, que nadie renovase la deuda del gobierno, lo que se hace periódicamente y que el gobierno no tuviera forma de financiarse. Todos esos recursos en pesos se volcaron principalmente al dólar paralelo, por eso se vio en simultáneo una crisis. La inestabilidad macroeconómica se trasladó también a los precios domésticos, muchos actores salieron a modificar sus listas de precios preventivamente, ante la posibilidad de una devaluación brusca que no se concretó, pero tuvo un impacto grande en la inflación actual.

El economista dijo que para controlar la inflación es necesario que haya estabilidad macroeconómica, ya que en medio de una corrida cambiaria y financiera va a ser muy difícil que se logren estabilizar los precios. “Evitar devaluaciones bruscas es un punto de partida fundamental y eso se hace con una situación sólida en el Banco Central que acumula reservas, y que tenga forma de defenderse ante un ante una corrida cambiaría”, dijo, y agregó: “También es urgente un acuerdo generalizado de precios un poco más ambicioso que la canasta de 1.700 productos”, haciendo referencia a  la necesidad de ir incorporando cada vez ramas más diversas de la actividad económica, tales como: industrias plásticas, químicas, acero y materiales de construcción, y no concentrarse únicamente en el último eslabón de la cadena.

Otra estrategia que destacó Pertierra, es que cuando baje la inflación se acompañe con otras medidas macroeconómicas como acuerdos sobre tasa de interés, valores de alquileres y otros de los costos fundamentales de la economía como son los créditos. .Dijo que si baja la inflación y se obtuvo un crédito a una tasa de 100%, esa tasa debe ir incorporando la expectativa de que la inflación se mantenga en ese nivel en descenso, porque para poder pagar un crédito a una tasa del 100%, una empresa tiene que incrementar sus ingresos también a un 100%. Es decir, los precios tienen que aumentar a un ritmo muy alto.

Para Eduardo Crespo, Doctor en Economía y docente en la Universidad Nacional de Moreno, la inflación aumenta por tres razones: la primera, una suba de costos que se va transfiriendo al resto de los precios de las mercancías. Otra, es la devaluación, en donde aumentan los costos de lo que es importado y sube el costo de oportunidad de lo que es exportable, porque es más rentable venderlo a un precio mayor, afuera. La tercera son los eventuales desajustes entre oferta y demanda, aunque Crespo subraya que no considera que esta sea la causa principal de la inflación, aunque sea la más popular, es decir, la idea de que hay muchos pesos para pocos bienes.

Por último, señaló los mecanismos de propagación que son los que mantienen los niveles de inflación en niveles altos, aunque puedan ser decrecientes, como son la indexación o conflicto distributivo. Por ejemplo, ante el aumento de los precios motivado por cualquier cosa, se reclama la recomposición de los salarios, lo que a su vez aumenta los costos de la empresa, y eso aumenta los costos a un tercero y eso genera una nueva caída del ingreso de los asalariados, que vuelven a reclamar y así se prosigue indefinidamente. “Son mecanismos que se adoptan para protegerse de la inflación y son los que la preservan, se sostiene en el tiempo porque funciona como protección”, explicó.

Frente a lo que se puede hacer para frenar la inflación, Crespo menciona que un tema clave es establecer nuevas políticas monetarias, ya que las implementadas en Argentina en las últimas décadas fueron sistemáticamente erróneas. “Se mantuvieron tasas de interés negativas por mucho tiempo, que no cubrían los costos de una devaluación. Aquí no solo hablo de grandes operadores, sino de la persona común”, dijo y añadió: “Una política monetaria de este tipo coloca un límite a las políticas fiscales. Es necesario generar todos los dólares posibles a través de exportaciones, lo que no es fácil, porque depende de políticas a largo plazo”.

El economista dijo que es necesario un plan de estabilización que es muy difícil de realizar sin reservas, pasando por una devaluación previa. “Lo que se está haciendo ahora de algún modo es inducir una recesión con los dólares paralelos y los distintos tipos de controles que se hacen. Esta recesión va a bajar importaciones y por esa vía tratar de amortiguar un poco la demanda de dólares. El “festival de Importaciones” es un eufemismo para decir que lo quiere es una recesión, que de alguna manera frene las importaciones”, afirmó.

De cara al futuro, pensando en el nuevo gobierno, Crespo dijo que es primordial salir del cepo, conseguir reservas como sea posible y establecer un plan de estabilización que implica atacar a la inflación desde todos los frentes: monetario, fiscal, cambiario y con políticas de ingresos, es decir, con algún tipo de acuerdo de salarios y precios. “Tiene que haber un plan integral para bajar la inflación. No creo que ningún plan parcial baje la inflación significativamente. Hoy no hay poder político para lograr un plan integral y a un año de elecciones es prácticamente inimaginable”, cerró.

Un “panazo” contra los aumentos

Un “panazo” contra los aumentos

Con largas filas desde las primeras horas del día, la Plaza Congreso amaneció este miércoles con otro paisaje. El reclamo de los panaderos por los aumentos en insumos y tarifas que en las últimas semanas pusieron en jaque al sector fue multiplicado por las cientos de personas que se acercaron para apoyar la protesta y, además, llevarse una bolsa gratis. El “panazo” frente al Parlamento terminó ayer con la entrega de 7 mil kilos de pan.

Motorizada por los panaderos de la provincia de Buenos Aires, la acción se originó en el reciente aumento del bolsón de harina -los 50 kilos aumentaron un 50 por ciento entre enero y abril- que complicó la situación de un gremio que registra una caída de ventas cercana al 70 por ciento. El tarifazo en los servicios públicos dispuesto por el gobierno nacional hizo el resto: la luz sumó un aumento del 1.490 por ciento, el gas trepó un 1.297, y el agua el 996, según datos del Centro de Industriales Panaderos del Oeste.

“Queremos que, de una vez por todas, el Gobierno entienda que hay 40 mil panaderías a lo largo y ancho del país. Son 400 mil puestos de trabajo y, si empiezan a retroceder las ventas, no va a quedar otra que dejar gente en la calle”, argumentó Rodolfo Silva, presidente del organismo, en diálogo con ANCCOM.

La elección del lugar de la protesta no fue casual. Además de un llamado de atención al gobierno, los panaderos dirigieron el reclamo al Congreso donde oficialismo y oposición continúan con la pulseada por los alcances y regulación de los aumentos en las tarifas. “Vinimos al Congreso para que el Gobierno y el Estado nos escuchen. Necesitamos que nos brinden tarifas diferenciales para nuestras industrias. Esta situación también va a afectar a la gente. Si mañana aumentamos el kilo de pan a 80 pesos, muchas personas dejarán de consumirlo porque no lo van a poder pagar”, explicó Alejandro Ovando, de la Cámara de Panaderos de Almirante Brown.

En representación del Centro de Panaderos de San Fernando y Tigre, Máximo Zamorano advirtió que “si el aumento salvaje de las tarifas continúa, se deberán trasladar los costos a un precio irreal sobre el pan”. Y sentenció: “Tanto los ciudadanos como los empleados de las panaderías serán los principales afectados”.

Un panadero entrega una bolsa con pan a una señora que se acercó al "panazo".

Las panaderías generan 400 mil puestos de trabajo a lo largo del país.

Apoyo y reclamo ciudadano

El “panazo” quedó amplificado en el testimonio de los vecinos que se acercaron a respaldar el reclamo y llevarse un poco de pan. “No vine hacer la fila sólo para retirar el pan, más bien me acerqué hasta aquí para apoyar la protesta, para que vean que el pueblo está con la lucha de los panaderos”, comentó Rubén, del barrio de Villa Crespo.

Fueron muchos los que aprovecharon el contacto con la prensa para expresar su rechazo al tarifazo. “Yo voté a (Mauricio) Macri más que nada por la inseguridad y aún tengo esperanzas de que la situación del país mejore en los dos años de mandato que le quedan. De todas maneras, me siento engañada por el Gobierno, tengo cargo de conciencia por haberlo votado y estoy angustiada por cómo estamos viviendo”, explicó Claudia, del Bajo Flores. Luego de retirar su bolsa de pan, la mujer también se sumó por un rato a una protesta de los docentes de la Provincia que se realizaba en otro extremo de la Plaza: su hijo se recibirá de maestro el año próximo.

 

Llegado desde La Matanza, José, trabajador de una cooperativa en territorio bonaerense, advirtió que el Gobierno está “matando” a ese sector de la economía. “La guita que nosotros nos ganamos producto de nuestro trabajo, la estamos invirtiendo en los impuestos. Es una vergüenza, pretenden que los ciudadanos nos pongamos contentos con pagar los servicios en tres cuotas”, subrayó.

En la fila también se agruparon trabajadores desempleados. “Sinceramente, vine porque te dan una bolsa de pan gratis. Para los que estamos desocupados y tenemos una familia significa una gran ayuda”, dijo Lorena, de Valentín Alsina.

“En este momento estoy sin trabajo, desde las diez estoy haciendo la fila para retirar pan. Vine también a apoyar a los panaderos; cuantos más ciudadanos seamos más visible será la protesta y el Gobierno tendrá que tomar nota de lo mal que estamos viviendo”, explicó Guillermo, de Flores.

La protesta siguió los pasos de las acciones que en los últimos meses también realizaron productores de fruta y verdura en el centro de la Ciudad, también con una alta adhesión ciudadana.