«Nunca olvidé los ojos de las Abuelas, Madres y hermanas»

«Nunca olvidé los ojos de las Abuelas, Madres y hermanas»

Los periodistas neerlandeses Frits Jelle Barend y Jan Van der Putten fueron los que entrevistaron a las Madres de Plaza de Mayo, por primera vez, durante el Mundial 78. Sus testimonios trascendieron al mundo. Ahora estuvieron en Buenos Aires por un reconocimiento a su labor. ANCCOM conversó con ellos.

Los periodistas neerlandeses Frits Jelle Barend y Jan Van der Putten fueron reconocidos ayer en la Biblioteca de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por haber difundido en 1978 los crímenes de la dictadura cívico militar. Se trata de los reporteros que durante el Mundial disputado en la Argentina, entrevistaron a las Madres de Plaza de Mayo y lograron que todo el planeta supiera lo que se escondía debajo del entramado de mentiras y distracciones elaborado por los represores.

Durante el el evento estuvieron presentes la embajadora de los Países Bajos, Annemieke Verrijp; los legisladores Emmanuel Ferrario, Matías López, Victoria Montenegro y Claudio Morresi; la secretaria de Derechos Humanos de Río Negro, Evangelina Salazar; la subsecretaria derechos humanos y pluralismo cultural de la Ciudad de Buenos Aires, Pamela Malewicz y el director de la Casa Ana frank, Héctor Shalom. 

“Lo que hemos hecho, no es menos que nuestro trabajo. Nuestro trabajo es escribir, hacer reportajes sobre lo que pasa en el mundo – explica Barend ante ANCCOM–. En ese momento me dije que no podía venir como periodista de deportes, tenía que escribir lo que pasaba en Argentina”.

Cuando el gobierno de facto logró quedarse con la sede del Mundial, fijó la inauguración del campeonato para el jueves 1 de junio, de modo que todos los periodistas se concentraran en lo que ocurría en El Monumental. Frits y Jan decidieron ir en contra de la corriente y acercarse hasta la plaza donde todas las semanas las mujeres se reunían para denunciar las desapariciones.

“No nos dicen dónde están nuestros hijos, no sabemos nada de ellos, nos han quitado lo más preciado que puede tener una madre. Angustia porque no sabemos si están enfermos, si tienen frío, si tienen hambre. Y desesperación, señor, porque ya no sabemos a quién recurrir”, denunciaba esa tarde de junio Marta Moreira de Alconada ante las cámaras de la televisión holandesa.

“Todas me decían ‘Por favor, escribe qué pasa con mi hija, con mi madre, con mi nieto’. Nunca voy a olvidar ese momento”, confiesa Barend. No habla solo como reportero, detrás de su desafío al poder se esconde la historia de un hijo de la generación que sufrió el Holocausto: toda su familia fue asesinada por la ingeniería del terror diseñada desde Berlín.  Por ese motivo, al llegar a Buenos Aires rápidamente comprendió que tenía que asumir el objetivo de trabajar para que los genocidas no volvieran a salirse con la suya.

“Antes de venir, me preparé muy bien. Mis abuelos también habían sido asesinados, entonces para mí era una obligación humana hacer esto”, señala.

La primera sospecha de que estaban molestando al Gobierno llegó cuando quisieron transmitir sus notas a través del Télex. Mientras que con sus colegas el servicio demoraba media hora, con Frits y Jan tardaba más de cuatro.

La confirmación llegó cuando se dieron cuenta de que el equipo de prensa del campeonato les mentía con las fechas de los viajes de la selección de su país, para mantenerlos alejados del evento.

Con el miedo de ser alcanzados por las fauces de la represión, alertaron en su embajada de lo que estaba ocurriendo. Desde Europa les informaron que, si les pasaba algo, no se jugaría la final del Mundial. La amenaza de suspender el show montado por Jorge Rafael Videla fue lo que les permitió continuar con su trabajo.

“Lo que hemos hecho, no es menos que nuestro trabajo: escribir, hacer reportajes sobre lo que pasa en el mundo – explica Barend–. En ese momento me dije que no podía venir como periodista de deportes, tenía que escribir lo que pasaba en Argentina”.

Luego de la final, la Junta Militar invitó a la delegación neerlandesa a una cena de honor. Cuando Barend se enteró, consiguió una acreditación perteneciente a un jugador y se infiltró en el evento. Apenas ingresó al salón donde se realizaba la fiesta, se dirigió rápidamente hacia donde estaba Videla y le preguntó por los desaparecidos. La respuesta fue que las Madres mentían. El falso futbolista comparó la situación con lo que había ocurrido en la década del 1940 en su país. El dictador volvió a ser escueto:

Son cosas que pasan

“Fue algo espontáneo, pero también peligroso. Nunca olvidé los ojos de las abuelas, madres, hermanas. Eran ojos de personas que habían perdido sus amores, no podían mentir”, recuerda.

 

El riesgo del negacionismo

Al hablar sobre su historia personal y el parecido con lo que ocurrió en Argentina, Barend alerta: “Estoy preocupado con lo que pueda pasar después de las elecciones, porque hay un candidato que dice que los desaparecidos fueron ocho mil personas. Es muy peligroso. Argentina merece un presidente que respete la democracia”.

En la misma línea, Van Der Putten sostiene: “No es casualidad que en esta fecha hayamos sido invitados por la Casa Ana Frank a venir. Nosotros, con nuestros testimonios directos, intentamos hacer pensar a la gente que quizás la democracia es el bien más grande en la sociedad. Sin democracia no hay nada, solo destrucción, terror, maldad, infelicidad y todo lo que un ser maligno no quiere”.

Y añade: “Lo esencial es que la conmemoración que se realizó hoy sirva para sacar las conclusiones y lecciones para este presente y no dejarse arrastrar por slogans vacíos, absurdos y fakes news. Los políticos tienen que tener ideas, no slogans”.

Desclasificados del Mundial

Desclasificados del Mundial

El proyecto Desclasificados.org.ar lanza una nueva colección de documentos temáticos, esta vez, sobre el Mundial 78. El intento de usar el deporte como distracción sobre los crímenes de Estado, la estrategia de las Madres de Plaza de Mayo para visibilizar las desapariciones y represión y las pujas al interior de la Junta Militar.

A pocos días de que la pelota comenzara a rodar en Qatar, el proyecto Desclasificados lanzó la Colección Mundial, un conjunto temático de archivos provenientes de diversas agencias gubernamentales estadounidenses. La documentación está compuesta por 30 piezas que dan cuenta de la centralidad que tuvo el mayor evento de fútbol para la última dictadura cívico-militar argentina.

El 25 de junio de 1978, la Selección Argentina de fútbol masculino levantaba la Copa del Mundo en el estadio Monumental, a escasos metros de la entonces Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los mayores centros clandestinos de detención, tortura y exterminio que funcionaba en ese momento, durante el terrorismo de Estado en nuestro país.

Existe un consenso general acerca de que la última dictadura militar en nuestro país se valió de la organización del Mundial de 1978 para legitimarse en el poder. En dos comunicados de la Embajada de Estados Unidos a la Secretaría de Estado en Washington DC se afirma que “el Mundial y la mejora de las perspectivas de Argentina de llegar a la ronda final han sumergido todas las cuestiones políticas, económicas y sociales en Argentina. Argentina, desde los taxistas hasta los oficiales de policía, está claramente en su mejor comportamiento”, y se habla de “los arduos esfuerzos de Argentina por despolitizar el Mundial de Fútbol celebrado aquí en 1978”.

No obstante, un documento de junio de 1978 de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) detalla una serie de medidas tomadas por el dictador Jorge Videla con el objetivo de “desactivar las críticas a los derechos humanos”: la invitación a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a realizar una visita especial al país, la posible liberación de líderes sindicales y de Alfredo Bravo, y la suspensión de algunas restricciones a la libertad de prensa. El mismo informe indica más adelante que “estaremos en mejores condiciones de evaluar el impacto de estos pasos después de la finalización del entorno artificial creado por la competencia de fútbol de la Copa Mundial (del 1 al 25 de junio), durante la cual el aparato de seguridad ha estado pisando muy a la ligera”.

Esta última declaración se contradice con el dispositivo securitario montado por la Junta Militar durante el Mundial. Días previos al comienzo del evento, una nota de Clarín titulaba “Harguidenguy reiteró que la seguridad para el Mundial es absoluta”. La nota continúa: “Señala el alto jefe militar que han sido adoptadas todas las medidas de seguridad posibles para evitar atentados durante la disputa del próximo Campeonato Mundial de Fútbol, pero que es posible se distribuyan panfletos y se trate de organizar manifestaciones, aprovechando la presencia de fotógrafos europeos.”. Más adelante en el texto, Harguidenguy afirma sin preámbulos que “han sido indispensables, por trágica necesidad, muertos y millares de ‘desaparecidos’ pero finalmente los grupos subversivos han sido vencidos”, demostrando que, durante el desarrollo del Mundial, se tenía conocimiento de la desaparición de personas. 

 En esta línea, otro documento de la CIA hace mención al secuestro y posterior liberación de Alfredo Sofía, detenido por hacer propaganda en contra de la dictadura, y se afirma que “el momento de la detención refleja el dilema de los funcionarios de seguridad del gobierno, que están tratando de prevenir incidentes terroristas durante el torneo de fútbol sin causar más daño a la imagen de derechos humanos de Argentina”.

Algunos archivos de la Colección hacen referencia a la manera en que se vivía en los países del exterior la cuestión de los derechos humanos en Argentina. Un informe de la CIA menciona que, en una sesión del Parlamento europeo, se “subraya la preocupación por la participación de los estados de la CE (Comisión Europea) en los partidos de la Copa Mundial de fútbol en Argentina, un país donde varios europeos occidentales han sido detenidos o desaparecidos, y donde las violaciones de los derechos humanos han sido generalizadas”.

Distintos medios insistían con denominar “campaña anti-Argentina” a estas acciones que buscaban llamar la atención sobre los crímenes de lesa humanidad que se estaban cometiendo en el país organizador del Mundial de fútbol. Un reporte del Ministerio de Defensa estadounidense recopila cinco artículos del diario La Opinión que evidencian un discurso de descrédito hacia estos actos, a la vez que se demuestra el modo en que los medios de comunicación orquestaban en favor de generar consenso en la población alrededor de la dictadura cívico-militar. En una de estas noticias, se acusa a los “subversivos” de llevar adelante una campaña de boicot contra el Mundial: “Se puede presumir la existencia de algún tipo de acción psicológica, ya que los terroristas han prometido a los visitantes que serán testigos de «la represión del pueblo». “Como todo observador de buena fe lo puede confirmar, en la Argentina los visitantes verán un pueblo pacífico y trabajador, que rezonga como es su costumbre, tanto en el presente estado de excepción como en épocas de normalidad”. En otro artículo de este mismo periódico, se reprocha a la Organización Mundial de la Salud de contribuir a la “campaña anti-Argentina” a partir de una advertencia por parte de esta institución sobre una epidemia de gripe que asolaba Córdoba y Buenos Aires, dos de las provincias argentinas que eran sede de los partidos del certamen. Por su parte, otras noticias recuperaban testimonios que argüían en favor de las duras medidas de seguridad implementadas y del desarrollo organizativo del Mundial por parte de Argentina.

Valiéndose de una posible gran repercusión mediática internacional, las Madres de Plaza de Mayo denunciaban las violaciones a los derechos humanos en el país frente a periodistas extranjeros, durante las rondas de los jueves alrededor de la Pirámide de Mayo. “Las detenciones de más de 200 Madres el pasado octubre, la desaparición de 13 partidarios del grupo de Madres en diciembre, la persecución policial de Madres fuera de la Plaza a mediados de marzo y la demostración de acoso en contra de las Madres durante el Mundial produjeron publicidad adversa al gobierno en el exterior. Muchos observadores locales creyeron erróneamente que el gobierno reanudaría sus esfuerzos para detener las manifestaciones de los jueves de Madres una vez finalizada la Copa del Mundo. No obstante, después de su extensiva exposición en TV en junio, las Madres se han convertido en un símbolo internacional de la cuestión de los derechos humanos en Argentina, y esto quizás les ha dado una medida de pátina de protección”, reza un cable del Departamento de Estado. Otro archivo interesante relata que, una vez finalizado el Mundial, hubo 11 “reapariciones” en Argentina. 

Por su parte, también se encuentra documentada la interna militar entre Juan Alemann, secretario de Hacienda durante el Mundial de Argentina, y parte de los exmarinos que formaron la Junta. De acuerdo con el cable de la Embajada, Alemann “parece haber estallado un alboroto no provocado contra lo que él denomina malversación oficial del fondo de medio millón de dólares del campeonato Mundial de fútbol de 1978 en Buenos Aires”, y también detalla que “los objetivos iniciales de Alemann para lo que él llama ‘malas decisiones’ de los militares, que le costaron millones al contribuyente y deberían ser castigados como ‘criminales’, son el excomandante de la Marina devenido en candidato presidencial Emilio Massera y el exministro de Bienestar Social, almirante Carlos Lacoste”.

El proyecto Desclasificados

Los 30 documentos que componen la Colección Mundial forman parte de los casi cinco mil archivos que Estados Unidos le entregó a Argentina en 2019. El proyecto Desclasificados, integrado por organismos de derechos humanos y estudiantes universitarios, confeccionó una base de datos pública que sistematiza estos documentos y los vuelve accesibles a la sociedad. 

Quienes quieran recurrir a los documentos citados, los pueden encontrar en la página web del proyecto, bajo los nombres C06281222, C06294988, Terrorism – Remarks By Interior Minister Harguindeguy, INR WEEKLY HIGHLIGHTS OF [15499927], SANITIZEDHUMAN RIGHTS REV [15516116], Terrorism – Psychological Campaign to Disrupt World Cup Games, C06274996, C06279983, C06281176.

Gritos de gol y de dolor a pocas cuadras distancia

Gritos de gol y de dolor a pocas cuadras distancia

Es el último sábado de junio y “La visita de las cinco” en el Museo Sitio de Memoria ESMA comienza a poblarse con gente de todas las edades. La humedad acentúa el frío. Cuatro personas guían el recorrido: los ex detenidos desaparecidos Ricardo Coquet y Alfredo Ayala, la pareja de otro, Cristina Muro, y el periodista deportivo Tití Fernández. Cada uno guarda memorias distintas del Mundial 78.

A pocas cuadras de la ESMA, la cancha de River fue escenario de varios partidos de la Copa del Mundo. Según la dirección del viento, los detenidos engrillados y esposados podían escuchar los gritos de gol. Cristina Muro, integrante de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Politicas, viaja en el tiempo a febrero de 1977, un año antes de que comenzara el Mundial.

“Un grupo de tareas de la ESMA ingresó a mi casa. Yo estaba sola con mi bebé de cinco días y mi otro hijo de dos años y medio. Mientras unos allanaban mi casa, otros me pegaban patadas en el suelo que provocaron que los puntos del parto se me abrieran. Así me enteré que mi marido estaba detenido. Ese día me vino a buscar mi mamá y nos fuimos a su casa de La Boca. Coloqué todos los muebles en la puerta por miedo a que me hayan perseguido. Yo estaba destrozada física y mentalmente”, relata.

Un guía explicando y personas escuchando en la muestra.

A 40 años del Mundial 78 sobrevivientes de la ESMA cuentan sus vivencias del horror en la exposición “El Mundial en la ESMA”.

Aquel domingo 27 de febrero de 1977 a la noche, Cristina se despertó con sirenas que rodeaban la manzana. “Entré en pánico y lo único que llegué a decirle a mi mamá cuando me asomé por el balcón, ya que era la única opción que me quedaba, es que si eran ellos, que por favor cuidara a los nenes. No iba a permitir que me lleven”. Pero en el momento en que se asomó vio una multitud que se dirigía hacia La Bombonera, donde la Selección Argentina iba a jugar un amistoso con Hungría.

“A seis meses de ese día, mi mamá me dijo unas sabias palabras: ‘Si hoy no le festejás el cumpleaños a tu hijo de tres, le vas a cagar la vida para siempre’. Y ahí entendí que una cosa no tenía que ver con la otra. Ya bastante los genocidas nos estaban cagando la vida para que encima yo le agregara más pesar sobre el tema”, expresa y añade: “Mi hijo más grande vivió el Mundial juntando las chapitas de Coca Cola que había que levantarles el plastiquito y ahí traían los países para coleccionar. Pero también se crió sabiendo la verdad”.

Cristina nunca dejó de buscar a su marido, Carlos Alberto Chiappolini, hasta hoy desaparecido. La información que pudo obtener fue por sobrevivientes de la ESMA que declararon que falleció por las torturas en los interrogatorios. No hay rastros de él, por lo que se sospecha que sus restos fueron cremados en el campo de deportes que da al río.

Primer plano de mujer hablando con micrófono.

Cristina nunca dejó de buscar a su marido, Carlos Alberto Chiappolini, hasta hoy desaparecido.

Ricardo Coquet, militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), estuvo secuestrado en la ESMA desde el  10 de marzo de 1977 hasta diciembre del año siguiente. Junto a otros compañeros, realizó trabajó esclavo durante su cautiverio y, además del horror vivido, lo pagó con varios dedos de una mano. Mientras transcurría el Mundial, en el sótano de la ESMA se había montado una imprenta, una sala de documentación, diagramación, comedor, una sala de enfermería, tres salas de tortura, todas comunicadas por un corredor que era llamado cínicamente “el pasillo de la felicidad”. Allí trabajó Ricardo

“El día que Argentina le ganó a Perú por 6 a 0, yo estaba con un compañero, Miguel Ángel Lauletta. Había un televisor muy chico y los dos éramos ultrafutboleros. Vimos el partido y por unos segundos pudimos abstraernos del terror que se vivía en este lugar”, cuenta Coquet mientras observa el sótano. En un momento del match, uno de los guardias cerró la puerta, algo recurrente cuando llegaba algún detenido y comenzaban las torturas. “Cuando salimos del comedor donde estaba el televisor, encontramos a un compañero, del otro lado, muerto en el suelo. Se lo veía cianótico, seguro que se había tomado la pastilla para que no lo agarren vivo. Al verlo, caímos otra vez en el lugar donde estábamos”, rememora.

Alfredo Ayala, militante y referente villero de Montoneros, estuvo secuestrado desde septiembre de 1977 hasta 1980. También fue obligado a realizar trabajo esclavo y todavía hoy recuerda las constantes amenazas de muerte: “Te amenazaban si te veían desganado o si no trabajabas mucho, te daban una dosis de pentotal y te mandaban a los vuelos”. Ayala recuerda que imprimían las calcomanías que decían “Los argentinos somos derechos y humanos” y que se repartían en la vía pública como campaña para contrarrestar a los medios extranjeros que informaban la verdad al exterior.

“Mi participación respecto al Mundial arrancó en enero del 78 cuando me sacan de ‘capucha’, el lugar donde estaba el grueso de los detenidos, y me mandan al sótano. Esto funcionaba como una suerte de ‘sala de prensa’. Acá se confeccionaban hasta los discursos que debían reproducir los medios de comunicación”, evoca.

Primer plano de dos personas escuchando atentos la exposición

A lo largo del recorrido se incluyen testimonios recogidos en la megacausa ESMA.

En el sótano funcionaba además un estudio fotográfico, una sala química de revelado y una isla de edición de video. “Tengo imágenes muy claras en mi memoria sobre la circulación de ciertas personalidades mediáticas y periodistas que eran de los grandes medios de entonces. El Poder Judicial todavía nos debe el juicio a los civiles. Los que están en el Gobierno ahora son los hijos y los nietos de los milicos de esa época. La lucha por la verdad de los cinco mil compañeros que pasaron por acá continúa”, afirma.

A lo largo del recorrido, se incluyen testimonios recogidos en la megacausa ESMA: “Me llamó la atención cuando los militares colocaron un televisor para que los compañeros vean los partidos –dice uno–. No sé si era para hacerlos sentirlos bien o peor aún. Pero la realidad es que mientras escuchábamos los gritos de los goles, también escuchábamos los gritos de los torturados”. En otra de las declaraciones, una sobreviviente recuerda que al ganar el Mundial muchos de ellos fueron subidos a varios autos para ver el festejo en las calles, la gente llorando emocionada, las banderas, y gritando por Argentina. La mujer pidió sacar la cabeza por la ventanilla para sentir el aire y, por un momento, se le cruzó gritar que estaba secuestrada, pero al segundo se dio cuenta que nadie iba a hacer nada.

El periodista deportivo invitado, Tití Fernández, toma el micrófono y cuenta que, con 27 años, él salió a festejar al Obelisco y lo volvió a hacer en 1979 cuando Diego Maradona y Ramón Díaz ganaron el Mundial juvenil en Japón: “Fui uno de los tantos idiotas que salimos a festejar diciendo que los argentinos éramos derechos y humanos. No nos habíamos enterado de esto y ahora me da vergüenza. Esta historia recién la empecé a vivir de grande”, confiesa y opina: “Los políticos utilizan la Copa del Mundo para ocultar la realidad, para su beneficio. Hoy la Argentina se quedó afuera del Mundial y lo único que espero es que en la tapa del lunes no vuelvan a hablar de Nisman”.

Titi Fernández junto a otras dos personas observando la muestra.

La exposición “El Mundial en la ESMA” estará abierta hasta el 31 de agosto, de martes a domingos de 10 a 17, con entrada libre y gratuita.

En el tercer piso, ‘la pecera’ fue otro espacio usado para trabajo esclavo: traducción de artículos periodísticos, análisis de bibliografía, redacción de libros. Allí, entre los cubículos, se encuentra la historia de Lisandro Raúl Cubas, militante de la Juventud Peronista (JP) que estuvo detenido entre octubre de 1976 y enero de 1979. Estudiante de Ciencias Económicas en la UBA, Raúl tuvo que oficiar de periodista y entrevistar al director técnico de la Selección, Cesar Luis Menotti. Con el carnet falsificado del Colegio Profesional de Periodistas y de la revista Confirmado, bajo amenaza de muerte, ingresó a la cita concertada y cumplió con la tarea que le encomendaron. No se animó a decirle a Menotti que era un desaparecido, pero sí salió en la foto oficial publicada a los pocos días en el diario La Nación: el objetivo era que su familia lo reconozca y supiera que estaba vivo.

La exposición “El Mundial en la ESMA” estará abierta hasta el 31 de agosto, de martes a domingos de 10 a 17, con entrada libre y gratuita.