De la instauración del neoliberalismo a la oportunidad del litio | Estuve ahí

De la instauración del neoliberalismo a la oportunidad del litio | Estuve ahí

Mercedes Marcó del Pont, secretaria de Asuntos Estratégicos de la Nación, recorre cómo a partir de la dictadura se fue desmantelando un modelo económico basado en un Estado garante de la igualdad social. El nacimiento del bimonetarismo, el desguace de las empresas públicas, y la restricción externa como ancla del crecimiento. La tensión desarrollo-extractivismo. Por qué es optimista en el país que viene.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández, Lucia Fabiana e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
«El macrismo quiso cincelar el alma de los argentinos»

«El macrismo quiso cincelar el alma de los argentinos»

Feldman define el gobierno de Macri como una «cinicracia».

Luego de tres años del gobierno en funcionamiento de Mauricio Macri y sin resistencias que pusieran en jaque el abanico de medidas económicas, políticas y sociales regresivas llevadas adelante por el equipo del mandatario surgió el libro La conquista del sentido común. Cómo planificó el macrismo el “cambio cultural”, publicado por Ediciones Continente. En él, su autor, Saúl Feldman, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires con Posgrado en Comunicaciones Sociales en Hebrew University of Jerusalem se pregunta por qué el mandato del actual Presidente de la Nación se desenvolvió sin grandes obstáculos, al tiempo que causó una cadena de perjuicios para la sociedad argentina. En diálogo con ANCCOM, en el contexto pos-PASO y con Macri de gira preelectoral por distintas ciudades, Feldman hizo un recorrido por los conceptos clave que permiten dilucidar una respuesta a tal pregunta, logrando deconstruir los mecanismos comunicacionales implementados por Cambiemos desde sus inicios.

¿Qué te llevó a escribir el libro?

La pregunta central que yo me hice es por qué en medio de un descalabro económico-social no se producía un estallido como se pensaba que iba a suceder, especialmente teniendo en cuenta a la experiencia social argentina. Este es un libro político-comunicacional, por lo tanto, me remito a buscar una respuesta en este terreno. Lo que trato de explicar es el trabajo sobre el sentido común de parte del pueblo argentino que permitió que en el 2015 ganara las elecciones Mauricio Macri. Hay varios contextos para esto: en el libro analizo cuál es el marco de expectativas que podría explicar la no-explosión del pueblo argentino. En este sentido tomo una frase de Frederic Jameson, a veces alabada y a veces criticada: “[Es] más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.” El tema de que el capitalismo se vea hoy como un sistema que, a pesar de funcionar desastrosamente, dominado por el capital financiero, no tiene un final hace que la gente tenga un determinado horizonte de expectativas dentro de su propia conducta. Eso podría estar explicando las no-explosiones. Lo que yo creo que está pasando en los demás países y dentro de Argentina es que se ha creado la idea de que no hay alternativa para el capitalismo y que lo que aparece como hegemónico dentro de lo ideológico es el neoliberalismo. Cuando vos vas a explotar lo hacés porque considerás que es posible otra situación.

Como decís en tu libro, en el neoliberalismo actual es fundamental el trabajo sobre el sentido común…

Efectivamente. A partir de este contexto de no-explosión me propongo analizar el sentido común y por qué este se convierte hoy en el campo de batalla cultural. El sentido común es una serie de ideas, de creencias, que no están armadas dentro de un sistema sino que están disgregadas, aparecen autónomamente y de forma caótica. Son ideas simples, comunes a una comunidad, tienen facilidad para traspasar fronteras de clase social, de cultura, de edad y la capacidad de constituir parte de nuestra vida cotidiana. Entonces tienen una enorme potencial porque estas creencias están articuladas a emociones humanas como el odio, el amor, el deseo de poder, el miedo, la envidia. Esto las hace potencialmente peligrosas en su manejo. El macrismo logró desarrollar un sentido común muy articulado en lo que llamo en el libro una cosmovisión. No una ideología, sino una idea de mundo.

Para la instalación de este nuevo sistema común hablás de un necesario trabajo sobre el alma de los argentinos ¿a qué te referís?

Lo primero que hace el macrismo es que en forma explícita no se propone un proyecto económico social. Lo que ellos dijeron es que vienen a cambiar el alma de los argentinos, es decir, que los argentinos tienen una manera de pensar y de sentir nefasta para el desarrollo del país que se quiere desde el gobierno. Entonces, para un país “en serio” lo que buscaron cambiar es el alma de los argentinos. En este sentido planteo que lo que trabajó el macrismo fue el cincelamiento del alma -que viene del arte: tallar el alma- para realizar un cambio cultural y plantar así un nueva cosmovisión afín a los intereses del neoliberalismo.

«En el neoliberalismo actual la industria cultural pesa enormemente», advierte Feldman.

Otro concepto clave que planteás para entender el funcionamiento del gobierno de Cambiemos es el de cinicracia ¿qué significa?

Antes de definir cinicracia vamos a una breve diferenciación entre cinismo y mentira. Cuando vos mentís lo que intentás es obtener una ventaja, obviamente ocultando que estás haciendo eso. Entonces se produce un hecho llamativo y paradójico: en esa acción de mentir estás respetando una ley. Un ejemplo concreto: dicen que el macrismo se parece al menemismo pero esto es incorrecto. Menem tiene que ver con la mentira y Macri, con el cinismo. Esto es diferente por las consecuencias que traen con respecto al otro. Menem dijo “Si yo hubiera dicho lo que pensaba hacer, no me votaba nadie.” En este acto está reconociendo que mintió para obtener una ventaja que son los votos. Además está reconociendo que mentir no está bien y, por lo tanto, que existe una ley que él había violado. Lo de Macri es absolutamente distinto. Él dijo: “Si yo hubiera dicho todo lo que iba a hacer, votaban por encerrarme en el manicomio.” Si vos le decís “usted prometió pobreza cero”, no va a contestar que te mintió. Posiblemente, lo que va a decir es que la pobreza cero es un ideal que tenemos que alcanzar y que va a llevar unos años lograrlo. Así, está diciéndote en la cara que te está mintiendo. En el diccionario, “cinismo” significa, en línea con lo anterior, mentir descaradamente. Esta diferencia es enorme: en un caso se reconoce la ley y en el otro se dice que la ley no importa. El cinismo se basa, entonces, en hacer un uso desvergonzado del poder frente al otro: yo te miento, te muestro que te miento y no me importa. El desprecio por el otro se puso de manifiesto en distintas ocasiones antes, durante y después de las PASO. Se dijo que eran modalidades distintas, que iba y venía. No es así. Hay una estructura profunda que tiene que ver con el cinismo y el desprecio del otro que actúa en forma constante.

¿Esta forma de gobierno tuvo antecedentes?

No. Si hay una diferencia entre el neoliberalismo que desarrolla Macri y el de los 90 o del 76 del régimen militar es que por más que tuvieron una dimensión cultural y comunicacional, estas fueron un aspecto subordinado. En el neoliberalismo actual en el mundo -lo que se llama hoy capitalismo cultural- la industria cultural pesa enormemente, no solamente dentro de la economía sino además domina su sistema de funcionamiento y lo regula. Lo que tiene de nuevo el neoliberalismo a nivel global es que lo cultural constituye un elemento que define su esencia. Esto es nuevo y el macrismo es la expresión de ese neoliberalismo en Argentina. Por eso, cuando nosotros en la vida cotidiana acostumbramos a decir “esto yo ya lo viví” y hacemos referencia al neoliberalismo de Menem o al de 76 en realidad existe un error porque da a entender que el régimen neoliberal tiene que ver fundamentalmente con lo económico y en realidad en la actualidad funciona bajo reglas diferentes. Esto, sumado a que el neoliberalismo tiene una apoyatura fundamental en el sentido común hace que aquel que se plantee la superación de este sistema también tenga que tomar en cuenta este aspecto, es decir, el sentido común como campo de batalla.

¿Qué elementos tiene que tener en cuenta una resistencia que se posicione contra el neoliberalismo actual?

Hoy, la reflexión a la que se llegó es que que no se puede dejar el trabajo del sentido común al enemigo: se tiene que pensar. ¿Cómo se hace para no volver, para no repetir siempre la misma historia? Bueno, tenemos que pensar un sentido común de forma colectiva lo suficientemente articulado, fuerte emocionalmente, que no sea manipulable tan fácilmente con mentiras y actitudes cínicas. Entonces existe la obligación de pensarlo; nunca antes se habían propuesto eso. De esta manera se vuelve necesario considerar que la política necesita de la antropología, de las comunicaciones. Ese momento de reflexión sobre el sentido común tiene que ser una parte constitutiva de cualquier medida política social y económica que se tome porque de cualquier manera eso se comunica y de esta manera pasa a formar parte de aquel.

 

«Hemos de vivir una corta noche de verano neoliberal»

«Hemos de vivir una corta noche de verano neoliberal»

Alvaro Garcia Linera y Carlos Monedero en el Primer Foro Mundial del Pensamiento Critico - CLACSO

“Se ha agotado el combustible neoliberal. Ahora lo que tenemos es un neoliberalismo zombie”, dijo el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en el arranque de la segunda jornada de exposiciones del Foro Mundial de Pensamiento Crítico, que se llevó adelante esta semana, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Acompañado por el académico español y referente de Podemos, Juan Carlos Monedero, y con un discurso marcado por el orgullo por los triunfos pasados y la esperanza frente al dramático contexto mundial, el intelectual del Altiplano se mostró optimista frente al futuro: “Hay que prepararnos para la segunda oleada de gobiernos progresistas y de izquierda”.

“El futuro de la izquierda y de la dignidad humana” fue la temática de su exposición durante una mañana de intenso calor. A partir de esa temática, Monedero y García Linera produjeron una serie de reflexiones históricas y filosóficas sobre la esencia humana de la izquierda y la derecha. Un recorrido que abarcó desde el nacimiento del concepto de izquierda en la Revolución Francesa hasta la rebelión de Espartaco.

“A la izquierda, a diferencia de las derechas o de los conservadores, un error en economía nos cobran hasta la vida», dijo Álvaro García Linera.

“Somos animales cooperativos por definición -dijo Monedero-. Las personas progresistas confiamos en los seres humanos”. De ese modo, explicó el ascenso de las derechas con el miedo como el principal actor: “Los conservadores justifican el autoritarismo por creer que el ser humano no tiene solución. En el momento en el que el miedo se convierte en el sentido común, gana la derecha”.

Desde estas observaciones, Monedero formuló una consigna para las izquierdas, un deber de disputar los espacios de construcción del sentido común. “No podemos dejarles los medios de comunicación. No podemos dejarles las universidades”, proclamó. Sin embargo, su exposición fue, ante todo, un discurso de tono triunfalista y esperanzador. “Si la izquierda ha muerto, ¿dónde está el cuerpo del sujeto de la izquierda?”, se preguntó Monedero, desafiante. “La gente que no abre vías de esperanza está trabajando para el conservadurismo”, agregó.

“¿Qué significa ser de izquierda? Sacar a 72 millones de personas latinoamericanas de la pobreza”, dijo el mandatario·, dijo Álvaro García Linera.

El vicepresidente boliviano, por su parte, se refirió a ocho logros del progresismo y de la izquierda en América Latina durante la década pasada, poniendo especial énfasis en los éxitos en la lucha contra la pobreza. “¿Qué significa ser de izquierda? Sacar a 72 millones de personas latinoamericanas de la pobreza”, dijo el mandatario. Señaló, además, los éxitos en reducir la desigualdad socioeconómica, la democratización de las relaciones personales, el impulso a la soberanía física de las mujeres, y la conformación de nuevas maneras de participación política. “Lo que hemos mostrado al mundo es que la gobernabilidad real y plebeya que se construye es mayoría parlamentaria, mayoría callejera. Se gobierna desde las calles, se gobierna desde el Parlamento, y esa unidad contribuye a nuestra gobernabilidad”.

“Gramsci tenía razón -agregó-. Cualquier victoria popular, política o militar requiere previamente victorias culturales, desarrolladas en los distintos ámbitos de la vida. En la universidad, en los medios de comunicación, en el barrio, en la actividad cotidiana, en la familia, etcétera”.

“No podemos dejarles los medios de comunicación. No podemos dejarles las universidades”, dijo Juan Carlos Monedero.

García Linera remarcó a su vez la necesidad de hacer sostenibles las políticas económicas.
“A la izquierda, a diferencia de las derechas o de los conservadores, un error en economía nos cobran hasta la vida. A la derecha, un error en economía se lo tolera. Es parte del sentido común conservador que se vuelve tolerante ante fuerzas conservadoras. La izquierda no tiene derecho a equivocarse”.

Elaboró, además, sobre la cuestión de aquel sentido común expresado por Monedero, y la debilidad de las transformaciones de éste llevadas a cabo por los gobiernos progresistas de la década pasada. “Llamamos sentido común al conjunto de criterios morales, procedimientos lógicos, actitudes instrumentales que hacemos sin reflexionar sobre ellas -explicó-. En el fondo, la política es una lucha por la conducción del sentido común, y los gobiernos progresistas supieron estar en el momento preciso como fuerzas progresistas, con el discurso preciso en el momento en que un pedazo del sentido común se resquebrajó”.

La problemática, para García Linera, radicó en la superficialidad de los cambios del progresismo en el sentido común. “Cuando se llega al gobierno, uno cree que ese sentido común que lo catapultó a funciones estatales está enraizado. No es cierto. Lo que hemos entendido y comprendido es que el sentido común es más que estos aspectos circunstanciales de la catarsis social. Que el sentido común es todo un sedimento conservador, reproductivo más que transformativo”.

En respuesta al aparente resurgimiento del neoliberalismo en el mundo, acompañó a Monedero en dar voz al sentimiento esperanza que dominaría la jornada. “Hemos sabido transformar el poder mediante las elecciones -dijo el mandatario-, y habremos de regresar nuevamente al poder una y otra vez y otra vez mediante las elecciones. Hemos de vivir una corta noche de verano neoliberal”, concluyó.

La Ley de Educación Nacional, diez años después

La Ley de Educación Nacional, diez años después

Con la Ley de Educación Nacional (LEN), cambió el paradigma educativo que habían impuesto las políticas neoliberales de la década de 1990. La norma definió a la educación como un derecho social y restableció el rol centralizador del Estado, que asume ahora una responsabilidad “indelegable” en la materia. ANCCOM reunió a la investigadora Myriam Feldfeber y al ex subsecretario de Educación bonaerense Néstor Ribet, docentes ambos, quienes hacen un balance en profundidad –sin esquivar el debate– y advierten acerca del peligro que representa la gestión de Cambiemos.

¿Por qué se sancionó la LEN en aquel momento?

Néstor Ribet: Se trataba de una decisión política necesaria. Nosotros contábamos con la primera ley orgánica de educación, la ley N° 24.195, la Ley Federal de Educación (en adelante, LFE) del neoliberalismo que hizo estragos. La nueva ley era esperada y requerida por todos los sectores, particularmente los docentes. Había que sentar las bases de la justicia social y la inclusión en la educación.

Myriam Feldfeber: Tal vez en 2003, cuando comenzó la gestión de Néstor Kirchner, no estaba en el horizonte un reemplazo a la LFE. Sí se avanzó en determinadas leyes que fueron dando respuesta a problemas puntuales del sistema, por ejemplo la Ley de Financiamiento Educativo. Recién el debate de la nueva legislación se dio en 2006. Era necesario un cambio de ordenamiento jurídico, volver a encontrar un punto de unidad en un sistema totalmente fragmentado.

¿Qué cambios proponía la LEN?

NR: Radicales. Tienen que ver con el modelo de país. A partir de 2003 se inicia un proceso en el cual buscamos la Nación integrada, el Gobierno al servicio del pueblo, una política de desarrollo con inclusión, un posicionamiento como país soberano en el contexto regional y mundial.

MF: La LFE estaba centrada en la idea de equidad y la LEN en la de igualdad. En la LFE se hablaba de un Estado que garantizaba la política educativa y en la LEN de un Estado que garantiza el derecho social a la educación. Se vuelve a la vieja estructura del sistema: primaria y secundaria, frente a la fragmentación de la EGB y del Polimodal de la Ley Federal. Se lleva la formación docente a cuatro años, se establece la gratuidad de la “formación en servicio” para los docentes del sector público, tiene una perspectiva más latinoamericana. En el artículo 10 de la LEN se señala que la educación no va a ser incluida en los tratados de libre comercio. Mantiene algunos núcleos conservadores de la Ley Federal, como la redefinición de “lo público y lo privado”en términos de gestión, el lugar de la familia como “agente natural y primario”, por eso junto al derecho social se establece el derecho personal. Pero es claro que la ley se orientó a garantizar la educación como derecho social y a considerar el papel central del Estado.

NR: No hay continuidad en lo absoluto entre ambas leyes.

MF: Hay algunos núcleos que perviven, pero hay cambios fuertes en un horizonte que incluye otras leyes que buscaron ampliar derechos: la de identidad de género, el matrimonio igualitario, la Ley de Protección de los Niños. De 2007 en adelante sí se implementaron más programas y medidas tendientes a plasmar los principios de inclusión e igualdad, como la Ley de Educación Sexual Integral (N° 26.150), el programa de educación secundaria obligatoria, y ni hablar del impacto de la Asignación Universal por Hijo.A pesar de esto hubo continuidades con lo anterior como la Ley de Educación Superior (N° 24.521), que aún está vigente.

NR: Siempre destaco el rol del Estado en esta ley. Lo dice con claridad: tiene un rol “indelegable”, bajo ningún concepto puede transferírselo a nadie. Puso en el Ministerio de Educación la responsabilidad de la conducción del sistema, previó el ámbito de participación que es el Consejo Federal de Educación, y buscó consensos para hacer un país con diversidades.

 

¿Qué transformaciones se pueden destacar en cada nivel?

NR: La LEN señala la educación inicial comienza con los 45 días y se extiende hasta los 5 años. Es un espacio pedagógico. Tiene que estar organizado sistemáticamente. Desde los 45 días a los 2 años se lo considera jardín maternal, nunca más guardería. La ley dice que es obligatorio desde los 5 años, pero luego se lo hn extendido hasta los 4.

MF: Ahora hay debates sobre la necesidad de extender la obligatoriedad hasta los 3 años, cuando aún no se ha podido garantizar la universalidad de las salas de 4 y 5 y persisten fuertes desigualdades entre las provincias. La LEN trató de recuperar la unidad del sistema. En primaria se recuperó una perspectiva más centrada en la lógica de la igualdad, por eso el Programa Integral para la Igualdad Educativa remplazó al Plan Social Educativo. El tema de la educación Secundaria es uno de los grandes cambios: establece su obligatoriedad y la necesidad de desarrollar programas para garantizarla. Se avanzó mucho pero hay una gran deuda que es el no haber modificado el formato escolar de la secundaria. Se amplió la cobertura, las tasas de escolarización crecieron, pero persisten problemas de permanencia y egreso. Sin embargo la situación es mejor que antes de la sanción de la ley. De hecho, el Ministerio, en los últimos años, lanzó el programa de escuelas secundarias en universidades nacionales. Son escuelas que funcionan con otra lógica, desde la organización de los grupos de alumnos y de las materias, financiado por el Ministerio de Educación en universidades nacionales, tendientes a incluir sectores tradicionalmente excluidos, que no pueden establecer examen de ingreso ni seleccionar matrícula. La de la Universidad de General Sarmiento, la de San Martín, la de Quilmes, son instituciones que muestran que es posible otra escuela secundaria. Pensemos en el alumno de la secundaria: el Estado te da un certificado que dice “aprobaste 7 materias y desaprobaste 3”, al año siguiente el mismo Estado te da otro certificado que dice que aquellas 7 materias ya no las tenés aprobadas y las debés volver a cursar. Es un problema de la organización de la escuela. Es que así estaban pensados, en sus orígenes, los colegios nacionales con Bartolomé Mitre: para seleccionar dirigentes y diferenciar los que iban a la universidad de los que no.

¿Se ve en el horizonte de la secundaria modificar esas cuestiones?

NR: En estos nueve meses del Gobierno que el 51% de los argentinos votó, no se ha producido señal alguna que indique hacia dónde quiere llevarse la educación. Myriam hablaba de las universidades con capacidad para crear escuelas secundarias. Hoy el presupuesto para sostener esas escuelas fue retirado por Nación. Universidades como la de Lanús o General Sarmiento están muy preocupadas porque no saben cómo hacer para llevar adelante este proyecto. Este Gobierno no ve una educación que incluya a todos. La mayoría de sus funcionarios se educaron en los colegios privados más exclusivos, no en el parroquial de acá a la vuelta. Colegios ingleses, escoceses, alemanes, italianos, de absoluta exclusividad. En esas manos está el gobierno del país.

MF: Si bien no hay un modelo educativo explicitado, hay señales preocupantes. Una es haber cuestionado la apertura de universidades en diferentes lugares, cuando durante muchos años se habían dedicado esfuerzos para incluir a sectores que estaban fuera del sistema. Concretamente universidades a las cuales acceden hijos de padres que no terminaron la secundaria o la primaria. La segunda señal, muy preocupante, es la relación que se está estableciendo entre educación y neurociencia. El Ministerio de Educación firmó un convenio para crear un instituto de investigación en neurociencia, en la provincia de Buenos Aires. Poner el acento a un concepto como “capital mental” es avanzar, por ejemplo, sobre discusiones que plantean que la pobreza es un estado de ánimo. Designaron a un ex CEO de Philip Morris (Ezequiel Christie Newbery) como subsecretario de Gestión y Políticas Socioeducativas de la Nación. Ni siquiera tiene un título universitario, no viene del campo educativo, ni vivía en la Argentina. Los principales referentes con quienes se discute la política pública son los empresarios y las universidades privadas produciendo material, las universidades públicas dejaron de ser las consultoras privilegiadas del Estado. Para los directivos se dan capacitaciones en liderazgo. Están vaciando Conectar Igualdad, despidiendo cuadros formados de hace muchos años, desarticulando el Plan de Lectura, desmembrando programas que tenían esta idea de construir un espacio nacional en vínculo con las provincias. El Presidente y el Ministro (Esteban Bullrich) plantearon que hay que pensar a los jóvenes desde la política del “emprendedurismo”, es decir formar personas que sean emprendedoras de su propio trabajo. Ese modelo está muy ligado a la lógica de la empresa.

NR: Es una mirada individualista de la sociedad. Lo que están diciendo es: “Vos tenés que romperte el alma para ser alguien exitoso”. Otra señal es como han ido cerrando las puertas de participación a los gremios docentes. Ya hoy no tienen capacidad de abrir las paritarias. El Gobierno se lo ha negado cuando, en realidad, así se había acordado. En otro momento, los docentes, a través de sus gremios, tuvieron una participación activa en el Plan Nacional de Formación Docente. Fueron protagonistas junto a las universidades nacionales y los institutos de formación, en el desarrollo de este plan que hoy está siendo bastardeado, desactivado.

¿Qué proponía la LEN en materia de formación docente?

MF: A partir de la puesta en marcha del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD), se pusieron en funcionamiento las mesas federales y el consejo consultivo donde se sientan a discutir los representantes de la enseñanza superior y los sindicatos con representación nacional, el Consejo Interuniversitario, entre otros. Todos los acuerdos que llegaban al Consejo Federal, llegaban con trabajo previo en las mesas federales. Fue el espacio más federal del Ministerio. Se avanzó mucho en la unificación de los títulos de los Institutos Superiores de Formación Docente, que dejaron de ser institutos de formación superior no universitarios, promoviendo espacios en su interior más parecidos a la lógica de la educación superior. El Programa Nacional de Formación Permanente, surgido de un acuerdo paritario, si bien fue un gran logro, se hizo recién en 2014. Lo importante es que se pensó como diseño una formación del conjunto de los docentes, que son más de un millón.

¿Se observan cambios en la formación?

NR: Las transformaciones, en educación, no se ven de manera inmediata. Sin embargo se están observando cambios de actitudes. El compromiso del docente en el desempeño de su tarea ha ido presentando otras características. Al mismo tiempo, fue en respuesta a lo que ellos mismos han ido sintiendo que se recibe de la conducción política. Algo que no mencionamos hasta ahora, es el aspecto presupuestario. Se logró a partir de ese artículo que establezca el 6% del PBI como mínimo, que habíamos alcanzado y ahora se frenó. Eso permitió un conjunto de medidas en donde la formación docente se pudo llevar adelante como jamás ocurrió.

MF: En 2001 teníamos docentes cuyos ingresos los colocaban bajo la línea de la pobreza. A partir de poner en acto las paritarias, avanzar sobre la ley de piso salarial, ayudar a todas las provincias a alcanzar ese piso, se avanzó mucho. El colectivo docente es un universo muy heterogéneo. Hay un problema de federalismo que no se resolvió, donde cada provincia fija montos diferentes en sus paritarias. Se mejoró pero las desigualdades se mantienen.

¿Hubo resistencias?

MF: La ley partió de un documento base a las escuelas para su consulta. No hubo mucho debate. Algunos decían que se venía dando desde antes del proyecto de ley, pero el espacio de consulta fue de seis meses. Se la quería aprobada antes de diciembre de 2006 para que no ingresase en la discusión de las elecciones de 2007.

NR: Pero no hubo una oposición consolidada. En los 90, los gremios, casi sin excepción rechazaron la Ley Federal desde el inicio, las provincias también. La LEN llega por un proceso breve en el tiempo de consulta, que fue condicionado porque el proyecto estaba escrito Pero, de todos modos, el colectivo docente, las universidades, la educación privada, todos apoyaron.

MF: Diversos sectores se vieron reflejados en la ley. La CTERA apoyó la ley porque incluye el derecho social a la educación y el rol del Estado, y la Conferencia Episcopal Argentina la apoyó porque decía que la educación es un “derecho personal y la familia es agente primario de la educación”. Como en toda ley, hay que conformar a diferentes sectores. Esto también puede explicar por qué no hubo grandes oposiciones.

NR: Lo importantes es que la LEN, además de haber sido la conclusión de todo un proceso, no fue tomada prestada de otra como sí fue el caso de la LFE. Es una construcción propia. Además quienes participaron activamente en su constitución fueron personalidades de la educación argentina.

¿Qué propuestas aún no se ven plasmadas?

MF: Si bien se volvió a la estructura tradicional de la primaria y secundaria, falta mejorar muchas cosas. Es difícil articular lo que se venía desarticulando desde hacía tiempo. La obligatoriedad del secundario no se cumplió, hay chicos que no terminan ni egresan. Si bien se avanzó muchísimo hay muchos chicos fuera del sistema. Hay un problema de articulación muy grande entre Nación y provincias para garantizar el derecho a la educación. En cuanto a la formación en servicio, falta avanzar mucho. La ley de financiamiento fue aprobada en 2005, antes de la LEN cuando no era obligatoria la secundaria y esta ley ya caducó.

NR: Los procesos de transformación a partir de las leyes no son automáticos. La ley 1.420 de Educación Común se aprobó en 1884. ¿Cuántos años de manera sostenida fueron necesarios para que Argentina pudiera decir, en el siglo XX, “estamos alcanzando este valor de la educación común, gratuita”? Aquí pasa lo mismo. Ante un intento de transformar el país que venimos construyendo hace muchos años, yo tengo serias dudas de lo que está ocurriendo y de lo que va a ocurrir en materia educativa. El ministro Esteban Bullrich, en la última asamblea del Consejo Federal, decía que su mandato tomaba como principio “construir sobre lo construido”. Como la pobreza cero, el pleno empleo, son dichos vacíos de contenido. Si el Gobierno quisiera seguir con sus políticas, tendrá que modificar la ley. Y nosotros lucharemos por defenderla. No pensamos que vamos a un proceso inexorable que nos devuelva a la dictadura ni al neoliberalismo. Hay señales en esa dirección, pero confío en el pueblo que se manifieste como se vio en la Marcha Federal.

MF: También en el paro del sector docente en el cual pararon algunos docentes de escuelas privadas, que antes no sucedía No está todo perdido, pero se está yendo en una dirección que es necesario repensar.

 

Actualizado 25/10/2016

«Nosotros somos el futuro»

«Nosotros somos el futuro»

El auditorio Roberto Carri de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA rebalsaba en la tarde del viernes. Había gente en los pasillos, en cada rincón del salón, en cualquier metro cuadrado libre. Solo las butacas más cercanas al escenario esperaban plegadas. Pero poco a poco se fueron ocupando según los nombres de sus reservas: académicos, funcionarios públicos -en actividad o recesivos- y artistas. Sólo un asiento permaneció vacío, con el cartel de Milagro Sala, quién fue aplaudida y aclamada de pie por todos los presentes.

En la calle Santiago del Estero, los ‘tupaqueros’ acompañaban encolumnados: no querían dejar de recibir al vicepresidente de la República Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, quien disertaría junto al politólogo brasileño Emir Sader y su colega argentino Eduardo Rinesi con motivo del lanzamiento de la Fundación Germán Abdala.

Detrás de las puertas del auditorio, ya cerradas, esperaba una multitud, igualmente abarrotada, para seguir por pantalla gigante la conferencia que, invitados por ATE, los tres académicos brindaron bajo el título “Restauración conservadora y nuevas resistencias en Latinoamérica”

Rinesi: Antología de la democracia reciente

El filósofo y politólogo Eduardo Rinesi fue el encargado de abrir la exposición. La relación entre novedad y política motorizó su disertación, a partir de una reflexión sobre las «nuevas izquierdas» y las «nuevas derechas» en Argentina y América Latina. Para ello utilizó como eje la palabra «democracia», haciendo una caracterización de los distintos significados que adquirió el concepto durante los últimos 40 años.

«Nadie se privó de hablar en las últimas décadas, en la Argentina, de democracia. Nadie se privó de sostener sus propios proyectos políticos, incluso los más ostensiblemente antidemocráticos, sobre una idea acerca de la democracia. Ni siquiera en la última dictadura, que se presentó a sí misma al servicio de una democracia que peligraba en manos del populismo, en manos del desorden, en manos de la corrupción», subrayó el ex rector de la Universidad Nacional de Sarmiento. Democracia como ‘orden’, dijo, fue la clasificación que entonces se le atribuyó en los años de la última dictadura.

Durante el siguiente período, en los años ochenta, «nos representamos a la democracia como una utopía hacia la cual había que marchar. Utopía como la plena vigencia de las libertades que los teóricos del liberalismo llaman ´libertades negativas, frente a los poderes que pueden asfixiarla, como el Estado».

En la década siguiente, la democracia viró hacia una idea de rutina: «La rutina de votar cada dos años, de tener aseguradas ciertas garantías mínimas, ciertos derechos, ciertas libertades básicas».

Desatada la crisis del neoliberalismo a fines de 2001, para un corto período finalizado en 2002, Rinesi definió una nueva idea de democracia, como “espasmo participativo”: «Muy intensa, muy vigorosa, asambleística, sobre la que todavía tenemos mucho para pensar».

Desde la asunción de Néstor Kirchner en 2003, «empezamos a pensar más que en un proceso de democratización, de ampliación y universalización de libertades y de derechos». La forma en que se la denominó en ese momento fue ´democracia republicana´, entendiendo ´República´ como «cosa pública, cosa común, cosa de todos, bienestar general».

Detenido sobre ese concepto troncal de la historia política, continuó: «La palabra República es demasiado preciosa en el lenguaje político para regalársela a los conservadores que pretenden apropiársela, para decir algo muy por debajo de lo que esa palabra nombra».

«¿A cuál de estas ideas de democracia tributa la concepción que sostiene la nueva derecha gobernante en Argentina?», se preguntó para finalizar. Casi sin dejar pausa respondió: «A la idea de democracia como ‘orden’, como tenía la dictadura y a la idea de democracia como pura ‘rutina institucional’, que tuvo el menemismo».

Sader: Neoliberalismo vs antineoliberalismo

«Voy a hablar parado porque soy populista», bromeó Emir Sader para dar inicio a su exposición. Luego de celebrar la organización conjunta de ATE y la la Facultad de Ciencias Sociales porque permite «romper la barrera entre la práctica política y la elaboración teórica», se avocó a hablar sobre la situación política actual de Brasil.

«¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? ¿Qué es lo que va a pasar?», fueron las preguntas a partir de las cuales el catedrático brasileño desplegó su intervención. «Lo que pasó es que perdieron cuatro elecciones seguidas, sucesivas. Y tienen todas las de seguir perdiendo, porque en las próximas elecciones irán contra Lula». A continuación contextualizó el marco en el cual se votó el impeachment de Dilma Rousseff: «Con financiamiento privado hicieron el peor Congreso que hemos tenido. Los que se tomaron el trabajo de mirar la votación de ese vergonzoso 17 de abril se habrán dado cuenta del striptease que es hoy el Congreso. Con esa mayoría están tratando de sacar a Dilma, sin ninguna justificación legal, por un manejo presupuestario que todos hacen para facilitar políticas sociales. Por eso es un golpe blando».

Para describir la línea ideológica del gobierno interino de Michel Temer no le fue necesario valerse de elaboradas categorías. Le bastó con hacer referencia al actual gobierno argentino. «El equipo económico de allá podría ser intercambiado con el de acá. Nadie perdería, nadie ganaría; son igualitos. El modelo es el mismo: privatiza el patrimonio público del Estado, corta los recursos de las políticas sociales y atenta contra los derechos de los trabajadores». A continuación afirmó: «El gobierno tiene un núcleo económico de banqueros. Viven del endeudamiento del gobierno, de las empresas y de la gente. Por eso se enriquecen con las crisis».

Sin embargo, su exposición no estuvo exenta de autocríticas. Destacó dos errores fundamentales del segundo gobierno de Rousseff que facilitaron la avanzada de la derecha. El primero: «Una política económica equivocada. Un ajuste fiscal que es socialmente injusto porque hace recaer la crisis sobre los trabajadores y económicamente ineficiente, porque ajustando nunca se llega a retomar el crecimiento económico, entonces lleva a la recesión y al desempleo». El segundo error que marcó se desprende del primero y refiere al costo político de esas medidas económicas: «Se le quitó a Dilma el apoyo popular, se hizo frágil y víctima más fácil de los ataques de la derecha».

Para cerrar detalló la situación actual, que definió como un terreno en disputa todavía indefinido. «O se sostiene el actual gobierno de manera absolutamente impopular y represiva hasta 2018, o puede haber elecciones directas o también un referéndum. Estamos en un proceso con disputas por delante». Luego relevó el balance de fuerzas de los dos modelos políticos en puja: «¿Con qué cuentan ellos? Con el monopolio privado de los medios de comunicación, con una parte del Congreso y con el Poder Judicial. Nosotros tenemos un poder popular extraordinario, tenemos el liderazgo de Lula y tenemos razón».

No reconoció el presente brasileño como el fin de un ciclo, «como fue la etapa desarrollista, que se agotó y el neoliberalismo la superó por derecha. Ahora no. La alternativa de ellos no es hacia adelante, es hacia atrás. En la disputa de ideas nosotros tenemos valores fundamentales para defender y no sólo valores, realizaciones concretas que han sacado al país de la peor crisis de su historia. El campo político está definido como neoliberalismo versus anti neoliberalismo, ese es el dilema fundamental de nuestro tiempo».

García Linera: Un estado continental

«No estamos en un buen momento. Tampoco es un momento terrible. Es un momento de inflexión histórica». Así empezó su exposición Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia desde 2005. «De manera fría, como lo tiene que hacer un revolucionario, hay que analizar las fuerzas y escenarios reales que existen, sin ocultar nada, porque dependiendo de la claridad del análisis que uno hace, es que sabrá encontrar las potencias, las fuerzas reales y prácticas del avance futuro», continuó con un tono reflexivo, todavía con el saco puesto.

Después de una breve introducción coyuntural, puntualizó cuatro características que presentaron los gobiernos latinoamericanos durante la «década dorada, década virtuosa de América Latina», como la definió el propio García Linera.

En lo político, hubo «un ascenso en lo social y fuerzas populares que asumieron el control del Estado, superando el viejo debate de principios de siglo, de si era posible cambiar el mundo sin tomar el poder. Los sectores populares, trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres, clases subalternas, superaron ese debate ‘teoricista’ y contemplativo de una manera práctica».

En segundo lugar destacó un fortalecimiento de la sociedad civil: «Los sectores populares comenzaron a diversificarse y a proliferar en distintos ámbitos. Una potente redistribución de la riqueza social se impuso frente a las políticas de ultra concentración de la riqueza, que habían convertido al continente latinoamericano, durante el siglo XX, en el continente más injusto del mundo».

A continuación remarcó la dimensión económica, en una propuesta «post-neoliberal» por parte de los Estados: «Algunos países llevaron adelante procesos de nacionalización de empresas privadas o la creación de empresas públicas, la ampliación del aparato estatal, mayor participación del Estado en la economía para generar formas post-neoliberales de la gestión económica, recuperando la importancia del mercado interno. El Estado se constituyó como protagonista de la redistribución de la riqueza».

Finalmente mencionó la política externa, la formación de una «internacional progresista y revolucionaria a nivel continental». En este punto recordó la importancia trascendental de la UNASUR para evitar el intento de golpe de Estado en Bolivia, en 2008, cuando cinco de los nueve partidos del Estado boliviano estaban bajo control de la derecha. «Fueron Kirchner, Chávez, Correa y Lula los que nos ayudaron a restablecer el orden», exclamó enérgico, ya sin el saco, entre el aluvión de aplausos del público. «Sin embargo, y hay que asumir de frente el debate, en los últimos meses este proceso de irradiación y de expansión territorial de gobiernos progresistas y revolucionarios se ha estancado», retomó, bajando un poco el entusiasmo.

A continuación marcó cinco «límites y contradicciones», que constituyeron las mayores debilidades de los gobiernos latinoamericanos durante la «década dorada». Sin seguir un orden de importancia, comenzó por la economía: «En ella nos jugamos nuestro destino como gobiernos progresistas y revolucionarios». En este punto explicó la condición necesaria de mantener un crecimiento económico, pero sin dañar nunca al pueblo, que es el sujeto fundamental de todo gobierno revolucionario o progresista. «Cuando se hace eso, creyendo que se va a ganar el apoyo de la derecha, se comete un error, porque la derecha nunca es leal. A los sectores empresariales los podemos neutralizar, pero nunca van a estar de nuestro lado. Y vamos a neutralizarlos siempre y cuando vean que lo popular es fuerte y está movilizado», apuntó. Luego desarrolló la idea que se tiene que llevar a cabo un cambio radical en la estructura económica desde el Estado: “El Estado no puede sustituir a los trabajadores. Podrá colaborar, podrá mejorar, pero tarde o temprano tiene que ir disolviendo el poder económico en los sectores subalternos. Esa es la clave que va a decidir a futuro, la posibilidad de pasar de un post-neoliberalismo a un post-capitalismo».

En segundo lugar, se refirió a un cambio en el sentido común de los sujetos. «No hay revolución verdadera, ni hay consolidación de un proceso revolucionario, si no hay una profunda revolución cultural». Esta crítica surge de un desfase que García Linera sostiene que hubo entre los avances económicos y los cambios en el sentido común de la sociedad. «Ahí estamos atrasados, ahí la derecha ha tomado la iniciativa», afirmó y “eso ocurrió a partir de la fuerte influencia de los medios de comunicación hegemónicos, entre otros factores”. Sin embargo, remarcó que era fundamental provocar un cambio cultural desde las bases: «Muchas veces es más importante ser un dirigente de barrio, ser un dirigente de universidad, ser un comentarista de radio, ser un dirigente de base, que ser autoridad. Porque es en el trabajo cotidiano con la base donde uno gesta la construcción del sentido común».

Como tercera instancia, hizo mención a una débil reforma moral: «Hay que seguir insistiendo en la capacidad de mostrar, con el cuerpo, con el comportamiento y con la vida cotidiana, lo que uno procura. No podemos separar lo que pensamos de lo que hacemos, lo que somos de lo que decimos». García Linera continuó: «Los neoliberales son ejemplo de una corrupción institucionalizada. Las privatizaciones han sido el ejemplo más escandaloso, más inmoral, más obsceno de corrupción generalizada». Sin embargo, agregó, es necesario que «nunca abandonemos la humildad, la sencillez, la austeridad y la transparencia».

La cuarta cuestión que mencionó es la continuidad de los liderazgos. “El tema es cómo damos continuidad al proceso, teniendo en cuenta que hay límites constitucionales para un líder». En este punto señaló una de las mayores dificultades para los movimientos emancipadores de América Latina. «Qué revolución verdadera no personifica el espíritu de la época. Si todo dependiera de las instituciones, no sería revolución. Cuando ya son las instituciones las que regulan la vida de un país, estamos ante democracias fósiles». La tensión entre la institucionalidad y la revolución por vía democrática surge, para Linera, como uno de los debates más importantes hacia el futuro. «Tal vez, la importancia de los liderazgos colectivos que permitan la continuidad de los procesos tengan mayores posibilidades en el ámbito democrático», opinó antes de ir al último punto.

En este caso desgranó la idea de la débil integración económica continental. «Soy un convencido de que América Latina sólo va a poder convertirse en dueña de su destino en el siglo XXI, si logra constituirse como una especie de Estado continental, plurinacional, que respete las estructuras nacionales de los Estados pero que, a la vez, tenga un segundo piso de instituciones continentales en lo financiero, en lo económico, en lo cultural, en lo político, en lo comercial». Si bien reconoció que se trata de un tipo de integración profundamente más compleja que la integración política, el vicepresidente boliviano afirmó que América Latina cuenta con todas las condiciones materiales para realizarlo. «¿Se imaginan, si somos 450 millones? Tenemos las mayores reservas minerales de litio, de agua, de gas, de petróleo, de agricultura. Nosotros podemos direccionar los procesos de mundialización de la economía continental. Solos, somos presa de la angurria y el abuso de empresas y países del Norte. Unidos, América Latina va a poder pisar fuerte y marcar nuestro destino».

Redondeando la disertación, se alejó de las particularidades de la coyuntura para tomar una perspectiva histórica sobre el momento que atraviesa nuestra región. «No debemos asustarnos. Marx, en 1848, cuando analizaba los procesos revolucionarios, siempre hablaba de la revolución como un proceso por oleadas». De esta forma sembró un poco de optimismo en el auditorio. En esa línea de pensamiento, reconoció el momento actual latinoamericano como el fin de una primera oleada, en donde la tarea es «debatir lo que hicimos mal, dónde cometimos errores, qué nos faltó hacer, para que cuando se dé la segunda oleada, más pronto que tarde, los procesos revolucionarios continentales puedan llegar mucho más allá de lo que lo hicieron durante la primera vez». En la misma línea que Sader, reconoció que el principal aspecto a favor de los movimientos populares es el tiempo histórico, debido a que la derecha no tiene un proyecto superador. «No representan el futuro. Ellos son zombis, muertos vivientes electoralmente. Nosotros somos el futuro, somos la esperanza».

«Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles son su aire. De eso vivimos, de los tiempos difíciles, de eso nos alimentamos. ¿Acaso no venimos desde abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados de los tiempos neoliberales? Para eso es un revolucionario. Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida. Ese es nuestro destino».

Terminada la exposición, en el marco de una conferencia de prensa, el vicepresidente de Bolivia dialogó con la periodista Eva González, de ANCCOM, sobre algunas de las cuestiones específicas desarrolladas en su intervención. En relación a la dificultad que se les presenta a los gobiernos progresistas y revolucionarios para lograr una eficaz administración económica en coincidencia con una progresiva distribución de recursos hacia los sectores populares dijo: «Hay que gobernar para todos, pero siempre, en primer lugar, para el pueblo. Tomar medidas teniendo en cuenta a los empresarios, a los banqueros y a los agroindustriales, ya que son parte de tu país y de tu economía, pero nunca afectando al pueblo». A continuación agregó: «Nunca hay que golpear a las bases populares. Eso es como un norte. Si una medida afecta a los trabajadores, nunca la tomes. Estamos en el gobierno para gobernar para las mayorías populares, no para los más ricos».

 

Actualizada 31/05/2016