La carpa azul

La carpa azul

“Si no luchamos por lo nuestro, nadie nos va a dar nada”. La declaración es de Ana Clara Sarabia, quien en el escenario montado en Callao al 100, expresó sus sensaciones. Es que después de un mes de aquel 20 de junio, en el que los trabajadores de PepsiCo se enteraron de su condición de despedidos de la planta de Florida, la lucha sigue en pie.

Junto con el apoyo y la solidaridad de varias decenas de miles de personas, organizaciones sociales, de derechos humanos y sindicales, los operarios cesanteados se concentraron en el Obelisco desde las 17 para exigir la reincorporación en sus puestos de trabajo. Además, hubo una fuerte presencia de fuerzas de izquierda como el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), con Nicolás del Caño y Myriam Bergman como referentes, el Partido Obrero y el Nuevo Más. La protesta implicó el corte de la 9 de Julio y Corrientes y, por momentos, también del Metrobús. Asimismo, la presencia policial fue mínima: a diferencia del desalojo ocurrido el jueves pasado, los efectivos se limitaron a controlar el tránsito vehicular.

Poco después de las 17.30, comenzó la movilización hacia el Ministerio. La marcha, encabezada por los trabajadores de PepsiCo, se desarrolló por la avenida Roque Sáenz Peña hasta la Casa Rosada, al canto de “Unidad de los trabajadores, al que no le gusta, se jode, se jode”. En un momento de la movilización se hizo presente Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, quien expresó: “La herramienta que tenemos la demostramos acá, en la calle. Las Madres hace cuarenta años que estamos en la calle. Basta de despidos y sí a la reincorporación absoluta de todos los trabajadores que se quedaron sin trabajo”, al tiempo que enfatizó: “La vergüenza que nos da esta política de destrucción que hay sobre el pueblo”.

La marcha continuó por Avenida de Mayo, con cantos contra Rodolfo Daer, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), y el presidente de la Nación Mauricio Macri. “No hay excusas, la planta es una multinacional que no tiene crisis. Necesitamos trabajar, queremos trabajar”, sostuvo Sonia Brizuela en diálogo con ANCCOM. La trabajadora, una más del 70 por ciento de mujeres perjudicadas por la medida de la patronal, dirigió sus declaraciones contra el Jefe de Estado: “Está trayendo hambre y miseria. No lo digo porque no respete el voto democrático sino porque es lo que se está viviendo actualmente y es lo peor que le puede hacer al pueblo, sacarle su sustento, las fuentes de trabajo”. Consultada por la posible reincorporación en la planta de Mar del Plata, la segunda que posee PepsiCo después de la de Vicente López, Sonia negó tal ofrecimiento y en cuanto a las indemnizaciones indicó: “Las sumas millonarias son una patraña y es comprobable en el libro abierto de cuentas”.

Poco después de las 17.30, comenzó la movilización hacia el Ministerio.

La movilización tomó luego la avenida Rivadavia y dobló por Callao, pasando por el Congreso de la Nación. En la manifestación, apoyaron comisiones internas de otras empresas como Mondelez, Felfort, Knorr Unilever, Hellmans Unilever y Lodisser. También se solidarizaron las organizaciones sociales Tupac Amaru y Barrios de Pie y las centrales sindicales CTERA, CTA, ATE, FOETRA (telefónicos) y AGTSYP (Subte). Una vez llegados a la sede del Ministerio de Trabajo, los trabajadores despedidos subieron a un escenario montado entre Bartolomé Mitre y Juan Domingo Perón para expresar sus sensaciones. “La empresa, el gobierno y los medios, y también el traidor de Daer, nos decían que éramos unos pocos que estábamos resistiendo a los despidos. Nos decían que la mayoría había arreglado y que solo quedábamos unos pocos protestando. Acá hay muchos compañeros y compañeras que apoyan nuestra lucha a pesar de que hayan arreglado”, expresó Camilo Mones, delegado de la comisión interna de PepsiCo.

“Ya va a ser un mes de la decisión de la empresa y estamos todos muy mal porque perder tu fuente laboral es realmente feo y más en este momento en que no hay trabajo”, señaló Mariano, operario de la planta de Florida, a ANCCOM. Consultado por los dichos circulados en los grandes medios, sobre las jugosas indemnizaciones y la correcta aplicación del preventivo de crisis, dijo: “El procedimiento preventivo de crisis que se presentó fue una mentira y las indemnización se cumplieron pero te las ofrecían bajo presión” y agregó que “había una oficina abierta que se encargaba de eso y el que quería, podía ir y arreglar, pero como nadie iba, lo que hicieron fue cerrar de golpe la planta”. El viernes último, la Cámara de la justicia laboral falló a favor de los trabajadores cesanteados, ordenando así la reincorporación a sus puestos de trabajo. Los jueces Luis Rafaghelli y Néstor Rodríguez Brunengo fundaron su decisión en el hecho de que la Ley Nacional de Empleo establece que las cesantías no pueden darse antes del procedimiento de crisis, por lo que la empresa violó la reglamentación. Además, los camaristas dispusieron de una multa de cinco mil pesos por cada día en que la empresa no reincorpore a los operarios.

Al tiempo que se desarrollaba la oratoria en el escenario, los trabajadores, con ayuda de otras organizaciones, montaron una carpa frente al Congreso de la Nación. “Es para demostrar a todos que seguimos en la lucha y de pie”, explicó Mones.

 

Actualizada 19/07/2017

Violento desalojo a los trabajadores de Pepsico

Violento desalojo a los trabajadores de Pepsico

 

Un gendarme por cada trabajador despedido. Más de 500 efectivos de la Gendarmería desalojaron con un violento operativo a los empleados de la planta de  Pepsico de Vicente López que reclamaban por sostener su fuente laboral. Macehatazos, gases, barretas, golpes por doquier en una nueva muestra represiva que ya es marca registrada del gobierno de Cambiemos: hace unos días, con igual metodología, desalojaron a los movimientos sociales que manifestaban en la 9 de Julio y a integrantes de pueblos originarios que reclamaban por la detención de uno de sus referentes frente a Tribunales.

Esta vez, la Gendarmería ejecutó la orden que dio la jueza de Garantías Andrea Rodríguez Mentaste. Numerosos trabajadores quedaron lastimados, otros fueron detenidos a la rastra y, con saña, los efectivos desmantelaron las carpas que los despedidos habían montado para ocupar el predio a la espera de la reincorporación.

Los días previos a la represión

“Con motivo del cese de operaciones de Planta Florida y la relocalización de su producción en otro establecimiento (…), se comunica al personal que queda transitoriamente liberado de prestar servicios manteniendo el goce de haberes”. Palabras más, palabras menos, este es el comunicado con el que se encontraron los trabajadores de la central de Vicente López de PepsiCo, el 20 de junio pasado. Una hoja blanca, trazada por seis líneas y colgada en la puerta de la instalación, hacía saber la decisión de la empresa, sin previo aviso. “Es fuerte encontrarte con un cartelito, con las persianas bajas, en un feriado”, cuenta Martín Olivetto, uno de los despedidos. “Fue bastante sorpresivo y me pregunté qué iba hacer. Sentí mucho miedo al principio”, asegura Patricia Mora, delegada de la comisión interna, sobre el cierre de la planta de PepsiCo en Florida.

“Lo único que queremos es trabajar”, comentan los trabajadores despedidos en el acampe en la puerta de la fábrica.

La planta, ubicada en Posadas y Roca, es una más entre tantas que caracterizan la zona. Las calles que la conforman dan muestra de una ciudad fabril: furgonetas que cargan y descargan mercadería, ciertas oleadas de humos que se pierden por el aire y nada de comercios. Luis Medina, uno de los delegados de los trabajadores de PepsiCo, sostiene: “Cuando me enteré de la decisión, sentí una total indignación y preocupación. Hace 23 años que estoy acá así que me puse a trabajar con los compañeros para contenerlos y organizarnos. Nunca habíamos tenido una situación como la que estamos viviendo. Por todo lo que represento, tengo que garantizar que todos mis compañeros estén con la moral bien alta para seguir dando esta pelea”. Se nota en el semblante de Luis la fortaleza de la que está hecho como buen representante. Mientras relucen sus sensaciones sobre el conflicto, en la esquina de Posadas y la callecita Justo José de Urquiza, algunas operarias desayunan en una de las carpas montadas delante de la fábrica. En la mesa, hay galletitas al tiempo que un mate pasa de mujer en mujer. “Lo único que queremos es trabajar. Nos organizamos para garantizar la presencia en los portones durante todo el día. Seguimos trabajando en pos de que la fábrica vuelva a abrir sus puertas”, comenta Medina.

Todos los perjudicados por el cierre de la central solo quieren una cosa: trabajar. Saben que la indemnización del 200 por ciento por muy jugosa que parezca, es, al fin de cuentas, pan para hoy y hambre para mañana. “No queremos el arreglo supuestamente fabuloso que (Rodolfo) Daer piensa. La plata no te dura nada y en esta situación, menos. Solo queremos trabajar”, explica Patricia. Es que Rodolfo Daer, Secretario General del Sindicato de la Industria Alimenticia (STIA), pactó con la empresa la resolución del conflicto, cerrando cualquier posibilidad de lucha con PepsiCo. Medina y todos los despedidos también coinciden en el análisis: el cierre es político. “Siento indignación y bronca por la patronal, por el gobierno de turno, porque el Ministerio de Trabajo dejó correr el preventivo de crisis, que la empresa lo debería haber presentado treinta días antes, con los compañeros trabajando”, dice el representante gremial.

La planta, ubicada en Posadas y Roca, es una más entre tantas que caracterizan la zona. En la foto, la basura que se acumula en las calles.

Para los despedidos, el trabajo lo es todo. Así lo hace saber Patricia: “Tenía mi vida organizada y de la noche a la mañana, me cambió todo. Tengo una bebé de diez meses y una nena de quince años; al estar separada de mi marido, soy sostén de mi familia. Si llego a perder el trabajo, no podría sostener la casa”. Consultada por cómo vive la lucha, expresa: “Se hace difícil, tedioso, porque te comen los nervios y la angustia”. De fondo, su bebé llorisquea cuando es alzada por una compañera. “Antes cobrábamos guardería que nos ponía la empresa y ahora, de repente, no la tengo más así que tengo que andar con mi bebé a cuestas. De todos modos, otra no me queda porque soy sostén de familia, entonces necesito, sí o sí, mantener mi puesto de trabajo”, agrega la delegada.

Un patrullero se encuentra en el cruce de Posadas y Roca, frente a la puerta de la planta. De vez en cuando, un auto pasa por delante del acampe, situado a cuarenta metros de los policías, mientras que los trabajadores, vestidos todos con buzo polar azul, conversan en diferentes puntos de la concentración. “La moral entre los compañeros está muy alta, la solidaridad nos sube las expectativas. Todos los compañeros que se acercan a la planta nos dan fuerzas. Acá se necesitan dos cosas para seguir en vilo: moral y plata. Por suerte, se está recaudando bastante con los festivales que organizamos”, señala Olivetto, el empaquetador. Martín tiene un hijo y como Patricia está separado y es el principal sostén de su familia. Además, no tiene casa asegurada porque alquila: “Es complicado quedarse sin plata porque uno necesita para comer y para alquilar la vivienda”, indica con tono pausado. “No tener casa es una presión que te come la cabeza todo el día”, enfatiza.

 

Son 600 las familias que quedarían en la calle de confirmarse el cierre de la planta de Florida. El objetivo de PepsiCo es trasladar toda la producción a la segunda sede de Buenos Aires, ubicada en Mar del Plata. Sin embargo, no hay razón para tamaña decisión y así lo cuenta Luis Medina: “Lo que están haciendo es subir los ritmos de producción, desdoblar el trabajo. Los compañeros y compañeras están dejando el cuerpo al lado de las máquinas, porque la de allá es una fábrica nueva, donde no tienen una cultura de organización gremial” y continua su explicación sosteniendo que “lo que quieren es abaratar costos en pos de los trabajos de los compañeros. La fábrica de Florida fue productiva hasta el día del cierre, así que materia prima hay. Está todo dado para que sigamos trabajando”.

Son 600 las familias que quedarían en la calle de confirmarse el cierre de la planta de Florida. El objetivo de PepsiCo es trasladar toda la producción a la segunda sede de Buenos Aires, ubicada en Mar del Plata.

El 7 de julio último, la patronal pidió a la justicia, mediante el fiscal Gastón Larramendi, que desaloje a los trabajadores de la fábrica. Para hacer frente a la situación, el sábado, los operarios de PepsiCo llamaron a una reunión con organizaciones para sumar apoyo a su lucha y reclamo. Desde la comisión interna se emitió un comunicado sobre el nuevo episodio: “Se trata de un pedido temerario de una empresa que está en la ilegalidad más abierta y que ya fue denunciada por lock out ofensivo, vaciamiento y discriminación”. Además propusieron movilizarse hasta el Juzgado de Garantías N°3 de San Isidro, a cargo de la jueza Andrea Rodríguez Mentaste, para reclamar que no se acepte el requerimiento de desalojo del fiscal Larramendi. La madrugada del lunes 10 de julio, los despedidos de PepsiCo acompañados por organismos de derechos humanos, organizaciones sindicales y diputados del frente de izquierda, entre otros, se movilizaron hasta Juzgado. La jueza los recibió pero se negó a otorgar las garantías para que el desalojo no sea violento. La noche del martes, un helicóptero comenzó a merodear la zona de la fábrica con un notable aumento de fuerzas policiales en el perímetro de la planta. Los trabajadores denunciaron que la jueza Rodríguez Mentaste ratificó que dará curso al desalojo en horas nocturnas, como lo solicitó el fiscal.

En este marco, los abogados de los trabajadores explicaron que la empresa cerró la planta de manera ilegal, ya que obvió la apertura previa del Procedimiento Preventivo de Crisis. Además, denunciaron la incompetencia de Rodríguez Mentaste, ya que es pública su amistad con el intendente Gustavo Posse y mantiene otras relaciones personales con funcionarios de Cambiemos. Lo más llamativo es que ahora, la excusa que la patronal utiliza para desalojar a los operarios, se basa en un supuesto peligro de contaminación dentro de la planta. Lo que resulta absurdo, porque de ser cierto, la misma empresa amitiría que hasta hace unos días estaba funcionando en infracción.

A pesar de la represión, los trabajadores aseguran que continuarán resistiendo y reclamando por recuperar sus puestos laborales. Los delegados, por su parte, denunciaron que en Córdoba se están importando productos PepsiCo de Chile, por lo que prosiguen con la ferviente campaña de “No comprar productos de PepsiCo”, lo que incluye marcas como Lays, Pep, Twistos, Gatorade, Mirinda, Doritos, Pehuamar, Pepsi y Paso de los Toros, entre otras.

 

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Mirá la fotogalería de ANCCOM sobre la concentración en el Juzgado de San Isidro para frenar la orden de desalojo sobre la planta:

 

Actualizada 13/07/2017

 

 

Los fríos despidos de Pepsi

Los fríos despidos de Pepsi

Los despidos continúan en Argentina de manera sistemática. A los casos emblemáticos de Sancor, AGR-Clarín, Banghó y Atanor, debe sumársele ahora el cierre de la fábrica de PepsiCo, ubicada en el barrio de Florida, Vicente López. Los seiscientos trabajadores de la planta se enteraron el 20 de junio pasado, sin previo aviso, del cese de sus actividades.

Ante la noticia, el plan de acción no se hizo esperar. Tanto los delegados de la comisión interna como los operarios optaron por tomar la fábrica. Después, el viernes siguiente temprano por la mañana, realizaron un corte parcial de la autopista Panamericana Ramal Campana para visibilizar el conflicto. Sin respuesta del Gobierno y con la complicidad de Rodolfo Daer, jefe del Sindicato de la Industria Alimenticia (STIA), quien sostuvo que no están dadas las condiciones para enfrentar la posición de PepsiCo, los trabajadores se concentraron en el Obelisco. “Estamos luchando por la reincorporación de nuestros puestos de trabajo ya que no es un cierre por quiebra. El cierre es político y sindical. Nos dejaron a nosotros en la calle, de un día para el otro”, dijo María, operaria en el proceso de fabricación de papas Lays.

La concentración, iniciada 7.30 de la mañana, pronto devino en un corte parcial de la avenida 9 de Julio.

A partir de las medidas de ajuste impulsadas por el Gobierno Nacional, no solo los trabajadores del Estado se han visto perjudicados, sino también el empleo privado ha comenzado a percibir las consecuencias políticas. Alejandro es otro de los operarios que estuvo en la manifestación y quien, como los demás, coincide en el motivo del cierre: “Entendemos que es una cuestión política. La empresa comunicó que quiere seguir invirtiendo en Argentina pero que necesitan el cierre de esta planta, lo que no tiene un por qué. La planta es productiva y eso está demostrado”.

La concentración, iniciada 7.30 de la mañana, pronto devino en un corte parcial de la avenida 9 de Julio. El Metrobús funcionó con total normalidad pese que a metros la movilización se volvía cada vez más potente. Organizaciones sindicales, sociales, de derechos humanos, centros de estudiantes y banderas políticas, colmaban la escena. Nicolás del Caño, precandidato a diputado nacional por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), estuvo en el reclamo: “El despido lo han hecho de manera ilegal, sin presentar el recurso preventivo de crisis. La legislación obliga a que en caso de despedir a una cantidad importante de trabajadores, se tiene que justificar la crisis previamente. Acá, ni siquiera se justifica, sabemos que tienen ganancias multimillonarias. No pueden demostrar ningún tipo de crisis”. También Myriam Bergman, abogada y precandidata a diputada nacional por el PTS, asistió a la concentración. En diálogo con ANCCOM, indicó: “El caso PepsiCo lo conozco de cerca, se han llenado los bolsillos todos estos años a costa de la salud y la vida de los trabajadores y, de un día para el otro, cierra, dejándolos en la calle. Siempre, en estos casos, lo que hay que destacar es que buscan reabrir en este mismo lugar o en otro, pero con condiciones laborales a la baja”.

Organizaciones sindicales, sociales, de derechos humanos, centros de estudiantes y banderas políticas, colmaron la escena.

Pronto, el sol adquirió su protagonismo en la fría mañana. Ya era de día cuando las agrupaciones, con los trabajadores de PepsiCo a la cabeza, realizaron un rodeo por sobre el Obelisco, ante la atenta mirada de transeúntes y automovilistas. “No queremos más despidos, no queremos represión, para los trabajadores, ya la reincorporación”, cantaban los operarios de la planta de Vicente López, mientras la Policía de la Ciudad acompañaba la marcha desde sus márgenes. La comisión directiva AGTSyP (el sindicato del subte), la de Foetra (de los telefónicos), AGD-UBA, y seccionales de SUTEBA fueron algunas de las organizaciones que se solidarizaron con la protesta. “Venimos a apoyar a los trabajadores de PepsiCo ante el cierre fraudulento de la empresa y exigiendo la reincorporación inmediata para que vuelvan a trabajar”, dijo Pablo Iturrez, docente y parte de la conducción de SUTEBA Escobar, al tiempo que agregó: “Hay que ser solidarios, se trata de la solidaridad de clase y hay que hacerla efectiva, por eso estamos acá, acompañando la lucha”.

A las 9.30, Camilo Montes, delegado de la comisión interna, agradeció el acompañamiento de los diferentes sectores, a través de un megáfono. “Estamos de pie, junto a todas las organizaciones sociales. Llamamos a todos los trabajadores del país que también salgan a manifestarse. La CGT tiene la responsabilidad principal por no hacer nada, Daer nos traicionó y el sindicato, cuando reclamamos un paro, nos dijo que teníamos que aceptar la plata de la indemnización”, enfatizó Montes.

El control policial, siempre presente.

Luego, el corte en el epicentro de la Ciudad se transformó en una marcha hacia el Ministerio de Trabajo. Los operarios de PepsiCo encabezaron la incursión por Corrientes, mientras que la policía corría por ambas veredas, en su intento por llegar a la avenida Leandro N. Alem y bloquear el paso antes que ellos. Una vez llegada a la intersección entre estas calles, la movilización se desvió por Alem, en sentido hacia Retiro, costeando la larga fila de uniformados con escudos. Al llegar al Ministerio, se montó un acampe, esperando ser recibidos por las autoridades. “El día en que me enteré estaba en el cine con mi familia. Me avisaron en un grupo de WhatsApp, con una foto del cartelito que había pegado la empresa en la puerta de la planta. Fue un baldazo de agua fría porque me encontraba con mi familia y, de golpe, me di cuenta que me quedaba sin trabajo”, le contó Alejandro Sosa de PepsiCo a ANCCOM. María, otra de las perjudicadas por la medida, sostuvo: “Fue muy sorpresivo, uno no cae al principio, pero después, atando cabos, te vas dando cuenta que lo estaban armando de a poco, junto con el gremio”. Para cualquier persona, quedarse sin trabajo es una situación desesperante: “El trabajo es mi sostén de familia. Sin trabajo no podés pagar los impuestos, no podés comer”, agregó María.

Los seiscientos trabajadores de la planta se enteraron el 20 de junio, sin previo aviso, del cese de sus actividades.

 

“Estamos luchando por la reincorporación de nuestros puestos de trabajo ya que no es un cierre por quiebra. El cierre es político y sindical. Nos dejaron a nosotros en la calle, de un día para el otro”.

Actualizada 05/07/2017