Vamos vamos, Las Ramonas…

Vamos vamos, Las Ramonas…

Suenan los cascabeles de la pelota, se escucha el grito de “voy” y la indicación de “listo”. Las risas de este grupo de mujeres se oyen con mucha fuerza.  Se llaman  Las Ramonas y conforman uno de los cuatro equipos femeninos de fútbol ciego del país. Cada sábado, a las 10 de la mañana, entrenan en el club Banco Nación de Vicente López. Llegan al club cargadas de una energía y un entusiasmo admirables. “Jugar al fútbol para mí es sentirme libre, es lo que más me gusta, en la cancha corremos de acá para allá todo el tiempo y eso es algo que en lo cotidiano no podemos hacer  y nos hace sentir espectacular”,  expresa Mirna Gamarra, una de las jugadoras del equipo.

El entrenamiento comienza con ejercicios físicos, instrucciones de la entrenadora y ronda de mate. El compañerismo y la alegría son los atributos que destacan al equipo. Evelina Cabrera es la entrenadora de Las Ramonas y presidenta de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino. La idea de formar el equipo surgió hace poco más de un año, cuando Mirna y Evelina se conocieron en un evento. “Siempre dirigí fútbol convencional hasta que una vez se acercó Mirna a decirme que quería entrenar, me decía que no existían equipos en Buenos Aires, y ahí empezamos” cuenta Cabrera. Si bien entrenan en Banco Nación, representan, cuando hay partidos, a una institución de Cañuelas.

El compañerismo y la alegría son los atributos que destacan al equipo.

El equipo se completa con una guía y una arquera, ambas personas con visión, que junto con la entrenadora son quienes orientan en la cancha a las jugadoras. “Estoy sorprendida y cada vez más admirada del manejo de las jugadoras, aprendo todo el tiempo de ellas”, destaca la arquera Carla Calvo. Y agrega: “Ser arquera de Las Ramonas es para mí muy enriquecedor en todo sentido, las chicas están siempre con buena onda, bien predispuestas, con ganas de seguir aprendiendo.”

Laura Lemura es otra de las jugadoras que integran el equipo. Se acercó por primera vez a un entrenamiento de Las Ramonas para acompañar a una amiga y decidió no irse más. “Hacía mucho tiempo que no hacía nada de deporte, cuando estaba en el colegio y todavía veía hice otros deportes, fútbol nunca había probado, pero cuando perdí la vista, en la adolescencia, ya no pude hacer ninguno” explica Laura. Y destaca que “el fútbol nos permite ir ganado confianza, a veces hay miedo de chocarte con la valla, con otra persona,  no solo por lastimarse una misma sino también por poder lastimar a las demás, en el fútbol para ciegos es inexorable tener contacto físico con la otra persona.”

«El fútbol nos permite ir ganado confianza».

Las jugadoras destacan la importancia de seguir las indicaciones de las guías durante los partidos y de comunicarse claramente entre ellas. “Antes de empezar el partido el árbitro divide la cancha en tres partes, cada tercio tiene un guía: el llamador guía al delantero que está en el arco rival; la técnica,  al mediocampo y la arquera a la defensa”, explica Mirna. “Cuando llevamos la pelota en conducción lo que nos guía es el ruido de la pelota. Cuando no tenemos la pelota en los pies tenemos que decir la palabra voy”, detalla Laura. “A mí me motiva el trabajo en equipo -agrega-, hacer deporte es también crear un grupo de pertenencia, con las chicas estrechamos lazos y eso se traslada también al trabajo en la cancha”.

En el país existen solo cuatro equipos de fútbol femenino para personas ciegas. El primero en Córdoba, el segundo en Salta y dos en Buenos Aires. El año anterior se realizaron dos competencias triangulares y  Las Ramonas tuvieron la oportunidad de viajar a tierras cordobesas y salteñas. “Fueron experiencias hermosas, fantásticas e inolvidables, pasé de nunca haber jugado al fútbol a participar de un torneo, viajar, tener un equipo, compañeras y todo lo que eso te da es fabuloso” dice Gamarra.

Las jugadoras destacan la importancia de seguir las indicaciones de las guías durante los partidos y de comunicarse claramente entre ellas.

Tamara es la incorporación más reciente del equipo, empezó a entrenar hace pocas semanas. “Vine porque de la facultad en la que estudio nos mandaron a cubrir deportes, yo soy fanática del fútbol pero nunca lo había jugado, terminé probando y estoy muy contenta de haberme quedado”,  cuenta entusiasmada.

Las Ramonas esperan que la actividad pueda seguir creciendo, apuestan a sumar nuevas jugadoras y a que surjan más equipos.  “La idea es que con el boca en boca se vayan sumando más chicas, más equipos de distintas partes, que de a poco se vaya difundiendo la modalidad así como en un principio se difundió el fútbol femenino”, resalta la arquera Calvo.

Rodrigo Graña es el actual presidente del Club Banco Nación y destaca la importancia de la participación de Las Ramonas en el predio. “Como club consideramos que es muy importante ejercer un rol social, que todas las personas puedan sentirse incluidas en un proyecto como el que encabeza Evelina es genial”.

Las Ramonas demuestran en cada entrenamiento la libertad y el disfrute con el que viven el fútbol.

La directora técnica apuesta con dedicación y entusiasmo al proyecto y resalta: “Para mí dirigir a las chicas es prácticamente igual que dirigir en el fútbol convencional, solo tengo que tener otros cuidados y ser más atenta y específica en lo que digo. Aprendemos mutuamente y me pone muy contenta ser parte del equipo.”

Las Ramonas demuestran en cada entrenamiento la libertad y el disfrute con el que viven el fútbol. “El equipo que hemos podido formar es genial porque compartimos mucho y nos sentimos parte de un mismo proyecto. Más allá de que después tenemos que probarnos en una cancha, la experiencia que vamos viviendo mientras hacemos el camino es espectacular. Creo que a todas nos hace bien porque nos hace sentir felices” concluye Mirna.

 

Actualizado 13/09/2017

El tenis que no miramos

El tenis que no miramos

“Perdón, te miro desde hace un rato y pensaba si vendés raquetas o jugás al tenis”. Gustavo Alonso escucha la consulta curiosa de un señor en la puerta del Centro Burgalés en el barrio porteño de Caballito. Y sonríe. “Juego al tenis”, responde bastón y raqueta en mano. La sorpresa se genera porque Gustavo es no vidente desde hace cinco años y todas las semanas –cada miércoles y cada jueves-  asiste al Centro de Desarrollo del Tenis (CDT) y participa de las clases en el marco del Programa de Tenis para Ciegos y Disminuidos Visuales de Argentina (PTCA) dirigido por Eduardo Raffetto, profesor con más de 30 años de experiencia.

La Asociación Argentina de Tenis para Ciegos, encargada de la implementación del PTCA, fue creada en 2011 a partir de la iniciativa de Raffetto. Fue cuando se acercó al centro una madre con sus dos hijas ciegas y le preguntó si ellas podían practicar tenis. No pudo responder. Ese fue el puntapié para empezar a investigar sobre esta disciplina adaptada, nacida en la ciudad japonesa Kawagoe, en 1984, a partir de las ganas de un estudiante no vidente llamado Miyoshi Takei.

Las clases gratuitas que se brindan en el Centro de Desarrollo del Tenis son parte de la propuesta del Programa de Tenis para Ciegos y Disminuidos Visuales de Argentina (PTCA) dirigido por Eduardo Raffetto.

“Vengo dos tardes a la semana que para mí son sagradas, no me las pierdo por nada”, asegura Gustavo. Es uno de los aproximadamente 12 alumnos, de todas las edades, que asisten a los entrenamientos dictados por los profesores Natalia Pedraza y Gastón Labaronnie y los preparadores físicos Rafael Díaz Herrera y Guillermo Ferreyra. A las clases, que son totalmente gratuitas y duran tres horas, puede asistir cualquier persona con ceguera o disminución de la visión. La única condición es presentar obligatoriamente un certificado de aptitud física, extendido por un médico, y un certificado de discapacidad. La práctica se divide en una entrada en calor y elongación, y un segundo momento, puramente técnico, en el que pasan a la cancha y comienzan a pegarle a la pelota, que es distinta a la convencional: está hecha de esponja, tiene 9 cm de diámetro y adentro contiene una pelota de ping pong con cinco perdigones de plomo, lo que permite que se genere el sonido al moverse y esto ayuda a la orientación de los jugadores. “Tenemos que estar muy concentrados, con la cabeza únicamente en eso, escuchando, porque es todo sonido y hay que aprender primero a conocer la pelota, darnos cuenta por el sonido qué tan fuerte va a venir, de qué manera picó y para dónde va a salir”, explica Gustavo. Y completa: “Empecé cazando mariposas, pero con el tiempo pude captar la técnica”.

Este deporte, que no sólo se practica en Buenos Aires, sino también en Bahía Blanca y Rosario, siempre se realiza bajo techo y las canchas tienen 12.8 metros de largo por 6.40 de ancho, más chicas que las convencionales, y están delimitadas por una soga de 3 mm de ancho que, a su vez, está recubierta por una cinta. Eso permite que los jugadores puedan ubicarse mediante el tacto, ya sea con los pies, la raqueta o las manos. Natalia Pedraza, que realizó el curso de capacitación que brinda el PTCA y a partir de esa experiencia empezó a dar clases hace poco más de un año, señala que algunos de los recursos necesarios para realizar la actividad son donados por empresas y asociaciones que apoyan la disciplina, pero que todavía no cuentan con sostén de la Asociación Argentina de Tenis, ni de la Secretaría de Deportes de la Nación. “Desde acá realizamos todo a pulmón y a veces sentimos que estamos solos luchando contra un sistema que prioriza el ´ganar, ganar y ganar´, y los demás quedan de lado. A la discapacidad en nuestro país no se le da la importancia que se le tendría que dar”, sostiene en diálogo con ANCCOM.  

La actividad no cuenta con el apoyo económico de la Asociación Argentina de Tenis, ni de la Secretaría de Deportes de la Nación. Algunos de recursos necesarios son donados por empresas y asociaciones.

Argentina es miembro fundador de la Asociación Internacional de Tenis para Ciegos (IBTA-International Blind Tennis Association), creada en el Primer Congreso Internacional que se realizó en febrero de 2014, en Estados Unidos, y al que asistieron 10 países. En su segunda edición, que se llevó a cabo en Italia los primeros días de septiembre del año pasado, estuvieron los representantes de 13 países y el PTCA fue reconocido como uno de los programas más importantes de enseñanza de este deporte que demostró ser pionero y exponente a nivel mundial.

Desde el Programa sueñan con que la disciplina se convierta algún día en un deporte paralímpico, aunque consideran que todavía queda un largo camino por recorrer y por eso se plantean metas a corto plazo. “Nuestro primer objetivo hoy es que se mantenga la escuela en funcionamiento y captar más alumnos. A nivel técnico, que cada jugador pueda mejorar en lo suyo y superarse, y a nivel institucional, contar con apoyo del Estado y hacernos más conocidos”, subraya Pedraza.

Todo lo demás es un logro en una tarea colectiva. “Ver que cada vez le pegan más y mejor a la pelota me da una motivación para seguir y para que ellos sigan, es una manera que tienen de superar su limitación”, puntualiza.  

El PTCA fue reconocido como uno de los programas más importantes de enseñanza del deporte en el Segundo Congreso Internacional el año pasado.

Cuando el reloj marca las 17:00, Gustavo guarda todo en su mochila, se despide de los profesores y de sus compañeros, y sale caminando hacia la parada del colectivo  para regresar a su casa. En el trayecto, sigue sorprendiendo a la gente que se da vuelta para corroborar que lo que se asoma por arriba de su cabeza es el grip de una raqueta. Y camina orgulloso.